LEY PARA LA REGULARIZACION DE LAS ACTIVIDADES DE LAS SOCIADES COOPERATIVAS DE AHORRO Y PRESTAMO (LRASCAP), UN TESTIMONIO DE SU “APROBACION”. El pasado 13 de agosto, luego de más de 3 meses de haber sido aprobada en la Cámara de Diputados el 30 de abril, fue publicada en el Diario Oficial de la Federación la Ley que Regula las Actividades de las Sociedades Cooperativas de Ahorro y Préstamo (LRASCAP). Con la aprobación de esta Ley, el Congreso de la Unión dio cumplimiento al artículo XXII transitorio de la Ley de ahorro y Crédito Popular (LAyCP), incorporado de última hora y por iniciativa de un servidor, en calidad de Diputado Federal de la LX Legislatura, en la penúltima reforma de este cuestionado marco legal, en el mes de abril de 2007. Los compañeros de la Alianza Cooperativista Nacional (ALCONA), quienes se mantuvieron en un firme frente de lucha contra la LAyCP, podrán dar cuenta detallada de este fallido intento por parte de las autoridades, concretamente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), de asestar el golpe final al sector en esta reforma. Y fue fallido el intento porque ese artículo XXII transitorio contiene “palabras mágicas” que así lo permitieron. Sin entrar en detalles, comentaré la importancia de este “transitorio” porque algo similar ocurrió ahora con la LRASCAP. Dice este artículo: Las Comisiones Unidas de Hacienda y Crédito Público y de Fomento Cooperativo y Economía Social de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión realizarán las consultas y estudios necesarios a fin de lograr la actualización de la regulación de las sociedades cooperativas que no realizan intermediación financiera, de acuerdo a su naturaleza, a más tardar el 30 de noviembre de 2007. Desde mi particular punto de vista, este artículo transitorio vino a ser la estocada a la LAyCP que pretendió poner bajo un solo marco regulatorio, en calidad de simples entidades de ahorro y crédito popular, a las diversas organizaciones de las finanzas sociales, como son las cajas populares, las cooperativas, las cajas de ahorro, las uniones de crédito, las microfinancieras, las cajas solidarias, entre otras. Mal haríamos no reconocer en todo este proceso la “legítima terquedad” de ALCONA que siempre, con la Ley en la mano, reivindicó el carácter social de las cooperativas. Lo hizo con el apoyo de exdiputados como Manuel Duarte, Francisco Saucedo y con un servidor en la más reciente Legislatura. El Dr. Juan José Rojas ha presentado el día de ayer, en el marco del actual evento, toda una visión histórica del cooperativismo y una justificación del porqué, el sector del ahorro y préstamo reclama un tratamiento acorde a su naturaleza Social. 1 Retomando las consecuencias que tuvo el mencionado transitorio hemos de reconocer que durante todo el año 2007, después de aquel abril y la primera parte del 2008, se llevaron a cabo diversos eventos de consulta en distintos lugares de la República Mexicana, Puebla, Querétaro, León Guanajuato, Oaxaca, entre otros lugares. El mismo recinto del Palacio Legislativo de San Lázaro fue sede de un evento de carácter internacional sobre el tema. Existen de sobra evidencias escritas y videograbadas de diputados y senadores, concretamente del senador Ocejo y yo, que coincidimos en que la LAyCP era inoperante por pesada, demasiados artículos, demasiados transitorios, muchas reformas en tan pocos años y, en consecuencia, era urgente crear una marco regulatorio acorde a la naturaleza social de las cooperativas de ahorro y préstamo, reconociendo que éstas no son intermediarias financieras, no hacen especulación y no son lucrativas. Se supone que este nuevo marco legal es la LRASCAP. Fue la Comisión de Fomento Económico del Senado de la República, presidida por el Senador Ocejo, de común acuerdo con la Comisión de Fomento Cooperativo y Economía Social de la Cámara de Diputados, la que lidereó este proceso proponiendo un acercamiento con las autoridades financieras y la búsqueda de consensos con las principales tendencias del movimiento cooperativo nacional. De la oficina del Senador, surgió y circuló un documento que, luego de varias versiones, al final se permitió solicitar opiniones de otros actores (Diputados y Dirigentes del movimiento cooperativo). Un servidor presentó un documento con 10 puntos que se hizo circular profusamente por Internet el 26 de agosto de 2008 entre los integrantes de la mesa de negociación. Lamentablemente nadie contestó dicho documento, al menos nadie lo hizo por escrito porque quien si reaccionó a su contenido a través de una larga llamada telefónica el 30 de agosto fue, no un legislador, sino el actuario Yerom Castro de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, quien de la manera más diplomática y respetuosa me dijo que mis propuestas de incorporación estaban fuera de lugar. El 10 de septiembre de 2008 hubo oportunidad de exponer personalmente los 10 puntos mencionados en una reunión llevada a cabo en las Oficinas de la CNBV. En esta reunión el Senador Jorge Ocejo Moreno ofreció considerar algunas de mis propuestas en la redacción final de la Ley, solicitando a cambio que le ratificáramos nuestro aval por escrito para que fuera él quien presentara la iniciativa le Ley ante el Pleno del Senado de la República. He de reconocer que tanto un servidor como el Lic. Rafael Martínez Ponce firmamos bajo protesta un documento con planteamientos de acuerdo común pero insistiendo en que no era el acuerdo final. Dos meses después, el domingo 23 de noviembre, recibí en mi teléfono celular una llamada del Senador Ocejo comunicándome que por correo electrónico me acababa de mandar la iniciativa para que, de manera urgente, le hiciera las observaciones “pertinente”, pues en las próximas 48 horas, es decir el martes 25 de ese mismo mes la estaría presentando ante el Pleno del Senado. La 2 intención era, igual me lo comentó, aprobarla en Comisiones el miércoles 26 y el 27 obviar la segunda lectura y aprobarla para enviarla, en calidad de minuta a la Cámara de Diputados. Así se hizo, al menos la primera parte, es decir, la presentó ante el pleno de la Cámara de Senadores mencionando que tenía el respaldo de Alcona y Comacrep, así como de los Diputados integrantes de la Comisión de Fomento Cooperativo y Economía Social. Gracias al oportuno apoyo del asesor de un servidor, el doctor Juan José Rojas, catedrático también de la Universidad Autónoma de Chapingo y del equipo de asesores de Alcona, se pudo advertir que la iniciativa no incorporaba una sola de nuestras propuestas y que poca o nula era la diferencia respecto a la LAyCP. Inmediatamente, se activó un fuerte cabildeo entre senadores de todos los partidos que tuvo como consecuencia impedir que otra vez se aprobara “al vapor” una ley de gran trascendencia para el sector. No se obvió la segunda lectura y no se votó de inmediato como se pretendía y se forzó una prorroga en el proceso de elaboración del dictamen respectivo, cuya elaboración y aprobación en comisiones se pospuso hasta el siguiente período ordinario de sesiones, comprendido entre el 1 de febrero y el 30 de abril de 2009. Durante el mes de enero de 2009, tanto ALCONA como el COMACREP, emitieron sendos documentos en los que fijaron su posición respecto al proceso legislativo en ciernes. Alcona se propuso elaborar una nueva iniciativa porque la presentada por el Senador Ocejo era completamente opuesta y ajena a los planteamientos que como Alianza habían venido haciendo. Argumentaban que no podían aceptar una propuesta de regulación que no resultaba coherente con la naturaleza social de las cooperativas. De igual manera, sostenían que la iniciativa presentada no era clara ni sencilla y que no respetaba el hecho de que las cooperativas no eran ni intermediarias financieros ni lucrativas, algo en lo que había venido insistiendo y que incluso se había coincidido con los legisladores participantes en esta discusión. En esta parte del proceso, Alcona terminó deslindándose de la iniciativa presentada. COMACREP, por su parte, presentó una nueva propuesta de iniciativa de Ley por medio de la que se expedía la Ley de Sociedades Cooperativas de Ahorro y Préstamo y se reformaban, derogaban y adicionaban diversas disposiciones de la LGSC, de la LACP y de la Ley de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores. En la exposición de motivos de dicha iniciativa de ley, se destacaba el papel que históricamente ha jugado el sector cooperativo de ahorro y préstamo en el desarrollo económico y social de importantes segmentos de la población rural y urbana empobrecida; se postulaba la necesidad de que dicha aportación fuese reconocida socialmente y que se aprovechasen las potencialidades del sector en la generación de empleo, la cohesión social y la formación de ahorro. 3 Se identificaba al marco jurídico vigente como el principal obstáculo para el desarrollo del sector cooperativo de ahorro y préstamo del país y se llamaba a emitir una legislación que respetara la naturaleza social de las cooperativas y sus fines solidarios y distributivos de la riqueza social. Más aún, en dicho documento, se recuperaban muchas de las críticas que, a lo largo de los últimos siete años, había recibido la LACP y se destacaba la necesidad de actualizar el marco regulatorio de las cooperativas a partir del mandato que representó la adición del artículo 22 transitorio a la LACP, en abril de 2007. Empero, al entrar a relatar el último proceso de negociación para la emisión de la LRASCAP y particularmente lo que llamaron: “principios rectores” que debía contener el nuevo ordenamiento legal”, ratificaban su postura de conceder a las autoridades financieras, el ejercicio exclusivo, de las facultades de autorización, supervisión, regulación y sanción del sector, es decir, la sustancia de la Ley. Tampoco omitían reiterar que “en cualquier nuevo proceso de legislación, será absolutamente indispensable, reconocer y respetar los procesos ya realizados por las cooperativas de ahorro y préstamo al amparo de la LACP”. Reconocían, en cambio, la necesidad de reorientar totalmente el papel de los consultores externos y de avanzar hacia la creación de una sola Confederación de Sociedades Cooperativas de Ahorro y Préstamo. Por otro lado, instituciones financieras del sector rural, no necesariamente cooperativas, aprovecharon este impasse y, apoyados en un grupo de Senadores, del PRI y del PRD, encabezados por el Senador Francisco Arroyo Vieyra, exigieron para sí un marco legal adecuado. Concentradas en otra iniciativa, estas exigencias fueron incorporadas a la del Senador Ocejo que originalmente se proponía, como su nombre lo indica, regular solamente las actividades de las cooperativas. Con esta incorporación a la LRASCAP los votos a favor de las fracciones mayoritarias se estaban garantizando, sin embargo las demandas de una de las partes, me refiero concretamente a ALCONA seguían sin atenderse. Dado que la discusión de la iniciativa se acotaba al ámbito legislativo, un servidor inscribió el 31 de marzo una propuesta de reforma integral a la Ley General de Sociedades Cooperativas en las que se salvaguardaban los derechos de las de ahorro y préstamo. Al día siguiente, dos senadores del PRD y uno del PT, el senador Monreal, hicieron lo propio en la colegisladora. Se trataba de impedir la votación final de la LRASCAP sin antes analizar y, eventualmente, incorporar nuestras propuestas. No tuvimos éxito, la suerte estaba echada y la LRASCAP, sin contener nuestras propuestas, fue sometida a votación en el Senado de la República el 15 de abril. Sendas reservas fueron presentadas por el Senador Monreal, todas fueron rechazadas menos una, desde mi particular punto de vista, la más importante y trascendente. Se trata de la adición en la fracción 10 del artículo 2, que reconoce que las cooperativas de ahorro y préstamo son parte del sector 4 social, tal como lo establece el artículo 25 constitucional, que no hacen especulación, que no hacen intermediación financiera y que no son lucrativas. Estas “palabras mágicas” que contiene la LRASCAP, al igual que el 22 transitorio de la LAyCP, son las que deberán acompañar la lucha, dentro del marco legal, de las cooperativas de ahorro y préstamo que se niegan, con justificada razón, a ser reguladas con criterios mercantiles y bancarios. Bajo esta consideración y, una vez aprobada en el Senado, el 30 de abril, en las últimas horas, de la última sesión del período ordinario de la LX Legislatura, fue aprobada la LRASCAP en la Cámara de Diputados. En razón de la adición mencionada en el artículo 2, que un servidor propuso a través del Senador Monreal, mi voto fue a favor. Publicada en el Diario Oficial de la Federación el pasado 13 de agosto, podemos afirmar que la LRASCAP contiene una contradicción interna entre la definición conceptual de las SCAP y las operaciones que pueden realizar, así como los mecanismos o formas de regulación y supervisión. Es una contradicción entre conceptos y normas. Entre los fines de la Ley y sus instrumentos. En conclusión, la expedición de la LRASCAP se puede interpretar como un pequeño avance en materia de reconocimiento conceptual y doctrinario de la naturaleza y fines de las SCAP; pero, se mantiene en la misma situación existente en la LACP, en lo que hace a regulación y supervisión del sector y en cuanto a legitimar la falta de compromiso social del estado frente a los sectores organizados de la sociedad civil. Una amenaza latente lo constituye también el hecho de que las autoridades financieras gozan de todas las atribuciones y facultades necesarias para determinar la configuración del sector cooperativo de nuestro país y los límites a los que deberá sujetar su actuación en todos los campos de la vida económica y social. Frente a esta realidad, las acciones de resistencia pueden ubicarse a dos niveles. En el campo legislativo, tenemos que aprovechar al máximo el hecho de haber introducido en el cuerpo de la LRASCAP las palabras mágicas por las que tanto se ha luchado y cuya sola incorporación explícita tiene consecuencias altamente benéficas en distintos aspectos. Con ello, prácticamente el sector social de la economía adquiere carta de reconocimiento legal, como un sector distinto al público y privado y que, en consecuencia, merece un tratamiento jurídico ad hoc. Se acaba así con un tabú o una barrera jurídica y legislativa impuesta por décadas por los sectores más recalcitrantes de la derecha mexicana, hasta ahora insalvable, por lo que se trata de un verdadero triunfo histórico. El reconocimiento de las SCAP como no intermediarios financieros y como sociedades no lucrativas, vale más que todas las inconsistencias que probablemente habrá que soportar, sobrellevar o utilizar a nuestro favor, apelando siempre al respeto absoluto a la definición conceptual de las SCAP y a la correspondencia de la regulación secundaria a dicha definición conceptual, 5 asunto que tendrá que resolverse por la vía de la negociación política o del amparo jurídico. De lo que se trata entonces es de evidenciar las inconsistencias de la LRASCAP, pero proponiendo que estas sean subsanadas en las subsiguientes Legislaturas. Lo anterior, no significa abrazar acriticamente la LRASCAP ni usarla como bandera; pero si da la oportunidad, a todas las organizaciones que se opusieron a ser reguladas por la LACP, de echar abajo la imagen de organizaciones beligerantes y radicales que les han endilgado las autoridades financieras del país, poniendo todo su empeño en perfeccionar dicho ordenamiento jurídico en los años venideros. En este mismo campo de lo legislativo, se puede acotar la LRASCAP mediante una reforma integral y de avanzada de la LGSC que permita, entre otras cosas, evitar la intromisión de las autoridades financieras en la vida interna de las cooperativas, lograr mayores acciones de fomento y promoción a su favor y recuperar y fortalecer la figura de cooperativa integral o multiactiva. La eventual aprobación de una Ley Reglamentaria Constitucional podría operar en este mismo sentido. del artículo 25 El otro campo de acción es el propiamente político donde conviene tomar en cuenta que el período de transición se extiende hasta el año 2012 y que en los próximos tres años pueden pasar muchas cosas, pero la fortaleza moral y política de estas organizaciones, si se sabe manejar con inteligencia, puede arrojar muy buenos dividendos. Lo importante es mantener la unidad interna y no bajar el ritmo ni la energía puesta en la incidencia legislativa. 6