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Viviendo con el tiburón blanco
Deutsche Welle · Friday, September 16th, 2016
Unos patos de goma amarillos destacan sobre el lomo de un tiburón
de madera, que flota en el suelo apoyado sobre varios palos. Sobre
otro hay una boya pintada en aguas tranquilas. Dory, el pez
olvidadizo de Disney, está inmortalizado sobre otro.
Frente a más de una docena de figuras, todas con un diseño diferente, se ve un cartel
blanco con marcas de mordiscos y la imagen del pez gigante. El letrero dice:
“Bienvenido a Chatham – la residencia de verano del gran blanco”.
El cartel “Tiburones en el Parque”; tan solo es un reclamo de esta pequeña ciudad
para hacer frente a la situación con los nuevos vecinos. Hace menos de una década, la
mayor atracción de Chatham –un paraíso turístico en el “codo” de la península de
Cabo Cod, en la costa este de los Estados Unidos– eran sus playas y su pintoresca
calle principal. Ahora, es el gran tiburón blanco.
“Mucha gente de aquí no quiere que se nos conozca como la ciudad del tiburón, pero
esa es la realidad y tenemos que encontrar una manera de lidiar con esta situación”,
cuenta Lisa Franz, directora ejecutiva de la Cámara de Comercio de Chatham, a DW.
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Los pescadores locales llevaban mucho tiempo informando del avistamiento de
tiburones blancos en alta mar, pero no hubo evidencia sólida de su existencia hasta
mediados de la década de 2000, cuando empezaron a aparecer cadáveres de focas en
las playas locales.
Aunque en un principio eran solo unos pocos ejemplares, según el biólogo marino
Greg Skomal, en 2009 ya era claro que el número de depredadores en la zona era
elevado.
“Estoy seguro de que los tiburones blancos tardaron en percatarse de la presencia de
focas”, explica a DW, agregando que fueron llegando poco a poco a lo largo de la
década. “Es un aprendizaje lento –al fin y al cabo, no tienen medios sociales que les
informen de forma directa sobre las presas potenciales”.
Comida rápida
El año pasado, Skomal marcó a más de 140 tiburones blancos en la costa de Chatham
y en una ciudad al norte, Orleans. Pero todavía se desconoce cuántos más podría
haber en las aguas costeras de Cabo Cod.
La foca gris es probablemente el principal imán para estos peces depredadores.
Originariamente eran la fuente principal de alimento de tiburones, pero fueron
perseguidas y cazadas hasta el borde de la extinción a lo largo de la costa este
estadounidense. La introducción de la Ley de Protección de Mamíferos Marinos en
1972 cambió esa tendencia. Durante los últimos 40 años, el número de ejemplares ha
aumentado significativamente.
Como resultado, la costa de Cabo Cod se ha convertido en uno de los pocos lugares
del mundo – además de Australia Occidental y Sudáfrica – donde los tiburones blancos
se reúnen en gran número. Pero mientras que en Australia se registraron 33 ataques
en 2015 (dos de los cuales fueron mortales), en Cabo Cod solo se ha dado un caso
desde 1936.
Ocurrió en 2012, cuando un bañista nadaba con su hijo en Truro, al norte de Chatham.
Buscaban un buen lugar para barrenar olas (del inglés bodysurfing), unos cientos de
metros a poca distancia de la costa, cuando un tiburón blanco les sorprendió y mordió
al padre. El hombre sobrevivió al encuentro.
No obstante, Skomal afirma que solo es cuestión de tiempo el que suceda un ataque
mortal. “En casi cualquier parte del mundo donde se reúnen estas concentraciones de
tiburones blancos, surgen interacciones, hay mordeduras. Y en algunos casos, son
fatales”, dice a DW. “Tratamos de no ocultar este hecho, aunque destacamos que la
probabilidad es muy baja”.
Ideas de negocio
Pero la posibilidad de ataques, e incluso muertes, trajo en un primer momento el
miedo a Chatham. Los habitantes se enfrentaron, además, a la posibilidad real de que
los tiburones ahuyentaran a los turistas de una zona cuya economía depende de este
sector.
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“Cuando empezamos a divisar por primera vez al gran blanco, nos preocupamos.
¿Cómo lo iba a percibir la gente? ¿Se vería perjudicado nuestro negocio?” dicen Lisa
Franz, de la Cámara de Comercio.
Sin embargo, en gran medida la reacción fue otra: curiosidad. Los turistas invadieron
la ciudad con ganas de avistar al depredador gigante con dientes afilados.
“Tuvimos atascos de tráfico porque vinieron muchas personas queriendo ver
tiburones”, cuenta.
“Nos vimos obligados a dar con una solución conjunta para llevar mejor la situación y
la comunidad ahora tira en la misma dirección”.
Una indicación de ello son las camisetas con tiburones, peluches y otros productos
asociados, que se encuentran en venta para los turistas en las tiendas locales.
De este modo, en lugar de ahuyentar a sus nuevos residentes marinos, la ciudad ha
puesto en marcha medidas tales como aplicaciones de seguimiento y sistemas de
alerta temprana para dar la alarma en caso de que los animales se acerquen
demasiado a las playas de nado, según explica Dan Tobin, director de Parques y
Recreación de Chatham.
“Hasta ahora no ha habido ningún problema. Tenemos un buen sistema de
comunicación y cuando se divisa algún tiburón se alerta rápidamente a todo el
mundo”, aclara a DW. “La tecnología moderna ha sido de gran ayuda y cada año que
pasa es mejor”.
La fascinación golpea al miedo
Skomal elogia la capacidad que ha demostrado la ciudad de hacer frente a la llegada
de la temida criatura marina. Se ofrece mucha información sobre el animal y su
paradero. Las campañas de sensibilización han dado lugar a una mayor conciencia de
estos depredadores y sus potenciales peligros.
“Es mayor la fascinación que el miedo. La gente ha dejado de nadar a 100 metros de
la costa, pero no ha dejado de venir a la playa”. “Muchas personas vienen a Cabo Cod
con la esperanza de ver a uno de estos animales, cosa que me parece realmente
sorprendente”.
La aparición y observación regular de tiburones ha ofrecido a científicos como Skomal
la posibilidad de estudiar a esta especie y aprender más acerca de sus movimientos,
reproducción y comportamiento.
A pesar de todo, el biólogo marino advierte que es importante ser cauteloso. Después
de todo, incluso él tiene pesadillas con tiburones.
“Creo que es natural y saludable tener cierto miedo a los animales que pueden
morder. De lo contrario, la supervivencia de nuestra especie estaría en peligro. Tengo
un gran respeto por los tiburones”.
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Hasta ahora, la experiencia en Cabo Cod ha sido muy positiva. Incluso el ataque de
mordedura que hubo se atribuye a la imprudencia del bañista, y no al tiburón. Pero
según Skomal la prueba real vendrá cuando se dé un ataque mortal.
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on Friday, September 16th, 2016 at 8:20 am and is filed under Vivir
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