Virus de la hepatitis G (VHG). Mucho ruido y pocas

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EDITORIALES
Virus de la hepatitis G (VHG).
Mucho ruido y pocas...
Jaime Guardia
Servicio de Medicina Interna-Hepatología. Hospital General
Universitari Vall d’Hebron. Universitat Autónoma de Barcelona.
Barcelona.
Hepatitis G; Virus de la hepatitis G
El descubrimiento en 1989 por técnicas de biología molecular del virus de la hepatitis C (VHC) permitió filiar numerosos
casos de hepatitis agudas, crónicas y cirrosis de los que
hasta entonces se desconocía la causa. Sin embargo, todavía en alrededor del 20% de las hepatopatías crónicas, y un
porcentaje similar de las hepatitis agudas, no puede encontrase el agente etiológico aun después de utilizar las técnicas de laboratorio más precisas.
El virus de la hepatitis B (VHB) sigue causando numerosos
casos de hepatitis aguda y crónica, cirrosis y hepatocarcinoma, en especial en Oriente donde es una de las causas de
mortalidad más importante. A pesar de disponer de una vacuna eficaz, la decisión de los gobiernos de no destinar los
recursos económicos suficientes impide la vacunación universal, lo que permitiría erradicar la enfermedad de la faz de
la Tierra en una perspectiva razonable. La infección crónica
por VHC, a pesar de su curso lento y benigno en general,
sigue causando numerosos casos de cirrosis y cáncer hepático, que junto al alcohol, son la causa principal en Occidente. Aunque el riesgo de adquirir la infección por transfusiones de sangre, antes el mecanismo de transmisión más
frecuente, ha desaparecido, la escasa eficacia de los tratamientos actuales y la falta de una vacuna no permiten vislumbrar el fin de la enfermedad en un próximo futuro.
En un intento de filiar los casos de hepatopatías crónicas
que se resisten a su catalogación etiológica, numerosos laboratorios intentan encontrar nuevos agentes virales. En
1997, investigadores japoneses aislaron el llamado TTV (TT
corresponde a las iniciales del paciente en que se encontró,
aunque a menudo se identifica como virus transmitido por
las transfusiones o transfusion transmited virus1). Se trata
de un virus de tipo ADN, al que estudios iniciales parecían
asociar al desarrollo de hepatitis aguda y crónica, aunque
los trabajos más recientes parecen demostrar la ausencia
de papel patógeno de este nuevo virus. A mediados del año
1999 un grupo de investigadores de Brescia (Italia) de la
compañía Diasorin comunicaron la identificación de un
nuevo virus de tipo ADN. Este agente ha sido aislado a partir de secuencias distintas a las del ADN del virus de la
inmunodeficiencia humana en el plasma de un paciente infectado por este agente. El virus, al que se le ha denominado SEN-V (de acuerdo con las iniciales del paciente en que
se aisló), se ha encontrado en casos de hepatitis postransfusional y hepatitis crónica hasta entonces no filiadas. Su
exacto papel en estas situaciones está aún pendiente de
confirmar.
Entre 1995 y 1996, dos grupos de investigadores identificaron dos agentes virales de tipo ARN, inicialmente consideraCorrespondencia: Dr. J. Guardia.
Servicio de Medicina Interna-Hepatología.
Hospital General Universitario Vall d’Hebron.
Paseo de la Vall d’Hebron, 119-129. 08035 Barcelona.
Recibido el 27-4-2000; aceptado para su publicación el 12-5-2000
Med Clin (Barc) 2000; 114: 735-736
dos distintos, el virus GBV-C y el virus de la hepatitis G
(VHG) como posible causa de hepatitis en el hombre. Los
estudios de secuenciación han permitido comprobar que
ambos son idénticos y se le ha clasificado dentro de la familia flaviviridae, en la que se incluyen el virus de la fiebre
amarilla y el VHC, por la similitud de su genoma. Sin embargo, entre el VHG y el VHC existe una analogía de sólo un
30% de la cadena de nucléotidos2.
Aunque los estudios iniciales parecían indicar un posible
papel patógeno del VHG en algunos casos de hepatitis aguda postransfusional, hepatitis fulminante y hepatitis crónica
y cirrosis, numerosos trabajos posteriores permiten afirmar
claramente el nulo papel del virus como patógeno hepático.
De hecho, hasta ahora los datos disponibles demuestran
que la replicación del VHG no se produce en el hígado y
probablemente tampoco en las células mononucleares de
sangre periférica3,4. Una comprobación clara de su nula capacidad lesiva en el hígado o en otros órganos o sistemas
está en el seguimiento de los pacientes a los que se ha
transfundido sangre con el ARN del VHG positivo. Éstos no
presentan ningún signo clínico ni bioquímico de enfermedad a pesar de constatar que el receptor se infecta5.
Está comprobado que el VHG se transmite por vía parenteral
y sexual, y probablemente también por vía transplacentaria.
Desde el punto de vista epidemiológico, es interesante señalar cómo el VHG se encuentra extendido entre la población
sana (donantes de sangre), donde el porcentaje de positividad para el anticuerpo (anti-VHG) y el ARN-VHC oscila entre
el 1 y el 20% según las zonas geográficas5,6. El número de infectados es aún mayor entre los sujetos con algún factor de
riesgo de transmisión parenteral (politransfundidos, hemodializados, drogadictos) o con promiscuidad sexual, en los que
se alcanza entre un 20 y un 30% de positividad. Entre estos
grupos se encuentran los pacientes infectados por el VHC, en
los que entre el 10 y el 30% son, además, VHG positivos7-9.
Numerosos trabajos, llevados a cabo en la búsqueda de un
papel etiológico para el VHG en procesos morbosos hasta
ahora de causa desconocida, han resultado negativos. Los
estudios clínicos exhaustivos en los sujetos aparentemente
sanos no permiten descubrir ningún tipo de alteración.
Tampoco son diferentes los datos biológicos o la evolución
clínica de los coinfectados con ambos virus (VHC-VHG)
de los que sólo tienen positivo el VHC8,9. Desde el punto de
vista histológico no parecen existir diferencias entre ambos grupos en el grado de fibrosis o inflamación; aunque en
un estudio el depósito de hierro era inferior en los coinfectados8, y en otro el grado de fibrosis era menor en estos últimos10. En los trasplantados hepáticos, la evolución posterior
no se ve influida por la existencia en el donante del órgano
injertado de viremia por VHG11. Un estudio en trasplantados
renales constata un ligero aumento de la frecuencia de rechazos en los coinfectados con relación a los que sólo son positivos para el VHC; sin embargo, en ningún caso se demostró
efecto alguno sobre las enzimas hepáticas o la biopsia10.
Nos encontramos, por tanto, ante un hallazgo relativamente
nuevo en medicina, y que probablemente no será único.
Hemos identificado un agente infeccioso transmisible principalmente por vía parenteral que afecta al hombre pero
que aparentemente no causa enfermedad. Este hecho plantea la duda de si la sangre VHG positiva debe ser rechazada
para la transfusión; actualmente, entre las determinaciones
sistemáticas a las que se somete la sangre donada no está
la del VHG en ningún país del mundo y, por las razones expuestas, parece razonable que se haga así.
A pesar de que el VHG no parece causar la enfermedad, se
ha ensayado la capacidad del interferón para eliminar la viremia. Este fármaco causa una inhibición transitoria de la
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MEDICINA CLÍNICA. VOL. 114. NÚM. 19. 2000
replicación del VHG, que en pocos casos es definitiva, como
ocurre con el VHC, donde la eficacia mantenida es alrededor del 15%. La eficacia de la terapéutica combinada del
interferón y la ribavirina en la infección por VHC consigue
mejorar los resultados anteriores, alcanzando una efectividad global cercana al 40%. Sin embargo, en el genotipo 1b,
que es el que infecta a la mayor parte de los pacientes en
España, la supresión de la replicación viral no alcanza el
20%. La citada combinación terapéutica tampoco es más
brillante con relación a la infección por VHG11.
Otro aspecto a considerar, íntimamente relacionado con el
anterior, es si la coinfección por VHG podría modificar la
respuesta a la terapéutica antiviral de la hepatitis crónica
por VHC. En un metaanálisis en que se recogen 941 pacientes coinfectados (VHC y VHG) sobre 5.388, lo que representa un 29%, no se observaron diferencias en la respuesta al tratamiento con interferón entre ambos grupos12.
En este sentido, el estudio de Quintero et al13, publicado en
este número de MEDICINA CLÍNICA, constituye una nueva e interesante aportación. En él se comprueba la existencia de
coinfección VHC-VHG en un 12% de los casos, cifra similar
a la de otros trabajos, tanto en nuestro medio como fuera,
que la sitúan entre el 10 y el 28%5-7. La respuesta completa
al interferón, es decir, la negativización del ARN del VHC
6 meses después de suspender el tratamiento, se alcanzó
en el 12% de los infectados con ambos virus y en el 18%
de los que sólo estaban infectados por VHC, diferencias que
no alcanzan significación estadística.
Este trabajo, al igual que la mayoría de los hasta ahora publicados, confirman una vez más que la infección por VHG
no parece tener significado patógeno, no sólo como causa
de enfermedad hepática. Tampoco parece actuar como modificador de su evolución o de la respuesta al tratamiento
antiviral. Por tanto, debería cambiarse de nombre a un virus
huérfano de clínica hasta ahora, y que en todo caso tiene
escasa relación con el hígado.
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