BMC y danza contemporánea

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BMC y danza – Artículo publicado por Inés Vocos, bailarina y terapeuta
corporal formada en Body Mind Centering, EEUU.
En los años sesenta Bonnie Bainbridge Cohen, terapeuta ocupacional y
bailarina, inició junto a un grupo de bailarines en EEUU, una investigación
sobre la conexión entre el cuerpo, la mente y el movimiento. Cohen integró
varios campos como el neurodesarrollo, la danza terapia, la notación del
movimiento (Laban - Bartenieff) el aikido, la anatomía de la medicina occidental
y la sabiduría milenaria de la medicina oriental y otras terapias corporales.
Mediante exploraciones sobre cada sistema fisiológico del cuerpo: respiratorio,
circulatorio, digestivo, nervioso, etc. Cohen y sus colaboradores encontraron
relaciones con las distintas cualidades mentales que iban surgiendo.
Descubrieron principios de la organización del funcionamiento del cuerpo que
se plasmaron en un método para el movimiento y una nueva mirada sobre lo
terapéutico. En 1973 se estableció la escuela del centramiento del cuerpomente, Body Mind Centering (BMC). El propósito de Cohen fue llevar los
principios físicos a la cultura para que sean accesibles a todos.
Según Cohen la experiencia sucede primero en la célula (unidad mínima básica
de vida), luego el sistema nervioso recibe y coordina la comunicación entre las
células. Esta comunicación es química y sucede principalmente a través de
fluidos. Como todo en la naturaleza el sistema nervioso está diseñado para
funcionar con patrones y entre ellos están los patrones neurológicos básicos.
Ellos repiten en la historia de una persona la secuencia de la evolución de las
especies. Cada patrón nos permite relacionarnos con nosotros mismos, con los
demás y con el espacio de una manera particular. Existen innumerables
patrones pero no están accesibles a la conciencia hasta que los hacemos. Si el
cuerpo es el instrumento a través del cual la mente se expresa, cuantos más
caminos neurológicos se abran más fácil será expresar lo multifacético del ser y
cuánta más integración haya, más amplias y profundas van a ser las
posibilidades de expresión y comprensión.
BMC Y DANZA
El aporte que realiza BMC a la danza y particularmente al contact
improvisación (ver recuadro) es que trabajando con los patrones neurológicos
básicos un bailarín de contact improvisación tiene la oportunidad de enriquecer
su repertorio de movimiento, encontrar base de sustentación propia y sentido
de bienestar, sentirse como parte integrante de un grupo y encontrar múltiples
maneras de interactuar con los demás en el espacio. Los Patrones
neurológicos básicos involucran el uso de nuestros sentidos exterocepticos e
interoceptivos, nuestros reflejos, reacciones de enderezamiento, respuestas de
equilibrio. Trabajando con el resto de los sistemas fisiológicos se puede
acceder a tener soporte interno y distintas calidades de expresión. Cada uno de
los sistemas provee diferentes calidades psicofísicas que enriquecen la danza:
- Huesos: organización, claridad, alineación, articulación con intención espacial,
movimiento sin esfuerzo. Forma.
- Órganos: soporte interno, sensación de volumen, calidad de lo lleno, fluidez,
redondez, presencia escénica sentida, conexión con las emociones.
- Músculos: potencia y despliegue de poder.
- Fluidos: diferentes calidades, lo aéreo, lo terrestre, lo celular y las
transiciones.
- Ligamentos: especificidad, detalle.
Además: "el resultado de integrar BMC con el contact improvisación es que se
puede alcanzar más rápidamente niveles avanzados de habilidad motriz; y es
menos propensa a lastimarse.", dice Annie Brook.
El trabajo nos permite desarrollar cualidades que los sistemas encarnan y
desarrollar la sensopercepción, sentir las emociones e integrar estas dos
capacidades en la acción. He observado que cuando la danza se centra en la
experiencia sensoperceptiva la tendencia es a ralentar el movimiento y a
mantener el foco hacia adentro. Al incorporar los órganos , los fluidos, los
reflejos y el sistema nervioso, podemos aprender a regular el foco, y encontrar
otras dinámicas. La exploración de estos sistemas funcionan como disparador
del encuentro con uno mismo y con los demás.
Con Steve Paxton nació en EEUU una nueva forma de danza
llamada contact improvisación. Conjugó principios de las artes
marciales japonesas como caer, rolar, habilidades de pareja, ir
de la extrema quietud al máximo de movimiento, con la
improvisación. La danza creció con el aporte de bailarinas que
la nutrieron de técnicas del Release, imaginería anatómica,
contemplación y fluidez del movimiento, otorgándole suavidad.
Tejieron un movimiento social y artístico único en la danza
moderna. Mientras la mayoría de los movimientos políticos y
sociales de los 60 se diluyeron, en el contact improvisación
continuó expresando valores humanistas e igualitarios de la
época.
En 1975 Nancy Stark y Lisa Nelson , bailarinas de contact
improvisación, fundaron la revista Contact Quarterly como un
foro del movimiento. La publicación fue la voz del grupo de
bailarines que exploraba la unidad del arte y la ciencia, el
cuerpo y el movimiento y la relación entre el movimiento y el
pensamiento a través del contact improvisación.
Entre 1980 y 1992 Bonnie Bainbridge Cohen, Nancy Stark
Smith y Lisa Nelson colaboraron estrechamente para publicar
los resultados de las exploraciones de Cohen. Ellas dicen que
"BMC provee un marco para el estudio de la complejidad de lo
viviente, del cuerpo en movimiento, de todos los aspectos de
la vida... Es un viaje seminal, hacia la mente del cuerpo, hacia
la inteligencia de cada célula, de cada sistema...Es una fuente
rica en recursos para nuevas experiencias de
movimiento...BMC Constituye un discurso vital entre las artes
del movimiento y la ciencia." Lisa Nelson.
Un caso de Parkinson juvenil
Escribe Silvia Mamana
“El cuerpo es el territorio –vivo y cambiante. El explorador es la mente –
nuestros pensamientos, sentimientos, alma y espíritu. Los mapas son las
interpretaciones o traducciones de la experiencia percibida y compartida
por otros. Somos, a la vez, el objeto de estudio, el estudiante y el maestro.”
Bonnie Bainbridge Cohen
A pesar de que no me especializo en el trabajo con discapacitados
motores, la posibilidad de trabajar con algún caso específico resulta una
oportunidad invalorable para profundizar en el estudio de la relación del
cerebro con el cuerpo. Cada caso es un desafío especial donde, además
de analizar las características de cada enfermedad, es necesario
comprender las circunstancias de cada individuo para encontrar el abordaje
adecuado.
A la manera de Moshe Feldenkrais, prefiero llamar alumnos y no pacientes
a las personas con quienes trabajo, ya que me considero una facilitadora
de procesos de aprendizaje y no una terapeuta que produce
transformaciones o cambios en el estado de salud o enfermedad del
mismo.
El primer compromiso de un facilitador es el de observar y escuchar, no
sólo con los ojos y los oídos, sino fundamentalmente con las manos para, a
través del contacto (touch), comprender sin preconceptos los procesos que
se manifiestan en el cuerpo del alumno. Esto requiere un nivel de
compromiso y presencia que permita dejar de lado nuestra experiencia
previa sobre lo que es bueno o malo para permitirle al individuo resolver
sus dificultades de la manera más efectiva.
El contacto es un arma muy poderosa para producir transformaciones en la
unidad cuerpo-mente. Es particularmente efectivo cuando existe una
comunicación fluida entre el alumno y el facilitador. Esta fluidez no siempre
es posible, por diversas razones: por estar trabajando con un bebé, que es
incapaz de comunicarse verbalmente, o con una persona cuyas funciones
cognitivas hayan sido afectadas, o simplemente con alguien que no desee
(o no pueda) comprometerse con su proceso de cambio más allá del
“dejarse hacer”, sin colaborar activamente.
Es en estos casos donde se hace necesario agudizar la escucha para
poder comprender los procesos que se van desarrollando, las intenciones
del cuerpo del alumno, sus deseos y sus necesidades. En estos casos, el
conocimiento de la fisiología y la anatomía del cuerpo humano brindan la
seguridad para poder “abrirse” a la intuición y confiar en ella como guía.
Bonnie Bainbridge Cohen habla de abordar cada caso con “mente de
principiante”: enfrentar cada sesión de trabajo sabiendo en líneas
generales qué hacer, pero siempre totalmente abiertos al “como” vamos a
hacerlo, dialogando con el cuerpo del otro, sin dogmas, sin insistir en
aplicar una técnica cuando no vemos resultados, y sin dejar que las ideas
preconcebidas nos impidan ver lo que realmente está ocurriendo.
En Body-Mind Centering se parte del concepto que las células del cuerpo
realizan la primer experiencia de movimiento, que es registrada y guardada
por el sistema nervioso en forma de patrones. Siguiendo esta idea, las
dificultades en el movimiento pueden producirse:
• Por una restricción en las células del cuerpo. Si no existe experiencia de
movimiento, el sistema nervioso no es capaz de registrar, guardar y
posteriormente repetir el movimiento.
• Por una restricción en las células nerviosas que impida que el movimiento
quede registrado.
• Por una dificultad en la comunicación entre las células nerviosas y las
células del cuerpo encargadas de ejecutar el movimiento.
Cohen da las siguientes pautas de trabajo para el aprendizaje y
reorganización de los patrones de movimiento a través del sistema
nervioso:
• Liberar restricciones en todos los tejidos del cuerpo, de manera que las
células locales puedan moverse y funcionar libremente.
• Proveer nuevas experiencias de movimiento que sean fáciles de ejecutar
para obtener experiencias inéditas a nivel celular.
• Liberar bloqueos en el sistema nervioso para que los nervios puedan
automáticamente registrar, guardar y reproducir esas experiencias.
• Inhibir los patrones de movimiento ineficientes que se hayan convertido
en habituales para dar lugar a nuevos patrones que sean eficientes.
• Facilitar la aparición de patrones evolutivos que estén guardados como
potencial en las células y en el sistema nervioso. (Cohen, 1993).
Esto puede realizarse a través de la sutileza de la conexión y el contacto
con los distintos sistemas corporales del individuo: órganos, fluidos,
huesos, etc., (1), y de la observación de los patrones evolutivos (2) que no
estén integrados (o lo estén deficientemente), sustentándolos con patrones
más tempranos hasta encontrar su total integración. El trabajo con las
piezas básicas que componen el movimiento (reflejos, reacciones de enderezamiento y respuestas de equilibrio) resulta también de gran utilidad para
comprender de qué forma podemos ayudar al alumno a reforzar nuevos
patrones motores que reemplacen a aquellos habituales que son
ineficientes.
Mi experiencia con Patricia
Hace seis meses tuve la oportunidad de conocer a Patricia, con la que
comparto una de las experiencias más ricas que he tenido en mi trabajo
como facilitadora. Después de años de incertidumbre, Patricia fue
diagnosticada con Parkinson juvenil (ver aparte).
El Parkinson es considerado como una de las enfermedades de “trastornos
del movimiento” o de “movimientos anormales” que, según la bibliografía
médica, son causadas generalmente por problemas a nivel de los ganglios
basales del telencéfalo, (3) Se caracteriza por temblor, rigidez, pobreza y
lentitud en los movimientos automáticos y pérdida de reflejos posturales.
Se asociaba, en algunos casos, el comienzo de esta enfermedad con el
proceso de deterioro del sistema nervioso que produce la vejez, pero en la
actualidad ha aumentado significativamente la aparición de la misma en
personas jóvenes. A pesar de los avances de la investigación en este
campo, sobre todo a nivel del tratamiento de los síntomas, su origen aún se
desconoce.
En mi primer encuentro con Patricia me impactó la imagen de una mujer
joven y vital caminando con dos bastones. Sus dedos no apoyaban en el
piso al caminar, era notable la rigidez en su pelvis y sus rodillas, y la falta
de movimiento en los brazos para acompañar la marcha.
El diálogo fluido entre las dos se estableció desde el primer momento, no
sólo en el plano verbal sino también (y esto fue lo más importante) en el
plano corporal. El compromiso de Patricia con el trabajo y la comprensión
que tiene de su enfermedad hicieron que me pudiera abrir al trabajo con
“mente de principiante”, transitando junto a ella el proceso de reaprendizaje de aquellos patrones bloqueados o inhibidos por el Parkinson.
Encontramos juntas vías alternativas para suplir la falta de conducción
nerviosa hacia sus músculos trabajando desde los huesos, los órganos, las
articulaciones, los fluidos de su cuerpo. Transitamos por la vivencia de los
patrones neurológicos más primarios en distintas relaciones con la
gravedad, con la ayuda de balones de diferentes dimensiones para
reorganizar el movimiento y estabilizar la postura. Las respuestas
comenzaron a verse en un mejor apoyo de los pies al caminar, en una
disminución de la rigidez de las rodillas y en la movilidad de la pelvis
durante la marcha.
Estamos en un punto del proceso de aprendizaje donde su cuerpo todavía
presenta para mí enigmas y problemas a resolver, pero sé que estamos
transitando juntas un camino de descubrimientos cotidianos donde todavía
tenemos mucho por aprender, o re-aprender.
Una reflexión final
Escribiendo esta nota para Kiné, me puse a pensar en todas aquellas
condiciones que no son consideradas una “discapacidad”, pero que en
mayor o menor medida incapacitan a una persona para realizar lo que
antes hacían con facilidad. No me refiero solamente a las enfermedades de
trastornos del movimiento (como el Parkinson), sino también a las más
“cotidianas”, pero no por ello menos perjudiciales para la movilidad del
cuerpo como la artrosis, la artritis o la fibromialgia, que se agravan con el
stress, las condiciones ambientales y el ritmo de vida a los que el siglo XXI
nos somete cotidianamente.
En todos los casos, creo que lo que puede realmente hacer una diferencia
en cuanto a la calidad de vida es que no perdamos la capacidad de
aprendizaje. El cuerpo es un territorio lleno de experiencias que podemos
aprovechar, en la medida en que estemos dispuestos a seguir explorando.
Notas
1. Body-Mind Centering distingue 8 sistemas principales: huesos,
músculos, ligamentos, órganos, fluidos, sistema nervioso, sistema
endocrino, estructuras celulares y sub-celulares. Cada uno de ellos puede
abordarse a partir de un particular tipo de contacto (touch) desarrollado en
función de la vivencia y la posibilidad de iniciación del movimiento desde
cada uno de los sistemas.
2. Los patrones evolutivos o Patrones Neurológicos Básicos constituyen la
base sobre la cual se asienta la posibilidad de movimiento del cuerpo en el
espacio. Se desarrollan desde el momento de la concepción hasta que el
niño comienza a caminar, y pueden seguir perfeccionándose durante toda
la vida. Estos a su vez se organizan en base a la experiencia temprana de
los reflejos, las reacciones de enderezamiento y las respuestas de
equilibrio que, como los anteriores, son parte de la memoria genética de
cada individuo. Todos estos patrones son potenciales, y sólo se
manifiestan en la medida en que reciban el estímulo necesario para
desarrollarse. Por ejemplo, en un bebé que comienza a caminar sin haber
gateado, el patrón contralateral de gateo queda en la sombra.
3. Los ganglios basales son 5 pares de estructuras (núcleo caudado,
putamen, globo pálido, núcleo sub-talámico y substancia negra) que
intervienen en la programación y el planeamiento del movimiento, y en
algunos procesos cognitivos. Las enfermedades que afectan a los ganglios
basales producen trastornos motores relacionados básicamente con la
hipercinesia (movimientos excesivos o anormales) y la hipocinesia
(dificultad para iniciar el movimiento y disminución de los movimientos
espontáneos -acinesia- y lentitud de movimientos –bradicinesia-).•
Referencias
Bonnie Bainbridge Cohen, Sensing, Feeling and Action.
“Cellular and Nervous System Learning and Control.
“A Theory of Brain Patterning.
W. M. Allen, Cranial Osteopathy.
W. Ganong, Fisiología médica.
Molina-Arjona y otros, Trastornos del movimiento
La discapacidad que no se ve, que se siente
Escribe Patricia Frola
Cuando Silvia Mamana mi rehabilitadora me propuso que escribiera
sobre la discapacidad, me pregunté ¿cuál? La que se ve, o la oculta, la
que se siente, la de las pequeñas situaciones cotidianas que a lo largo
de los días van agregando frustración, angustia, desasosiego hasta que
con ayuda de profesionales idóneos en cada área, paciencia y
dedicación me fui aceptando en esta nueva forma de vivir. No sé lo que
será nacer con una discapacidad, o despertar un día luego de un
accidente, yo solo conozco lo que a mí a partir de los 34 años me
ocurrió. Eran tan sutiles los síntomas que durante mucho tiempo no los
comentaba con nadie, temía estar volviéndome loca. Trataba de
encontrar siempre una explicación lógica a lo inexplicable. ¿Cómo, si
sabía cocinar, si era tan sencillo picar perejil o revolver el Nesquik en la
taza de mi hijo, eso me iba a cansar, a punto tal de agotarse el
movimiento y tener que parar (...y estaré cansada, me decía), o estar
en la ducha y como soy mujer, pretender afeitarme levantando una
pierna y al apoyarla en el borde de la bañera para hacerlo sentir que
me caía, lo mismo que al cerrar los ojos para que no me entre el
champú, (¿estaré anémica que me mareo? ).Que extraño le resultaba a
mi esposo ver que había rallado las tapas de las ruedas del auto al
estacionar, o que le pedía desesperadamente que no viajara
esquivando en zig – zag a los otros autos. Era evidente que se había
instalado un problema en mi equilibrio. ¡Qué loco suena hoy todo esto!,
pero pensar que nada fue suficiente para que me hagan un diagnóstico
temprano. Al llegar a los 40 ya no podía caminar, había perdido
totalmente la coordinación, se me hacía muy pesado pensar que parte
del pie tenía que apoyar primero para poder continuar con la secuencia.
Es un esfuerzo ¡¡¡ tan grande!!! Caminar conscientemente, cuando esto
es automático. Angustia, desasosiego, sentir que me moría lentamente,
que me apagaba como una vela, que esas cosas que antes me
generaban placer como ir a buscar caminando a mis hijos al colegio
(vivo a solo una cuadra) ya no lo podía hacer pues, a pesar de mis dos
bastones, me transpiraba toda, me agotaba, con lo cual mi humor
cambiaba, aparecía la violencia,...Si había caminado hasta los 40 años
¿cómo ahora no sabía cómo hacerlo? A lo largo de los primeros años
de la enfermedad el temblor de mis manos y la rigidez de mi cuerpo me
limitaron mucho en mi vida profesional. Hoy sé que tengo Parkinson
Juvenil, y que si no tomo Levodopa cada cinco horas, soy como un auto
al que le falta nafta, no arranca. Mi limitación, como yo defino lo que me
ocurre hoy, radica en que si camino mucho me agoto por lo que aunque
parezca mentira, estoy sumamente atenta a como organizo mi día,
desde que me levanto, si voy hacia una parte del departamento trato de
llevar todo lo que necesito para no volver al cuarto anterior, si me baño
, tener tiempo para descansar antes de salir pues el agua caliente me
afloja mucho, o tomar poca agua pues el baño queda lejos de mi
escritorio, cosa que a veces no puedo evitar pues la medicación me da
mucha sed. Lo que rescato como muy importante a lo largo de estos
años es la ayuda que recibí de mis dos Neurólogos, mis terapeutas
físicos y mi Psicóloga que me acompañaron todo este tiempo
aprendiendo a no bajar los brazos hasta encontrar el alivio, la calma,
las ganas de vivir, de tener proyectos, de seguir adelante, con o sin
bastones, con o sin silla de rueda, sintiendo que soy yo, la misma de
siempre por más que al mirarme en las vidrieras me sea aún hoy difícil
aceptar que hay días que necesito de ellos para transitar por la vida.
Silvia Mamana es docente e investigadora. Somatic Movement Educator
y Body-Mind Centering Practitioner, formada en la School for Body-Mind
Centering, EEUU. Directora del CIEC, Centro de Investigación y Estudio de
Técnicas y Lenguajes Corporales de Buenos Aires.
Patricia Frola es médica dermatóloga. Está organizando un espacio de
movimiento y tango para parkinsonianos, en la Fundación Tango Argentino
Textos publicados en la edición Nº 48 de Kiné, la revista de lo corporal
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