TEMA PLANTEAMIENTO Manipulación de la información en el movimiento estudiantil de 1968

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TEMA
Manipulación de la información en el movimiento estudiantil de 1968
PLANTEAMIENTO
El movimiento estudiantil de 1968 sufrió la incomunicación y el desprestigio por la censura y la
corrupción de los medios masivos de comunicación (prensa, tv, radio).
OBJETIVO GENERAL
Analizar las distintas vertientes de la información que conllevaron a la confrontación y
discrepancia entre las posturas ideológicas inmersas en el conflicto, para determinar el actuar y el
efecto de los medios de comunicación en la población.
INTRODUCCIÓN
Los movimientos estudiantiles se han caracterizado por estar en contra de cualquier forma de
opresión, desigualdad e injusticia social llevando a cabo una gran variedad de demandas, pliegos
petitorios, manifiestos públicos, actos de apoyo o de repudio que alcanza el carácter de conflicto
social, aportando una solución idealista a la situación que se vive en el momento.
Estos movimientos son llevados acabo por la comunidad estudiantil y apoyados por las personas
que coinciden con la ideología que se tiene, muchos de ellas trabajadoras y que se identifican con
la clase estudiantil. El apoyo de organizaciones nacionales hacia estos movimientos es de gran
importancia, pues así se logra incidir en la vida política del país, aunque pocos sean los
movimientos que logran sus objetivos por la represión que sufren, debido a que con el apoyo de
estas organizaciones el movimiento toma fuerza popular y los objetivos se vuelven meramente
políticos dejando a un lado las demandas estudiantiles.
La crítica hacia estos movimientos de parte de los medios masivos de comunicación muchas veces
arbitraria y tratan de defender los intereses de los grupos de poder, buscando crear una imagen
que se tache de antinacionalista y distorsionando los verdaderos objetivos que se persiguen.
Esta manera de manejar la información es una forma para que se puedan reprimir estos
movimientos con aceptación de la población, es decir, justificar la represión.
LOS MOVIMIENTOS ESTUDIANTILES EN MÉXICO
Los movimientos estudiantiles en México han tenido gran relevancia en la vida política del país en
los últimos cuarenta años; para conocer más acerca de su trascendencia, es necesario un análisis
histórico.
Este sector por su peculiar sentido de clase, se ha caracterizado por su crítica a toda forma de
opresión, control y dominio por parte del Estado. Ha sido una lucha constante y directa con el
aparato gubernamental y sus políticas sociales. Empero, por su peculiar sentido cuestionador de la
realidad nacional, no ha podido trascender más allá de su ámbito de acción restringido sobre todo
a demandas de carácter doméstico, hacia la institución y la educación; en pocos movimientos se
ha logrado incidir en las estructuras del sistema de dominación económica y política.
Por esta sencilla razón se presenta aquí un panorama aunque esquemático, de algunos de los más
importantes y trascendentales movimientos de estudiantes y su incidencia hacia la vida política
nacional.
Hay pocos estudios realizados sobre una reconstrucción histórica de los movimientos
estudiantiles, los que existen, en su gran mayoría suelen ser descriptivos y anecdóticos. Por eso se
hace un seguimiento de los movimientos estudiantiles que hasta el día de hoy son considerados
como los más transcendentes en la vida política nacional.
El estudio de los movimientos estudiantiles en México ha sido divido por varios investigadores; De
la Garza, Ejea, Macías (1986), Carmona, Ramírez y otros, en tres etapas:

Movimientos estudiantiles de la oligarquía, hubo varios movimientos de este tipo donde
se caracterizaban por estar directamente vinculados con el alto clero y el control
propiamente de los intereses de la clase dominante patronal. Entre los más destacados se
encuentra en 1923 la huelga de la Escuela Nacional Preparatoria en oposición de la
secundaria, en 1925 en contra de la administración escolar, en 1929 contra los exámenes
parciales en la Escuela Nacional de Derecho, la represión fue la causa de que la
Universidad Nacional exigiera la Autonomía universitaria.

Movimientos estudiantiles estatales, donde el Estado mexicano es quien logra el control
de los grupos estudiantiles. En 1944 al deponer al rector Brito Foucher, se creó la ley
orgánica de la UNAM y se incluyó a la junta de gobierno. En 1948, el rector Zubirán
renunció a la protesta de la elevación de cuotas de 180 a 200 pesos; el movimiento
fracasó.

Movimientos estudiantiles no estatales. Estos son los que vamos a analizar de manera más
amplia. Es donde los movimientos pretenden romper con el control absoluto del Estado
hacia las escuelas por medio de diversos medios como los planes y programas de estudio,
el manejo y manipulación de los propios estudiantes a través de sus organizaciones
estudiantiles, el control de los órganos de decisión, el control de la planta docente como
aliados naturales de las autoridades, y sobre todo, el manejo presupuestal sin rendir
cuentas a nadie de la manera en que se gasta y en qué se invierte.
Los movimientos estudiantiles no estatales se dividen en tres fases; a) la fase de democratización
b) la fase de radicalización y c) la fase de reflujo.
En la primera fase que es la de democratización, existen varios indicadores en los que los
movimientos estudiantiles se deslindan de los organismos de control del Estado como El Frente
Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET) y la Confederación de Jóvenes Mexicanos (CJM), la fase
da inicio en 1956 en una huelga del Instituto Politécnico Nacional; sus demandas principales
fueron:
1. Aprobación de una nueva Ley Orgánica y la destitución del director.
2. Construcción de instalaciones y la provisión de materiales,
3) ampliación de becas.
El movimiento se amplió hacia otras escuelas como algunas Normales Rurales, la Escuela Nacional
de Maestros y la Escuela Normal Superior. Es en este punto donde estudiantes simpatizantes del
Partido Popular Socialista (PPS) y del Partido Comunista Mexicano (PCM), inician un proceso por
democratizar las estructuras de gobierno y las organizaciones estudiantiles en las instituciones a
las que pertenecían.
Pero fue hasta 1961, en la Universidad de San Nicolás de Hidalgo en Morelia donde se fundaron
las bases de un movimiento estudiantil de dimensiones nacionales, ahí se conjugaron las acciones
del MLN (Movimiento de Liberación Nacional), PPS y el PCM, que representadas en el Dr. Elí de
Gortari lo llevaron a la rectoría y dio inicio el camino de democratización y de un enfrentamiento
abierto en contra del Estado y de su control, aún cuando en 1963 el Dr. Elí de Gortari se vio
obligado a renunciar. La petición era la conformación de un Consejo Universitario paritario (ya
existía desde 1937, pero sólo para cuestiones académicas) y que fuera él mismo, quien
determinara la elección del rector.
En una línea semejante, en 1961 en la Universidad de Guerrero se dan enfrentamientos de los
estudiantes contra el rector que intenta reelegirse; integrantes de la Federación de Estudiantes de
Guerrero (FEG) son expulsados y años después forman la Asociación Cívica Guerrerense (ACG) de
Genaro Vázquez (que combatió en una guerrilla rural) ,la petición fundamental era la noreelección del rector.
En la Universidad Autónoma de Puebla (UAP) en 1961 un mitin de estudiantes en apoyo a la
revolución cubana se enfrenta al Frente Universitario Anticomunista (FUA) auspiciado por el rector
Julio Gloockner; dio inicio el movimiento de Reforma Universitaria.
Para 1964 por decreto del gobernador se ordenó que la leche tenía que ser pasteurizada,
campesinos y estudiantes marcharon para protestar y fueron reprimidos por la policía y detenidos.
El IPN apoyó con brigadas, se inició una serie de secuestros de jefes policíacos para canjearlos por
los presos políticos, el CU (Consejo Universitario) pidió la renuncia del gobernador, la cual se dio
de inmediato debido a la organización de la población. El movimiento de Reforma Universitaria de
la UAP inició el primer paso para conformar una coordinación nacional y fue sede de la primera
Conferencia Nacional de Estudiantes Democráticos.
Para 1966 en Chilpancingo, Guerrero, se inicia lo que sería una gran oleada de movimientos
estudiantiles con un mismo eje: la democratización y una mayor participación de los estudiantes
en sus escuelas y de ahí transciende en lo civil y lo social que es propiamente una participación en
la vida política del país.
En ese año la Escuela Nacional de Maestros (ENM) estalla en huelga, en la Escuela Nacional
Preparatoria (ENP) se enfrentan al grupo de porros del MURO (Movimiento Universitario de
Renovadora Orientación, auspiciado por el rector), el Tecnológico de Coahuila estalla en huelga,
en el XVII Congreso Nacional de la FNET estudiantes de cuatro tecnológicos abandonan la
federación, así como de la Escuela Nacional de Medicina, el IPN y muchas más, en la Universidad
de Sinaloa se da inicio el movimiento de Reforma Universitaria contra el rector.
En Morelia el 2 de octubre de 1966 es asesinado por supuestos grupos priístas el estudiante
Everardo Rodríguez en un mitin de repudio al alza de tarifas del transporte público, la demanda de
los estudiantes junto a los campesinos fueron; a) castigo a los autores materiales, b) liquidación de
latifundios y c) cese a la represión contra campesinos, obreros y estudiantes, 5 de octubre estalla
la huelga en la Universidad de San Nicolás de Hidalgo apoyada por la población y el Consejo
Universitario.
El 8 de octubre el ejército toma la Universidad de San Nicolás de Hidalgo y más de 600 personas
entre estudiantes y campesinos son detenidos, hay grandes mítines de apoyo en las otras
universidades del país, pero aún no logran tener un movimiento nacional.
En la UNAM el movimiento estudiantil da inicio en 1964; en Economía se elabora un Proyecto
Democrático de modificaciones a la ley orgánica, apoyado por Ciencias Políticas y Filosofía, pero a
diferencia de otras universidades la UNAM está plagada de estudiantes allegados al régimen.
Para 1967 el movimiento estudiantil democrático sigue creciendo y la represión se hace presente,
el ejército cerca la UAP, en Tabasco sucede lo mismo, en San Luis Potosí la Escuela de
Jurisprudencia estalla la huelga, en Yucatán estudiantes enfrentan a policías, huelga nacional de
las Escuelas de Agronomía, apoyadas por el IPN y la Escuela Nacional de Maestros, en Sonora
estudiantes junto a la población atacan comandancias de policías y casas de altos funcionarios
priístas. Un total de 139 escuelas de la entidad apoyan al movimiento que exige la desaparición de
poderes del Estado de Sonora.
El 17 de Mayo de 1967 el ejército -con ametralladoras, bazucas y bayonetas- toma la universidad
de Sonora; tampoco este movimiento tuvo una respuesta nacional. En el mismo año se realiza el
Primer Consejo Ordinario de la Central Nacional de Estudiantes Democráticos (CNED), creada en
1966; en Culiacán se acordó “la marcha de la libertad” que inició el 3 de febrero de 1968, en
Dolores Hidalgo y el 10 de febrero de ese mismo año fue frenada por el ejército; el motivo de la
marcha era libertad a los presos políticos de Morelia encarcelados en 1966.
En 1968 los estudiantes de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) se lanzaron contra el
plan “Elizondo”, que proponía el autofinanciamiento mediante la elevación de cuotas escolares
proporcionales a la capacidad del estudiante y eliminar el subsidio estatal. En Tabasco
Villahermosa la Universidad Benito Juárez estalló en huelga, el 29 de julio en el río Grijalva fueron
asesinados docenas de estudiantes, el 30 de julio el ejército disparo contra alumnas de la Normal,
esos actos son los más violentos hasta antes del 2 de octubre en la ciudad de México.
EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL POPULAR DE 1968
En el D.F., el 23 de julio de 1968 en un partido de fútbol americano la policía intervino en un
enfrentamiento de vocacionales y preparatorias, el 26 de julio en un acto de protesta el gobierno
volvió a usar la represión y hasta a los transeúntes fueron agredidos, en la noche la policía allana el
local del PCM y detiene a sus dirigentes, ahí inicia una serie de enfrentamientos físicos entre
estudiantes y policías que duraron hasta el 30 de julio.
El 1 de agosto el rector de la UNAM Javier Barros Sierra encabeza la primera manifestación de
protesta, el 5, 13 y 27 de agosto las marchas llegan al Zócalo sin represión del Estado. El 2 de
agosto la UNAM, el IPN, la Escuela Nacional de Maestros, la ENAH y Chapingo conforman el
Consejo Nacional de Huelga, el cual después de varios movimientos en otras partes del país
fructificaba en el CNH como una organización con carácter nacional estructurado al cual otras
universidades se fueron incorporando con protestas en Yucatán Coahuila, Morelia, Guerrero,
Nuevo León, Chihuahua, Veracruz, Puebla, Sinaloa e Hidalgo.
El 13 de septiembre se realizó otra marcha de protesta al ingreso del ejército al IPN y a la UNAM.
El pliego petitorio que se elaboró el 4 de agosto por el Consejo Nacional de Huelga fue;
1) libertad a los presos políticos,
2) destitución de los generales Luis Cueto Ramírez, Raúl Mendiola y del teniente coronel Armando
Frías.
3) extinción del cuerpo de granaderos.
4) Derogación de los artículos 145 y 145 bis del código penal (delito de disolución social),
5) indemnización a las familias de los muertos y a los heridos víctimas de las agresiones en los
actos represivos iniciados el viernes 26 de julio,
6) deslinde de las responsabilidades de los actos de represión y vandalismo realizados por las
autoridades a través de los policías, los granaderos y el ejército.
El 2 de octubre en un mitin realizado a las 5 de la tarde con la finalidad de exigir la salida del
ejército de las instalaciones del IPN, el ejército masacró de decenas de cientos de estudiantes que
ha sido imposible cuantificar. Así, el movimiento estudiantil nacional sufrió su más grande
represión. El 5 de diciembre el CNH levanta la huelga y la comunidad regresa a los campos
universitarios después de cuatro meses en las que el movimiento estudiantil en el D.F. fue
perdiendo fuerza de manera considerable, no así en los estados donde se fueron consolidando
como en Puebla, Sonora, Nuevo León entre otros estados, durante 1969 y 1971, que pasaron a
una fase de radicalismo y escisiones.
OTROS MOVIMIENTOS ESTUDIANTILES POSTERIORES A 1968
El inicio de esta nueva fase se da en la UANL, para 1971 llega al máximo de su etapa
democratizadora en un proyecto de Consejo Universitario y de ley orgánica apoyada por todos los
universitarios, pero el congreso local aprobó un plan realizado por el gobernador del estado, en la
lucha por lograr mantener el proyecto de la UANL el movimiento donde participaba el PCM se
dividió en los espartaquistas, los ulisistas, la célula de Ángel Martínez, la célula de Villareal y la
juventud comunista. El Comité Coordinador de Comités de lucha (CoCo) planteó una marcha de
apoyo al D. F. (donde el porrismo tuvo su mayor auge); el 10 de junio, en un gran despliegue
policiaco, la marcha fue agredida antes de salir, siendo asesinados varios estudiantes, a la masacre
se le conoce como el “halconazo”, al ser los llamados Halcones el comando que llevó a cabo las
acciones.
En un intento de reorganización de los comités de lucha de la UNAM y el IPN se dio inicio la
radicalización de grupos y comités. Para 1972 en el primer Foro Nacional de Estudiantes, el
movimiento estudiantil empezó la fase de polarización. La herencia del CNH se hizo presente en la
Universidad de Sinaloa y la radicalización se manifestó en un conflicto de tierras donde los
estudiantes decidieron apoyar y después del asesinato de varios campesinos, estudiantes
denominados como “los enfermos” quemaron sedes priístas; el grupo que se deslindó fue
conocido como “los chemoles”, pero también se encontraban los integrantes del PCM que
apoyaban las acciones de “los enfermos” y al mismo tiempo negociaban con las autoridades. En
1973 y 1974 “los enfermos” lograron tener una base estudiantil que en mucho superaba a las del
PCM y de los chemoles. En brigadas de 5 a 10 integrantes los estudiantes tomaron rifles de la
Secretaria de Recursos Hidráulicos, ingresaron a la empresa Crisant y la represión se hizo presente
donde fueron desmembrados poco a poco hasta que a finales de 1974 empezaron a decaer y
perder la base estudiantil.
En la UAP el control estuvo a cargo del PCM y después de conflictos con el gobernador surgieron
los grupos radicales que se oponían a las posturas moderadas del PCM. En la UNAM después de
los sucesos del 10 de junio y la ruptura de la Juventud Comunista en células en 1972, entre el
divisionismo y la represión se provocó la desaparición del movimiento de la UNAM entre 1973 y
1974; lo mismo sucedió en la Universidad de Oaxaca y muchas otras del país. Así se dio inicio la
fase de reflujo del movimiento estudiantil.
En la UANL para 1975 se había logrado la pacificación de los estudiantes y por lo tanto su control,
en Puebla entre 1975 y 1976 la lucha estaba fuera de la universidad y en apoyo a los movimientos
de campesinos, en Sinaloa se pasó de la lucha estudiantil a la lucha de los empleados y del
sindicalismo dejando mermados a los estudiantes, así comenzó a la etapa del sindicalismo
universitario.
Para los años 80 la crisis económica se complicó; en 1982 el peso mexicano se devalúo en un 400%
frente al dólar. Los movimientos estudiantiles más fuertes se fueron extendiendo a los espacios
rurales básicamente en las normales, aún cuando la Universidad de Chapingo, la de Guerrero y
Puebla mantenían de alguna manera al movimiento estudiantil.
Para 1986 en la UNAM bajo el mando del rector Jorge Carpizo en plena época de modernización y
reconversión industrial, bajo la administración de Miguel de la Madrid Hurtado y se impuso un
modelo económico sustentado por el grupo de tecnócratas, se intentó dar inicio a una serie de
reformas que respondían a nuevas políticas económicas.
La UNAM estalló en huelga con el Consejo Estudiantil Universitario (CEU) como estructura de
organización; el pliego petitorio fue: a) la derogación de las reformas del 11 y 12 de septiembre
aprobadas en sesión del Consejo Universitario, y b) la realización de un congreso general
universitario, donde se impulsara una reforma democrática e integral de la UNAM. La huelga duró
21 días (del 29 de enero al 18 de febrero), se logró la derogación de las reformas y se pactó un
congreso que finalmente se realizó cuatro años después, en 1990 donde las autoridades lo
mediatizaron por medio del control de los delegados. El resultado fue más que desastroso: nada
se pudo modificar y la ley orgánica que data de 1945 se mantuvo sin cambios, debido
principalmente a la votación general que en nada favorecía los vientos de cambio. El congreso
universitario se perdió y una vez más el movimiento estudiantil sufrió un grave revés.
Para 1988 algunos dirigentes del CEU se unieron a la lucha de Cuauhtémoc Cárdenas por la vía
electoral.
En las universidades del resto del país se empezaron a llevar a cabo diversas reformas que en la
UNAM no habían pasado. Las universidades de Guerrero, Chapingo, Puebla y Sonora fueron de las
pocas que presentaron resistencia, las normales rurales desaparecieron y para el año 2000 solo
había 5 de 37 normales rurales, el movimiento del magisterio dio vitalidad al movimiento
estudiantil para los 90 en su democratización del SNTE (Sindicato Nacional de Trabajadores de la
Educación), en la CNTE (Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación); todas las luchas
estudiantiles desde Chapingo, Puebla, Guerrero y Coahuila, entre otras, fueron movimientos
aislados. En 1994 con el ingreso al plano nacional del EZLN el movimiento estudiantil se recupera.
En la Universidad Autónoma de Chiapas se crean comités de apoyo, en Guerrero ya existían
comités de lucha, herencia de la Asociación Cívica de Genaro Vázquez que durante los 80 e inicios
de los 90 sufrieron la guerra de baja intensidad, en la UNAM el CEU estudiantil forma comités de
apoyo al EZLN, mientras grupos de las JC se ligan a la Federación de Estudiantes Socialistas de
Guerrero que en la sierra enfrenta al ejército.
En 1994 por iniciativa de los comités de apoyo al EZLN se organizó en la Universidad Michoacana
de San Nicolás de Hidalgo el primer Encuentro Nacional de Estudiantes, el cual fracasó entre otras
razones por la intransigencia de los colectivos de la UNAM. En 1995 los CCH´s se lanzan a una
huelga pidiendo la abrogación del reglamento General de Inscripciones y de ingreso al posgrado,
mismos que se aprueban en 1997. En 1996 surge a la luz pública el EPR. En 1997 es asesinado un
estudiante de la Facultad de economía de la UNAM y detenida la estudiante Erika Zamora en
Guerrero. El CCH Naucalpan crea el Comité por su liberación.
La Universidad Autónoma Metropolitana creada en los 70’s es un bastión que inicia una fase
democratizadora en 1996 con una huelga de trabajadores, que solo recibe apoyo de algunos
grupos de la UNAM, del IPN, UPN, y Chapingo con algunos mítines. Dicha huelga solo dura 43 días.
Para 1999 las universidades del país inicia distintas reformas, la Universidad de Zacatecas entra en
proceso de reforma de su ley orgánica, la Universidad Autónoma de Coahuila después de la
protesta estudiantil inicia reformas, Chapingo sufre una derrota; en la UNAM se inicia nuevamente
el proceso de reforma implementado en 1986 por Carpizo, esta vez a la cabeza está el rector
Francisco Barnés, el 19 de Marzo es aprobado el Reglamento General Pagos (RGP). Después de
una consulta estudiantil, el Consejo General de Representantes estalla la huelga el 20 de Abril, y se
forma el Consejo General de Huelga (CGH) con seis puntos en su pliego petitorio:
1) Abrogación del RGP,
2) Desvinculación de la UNAM con el Centro Nacional de Evaluación (CENEVAL),
3) Derogación de las reformas de 1997,
4) Desarticulación de los aparatos represivos de la UNAM,
5) Realización de un Congreso democrático, y
6) Alargamiento del semestre y recuperación del mismo de manera total.
La huelga de CGH no logra aglutinar a universidades de la zona metropolitana, el IPN, UPN, UAM y
Chapingo, algunas otras universidades como la de Guerrero y Puebla simpatizan con el
movimiento. Para julio el movimiento se radicaliza al no haber respuestas de las autoridades, el 27
de noviembre renuncia el rector, en diciembre se inicia el dialogo cortado en tres ocasiones
anteriores, pero esta vez con un nuevo rector, Ramón de la Fuente. El 12 de diciembre, en un
mitin frente a la embajada de los Estados Unidos, son detenidos más de tres docenas de
estudiantes, el 20 de enero de 2000 rectoría realiza un plebiscito con apoyo del gobierno federal,
el 1 de febrero porros toman la ENP Nº 3, el 4 de febrero en el Palacio de Minería se reanuda un
dialogo para pedir la libertad de los 400 presos estudiantiles detenidos en la ENP.
El CGH no negocia la entrega de las instalaciones y bajo la amenaza de la toma de la UNAM se
queda en las instalaciones; el 6 de Febrero es tomada la Ciudad Universitaria por la Policía Federal
Preventiva. Ese mismo día se realiza una gran marcha de protesta, el 9 de febrero se realiza otra,
los estudiantes detenidos son liberados poco a poco, el último estudiante detenido abandonó el
reclusorio norte en junio del 2000. El conflicto no fue resuelto y hasta en enero del 2001 no había
habido respuesta a las demandas estudiantiles, aún cuando el movimiento se dividió en tres
posturas: los aglutinados en el CEU, los estudiantes del Ho Chi Min de la facultad de Economía y
los del Che Guevara de la Facultad de filosofía y Letras.
En Hidalgo, integrantes de la Normal del Mexe aprovechando la coyuntura con el CGH estallaron la
huelga en enero, las instalaciones fueron tomadas en febrero por la policía y la población tomó
prisioneros para canjearlos por los presos políticos de la normal.
En Abril del 2000 se realizó el Primer Encuentro Internacional de Estudiantes en el Mexe Hidalgo,
donde en un primer intento de coordinar las luchas en el ámbito mundial solo se alcanzó la
ruptura más amplia del movimiento estudiantil.
PARA ENTENDER A LA PRENSA EN EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL DE 1968
La noticia es la materia prima que nutre los diarios, las radios y la televisión, desde la política hasta
el deporte o de la economía a la vida social. Todos los medios compiten por la primicia noticiosa y
ninguno desea ser golpeado“. En todas las áreas existe una pugna por la noticia. La lucha por ser el
primero y el mejor es decisiva entre los periodistas; en la competencia se fragua el espíritu
corporativo de los medios de comunicación.
La cadena del éxito del periodismo parte de la noticia, que asegura la circulación. Un buen tiraje o
raiting atrae publicidad. Y ambos elementos aseguran viabilidad de los medios. La prensa prospera
sobre esta fórmula.
La elaboración industrial de las noticias difiere mucho de encanto de la comunicación personal.
Aun así, el golpe noticioso retiene su fuerza a través de los medios masivos. Las noticias, más allá
de su valor intrínseco, ejercen un gran atractivo sobre las personas.
Según Wilbur Schramm, que dirigió el Instituto de Investigaciones para la Comunicación de la
Universidad de Stanford, la gente sigue las noticias en busca de gratificación. Y distingue dos tipos
de gratificación, la inmediata y la diferida:
Por lo general, el tipo de noticias que producen gratificación inmediata es aquel que se refiere a
crímenes, corrupción, accidentes y desastres, deportes y recreación, eventos sociales y de interés
humano. La gratificación diferida proviene de noticias sobre los asuntos públicos, temas
económicos, problemas económicos, problemas sociales, de ciencia, educación y salud.
Este tipo de noticias gratificaran de inmediato. Un lector puede disfrutar y experimentar los
escalofríos de un asesinato u observar un tornado con plena seguridad. El morbo siempre vende.
La gratificación diferida proviene de noticias sobre asuntos públicos, temas económicos,
problemas sociales, de ciencia, educación y salud. Noticias de este tipo, gratificarán a más largo
plazo. A veces exigen al lector soportar molestias y desagrados, como ocurre cuando se informa
sobre una situación inquietante del mundo, sobre la deuda pública, alzas de impuestos y
enfermedades. Se trata de estar informado y preparado.
Cuando una persona selecciona noticias de gratificación diferida, se impulsa hacia el mundo de la
realidad que lo rodea y al cual se adapta con esfuerzo. Cuando el otro tipo de noticias, por lo
general se retira del mundo de las realidades amenazantes hacia el mundo de los sueños.
¿Qué es noticia?
Varios elementos convierten una información en noticia. No existe una fórmula universal, porque
su definición depende de las cualidades informativas que cada uno destaque. En Scoop la clásica
novela de Evelyn Waugh, se traza una imagen muy ilustrativa, aunque cáustica del periodismo.
Waugh avanza la siguiente definición: “Noticia es lo que un tipo que no posee mayores intereses
quiere leer. Y sólo es noticia hasta que lo lee. Después de eso ya está muerta”.
Una noticia suele cumplir con varias características. Las principales, en un orden arbitrario son:
Magnitud del fenómeno: A cuántas personas afecta.
Proximidad del hecho: Qué tanto se relaciona con la audiencia.
Inmediatez: Cuándo ocurrieron los hechos.
Espectacularidad: Novedad determinada por lo inusual.
Comprensión: La inteligibilidad de los hechos.
Periodicidad: Cobertura previa.
Credibilidad de la información y su fuente.
Exclusividad: Todo medio quiere golpear a la competencia.
El arte de la redacción periodística alcanza su plenitud cuando la información se presenta como un
relato, con un comienzo que despierte la curiosidad, un cuerpo que mantiene el interés y un
remache que redondee con una conclusión.
En vez de preguntar cuál es la notica, es mejor preguntar cuál es la historia, es decir, ¿Cuál es el
drama, dónde está en conflicto que vuele noticiosa la información? Los periodistas rondan
alrededor de las fuentes que les entregan buenos cuantos. Las informaciones, datos interesantes
pero dispersos, recorren un largo camino antes de salir al aire. Y hay una máxima periodística que
conviene tener en cuenta: No se hacen preguntas que no se puedan responder. Una historia que
levanta preguntas sin respuestas no llegará a ninguna parte.
La mayor cuota de poder en un medio la tiene su dueño o aquel en quien delega su autoridad; a
menudo esa persona es el director. Ellos poseen y a menudo blanden el arma todopoderosa que
los anglosajones llaman el Hire & fire power, el poder de contratación y de despido.
¿Los dueños de medios aprovechan su poder para influir políticamente? La propiedad de un medio
influye sobre la sociedad y el gobierno, tanto por la vía de los temas abordados como por la forma
en que son tratados.
Los medios de comunicación influyentes son grandes empresas. Y sus propietarios comparten las
opiniones del empresariado, quienes defienden el status quo político en que han prosperado. Esta
tendencia se ve reforzada por el avisaje, que conforma parte importante de los ingresos de los
medios. Auspiciadores y avisadores son, por norma, refractarios a temas conflictivos como son la
investigación y denuncia de los abusos del poder político y económico.
Los medios son incapaces de reflejar la realidad en toda su complejidad y extensión. Es necesario
discernir y seleccionar aquello que se considera más importante. Y de inmediato surge la pregunta
¿importante para quién? Los criterios descritos para determinar qué hechos se convierten en
noticia – como magnitud, proximidad- son una base para la evaluación. A ellos se suman los
criterios editoriales de cada medio, que son determinados enfoques, que guían la selección de los
que entrará y lo que se quedará fuera de la pauta del medio. A este proceso de selección los
norteamericanos lo designan como gatekeeping (portería).
Todo depende del cristal con que se mire: el proverbio es válido para la forma en que los medios
representan la realidad. Nadie se escapa a la percepción selectiva, a los prejuicios y los arquetipos.
Un ejemplo clásico de percepción selectiva fue realizado con jóvenes mexicanos y
norteamericanos. A ambos grupos se les entrego unos binoculares, a través de los cuales se veía
una imagen diferente para cada ojo. Una de las fotografías mostraba a un jugador de futbol y la
otra a un jugador de béisbol.
La mayoría de los mexicanos dijo que había visto al futbolista, en tanto que la mayor parte de los
estadounidenses vio al beisbolista.
La conclusión es que las personas “ven” lo que se les ha enseñado a ver.
ALGUNOS DATOS CUANTITATIVOS DEL MOVIMIETNO EN LA PRENSA
Hay quienes aseguran que de las mas de 600 referencias hemerográficas los artículos firmados
ascienden a 100.
Pueden considerarse en tres distintas vertientes que son a favor, en contra y neutra, de esta forma
los resultados son 36, 35 y 29 respectivamente. Al interior de estas cifras los resultados se agrupan
en dos bloques bien diferenciados.
El primero lo forman El Excélsior y el Día, que muestran una marcada defensa de la causa
estudiantil (48% y 57%) aunque con algunos artículos firmados en contra (9.5 y 7 %), también una
cifra muy alta de los que se calificaron como neutrales (43% y 36%). El segundo bloque lo integran
El sol de México, El universal, Novedades y El Heraldo de México, que arrojan los siguientes
números en contra 100%, 79%. 59% y 56%, por lo que se ve El sol no tiene ni siquiera uno a favor
del movimiento. Los artículos firmados que aparecen estos cuatro diarios con una posición
neutral, encontramos 24% en el Novedades, 11% en el Heraldo, 7% en el Universal y ninguno en el
sol.
Las cifras anteriores son solamente un indicador que sirve para ilustrar de una manera general las
posiciones de los principales diarios de la capital.
Para marcar algunos encabezados y contenidos en periódicos y revistas, se puede citar algunos.
El movimiento se acota entre los meses de julio a diciembre, pero tuvo algunos momentos
culminantes que los diarios y las revistas recogieron. Destacan pues a partir del 13 de agosto fecha
de la primera manifestación de proporciones masivas.
El 27 de mismo mes “tumultuosa concentración en el zócalo e izamiento de la bandera rojinegra”;
el 13 de septiembre la impresionante manifestación del silencio, el 18 ocurrió la ocupación de la
Ciudad Universitaria y, finalmente, el poder de convocatoria del moviendo que se hizo evidente en
la concentración del 2 de octubre en Tlatelolco.
Así el 14 de agosto en El Día apareció el siguiente encabezado “el buen juicio de los mexicanos
debe imponerse, debe imponerse los intereses de fracción o de grupo en defensa de la
institución”.
Ese mismo día El Excélsior público una editorial “ante la manifestación de ayer en el que censuro a
los estudiantes quienes, respaldados por el anonimato atacaron a la prensa por no difundir los
hechos.
El Universal insertó también en esa fecha una columna de Fidel Flores “el mundo, hoy” con los
subtítulos ¿Quiénes manejan a los estudiantes? Tácticas de usar a la prensa extranjera en la que
reprobaba los disturbio s y apoyaba plenamente la represión por parte del gobierno a la vez que
ligaba al movimiento estudiantil mexicano con el socialismo internacional y con los periódicos
extranjeros del mismo corte.
Al día siguiente de la manifestación tumultuosa del 27 de agosto, apareció en El Heraldo de
México la reseña de los hechos, desde su perspectiva y a través de dos notas. La primera, “Ondeó
la bandera rojinegra en el asta monumental”, y la segunda con varios subencabezados: “La
manifestación degeneró en violento mitin político. Reprobables actos en la Plaza de la
constitución. Profanaron el asta de la enseña patria”.
En contraposición, el 29 apareció El Excélsior un artículo de F. Carmona Nanclares: “Diagrama de la
manifestación. Queremos la palabra del señor presidente”.
Para el mes de septiembre y en el día después de la manifestación, El Excélsior destacó el orden
ejemplar de la concentración en el editorial “La manifestación del silencio”, pero al mismo tiempo
empleó un tono cuidadoso para hablar de las partes en conflicto, con el cuidado del peligro
inminente que todos veían.
Pero los momentos culminantes estaban por ocurrir: la ocupación de la Ciudad Universitaria y la
represión de Tlatelolco. El 27 de septiembre, también en El Excélsior, Don Daniel Cosio Villegas
escribió un artículo sobre el conflicto. Ese gran analista político y social de nuestro tiempo, de este
si lo, que desde 1947 había denunciado el fin de la Revolución y con ello el gran mito de un eterno
presente, comenta en “Epílogo y nuevo prologo, los siete actos de una tragedia” las posiciones
asumidas por autoridades y estudiantes, censurando a las primeras, como se ve en el siguiente
fragmento:
“… nada pone tanto el ánimo en cuidado como advertir y comprobar que el gobierno se resiste
fieramente a reconocer que en el país existen dos opiniones públicas: una la oficial que aplaude
todos sus actos por estar atada a ellos, la otra es una opinión desorganizada, indiferente y aún
escéptica pero libre, por eso precisamente el gobierno tiene que conquistarla y para ello no hay
sino un medio: la palabra sencilla, honesta e inteligente y sobre todo la acción bondadosa…”
La protesta de Don Daniel es evidente, pues el miércoles 2 de octubre, en ese mismo diario,
apareció un artículo profético de José Alvarado en el que advertía la trascendencia del
movimiento, llamado “Intensiones y crónicas, la generación de 1968”, que dice una parte del
texto:
“… los jóvenes desdeñan los antiguos modos de expresión y quizá para ellos frases antes
afortunadas resultan ahora inocuas, pero si el lenguaje no cambia, tal vez no tarde mucho en
hablarse de la generación de 1968 para distinguirla en México de las de 1910, 1915 y 1929. Los
últimos acontecimientos han dado a quienes hoy viven entre los 18 y los 25 años un sello
característico y sus actos los sitúan como protagonistas en un momento singular de la vida
mexicana…”
Los acontecimientos de la tarde del 4 de octubre, cuya magnitud no consiguió en su totalidad
ninguno de los periódicos analizados, fueron asimilados por la población fragmentaria y
paulatinamente, y esto porque en esos años se debe recordar que eran otros tiempos y otra
relación entra la prensa y el poder.
Pero el efecto inmediato de la represión del 2 de octubre fue el desmantelamiento del
movimiento y un deseo generalizado de paz, compartido por la mayor parte de los habitantes de
la capital.
Si se atienden las revistas de ese momento, también mostraron contenidos interesantes sobre el
movimiento, mismos que serán redactados a continuación brevemente:
Hay un tema recurrentes en estas revistas en aquellos meses, el del voto a los mayores de 18 años,
expresado en artículos y cartones.
Unos días antes de dar comienzo el movimiento, el 17 de julio, la revista Siempre! Presentó un
editorial: “México reafirma su rumbo y su meta”, con unas cifras demográficas interesantes: 47
millones de habitantes en México, de los cuales el 57% eran menores de 21 años. Trata sobre el
otorgamiento del voto a los jóvenes a partir de los 18 y se asegura que, al adelantarse México con
esta medida a muchos países del mundo, evitó la rebelión, que había sido hasta ese momento el
método de expresión de ellos a falta de derechos políticos, lo cual resultó en el caso de México,
una paradoja. Dice el editorial en una parte del siguiente texto:
“…Ninguna legislación de ningún país de la Tierra había previsto el fenómeno de una juventud que
arrasa a su paso, con un sentido nuevo de la vida, sistemas caducos y principios obsoletos.
Marginados por las leyes, los jóvenes sólo encontraron en la rebelión y en el motín el instrumento
adecuado para hacer válidas sus exigencias,…México es un país joven. Darle las armas de la
experiencia y educarlo políticamente para que madure oportunamente en el proceso que habrá
de llevarlo mañana al poder, es el objetivo inmediato…”
Otro tema recurrente en la revistas es que la dirigencia del movimiento estuvo en el exterior,
tanto en grupos de izquierda como de derecha. Por ejemplo, Siempre! Del 14 de agosto, y aún sin
registrar la primera gran manifestación del día anterior, comento en el editorial “¿Todos contra
México?” que ha ocurrido un aperdida general de la cabeza, estudiantes y funcionarios; por lo
tanto, no hay que apuntar fuera de las fronteras para explicar el conflicto.
Los ataque a los intelectuales, y de paso a la Universidad, también están presentes en las revistas,.
Un ejemplo es Tiempo, bastante conservadora, al resaltar la culpabilidad de éstos y su actitud
irresponsable frente a lo que estaba ocurriendo alrededor de ellos. Así después de que la junta de
Gobierno de la UNAM decidió no aceptar la renuncia del rector Javier Barros Sierra, esta
publicación expresó, en la extensa sección “jornadas nacionales” del 30 de septiembre.
En 1968 se hizo una gran revuelta, pero en realidad existió mucha lucha interna en el Ejército. En
conclusión es necesario someterlo al estricto dictado del orden constitucional.
EFECTOS DE LA INFORMACIÓN EN EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL
1968: retórica de la descalificación
Zócalo, septiembre de 2008
Antes de la noche de Tlatelolco, la sociedad mexicana recibió a través de los medios de
comunicación constantes e intencionados mensajes consagrados a descalificar al movimiento
estudiantil de 1968. Desde el primer día después de la violenta intervención policiaca para
dispersar dos manifestaciones el 26 de julio por la tarde, hasta las semanas posteriores a la
terrible represión del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas, numerosos medios desplegaron
una campaña de distorsiones y confusiones.
El movimiento estudiantil, según esa campaña, era alentado por agentes extranjeros que
manipulaban a los jóvenes mexicanos con propósitos de sedición política. Esa era la versión del
gobierno. A fuerza de repetirla cotidianamente, se convirtió en una versión extendida aunque no
unánime en los medios de aquel 1968. No es exagerado suponer que además de contribuir a
desconcertar y atemorizar a la sociedad, esa interpretación alentó la paranoia y el autoritarismo
de un gobierno que nunca quiso ni pudo entender las motivaciones políticas de la protesta
estudiantil –las cuales, lejos de atentar contra las instituciones legales, exigían que se les
respetase–.
Ojalá algún día pueda hacerse el recuento documental del comportamiento de los medios
electrónicos en 1968. Tal vez no haya grabaciones suficientes de las transmisiones de la radio la
cual, por lo demás, en aquel tiempo carecía casi por completo de programas de noticias y en
donde quizá no existía un solo espacio de discusión política. Pero seguramente se conservan
filmaciones de los escasos y rudimentarios noticieros que había en la televisión mexicana de hace
cuatro décadas.
Conjura
De la prensa escrita, en cambio, hay testimonio en las hemerotecas aunque en varias de ellas las
colecciones de entre julio y octubre de 1968 están incompletas y mutiladas. Más que el afán del
gobierno para aniquilar esas constancias documentales de los acontecimientos de aquel año, el
deterioro de dichas colecciones se debe al descuido y la depredación que han perpetrado algunos
de quienes las han consultado. El espléndido trabajo de la investigadora Aurora Cano Andaluz,
1968. Antología periodística (UNAM, 1998) que reúne en casi 500 páginas una selección de
reproducciones facsimilares de las notas periodísticas publicadas en ese año acerca del
movimiento estudiantil, constituye un útil acercamiento a ese tema. De allí hemos tomado las
transcripciones que aparecen a continuación.
La versión de la conjura extranjera se mostraba en reseñas como la que el sábado 27 de julio
ofreció el reportero Antonio Lara Barragán en la primera plana de El Universal, bajo el título “El
foco de la agitación”:
“Agitadores del Partido Comunista Mexicano, de la Central Nacional de Estudiantes Democráticos,
de la Línea Trostquista, del ‘Movimiento de Liberación Nacional’, del Movimiento ’28 de julio’ y las
‘células’ de la Juventud Comunista del Instituto Politécnico Nacional y de las escuelas de Ciencias
Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, tuvieron a su cargo los
desórdenes que se registraron después de las 20 horas en la Avenida Juárez.
“A esa hora, núcleos estudiantiles, dirigidos por los miembros de las ‘células’ comunistas, se
unieron a los grupos castristas que habían marchado desde la fuente del Salto del Agua hasta el
Palacio de Bellas Artes.
“En la esquina de 5 de mayo y San Juan de Letrán se unieron las 2 corrientes.
“Muchas mujeres y varios hombres de definido físico cubano, portando banderas castristas,
lanzando ‘¡mueras’ al gobierno de México, insultos a la policía y ‘¡vivas!’ a Demetrio Vallejo,
Dionisio Encina y Valentín Campa, se mezclaron a los estudiantes”.
Esos párrafos, con los que comienza la nota de Lara Barragán, son paradigmáticos del tono que
desde entonces y durante más de dos meses mantendría la mayor parte de los diarios de la ciudad
de México. Adjudicar el enfrentamiento del 26 de julio a la actuación de grupos políticos, y por
añadidura de una izquierda que en aquel entonces era semi ilegal, tendía a suscitar la alarma y el
disgusto de los lectores pero además les ocultaba el hecho más importante de aquel
enfrentamiento, que era la intervención violenta del cuerpo de granaderos contra las
movilizaciones de aquella tarde. En la refriega, al reportero le dieron una pedrada en la cabeza
pero ese hecho no disculpaba la deliberada parcialidad de la información. La alusión a la
apariencia física, que ese reportero considera coincide con rasgos cubanos, es para una antología
del despropósito periodístico.
Aquellos enfrentamientos, con los que se iniciaba una escalada que desembocaría en la matanza
de Tlatelolco, fueron acompañados por una prensa notoriamente parcial. El Sol de México, por
ejemplo, publicó el lunes 29 de julio un editorial titulado “Una demostración de barbarie” en
donde aseguraba:
“Desde luego hay que señalar que en la acción depredatoria de los manifestantes hubo grupos de
escolares azuzados por agitadores de etiqueta roja; pero que principalmente el desorden fue
provocado por extranjeros de filiación comunista, en su mayor parte huéspedes ilegales de
nuestro país y sobre quienes debe recaer con mayor rigor el castigo por las fechorías realizadas.
Aparte sus pasaportes, unos auténticos y otros falsos, los motineros se identificaron plenamente
como peones de ajedrez del marxismo-leninismo por sus arengas, sus excitativas de destrucción y
los cartelones en los que hacían profesión de fe a favor del Che Guevara, Fidel Castro, Mao y
demás apóstoles del odio y la anarquía”.
A esa prensa alineada a la visión del poder político pero antes que nada de suyo profundamente
conservadora, le parecía imposible que los estudiantes universitarios y politécnicos se
manifestaran por decisión propia y a partir de sus propias inquietudes. Tenían que ser engañados
y la manipulación resultaba más verosímil, y más ominosa, si se decía que era perpetrada por
extranjeros. Hoy esas frases pueden parecernos insostenibles e incluso ridículas. Pero formaban
parte de una retórica de la descalificación que carecía de contrapesos eficaces. En comparación
con las notas aliñadas con una intensa carga ideológica y las posiciones editoriales claramente
arbitrarias, las voces que proponían otras explicaciones eran escasas aunque no inexistentes en el
panorama de la prensa mexicana.
“Reprimir el desenfreno”
Esa retórica, que terminaría justificando la acción armada contra el movimiento estudiantil, era
utilizada para dotar de una cobertura, impostada pero muy publicitada, a las acciones del
gobierno. La madrugada del 30 de julio, el ejército ocupó los planteles 1, 2, 3 y 5 de la Escuela
Nacional Preparatoria de la UNAM y de la Vocacional 5 del IPN. La información que ese día
proporcionó El Universal, en una nota sin firma titulada “El Orden fue Restablecido”, tiene una
intencionalidad transparente. Estos son sus primeros párrafos:
“En una inmediata maniobra soldados de infantería, pertenecientes a la Primera Zona Militar,
tomaron posesión en las primeras horas de este día, de los edificios escolares que se habían
convertido en reducto de agitadores y estudiantes alborotadores.
“Al mando del general José Hernández Toledo, los miembros del Ejército Nacional, procedentes
del Campo Militar número Uno, se dirigieron al primer cuadro de la ciudad, circulando por el Anillo
Periférico (tramo sur), hasta la glorieta de Petróleos, para seguir por Paseo de la Reforma, Avenida
Juárez, Juan Ruiz de Alarcón y Santa María la Ribera.
“El convoy, integrado por tanques ligeros y ‘jeep’ equipados con bazookas y cañones de 101
milítros (sic), y camiones transportadores de tropa, salieron del Campo Militar número Uno a las 0
horas de hoy.
“A su paso, el pueblo hizo los más variados comentarios acerca de que la presencia del Ejército
Nacional iba, por fin, a poner punto final a la crisis planteada por agitadores y estudiantes mal
orientados”.
En unas cuantas líneas, esa información presentaba la ocupación militar de los planteles
universitarios como una acción de gran popularidad. “El pueblo” que aplaudía al paso del convoy
del ejército era bastante peregrino porque, como allí mismo se decía, al traslado había ocurrido
durante la madrugada. Se buscaba mostrar a la intervención militar como resultado de abusos de
los estudiantes pero no se les daba voz a quienes habían sido desalojados de los planteles de
bachillerato.
En el mismo tenor y con el encabezado “El Estado no puede permitir”, el editorial de Excélsior
consideraba el miércoles 31 de julio:
“Si el Estado permitiera procesos que llevan al desorden social, éste sería, sin duda, un Estado en
vías de desintegración. Su razón de ser consiste principalmente en garantizar la convivencia
ordenada, pacífica y justa de la comunidad nacional. Si algo hay que esencialmente le completa,
tal cosa es ejercer su autoridad para reprimir el desenfreno de unos, que lesiona a los demás y
hace imposible la coexistencia con lo cual la vida humana retorna al caos primitivo”.
En aquellos días Excélsior todavía era dirigido por Manuel Becerra Acosta (padre del periodista del
mismo nombre que una década después encabezó la creación de unomásuno). Un mes más tarde,
el 31 de agosto de 1968, la dirección de ese diario sería ocupada por Julio Scherer García. No
puede decirse que a partir de entonces Excélsior haya experimentado un viraje drástico en su
cobertura del movimiento estudiantil, pero evidentemente se alejó de la intolerancia que definió a
casi toda la prensa del Distrito Federal.
Esas definiciones fueron reiteradas cuando, en su informe del 1 de septiembre, el presidente
Gustavo Díaz Ordaz sugirió que, de considerarlo necesario, incrementaría el uso de la fuerza para
contener al movimiento estudiantil. La nota de ocho columnas que El Universal publicó el lunes 2
de septiembre, firmada por el redactor Demetrio Bolaños Espinosa y bajo el encabezado “Toda la
Energía si es Necesario”, recogía esa adhesión al gobierno:
“El pueblo de México escuchó ayer con profunda emoción e interés creciente el Informe rendido
por el Presidente Díaz Ordaz ante el Congreso de la Unión, en donde con tono enérgico y a la vez
conciliador, precisó la posición del gobierno ante los problemas del país…”
Hoy en día sería impensable encontrar en la prensa mexicana una información periodística
supeditada a la actitud reverencial que transpiraba aquella nota que, más adelante, describía así el
informe del presidente:
“Con profundo conocimiento de los problemas de la Patria y haciendo a un lado estériles
resentimientos…”
Incluso el periódico El Día, dirigido a la sazón por Enrique Ramírez y Ramírez y que era el único
diario en donde miembros y simpatizantes del movimiento estudiantil podían encontrar espacio
para publicar inserciones pagadas, se plegaba a la decisión del gobierno para atajar a los
estudiantes. En un editorial titulado “¡Lo que cuenta es México!”, publicado el 2 de septiembre, El
Día consideraba:
“[El Presidente] sabe que la confusión tiene su origen en el deliberado propósito de ‘crear un clima
de intranquilidad social, propicio para disturbios callejeros o para acciones de mayor envergadura,
de las más encontradas tendencias políticas e ideológicas y de los más variados intereses, en
curiosa coincidencia o despreocupado contubernio’. Y a las justas respuestas de orden académico
añade la decisión de utilizar todos los instrumentos y recursos que la Constitución ha puesto en
sus manos para defender el orden jurídico: ‘lo que sea nuestro deber hacer, lo haremos; hasta
donde estemos obligados a llegar, llegaremos’ ”.
-“¡Prensa vendida!” –“No todos”
No todas las definiciones en la prensa eran adversas al movimiento estudiantil ni la tesis de la
conjura suscitaba unanimidades. Aun en periódicos cuya línea editorial era opuesta a los
estudiantes, había expresiones de sensatez como la que manifestaba Jacobo Zabludovsky,
aludiendo a la marcha del 27 de agosto, en un artículo titulado “Causas profundas”, el 10 de
septiembre en Novedades:
“En el movimiento estudiantil de que hemos sido testigos en México y cuya fuerza ha sido
innegable, debemos separar las causas aparentes o inmediatas de las causas profundas. Para ello
debemos dejar de atribuirlo todo a la intervención de comunistas porque no fueron comunistas
quienes movieron a 200 mil muchachos en esa gran manifestación, aun cuando no se puede negar
que hayan querido llevar agua a su molino”.
Zabludovsky era, en aquel año, conductor del Diario Nescafé, noticiero matutino en el canal 2.
Desde entonces los conductores de noticieros televisivos expresaban en otros medios puntos de
vista que no podían o no querían manifestar en la pantalla.
Otras voces, más notables en calidad que cantidad pero con una presencia sin duda importante,
manifestaron, en diversos tonos y momentos, opiniones discrepantes con la versión que el
gobierno insistía en propagar acerca de un movimiento manipulado por intereses foráneos y de
una colectividad estudiantil engañada. Entre otros, pueden recordarse los artículos de José
Alvarado, Froylán M. López Narváez, Alfonso Noriega, F. Carmona Nenclares y Hugo Hiriart en
Excélsior; Francisco Martínez de la Vega y María Luisa Mendoza en El Día; José Muñoz Cota en
Novedades y Luis Suárez en El Heraldo.
Cuando en cada manifestación por el centro de la ciudad de México los estudiantes del 68 gritaban
“¡Prensa vendida!” al pasar frente a los edificios de los periódicos, había reporteros y articulistas
con motivos para considerar que ese reclamo no les tocaba a ellos. Don Francisco Carmona
Nenclares, un viejo luchador de la República Española, reseñó el jueves 29 de agosto, en su
colaboración para Excélsior, este episodio de la manifestación ocurrida dos días antes y que fue la
más concurrida y emblemática del movimiento de 1968:
“La ciudad entera inmovilizada en los balcones, en las azoteas, en las banquetas. Entramos ya por
Cinco de Mayo. Aplausos. En la Asociación de Periodistas, esquina de Filomeno Mata, un cartel
lacónico: ‘no todos’ ”.
Aquella marcha del 27 de agosto recibió amplia cobertura en los diarios especialmente porque
después de que concluyó, en el Zócalo, varios centenares de estudiantes se quedaron en ese sitio
y fueron desalojados horas más tarde. En cambio otra gran marcha, realizada el 13 de septiembre
y de manera silenciosa, ocupó menos espacios en la prensa.
Los diarios enjuiciaron sin pruebas
El 18 septiembre el Ejército ocupa Ciudad Universitaria. La cercanía de los Juegos Olímpicos, que
se inaugurarían el 12 de octubre, así como la perseverancia de la movilización estudiantil,
aumentaban la intranquilidad del gobierno pero también la percepción, en otros circuitos de
influencia, de que estaba en curso un enfrentamiento político que iba más allá de las
reivindicaciones estudiantiles. El viernes 20 de septiembre, con el título “¡Todavía es tiempo!”, El
Día publica un editorial en donde sentencia:
“Lo sobresaliente en esta lucha no ha sido propiamente la problemática de la juventud o de la
educación nacional, sino cuestiones de orden político. Y no es realmente apropiado hablar ya de
un conflicto estudiantil, sino de un choque político en el que participan en primer plano
estudiantes y maestros enfrentados al gobierno; pero en el cual es indiscutible también la
intervención de otras muchas fuerzas políticas de los más variados signos, sin exclusión de
influencias o agencias extranjeras”.
Ese mismo 20 de septiembre, en el diario, apareció un desplegado dirigido al presidente de la
República y suscrito por 200 escritores, artistas y académicos que consideraban que la ocupación
militar del campus universitario significaba “la clausura oficial de todo proceso democrático en el
país”.
También el 20 de septiembre tiene lugar un vivaz debate en la Cámara de Diputados. Al día
siguiente, en El Universal, Demetrio Bolaños E. ofrece una crónica cargada de intencionalidad y
subjetividad. Por ejemplo:
“No faltó un joven bisoño de la C.N.C. que abusando de la libertad que priva en los partidos,
subiera a la tribuna a salir en defensa del rector Barros Sierra, ‘persona muy honorable al que ni
siquiera conozco’ y como universitario pidió entre aplausos de los panistas y estudiantes, que se
pidiera la inmediata desocupación militar de las universidades. Este héroe civil es el diputado
Guillermo Morfín García, del 9º. Distrito de Michoacán”.
La tensión aumenta y la intolerancia también. En varios sitios de la ciudad se suscitan
enfrentamientos entre brigadas de estudiantes y policías que buscan dispersarlos. El domingo 22
de septiembre un encabezado de Novedades consigna, en referencia a una larga zacapela en la
Unidad Nonoalco-Tlatelolco: “Por 6 Horas Grupos de Jóvenes Hacen Frente a la Fuerza Pública; un
Granadero Muerto”.
Ese titular sugería que el granadero había fallecido a consecuencia de una agresión de estudiantes.
Solamente en el interior de una nota más pequeña se explica: “Informes proporcionados por la
Cruz Roja revelan que un granadero, Julio Adame González, falleció hoy a las 0.45 horas, como
resultado de las heridas de bala que recibió en el abdomen. Fue balaceado (al igual que otros tres
granaderos) por el teniente del Ejército Benjamín Uriza, cuando los miembros del cuerpo policiaco
entraban al edificio 11 de Tlatelolco, donde se habían refugiado grupos de jóvenes”.
Luego se sabría que el teniente Uriza disparó contra los policías después de que golpearon a su
madre, a la que él visitaba en la unidad habitacional.
Ese mismo domingo 22 de septiembre El Sol de México dedica los siguientes encabezados a tales
incidentes: “Barrió el Ejército con un Foco de Subversión en Tlatelolco”. “Usaron Táctica de
Guerrillas los Buscabullas”.
Sin evidencias de que los estudiantes tuvieran armas ni de que hubieran agredido a los cuerpos
policiacos la prensa, azuzada por el gobierno, enjuiciaba anticipadamente y forjaba un panorama
de rebelión armada.
La posición de Excélsior
El discurso periodístico anticipaba la represión. Pero también describía visos de arreglo, acaso con
más voluntarismo que realismo. El lunes 30 de septiembre el editorial de Excélsior estima que hay
posibilidades de acercamiento entre estudiantes y gobierno:
“Una actitud absolutamente cerrada en las partes en cuestión no se ha dado propiamente… En el
mismo orden de ideas puede anotarse la circunstancia de que el número de estudiantes
consignados es evidentemente menor que el de aprehendidos, y puede redondearse la
consideración con el dato de la insistencia porfiada de muchos huelguistas de buena fe que han
querido iniciar el diálogo en términos apartados de los argumentos de fuerza”.
Ese mismo día, 30 de septiembre, el Ejército sale de Ciudad Universitaria. El 1 de octubre Excélsior
encuentra en esa acción motivos para congratularse: “El ejército desocupó la Ciudad Universitaria
con el aplauso y el alivio de todo el mundo, incluido el ejército mismo… En el difícil camino de la
tranquilización, de la reconciliación, este no es solo un paso más, sino un adelanto trascendental…
La salida del ejército muestra –uno entre otros signos– la urgencia de lograr cuanto antes que la
paz vuelva a reinar entre la clase estudiantil”.
Pero dos días después, ese mismo espacio editorial tenía que deplorar los acontecimientos de la
noche anterior. El 3 de octubre de 1968 Excélsior dijo en su editorial, bajo el título “Tlatelolco
sangriento”:
“La desolación ha vuelto a invadir la capital mexicana, el corazón de la República. La presencia del
Ejército demandada para dispersar un mitin que se realizaba en la Plaza de las Tres Culturas, dejó
un atroz saldo de muerte y sangre allí. Y en la conciencia de los ciudadanos sensibles una infinita
desesperación, una severa, turbadora congoja”.
A diferencia de la versión del gobierno que denunciaba una provocación armada como causa de la
masacre en Tlatelolco, el diario que para entonces ya dirigía Julio Scherer adjudicó desde ese
primer y difícil momento la responsabilidad al ejército. Y añadía:
“Porque los hechos de anoche nada aclaran ni a nada responden. Por lo contrario, han creado
nuevos agravios. La intransigencia y la fuerza sólo sirven para ampliar la brecha del resentimiento,
para alejar las posibilidades de la reconciliación”.
Aquel editorial cuestionaba el maximalismo del movimiento estudiantil que había exigido que el
presidente Díaz Ordaz se presentara a un diálogo público a la mitad del Zócalo. Pero también
descalificaba la actitud del gobierno:
“Si bien es cierto que el comportamiento estudiantil –y el de buen número de maestros– rebasó
por momentos los límites de la sensatez, y llegó a la insolencia y al reto inconsciente,
sobrestimando las propias fuerzas, no es menos verdad que la respuesta a tal desbordamiento no
ha sido prudente ni adecuada.
“El desborde de prepotencia –que llegó a exigir al Presidente de la República que compareciese en
el Zócalo a dialogar con los inconformes el mismo día que tenía que rendir su informe a la nación–
era propio de adolescentes pueriles y soberbios”.
Aquel editorial de Excélsior fue escrito en momentos de profunda conmoción. Varios reporteros,
incluso algunos de ese diario, estaban heridos o desaparecidos. Esa noche las redacciones de
varios diarios fueron allanadas por elementos policiacos o militares para incautar rollos
fotográficos con imágenes del asesinato en Tlatelolco. En esa circunstancia resulta especialmente
apreciable el esfuerzo de mesura que hay en dicho editorial:
“La sangre derramada exige, con dramática vehemencia, una reconsideración de rumbos. Porque
no es matándonos entre nosotros como habremos de edificar el México que todos –aun dentro de
las más acres discrepancias– amamos y deseamos disfrutar en paz.
“Pero el Gobierno está formado por adultos, por personas que saben cómo suele cegar el orgullo,
cómo suele resentir el amor propio. Esos adultos saben que el ardor y la pasión juveniles llevan a
fútiles y peligrosas insolencias. Sin embargo, tal adultez tendrá que funcionar en el futuro –y así lo
esperamos– en toda su grandeza”.
Justificar la represión
No era ese el tono de otros diarios. El mismo jueves 3 de octubre, Novedades consideró en su
espacio editorial:
“Los trágicos y dolorosos hechos ocurridos anoche en Tlatelolco no pueden ser interpretados más
que como un nuevo eslabón de la conjura que pretende socavar los cimientos institucionales de
México”.
Y más adelante: “Los agresivos grupos insurrectos, cuya actitud antipatriótica queda a la vista en
consideración al inminente compromiso mundial que México tiene por delante, dejaron en su
aleve ataque al ejército un saldo todavía indeterminado de soldados muertos…”.
No había, en esas líneas, una sola mención a los estudiantes asesinados en Tlatelolco.
El Heraldo, en su editorial del 3 de octubre, no comentó los acontecimientos de la Plaza de las Tres
Culturas pero recalcó en la versión conspiratoria: “Antes que en México y en muchas naciones con
mayor intensidad, se han producido violentas conmociones que aunque con un matiz estudiantil
integran una mixtura de estudiantes, extremistas de izquierda, a los que en muchos casos se
suman activamente los anarquistas y en México un conocido grupo de resentidos políticos y no
obstante que sus ideologías y sus objetivos finales sean diferentes, hacen un frente común para
después, ver a cuál de esas facciones corresponden en definitiva el poder y el mando”.
Aquel texto editorial no mencionaba a quiénes se refería. Solamente se limitaba a denunciar un
revoltijo de espantajos pretendidamente anti mexicanos. El texto se titulaba “El Prestigio de
México por Encima de sus Enemigos”.
El Universal el viernes 4 de octubre, bajo el encabezado “Técnica de desorden”, reedita el mismo
discurso maniqueo –estudiantes soliviantados y engañados, conjura extranjera contra México,
instituciones en riesgo, patria salvaguardada–:
“Inútiles fueron los intentos que desde todos los sectores responsables se han estado haciendo a
la juventud estudiosa, a fin de que no continúe sirviendo de cortina de humo tras de la cual
maniobran, arteramente, sórdidos intereses al servicio de intrigas extranjeras.
“Aunque buena parte de esta juventud engañada atendió esas juiciosas reflexiones, un numeroso
grupo de estudiantes, decididamente ya marxistas algunos de ellos, y muchos más pertenecientes
a esa categoría que hace acto de presencia en todas partes, ya sea por el afán de vivir agitadas
sensaciones, ya por temor a ser juzgado cobarde al no responder a una invitación de esta clase, o
sencillamente por pueril imitación, acudieron a un mitin cuya celebración no sería permitida,
como ya sabían perfectamente los organizadores del mismo…
“Esta persistencia en el mal, esta tenacidad para mantener en vigencia el desorden y la inquietud,
son técnicas bien estudiadas y ensayadas por estos provocadores, como lo demuestran
lamentables sucesos ocurridos en otros países”.
Y El Sol de México, en su editorial del sábado 5 de octubre, sintetiza ese discurso justificatorio de
la represión:
“Se ha estado realizando un movimiento subversivo contra México, su pueblo y su Gobierno,
cuidadosamente planeado de antemano. Los agitadores se han puesto al descubierto, ya sin
tapujos ni pretextos seudo-estudiantiles. Por ello la inmensa mayoría de los mexicanos los repudia
con indignación”.
CONCLUSIONES
En este movimiento el gobierno y la prensa cumplieron con su misión respectivamente, el
gobierno dio ordenes e indicaciones para desvirtuar al movimiento estudiantil y así poder
reprimir sin represalias o inconformidades del pueblo; y la prensa como sabemos es el
brazo derecho de los gobiernos al transformar la información y tener a la población con
los ojos cerrados a la realidad. Y creemos que no solamente aquí sino que son actos que
suceden en cualquier parte del mundo y en cualquier tiempo que nos situemos existirá
esa mancuerna que hace a los gobiernos tan duraderos a base de mentiras y a los medios
tan poderosos, basta con recordar quien es el cuarto poder,
Pero también encontramos a quienes tienen un verdadero sentido periodístico ceden
espacios a las buenas causas o por lo menos que tratan de mostrar la situación un poco
mas real a como se retrata en los medios masivos, y que también son situaciones que
suceden en las revueltas.
Este movimiento en si recibió la cobertura que hubiera recibido cualquier otro
movimiento “subversivo”, y eso lo creemos porque en muchos países ah sucedido y
siempre terminan desvirtuados quienes pelean por acusas justas y llamados “terroristas”
o “agitadores”, todo por las estrechas relaciones que hay entre estos dos poderes.
BIBLIOGRAFÍA
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