CARACTERÍSTICAS PSICOLÓGICAS EN LA INICIACIÓN DEPORTIVA Aunque todos los seres humanos compartimos iguales características psicológicas, las de los niños y adolescentes tienen sus propias particularidades. En las siguientes líneas, enumeraremos algunas de las más importantes e influyentes en la práctica deportiva: MOTIVACIÓN: Respecto a este concepto, habría que diferenciar entre las motivaciones que un niño presenta en el inicio de la práctica deportiva, las motivaciones del mantenimiento y las motivaciones que le hacen abandonar. En relación a las motivaciones en el inicio de la práctica deportiva, éstas suelen ser divertirse y pasarlo bien, sentir que pertenece a un grupo de iguales y aprender determinadas destrezas motoras. Respecto a las motivaciones que hacen que un niño se mantenga, alguna de ellas son: divertirse, competir, superar desafíos y aprender nuevas destrezas. Por último, las motivaciones que suelen influir en un abandono son: no ser lo bastante divertido, no soportar la presión, tener otras cosas que hacer y/o tener diferencias con el entrenador/monitor. Todas estas motivaciones implican que el entrenador sepa relacionarse con los deportistas, siendo esto más necesario que los propios conocimientos técnicos que tenga. AUTOCONFIANZA: Nos referimos con este concepto a la creencia que cada niño tiene sobre lo que es capaz de hacer, basándose en sus propias capacidades para conseguirlo. La autoconfianza siempre va a estar en función de otros dos conceptos: resultados y expectativas. Teniendo en cuenta todo esto, la autoconfianza de un niño podría ser excesiva (tiene unas expectativas que superan sus verdaderas capacidades), deficiente (presenta pobres expectativas) u óptima (la relación entre capacidades y expectativas se ajusta a la realidad). Esto conlleva determinadas implicaciones por parte del entrenador, algunas de las cuales debieran ser: propiciar la congruencia entre objetivos y logros, basar los comentarios y elogios al deportista en hechos objetivos, y evaluar el rendimiento del jugador a posteriori. ATENCIÓN: De 0 a 2 años, los niños presentan una mayor predisposición a atender unos estímulos sobre otros; estos son, colores vivos, voz humana, objetos en movimiento,… Entre el segundo y el tercer año de vida, los niños ganan en control, adaptación y planificación. Hacia los 5-6 años se pueden mantener realizando una misma actividad de juego durante aproximadamente 7 minutos, siempre y cuando reciba ayudas e instrucciones precisas). Es hacia los 8-9 años cuando van a dedicar más tiempo a planificar lo que van a hacer antes de comenzar, pudiéndose ajustar su atención a las exigencias de cada situación y durante un mayor especio de tiempo. No obstante, hay que tener en cuenta que mantendrán y una estrategia mientras ésta le sea fructífera, si no es así, la abandonarán rápidamente en busca de otra. Así pues, al entrenador no le quedará más remedio que cambiar constantemente de ejercicios, sobre todo en las primeras edades y aumentar progresivamente las exigencias al mismo tiempo que se les retira paulatinamente los apoyos. AUTOESTIMA: Entendemos la autoestima como la valoración que hacemos de nuestras características y competencias, ya sean éstas físicas o cognitivas. En las edades más tempranas, la autoestima tiende a ser idealizada, por lo que, en general, los niños más pequeños suelen verse a sí mismos de forma muy positiva. Conforme avanza la edad, la situación cambia, influyendo en la autoestima de un niño diferentes aspectos; además, al tratarse de un componente subjetivo, cada uno va a decidir en qué pone énfasis y qué considera para él importante. Es por esto, por lo que nos podemos encontrar con un niño poco hábil en el deporte y una nula influencia en su autoestima, ya para él, el deporte puede no resultarle importante (se puede dar también el caso contrario). En la autoestima, se suelen dar diferencias en relación al género; para las chicas, es importante su atractivo físico o las habilidades interpersonales. Sin embargo, para los chicos suele ser más importante las habilidades deportivas y la valoración que hacen de sus propias características y competencias. Con todo esto, el entrenador debe tener cuidado con las comparaciones, relativizar defectos y valorar las virtudes, ser sensible a las dificultades que se atraviesan en distintas edades y fomentar desde la práctica deportiva, la construcción de una autoestima sana. Emilio D. Pérez Fernández