Muros y paredes nuevos, eternas voces. En memoria de Don Francisco García Jimeno. Por Don Francisco Villalón. "Muros Nuevos para Viejas Voces" (frase pronunciada por Don Francisco García Jimeno en el discurso inaugural del curso 1972-1973 el 11 de septiembre de 1972) Escribo sobre una fila de retratos y un muro del salón de exámenes, que inició hace años con las palabras de este hombre que murió hoy, hace 28 años, el ciclo del Sol. Silentes, los muros y paredes profundidades dicen palabras añales, a veces eternas. Cuando los hombres callan, las piedras hablan. Y acompasados los ecos se escuchan en la vieja casa de piedra, en su esencia, aquella "Casa de Roca" que refiriera el alumno fundador, alumno-maestro orador, del que en las letras más grandes de la escuela, en la pared más larga se lee su nombre. Silente pared que habla y refleja doradas luces. En el lugar de los exámenes que hemos compartido cada uno nuestra noche en vela de caballero del Derecho ante cinco sinodales, los últimos de casi cien o más, las cuatro paredes del Salón de Exámenes, Luis Méndez dan su testimonio personal. La pared de fondo es la del Jurado examinador. Normalmente hacia los rostros cambiantes que ocupan los cinco sillones se dirigen las miradas más aquellos que los ocupan miran testigos en retratos consagrados; desde su sitial se tiene -lo sabemos quienes hemos examinado- la amplia visión de las tres paredes del salón de exámenes que marcan las épocas y dimensiones de la Escuela Libre de Derecho, miradas y rostros que encauzan la vocación. A la mano izquierda desde la mesa del jurado examinador, derecha para el auditorio tenemos la de los grandes profesores que han sido Rectores en el actual edificio de la Escuela. La otra pared es la de los antiguos Rectores. Y la pared de fondo -posterior para los que ocupan el auditorio- es la del Honor, en la que los dos hombres que sin haber llegado a ser en su vida Rectores en funciones sí fueron reconocidos como Rectores Honorarios. Luis Méndez y Manuel Herrera y Lasso. Hoy 11 de marzo hace 28 años -1987- murió Francisco García Jimeno, con quien de alguna manera junto con Raúl F. Cárdenas inicia esa pared de historia de la Escuela en su terruño actual. Raúl F. Cárdenas fue el Rector que le tocó inaugurar el actual edificio precisamente con la generación que ocupa el actual Rector, Luis Díaz Mirón, entonces alumno de primer año en la Escuela, que vivió su primer día, de muchos más en esta escuela siendo recibido el día de la inauguración de cursos el 11 de septiembre de 1972 por el Rector Cárdenas en el Presidium y con las palabras de Francisco García Jimeno, entonces primer vocal, a quien tocó pronunciar las palabras inaugurales del primer curso en este nuevo edificio -curso lectivo 1972-73- el primero de ya 43 que han dado inicio en él. García Jimeno, quien justo moriría 14 años y seis meses después, un día 11 también de mes de equinoccio como septiembre, marzo, fue quien pronunció una pieza maestra de oratoria, tal como siempre hablaba, sea en clase o fuera de ella y con éste párrafo hizo el retrato maestro de lo que significa el nuevo edificio de la Escuela que ya va para 43 años: "Contemplar este edificio desde el ángulo que ofrece la noble finalidad a cuyo cumplimiento se destina suscita una reflexión. Muros nuevos para voces viejas. Muros nuevos dentro de los cuales resonarán voces que pudieran considerarse viejas por estar siempre impregnadas en la eterna, en la inmutable esentia ratio del Derecho. Voces que han señalado siempre, con índice sin desviaciones, el perenne camino que conduce a diferenciar el bien del mal, a distinguir el orden y el caos, entre la caverna y el amor al prójimo. Voces que se alzan contra la injusticia, motivo de la queja humana desde los tiempos perdidos en la oscura lejanía de la Historia. Voces que son viejas en cuanto que repiten una verdad de siempre. Son estas voces las que resonarán en estos claustros. Son las mismas de nuestros predecesores. Las de aquellos hombres que hace sesenta años fundaron la Escuela. Hoy siguen resonando esas voces. Sabemos bien que hay voces que no resuenan porque no son voces de justicia, y no tendrán el resonar de la historia, no serán voces de abogado de verdad libre. La palabra verdaderamente escuchada siempre es Libre. Resonar en el corazón y en la historia, las palabras de un maestro cuando se fundó este edificio, las palabras que ilustran esa pared del salón de exámenes y estos muros de la Escuela. Cuatro años más tarde, cuando ya esa primera generación que inició su carrera en esta nueva sede estaba en quinto año, como alumno de primer año invité a Niceto Alcalá Zamora y Torres a despedirse de México después de treinta años en México como académico de la Universidad Nacional. Deben releerse los conceptos que, Alcalá Zamora respecto al Rector García Jimeno llamándolo “Rector Magnífico, alumno de brillantez inigualada” (en el Doctorado de la UNAM en que fue alumno de Alcalá) que se encuentran impresas en el libro Zamora “Derecho Procesal en Serio y en Broma” cuyos derechos de autor Alcalá regaló a la Escuela y que se editó como memoria de aquella despedida del más grande jurista español en México, quien formó a Fix Zamudio y a tantos grandes juristas, entre ellos García Ramírez y mi padre y quien fue, ahora que se cumplen 75 años del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, alma viva del Instituto. Sin él, no se hubieran dado muchas cosas buenas en la investigación y el derecho procesal en México. Su testimonio maravilloso que hermana la experiencia de la UNAM y de la Libre a 65 años de su fundación merece ser recordado, así como las memorias de Alcalá Zamora y García Jimeno. Para nosotros, alumnos de entonces, nuestro gran orgullo era que en las cátedras de Derecho Civil, las dos de Obligaciones y las dos de Contratos Civiles, extraordinarios maestros reconocidos por todos las ocupaban; las dos Teorías de las Obligaciones impartidas en 2 A por Francisco García Jimeno y en 2 B por Miguel Ángel Hernández Romo y las dos cátedras de Contratos Civiles, las de 3 A y B, respectivamente impartidas por Ramón Sánchez Medal y Fausto Rico. Ese cuadrilátero de civilistas, tres de ellos Rectores, y sus discípulos de los cuales son herederos los actuales selló la Escuela en éste nuevo edificio, los más de cuarenta años desde aquella inauguración.