Antes de empezar: “Perdón por no saber hacerlo mejor” Gracias por vuestra comprensión. Julieta despierta y Romeo… dormido: Érase una vez que se era, un pueblo no muy lejano , un pueblo común y corriente, de esos que todos conocemos, que aunque por número de habitantes, es una ciudad, por creencias, hábitos y costumbres … es un pueblo, ni mejor , ni peor, un pueblo, y como todo pueblo que se precie, en él tiene que haber una buena “alcahueta chismosa” (dícese en lenguaje llano de aquel ser , normalmente mujer, que por tener tiempo libre y carecer de aficiones más interesantes, dedica gran parte de su día a chismorrear sobre las vidas ajenas); en este caso, la alcahueta soy yo, que me dispongo a contaros a bombo y platillo, la historia de tres amigos de mi pueblo, que por seguir sus instintos, crecieron y crecieron, como espero os ayuden a crecer a vosotros mismos. Nuestros tres amigos, de nombres Vic, Salva y Guido, estudiaban en el mismo centro educativo, pasando los tres debido a sus 16 años, por esa etapa denominada “edad del pavo”. Vic, Salva y Guido, eran amiguitos inseparables como podrían decir muchos; eso sí, física y emocionalmente, no tenían nada que ver entre sí. Vic era un chiquillo flacucho, soso, tímido, inseguro y … digámoslo directamente, un quejica espantoso, pero … era Vic y la verdad que cualquiera que lo mirase, no podía hacer otra cosa más que quererlo; su aspecto clamaba a gritos “por favor, por favor, quiéreme un poquito” y claro … a poco que te fijases lo empezabas a querer. Por otro lado Guido era lo opuesto a Vic, 4X4, deportista nato, fuerte, robusto, seguro de sí mismo, luchador incansable por naturaleza, nada 1 conformista y algo … caprichoso quizás, pero a este triunfador, nadie le podía negar nada y ¡menos con esos ojazos azules y cuerpo de dios griego! Por su parte Salva , era como un híbrido entre ambos; tenía la justa medida de fuerza física, con una pizca de vulnerabilidad, mucha inteligencia y una capacidad fantástica para echar un cable a los demás; siempre a punto para ayudar cuando era necesario, vamos … según dirían mis padres… ¡el yerno perfecto! Y según dirían mis amigas ¡un sex bomb! A pesar de no tener un físico espectacular, tiene algo que no sé que,… que qué sé yo, que cuando se le mira… de cerca, de lejos, de arriba, de abajo, de delante y hasta por detrás,…¡ufff! , te quita el hipo, te pone un poco y te saca un mucho de tu zona de control óptimo. Bueno como ya habréis deducido, yo a pesar de mi corta edad (14 años), me pirriaba por los tres; cuando los veía pasar tenía que tener cuidado de no babarme o tragarme una mosca, y si me dirigían una palabra (aclaro : cualquier palabra o grupo de palabras del estilo “salpica pa´ allá colchón”) mis rodillas “temblequeteaban” como si el Parkinson se adueñase de ellas y decidiesen momentáneamente recordar su reencarnación como castañuelas españolas. El caso, para no desviarnos del tema, es que todo mi universo se desmoronó, cuando una chica nueva (una del montón según mi parecer), decidió cambiarse de instituto y venir al nuestro para fastidiarme mis amoríos ficticios con Vic, Salva y Guido,… vale … eran ficticios, pero eran ¡míos! Elena, que así se llamaba este monumental Ángel caído del cielo, para convertirse en mi pesadilla particular, era lo que los chicos llamaban y cito textualmente: un “ferrari rojo, con carrocería en piel, motor 2000, caballos sin domesticar, al cual ellos servicialmente se ofrecerían sin problema a encerar y llenar el depósito”. Nunca, nunca, nunca dejarán de sorprenderme los pavos adolescentes, con su particular argot masculino; salvando esta apreciación, son mis pavos y por lo tanto como buena pava, justificaré lo injustificable gracias a grandes dosis de amor adolescente, aderezado con una pizca de rebeldía juvenil. Resumiendo, para no liarme con mi tendencia natural al chisme y al cotilleo vario, os podeis imaginar lo más que evidente, mis tres prototipos de hombres quedaron prendados del ángel de revista Cosmopolitan este. A partir de ahí, tal como Felix Rodríguez de la Fuente, narraría en uno de sus documentales de animales, empezó el cortejo…; ante mi imposibilidad más que evidente, de competir con Elena, alias prodigio de belleza, 2 virtuosismo e ingenuidad, opté, por lo único que me quedaba y podía hacer bien: chismorrear y ¡por los codos!, para desquitarme de mi mal de amores. Los tres machos alfas, siguiendo sus más puros instintos animales y la tradición de sus padres, decidieron apostar a ver quién conquistaba a la hermosa hembra mientras retozaba con sus compañeras de especie en la pradera (patio del instituto); el macho que consiguiese atraer la atención de la hembra, obtendría el título de macho dominante de la manada y disfrutaría de los privilegios, que esta posición le otorgaba (me pagais todos los bocatas que me coma en la cafetería durante una semana). Acordados los términos y condiciones del cortejo, empieza la función: El acercarmiento de Vic a su presa fue toda una lección magistral para sus competidores: tropezón “accidental” en el pasillo, con consecuente tirada de los libros de Elena y ayuda a recoger los mismos, seguida de una conversación básica pero efetiva: “lo menos que puedo hacer en invitarte a un helado”; ¿eres nueva, no? Así conocerás a más gente, pero por el momento, me conocerás a mí. Por su parte Salva, se ofreció a pasarle los apuntes del primer trimestre y a explicarle las veces que hiciese falta, los ejercicios en su casa, para que no se quedase atrás en el curso. Guido optó por su técnica habitual de “malote”: camisa sin mangas, pitillo, boquita de piñon, picarle el ojo al pasar a su lado y regalarle un chupete de kojac, para que se sintiese especial; al fin y al cabo el no le daba su chupete de kojac a cualquiera. Nuestros tres romeos habían dado el primer paso; ahora la primera cita sería la que marcaría la diferencia entre ellos. Cuando Elena se encuentra con Vic en la heladería, se sientan en una mesita y él le empieza a preguntar con un tono cálido: qué tal en el insti, que si le ha sido muy duro el cambio, le explica que él la entiende perfectamente porque muchas veces se ha sentido raro, como excluído y sólo, que le parece una chica fantástica, sobre todo porque con ella se siente más … más… vamos, que no sabe cómo ella, ha podido acceder a salir con un chico como él. Elena lo mira con cariño. El pone la cara de “quíereme un poquito” . El le dice que está muy contento de haberla conocido , y que con ella se siente muy a gusto , y en prueba de ello le cuenta lo mal que lo ha pasado con “las mujeres de su vida” ; cuenta sus cuernos, los de ellas, sus desaires, los de ellas, que sus padres no lo entienden, que los profes le tienen manía, que él es buenísimo pero no sabe por qué la vecina dice que le mató al gato, que su hermano pequeño, es un psicópata en potencia, porque no comparte su bici con él desde que la vendió por necesidad a unos colegas, para comprarse unos porritos porque estaba muy ansioso y bla, bla , bla. Se despiden y quedan para otro día, en la heladería. 3 Guido decide quedar con ella en el gimnasio, con la excusa de ayudarla a entrenar poco a poco y fortalecer sus músculos; así de paso Elena verá todo su potencial. Si bien Elena le comenta que no le gusta mucho hacer deporte, él insiste en que le encantará, que le sentará bien para mantener el “culete” en su sitio y promete que será divertido. Empieza el entrenamiento y Guido le explica que es fundamental que trabaje los pectorales, para que cuando vaya a la playa, pueda hacer top less; el siguiente ejercicio abdominales, ya se sabe, dice Guido, que si quieres comer todas las chucherías que te he visto zamparte en el recreo, tendrás que quemarlas si no quieres ponerte como una vaca, y así hora y media de recomendaciones y cumplidos a pesar de Elena estar cansada y no gustarle el deporte, pero gracias a Dios, ahí está Guido con su fuerza de voluntad, para conseguir que Elena no se eche a perder y siga un buen plan de trabajo. Ante las quejas y mejillas sonrojadas de Elena, Guido decide ceder en la próxima cita y llevarla a un pateo suave por el monte, no mucho, le dice a Elena de 30 min, sabiendo él que serán hora y media, pero gracias a Dios, Guido sabe lo que le conviene a Elena. ¡Por fin Salva! Aparece en casa de Elena con los apuntes de la primera evaluación, se los trae fotocopiados para que no tenga que salir a buscar una copistería, organizados por temas y materias en una hermosísima carpeta rosa (el color favorito de Elena); además trae un plan de estudio organizado en 4 semanas con 2 horas diarias para ponerla al día; si bien lo organizó sin pedirle opinión, es por su bien y sabe que le hace falta. Sobre todo, Salva lo que quiere es cuidarla y ayudarla, que para ella todo sea lo más fácil posible, tanto que le trae los ejercicios de tarea hechos, para que pueda descansar toda la tarde y recuperarse del sobreesfuerzo del gimnasio y para las horas de estudio que esté cansada, y no quiera leer, le ha grabado los temas más importantes en audio para que pueda oírlos sin cansar la vista. Todo un caballero ¿no creeis? Pasan dos semanas tras esas primeras citas porque Elena tiene mucho que organizar en casa con la mudanza. En esas semanas, a la pobre, le pasa de todo; cuando queda con Guido para contarle, ,este le dice que lo primero es lo primero, que hay que cumplir con lo pactado y hacer la caminata y luego ya se hablará, que así se despeja, por el camino; Guido comenta cómo su nueva tabla de abdominales le han permitido tener la mejor tableta de chocolate del instituto, que sus piernas son más fuertes que las de Ronaldo y bla, bla, bla; se acaba el pateo, Elena no tiene fuerzas ni para beber agua, y aún tiene que buscar una copistería para fotocopiar un temario que le dio el profesor, pero … Guido no estudia… y como Salva le 4 dio todo hecho, para no agotarla y no conoce el pueblo, no sabe dónde puede sacar las fotocopias, además mañana tiene que devolvérselas al profesor y examinarse por la tarde de la primera evaluación de mates, pero como salva se lo grabó todo en audio, sólo ha memorizado los ejercicios que describió Salva, pero si le ponen uno diferente …. No tiene idea de cómo resolverlo… A los 3 días queda con Vic, seguro que él la entiende; ha suspendido el examen de mates, el profesor la llamó vaga, por no encontrar una copistería, Guido le ha dicho que para su edad está algo “rellenita” y tiene “poco cardio” y con la mudanza se siente sola porque no ha podido quedar con nadie. Llega Vic, le pregunta ¿qué tal? Y antes de que Elena pueda contar su periplo de semana, Vic le está contando lo desgraciada que es su vida y lo mal que lo está pasando por su hermano, el psicópata que ahora no le deja que alquile su play –station a unos amigos, los días que él no la usa; definidamente, según Vic, su hermano es un egoísta, que lo quiere todo para él. ¡Pobre Elena! Nunca creí que daría gracias a Dios por ser una chismosa nata, pero …de la que me he librado, porque cargados de una buena motivación y de sus “personalidades típicas”, estos 3 chicos han conseguido sólo en dos semanas, poner del revés la vida de un ángel; ¡en qué estaría pensando Dios, cuando mandó a la tierra a este angelito tan fino y delicado, a un terreno sin coto de caza!, fijo que esta chica no le hacía mucho caso a Dios, o que Dios se tomó al pie de la letra el “danos hoy nuestro pan de cada día” y como se había olvidado de dárselo durante un mes, le dio el pan de un mes entero de golpe y porrazo. La pregunta es … ¿quién es mejor de los 3 pretendientes?: Vic: que con su victimismo acapara las conversaciones y no deja al otro ser ni sentir porque nadie lo pasa tal mal como él. Vic consigue lo que quiere, ser el centro de atención siendo víctima. Salva: que con su afán por ayudar y salvar a los demás , se lo da todo hecho y los convierte en inútiles que no saben valerse por sí mismos y dependen de él para resolver sus problemas. Así él se siente importante. Guido: que desoye las peticiones o gustos de los demás porque nadie como él, sabe lo que es mejor para el otro y siempre, siempre, siempre 5 tiene la razón. Persigue su objetivo más allá de que el otro le dé permiso o no. ¿Y si os dijese que dentro de vosotros hay un Guido, un Vic y un Salva intentanto ganar el ferrari? ¿Y si os dijese que gracias a Dios el ferrari tiene un buen mecánico en casa, que le hace una buena puesta a punto y lo deja preparado para rodar al lado de otro ferrari de igual cilindrada y características? ¿y si os dijese que para encontrar ese ferrari Elena lo único que tuvo que hacer fue atreverse a asomar la cabecita al mundo y soltar el miedo a equivocarse? y sobre todo, “soltar el miedo a no encontrar nada mejor” ¡claro está! Y si reflexionamos un poquito más y gracias a la alcahueta chismosa de esta historia, llegamos a la conclusión, de que todos en un momento de nuestra vida hemos sido Vic, Salva o Guido, al dejar a nuestros roles de víctima, salvador o perseguidor tomar el control de nuestras vidas, y si asumimos, que cuando hemos dejado que eso pase, no ha traído nada bueno y nos permitimos reconocer el error y aprender de él. Y si reconocemos que lo que realmente queremos es ser Elena, un ángel con buena carrocería y buen mecánico: vamos, para los que no lo pillen, buena gente por dentro y por fuera y con una buena autoestima, que nos haga pasar de lo tóxico desde que lo veamos venir (yo si se me permite la aclaración me compraría unas gafas de visión nocturna, porque a veces en la oscuridad del miedo a la soledad , no queremos ver, y con las gafas, veremos seguro). Vale, vale, soltamos el látigo y dejamos de flagelarnos todos, la pregunta que esta alcahueta os deja sobre este papel es: si ya sabes en qué te has equivocado y cómo, ¿Qué vas a hacer a partir de este preciso momento, durante el resto de tu vida? Despídete de tu Vic, de tu Guido, de tu Salva, con amor y compasión, entendiendo que no has sabido hacerlo mejor, y atrévete a ser Elena, y si alguna vez te encuentras con alguno de estos amigos, salúdalos con cariño y compasión, pero recuerda que ese ya no es tu camino. Queridos churritos y churritas, espero que os sirva y mínimo os haga reir; gracias por vuestro tiempo y dedicación. Me perdono por no haber sabido escribirlo mejor y aprendo de ello. Un abrazo lleno de luz que nos ayude a integrar toda esta información y ¡a ser Elena!.Besos mil! Lourdes Pérez Marrero. 6