Lección inaugural - Universitat Oberta de Catalunya

Leccióninaugura
El futuro
de la universidad
en Europa
Xavier Prats Monné
Representante de la Dirección General
para la Educación en la Comisión Europea
Barcelona, 11 de octubre de 2012
http://www.uoc.edu/inaugural12/
El futuro de la universidad en Europa
Xavier Prats Monné
Representante de la Dirección General para la Educación en la Comisión Europea
Buenos días. Señora rectora, Imma Tubella; señores vicerrectores, buenos días.
Yo no sé qué significa esta apertura del año académico para la UOC, pero sí sé lo que
significa para mí, y realmente es un honor excepcional. Y no lo digo por cortesía, sino
porque desde hace siglos las lecciones inaugurales han servido a las universidades de
Europa para reafirmar y recordar la importancia de la educación; la importancia de la
educación para los individuos, para la sociedad y para la economía. Además, hay que
recordar que la universidad es, naturalmente, un invento europeo —nació en 1088 en
Bolonia—, y no solo es una idea europea, sino que es quizá la contribución más importante
de Europa a la civilización. Y hoy que tenemos tantas dudas sobre el futuro de Europa
y que el resto del mundo también las tiene, quizá es el momento de recordar más que
nunca que Europa sí tiene una contribución importante para aportar al resto del mundo,
y que esta contribución al final se reduce a la educación y se resume en ella.
Así, pues, cuando Imma Tubella me propuso dar esta lección inaugural, lo acepté inmediatamente. Lo que ocurre, sin embargo, es que no tengo las calificaciones académicas
necesarias ni la elocuencia que sería deseable. Entonces llegamos a un acuerdo, que no
ha dicho pero que yo le recuerdo, y que espero que confirme: que esta lección inaugural
sería muy «inaugural» y poco «lección», y que lo que daría no sería una lección sobre el
futuro de la universidad en Europa, sino algunas consideraciones sobre dónde estamos
y sobre lo que nos espera en Europa con respecto a la universidad.
Yo, efectivamente, no sé cuál es el futuro de la universidad en Europa. Lo que sí sé,
y creo que realmente es un hecho muy evidente, es que el futuro de Europa pasa por
la universidad. Porque si tenemos que encontrar no ya una salida a la crisis, sino una
forma sostenible de afrontar nuestro futuro, tiene que ser necesariamente a base de
educación. La cuestión es que debemos saber qué tipo de educación queremos, y aquí
es donde reside el problema.
En la educación hay algunas cosas que no cambian nunca, y una de las cosas que
no cambian nunca es el hecho de que esencialmente la educación es una cuestión de
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personas. Todos nosotros, probablemente, tenemos el recuerdo de alguna asignatura
que nos gustó mucho en la universidad, y seguramente —por lo menos, es mi caso—,
las asignaturas que me gustaron más fueron las asignaturas que tenían un buen profesor,
que sabía explicarme el valor de las cosas que aprendía. Y puesto que la educación es
una cuestión de personas, lo primero que desearía hacer, si me lo permiten, es decir unas
palabras de agradecimiento a Imma Tubella.
Imma Tubella está a punto de terminar su mandato de siete años en la Universitat
Oberta de Catalunya. Cogió la antorcha de Gabriel Ferraté, que hizo la difícil tarea de
asegurar a la UOC una buena infancia —y todos los que somos padres sabemos lo difícil
que es asegurar una buena infancia. E Imma Tubella ha hecho quizá una cosa todavía
más difícil: hacer pasar la UOC de la infancia a la adolescencia y hacerla llegar a la edad
adulta. Lo que ha hecho Imma Tubella, en definitiva, es transformar la UOC en una
universidad adulta, o sea, sostenible, donde el 70 por ciento del profesorado son doctores,
y que no piensa solo en sí misma, sino también en el resto de universidades, y con un
centro de aprendizaje virtual que intenta ver qué experiencias queremos transmitir en el
futuro sobre el potencial de la tecnología en la enseñanza. Y esto es lo que en el fondo
debemos agradecer a todas las personas que dedican su vida profesional a la enseñanza
y la universidad. Ya sé que habrá mucha más gente más calificada que yo que te podrá
agradecer lo que has hecho, pero desearía que, modestamente, se viera que desde Bruselas
se conoce y se reconoce lo que han hecho la UOC e Imma Tubella en estos siete años.
Por lo tanto, ¡muchas gracias!
La rectora de universidad es como el timón de un barco, y sin timón no hay buen
viento para ningún barco, pero sin barco el timón no sirve para mucho. Y lo que también
es importante recordar es que, efectivamente, la universidad son personas: son los
profesores que la constituyen, son los alumnos que forman parte de ella. Y creo que
también en este momento —en el que incluso hay países como España donde se puede
dudar de si es útil realmente seguir estudiando, cuando las perspectivas de un estudiante
después de la universidad son a veces tan pobres—, tenemos una gran evidencia —y
diré dos palabras sobre ello— de que efectivamente, a pesar de todo, estudiar en la
universidad, es decir, la universidad, la educación, continúa siendo la forma de afrontar
el futuro, la forma de tener los medios, de ser una persona mejor y más completa, de
ser un ciudadano que participa en la vida común, un conjunto de aspectos que, en
el fondo, siempre han sido responsabilidad de la universidad, cuya función ha sido
dotarnos de ellos.
Hay muchas cosas que no cambian nunca en la educación y en la universidad, pero
algunas sí lo hacen. Y quizá, antes de mirar al futuro, deberíamos procurar mantener
un poco el optimismo, deberíamos ver las cosas que han cambiado y que lo han hecho
positivamente. Y España, Cataluña, es un buen ejemplo de un cambio extraordinario que
se ha dado en la universidad: el aumento del acceso a los estudios universitarios. Hoy
en día todavía no tenemos suficiente gente que vaya a la universidad; naturalmente, es
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probable que el acceso a las universidades se tenga que mejorar, pero si miramos atrás,
no cien años, sino veinte años, vemos que lo que han hecho la universidad española
y catalana con respecto al aumento de la posibilidad de acceso de los ciudadanos a la
educación es realmente extraordinario. Además, tampoco hay que olvidar que una de
las cosas que la universidad ha ido llevando a cabo durante siglos, sin preocuparse en
absoluto de ello, es educar, quizá muy bien, solo a la mitad de la población. Durante
ocho o nueve siglos, la universidad ha sido una universidad solo para los hombres. Ahora
ya no. Hoy, en Europa, en España, en Cataluña las mujeres están más presentes en la
universidad que los hombres, obtienen más y mejores resultados, y tienen más éxito
académico. Y esto quiere decir que la universidad ahora cumple con su deber, cosa que
no hacía, y la sociedad ni lo sabía ni era consciente de ello. Ahora cumple con el objetivo
de justicia y de igualdad, lo cual ha sido siempre su función, y por lo tanto, ahora que
miramos la crisis, ahora que miramos el futuro, es importante no olvidar las cosas que
hemos conseguido, lo que hemos tenido hasta ahora, la importancia de conservarlo y
la importancia de mirarlo.
Así, pues, voy a decir dos palabras sobre lo que nos espera en el futuro. Quizá el modo
de definirlo es que se acerca un tsunami a la universidad, a la educación, a Europa y al
mundo. Un tsunami que, como la palabra indica, es un cambio realmente importante,
un cambio rápido y un cambio traumático, a veces, pero también es un cambio que da
una oportunidad extraordinaria a las universidades —y seguramente, sin duda, quizá
más a las universidades abiertas como la de Cataluña que a otras— para tener un papel
todavía más importante dentro de la sociedad.
¿Por qué un tsunami en la educación? Yo creo que hay tres factores para explicarlo.
El primero es el cambio extraordinario que vivimos en la distribución del talento en el
mundo. Si observan a la población universitaria del mundo y miran a las personas que
tienen un título universitario y más de cincuenta y cinco años, verán que un tercio de
todos los universitarios del mundo de más de cincuenta y cinco años vienen de un solo
país: Estados Unidos. Si, por el contrario, observan a la población mundial y miran a los
jóvenes que han entrado a la universidad este año, verán que de toda la población mundial
también hay un país que representa el 35 por ciento, que es China. Y esto quiere decir,
sencillamente, que hay un cambio extraordinario en la distribución del talento, y también
un cambio extraordinario en la demanda de educación. El aumento de demanda, la
cantidad de gente en el mundo que desea educación, que desea enseñanza universitaria,
que desea tener los medios de producir, de contribuir a la sociedad, aumenta de una
forma extraordinaria, que no tiene precedentes en la historia de la humanidad. Y esto,
naturalmente, tiene muchas repercusiones en la educación, y sobre todo en la educación
en Europa, y nos indica el papel que tendrá Europa dentro del resto del mundo con
relación a la competencia por el talento en el mundo.
El segundo elemento que hace pensar que se acerca un tsunami a la educación es el
impacto que tienen las tecnologías sobre la sociedad. Todos ustedes deben de recordar
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que hace, creo, alrededor de cuarenta años hubo una película que fue el símbolo del
impacto de la tecnología sobre la civilización: 2001: una odisea del espacio. El símbolo era, al final de la película, un astronauta que mantenía un difícil diálogo con un
ordenador, y las características del ordenador, que se llamaba HAL, eran que era muy
inteligente y muy grande. Esta era la visión que se tenía hace cuarenta años de lo que
sería la tecnología, de lo que sería la informática. Lo que ha ocurrido en cuarenta años
es que los ordenadores son tan estúpidos como eran entonces, pero son mucho más
pequeños. Y esto ha tenido un impacto tan extraordinario sobre la forma de producir,
la forma de pensar, la forma de educar, y sobre la importancia del conocimiento, que
esto sin duda tiene que tener, en los próximos años, un impacto también extraordinario
sobre la educación.
Por ejemplo, la gran mayoría de las personas que hoy entran a la universidad tendrán
un trabajo, en diez, quince años, que hoy no conocemos. Por lo tanto, una de las cosas
que nos obligan a cambiar, que nos obligan a reflexionar sobre el futuro de la enseñanza
es que la tecnología reduce la estabilidad, reduce la seguridad que se tenía hasta hace
muy poco sobre la relación entre educación, productividad, trabajo y economía.
Y el último factor, que quizá naturalmente es el que nos preocupa más, es la crisis.
Puede que sea demasiado fácil hablar de lo bella que es la educación sin hablar de las
dificultades que viven todos los que se ocupan de ella hoy en día, ya sea para educarse
o para garantizar la sostenibilidad de los sistemas educativos. Aquí no se trata solo de
aprender o dar lecciones, pero creo que lo importante es mantener en nuestro espíritu
la idea de que si bien una inversión en infraestructuras se puede atrasar debido a las
dificultades económicas, aplazar una inversión en enseñanza es hipotecar una generación.
Por consiguiente, es muy importante mantener dentro de nuestro espíritu que la inversión
en educación es una inversión, no un coste, y que hay que realizar un esfuerzo para
que a la hora de escoger las prioridades de gasto, a la hora de elegir dónde se ponen los
recursos hoy día limitados, la educación, la enseñanza universitaria, no estén penalizados.
Pero esto requiere, naturalmente, una reflexión sobre la financiación, la distribución y el
reparto de los costes de la enseñanza universitaria.
Así, pues, los cambios en la distribución del talento, el impacto de la tecnología sobre
la productividad y el trabajo, y el impacto de la crisis son tres factores que nos harán ver
la educación de una forma muy diferente los próximos años. La oportunidad que desearía
destacar hoy aquí es la fuerza, el potencial que tiene la tecnología para transformar la
enseñanza; la fuerza y el impacto que tiene la tecnología para asegurarnos que las políticas
educativas pueden mezclar, a la vez, excelencia y equidad.
Hoy no sé cuánta gente me está escuchando en este momento. Piensen lo que
significaría si hoy no fuera yo quien os explicara cuatro cosas, sino alguien como Shakespeare, alguien como Sócrates, alguien como Cervantes..., si alguien como ellos pudiera
estar hablando aquí, hoy, con lo que permite hacer actualmente la tecnología, que es
que el conocimiento se transmita de una forma inmediata a todo el mundo. Desde que
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Shakespeare escribió su obra cinco siglos atrás, la capacidad, la oportunidad de leer
una obra suya siempre ha dependido de una sola cosa: de la disponibilidad de copias
materiales de la obra. Hoy, en cambio, es posible que en cualquier momento cualquier
persona, en el acto y gratuitamente, pueda tener acceso a esta cultura. El potencial de
esto, la capacidad que tiene esto para transformar sistemas educativos, la capacidad
que tiene esto para extender la educación, es un potencial que seguramente todavía no
explotamos suficientemente.
¿Qué puede hacer la Unión Europea?, ¿cómo puede contribuir a facilitar la transformación de sistemas educativos con los cuales pueda ayudar a mejorar la universidad en
Europa? Podemos hacer, esencialmente, tres cosas:
La primera es tener objetivos comunes. La Unión Europea se ha fijado el objetivo de
aumentar la tasa de participación en la universidad hasta el 40 por ciento de media en
2020 en Europa.
La segunda cosa que podemos hacer es tener más evidencias de que, si es verdad que
la educación cambia, que las necesidades cambian, también es verdad que la necesidad
de conocer más y mejor lo que ocurre en los sistemas educativos es más importante. Y
uno de los esfuerzos que realizamos en la Unión Europea es mejorar la evidencia a partir
de la cual se pueden formar las políticas educativas.
Y la tercera contribución que podemos hacer, y quizá la más importante, es financiar
la educación. La Comisión Europea ha hecho una propuesta para el presupuesto europeo
de los años 2014-2020 que, en términos absolutos, no aumenta, pero no aumenta en
términos absolutos porque la disciplina fiscal nos obliga a hacer un presupuesto reducido; sin embargo, dentro del presupuesto total de la Unión Europea hay una partida
presupuestaria que aumenta más que cualquier otra, y esa es la educación. La Comisión
Europea ha propuesto para el futuro, a partir del 2014, unos programas de educación,
cooperación de educación, movilidad, cooperación entre universidad y empresa, y cooperación entre universidades abiertas y universidades tradicionales que suponen un
aumento del 70 por ciento con respecto a los que tenemos ahora. No sabemos si sus
miembros y el Parlamento Europeo nos lo aprobarán, pero esta ha sido la apuesta de la
Comisión Europea para distinguir dentro de todas las prioridades posibles en la Unión
Europea las que tienen más justificación, más valor añadido, y la primera para nosotros
ha sido la educación.
En materia de tecnología de la información también esperamos realizar algunas aportaciones. Decía a Imma Tubella no hace mucho que nosotros presentaremos la primavera
del año que viene una propuesta sobre la contribución financiera de la Unión Europea,
sobre lo que puede hacer la Unión Europea para aumentar la presencia de las tecnologías
de la información y la comunicación en la educación, la cooperación entre universidades
abiertas y universidades tradicionales, y la movilidad educativa.
Esto es lo que esperamos hacer para el futuro. El futuro todavía no lo tenemos, pero
para la educación, como ha sido siempre, lo que continuará siendo importante, lo que
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seguirá compensando una vez más, son las personas. Quiero alentar a los estudiantes
de la UOC que entran este año, los que empiezan el curso este año y los profesores que
les acompañan a creer en lo que hacen, y a creer también que la Unión Europea, que no
puede sustituir los países y no puede aportar lo que ustedes tienen que aportar, puede
ayudar a hacer que la universidad en Europa contribuya más a la sociedad.
Muchas gracias.
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Xavier Prats Monné
Representante de la Dirección General para la Educación
en la Comisión Europea
Xavier Prats-Monné es el subdirector general de Educación de la Comisión Europea, el
brazo ejecutivo de la Unión Europea. Los principales ámbitos de actuación bajo su responsabilidad son la modernización de los sistemas educativos y de formación; las políticas
educativas de movilidad, incluyendo el programa Erasmus, y las relaciones internacionales
en el campo de la educación, la cultura y la juventud. Representa a la Comisión Europea
en el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIIT). Hasta 2010 ejerció de director
de Política de Empleo, y fue uno de los cinco miembros fundadores del Comité de
Evaluación de Impacto, adscrito a la Presidencia. Anteriormente fue director del Fondo
Social Europeo, jefe adjunto del Gabinete de la Vicepresidencia de la Comisión Europea de
Relaciones Internacionales, asesor del comisario de Política Regional y portavoz adjunto
con el presidente Jacques Delors.
Hizo los estudios primarios y secundarios en el Instituto Massimo de Roma (Italia). Es
licenciado en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid (España), en Economía
del Desarrollo por el Centro Internacional de Altos Estudios Agronómicos Mediterráneos
en Francia, y en Asuntos Europeos por el Colegio de Europa en Bélgica, donde obtuvo
el premio extraordinario en el curso 1981-1982 y trabajó como profesor ayudante. Es
español y habla inglés, francés, italiano, español y catalán.
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