Alicia Sánchez-Camacho se pasea en camisón por

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Alicia Sánchez-Camacho se pasea en camisón por Barcelona
Como lo oyen, en pleno Eixample y a media tarde, doña
Alicia debió decidir que para qué vestirse en un día festivo
como si fuera al Parlamento. Y así salió el pasado sábado
sin cambiarse antes de salir: cómoda y fresquita con un
camisón de tirantito fino con tres volantes en tonos azules
rematados con una puntilla de color crudo, un clásico
lencero. Pero no se asusten, no iba en zapatillas, eso no.
Sandalias de ante con un tacón de palmo, tachuelas y
flecos. Y también iba maquillada, así que lo que no
podemos es tachar a doña Alicia de desaliñada; ni hablar.
Es más, seamos justos, seguramente creía que iba vestida
de calle (casi de cóctel) y con razón visto que casi todas las
mujeres han optado por tirarse a la calle en camisón y
“picardías”.
Pese a que pude observar a la presidenta regional del PP
unos buenos minutos, no solo ya atardecía sino que
tampoco estaba tan cerca como para acertar saber con qué
tejido habían confeccionado su picardía. Ni tampoco pude
comprobar si las costuras estaban bien cosidas. Y no creo
que a doña Alicia le hubiera gustado que la parara para
hurgar en tal menester. Pero no me consta que frecuente
cadenas low cost en cuyas perchas cuelgan este verano
cientos, miles de camisones. Algunos son de un algodón
más delicado, otros raspan y, prácticamente todos, tienen
las costuras y los dobladillos retorcidos. Suerte que los
complementos del momento, son el chaleco y los grandes
pañuelos que todo lo tapan y disfrazan pero, aún y así...
¿Esto es moda? O mejor dicho: ¿Esto es la moda? ¿El
diseño? ¿La elegancia? ¿Debemos ir vestidos como si
viviéramos en una comuna de playa?
En un artículo del verano pasado, decía que el low cost
estaba consiguiendo, sobre todo en verano, que la gente
vistiera auténticos trapos. El verano del 2010, la prenda
indispensable fue la camisa india; en éste ya se impuesto el
camisón, siendo la otra variante el top de "lencería" trapo
con la falda a juego. Y para saber esto no me hace falta ver
a Sánchez-Camacho, que no es sino que una víctima más:
se ve en la calle, en los escaparates, en el súper; se ve por
doquier de forma que a cuadros me quedé ante esta
perspectiva una tarde en la que decidí dar un garbeo de
compra compulsiva a fin de refrescar mi recién abierto
armario de verano. Y no hablo de ZARA, gran precursora
del low cost, no. Más bien en ZARA hay una colección más
civilizada, con más propuestas, más urbana... Como COS,
excelente este verano. Los hermanos pequeños, de
Berskha para abajo, no; en estos encontrarán infinidad de
camisones rebregados. Pero esta no es solo la apuesta de
las grandes cadenas low cost, sino que también la de
pequeñas tiendas de barrios recoletos de cualquier zona de
la ciudad (incluida la zona alta), salvo unas pocas en las
que venden marcas estilosas a precios razonables.
Porque la gran cuestión, y más en tiempos de crisis, es si
es posible vestir bien, con tejidos de calidad
(indispensable, ahí reside la base) sin arruinarse. Pues sí,
lo es, entre otras cosas porque una buena prenda resiste
mucho mejor el paso del tiempo. Es más, lo resiste y, en
cambio, los trapos, no. ¿Qué hacer?: acudir a firmas
españolas como Bimba&Lola, Adolfo Domínguez,
Purificación García, Javier Simorra, Sita Murt… o a las
buenas tiendas multimarca donde encontrarán Moschino,
red Valentino, Just Cavalli, Walter Woulaz, Rivamonty,
Gunex Alberto Biani, Antik Batik, Nothing to lose, Penny
Black, Sportmax code, Szen, Atos Lombardini, Bellerose,
Charlie Joe, Hakei, Essentiel, Iblues, Iro, Meltin'pot,
Fabiana Filippi, Hartford, Maje … sin olvidar los pequeños
talleres locales. Y si el bolsillo anda justo, muy justo, pues
esperar pacientemente a las rebajas e ir consiguiendo,
poco a poco, un armario exquisito, a nuestra medida y
estilo sin dejar de ir a la moda ya que ahora conviven
muchas tendencias.
Bueno, el resultado de mi día de compras es que la
compulsión se me pasó de golpe y todo eso que me ahorré:
visto lo visto, puestos a ir en camisón, mejor ir
directamente a una lencería – o a mi armario - y
decantarse por camisones de seda natural, largos,
estilosos, bellísimos... Los complementos harán el resto.
Todo menos ir con harapos. Es un insulto no solo a todo un
colectivo profesional e industrial sino que porque hay a
quien no le toca más remedio.
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