Vende lo que tienes y sígueme

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XXVIII domingo del Tiempo Ordinario • AÑO / B • Mc 10, 17-30
● Primera lectura ● Sb 7, 7-11 ● “En comparación de ● Segunda lectura ● Hb 4, 12-13 ● “La palabra de
la sabiduría, tuve en nada la riqueza ”.
Dios juzga los deseos e intenciones del corazón”.
● Salmo responsorial ● Sal 127 ● “Sácianos de tu ● Evangelio ● Mc 10, 17-30 ● “Vende lo que tienes y
misericordia, Señor, y toda nuestra vida será alegría”. sígueme”.
Marcos 10,17-30
17
Al salir Jesús de camino, un hombre corrió a
preguntarle, arrodillándose ante él: «Maestro
bueno, ¿qué tengo que hacer para alcanzar la vida eterna?». 18 Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? El único bueno es Dios. 19 Ya conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso
testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu
madre».
20
Él dijo: «Maestro, todo eso lo he guardado
desde mi juventud». 21 Jesús lo miró con amor y
le dijo: «Te queda una cosa que hacer: Anda,
vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres y
tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y
sígueme». 22 Al oír esto, el joven se fue muy triste, porque tenía muchos bienes.
23
Jesús miró alrededor y dijo a sus discípulos:
«¡Qué difícilmente entrarán en el reino de Dios
los que tienen riquezas!». 24 Los discípulos se
quedaron asombrados ante estas palabras. Pero
Jesús les repitió: «Hijos, ¡qué difícil es entrar en
el reino de Dios! 25 Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios». 26 Ellos, más asombrados todavía, se decían: «Entonces, ¿quién
puede salvarse?». 27 Jesús los miró y les dijo: «Para los hombres esto es imposible; pero no
para Dios, pues para Dios todo es posible».
28
Entonces Pedro le dijo: «Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». 29 Jesús dijo: «Os aseguro que nadie deja casa, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o tierras por
mí o por el evangelio, 30 que no reciba el ciento por uno ya en este mundo, en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, con persecuciones, y en el siglo venidero, la vida
eterna.
Para entender el Evangelio
● El c. 10 narra el camino de
Jesús hacia Jerusalén. Hoy
leemos el segundo episodio;
es el encuentro con el joven
rico. Tiene tres partes: encuentro del joven rico con
Jesús, reflexión sobre la riqueza, y promesa a los que
dejan todo.
● El Evangelio de hoy, formado
por diversas tradiciones, contiene una historia bien trabada, debido a la hábil mano
narradora del evangelista.
Está presentada en tres momentos, enlazados entre sí
por el tema importante del
seguimiento, tan persistente
en la obra de Marcos y en
este texto remarcado una y
otra vez. Aquí se lo enfoca
desde la perspectiva de la
renuncia a los bienes materiales para poder entrar a
participar en los bienes espirituales de la fraternidad y la
salvación.
Notas para fijarnos en Jesús y en el
Evangelio

La posición ante los bienes materiales no es
un aspecto más en la enseñanza de Jesús. Es
una cuestión que lo define a El mismo y define a
sus discípulos. En el mundo judío del tiempo de
Jesús, tener riqueza material era un signo de la
bendición de Dios. Jesús cambia este enfoque y
se pone, por tanto, en contradicción, como es
contradictorio que “un camello” pueda pasar “por
el ojo de una aguja” (25).

En este pasaje, como los de los últimos domingos, Marcos nos hace caer en la cuenta de
que después del hecho —en este caso, el diálogo
con el hombre rico (1 7-22)--, Jesús habla del mismo con el grupo de discípulos (23-30). Revisan los
hechos de vida para sacar enseñanzas y consecuencias. Esta segunda parte tiene hoy dos momentos: la enseñanza sobre el peligro de las riquezas (23-27) y el diálogo sobre la recompensa
de los que han renuncia do a ser ricos (26-31).

El hombre que se acerca a Jesús (17) busca
normas de comportamiento —“ haré?”— para así
merecer —“heredar”— “la vida eterna”. Quiere
ser amo de la vida eterna del mismo modo que
es amo de muchos bienes al ser “muy rico” (22).

Posiblemente ese hombre ha trabajado mucho
y los bienes que tiene son fruto de su esfuerzo.
Marcos lo presenta como alguien con ganas de
ser fiel a la voluntad de Dios (20). Jesús lo valora.
Pero le hace ver que fuera de Dios nadie es bueno (18) por más que haya sido “cumplidor desde
pequeño” (20). Ni Él mismo, Jesús, se sitúa entre
los buenos (16). “Los mandamientos” (19) que ese
hombre “ha cumplido” (20) son pistas que conducen a la vida eterna (Ex 20,12; Dt 5,16), pero no para merecer nada.

Jesús “se le quedó mirando con cariño” (21).Y
le hace el mayor regalo que le pueda hacer: le
invita a “seguirle”, a ir con El (21). Si los mandamientos no llevan a seguir una Vida, a vivir como
Jesús, nos llevan al legalismo. Seguir a Jesús nos
hace descubrir que la relación con Dios es relación con una persona y con las personas. Y una
relación que es gratuita y confiada.

El seguimiento de Jesús no es un mandamiento que se añade a los demás, ni un mandamiento
nuevo que supera a los anteriores. Jesús invita a
pasar de la Ley al Amor, del hacer —“ haré?” (17)
— al ser —“sígueme” (21)—.

Jesús invita al rico a desprenderse de todos
sus bienes. Y el hombre “frunció el ceño” (22).
Seguir a Jesús no se puede hacer si no se rompen las cadenas de las riquezas que nos atan.
Sobre las riquezas, Jesús enseña que el mejor
uso que podemos hacer de las mismas es dárselas a los pobres. Pero, cuidado: no por dárselas a
los pobres se gana la vida eterna, que siempre es
un don de Dios. Hay que dárselas porque son su-
yas. Y porque cuando se acumulan se convierten
en un ídolo que exige culto: estar siempre pendiente de ganar más y no perderlas. Las riquezas
ocupan fácilmente el lugar de Dios: Nadie puede
estar servicio de dos amos. Porque despreciará a
uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará
al primero y no hará caso del segundo. No podéis sentir a Dios y al dinero (Mt 6,24).

La actitud de presentarse ante Dios bien cargado de riquezas y de méritos es como decide a
Dios que no lo necesitamos. Dios no me hace
falta por que ya lo tengo todo, todo me lo he ganado: me he ganado bien la vida en este mundo
y me he ganado la vida eterna. Me lo merezco:
he trabajado mucho y he sido fiel cumplidor de
la religión, incluso dando limosna. Dios no me
hace falta. En el fondo, esta actitud es una especie de ateísmo práctico, no reconocido como tal,
Y la figura de un “dios”, que no es el Padre de
Jesucristo, tapa la autosuficiencia sobre la que
he montado mi vida.

La salvación no se compra, es incompatible
con la riqueza (23-25); es un regalo de Dios, gratuita, por tanto. A nosotros nos es imposible salvarnos. Pero para Dios “es posible” (Mc 10,27; Gn
18,14; Jr 32,17.27; Za 8,6; Jb 42,2; Lc 1,37). Nosotros
estamos llamados a acoger la vida eterna que
nos es dada y sólo lo podremos hacer con las
manos vacías. Si tenemos las manos llenas, si
vamos por la vida demasiado hartos, si estamos
llenos de nosotros mismos... no podremos acogerla.

Renunciar a todo (21.28), se hace “por Jesús y
por el Evangelio” —es decir, por anunciar el
Evangelio— (29). Se hace por un “tesoro” (21).
Quien así lo deja todo, recibe ahora el regalo que
es la Iglesia —“casas y hermanos y hermanas y
madres e hijos y tierras” (30)-. y no se ahorrará
dificultades, “persecuciones” (30), las mismas
que vivió Jesús. Pero también, como el Resucitado, recibirá el regalo —no el premio— de la “vida
eterna”.
NOTA: En la mentalidad bíblica riqueza y bienestar
son signos de bendición divina; pero ya en el Deuteronomio (8,11-18), se ve su peligro de autosuficiencia y
olvido de Dios. Los pobres de Yahvé comprenden que
no dependen de sí, sino de Dios. Jesús invita a la desposesión absoluta: sólo Dios es el único absoluto. Los
bienes terrenos están al servicio de todos los hombres. Este principio lo admiten todos en teoría; pero la
práctica lo desmiente: “algunos países, generalmente
los que tienen una población cristiana sensiblemente
mayoritaria, disfrutan de la opulencia, mientras otros
se ven privados de lo necesario para la vida y viven
atormentados por el hambre, las enfermedades y toda
clase de miserias” (GS 88).
“El Evangelio en medio de la vida”
(Domingos y fiestas del ciclo-B)
José María Romaguera
Colección Emaús
Centro de Pastoral Litúgica
EN LA ESCUELA DEL AMOR

Ruego para pedir el don de comprender
el Evangelio y poder conocer y estimar a
Jesucristo y, así, poder seguirlo mejor

Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado

Leo el texto. Después contemplo y subrayo.

Ahora apunto aquello que descubro de
JESÚS y de los otros personajes, la BUENA NOTICIA que escucho...veo.

¿Qué testimonios conozco de personas
que se desprenden de sus bienes para
compartirlos con los pobres? Este Evangelio y estos testimonios, ¿qué me hacen
plantear, qué ponen en cuestión de mis
posesiones? ¿Cómo nos lo planteamos
en el grupo, comunidad...?

Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi entorno... desde el Evangelio ¿veo?

Y eso de dejarlo todo por Jesús y por el
Evangelio, ¿qué me plantea como cristiano/a, como discípulo de Jesús? ¿Qué
testimonios conozco?
Haz de tu proceso amoroso
una escuela diaria de amor,
para que afine tus amores
con los peregrinos,
que pasan delante de tu casa,
sin tener donde posar la cabeza.
Haz de tu amor
una escuela de libertad.
Recorre con el amor, el largo camino
que lleva al corazón de Dios,
y a construir una tierra más justa.
Que no cierres las puertas
de tu casa ni de tu corazón
a las personas que andas huérfanas
privadas de compasión.
Que encuentren en nosotros la fuerza,
el pan, la mano, el calor,
toda la gente que lucha
por una vida mejor.

Llamadas que me hace -nos hace- el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso.
Que seamos uno para el otro,
entre los dos para los demás
señal del aprecio -tan altoque nos tiene Dios, nuestro Padre.

Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo su ayuda...
¡Felicidades a todas la parejas
que cada día se sienten en esta escuela!
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esde que comenzó la crisis económica, en algunas
cadenas de televisión han emitido bastantes programas sobre la vida de la gente rica, mostrando hoteles y
restaurantes exclusivos, tiendas de lujo, automóviles, ropa
y joyas de muy alto precio, fiestas desenfrenadas… De
algún modo, se quiere mostrar ese estilo de vida como algo
envidiable, como la meta deseable por todos. Sin embargo,
también la realidad de la crisis económica, por la que
tantas personas han perdido su “status” social y su nivel de
vida, lleva a pensar que todo eso, aparentemente tan
apetecible, puede desaparecer de la noche a la mañana, y
entonces nos quedamos defraudados, nuestra vida queda
vacía, como si hubiéramos estado viviendo en una mentira,
un espejismo que ha desaparecido.
JUZGAR
ACTUAR
uede sonar a tópico, pero como nos ha recordado el Papa Benedicto XVI, la crisis económica
se funda sobre otra más profunda, la crisis ética y
moral. Y Mons. Carlos Osoro, arzobispo de Valencia,
en su carta pastoral Dadles vosotros de comer,
indica: estamos viviendo una resignación en la
búsqueda de la verdad. Hay una crisis moral
que tiene sus manifestaciones en la economía,
pero la crisis moral tiene su origen en la crisis
de verdad (…) para superar la crisis actual,
hay que retomar la confianza en la verdad. Y
para nosotros la Verdad es el mismo Jesucristo, la Verdad tiene rostro.
stamos muy influenciados por la mentalidad
de nuestra sociedad, que se empeña en vivir
como si Dios no existiera, y por tanto, como
indica Mons. Carlos Osoro, se implanta el cinismo, el vacío, el cansancio y el relativismo. Y también podemos comentar: Entonces,
¿quién puede salvarse? Y Jesús vuelve a ser tajante en su respuesta: Es imposible para los
hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.
P
La Palabra de Dios en este domingo nos ilumina
para que busquemos la Verdad que es Cristo; y la
Palabra no se anda con rodeos, porque como
hemos escuchado en la 2ª lectura: es viva y eficaz,
más tajante que espada de doble filo…Juzga los
deseos e intenciones del corazón.
La 1ª lectura ya nos muestra que no hay comparación entre la sabiduría, entendida no como conocimiento intelectual sino como “saber vivir”
desde Dios, y lo que aparentemente todos codician:
cetros, tronos, riqueza, piedra preciosa, oro, plata…
incluso salud y belleza. Por eso la Palabra de Dios
recomienda que se pida: Supliqué y se me concedió
la prudencia, invoqué y vino a mí un espíritu de
sabiduría. La sabiduría es la verdad, y cuando se
prefiere esa sabiduría, se obtiene lo que de verdad
ansía el ser humano: todos los bienes juntos me
vinieron con ella, había en sus manos riquezas
incontables.
Pero puede surgirnos la pregunta: «¿Y no podemos
tener las dos cosas?» Y la Palabra de Dios continúa
siendo tajante al respecto, como hemos escuchado
en el Evangelio. El protagonista es una buena persona, que cumple los mandamientos desde pequeño; además, era muy rico. Aparentemente lo
tenía todo, pero notaba que algo le faltaba y por
eso se acerca a Jesús: Maestro bueno, ¿qué haré
para heredar la vida eterna? Y Jesús, dialogando
con él, le muestra dónde encontrar la Verdad que
busca: Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes… y luego sígueme. La Verdad sólo la va a encontrar en el seguimiento de Jesús, pero el protagonista, a estas palabras, frunció el ceño y se
marchó pesaroso, porque era muy rico. Ni siquiera
se da cuenta que Jesús se le quedó mirando con
cariño.
No es que no haya posibilidad de encontrar la
Verdad, es que nosotros mismos nos cegamos o no
la aceptamos cuando se nos muestra. Por eso Jesús
también es tajante: ¡qué difícil les es entrar en el
Reino de Dios a los que ponen su confianza en el
dinero! Qué difícil es encontrar la Verdad que es
Cristo a quienes se han resignado a no buscarla, o
quieren una “verdad” a la medida de sus intereses.
E
Por eso, preguntémonos: ¿Envidio y busco las
riquezas materiales? ¿Busco la Verdad que es
Cristo, o una “verdad” a mi conveniencia? ¿Estoy
dispuesto a seguir a Cristo para entrar en el Reino?
Hagamos nuestra la petición que hemos escuchado en el Salmo responsorial: Enséñanos a
calcular nuestros años, para que adquiramos un
corazón sensato. Invoquemos a Dios para que
nos conceda un espíritu de sabiduría, para que no
nos dejemos deslumbrar por los espejismos de
esta sociedad, sino creamos a Jesús, la única
Verdad: Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o
tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora
en este tiempo, cien veces más (con persecuciones) y en la edad futura vida eterna.
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