arquitectura y literatura

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ARQUITECTURA Y LITERATURA
La Alhambra en el Romancero
IES Turaniana. Roquetas de Mar (Almería) España
FOTOGRAFÍA: Manuel Raya Hidalgo
“¿Qué castillos son aquellos? ¡Altos son y relucían!”
-”El Alhambra era, señor,
los otros los Alixares,
y la otra la Mezquita;
labrados a maravilla.
El moro que los labraba
cien doblas ganaba al día,
y el día que no los labra
otras tantas se perdía.”
EL ROMANCERO
L
os romances1 son breves composiciones épico-líricas que surgen de la fragmentación de
los antiguos cantares de gesta. La propia estructura métrica de los romances prueba su
estrecha relación
con los cantares de gesta medievales. Éstos, en su ultima etapa,
tendían al verso de16 sílabas dividido en dos hemistiquios de 8. Cada hemistiquio se recitaba
como un verso independiente, de tal manera que los impares pasaron a ser versos libres y los
pares, versos asonantados. El romance es, pues, una composición formada por una serie
indefinida de versos octosílabos que riman en asonante los pares y los impares quedan sueltos.
ESQUEMA MÉTRICO:
8-, 8a, 8-, 8a, 8-, 8a, 8-, 8a...
1La palabra romance en un principio servía para designar a la lengua vulgar frente al latín, acepción que
aún se mantiene en nuestros días. En los siglos XIII y XIV se aplica a textos literarios de diversa índole, pero
va limitándose progresivamente a las composiciones de carácter narrativo.
Los romances más antiguos que conocemos datan en su inmensa mayoría del siglo XV; sólo unos
pocos se remontan al siglo XIV. Sin embargo, muchas de las versiones que conservamos son del
siglo XVI, momento en que se llevan a la imprenta. Ésta empieza a difundirlos una vez que han
conquistado la estima no sólo del pueblo, sino también de las clases poderosas e intelectuales.
Se publicaron primero en forma de pliegos sueltos, de 8, 16 ó 32 páginas, sin encuadernar, que se
vendían por las calles a muy bajo precio, de modo que se facilitaba enormemente su difusión.
Estaban destinados a un público popular y poco exigente. Sin embargo, la primera recopilación de
auténtica importancia es el Cancionero de romances publicado por Martín Nucio en Amberes sin
fecha, pero que se supone de 1547-1548. Contiene más de 150 romances. A partir de 1580, la
impresión de romances viejos decae, aunque éstos prolongan su vida hasta nuestros días a
través de la tradición oral. Se produce el triunfo definitivo de lo que se ha dado en llamar
romancero nuevo.
Es habitual establecer una tajante división entre romances viejos y nuevos. Por lo común, se
consideran viejos aquellos romances de autor colectivo que se suponen creados durante la Edad
Media y sometidos a un proceso de variaciones debido a su transmisión oral hasta su fijación por
escrito a finales del siglo XV y sobre todo en el XVI. Los llamados nuevos son, por el contrario,
obra de un poeta individual (Cervantes, Góngora, Quevedo, Lope de Vega...) que imita a los
antiguos; están compuestos ya en la Edad Moderna. Son, por tanto, composiciones de carácter
culto; su versión definitiva la fija, por escrito, el propio autor y se transmiten ajenas a la tradición
oral, por lo que no caben múltiples variantes, como ocurre con el romancero viejo.
ROMANCERO VIEJO
ROMANCERO NUEVO
Popular-tradicional
Culto
Anónimo
de autor conocido
Métrica irregular
Métrica regular
Atendiendo a los temas que tratan, los romances se clasifican en:
Histórico-nacionales: proceden de los antiguos cantares de gesta castellanos y
exaltan a sus héroes (Don Rodrigo, el último rey visigodo; el conde Fernán
González, artífice de la independencia de Castilla del reino de León; el Cid...).
Carolingios: centrados en la figura de Carlomagno y los personajes y sucesos con
él relacionados.
Bretones: inspirados en la leyenda del rey Arturo y los caballeros de la Tabla
Redonda.
Novelescos y líricos: creados por la imaginación popular.
Fronterizos y moriscos : relatan episodios bélicos que tienen lugar en la frontera
entre los reinos moros y cristianos en los siglos XIV y XV.
Sobre estos últimos trataremos en las siguientes páginas por cuanto la Alhambra aparece
en ellos.
ROMANCES FRONTERIZOS Y MORISCOS
La principal característica de estos romances es la de ser fundamentalmente históricos.
En su mayoría fueron compuestos durante la última etapa de la Reconquista en la frontera
de los reinos moros -de ahí su nombre-, con preferencia el de Granada, al compás de los
mismos hechos que se refieren y de los que (pese al artificio de que suelen revestirse, a
su lujo descriptivo, a la ampliación novelesca y a su profundo lirismo) constituyen una
auténtica información; así se continuaba la tradición medieval de hacer servir los relatos
poéticos para contar al pueblo los sucesos que interesaban a toda la colectividad. El tema
principal de estos romances son episodios de guerra.
Un aspecto de particular interés nos ofrecen, entre los fronterizos, los romances moriscos;
aunque compuestos del lado del vencedor, es curioso advertir cómo, casi desde el
comienzo, junto a los héroes cristianos aparecen también los héroes musulmanes que
son tratados con manifiestos sentimientos de consideración y hasta de simpatía.
Explicando estos sentimientos que ha calificado de maurofilia, escribe Menéndez Pidal:
“Cuando la superioridad de los cristianos se hizo indisputable, cuando quedó sobre el
suelo de la Península el reino de Granada como vasallo tributario de Castilla, sin
representar ninguna importante amenaza, cesó el afán de la reconquista durante los
siglos XIV y XV; y los castellanos, lejos de sentir repulsión hacia los pocos musulmanes
refugiados en su último reducto de Granada, se sintieron atraídos hacia aquella exótica
civilización, aquel lujo oriental en el vestuario, aquella espléndida ornamentación de los
edificios, aquella extraña manera de vida”.
ROMANCE DE ABÉNAMAR Y EL REY DON JUAN
(Anónimo, siglo XVI)
La aportación de los romances fronterizos a la memoria de los palacios nazaríes está en
unos versos de este romance en los que, por primera vez en la tradición literaria en
lengua española, se nos describe la Alhambra.
Basado en un hecho histórico: el 27 de junio de 1431, en compañía del príncipe Yusuf
Abenalmao, el futuro Yusuf IV, Juan II acampó en Sierra Elvira, muy cerca de Granada, y
a los pocos días tuvo lugar la batalla de la Higueruela. Yusuf había pedido ayuda al rey
castellano para alzarse con el trono de la Alhambra. Y la alianza dio sus frutos: al año
siguiente accedió al trono del reino de Granada. Este príncipe Yusuf enemigo de
Muhammad IX el Zurdo posiblemente sea el Abenámar del romance.
La novedad estética de este romance reside en las galanterías que el rey, seducido por la
belleza de la ciudad, despliega para conquistarla. Según Menéndez Pidal, este romance
tiene evidente inspiración morisca. Los poetas árabes llaman frecuentemente “esposo” de
una región al señor de ella, y de aquí el romance tomó su imagen de la ciudad vista como
una novia a cuya mano aspira el sitiador. Esta imagen no se halla en ninguna literatura
medieval sino en la castellana.
“¡Abenámar, Abenámar,
el día que tú naciste
moro de la morería,
grandes señales había!
Estaba la mar en calma,
la luna estaba crecida:
moro que en tal signo nace,
Allí le responde el moro,
no debe decir mentira”.
bien oiréis lo que decía:
-”No te la diré señor, aunque me cueste la vida,
porque soy hijo de un moro
y una cristiana cautiva;
siendo yo niño y muchacho
mi madre me lo decía:
que mentira no dijese,
que era grande villanía:
por tanto, pregunta, rey,
que la verdad te diría”.
-”Yo te agradezco, Abenámar,
aquesta tu cortesía.
¿Qué castillos son aquellos? ¡Altos son y relucían!”
-”El Alhambra era, señor,
los otros los Alixares,
y la otra la Mezquita;
labrados a maravilla.
El moro que los labraba
cien doblas ganaba al día,
y el día que no los labra
otras tantas se perdía.
El otro es Generalife,
huerta que par no tenía;
el otro Torres Bermejas,
castillo de gran valía”.
Allí habló el rey Don Juan,
bien oiréis lo que decía:
-”Si tú quisieses, Granada,
contigo me casaría;
daréte en arras y dote
a Córdoba y a Sevilla”.
-”Casada soy, rey Don Juan,
el moro que a mí me tiene,
casada soy, que no viuda;
muy grande bien me quería.
ROMANCE DEL REY CHICO QUE PERDIÓ A GRANADA
(Anónimo, siglo XVI)
Este romance recoge la leyenda conocida como Suspiro del moro, nacida pocos años
después de la conquista de Granada y en él se aprecia uno de los rasgos estéticos más
sobresalientes de este género, la hábil combinación del diálogo con elementos líricos y
narrativos.
El año de cuatrocientos
que noventa y dos corría,
el Rey Chico de Granada
Salióse de la ciudad
perdió el reino que tenía.
un lunes a medio día,
cercado de caballeros
la flor de la morería.
Su madre lleva consigo
Por ese Genil abajo
que le tiene compañía.
que el Rey Chico se salía,
los estribos se han mojado
que eran de gran valía.
Por mostrar más su dolor
que en el corazón tenía,
y aquesa áspera Alpujarra
era su jornada y vía;
desde una cuesta muy alta
Granada se parecía;
volvió a mirar a Granada,
desta manera decía:
-¡Oh Granada la famosa,
mi consuelo y alegría!,
¡oh mi alto Albaicín
y mi rica Alcaicería!,
¡oh mi Alhambra y Alijares
y mezquita de valía!,
¡mis baños, huertas y ríos,
donde holgar me solía!;
¿quién os ha de mí apartado
Ahora te estoy mirando
mas presto no te veré
que jamás yo os vería?
desde lejos, ciudad mía;
pues ya de ti me partía.
¡Oh rueda de la fortuna,
loco es quien en ti fía,
que ayer era rey famoso
y hoy no tengo cosa mía!
Siempre el triste corazón
lloraba su cobardía,
y estas palabras diciendo
de desmayo se caía.
Iba su madre delante
viendo la gente parada
y la causa preguntaba
con otra caballería;
la reina se detenía,
porque ella no lo sabía.
Respondióle un moro viejo
con honesta cortesía:
-Tu hijo mira a Granada
y la pena le afligía.
Respondido había la madre,
-Bien es que como mujer
el que como caballero
desta manera decía:
llore con grande agonía
su estado no defendía.
ROMANCE DEDICADO A GRANADA
(Luis de Góngora y Argote. Córdoba, 1561-1627)
Góngora es uno de los grandes poetas del Barroco español. Estuvo en Granada en 1585
y, durante su estancia, escribió este romance descriptivo de la ciudad del que ofrecemos
los fragmentos relacionados con la Alhambra y el Generalife.
Ilustre Ciudad famosa,
infiel un tiempo, madre
de Zegríes y Gomeles,
de Muzas y Reduanes,
a quien dos famosos ríos,
con sus húmidos caudales,
el uno baña los muros
y el otro purga las calles;
Ciudad, a pesar del tiempo,
tan populosa y tan grande,
que de tus rüinas solas
se honraran otras ciudades;
(...)
y a ver de la fuerte Alhambra
los edificios reales
en dos cuartos divididos,
de Leones y Comares,
do están las salas manchadas
de la mal vertida sangre
de los no menos valientes
que gallardos Bencerrajes
(...)
y a ver sus hermosas fuentes
y sus profundos estanques,
que los veranos son leche
y los inviernos cristales;
(...)
y a ver sus secretos baños,
do las aguas se reparten
a las sostenidas pilas
de alabastro en pedestales;
do con sus damas la Reina,
bañándose algunas tardes,
competían en blancura
las espumas con sus carnes;
(...)
y a ver tu Generalife,
aquel retrato admirable
del terreno deleitoso
de nuestros primeros padres,
do el ingenio de los hombres,
de murtas y de arrayanes
ha hecho a Naturaleza
dos mil vistosos ultrajes,
(...)
y a ver los cármenes frescos
que al Darro cenefa hacen
de aguas, plantas y edificios,
formando un lienzo de Flandes,
(...)
En tu seno ya me tienes
con un deseo insaciable
de que alimenten mis ojos
tus muchas curiosidades,
dignas de que por gozallas,
no solo se desamparen
las comarcanas del Betis,
mas las riberas del Ganges,
y que se pasen por verlas,
no sólo dudosos mares,
mas las nieves de la Scythia,
de Libia los arenales;
pues eres, Granada ilustre,
Granada de personajes,
Granada de serafines,
Granada de antigüedades,
y al fin la mayor de cuantas
hoy con el tiempo combaten,
y que mira en cuanto alumbra
el rubio amador de Dafnes.
ROMANCE DE XARIFA
Fragmento de La envidia de la nobleza
(Lope de Vega. Madrid, 1562-1635)
Lope de Vega, el más importante de los autores de la comedia española del siglo XVII
visitó Granada varias veces: tal vez en 1598, en 1602 y en 1603.
En las torres de la Alhambra
que a Sierra Nevada miran,
melancólica y llorosa
está mirando Xarifa
si su amado Bencerraje
viene a verla, o se le olvida;
porque es propio de quien ama
temer cualquier desdicha.
El son de las verdes hojas
y de las fuentes la risa
tiene por voces humanas
y en sus engaños suspira.
Ya la coronada noche,
de sí misma fugitiva,
por la mitad de los cielos
iba entre sombras dormida,
cuando sintió por el campo
que el Bencerraje venía;
porque el bien llega más presto
al alma que no a la vida.
ROMANCE DE LOS AMORES DE MUZA
Fragmento de Los amores de Muza
(Lope de Vega. Madrid, 1562-1635)
La calle de los Gomeles
deja atrás y el alameda,
y en una yegua alheñada
furioso cruza la vega:
y en llegando un claro arroyo,
vuelve airado la cabeza,
y a la inexpugnable Alhambra
dice Muza con soberbia:
-¡Levantadas fuertes torres,
que al cielo con vuestra alteza
la tierra comunicáis,
y espantáis acá en la tierra!
¡Vanos muros y mezquitas,
famosas Torres Bermejas,
relumbrador chapitel,
donde el sol se para y llega!
No penséis que en ese estado
en que os veis, y esa grandeza,
mucho os dejará durar
el cielo con su inclemencia,
que su rigor os pondrá
en tan miserable vuelta,
que aun apenas las señales
de lo que fuisteis se vean.
Pero quédaos un consuelo
que a mí, triste, no me queda,
que es el verme a mí caído
de otra más sublime alteza
Y no me derribó el tiempo,
sino sólo la dureza.
BIBLIOGRAFÍA
Ramón Menéndez Pidal, Flor nueva de romances viejos, EspasaCalpe, Madrid, 1979.
Varios, Memoria poética de la Alhambra (Edición de José Carlos
Rosales), Vandalia-Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2011.
Juan Luis Alborg, Historia de la literatura española. I. Edad Media y
Renacimiento, Gredos, Madrid, 1986.
Felipe B. Pedraza – Milagros Rodríguez Cáceres, Manual de literatura
española. I. Edad Media, Cénlit, Pamplona, 2007.
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