Hegemonía y revolución permanente

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Ideas & Debates
Fotomontaje: Anahí Rivera
Hegemonía y revolución
permanente
Apuntes para una relectura de las relaciones entre las teorías
de Trotsky y Gramsci sobre la revolución en “Occidente”.
JUAN DAL MASO
Comité de redacción.
Introducción
La reflexión teórica sobre las relaciones entre las teorías de Trotsky y Gramsci1 permite
la construcción de herramientas teóricas para
comprender la realidad actual, identificando las
tendencias de la lucha de clases así como las tareas de los marxistas2.
En este marco, intentamos explorar el texto
gramsciano para comprender su pensamiento
por fuera de las formas de interpretación estereotipadas, contra las lecturas de tipo “eurocomunistas” y “postmarxistas”3.
La hegemonía como “mecánica” de la
revolución permanente
Las temáticas de la hegemonía y la revolución
permanente están relacionadas por un hecho
histórico fundacional que les sirve de referencia: la Revolución francesa de 1789, el bloque de
clases y sectores sociales que en ella se constituye como pueblo; y su posterior desagregación
producto del desarrollo de la sociedad capitalista y la lucha de clases.
Este punto de referencia aparece en la primera
formulación de la revolución permanente realizada por Trotsky en Resultados y perspectivas,
en la que plantea las conclusiones de las revoluciones de 1789, 1848 y 1905, destacando el proceso de diferenciación del proletariado respecto
del “pueblo” dentro del cual anteriormente estaba diluido, bajo dirección burguesa4.
Mientras la Revolución francesa de 1789 ofrece el modelo de “revolución nacional” burguesa, en las revoluciones de 1848 surge la clase
obrera como un actor diferenciado de la burguesía republicana y la pequeñoburguesía democrática, pero todavía débil para imponer su
propio poder. Finalmente, en la Revolución de
1905 en Rusia, la clase obrera aparece como
la combatiente de vanguardia de la revolución
democrático-burguesa, que la lleva al poder,
circunstancia que le plantea la necesidad de
avanzar contra la propiedad privada, transformándose la revolución en socialista –como ocurrirá finalmente en 1917–, lo cual se explica a su
vez por las características del desarrollo histórico ruso (Imperio “atrasado” en su estructura
económica pero moldeado por, e inserto en, la
economía mundial).
Mientras en la periferia no logra crear un bloque históricamente progresivo, en “Occidente”
I dZ
Diciembre
la burguesía busca recomponer el “bloque de
1789” por la vía del republicanismo (composición pasiva de los conflictos a través del Estado
liberal), la socialdemocracia (compromiso entre los bandos antagónicos) o resolver la imposibilidad de recrear ese bloque mediante el
fascismo (“solución plebeya” que da paso a un
régimen de guerra civil contra la clase obrera).
Estas formas de configuración del poder estatal
están relacionadas en modos diversos con las
temáticas gramscianas de “revolución pasiva” y
“Estado integral”, así como con los análisis de
Trotsky sobre el bonapartismo y la estatización
de los sindicatos5.
Por su parte, la clase obrera lucha por llevar
hasta el final la desagregación de ese bloque,
para constituirse como clase independiente y
agrupar a los restantes sectores sociales oprimidos para luchar por el poder.
En este contexto, se presenta un punto de convergencia entre Trotsky y Gramsci, dado que la
mecánica de la revolución permanente en Occidente está estrechamente ligada a la constitución de la clase obrera como clase hegemónica6,
que es precisamente uno de los ejes de reflexión
del comunista italiano.
Hay, sin embargo, una diferencia fundamental. Mientras en el tratamiento de la guerra civil
Trotsky es especialmente claro en plantear la centralidad del momento insurreccional, Gramsci
destaca como decisivo el momento de relación
de fuerzas militares que en C13 §177 ejemplifica
con la guerra de liberación de un pueblo oprimido contra una potencia opresora, y cuyo equivalente de clase es la guerra civil, pero no se refiere
específicamente a la insurrección.
Gramsci y la revolución permanente
En C13 §17 Gramsci reflexiona sobre el período 1789-1870 en Francia y presenta la revolución permanente como “mediación dialéctica”
de las premisas explicativas del materialismo
histórico8 expuestas por Marx en el prólogo a la
Contribución a la crítica de la economía política. De estas mismas premisas debe deducirse
el concepto de revolución pasiva, según señala en C15 §17.
Como hemos señalado en otros trabajos9, es en
la práctica de Lenin y no en la teoría de Trotsky,
donde Gramsci ve una continuidad del viejo grito de guerra de revolución permanente lanzado
por Marx10 y el marxismo del siglo XX. Desde esta óptica, Gramsci se opone en líneas generales a
la teorización de la revolución permanente en los
términos de Trotsky, más allá de que es dudoso que
conociera la versión “madura” en profundidad11.
Sin embargo, esta suerte de “obstáculo epistemológico” gramsciano, no impide explorar ciertas afinidades posibles.
En O laboratório de Gramsci, Alvaro Bianchi
realiza un trabajo filológico tendiente a identificar la valoración por Gramsci de la cuestión de la revolución permanente. El desarrollo
del libro excede largamente estas líneas, pero
destacamos lo planteado sobre la posición de
Gramsci al momento de redactar el Cuaderno
13. Bianchi compara el texto A (de primera redacción) del C8 §52 en el que Gramsci identifica directamente la revolución permanente con
la guerra de movimiento, con el texto C (de redacción definitiva) del C13 §7, en el que aparecen emparentadas pero de modo más complejo
a partir de la descripción del proceso histórico
de conformación de los Estados modernos.
Según Bianchi: “A partir de mayo de 1932,
Gramsci parece no insistir en la identidad de
guerra de movimiento y revolución permanente, como es posible constatar en la supresión de
esta identidad en el pasaje ya citado del Cuaderno 13”12.
No obstante esta precisión, aunque en el texto
C citado no aparece identificada abiertamente
la “guerra de movimiento” a la revolución permanente, siguen emparentadas en la visión de
Gramsci, como lo están, la guerra de posición y
la hegemonía en tanto superación de la revolución permanente.
Desde el punto de vista teórico, la reflexión no
tiene salida en tanto no se pueda demostrar que
Gramsci haya planteado en sus reflexiones carcelarias una relación entre guerra de posición
y guerra de movimiento que supere los términos de una oposición estática. Es decir, que él
mismo haya concebido el pasaje de una forma
de lucha a otra como componente de su propia teoría.
La posible respuesta está en el Cuaderno 15,
destacado a su vez por el propio Bianchi pero
en razón de otros debates, escrito entre febrero
y agosto de 1933, en el que Gramsci profundiza
la cuestión de la revolución pasiva:
El concepto de “revolución pasiva” en el sentido de Vicenzo Cuoco atribuida al primer período
del Risorgimento italiano, ¿puede ser relacionado con el concepto de “guerra de posiciones” en
contraposición a la guerra de maniobras? Esto es, ¿estos conceptos han surgido después de
la Revolución francesa y el binomio ProudhonGioberti puede ser justificado por el pánico creado por el terror de 1793 como el sorelismo por
el pánico subsiguiente a los estragos parisienses
de 1871? Es decir, ¿existe una identidad absoluta entre guerra de posiciones y revolución pasiva? ¿O existe al menos o puede concebirse todo
un período histórico en el que los dos conceptos se deban identificar, hasta el punto en que la
guerra de posiciones vuelve a convertirse en guerra de maniobras? Es un juicio “dinámico” que
hay que dar sobre las “restauraciones” que serían una “astucia de la providencia” en sentido
viquiano (Q15 §11).
Una interpretación posible es la siguiente: las
revoluciones pasivas (restauraciones), cuyo principal rol social es la “subalternización”13 de las
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“clases peligrosas”, imponen la guerra de posición como forma de lucha predominante por
todo un período, para crear condiciones más favorables para extender su dominación desde un
aparato estatal recompuesto o refortalecido.
El “pánico” por el “Terror de 1793” o “los estragos parisienses de 1871” tiene su propia expresión en el proletariado por el predominio de
una posición subalterna (es decir, de subordinación política), por ejemplo: Proudhon defensor
de una concepción “conciliadora” de la dialéctica o Sorel, cuyo sindicalismo revolucionario
implicaba el abandono de la lucha por el poder
después de la derrota de la Comuna de París.
En la anulación de la guerra de maniobra por
la guerra de posición residiría la “astucia de la
providencia viquiana”: las restauraciones se imponen por sobre los intentos revolucionarios
que buscaron forzar ciertas condiciones objetivas aún “inmaduras” y fueron derrotados,
dando lugar a procesos de transformación “molecular” que Gramsci describe en la temática
del transformismo.
Sin embargo, así como las restauraciones son
limitadas en espacio y tiempo, si la clase trabajadora quiere consolidar las relaciones de fuerzas que va modificando en su favor hasta estar
en condiciones de la lucha directa por el poder, el propio desarrollo de la lucha requiere de
la “guerra de maniobra”. Aquí la “astucia de la
providencia” sufre una metamorfosis: las restauraciones, sin quererlo, crean las condiciones
para nuevas revoluciones.
Algunas conclusiones
Partimos de la idea de que en “Occidente” la
dinámica de la revolución permanente consiste
en la desagregación del bloque de 1789 y la lucha
por la constitución de la hegemonía proletaria.
Más allá de los pares conceptuales “revolución
permanente-guerra de movimiento” y “revolución pasiva-guerra de posición”, la lucha por
una hegemonía “expansiva” o “integral”14 obliga a desarrollar una estrategia que trascienda el
estadio de oposición entre guerra de posición
(lucha acumulativa) y guerra de maniobra (lucha por el poder), y en ese sentido destacamos
lo planteado por Gramsci en Q15 §11.
Como contracara de la lectura que practicamos más arriba, hay que destacar que para
Gramsci la guerra de posición no se reduce a la
lucha en condiciones de subalternidad. En este sentido, destaca el aspecto de la “guerra de
asedio” (C1 §133) como componente “ofensivo” de la guerra de posición, que requiere una
“concentración inaudita de la hegemonía” e indica que “se ha entrado en una fase culminante de la situación histórico-política”, en la que la
guerra de posición, una vez ganada “es decisiva
definitivamente” (C6 §138).
En este contexto, lo señalado en Q15 §11 podría ser una “anomalía” del discurso gramsciano y no la clave de una nueva generalización »
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acerca de las relaciones entre “guerra de posición” y “guerra de maniobra”.
Sin embargo, esta “anomalía” tiene otros indicios en el texto de los Cuadernos, en los que
la “guerra de movimiento” reaparece entre los
intersticios de la primacía de la “guerra de posición”. Por ejemplo, en la identificación de
la Revolución francesa con la “guerra de movimiento” en C10 §9 y la reivindicación por
Gramsci del jacobinismo y su lucha por constituir una “voluntad colectiva nacional popular”
(C13 §1).
Podemos citar también C22 §1, en el que se
pregunta por la posibilidad de que el americanismo constituya “un desarrollo gradual” del
tipo de las “revoluciones pasivas” o la “acumulación molecular de elementos destinados a
producir una ‘explosión’, es decir, una subversión de tipo francés”, es decir un proceso revolucionario de tipo “clásico”.
Por último, se puede relacionar esta reflexión
con lo expuesto por Gramsci en C13 §14, sobre la “doble perspectiva”, característica del
“Centauro maquiavélico” como un principio a
fijar y desarrollar para la comprensión de la acción política y la vida estatal. Gramsci menciona expresamente los pares conceptuales fuerza/
consenso, autoridad/hegemonía, violencia/civilización, individuo/universal, agitación/propaganda, táctica/estrategia, etc. El par conceptual
táctica/estrategia perfectamente podría cruzarse
con el par conceptual guerra de posición/guerra
de movimiento, de cuyas relaciones el C15 §11
ofrece una lectura posible15.
1. Ver como trabajos de referencia desde el punto de
vista estratégico: Albamonte, Emilio y Romano, Manolo “Trotsky y Gramsci: convergencias y divergencias” y “Revolución Permanente y guerra de posiciones. La teoría de la revolución en Trotsky y Gramsci”
en Estrategia Internacional 19, enero 2003; Albamonte, Emilio y Maiello, Matías, “Trotsky y Gramsci:
debates de estrategia sobre la revolución en ‘occidente’”, Estrategia Internacional 28, 2012.
2. Ver “Revolución pasiva, revolución permanente
y hegemonía” en IdZ 13. Respecto de los países semicoloniales “occidentalizados” como la Argentina,
mantenemos la idea de que sin dejar de ser un país
semicolonial con tareas democrático-burguesas pendientes, reúne ciertas características asimilables a lo
que Gramsci llamaba “Occidente” especialmente en
la estructura del Estado, por lo que la revolución proletaria sería de más fácil realización que en Estados
Unidos, pero más difícil que en la vieja Rusia. Sobre
estos debates ver “Posición, maniobra y sovietismo”
en losgalosdeasterix.blogspot.com y “Los Sindicatos
y la Estrategia”, escrito con Fernando Rosso, en IdZ 6.
3. Ver “Pablo Iglesias y su Gramsci a la carta” en elviolentooficio.blogspot.com. A su vez es importante destacar que la interpretación de Perry Anderson practicada en Las antinomias de Antonio Gramsci resulta
más adecuada para discutir contra la interpretación
togliattiana del pensamiento del comunista italiano
que sobre el texto propiamente dicho de los Cuadernos de la cárcel. En este sentido, la polémica realizada
por Gianni Francioni en la segunda parte de L’officina
gramsciana es especialmente eficaz en mostrar sus debilidades filológicas y ciertos apriorismos de Anderson, aunque insiste en la idea de una concepción de la
revolución permanente opuesta a la teoría de Trotsky.
4. Ver Trotsky, León, “Resultados y Perspectivas” en
Teoría de la Revolución Permanente (compilación),
Bs. As., CEIP, 2000 (versión electrónica en ceipleontrotsky.org). Sobre las sendas lecturas de Gramsci y
Trotsky sobre el jacobinismo, ver Medici, Rita “Giacobinismo” en Le parole di Gramsci, a cura di Fabio
Frosini e Guido Liguori, Per un lessico dei Quaderni
del carcere, Roma, Carocci Editore, 2004, pp. 112/130
y Broué, Pierre, “Trotsky y la revolución francesa” versión electrónica en www.ceipleontrotsky.org.
5. Ver “Trotsky, Gramsci y el Estado en Occidente” IdZ 11.
6. Tomamos especialmente en este artículo el aspecto de la conquista de hegemonía antes de la toma
del poder, que no es el único que tiene en los Cuadernos de la cárcel. Al respecto ver Francioni, Gianni L’Officina Gramsciana, ipotesi sulla struttura dei
“Quaderni del carcere”, Napoli, Bibliopolis, 1984 y
Frosini, Fabio, “Hégémonie: Une approche génétique” en Actuel Marx 57, primer semestre 2015.
7. Todas las citas de los Cuadernos de la cárcel, indicando número de cuaderno y parágrafo, corresponden
a Quaderni del carcere. Edizione critica dell’ Istituto
Gramsci. A cura di Valentino Gerratana, Torino, Einaudi, 2001. En los casos en los que se menciona fecha aproximada de redacción de los pasajes citados,
tomamos como referencia el estudio de Gianni Francioni ya citado.
8. Que ninguna formación social desparece antes de
que se desarrollen todas las fuerzas productivas que
caben dentro de ella, que las nuevas relaciones de
producción aparecen cuando han madurado en el seno de la vieja sociedad, y que la humanidad se pone
tareas que puede resolver, porque estas surgen como
objetivo cuando se están gestando o ya se gestaron las
condiciones materiales para su realización.
9. Ver “Revolución pasiva, revolución permanente y
hegemonía”, op. cit. y también “Gramsci y la revolución permanente” (partes I y II) y “Marx, Gramsci y
Trotsky: sobre una ponencia de Fabio Frosini” en losgalosdeasterix.blogspot.com.
10. Sobre la revolución permanente en Marx y Engels y su relación con la teoría de Trotsky, ver Trotsky, León, “El marxismo y la relación entre revolución
proletaria y revolución campesina”, Teoría de la Revolución Permanente, op. cit.
11. Gramsci mantiene en los Cuadernos su cuestionamiento de la posición de Trotsky respecto del debate
interno en la URSS, sobre el que se había posicionado públicamente en 1926, condenando los métodos
burocráticos de la mayoría, pero defendiendo sus posiciones contra la Oposición de Izquierda.
12. Bianchi, Alvaro. O Laboratório de Gramsci. Filosofía, História E Política, Campinas, Alameda Editorial,
2008, p. 243. No obstante su valor como trabajo filológico y teórico, el libro de Bianchi exagera un poco las
proximidades entre Trotsky y Gramsci, así como reduce erróneamente a una “repetición de los argumentos
de Anderson” algunas de las principales elaboraciones
de la Fracción Trotskista sobre el tema (ver Nota 1) a
pesar de los elementos novedosos en el tratamiento de
la cuestión de la revolución pasiva y las relaciones entre
guerra de posiciones, guerra de movimiento y programa
de transición planteados en esos trabajos. La falta de
una lectura atenta (no sabemos si por prejuicios “académicos” o sectarios) le jugó una mala pasada.
13. Modonesi, Massimo “El criterio de la subalternidad. Una lectura del concepto de revolución pasiva
en la obra de Gramsci”, capítulo IV de El principio
antagonista. Marxismo y acción política, en proceso de publicación.
14. Ver “El Príncipe moderno, Gramsci y el marxismo” en losgalosdeasterix.blogspot.com.
15. Agradezco especialmente a Massimo Modonesi por
sus observaciones y críticas y a Fabio Frosini por sus
aportes críticos y precisiones, que contribuyeron muchísimo a corregir y enriquecer los argumentos expuestos
en este trabajo. Naturalmente, las opiniones vertidas en
él son exclusiva responsabilidad del autor, así como las
debilidades o puntos flacos que pudiera tener.
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