La caricatura en el arte contemporáneo Natalia González Zaragoza [email protected] telf.:600745169 DNI: 48395126-K INTRODUCCIÓN A lo largo de la Historia del Arte, la pintura y la escultura se han inspirado en la estética de corrientes y tendencias de otros medios expresivos, como el cómic, la caricatura y el cine. La exageración de la realidad, la esquematización y deformación de rasgos expresivos ha sido una constante en el arte, pues incluso en las civilizaciones y culturas más primitivas, en la realización de máscaras y esculturas para sus ritos religiosos utilizan una estética de rasgos desnaturalizados para representar a sus dioses. En la cultura de occidente, los ejemplos más antiguos se encuentran en el arte rupestre y en las primeras expresiones del arte románico. En este artículo se exponen algunos ejemplos de la utilización de este género en las tendencias pictóricas y escultóricas en la modernidad, y el origen y evolución de este género como arte independiente, el cual, tiene sus orígenes en el renacimiento. ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA CARICATURA.REPERCUSIÓN EN EL ARTE CONTEMPÓRANEO. El arte del s. XX muestra una estética caricaturesca: las señoritas de Avignon de Picasso, la metamorfosis de Kafka, La conjura de los necios, las esculturas de Giacometti, los cuadros de Francis Bacon…Son muchas las obras artísticas modernas las que nos acercan en mayor o en menor grado a la esencia de la caricatura basada en la deformación de los rasgos humanos. El movimiento del expresionismo es una de las tendencias que más ha estado ligada al término de la caricatura. El término en sí mismo quizá no sea muy adecuado, pues no existe arte que trate de expresar una idea o sentimiento. La caricatura siempre ha sido expresionista, pues el caricaturista juega con la apariencia de su modelo, y la trastoca para expresar precisamente lo que piensa acerca de ella. El escritor y crítico Charles Baudelaire escribió una serie de artículos en los que distinguía claramente a dos tipos de caricatura: una establecía vínculos con lo grotesco, que es el modo clásico de exagerar los rostros y cuerpos hasta conseguir ser un personaje más de un bestiario clásico o medieval, como es el caso de un fauno o una gárgola; el otro tipo responde a la caricatura moderna cuyo estilo se ha conservado hasta la actualidad. La caricatura es sobre todo un estilo mordaz y critico propio de la modernidad. El estilo grotesco es un género clásico que ha sido representado por artistas como Leonardo da Vinci, o incluso en Goya en sus grabados y pinturas negras. La caricatura se diferencia sobre todo en que su estilo trata de captar de manera inmediata la crítica hacia un personaje sin ningún tipo de matización o ambigüedad. El origen de la caricatura nace con las guerras y enfrentamientos en el s. XV entre luteranos y católicos, aunque son de especial interés por su técnica y originalidad los dibujos realizados en la época de expansión napoleónica. La difusión espectacular de la caricatura moderna ha permitido a psicólogos como Ryan y Schwarz comprobar que es más fácil reconocer la caricatura de una mano que la fotografía de una mano. Félix de Azua dice respecto a esta circunstancia: “Este fenómeno es muy significativo y debería llevarnos a reflexionar sobre lo que solemos llamar realismo. El fenómeno de la caricatura en el arte ha estado estrechamente ligado a la desproporción realizada por los artistas de finales del s. XX y sobre todo en el s. XX que trataron de desligarse de los referentes naturales y abordar con total libertad los temas del retrato. Es muy conocida la anécdota que cuenta el enfado y disgusto que tomó Gertrudre Stein al ver el retrato que le hizo Picasso y comprobar que no había parecido alguno. Picasso le contesto con su habitual sorna:”…no te preocupes, ahora no te pareces mucho, pero ya te parecerás”. Pero este problema del parecido no ocurre con la caricatura, pues es primordial que la caricatura se parezca en algo al personaje al que imita; de este modo este tipo de dibujo, más asociado a la historieta, está más preocupada en despertar en el espectador un reconocimiento ridículo o simpático de un personaje conocido por todos. Esta es una de las principales diferencias con la pintura, pues en la pintura la influencia de la caricatura supone una ruptura estética con tendencias anteriores y su preocupación no es lograr semejanzas con la naturaleza sino simplificar la realidad a otros modos de expresión más minimalistas o expresionistas. Un ejemplo es la obra “El grito”, de Edward Munch. En este cuadro se elimina todo rasgo de naturalidad de la apariencia humana para mostrar a través de un lenguaje más propio de la caricatura el horror y el desasosiego. Con el expresionismo el arte llega a las cotas más altas de caricaturización de la sociedad, en esta tendencia se muestran otras facetas humanas como el sufrimiento, la pasión o la soledad; aspectos que la caricatura como arte independiente suele mostrar con humor y sorna. Los mejores representantes del expresionismo son Edward Munch, James Ensor, Emil Nolde y en España Solana Gutiérrez. No sólo en el arte de la pintura ha habido una influencia de la caricatura, sino también en el teatro y en el cine. En el teatro, sin ir más lejos, la presencia de la caricatura se muestra en los personajes satirizados de la commedia dell’arte, donde destaca el personaje de Arlequín. En el cine una película que caricaturiza a sus personajes es, ¿Quién mato a Baby Jane?, donde las dos actrices principales interpretan a personas con personalidades extremas y desequilibradas. El cómic, el cine y la fotografía son también géneros que han sido tratados en el arte pictórico y en su nuevo soporte han alcanzado otra comprensión y percepción distinta al interactuar su lenguaje formal con el de la pintura. Han sido muchos artistas de los años 70 y 80 los que han adaptado elementos de estos géneros en sus obras, como por ejemplo Kitaj, Equipo crónica, Lichtenstein y Gerard Ritcher. La autentica caricatura tanto en el pasado como en la actualidad ha estado ligada a cuestiones políticas y sociales, dos artistas relevantes en estos aspectos fueron Honoré Daumier y Toulouse Lautrec. Daumier muestra la caricatura en dos modalidades, a través de sus críticas mordaces a la política con viñetas publicadas en los periódicos y, también a través de la escultura y la pintura. Lautrec, destaca en sus cartones personajes nocturnos de rasgos exagerados, los cuales frecuentaban los salones de fiesta y los bares, éstos aparecen tratados con unos colores ácidos y mortecinos para darles un carácter más frívolo. Cuando la caricatura se muestra en el lienzo, su técnica se transforma, su nuevo soporte hace que aspire hacia otros derroteros como la abstracción, el primitivismo, el expresionismo o el surrealismo. La práctica de la caricatura nació en el taller de Annibale Carraci, durante el s.XVI. Su primera definición aparece en “los Gritos de Bolonia”, del escritor Mosini, donde se le describe como “un procedimiento de retrato, nacido de un interés realista, aunque con finalidad cómico-fantástica”. El origen del término es italiano, palabra que empezó a usarse en el s. XVII. En Italia se han encontrado dibujos de sátiras sobre el sentido del decoro, social y estético de aquella época y, también de la noción renacentista de la importancia del individuo. Destacan en especial las caricaturas de personajes sociales realizadas por Gian Lorenzo Bernini y Tiépolo. Durante la Reforma, proliferan las caricaturas de grabados de este género, siendo sus principales protagonistas Luis XIV y el catolicismo. Mientras tanto Durero, en otra línea, investiga de forma matemática las deformaciones a las que puede someterse la imagen del rostro, estudiado previamente por Leonardo da Vinci. En el s. XVIII con la pomposidad de la nueva burguesía destaca el grabador inglés Hogarth, que con sus caricaturas representó la falsedad y frivolidad de la sociedad burguesa. En la línea de Hogarth destacan Rowlandson, Gillrray y Cruikshank. Sus blancos favoritos fueron: Napoleón y las revoluciones americana y francesa. Algunos de sus dibujos llegaron a publicarse en periódicos, aunque normalmente estos grabados en cobre se vendían en tiendas. La caricatura francesa destaca con un gran dibujante y pintor Daumier, donde criticó duramente a Luis XVI y Carlos X. Los humoristas gráficos más ingeniosos que ejercieron a finales del s.XIX son figuras fundamentalmente de la historia del arte, como Lautrec, Doré y Beardsley, y también humoristas profesionales como Nast o Keene y Phil May. Los dibujos eran más fluidos y, daban especial interés a las líneas angulosas típicas del Art Nouveau. El abandono de las normas clásicas en el arte moderno, circunstancia debida en parte por la aparición de la fotografía y las influencias orientales, y su nuevo interés en la exageración de las formas humanas como nueva expresión, obligó a la caricatura a experimentar con otros recursos artísticos. Así, es natural, observar en la actualidad, caricaturas realizadas con técnicas como el collage, de estilo cubista o minimalista, la fotocomposición y técnicas informáticas. En Alemania en el s.XIX, contó con artistas de la talla de Oberlander, Bruno Paul o B. Trier entre otros y, posteriormente, ya en el s. XX, surgió un artista cercano al expresionismo: George Grosz, donde es difícil mostrar una línea convincente, en sus obras, entre la caricatura y las bellas artes. Son destacables especialmente las caricaturas que aparecieron durante la II Guerra Mundial, momento de gran esplendor de este género y más en concreto las de G .Baker, y Bill Mauldin, siendo este último, premio Pulitzer en 1945, por sus personajes de soldados “Willie and Joe”. En fechas más actuales podemos destacar a Jules Feiffer, Oliphant y Davis Levine, que han continuado con la tradición caricaturesca del s.XIX en la prensa diaria. En la Europa actual, durante las últimas décadas, destacan las caricaturas de Sempe, Chaval, G.Scarfe o Wolinski. No podemos terminar este artículo sin destacar el fenómeno de la caricatura en España. Además, de Goya con sus grabados de los Desastres y los Caprichos que, reflejan todos los vicios y hipocresías de la época, destaca también la obra de su discípulo Eugenio Lucas, que dejó una obra de enorme fuerza visual sobre napoleónicos, brujos y demonios. El s.XIX, fue el siglo de oro de la prensa satírica y de la caricatura españolas y, destacan especialmente los dibujantes Leonardo Alenza y Francisco Ortego. En los últimos años del siglo hubo publicaciones madrileñas en revistas y periódicos como Cilla y Sancha. Con la llegada del s. XX, surgieron nuevos autores, como Xandaró, Cornet, Apa y Bagaría, entre otros. En el periodo de la guerra civil hay que destacar a Tono, del cual llego a decir Mingote: “convertía los trapecios isósceles en notarios, en domadores de tigres, en lo que hiciera falta”. Este autor junto a Mihura, jugaría al absurdo, con un estilo gráfico totalmente geométrico. También destacaron Escobar, Goñi, y Alloza. Durante la posguerra se desvitalizó este género, debido a la dictadura, pero surgieron numerosos dibujantes humorísticos como Mingote y Chumi Chúmez, siendo en este último, recurrentes las viñetas con temas relacionadas con la muerte, el matrimonio y la felicidad. Más recientes son los dibujantes como Perich, que suele destacar en sus viñetas la caricatura de un gato que da sus opiniones de la vida, Summer, Máximo y Forges, siendo este último, muy reconocido por sus dibujos de apariencia peculiar y no menos peculiar lenguaje. Bibliografía: Diccionario de las artes, Félix de Azúa. Editorial Planeta S.A editores, 1996 El Arte y el hombre. René Huyghe. Editorial Planeta. Historia del arte. Ernst H. Gombrich. Editorial Alianza. Historia Universal del Arte. Editorial Rombo. Enciclopedia Larousse. Editorial Planeta.