PODER JUDICIAL DE LA NACION CAMARA NACIONAL DE APELACIONES EN LO CIVIL- SALA F "SILVA BÁEZ, DIEGO ALBERTO C/ CUATRO CABEZAS S.A. Y OTRO S/ DAÑOS Y PERJUICIOS" - EXPTE. 10.156/2006 SENTENCIA L. 490.445 En Buenos Aires, Capital de la República Argentina, a los 21 días del mes noviembre de dos mil siete, reunidos en Acuerdo los Señores Jueces de la Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala F, para conocer en los autos del epígrafe, respecto de las cuestiones sometidas a su decisión a fin de determinar si es arreglada a derecho la sentencia apelada. Practicado el sorteo correspondiente, resultó el siguiente orden de votación: ZANNONI - GALMARINI - POSSE SAGUIER.A la cuestión propuesta el DOCTOR ZANNONI, dijo: 1. Diego Alberto Silva Báez demandó a Cuatro Cabezas S.A. y a Artear S.A. LS 85 TV Canal 13 (rectius: Arte Radiotelevisivo Argentino S.A.)), reclamando el resarcimiento del daño moral que dijo habérsele causado en ocasión de la emisión programa "Caiga quien Caiga" (C.Q.C.), en agosto de 2005.Explicó el actor que se desempeña como personal de seguridad del Congreso de la Nación. Relató que aproximadamente el 16 de agosto de 2005 -como puede observarse en el video que acompañó como prueba documental- un periodista o "notero" que trabajaba para el programa televisivo había reunido en las inmediaciones del Congreso de la Nación a una cierta cantidad de personas que reclamaba a los legisladores que diesen a conocer sus declaraciones juradas de ingresos patrimoniales o bien que explicaran las razones de su falta de presentación. Llegados a la puerta de acceso de Avenida Rivadavia, el cronista quiso entrar al recinto, lo cual le fue impedido, dice el actor, por una cuestión de orden. Él fue uno de los empleados de seguridad que, en la ocasión, no permitió el avance del periodista y, consecuentemente, las demás personas que se habían congregado allí para ingresar a fin de dejar la petición escrita por mesa de entradas y cerró las puertas de acceso. Al emitirse las secuencias del hecho, al rostro del actor fue desfigurado por un instante mediante la sobreimpresión de una caricatura. El actor sostiene que, de ese modo se lo ridiculizó sin derecho alguno y se afectó su identidad y honor. La codemandada Cuatro Cabezas S.A. entiende, en cambio, que la negativa del personal de seguridad del Congreso a que los ciudadanos ingresasen a él para presentar la petición, por recalcitrante e injustificada, tuvo una salida humorística que para nada puede asimilarse a un hecho ilícito.2. La sentencia dictada a fs. 150/160 rechaza la demanda. El Señor juez a quo relata las secuencias del video en el Considerando 5 del pronunciamiento. Señala, en síntesis, que resulta evidente que el programa no () pretendía transmitir una burla hacia el actor sino informar sobre la situación que allí estaba aconteciendo, utilizando un recurso humorístico, para emitir una opinión crítica respecto del accionar obstructivo del personal de seguridad. Concluye destacando que "la crítica que subyace en la edición de la cara del personaje sobre el rostro del actor, en el cuestionado programa de "Caiga quien Caiga" no alcanza, a mi entender, a lesionar alguno de los derechos personalísimos mencionados por aquél en una medida que supere la tolerancia que es dable de una persona que se desempeña en un área pública.3. Apelada la sentencia por el actor perdidoso, éste presentó su memorial a fs. 172/173, que fue contestado por ambos codemandados. Arte Televisivo Argentino S.A. lo hizo a fs. 175/178, y Cuatro Cabezas S.A. a fs. 180/184.4. Comienzo por señalar que el recurso de Silva Báez contiene críticas al fallo que desenfocan la cuestión en análisis, esto es la lesión a su identidad y honor en los términos que planteó en su demanda. Me explico: controvertir si se impidió o no ingresar a los ciudadanos al Congreso, es cuestión que no interesa aquí. He visto el video acompañado como prueba documental y es incontestable que así lo fue, y de algún modo el propio recurrente lo admite al afirmar que "en la entrada de Avenida Rivadavia era imposible recibir a toda la gran cantidad de personas que estaban efectuando la petición".Como digo, esta no es la cuestión. De hecho, las imágenes muestran al actor junto a otro agente de seguridad, en el momento que cerraban la puerta de acceso para impedir el ingreso, lo que provocó la requisitoria del periodista que conducía a los presentes. Es en ese instante que se produce la sobreimpresión caricaturesca en el rostro del actor que estaba siendo increpado en el momento por su actitud.5. Lo trascendente, a mi juicio, es que la cuestión traída a decisión no involucra la doctrina que ha elaborado la Corte Suprema de Justicia de la Nación a partir de los casos de "Campillay" (Fallos, 308:789) y "Costa" (LL, 1987-B-267), y la recepción de la doctrina de la real malice elaborada por la Corte de los EE.U.U. de Norteamérica, a partir del precedente de "New York Times vs. Sullivan" referida a las noticias falsas o erróneas en el contexto de la libertad constitucional de prensa.Lo que constituye el meollo del caso en análisis es la sátira como género o forma de expresión periodística. Ha destacado el doctor Eduardo Martínez Álvarez en un precedente reciente de la Sala D de este Tribunal (autos: "Bussi, Roberto c./ Pergolini, Mario y otros s./ Daños y Perjuicios" del 7/3/2005) que la burla, el humor, la caricaturización de personajes, forman parte de la vida diaria. Tanto el ciudadano común, cuanto el hombre público (el político, el juez, el deportista, el artista) están acostumbrados a las bromas y hasta la ridiculización de los actos y las costumbres de los personajes públicos. Si el humor trajera aparejada indemnizaciones a favor de quienes se sientan ofendidos por este tipo de sátiras, nuestros tribunales se verían inundados de reclamos por daño moral con consecuencias inusitadas. Es que la expresión satírica utiliza el humor o lo grotesco para manifestar una crítica, para expresar un juicio de valor (ver voto del doctor Antonio Boggiano en el fallo de la CSJN in re: "Cancela, Omar c/ Artear S.A. y otros s/ Daños y Perjuicios, del 29/9/98, LL, 1998-E-575).En el caso de autos, la brevísima sobreexposición caricaturesca sobre la imagen del actor en el programa "Caiga quien caiga" fue realizada en el contexto de un programa televisivo de humor que es, a la vez, de crítica política y social. Por el alcance y el efecto que se pretendió otorgársele, no se advierte animus injuriandi alguno en contra de él con expresiones desdorosas o agraviantes sino destacar, de algún modo, una situación grotesca. En el mismo precedente citado de la Sala D, se pone de relieve que "...el humor, el chiste, constituyen una de las facultades más propiamente humanas y son indicativas de la complejidad del alma y sus posibilidades de afirmar negando, o viceversa..." y constituyen, por eso, "una de las más elevadas formas de expresión espiritual...".Bien se ha dicho que "la sátira sirve de válvula de escape, de catalizador del espíritu crítico inherente al ser humano" [...] "Así como en su momento la imagen dibujada era más transgresora que la palabra escrita, hoy la imagen en movimiento que ofrece el medio televisivo [...] parece acomodarse mejor a la necesidad de impacto que tiene el género satírico" (Capdevila, Jaume, Acerca de la sátira. Del papel a la pantalla, en "Kapdigital blog.com/2006").Cito otro precedente de la Corte: el que dio lugar al fallo dictado en autos "Servini de Cubría, María R., s./ Amparo" de 1992 (ED, 149-245). En este pronunciamiento, el voto de los jueces Nazareno, Moliné O´Connor y Cavagna Martínez destacó que la garantía constitucional de expresar ideas por la prensa sin censura previa (arts. 14 y 32 de la Constitución Nacional) también tutela las manifestaciones vertidas en programas de corte humorístico; así, desde Aristófanes -y quizás antes- la sátira social y política ha sido un elemento sustantivo del elemento cultural al que suele denominarse "occidente". Nuestro país no exceptúa a esta regla, según dan cuenta -entre otras- las variadas manifestaciones gráficas que, en el siglo pasado y en el presente, cultivaron el género del humorismo político caricaturesco.6. Por estas consideraciones y las que hace el Señor Juez a quo que no han merecido crítica idónea por parte del recurrente, voto por confirmar lo resuelto. Si así se resuelve, las costas de esta instancia deben quedar también a cargo del actor (art. 68 del CPCC).Por análogas razones a las aducidas por el vocal preopinante, los DOCTORES GALMARINI y POSSE SAGUIER votaron en el mismo sentido a la cuestión propuesta. Con lo que terminó el acto.//nos Aires, noviembre de 2007.Y VISTOS: Por lo que resulta de la votación que instruye el Acuerdo que antecede, se confirma la sentencia apelada. Las costas de esta instancia deberán quedar también a cargo del actor (art. 68 del CPCC). Los honorarios profesionales serán regulados una vez definidos los de la instancia anterior. Notifíquese y devuélvase.//Fdo.: Eduardo A. Zannoni - José Luis Galmarini - Fernando Posse Saguier