CUIDADO PARENTAL EN PSICOTERAPIA: TEORÍA Y PRÁCTICA

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CUIDADO PARENTAL EN PSICOTERAPIA: TEORÍA Y PRÁCTICA
Autora: Lucía Camín Cañellas, mayo de 2011
ÍNDICE
RESUMEN
1. APROXIMACIÓN CIENTÍFICA AL ESTUDIO DEL PARENTAMIENTO
1.1 Una aproximación etológica al estudio del parentamiento
1.1.1 Parentamiento y mundo animal
1.1.2 Parentamiento en humanos
1.2 Neurobiología del parentamiento
2. EL PARENTAMIENTO: UN ENFOQUE CLÍNICO
2.1 Psicoanálisis y cuidado parental
2.2 Gestalt y parentalización
2.3 Análisis Transaccional y parentalización
2.3.1 Los Estados del Yo y la influencia paterna
2.3.2 El guión de vida y el cuidado parental
2.4 Etapas del desarrollo evolutivo del niño y sus necesidades
3. EL REPARENTAMIENTO: RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS INFANTILES
3.1 Las psicoterapias humanistas y el cuidado parental
3.2 Reparentamiento en psicoterapia
3.2.1 Un primer paso: toma de consciencia y descontaminación
3.2.2 El Reparentamiento en la práctica
Los inicios de un nuevo enfoque: El reparentamiento de los Shiff
El vínculo terapéutico: la reparentalización transversal
Parentalización correctora
El reparentamiento puntual
El Minithon del desarrollo
La entrevista con el Padre
El autoparentamiento
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
RESUMEN
El cuidado parental, o parentamiento, se define como el trato que los progenitores
ofrecen a sus descendientes. Se manifiesta en todos los comportamientos de protección,
cuidado y sustento, tendentes a satisfacer las necesidades de sus hijos, especialmente
en las primeras etapas del desarrollo. Este trato parental, compartido por diferentes
especies, suscita ciertas preguntas de gran calado para comprender el funcionamiento
animal: ¿cómo de determinante es esta regulación parental?, ¿cómo afecta al desarrollo
evolutivo de las crías? En humanos los interrogantes no son menos trascendentes:
¿estamos realmente influidos por las experiencias parentales?, ¿qué consecuencias
provoca en nosotros, en nuestra personalidad y manera de entender el mundo?, ¿cómo
podemos solventar las carencias que arrastramos desde entonces?
Este artículo tratará de responder a todas estas cuestiones, mediante un enfoque
integrativo, incorporando las aportaciones realizadas desde la zoología, etología,
psicología evolutiva y clínica. Por un lado, se aportarán datos que aclaren porqué el
cuidado parental es importante en el desarrollo evolutivo de los hijos. Para ello, se
expondrán los principales hallazgos de zoólogos y etólogos, mediante el estudio de las
fases sensitivas del desarrollo. Además, de la mano de la teoría del apego del psicólogo
John Bolbwy, se expondrá la importancia del desarrollo de un espacio de protección y
seguridad como base para el crecimiento humano. Así mismo, se describirán las bases
neurobiológicas de la interacción parental temprana, abordadas desde la Neurobiología
Interpersonal. En segundo lugar, desde un enfoque clínico, que incorpora distintas
corrientes psicológicas como el Psicoanálisis, la Gestalt y el Análisis Transaccional, se
abordarán las principales consecuencias de un cuidado parental deficitario en la
personalidad del individuo. Finalmente el tercer y último epígrafe del artículo, se
centrará en el estudio de las diferentes técnicas psicológicas que promueven la
resolución
de
conflictos
parentales
tempranos,
conocidas
como
técnicas
de
reparentamiento.
1. APROXIMACIÓN CIENTÍFICA AL ESTUDIO DEL PARENTAMIENTO
1.1 Una aproximación etológica al estudio del parentamiento1
1.1.1 Parentamiento y mundo animal
El concepto de parentamiento hace referencia a “la actividad que realizan los padres
para tratar a los hijos”2. Este “cuidado parental” en términos biológicos, está presente en
la mayoría de las especies animales, con mayor o menor intensidad y alcance temporal,
se manifiesta en los comportamientos de cuidado y protección hacia las crías en las
primeras etapas del desarrollo, asegurando así una necesidad básica común: la
supervivencia. Son los progenitores los que realizan una particular “inversión”, en
términos de tiempo, energía y dedicación, para satisfacer las necesidades evolutivas del
niño o cría. Esta inversión, variará en función de la mayor o menor capacidad instintiva
1
BOLBWY, J. Un enfoque etológico de la investigación del desarrollo infantil. 30:230-40. England: British Journal of Medical
Psychology, 1957.
2
CUADRA, J. Módulo: Parentamiento y Reparentamiento. Madrid: Instituto Galene de Psicoterapia, 2010.
autónoma de la cría, es decir de su mayor o menor capacidad de adaptación autónoma
inicial al medio en el que se desarrolla3.
Zoólogos y etólogos han realizado importantes investigaciones para determinar qué
factores están implicados en el desarrollo evolutivo de las especies animales, aportando
así las claves para comprender la importancia del parentamiento en los seres vivos.
Parten de una doble perspectiva: la interacción ambiente y genes. Para estos
científicos, todo comportamiento se manifiesta a través de mecanismos de activación y
terminación, basados en la interrelación de unos estímulos internos (pautas de acción
innatas e instintos) y externos (estímulos y situaciones del ambiente).
Darwin se interesó en su obra por el estudio de la evolución del comportamiento animal,
dedicando parte de su vida al estudio de los patrones de conducta propios de cada
especie. Ésta línea de investigación ha sido desarrollada por alguno de los etólogos más
reconocidos del siglo XX. Autores como Tinbergen o Thorpe, descubrieron los complejos
patrones de comportamiento exclusivos a diferentes especies de aves e insectos, que se
ven influenciados por la interacción progenitor-cría. Los descubrimientos sobre las
“Pautas de acción fija” o comportamientos innatos biológicamente heredados, son una
de las bases de la teoría etológica. Konrad Lorenz, zoólogo y etólogo premio Nobel de
medicina en 1973, describió y descubrió el concepto de impronta. Observó, cómo al
nacer, las aves pasan por un periodo crítico en el que el animal muestra un fuerte apego
con el primer ser vivo que encuentra al salir del cascarón4. Estos patrones de
comportamiento se dan en todos los miembros de una especie (son exclusivos de la
especie) e incluso bajo condiciones de aislamiento, poniéndose así de manifiesto su
carácter hereditario. Sin embargo, estos patrones heredados sólo se darán bajo las
condiciones externas necesarias. Se habla así de “desencadenantes sociales”, o
estímulos externos que activan la conducta animal (el despliegue de la cola en aves), o
que paralizan la acción (supresores sociales), poniéndose así de manifiesto cómo los
comportamientos más instintivos son modulados por señales ambientales.
Pero, el impacto del ambiente en la conducta animal heredada va mucho más allá de la
simple facilitación, y en el caso de las crías el comportamiento de los padres influirá
decisivamente en su posterior desarrollo. Los comportamientos innatos se desarrollan
siguiendo unas fases sensitivas en las que las alteraciones en las respuestas parentales
juegan un papel esencial, llegando a modificar las pautas de acción o incluso anularlas
(Padilla, 1935). Así por ejemplo, si las condiciones ambientales necesarias para que se
desarrolle una determinada pauta de acción adaptativa en una cría no están disponibles
3
CASTRO-FRANCO, R et al. “Del cuidado parental al refinamiento de una conducta para la sobrevivencia”. Boletín de la
academia general de biología. Méjico: Laboratorio de Herpetología – CIB - U. A. E. M, 2004.
4
RICE, F. Desarrollo humano: estudio del ciclo vital. México: Prentice Hall, 1997.
(por ejemplo la provisión de alimentos por parte de la madre), existen numerosos tipos
de mamíferos y aves, en los que tal comportamiento innato esperado (por ejemplo el
picoteo del pollito) no se materializará nunca transcurrido el periodo crítico necesario.
Además, la intensidad, de estos estímulos externos facilitados por los cuidadores, puede
así mismo condicionar la forma en que se materializarán las pautas fijas de acción. Por
ejemplo, las ratas que en el periodo de lactancia son sometidas a una severa escasez de
alimentos (si la madre por ejemplo no ha logrado conseguir el alimento suficiente) son
más tendentes al comportamiento de almacenamiento. En esta línea, el profesor
Jonathan Seckl, profesor de medicina molecular en el Endocrinology Unit Centre For
Cardiovascular Science del Queen’s Medical Research Institute5, realizó una
experimento, sometiendo a altos niveles de estrés a ratas preñadas, cuyos
descendientes tuvieron niveles de estrés cronificados y menor capacidad de
planificación. Este experimento supuso una importante fuente de información: no sólo el
comportamiento materno directo afecta al desarrollo evolutivo animal, también sus
estados internos en etapas prenatales. Desde esta perspectiva, si las respuestas de los
cuidadores no son las apropiadas, las crías se verán enfrentadas a diferentes
situaciones conflictivas con importantes consecuencias evolutivas. Los experimentos de
Seckl, ponen de manifiesto que las dificultades o restricciones parentales enfrentan a un
animal a resolver situaciones novedosas o adversas, produciendo en muchos casos,
patrones de conducta desadaptativos6, que podrán legar a las siguientes generaciones.
Los comportamientos hasta aquí referidos, sean aprendidos o heredados convergen en
un punto: la finalidad última es la satisfacción de las necesidades útiles para la
supervivencia. El trabajo científico tradicional ha estado centrado en el estudio de la
satisfacción de necesidades alimentarias y reproductivas. Sin embargo son cada vez
más los científicos que afirman7, que las necesidades filiativas o de protección son
vitales para la supervivencia animal, especialmente en mamíferos, y no un simple medio
para lograr alimento u oportunidades reproductivas. Un estudio elaborado por Harlow en
1958, puso de manifiesto esta necesidad, que Bolbwy posteriormente denominó
necesidad de apego. Observó como los primates criados con madres artificiales, se
asían a las muñecas con texturas más suaves y cómodas, permaneciendo junto a ellas,
aun sin que éstas les proporcionaran alimento. Igualmente Lorenz, observó cómo las
aves mantenían un comportamiento de apego sostenido y constante con las figuras
maternas expuestas durante los primeros días de su vida, aunque estás tampoco les
alimentasen.
5
CELNIKIER, F. http://www.epigenetica.org/?page_id=190, 2007.
BOWLBY, J. Vínculos afectivos: Formación, desarrollo y pérdida. Madrid: Ed. Morata, 2006.
7
Lorenz, 1950; Robertson y Robertson, 1967; Heinicke y Westheimer, 1966; Ainsworth, 1967.
6
De esta forma, y como afirma Bolbwy: “el comportamiento animal de apego tiene lugar
en las crías de casi todas las especies de mamíferos, y en cierto número de ellos,
continúa durante la edad adulta (…). La regla general es el mantenimiento de
proximidad, por parte de un animal inmaduro, a un adulto preferido, casi siempre la
madre, lo cual indica que tal comportamiento tiene un valor para la supervivencia”. La
cercanía constante de la madre, proporciona al animal los primeros y más valiosos
aprendizajes de contacto con el mundo: el aprendizaje de imitación de las conductas
maternas, la protección climatológica, la protección frente a depredadores, el aprendizaje
de las principales formas de socialización en la manada. Si esta necesidad de apego
adaptativo no se satisface correctamente, el animal verá limitado el desarrollo de los
diferentes sistemas de acción asociados (exploración, integración en la manada) o
incluso paralizarlos.
La clave del correcto desarrollo animal se basa en la interrelación del organismoambiente para la satisfacción de las necesidades propias a cada especie. Los
progenitores se convierten en actores fundamentales del desarrollo de su prole 8,
especialmente mediante la provisión de una fuente de apego constante. Las especies
con mayores tendencias o necesidades de acompañamiento primario, como los
mamíferos, requerirán de unos progenitores más implicados, capaces y adaptados a sus
necesidades evolutivas.
1.1.2 Parentamiento en humanos
“Un niño que sabe que su figura de apego es accesible y sensible a sus demandas les
da un fuerte y penetrante sentimiento de seguridad, y la alimenta a valorar y continuar la
relación” (John Bowlby, 1986).
“Cuando el primer bebé sonrió, su sonrisa se fragmentó en mil pedazos y cada uno de
ellos se convirtió en un hada”.9
En la especia humana, la importancia de la actividad parental es crucial debido a nuestra
particular evolución filogenética10. Los recién nacidos llegan al mundo, con unas
limitaciones evidentes en comparación a otras especies. Esta indefensión temprana
podría ser una de las claves del éxito de nuestro desarrollo como especie. Nacemos
desprovistos de la capacidad de aplicar la mayor parte de los recursos necesarios para
sobrevivir, con un sistema nervioso casi inmaculado que necesita del entorno para
8
CASTRO-FRANCO, R et al. “Del cuidado parental al refinamiento de una conducta para la sobrevivencia”. Boletín de la
academia general de biología. Méjico: Laboratorio de Herpetología – CIB - U. A. E. M, 2004.
9
James Barrie, 1904
VÉLEZ, A. Del Big Bang al Homo sapiens. Universidad de Antioquia, Medellín, segunda edición, 1998.
10
desarrollarse. Pero es precisamente esta potencial impronta, en su contacto con el otro,
la que nos permite desarrollar las habilidades más sorprendentes, sofisticadas y
variables, habilidades que vamos entrenando en la etapa más larga de parentamiento
del mundo animal. Ante la extrema vulnerabilidad del recién nacido, son los padres los
principales encargados de identificar y proporcionar de manera urgente y vital, los
cuidados necesarios para satisfacer sus principales necesidades desde el momento de
su concepción, y por lo tanto son los encargados de cimentar la configuración de todos
los potenciales recursos de los que dispone la especie humana. Pero, ¿Cómo se
produce esa interacción?
Para dar respuesta a esta cuestión, John Bowlby, psicoanalista inglés, fruto de su
experiencia clínica con niños en situación de abandono y basándose en los
descubrimientos etológicos del pasado siglo, formuló la ya clásica teoría del apego. La
tesis central se basa en que los bebés se desarrollarán de manera satisfactoria, si en su
relación con la madre establecen una relación de apego seguro. Según el autor, la
necesidad de apego que un bebé experimenta de forma innata hacia su madre (presente
además en otras especies animales), se verá satisfecho si éstas ofrecen un espacio de
cuidado y proximidad constantes, o si, en otras palabras, el bebé percibe una aceptación
y protección incondicional. Este entorno maternal proporcionará al bebé un estado de
seguridad básico para la supervivencia, que ayudará al niño a superar las situaciones de
ansiedad o miedo, favoreciendo así el desarrollo de una sana capacidad de resiliencia
(capacidad para enfrentarse a las situaciones adversas), exploración y contacto con el
entorno. El desarrollo de esta capacidad estará entonces determinada en gran medida
por la accesibilidad y capacidad de respuesta de la principal figura con la que el bebé
establece el vínculo.
A pesar de que nacemos con pocos recursos innatos, los humanos disponemos de unas
pautas predeterminadas de acción. Nacemos con unos reflejos de supervivencia
inmediata (succión, prensión…), y con unos particulares patrones innatos centrados en
la interacción social y más en concreto con la interacción con la madre. Desde la etología
se afirma que estos patrones de conducta filogenéticos humanos están casi
exclusivamente al servicio de la interacción con la madre. Estos patrones innatos de
comportamiento son mucho más limitados y básicos en comparación con el resto de las
especies animales. Nos hemos ido alejando de las pautas fijas de acción a favor del
aprendizaje en interacción, lo cual nos ha proporcionado una enorme capacidad de
adaptación, variabilidad y flexibilidad ante las demandas ambientales y sociales. Para
Bowlby, estas tendencias innatas se basan en la necesidad del bebé (igual que en otras
muchas especies) a estar vinculado y próximo a la madre. Este autor postula que estas
armas de contacto con la madre son: el llanto, la sonrisa, la tendencia a extender los
brazos, conductas hacia los que los padres parecen ser especialmente sensibles y están
motivadas o reguladas por los impulsos internos que el bebé no puede satisfacer de
manera autónoma: hambre, dolor, necesidad de proximidad. El llanto puede ser
considerado con un desencadenante social, es la más primitiva forma de lenguaje
mediante el cual el bebé indica que alguna de sus necesidades está insatisfecha y se
calmará cuando la madre la resuelva rápida y adecuadamente11. Pronto, las madres
comienzan a identificar diferentes tipos de llanto, ya que según Bolbwy, estás están
“preprogramadas para responder a las señales del bebé”. La sonrisa es así mismo, un
patrón específico de interacción con la madre, básico para la supervivencia infantil y
centrado casi exclusivamente en la necesidad de filiación. Varios estudios han
demostrado que existe una cuota de supervivencia diferencial que ha favorecido a los
bebés que sonreían más12, y que los bebés sonríen preferentemente al nacer a los
rostros humanos y conocidos de manera espontánea sin condicionamiento inicial. Así
mismo, el trabajo de Harlow sobre contacto táctil de las crías con las madres, puso de
manifiesto que el contacto es igualmente una respuesta preadaptada que promueve en
desarrollo del vínculo con la madre. Mediante sus conductas, madre e hijo van
reproduciendo diversas rutinas sincrónicas (conocidas también como “bailes”13), en las
que cada participante asume un papel y un ritmo alternante de intercambio, van
consolidando así un espacio de vinculación afectiva. Con su repertorio, los bebés buscan
mantener la proximidad con la figura de apego, resistiéndose a la separación, y
protestando si se lleva a cabo (ansiedad de separación), utilizando a la madre como
“trampolín” desde el que explorar el mundo.
Bolwby, en su experiencia clínica, pudo observar las consecuencias que un inadecuado
desarrollo del apego seguro en la interacción madre-hijo tiene para la salud mental de las
personas, hasta el punto de afirmar que: “si queremos ayudar terapéuticamente a un
paciente es necesario que le permitamos considerar en detalle cómo su actual modo de
percibir y tratar con personas que tienen importancia emocional para él, puede estar
influido y quizás alterado por las experiencias que tuvo con sus padres durante su niñez”.
Las causas a las que Bolwby alude frecuentemente para explicar las patologías clínicas
son: 1) que los padres no atienden las demandas del niño o incluso las rechazan, 2) la
asistencia parental es discontinua, 3) se producen frecuentes amenazas como forma de
control filial (de abandono, de violencia física, de abuso…), 4) se induce al niño a
sentirse culpable de su comportamiento. Este tipo de comportamientos paternos, pueden
producir en el niño diferentes tipos de patrones de apego (apego angustiado, apego
11
RAZNOSZCZYK, C, et al. Estudio de la expresividad emocional y la regulación afectiva en díadas madre-bebé
durante el primer año de vida y su relación con la autoestima materna. Buenos Aires: Facultad de Psicología - UBA /
Secretaría de Investigaciones / XII Anuario de Investigaciones, 200.
12
BOWLBY, J. Vínculos afectivos: Formación, desarrollo y pérdida. Madrid: Ed. Morata, 2006.
13
Stern, 1977.
compulsivo…). Mary Ainsworth, en su trabajo con niños en Uganda, encontró unas pistas
adicionales sobre las consecuencias de la calidad de la interacción madre-hijo y su
influencia sobre la formación del apego. Ainsworth encontró tres patrones principales de
apego: niños de apego seguro (lloraban poco y se mostraban contentos y activos en las
actividades de exploración); niños de apego inseguro (lloraban mucho, aun en brazos de
sus madres); y niños que parecían no mostrar apego ni conductas diferenciales hacia
sus madres. Estos comportamientos se configuraban, como anticipó Bowlby, en función
de la sensibilidad y respuestas de los cuidadores a las peticiones del niño.
El contacto directo con los cuidadores, al igual que en animales, aseguran la
supervivencia infantil, garantizando la satisfacción de las necesidades básicas (alimento,
proximidad) y sirven de base para el desarrollo de las habilidades humanas (regulación
emocional, pensamiento, exploración). La interacción madre-bebé, es básica para el
desarrollo humano, extendiéndose como veremos, hasta bien entrada la adolescencia, y
tendrá unas mejores o peores consecuencias, en la medida en la que los cuidadores,
hayan sabido responder acertadamente a las necesidades infantiles.
1.2 Neurobiología del parentamiento14
La Neurobiología interpersonal15, ha centrado sus esfuerzos en demostrar cómo el
mundo interno del bebé está condicionado por su interrelación con la madre. Este
enfoque parte de la idea de que nacemos con un equipo neurobiológico esencial y que
su desarrollo depende activamente de la calidad de la experiencia proporcionada en la
interacción con la madre. Al nacer, el bebé tiene desarrollado el cerebro sub-cortical
(encargado de las funciones fisiológicas básicas) y parte del sistema límbico, en concreto
la amígdala (encargada de las funciones emocionales y sensitivas), pero no dispone de
un cerebro cortical desarrollado (encargado de las funciones superiores útiles para la
satisfacción de necesidades). La madre se configura pues, como el primer “cerebro
cortical” del infante, teniendo un profundo impacto en el desarrollo cerebral de su hijo.
Cuando el bebé percibe una desregulación o tensión interna (ruptura de su
homeostasis), mediante el llanto, provoca en la madre una rápida respuesta tendente a
satisfacer su necesidad activa. Esta díada de interacción madre-hijo, va favoreciendo en
el lactante, el desarrollo de nuevas redes neuronales asociativas (esquemas), en las que
se vinculan experiencias internas con las acciones de conducta de la madre. Este
proceso de regulación, es la base de su desarrollo cerebral, ya que imbrica la activación
14
15
SALVADOR, M. Módulo: Tratamiento del trauma. Madrid, Instituto Galene de Psicoterapia, 2011.
SIEGEL, D. La mente en desarrollo. Ed. De BROUWER, 2007
y coordinación del resto de estructuras corticales como el cuerpo calloso y el hipocampo.
Se van por lo tanto configurando registros sensoriales, en los que el bebé va archivando
lo que hacer en cada momento. La respuesta de la madre va a impactar directamente en
la neurobiología del bebé, proporcionando orden y satisfacción en el mejor de los casos.
Esta etapa, viene marcada además por el desarrollo de un determinado tipo de memoria:
la memoria implícita o sensoriomotora16. Todas estas experiencias tempranas se
almacenan en el sistema amigdalar, único recurso de memoria disponible, ya que el
hipocampo, encargado fundamentalmente de la memoria declarativa o narrativa, no se
desarrolla hasta los 2 o 3 años. Este tipo de memoria subcortical no declarativa, propia
de los lactantes, está caracterizada por ser no consciente, emocional, corporal y
sensorial. Siguiendo a Antonio Damasio en su libro el “Error de Descartes”, esta huella
de memoria tendrá unas importantes consecuencias en la construcción del yo
consciente, ya que la calidad de nuestras memorias subcorticales condiciona nuestra
experiencia consciente. Su correcto funcionamiento posterior, así como el desarrollo del
resto de estructuras relacionadas (como el hipocampo) dependerá de la correcta
respuesta de la madre ante las necesidades de protección, hambre o incomodidad. En
este sentido, las madres tienen la tarea de sintonizar con las necesidades y emociones
del niño y responder a éstas mediante sus cuidados, de manera a que el bebé vaya
estableciendo nuevas asociaciones neuronales reguladoras (por ejemplo aprendiendo
que cuando se tensa, le abrazan y se calma).
Cuando dichas necesidades no se ven cubiertas rápida y sostenidamente, los impactos
cerebrales son notables. Si por ejemplo un bebé experimenta una situación estresante
de manera continuada (por ejemplo si la madre no acude a calmarle o no logra hacerlo),
el desarrollo de las estructuras cerebrales superiores se verá mermado, debido a las
negativas consecuencias que el exceso de cortisol (sustancia segregada por el
organismo ante situaciones de estrés) ejerce sobre ellas. Diversos experimentos con
ratas de laboratorio, en las que se sometían a altos niveles de estrés a ratas lactantes,
han puesto de manifiesto una posterior atrofia de las estructuras superiores,
favoreciendo el desarrollo de conductas de miedo y reduciendo las posibilidades de
desarrollo de conductas de planificación (se observó un incremento del tamaño de la
amígdala en detrimento del desarrollo del resto de estructuras superiores)17. Además
ante estas situaciones y dado que el bebé no dispone de las habilidades de huida o
ataque, desarrollará y aprenderá el único protocolo que puede realizar: la parálisis, y
desarrollará unas redes neuronales sensoriales desadaptativas. Se ha observado
además que el desarrollo del cuerpo calloso, principal estructura de conexión entre los
16
VAN DER KOLL, B. “The Body Keeps the Score: Memory & the Evolving Psychobiology of Post Traumatic
Stress”. HRI Trauma Center, Harvard Review of Psychiatry, 1994, 1(5), 253-265.
17
BENJAMIN, K. et. al. “Neuropsin cleaves EphB2 in the amygdala to control anxiety”. Nature, abril 20/2011.
hemisferios derecho e izquierdo, se ve limitado ante las situaciones de estrés
continuado, disminuyendo así las posibilidades de resilencia y de comprensión integral
de las situaciones ambientales, y aumentando las posibilidades de disociación, propias
de las psicopatologías psicóticas. Estos estudios, ponen de manifiesto las importantes
consecuencias anatómicas, motoras, comportamentales y experienciales presentes y
futuras (siguendo a Damasio) de la parentalización.
2. EL PARENTAMIENTO: UN ENFOQUE CLÍNICO
Desde la etología se afirma que los patrones de conducta filogenéticos humanos están
casi exclusivamente al servicio de la interacción con la madre, las corrientes
neurobiológicas más recientes sostienen igualmente la importancia de la interacción
madre-hijo en el desarrollo de las estructuras cerebrales, y por ende de la regulación
emocional, comportamental e intelectual del niño. Para la teoría del apego el correcto
desarrollo infantil, se basa en la consolidación de base de apego seguro en la
interrelación materno-filial. Con estos datos, no es de extrañar que las principales
corrientes psicológicas de corte relacional o transaccional, den una especial relevancia a
las experiencias de interrelación familiar tempranas del paciente, como medio para
conocer, diagnosticar y tratar las problemáticas o patologías humanas. Desde este punto
de vista, la parentalización, es un concepto de profundo calado en la psicología humana,
un proceso que marcará el proceso de construcción de la personalidad
2.1 Psicoanálisis y cuidado parental
La teoría psicoanalítica parte de que los conflictos psíquicos18 se desarrollan mediante
tensiones entre impulsos internos (impulsos de muerte, libidinales…) y están
almacenados en el inconsciente. Si las condiciones ambientales son las adecuadas, el
niño aprenderá a gestionar los conflictos intrapsíquicos, desarrollando una estructura de
personalidad sana y adaptativa. Sin embargo si las influencias externas no son las
correctas, los impulsos internos serán demasiado intensos, provocando así el desarrollo
de traumas que afectarán a la salud mental del paciente. Los padres se configuran como
un importante mecanismo regulador del niño. Por ejemplo, es natural que los niños
experimenten un impulso libidinal (o necesidad de apego19). Si esta exigencia de apego
no se ve satisfecha (por ausencia del contacto materno), la tensión experimentada será
tan fuerte que dejará una huella en la memoria inconsciente del niño. Una ampliación de
las influencias del abandono materno en la psicología humana, ha sido elaborada por la
18
19
KOZAMEH, G. Módulo: Introducción al Psicoanálisis. Madrid: Instituto Galene de Psicoterapia, 2010.
BOWLBY, J. Vínculos afectivos: Formación, desarrollo y pérdida. Madrid: Edición Morata, 2006.
conocida autora psicoanalítica, Melanie Klein20. Cuando el niño experimenta un impulso
de odio o agresividad, que es severamente reprimido por el cuidador, igualmente
generará una experiencia traumática. La clave por lo tanto reside en que los padres
aprendan a que los impulsos del niño no se vuelvan demasiado intensos.
Para el psicoanálisis, las necesidades del niño deben ser favorecidas por el cuidado
parental. Además, al igual que la moderna neurobiología, Freud sitúo las bases de la
psicopatología en las huellas de memorias no conscientes, que se desarrollan en las
primeras interrelaciones sociales del lactante.
2.2 Gestalt y parentalización
La psicología de la Gestalt, elaborada por Laura y Fritz Perls 21, establece que las
patologías psicológicas se desarrollan en base a la acumulación de necesidades
infantiles no satisfechas, que limitan o paralizan el ciclo de contacto y retirada. Este ciclo
representa el modo en que las personas reconocen sus necesidades y se movilizan para
satisfacerlas. Cuando este ciclo no ha sido integrado y aprendido favorablemente,
aparecen los problemas psicológicos del individuo que se materializan en diversos
mecanismos de defensa.
Los cuatro mecanismos de defensa más estudiados han sido: la introyección, la
proyección, la desensibilización y el egotismo, y se conocen como las rupturas de este
ciclo de interrelación con el medio. La introyección, consiste en incorporar conceptos
ajenos sin un análisis previo autónomo y aparece cuando el entorno ha limitado las
elaboraciones propias del niño, no ha fomentado por lo tanto el desarrollo de su
autonomía mental, limitando su capacidad de confianza en sí mismo, mediante frases o
comportamientos que el niño interpreta como “tus opiniones y experiencias no son
importantes y válidas”. La proyección, dirigir unos sentimientos o acciones propios a un
tercero, aparece cuando en la etapa de parentalización, no se ha fomentado un acertado
nivel de contacto con las propias emociones, o se ha negado la autorización para
sentirlas y expresarlas. La deflexión es un mecanismo basado en amortiguar el contacto
con la realidad, enfriando el contacto directo con la experiencia, y puede ser propiciado
cuando los padres animan a su hijo a actuar de una manera rígida (por ejemplo estar
contento siempre), de manera que cuando la experiencia invita a sentirse de otra forma,
el individuo no sabe cómo manejarse y se enfría ante ella. Uno de los mecanismos de
defensa más llamativos, y que mejor ilustran la desconexión que puede existir con el
mundo interno es la desensibilización, consistente en no sentir las necesidades internas.
Esta situación puede aparecer, cuando las necesidades del niño no han sido satisfechas
20
21
ABERASTURY, A. El Psicoanálisis de niños. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica, 1987
GIMENO-BAYÓN, A. Módulo: Contacto y Neurosis. Madrid: Instituto Galene de Psicoterapia, 2010.
por parte de los padres en modo alguno, de manera que el niño ha aprendido a
desconectarse de ellas para sobrevivir. El egotismo, una tendencia típicamente narcisista
de utilizar a los otros como objetos de satisfacción, puede aparecer ante una
parentalización carente de límites y con una denotada incapacidad para la frustración y
el manejo de la ambivalencia.
Estos cuatro mecanismos de defensa están fuertemente vinculados con el tipo de trato
parental que los niños reciben de sus cuidadores, y se asocian a la rigidez y limitaciones
culturales existentes en nuestras sociedades y que los padres aplican con sus hijos.
2.3 Análisis Transaccional y parentalización
El análisis transaccional creado por el médico psiquiatra Eric Berne, concede una
importancia vital a las experiencias tempranas en el desarrollo de la personalidad del
individuo, y más concretamente a las experiencias relacionales entre padres e hijos
como medio de satisfacción de las necesidades infantiles.
Según este modelo, las necesidades básicas para garantizar la salud psicológica del
individuo son: la necesidad de caricias (entendida como una unidad de reconocimiento) y
el deseo humano de estructurar el tiempo. El objetivo perseguido por todo niño en su
infancia se basa en conseguir un amor y una aceptación incondicional que nos ayude a
satisfacer nuestra necesidad de contacto y de estructuración temporal. La forma en que
los padres han ido satisfaciendo estas necesidades básicas, tendrá un profundo impacto
en el desarrollo infantil.
2.3.1 Los Estados del Yo y la influencia paterna
Este enfoque teórico, se basa en la descripción y comprensión de la personalidad del
individuo, considerándola como "el modo habitual en que una persona piensa, siente,
habla y actúa, para satisfacer sus necesidades en su medio físico y social"22. Para los
transaccionalistas, esta personalidad se verá poderosamente influida por el cuidado
parental recibido. Así, nuestra forma de ser se puede subdividir en tres estados
diferenciados, que conforman el modelo de los estados del yo: el estado del yo Padre,
Niño y Adulto. Cada uno de estos estados es "un sistema de emociones y pensamientos
acompañado de su conjunto afín de patrones de conducta" (Berne, 1964).
Los contenidos de estos tres estamentos de nuestro psiquismo, son conocidos como el
modelo estructural de primer orden (el contenido de nuestra personalidad). Cuando
una persona se comporta, piensa y actúa en respuesta directa a lo que sucede a su
22
Kertesz, 1985
alrededor, decimos que está en su estado del yo Adulto. Sin embargo, es habitual
encontrar a personas que no siempre actúan en respuesta a la realidad presente, si no
en relación a experiencias pasadas. Cuando respondemos al entorno de la misma forma
que lo hacían nuestros padres, entonces diremos que estamos en el estado de yo Padre,
compuesto por los comportamientos, pensamientos y sentimientos copiados (o
introyectados) de nuestras figuras parentales. Cuando respondemos en la vida actual, de
la misma forma a cómo lo hacíamos de pequeños, decimos que estamos en el estado
Niño, compuesto de todos lo comportamientos, pensamientos y sentimientos
experimentados y decididos en la niñez en respuesta al trato parental.
Además, Berne describió el modo en que se materializan estos estados en el día a día
en su modelo funcional de los estados del yo (el proceso de nuestra personalidad), que
está igualmente influido por el trato parental recibido. Cuando nos comportamos como lo
hacían nuestros padres (estamos en el estado del yo Padre), podemos actuar de dos
maneras: como un Padre Crítico, utilizando las antiguas estrategias paternas de
protección, o como un Padre Nutricio, cuando las respuestas imitadas son de cuidado y
atención. Ambas formas pueden ser positivas, si los mecanismos de protección y
cuidado de los padres eran adaptativos (de protección o apoyo genuinos), o negativas, si
estos mecanismos tendían a anular a la persona (nos hoy las mismas cosas que nos
decían entonces “lo has hecho fatal, eres un inútil”). El estado del yo Niño, se manifiesta
en dos tipos de sistemas: Niño adaptado (todas las respuestas y decisiones que
realizamos para adaptarnos a las demandas parentales) y Niño Libre (todas las
respuestas espontáneas y genuinas no condicionadas que experimentamos de
pequeños). Igualmente ambas formas de regulación pueden ser adaptativas o no.
Pero, ¿cómo nos influyeron nuestros padres en la construcción de nuestra personalidad?
Para responder a esta cuestión, Berne propuso el modelo estructural de segundo
orden (la formación de nuestra personalidad), que se refiere a cómo se formaron el
conjunto de huellas de memoria grabadas en nuestra personalidad, es decir en nuestros
tres estados del yo. En primer lugar archivamos toda la información recibida
directamente en nuestro estado del Yo Padre. Integramos, tanto el mensaje: “no toques
el enchufe”, procedentes del estado del yo Padre del cuidador, como las razones
explícitas: “te vas a quemar”, provenientes del estado del yo Adulto del cuidador, e
implícitas: “tengo miedo”, provenientes del estado Niño del cuidador. Además, el
mensaje produjo en nosotros determinados pensamientos o conclusiones objetivos que
almacenamos en nuestro estado del yo Adulto encargado de poner a prueba la realidad.
Por último, en la estructuración de nuestro estado del yo Niño, almacenamos las huellas
de memoria de todas las experiencias infantiles que las actitudes de nuestros padres
dejaron en nosotros. Para clasificar las experiencias y decisiones del impacto de los
mensajes parentales en el Niño, Fanita English, propuso la siguiente clasificación. El
Padre en el Niño: es un almacén de memoria donde los hijos almacenaron “a su manera”
las reglas establecidas por sus progenitores. Dado que los niños no disponen de una
sólida capacidad de razonamiento, es recurrente que los niños construyan su particular
versión de las normas, y generen fantasías sobre lo que podría ocurrir en el caso de que
no se acatasen (“si lloro, mis padres me dejan de querer”). Un segundo sistema de
memoria es el conocido como el Adulto en el Niño o pequeño profesor, y se refiere a las
estrategias intuitivas que el infante desarrolló para enfrentarse a las diferentes
problemáticas ambientales. Por último, las actitudes paternas provocan en los niños, una
serie de sensaciones emocionales y corporales, almacenadas en el Niño del Niño.
Vemos como tanto en el contenido, como en el proceso, como en la formación de
nuestra personalidad, las experiencias parentales que almacenamos en nuestro Padre
serán la base para construir nuestras conclusiones vitales más relevantes que
almacenamos en nuestro Niño. Una personalidad sana en términos de AT, se manifiesta
cuando la persona responde a la realidad desde su Adulto integrado, esto es que ha
incorporado las partes más adaptativas y actualizadas de las funciones de los tres
estados en su estado del yo Adulto. Esto sucederá si en su etapa de parentalización, sus
principales necesidades evolutivas fueron adecuadamente satisfechas. Sin embargo la
patología desde este enfoque, se manifiesta, cuando las personas acumulan
necesidades infantiles insatisfechas, respondiendo entonces al aquí y el ahora, desde los
contenidos arcaicos de los estados del yo: el Padre imita las respuestas parentales
desadaptativas y el Niño decide, siente y actúa como lo hizo entonces.
2.3.2 El guión de vida y el cuidado parental
Berne define el guión de vida como “un plan de vida inconsciente creado en la infancia,
reforzado por los padres, justificado por eventos subsecuentes y culminando en una
alternativa elegida”. En es un plan específico decidido por el Niño en relación a las
decisiones tempranas adoptadas en respuesta a su interacción con el medio, que cuenta
con un comienzo, un desarrollo y un final.
Las decisiones extremas que condicionarán el desarrollo del guión se toman en la
infancia mediante un chequeo de la realidad temprana y están basadas en las intensas
emociones que todo bebé neo-cortical experimenta. La influencia del trato parental es
aquí determinante. Por ejemplo, si cuando el niño experimenta un miedo profundo e
intenso, la madre no acude de manera regular a calmarlo, el niño puede tomar drásticas
determinaciones sobre los demás: “no puedo confiar en nadie”, y decidir en
consecuencia que “lo mejor que es no hacer nada” o “anestesiarse”. Si la respuesta de la
madre es variable, puede experimentar con nuevas estrategias de afrontamiento
(mostrarse alegre o enfadado) y sacar diferentes y poderosas conclusiones (“para que
me hagan caso debo estar alegre o enfadado”). Aunque las respuestas maternas no se
ajusten a sus demandas primarias, el bebé pronto aprenderá a saciar su “hambre de
caricias” y estructuración temporal mediante nuevos métodos. Todas estas decisiones
tempranas, condicionarán el guión decidido (guiones de ganar, perder o banal23).
Una de las primeras y más influyentes conclusiones que adoptan los niños en relación al
mundo, es su posición existencial, o valor esencial que percibe sobre sí mismo y el
mundo. Claude Steiner indica que el origen de esas posiciones existenciales se sitúa en
los primeros meses de cuidados paternos. Una primera y más saludable posición
existencial, que se desarrolla cuando existe una “interdependencia cómoda y mutua
entre el bebé y la madre” se conoce como la posición “Yo estoy bien, tú estás bien”.
Según este autor, todos los niños nacen con esa premisa inicial, pero ésta se modifica,
cuando el bebé percibe interrupciones en la relación. El bebé puede acabar concluyendo
“Yo no estoy bien, y tú estás bien”, si percibió una inferioridad durante sus cuidados
maternos. Puede también experimentar una posición de “Yo estoy bien, tú no estás
bien”, si tuvo que defenderse pasando por encima de sus padres para satisfacer sus
necesidades. Finalmente, podrá concluir: “Yo no estoy bien, tú no estás bien”, cuando la
interacción con la madre es percibida como fútil en relación a su inferioridad personal.
Confirmar esta posición en el mundo, es la base del guión de vida, las personas
tenderán a cimentar su personalidad y planteamiento vital con todas sus manifestaciones
en torno a estas decisiones tempranas, en las que los cuidadores son elementos clave.
El guión de vida se estructura en torno a estas decisiones tempranas que los niños
toman en respuesta a los mensajes parentales desadaptativos. En el libro “AT Hoy,
una nueva introducción al Análisis Transaccional” Ian Stewart plantea que: “desde los
días más tempranos del niño, sus padres le dan mensajes, en base a los cuales forma
conclusiones sobre él mismo, otros y el mundo. Estos mensajes de guión son tanto
verbales como no verbales. Forman el entorno en cuya respuesta se toman las
decisiones principales de guión del niño.”
Estos mensajes de guión que los niños reciben y procesan pueden ser verbales (“¡eres
un plasta!”) o no verbales (una mueca de desagrado) y serán interpretados por el niño
(“soy muy pesado y por eso mi madre no me acepta”, “mis necesidades no son
importantes para ella”). La importancia de los mensajes no-verbales es crucial ya que se
integran en las etapas más tempranas del desarrollo, son inconscientes y se manifiestan
en un nivel somático. Además estos mensajes tempranos pueden ser directos (lo que
23
STEWART, I. AT Hoy, una nueva introducción al Análisis Transaccional, Cap. 11. Madrid, Plaza Edición, 2007.
hacer), o pueden ser emitidos mediante atribuciones, o expectativas sobre lo que el niño
debe ser (inteligente, divertido, resolutivo…).
Todos estos mensajes, tendrán un profundo calado en la configuración de la persona,
especialmente aquellos que son repetidos en el tiempo, es decir aquellas pautas de
acción consistentes en los que los niños aprenden a desenvolverse.
Un modelo explicativo e integrador de los mensajes de guión que reciben y procesan los
niños de sus padres, es el ofrecido por Claude Steiner en su propuesta de matriz de
guión. Steiner clasifica los tipos de mensajes de guión, en función del estado del yo de
los cuidadores, desde el que son emitidos. Propone que los mensajes que se originan
desde los estados del yo Padre de los cuidadores (dirigidos al estado del yo Padre del
hijo), se denominan contramandatos, y son órdenes sobre cómo son las cosas, sobre lo
que se debe hacer o ser: “sé bueno”, “no seas inquieto”, “el mundo es injusto”, “seducir
es malo”. Los cinco contra-mandatos más estudiados, también conocidos como
impulsores, son: sé perfecto, sé fuerte, esfuérzate, complace (me) y date prisa. De esta
forma, cuando la persona está en su estado Padre, tenderá a reproducir las formas de
cuidado y protección incorporados de sus padres. Los mensajes que son emitidos por los
estados del yo Adulto de los padres y se dirigen hacia el Adulto del hijo, se denominan
programas (mensajes procedimentales). Los mensajes enviados desde el Niño de la
madre y/o el padre, se denominan mandatos. Los mandatos son mensajes negativos
pre-verbales de la infancia temprana (los contra-mandatos se originan más adelante).
Estos mensajes se manifiestan como sentimientos de miedo, inseguridad, ira o
frustración, que los niños perciben, traducen a su propio lenguaje y transforman en
decisiones vitales de acción. Bob y Mary Goulding24, descubrieron cómo frecuentemente
estas decisiones tempranas, giran en torno a 12 temas o lemas, estos son: no existas,
no seas tú, no seas niño, no crezcas, no lo hagas, no hagas nada, no seas importante,
no pertenezcas, no estés cerca, no estés bien, no pienses y no sientas.
Las consecuencias y manifestaciones del guión de vida según el análisis transaccional
son variadas25. Las personas en función a sus decisiones tempranas de guión y al
contenido y procesos de sus estados del yo, actuarán, pensarán y se sentirán de formas
bien particulares y diferenciadas. Experimentarán sentimientos parásitos (rackets)
jugando a juegos que los confirmen, realizarán descuentos de la realidad para encajarla
con su particular manera de entender el mundo, se comunicarán con el otro mediante
transacciones adaptadas (ulteriores, cruzadas), tenderán a las simbiosis, aplicarán los
24
GOULDING, R; GOULDING, M. Changing Lives Through Redecision Therapy. New York: Brunner/Mazel,
Publishers, and Lennox, C. 1997.
25
STEWART, I. AT Hoy, una nueva introducción al Análisis Transaccional. Madrid, Plaza Edición, 2007.
mecanismos aprendidos de estructuración del tiempo, y recabarán las caricias
aprendidas. Vivirán por lo tanto su vida, en función del filtro (o guión) que decidieron de
pequeños en la interacción paterna, tratando una y otra vez de encajar sus vivencias
actuales con las vivencias y los mensajes pasados.
2.4 Etapas del desarrollo evolutivo del niño y sus necesidades26
Las diversas corrientes mencionadas tienen en común una cuestión esencial: la mayor
parte de las patologías humanas guardan una estrecha relación con la incapacidad de
los padres para gestionar y satisfacer las necesidades infantiles. Para el psicoanálisis,
los niños apoyados por sus padres, deben aprender a regular los conflictos internos que
aparecen en la confluencia de sus impulsos, la Gestalt confía en los padres para
fomentar el bueno desarrollo en sus hijos del ciclo de contacto y retirada, y para el AT los
padres deben proveer a sus hijos de un amor incondicional, mediante mensajes y
actitudes que favorezcan su consolidación psíquica. Siguiendo este último enfoque,
Pamela Levin, en su obra “Becoming the way we are” realiza una propuesta cronológica
de las necesidades evolutivas del niño, así como las principales causas y consecuencias
de su insatisfacción. Este modelo presenta un desarrollo secuencial en seis etapas
aditivas (cada etapa se basa en la anterior), y un modelo cíclico en el que las personas
vamos reviviendo las etapas inconclusas, obteniendo así una nueva oportunidad de
satisfacer las necesidades pendientes27.
Durante la primera etapa, denominada la etapa del ser (etapa oral temprana en
psicoanálisis que se extiende aproximadamente desde los 0 a los 6 meses de edad), los
bebés desarrollarán el estado del yo Niño del Niño (almacén de memorias somáticas).
Los bebés aprenden a contactar y expresar sus necesidades internas, a regular el
contacto temprano con el otro y a reconocerse y sentirse físicamente.
En esta fase, el lactante necesita que los padres respondan de manera inmediata a sus
necesidades de alimentación y proximidad, siendo el llanto la principal señal de contacto,
y las caricias físicas y la provisión de leche, los medios parentales de respuesta. Si estas
respuestas se ajustan a sus necesidades reales de manera constante, los bebés sacarán
unas tempranas y válidas conclusiones sobre ellos y el mundo. Tendrán la sensación
somática de ser aceptados, respetados por su singularidad, de ser protegidos y amados.
Desarrollarán la capacidad de intuición y empatía, el compromiso y la constancia
(mediante la atención regular y los actos repetitivos como mecerlos y acunarlos), la
capacidad de recibir caricias verbales y físicas, aprenderán a estructurar el tiempo en
26
CUADRA, J. Módulo: Parentamiento y Reparentamiento. Madrid: Instituto Galene de Psicoterapia, 2010.
Nota de la autora: Nótese que en términos generales el guión de vida, a pesar de su incomodidad es una oportunidad
constante que disponemos los humanos de resolver las cuestiones incompletas, o en términos gestálticos, de cerrar las
gestalts incompletas.
27
relación con el otro. Ante un correcto parentamiento, el niño pasará a la siguiente etapa
en palabras de la autora, con un correcto sentido del “self emergente”, esto es con un
adecuado recuerdo sensorial del contacto con el otro por ser quien es, un sentimiento de
“Okness” (“Yo estoy bien, tú estás bien”). Para el psicólogo evolutivo Erick Ericsson, el
bebé desarrollará de esta manera, una adecuada “confianza básica”, lo que Bolwby
denominaría como unas buenas bases para el desarrollo de un apego seguro. El niño,
asentará los cimientos necesarios de una sana autoestima y confianza en el mundo. Sin
embargo, lagunas en esta etapa, serán caldo de cultivo para el desarrollo de una débil
confianza en ellos mismos y en el entorno. Los recuerdos somáticos serán de tensión,
miedo, intrusión o desconfianza, dependiendo del tipo de “mal” trato recibido. Se verán
limitados en su capacidad para atender sus necesidades (ya que sus principales
mecanismos básicos, como el llanto, no han funcionado), e incorporarán somáticamente
distintos mensajes implícitos (“no seas, no sientas, no tengas necesidades”).
La segunda fase se denomina la etapa del hacer, y se extiende de los 6 a los 18 meses
(vía oral exploratoria en psicoanálisis). En esta etapa el bebé está desarrollando su
musculatura, sus habilidades motoras, está emprendiendo el camino hacia la actividad
(en la mitad de esta etapa el niño empezará a caminar). Se siente poderosamente
atraído por muchos estímulos ambientales. En este proceso, comenzará a desarrollar su
“pequeño profesor” (el Adulto del Niño), que será el encargado de entender las
relaciones causales del mundo (si tiro un jarrón se rompe). Tienen por lo tanto la
necesidad de moverse y explorar, de experimentar sensaciones sin realizar un análisis
consciente de sus movimientos o acercamientos.
Los padres en esta etapa deberán ofrecer al niño la libertad y seguridad básicas para
este desarrollo activo, controlar que no les ocurra nada malo (recordaremos en este
punto que los padres son el apéndice cortical del niño), pero permitiendo que
experimente con la realidad. Deberán proporcionar al niño las caricias incondicionales de
respeto y aceptación (ya que las caricias condicionadas en esta etapa aun no pueden
ser corticalmente integradas). Además, según la autora, es necesario que en esta etapa
el bebé pueda desarrollar un cierta y sana sensación de omnipotencia, un cierto
narcisismo positivo que le permitirá incorporar el “poder esencial de hacer” y seguir con
ello consolidando su posición existencial de “Okness”. Esto supone que los padres
inviertan una considerable cantidad de tiempo y energía en el niño. Según Stern, el niño
desarrollará un correcto “self intersubjetivo”, que le permitirá establecer sanas relaciones
con el ambiente. Toda la experiencia recibida, será transformada y disfrutada, lo cual
favorecerá el desarrollo de la creatividad y la intuición.
Si la actividad parental no facilita esta exploración, el niño podrá desarrollar diferentes
problemas físicos relacionados con la falta o represión de la actividad (como estrés
adrenal, problemas de migrañas…), e incorporarán mensajes de guión del tipo: “no me
molestes, no tomes la iniciativa, no hagas, no seas curioso”. En términos Gestálticos
desarrollarán el mecanismo de proyección, al no poder expresar los impulsos propios
que depositarán en el otro.
La tercera etapa, o etapa del pensar se desarrolla desde los 18 meses a los 3 años, y
se corresponde con la etapa anal en psicoanálisis. Los niños desarrollan aquí su estado
del yo Adulto y experimentador más o menos lógico y objetivo del mundo. Esta etapa se
caracteriza por la aparición del lenguaje como regulador fundamental de sus relaciones
sociales e internas. Emerge así la capacidad de entender y narrar la historia de las
cosas, lo que Stern denomina como “self verbal”: el individuo que es capaz de simbolizar
y darle significado a la propia historia, que tiene la capacidad de comprender y explicarse
el mundo, gracias al desarrollo de las estructuras neo-corticales implicadas (las áreas
lingüísticas, el hipocampo, la corteza orbito-frontal tan distintiva de la especie humana).
Se trata de una etapa integrativa de conexión entre pensamiento, emoción y
comportamiento, de poner nombre a la experiencia (denominar y no aun calificar). Los
niños empiezan ahora a comprender las relaciones de causa y efecto, de manera que
van integrando las consecuencias que sus actos tienen en el entorno. Se trata de un
momento de explosión del conocimiento, dónde los niños preguntan por todo, todo lo
quieren saber. Además, en esta etapa, los niños empiezan a poner a prueba las
relaciones con el otro, aprenden a testar la separación y a marcar sus propios límites. Es
la fase del “¡no!”, en la que el niño empieza a comprobar su poder para identificar sus
propios límites.
Los padres en esta etapa deben ofrecer tiempo, información veraz, y cuidadosos límites
sobre lo que está bien y mal, así como las razones y alternativas. Pero sobre todo, los
niños necesitan seguir sintiendo especialmente en esta etapa que, a pesar de las
limitaciones y frustraciones, el amor proferido es absolutamente incondicional y que su
sentido del ser (identidad), es respetado, para que puedan seguir consolidando una
posición existencial de “Okness”.
Si los padres no son capaces de ofrecer al niño estas premisas, es probable que el niño
acabe sacando conclusiones perniciosas para su desarrollo y elaborando distintos
mecanismos de defensa desadaptativos. Podrán confundirse con explicaciones poco
claras sobre el funcionamiento del mundo aprendiendo a descontar partes de la realidad
para que estas encajen en la visión del mundo que han aprendido, podrán verse
vulnerados en su identidad como consecuencia de unos padres excesivamente rígidos o
carentes de límites. Podrán incorporar mensajes de guión del tipo “no pienses, no seas
inteligente, no tengas necesidades de estar separado de mí”, con las consecuentes
decisiones de guión asociadas que condicionarán sus capacidades intelectuales,
relacionales y de autocuidado.
La cuarta etapa del desarrollo evolutivo es la etapa de la identidad (de los 3 a los 6
años). Corresponde con la etapa genital en psicoanálisis, en la que los niños desarrollan
el estado del yo Padre del Niño. Es una fase de polos opuestos: por un lado los niños
desarrollan su genuina habilidad para transformar la energía, mediante el desarrollo de
su creatividad, fantasía y poder, y por el otro continúan interiorizando las restricciones y
condiciones externas. En esta fase, las emociones están más vivas que nunca, los
sentimientos de ira, odio y medio son intensos y extremos, y son alimentados por las
fantasías que van elaborando. Aprenden a competir intensamente frente a los que ponen
a prueba su poder, a manipular al otro con el uso de esas intensas emociones. Es una
etapa vital ya que los niños adoptan su decisión identitaria básica: “quién quiero ser”, o
“cómo mis padres quieren que sea”.
Un buen parentamiento se basa en dar el permiso para que el niño descubra su propia
identidad, dentro del respeto a los límites externos. De esta forma, los padres deberán
dar, de manera regular y amorosa, las directrices adecuadas, veraces, claras y
auténticas sobre los permisos y limitaciones vitales, para que sus hijos aprendan las
reglas del juego sin manipulación. Con estas directrices los niños aprenden a distinguir la
fantasía de la realidad (sin negar la imaginación), e integran el orden social (mediante su
incorporación en la estructura familiar con roles bien definidos). Los padres además,
deberán proporcionar los permisos adecuados para que el niño sea quien es, para que
pida lo que necesite, para que se enfade, para que aprenda a acudir a quien le puede
ayudar. Sino, lo niños pueden recibir mensajes paternos del tipo: “pierde la cabeza, no
seas sano, no seas poderoso, no seas amoroso, no seas tú, compláceme, vigila”.
La quinta etapa, se extiende entre los 6 y los 12 años, y es conocida como la etapa del
desarrollo de habilidades, en las que lo niños desarrollan el estado del yo Padre, esta es,
la estructura psicológica dónde los niños interiorizan las figuras paternas. En esta etapa,
los niños necesitan experimentar con actividades que requieran de reglas e interacción
con el otro. Van aprendiendo a hacer las cosas según su propio modo de acción y a
regular el contacto social. En esta etapa, los padres deberán enseñar a sus hijos
diversas habilidades procedimentales, pudiendo emplear caricias condicionadas para
estimular su desarrollo (nunca con castigos). Así mismo, deberán fomentar una sana
capacidad de frustración y renuncia, como medio para alcanzar sus objetivos.
Si los padres no proporcionan a los hijos estas habilidades de funcionamiento y
aplicación de las actividades vitales de la manera apropiada, los niños pueden
interiorizar mensajes del tipo: “no pienses, hazlo, no estructures, no cometas errores”.
Finalmente la sexta y última etapa del desarrollo infantil, que va desde los 13 a los 18
años, se denomina como la etapa de regeneración (la pubertad en psicoanálisis). Es una
fase de reciclaje de todas las etapas anteriores, pero con la novedad hormonal de
sentirse en relación con el otro sexo. El objetivo es establecer la capacidad integrativa de
moverse en el mundo sin los cuidados paternos. En esta etapa el comportamiento de los
padres deberá proveer todos los cuidados dedicados en etapas anteriores: ofrecer
caricias incondicionales (en pocos casos condicionales), brindar tiempo, dedicación,
explicación, información, aplicar los límites externos siempre con un respeto absoluto a
su autenticidad y a sus capacidades de autorregulación.
Si no se producen estas condiciones parentales, los niños pueden no conseguir su plena
autonomía, y recibir mensajes del tipo “no crezcas, no lo hagas, no te aproximes al otro
sexo, no me abandones”.
En definitiva, con este interesante análisis, Pamela Levin, ha puesto de manifiesto las
principales necesidades evolutivas de los niños, las mejores formas de satisfacerlas, así
como las conductas y actitudes parentales explícitas e implícitas que pueden poner freno
a su desarrollo.
3. EL REPARENTAMIENTO: RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS INFANTILES
3.1 Las psicoterapias humanistas y el cuidado parental
Las consecuencias de un cuidado parental deficitario se manifiestan en nuestro día a día
y en las bases de nuestra personalidad. Un análisis de nuestra historia de vida temprana,
y más concretamente de nuestras interacciones parentales es objeto y proceso de las
principales psicoterapias existentes. Mi experiencia clínica, me ha enseñado que las
principales claves del tratamiento, residen en comprender y revivir la historia de
interacción infantil, para redecidir nuevas estrategias vitales.
El psicoanálisis, para abordar la gestación de traumas infantiles, utilizó la hipnosis
regresiva como mecanismo de liberación de las situaciones traumáticas, más tarde, viró
hacia el método de asociación libre como instrumento de acceso al inconsciente, con el
objetivo de que los pacientes fuesen participantes activos en su proceso de terapia. Sin
embargo, este apartado se centrará en las formas de psicoterapia humanistas que han
abordado la problemática del cuidado parental, especialmente: la psicoterapia Gestalt y
el Análisis Transaccional.
Desde el enfoque gestáltico y transaccional, la influencia de los cuidados parentales,
es básica para comprender al ser humano. Las formas de parentalización son objeto de
diagnóstico y tratamiento para estas dos corrientes y muchas de sus técnicas están
destinadas a la resolución de conflictos tempranos. Gran parte de la terapia humanista
está centrada en aprender a reconocer la influencia parental en nuestra vida psíquica y
emocional, en aprender a expresar todas aquellas emociones, comportamientos y
pensamientos reprimidos y a que los clientes redecidan en consecuencia, nuevos y
decididos modos de relacionarse con el ambiente y con ellos mismos. En definitiva estas
dos corrientes terapéuticas, se centran en mejorar la autonomía y felicidad presente de
las personas, y en favorecer un sano contacto con la realidad, mediante la resolución de
los conflictos más tempranos.
No es objeto de este artículo describir exhaustivamente la mayor parte de métodos y
aplicaciones de estas dos corrientes psicológicas en el tratamiento general de casos,
pero sí mencionar, que en el camino psicoterapéutico habitual, es frecuente que se
vayan resolviendo cuestiones muy directamente relacionadas con la influencia parental.
Así en Gestalt, tanto en el trabajo cognitivo, análisis de sueños, visualizaciones, como en
el trabajo de silla vacía28, son frecuentes y recurrentes, la toma de consciencia, la
generación de insights en relación a la historia de parentalización. Muchas de estas
técnicas serán utilizadas en las técnicas de parentalización propiamente dichas. Para el
Análisis Transaccional, el objetivo de la terapia consiste en que el paciente logre
interactuar con el mundo desde un adulto integrado y autónomo, lo cual implica superar
los conflictos existentes en las estructuras del yo más arcaicas y desadaptativas. La
comprensión del guión de vida, implica el trabajo directo con las problemáticas familiares
tempranas, e implica frecuentemente una serie de técnicas, como la expresión
emocional, la descontaminación del adulto y la redecisión en el trabajo diario. A través de
la toma de consciencia general, sobre las decisiones tempranas, mandatos, impulsores,
juegos y demás, los pacientes van re-construyendo su historia de vida y decisiones
tempranas y redecidiendo nuevas y actualizadas maneras de pensar, sentir y actuar.
3.2 Reparentamiento en psicoterapia
“El proceso de reparentalización a menudo implica un largo periodo de terapia intensiva”.
Osnes 1974
La reparentalización29, en términos psicoterapéuticos, consiste en dar un nuevo
parentamiento a un paciente que lo requiera. Como hemos visto en el segundo apartado,
el estado del yo Niño se ha ido desarrollando en la infancia, mediante el trato recibido e
introyectado en el estado del yo Padre. Desde este punto de vista, podría decirse que la
patología y principales mecanismos de defensa (decisiones tempranas de supervivencia
y adaptación) se encuentran localizadas en el Niño como consecuencia del
parentamiento, y que en el Padre, llevamos acumulados todos los introyectos parentales
(o tipo de trato de los padres) que van reforzando las decisiones del Niño. El guión de
vida es el plan de vida inconsciente elaborado por el Niño (“lo que interpreté”), y
28
29
CASTANEDO, C. Terapia Gestalt. Enfoque centrado en el aquí y el ahora. Barcelona: Herder, 1987.
CUADRA, J. Módulo:Parentamiento y Reparentamiento. Madrid: Instituto Galene de Psicoterapia, 2010.
reforzado por el Padre (“lo que me hicieron”). Por lo tanto la reparentalización30 consiste
en actualizar los contenidos del Estado del Yo Padre a las necesidades reales del
paciente y en ofrecer un estilo de apego seguro, para que el estado del yo Niño, redecida
nuevas estrategias de vida y saque conclusiones más favorables sobre él mismo, los
demás y el mundo.
Para llevar a cabo estas nuevas decisiones, el trabajo de reparentamiento se basará en
tres premisas fundamentales:
1) Toma de consciencia sobre las problemáticas infantiles, a través de la
descontaminación del adulto
2) Incorporación de nuevas formas de parentamiento (reparentamiento en el Padre)
3) Lo que promoverá la generación de nuevas decisiones (redecisión en el Niño)
3.2.1 Un primer paso: toma de consciencia y descontaminación
El Estado del Yo Adulto se va desarrollando con los recursos propios de la interacción
con la realidad. Son formas de pensar, sentir y actuar adaptadas al aquí y al ahora, y
tienen como función analizar la realidad tanto externa, como interna. Sin embargo, en
ocasiones, no respondemos desde el aquí y el ahora a las demandas ambientales, si no
con los recursos propios del allá y el entonces. Decimos entonces que nuestro Adulto
está “contaminado”, bien por las formas de pensar, sentir y actuar que tenían nuestros
padres y que nosotros decidimos introyectar (estado del yo Padre), bien por los
sentimientos, pensamientos y comportamientos infantiles (estado del yo Niño), o bien
frecuentemente por los dos. Un primer paso en el trabajo de reparentamiento31, consiste
en motivar al paciente a saber distinguir qué estado del yo está empleando en cada
momento, animándole a responder directamente desde su adulto, e indicándole cuando
no está siendo así. Se trata de una toma de contacto con su propio “self”, una medida de
autoconocimiento y autoconciencia, de propiciar la integración de sus conflictos mediante
la parte de su personalidad a potenciar: su Adulto. Gran parte de la terapia de
descontaminación, estará encaminada a conocer los contenidos de sus estados del yo
arcaicos, comprender por lo tanto los entramados de su guión de vida, como primer paso
hacia el cambio autónomo y duradero. Mediante la indagación respetuosa del terapeuta,
el paciente comenzará a percibirse a sí mismo desde un nuevo yo más consciente y
adulto, fortaleciendo el contacto con la realidad, y estableciendo los contratos
terapéuticos que servirán de guía en la terapia.
30
MELLOR, K. Reparentalizando al Padre como apoyo a las Redecisiones. Andrewartha: TAJ, vol. 10, Nº3, julio
1980.
31
LEVIN, P. Parentalización correctora: una odisea de desarrollo. TAJ, Vol. 28, Nº1, enero 1998.
3.2.2 El Reparentamiento en la práctica
Los inicios de un nuevo enfoque: El reparentamiento de los Shiff32
En 1968 el matrimonio compuesto por Morris y Jacqui Schiff constituyó el “Programa de
Rehabilitación Psiquiátrica”, con el objetivo de tratar y curar a pacientes esquizofrénicos.
Los Schiff basaron su tratamiento en revivir una completa e intensa rehabilitación,
adoptando legalmente a varios niños con trastornos psicóticos e introduciéndoles en una
nueva familia, liderada por ellos como nuevos padres. Ofrecían de esta forma una
estructura
estable,
con
las
condiciones
necesarias
para
que
los
pacientes
experimentasen una verdadera e íntegra reparentalización, entrando en estados
verdaderamente regresivos.
El contrato con los niños era sencillo: establecían el firme compromiso de hacerse cargo
de ellos, protegerlos y proporcionarles una sólida base de apego seguro. Para ello, el
matrimonio adoptaba un claro papel parental: dándoles de comer, cambiándoles los
pañales,
ofreciendo
sencillos
mensajes
de
amor
y
aceptación
incondicional,
enseñándoles información realista y objetiva sobre el mundo, estableciendo límites
(incluso con castigos físicos, pero evitando el sentimiento de culpa). Con esta técnica, se
pretendía sanar el malogrado estado del yo Padre de los niños, carente de habilidades
de protección, para que el estado del yo Niño sacase nuevas conclusiones sobre la vida,
y redecidiese nuevas estrategias de acción. Para ello cada niño era reparentalizado
siguiendo todas las etapas del desarrollo evolutivo, mediante la satisfacción de las
necesidades arcaicas no satisfechas propias de cada etapa.
De los resultados de su trabajo existe una amplia controversia. Para algunos, este
método ha sido el único realmente eficaz en la cura de trastornos psicóticos, para otros
los resultados no demostraron ser tan alentadores. Su labor quedó empañada por las
fuertes críticas recibidas en relación a su deontología profesional y metodológica y
finalmente el programa tuvo que ser terminado por problemas legales (de hecho uno de
sus “hijos” adoptivos, sufrió un accidente mortal al cuidado de uno de sus nuevos
“hermanos”). Sea como fuera, los Schiff abrieron una nueva vía en la comprensión de la
labor terapéutica, un nuevo enfoque por el cual el terapeuta asume un papel activo y
nutricio en terapia. Este enfoque, bajo parámetros mucho más ajustados a la práctica
clínica, es ampliamente aplicado por numerosos profesionales en sus estrategias
terapéuticas. Su aportación en materia de psicopatología fue igualmente alabada, sobre
todo gracias a sus descubrimientos en la teoría del Análisis Transaccional, con nociones
como la de pasividad (tendencia a permanecer paralizado ante las demandas
ambientales fruto de una inadecuada parentalización).
32
SCHIFF, J; CHILDS-GOWELL, E. Reparenting in Schizophrenia: the cathexis experience. Paperback, 2000.
El vínculo terapéutico: la reparentalización transversal33
Uno de los principios más utilizados en la práctica clínica es el concepto de transferencia.
Esto es, el manejo de las proyecciones que el paciente realiza sobre el terapeuta al
encontrarse en una relación asimétrica. Las terapias favorecen la regresión del paciente
a estados arcaicos, al situar al paciente en una posición de cierta jerarquía con respecto
al terapeuta, facilitando la proyección en el terapeuta de sus figuras parentales. El trato
del terapeuta será incorporado en el estado del yo Padre del paciente, e impactará en las
decisiones del Niño. Por este motivo, la calidad de la relación terapéutica es vital para el
buen desarrollo de un nuevo parentamiento, ya que según palabras del Analista
Transaccional Jesús Cuadra, el “parentamiento se realiza mediante el trato, que el
paciente va incorporando del terapeuta”. La clave es el compromiso y la implicación del
terapeuta, el amor incondicional que éste le va a dar, la inversión en términos de
energía, tiempo, calidad y dedicación que el paciente no obtuvo en su momento. La
sintonía y plena disponibilidad, la buena aplicación y explicación de límites y reglas, la
transmisión de los permisos necesarios, se vuelven condiciones necesarias en el
proceso.
Los mensajes dirigidos al estado del yo Padre del hijo, se originan en el propio estado
del yo Padre de los padres, por este motivo, es imprescindible que el terapeuta tenga
una estructura sana de personalidad, que no entre en juegos ni en reproducciones
arcaicas de su propia historia de vida, que responda desde su adulto integrado. Por
estos motivos, la mayor parte de las psicoterapias humanistas, para su acreditación,
requieren de una importante cantidad de trabajo personal y de supervisión. El terapeuta
debe mantenerse alejado de una de las posiciones del triángulo dramático sin
autoritarismos o críticas, manejar la información real sin descuentos o invenciones,
establecer las reglas del juego básicas fomentando el desarrollo del contrato terapéutico
establecido. El terapeuta de modo general, pero especialmente bajo este enfoque, debe
haber resuelto sus conflictos vitales y proporcionarse un auto-cuidado, para poder
proveer al paciente de la protección y cobertura que necesita en el proceso de
reconstrucción de su personalidad, de un espacio de apego seguro. De este modo,
podríamos clasificar el vínculo terapéutico, como una forma de reparentalización
transversal que se va estableciendo a lo largo de todo el proceso.
Igualmente, la psicoterapia Gestalt34, con el objetivo de conectar al paciente con la
realidad del aquí y el ahora y sustituir los mecanismos de defensa desarrollados durante
las interacciones infantiles, se basa en la importancia del vínculo terapéutico como factor
necesario del aprendizaje terapéutico. Según Perls, el objetivo de la terapia debe
33
34
Concepto elaborado por la autora del presente artículo
GIMENO-BAYÓN, A. Módulo: Diagnóstico Gestáltico. Madrid, Instituto Galene de Psicoterapia 2010.
consistir en “un apoyo por parte del terapeuta, para que el paciente logre tomar
consciencia de sus interrupciones en el ciclo gestáltico”.
Parentalización correctora35
Aunque el vínculo terapéutico es vital para el desarrollo de una adecuada
reparentalización, y aunque en general durante las terpias se produzcan numerosas
clarificaciones y modificaciones estructurales; en términos teóricos, no se consideran
estrictamente como técnicas de reparentalización. Para que una técnica se considere
como tal, debe existir un contrato explícito, en el que las dos partes asuman sus roles en
el proceso. Pamela Levin, denominó parentalización correctora, a una técnica de terapia
global que definió retomando la definición de los Schiff como:
“un proceso de crecimiento personal que valida y legitima la capacidad humana para
volver a estados previos del ser (regresión), abandonar viejos modelos (trabajo original
de dolor), abrir un nuevo modelo, e interiorizar nuevas maneras de ser (parentalización
correctora) y por tanto curar”36.
Esta técnica parte de los principios de parentalización expuestos por los creadores de la
técnica. Las patologías humanas se encuentran estrechamente vinculadas con
experiencias de cuidado parental deficitario y han ido moldeando unos estados del yo
desadaptativos que limitan nuestra forma de ser en el mundo. El trabajo consiste en
desentramar las principales claves del guión de vida, y sanar las estructuras psíquicas a
través de un nuevo trato parentalizador. Este nuevo trato ofrecido por el terapeuta, se
manifestará a lo largo de toda la terapia en las formas constantes y nutricias de actuar
del terapeuta y en técnicas concretas de reparentalización, todo ello en base a las
necesidades evolutivas insatisfechas. Favoreciendo en ambos casos, la incorporación de
nuevos permisos y mensajes en el estado del yo Padre, y fomentando las redecisiones
del estado del yo Niño.
Para aplicar esta técnica, es preciso que los terapeutas se entrenen como expertos
parentalizadores y apliquen diferentes principios y prácticas. Un buen experto debe estar
en primer lugar bien informado, lo cual implica por un lado, tener resueltos sus
principales conflictos personales, para relacionarse “compasiva y empáticamente con las
necesidades del niño interno del paciente”, por otro, comprometerse con el aprendizaje
de los asuntos centrales del guión del paciente y finalmente conocer y dominar la
aplicación de las principales técnicas regresivas a aplicar (regresiones, reparentalización
puntual, entrevista con el padre, minithones del desarrollo…). Esta técnica necesita de
un contrato explícito con el paciente, de modo a que ambos establezcan desde el inicio
las reglas del juego y adopten unos roles claramente diferenciados. El terapeuta en este
35
36
LEVIN, P. Parentalización correctora: una odisea de desarrollo. TAJ, Vol. 28, Nº1, enero 1998.
Schiff et al. 1975
punto deberá animar al paciente desde su Niño Libre, a identificar los principales
cambios que quiere establecer. Esta autora sitúa “la conexión del vínculo emocional
entre el terapeuta y el cliente no en la periferia si no como un estadio central”. El
terapeuta, para ofrecer unos nuevos mensajes de cuidado y protección debe velar por el
bienestar del paciente. Para ello, según esta autora el terapeuta puede emplear distintas
herramientas. Por un lado puede comprometer al paciente a realizar un contrato de
autocuidado y compromiso37. Además el terapeuta educará sobre el proceso, animando
a resolver y a identificar los principales fundamentos del Análisis Transaccional que
operan en la historia de vida (estados del yo, juegos, pasividad, el ciclo del desarrollo…),
así como fortalecerá la descontaminación del Adulto. Finalmente, la autora establece,
que para aplicar las técnicas regresivas puntuales, será necesario no sólo un contrato
previo, sino que tanto paciente como terapeuta están empleando los recursos de
protección necesarios en el aquí y el ahora.
El reparentamiento puntual38
En terapia, la inversión en términos de tiempo y dedicación no es tan extensa como en el
caso de los Schiff. Es común que los pacientes no quieran aventurarse en una estrategia
parentalizadora tan larga y costosa como la expuesta por Pamela Levin. Como hemos
visto, en términos generales, la terapia es un espacio de relación asimétrica en el que es
probable que aparezcan problemáticas de interacción familiar temprana en las que
merezca la pena profundizar. Así, los terapeutas no expertos en parentalización deseen
tal vez aplicar sólo ocasionalmente ciertas técnica regresivas. Para todos estos casos
Osnes, basándose en las técnicas de Levin y Schiff, creó la denominada técnica de
reparentamiento puntual (spot reparenting en inglés), consistente en ofrecer una
regresión puntual a una etapa infantil traumática previamente identificada, en la cual el
terapeuta brindará una nueva respuesta parental adaptativa y nutricia, sustituyendo el
daño traumático por una experiencia de cariño cálido e incondicional.
Esta técnica se basa en las aportaciones de Berne ya ampliamente abordadas en este
artículo: los individuos incorporan en sus estados del yo decisiones pasadas, siendo
posible “sustituir” los contenidos arcaicos del Padre y “animar” al Niño a que re-escriba
nuevas conclusiones. Se centra en tres cuestiones fundamentales. Por un lado utiliza la
regresión para revivir una situación traumática previamente identificada y acordada
mediante un contrato explícito, por otro, el terapeuta actúa como Padre Nutricio positivo
durante y al final de la re-vivencia de la escena y por último es un trabajo que se
desarrolla en grupo, con el objetivo de ampliar la base de confianza del cliente.
37
Para una amplicación sobre las puertas de escape consultar: Berne, 1972, Boyd & Cowles-Boyd, 1980, Hailberg,
Sefenes, Berne, 1963,Holloway, 1983)
38
OSNES, R. Reparentamiento Puntual. M.S.C. TAJ, 4:3, julio de 1974.
Durante la re-vivencia de la escena traumática, el terapeuta debe tener un papel
decisivo. Según Osnes, el terapeuta deberá animar al paciente a expresar sus
necesidades y solicitar ayuda (¿qué necesitas ahora?). Si la regresión se produce a
edades muy tempranas, es frecuente que las necesidades sean de contacto físico y
contención, por lo que el terapeuta deberá indicar a un miembro del grupo que le brinde
el contacto físico requerido, ya que el paciente en su estado regresivo no podrá
verbalizar ni quién ni porqué. Si la regresión se produce en edades más avanzadas (2 ó
3 años), el terapeuta animará al paciente a que elija activamente a un miembro del
grupo, animando así a que el paciente se enfrente a sus necesidades reales, aprenda a
pedirlas, sustituyendo el miedo al rechazo39 por la confianza de dar y recibir, e
integrando así nuevas conclusiones más seguras y confiadas sobre el mundo en su
estado del yo Padre. Esta experiencia abrirá la puerta a que el Niño pueda adoptar
nuevas y más seguras decisiones de vida.
El Minithon del desarrollo40
Esta técnica de reparentamiento integra el reparentamiento puntual de Osnes, elementos
del psicodrama y la estructura teórica y fenomenológica del Análisis Transaccional, y
persigue reparentalizar al Padre del paciente desde un enfoque positivo. Es un método
de terapia breve, materializado en un contrato terapéutico en el que se “diseñan
episodios de reparentalización específica positiva” para ser resueltos en grupo.
Las sesiones duran tres horas, durante las cuales los pacientes diseñan y experimentan
relaciones padre-hijo que previamente han diseñado. Cada taller, o minithon, se deberá
enfocar a un estadio del desarrollo concreto (basándose en el modelo evolutivo de
Pamela Levin), por lo que los pacientes, deberán identificar previamente las necesidades
específicas de cada etapa, favoreciendo así su implicación y motivación en el proceso.
La entrevista con el Padre41
Una de las técnicas más usadas en parentalización para actualizar los contenidos del
estado del yo Padre, es la conocida como: entrevista con el padre. Igual que las demás,
el objetivo de esta técnica es que el paciente incorpore en el Padre los mensajes de
seguridad y confianza que no obtuvo en sus vivencias tempranas, sobre los que sacar
nuevas conclusiones. Se puede aplicar esta técnica también, como medio de indagación
de los mensajes del guión de vida.
Este trabajo está basado en la técnica Gestáltica creada por Fritz Perls en los años 60,
denominada silla vacía. Este método originalmente fue utilizado para integrar partes no
39
Como paciente he podido observar la potencia de estas peticiones y las implicaciones en el desarrollo de mi contacto
con el otro.
40
OSNES, R; ILLSLEY, J. El minithon de desarrollo. TAJ, Vol. 28, Nº1, enero de 1998.
41
MC NEEL, J. La entrevista al Padre. TAJ, vol 6:1, enero 1976.
resueltas de la historia de vida, enfrentando al paciente a hablar con esa parte conflictiva
(una persona, una parte de sí mismo), y a expresar lo que sintió y vivió. Una vez
expresado, el terapeuta anima al paciente a tomar el lugar de la otra parte y responder a
las cuestiones planteadas.
En la entrevista con el padre, la silla vacía se realizará con uno o ambos progenitores,
una vez que tanto paciente como terapeuta, han identificado y acordado una
problemática parental en la fase de toma de consciencia. La técnica consiste en realizar
un diálogo entre el padre del paciente (en realidad el estado del yo Padre introyectado).
Es posible que al inicio, el paciente en su papel de padre, se vea tentado a responder
con cierto rencor y falta de concentración (ya que aun tiene la fantasía de que su padre
verdaderamente cambiará y no consigue meterse en el papel), sin embargo y gracias a
la indagación respetuosa del paciente dirigiéndose siempre al personaje que está
representando, pronto descubrirá que los motivos paternos no fueron intencionadamente
maliciosos, si no motivados por sus propias limitaciones personales y generalmente con
motivos protectores. En esta postura, el paciente, comenzará a sentir las respuestas
viscerales de los padres y en definitiva a comprender porqué hicieron lo que hicieron. En
varias ocasiones de mi experiencia clínica he podido observar, cómo además de
comprender y perdonar al progenitor representado, en mis diálogos con el padre
teatralizado, éste toma consciencia de las consecuencias de sus actos en su hijo y
acaba comprendiendo realmente sus necesidades. Este matiz resulta fundamental, ya
que mediante esta transformación del padre imaginado, los pacientes van modificando
los contenidos de su Padre introyectado e incorporando además de la comprensión
propia de la historia paterna, nuevos permisos y mensajes. En más de una ocasión he
podido comprobar como los padres representados acaban verbalizando los permisos
que el paciente necesitó en su momento como: “puedes ser feliz, tómate tu tiempo,
disfruta de la vida”. Al terminar la entrevista, los pacientes acaban comprendiendo y
perdonando a sus padres y la experiencia puede resultar realmente liberadora.
El autoparentamiento42
La finalidad del Análisis Transaccional es que los individuos consigan actuar de forma
autónoma, a través del contacto con el aquí y el ahora, gracias a la resolución de sus
conflictos de guión. En este sentido la autora Muriel James, enfatiza en el proceso de
auto-construcción de la personalidad para reforzar esta autonomía, y propone la técnica
de auto-parentamiento.
Este método consiste en animar al paciente a que tome consciencia de sus déficits
propios en el desarrollo de su historia de vida, y que analice las consecuencias que se
manifiestan en el aquí y el ahora. Este método de auto-análisis, es proporcionado por el
42
MURIEL, J. Self-reparenting: theory and process. TAJ, 4, 3, 32-39, 1974.
estado del yo Adulto, lo que fomenta su descontaminación. Mediante este búsqueda
interna, el paciente tomará igualmente consciencia de los mensajes que necesita
incorporar en su estado del yo Padre, y de las decisiones, conclusiones y alternativas
deseables.
En resumen, la correcta aplicación de una técnica de reparentalización debe basarse en
las siguientes premisas:

Identificar en qué fase, o fases del desarrollo el paciente encontró una disrupción
en las interacciones con sus progenitores.

Identificar qué tipo de tareas deficitarias hubiese necesitado y no obtuvo,
fomentando la decisión del paciente para solventarlas

Realizar un contrato específico de reparentamiento general o puntual (basado en
el análisis y conclusiones de la fase de descontaminación y toma de consciencia).

Realizar un plan de tratamiento mediante la aplicación de las técnicas específicas
y adaptadas a la problemática a solucionar.

Todas las aplicaciones a realizar se harán mediante un sólido vínculo entre el
terapeuta y paciente.
CONCLUSIONES
En este artículo se ha analizado la vital importancia del trato parental en el desarrollo
evolutivo de las crías, llegando a limitar y en ocasiones a anular el desarrollo de las
distintas habilidades necesarias para la supervivencia y provocando patrones de
conducta desadaptativos. Igualmente en humanos, se ha puesto de manifiesto que los
padres son actores clave para la satisfacción de la necesidad de filiación, mediante la
provisión de un espacio de apego seguro como base para el desarrollo de la mayor parte
de nuestras habilidades humanas. Las psicoterapias humanistas advierten de las
principales consecuencias psicopatológicas que un cuidado parental deficitario tendrá
sobre sus hijos; y muestran cómo nuestra manera de ser, lo que pensamos, hacemos y
sentimos, está poderosamente influido por la calidad de las interrelaciones tempranas.
Estas corrientes, ofrecen además, diversos métodos clínicos encaminados a solventar
las carencias tempranas de las relaciones padre-hijo. A la luz de todas estas
aportaciones, y dada la vital importancia de la parentalización en nuestras vidas, en mi
opinión sería muy recomendable que los terapeutas de distintas corrientes, incorporasen
una perspectiva parentalizadora tanto en su abanico de técnicas específicas, como en el
modo de establecer un vínculo sanador con el paciente.
BIBLIOGRAFÍA
LIBROS Y ARTÍCULOS
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VÉLEZ, A. Del Big Bang al Homo sapiens. Universidad de Antioquia, Medellín, 2ª edición, 1998.
MÓDULOS DE GALENE
Para la elaboración de este artículo, me he basado el muchos de los módulos,
experiencias y aprendizajes brindados por el Instituto Galene de Psicoterapia, en casi
dos intensos años de formación. Las referencias más concretas las he encontrado
particularmente en los siguientes módulos:
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CUADRA, J. Módulo Parentamiento y Reparentamiento. Madrid: Instituto Galene de Psicoterapia,
2010.
GIMENO, A. Módulo: Contacto y Neurosis. Madrid: Instituto Galene de Psicoterapia, 2010.
GIMENO, A. Módulo: Diagnóstico Gestáltico. Madrid, Instituto Galene de Psicoterapia 2010.
KOZAMEH, G. Módulo: Introducción al Psicoanálisis. Madrid: Instituto Galene, 2010.
SALVADOR, M. Módulo del Tratamiento del trauma. Madrid, Instituto Galene, 2011.
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