Queridos amigos Aquí estamos reunidos para recordar al poeta. Hace 119 años nació, en esta querida ciudad de Cumaná, el más grande poeta popular de Venezuela: Andrés Eloy Blanco. Agradezco el inmenso honor que me han hecho al invitarme a decir unas palabras con motivo de este nuevo aniversario. Y quiero dar las gracias especialmente a la Fundación “la casa de Andrés Eloy Blanco” que preside nuestra distinguida amiga Guadalupe Berrizbieitia y también quiero expresar mi reconocimiento a Flor Nassar de Díaz que con tanto afecto se dedican a mantener vivo el recuerdo de Andrés Eloy. No pudo hacerse el acto en la casa del poeta por una razón muy plausible, se están haciendo obras de remodelación para mantenerla como se lo merece. Y hacemos el acto en esta plaza que gracias a la preocupación del gobierno regional y supongo que también del gobierno municipal, se está poniendo muy bonita. Acepté sin vacilaciones la invitación porque desde mi más temprana juventud he sentido siempre una enorme admiración por el poeta y más todavía por el hombre que fue Andrés Eloy Blanco. Acepté, además, porque siento necesidad de decir algo que me brota de lo más profundo de mi corazón venezolano: ¡Que falta tan grande nos hace Andrés Eloy a los venezolanos de este tiempo! Que falta nos hace el poeta, Que falta nos hace el político, Que falta nos hace el ciudadano, Que falta nos hace el hombre de bien, Y que falta nos hace también el cumanés que a lo largo de toda su vida dio tantos testimonios de amor por su ciudad y por su país. “Los cuatro que aquí estamos nacimos en la pura tierra de Venezuela, la del signo del éxodo, la madre de Bolívar y de Sucre y de Bello y de Urdaneta y de Gual y de Vargas y del millón de grandes, más poblada en la gloria que en la tierra, la que algo tiene y nadie sabe dónde, si en la leche, en la sangre o la placenta que el hijo vil se le eterniza adentro, y el hijo grande se le muere afuera. Lejos de su mente estaría la idea de que la profecía consagrada en el poema se iba a cumplir en su propia persona. Andrés Eloy, el hijo grande de Cumaná y de Venezuela moriría afuera, en el exilio, aventado al exterior por las fuerzas de la ignominia, en Méjico, hospitalario siempre, el 21 de mayo de 1955. I.- Que falta nos hace el poeta. Venezuela ha dado grandes poetas. Antes de Andrés Eloy y después de Andrés Eloy. 1 Pero ninguno ha interpretado de manera tan cabal el alma del pueblo venezolano. Los versos de Andrés Eloy los aprendemos de memoria y cuando los recitamos no sabemos si los estamos diciendo o los estamos rezando. Hay algunas antologías que llegan al extremo de ignorar el nombre de Andrés Eloy y eso me hace recordar lo que el propio poeta comentó de los críticos que por apreciaciones mezquinas de estilo o de rigor literario le negaron el reconocimiento merecido. “¿Piden definiciones? Pues yo no me defino Sino por mi conciencia, Recta como un destino”. Y agregaba… “Oh, mi casa sin críticos, Mi casa donde puede mi poesía andar como una reina! ¿Qué sabes tú de formas y doctrinas, de metros y de escuelas?” Como poeta, se ha dicho que Andrés Eloy llego a ser sabio sin dejar de ser risueño, profundo, sin dejar de ser radiante. Romántico, lirico e innovador, con algún matiz surrealista. Fernando Paz Castillo que si sabía de poesía decía que Andrés Eloy “fue siempre un poeta modernista. Algunos críticos lo catalogan como poeta de transición, colocado entre dos épocas y entre varias formas de expresión poética; clasicismo, romanticismo, modernismo, vanguardismo”. Y otro que también sabía de literatura, el gran poeta mejicano Alfonzo Reyes, lo llamo: “Bolívar de perfil”. El propio poeta se definió a sí mismo como “el último trago romántico, y el primer sorbo ultraísta”. Andrés Eloy, “un hombre bien construido por dentro, serena la claridad interior”. Así lo definió su entrañable amigo Rómulo Gallegos. Que falta nos haces poeta. El poeta que nos dio una medalla de oro en poesía cuando ganó el premio concedido por la Real Academia de la lengua de Madrid, al mejor poema escrito en lengua castellana. El canto a España. Yo me hundí hasta los hombros en el mar de occidente “Yo me hundí hasta los hombros en el mar de Colón Frente al Sol las pupilas. Contra el viento la frente Y en la arena sin mancha Sepultado al talón”. El poema termina diciendo 2 “Y el mundo estupefacto verá las maravillas de una raza que tiene por pedestal tres quillas y crece como un árbol, hacia el cielo, hacia Dios”. Un gran poeta rodeado de grandes poetas como Jacinto Fombona Pachano, Luis Enrique Mármol, Gonzalo Carnevali, Rodolfo Moleiro, Enrique Planchart, Antonio Arraiz, Miguel Otero Silva. Y que cuando viajó a España tuvo allá como interlocutores nada menos que a Federico García Lorca, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado y a su hermano Manuel, a Ramón del Valle Inclan, Rafael Alberti, Pedro Salinas, Luis Cernuda, Manuel Altolaguirre, entre otros. En esa ocasión un consagrado crítico literario Ricardo León dijo del Canto a España (cito) “obra magistral, tan clásica y tan moderna al mismo tiempo, le consagra a usted príncipe de los poetas de la lengua castellana” (Fin de la Cita). Pero Andrés Eloy comprendió (como lo dice Alfonzo Ramírez) que “la gloria no estaba en los cafés madrileños, en la compañía de los grandes escritores, ni en los vítores de las multitudes, sino que un pueblo, el suyo, pobre y olvidado, lo aguardaba para que se inspirara en él”. “Cuando dejé mi casa para buscar la gloria, como olvidé la gloria que me dejaba en ella”. En resumen mis queridos amigos, yo que tampoco se dé formas ni doctrinas ni de metros ni de escuelas me limito a decir que la poesía de Andrés Eloy es la más pura expresión del alma venezolana, de los sueños y las frustraciones, de las alegrías y de las esperanzas de un pueblo bueno y humilde que “habla en castellano y reza a Jesucristo” como lo es el pueblo venezolano. Por eso digo: “Que falta nos hace Andrés Eloy, el poeta”. II. Pero también nos hace falta Andrés Eloy el político. Cuando contemplamos la hora menguada que está viviendo nuestra patria, no podemos menos que decir: ¡Que falta nos hacen políticos como Andrés Eloy Blanco! En esta hora de negaciones, de descalificaciones recíprocas, de siembra de odios y de divisiones que falta nos hace oír aquel hermoso poema de Andrés Eloy que dice. “Por mi ni un odio, hijo mío, Ni un solo rencor por mí. No derramar ni la sangre que cabe en un colibrí. Ni andar cobrándole al hijo las cuentas del padre ruin. Y no olvidar que las hijas del que me hiciera sufrir, Para ti han de ser sagradas como las hijas del Cid”. Pero también nos dijo Andrés Eloy. “Por mí el combate en la altura y en la palabra civil El bravo ataca al sistema Y respeta al paladín 3 El Cid abre herida nueva, No pega en la cicatriz”. Andrés Eloy fue un político Que predicó con el ejemplo. Dedicó su vida a luchar por la libertad, por la justicia, por la democracia, por la dignidad de la persona humana. Y pagó con la cárcel, con la ignominia de los grillos, con la tortura, con la persecución y con el exilio, el precio de sus convicciones y de su consecuencia. Fue un hombre de pensamiento y de acción. Su palabra no la utilizó para la ofensa, para el insulto, ni para el agravio. Tanto, que uno de sus adversarios más calificados en el debate parlamentario, Rafael Caldera, terminó escribiendo un gran elogio póstumo y lo llamó “el Amortiguador de la Constituyente” por la capacidad que demostró el poeta para servir de amortiguador en lo más enconado de los debates parlamentarios. Que falta nos hace Andrés Eloy y que bueno sería que ahora que se acercan las elecciones parlamentarias en nuestro país, los bandos en pugna hicieran un esfuerzo por tomar ejemplo en la actuación parlamentaria de Andrés Eloy. Qué bueno sería que se esmeraran por llevar en sus listas figuras que se aproximaran al modelo de Andrés Eloy. Qué bueno sería que estudiaran al político que fue Andrés Eloy y al parlamentario que lleno de prestigio al parlamento para que ese ejemplo contribuya a elevar y a dignificar la política en nuestro país. Andrés Eloy fue primero Concejal por Caracas y se convirtió en un gran municipalista. Hoy, que nos acercamos a la celebración de los quinientos años de Cumaná, que bueno sería que la alcaldía de este municipio Sucre contara con las propuestas y los medios necesarios para regalarle a la ciudad lo que la ciudad se merece: agua corriente, luz eléctrica, aseo urbano, seguridad, obras de ornato, vialidad adecuada, hoteles para el turismo, escuelas en buen estado, hospitales adecuados, una autopista con el nombre de Antonio José de Sucre que la una con Puerto la Cruz y una carretera turística de primera categoría que la una con Carúpano y con Guiria pasando por Rio Caribe y por Yaguaraparo hasta el extremo oriental de la geografía regional Sucrense. Que falta nos hace Andrés Eloy el político municipalista que pudiera servirnos como abogado de Cumaná para lograr para la ciudad de sus amores todo lo que esta ciudad, primogénita del continente, merece en el quinto centenario de su nacimiento. Un abogado que luchara para que la gente de Cumaná no tenga que hacer colas indignantes para comprar el mercado. Y no tenga que sufrir para conseguir los recursos que les permitan comprar los útiles para las escuelas de los hijos. Y no tenga que sufrir porque no consiguen los remedios en las farmacias para sus enfermos y que pueda disfrutar Cumaná de su vecindad con Mariguitar y con San Antonio del Golfo y con Cariaco y con Playa Colorada y con el 4 Parque Nacional de Mochima. Y que la gente pueda quedarse a dormir en las playas de San Luis o en las de Caigüire y disfrutar de las Aguas Termales de Casanay y recuperar la Laguna de Campoma y contar con un gran aeropuerto que sirva a Cumaná con vuelos frecuentes como corresponde a su importancia urbana y otro que sirva a la ciudad de Carúpano y al oriente del estado. A propósito del aeropuerto digno de Cumaná, no puedo menos que felicitar a la Fundación “Sucre Posible” que dirige mi apreciado amigo Fernando Luis Morgado por el estupendo evento que acaban de celebrar con la participación de cuatro distinguidos profesionales de la Universidad de Oriente para abordar el tema del futuro de Araya y Cumaná. La vialidad de los próximos años para esta querida ciudad. La integración del puente como elemento de desarrollo de la zona sur del país con todo su gran potencial exportador cuando las industrias básicas vuelvan a ser productivas. Eso demuestra que es posible soñar en grande y sumar fuerzas para concretar esa aspiración y hacer realidad el Sucre posible y la Cumaná posible. Como me ha comentado mi querido amigo César Yegres, presidente del capítulo Sucre del Centro Internacional de Políticas Públicas Arístides Calvani (IFEDEC) el trabajo que comentamos ha sido un esfuerzo de talentos, disciplina, vocación de servicio y amor por el estado Sucre, por Cumaná y por Venezuela. El amor de Andrés Eloy por Cumaná me decía Cesar, estaba ubicado en las circunstancias de su tiempo. El de estos profesionales de la Universidad de Oriente tiene el signo de los tiempos y del siglo XXI que estamos transitando. Ojalá la comisión designada para celebrar los quinientos años de la fundación de la ciudad y las autoridades competentes puedan prestarle a este proyecto la atención que se merece y el respaldo necesario. Andrés Eloy seguramente se ocuparía de recordar a la Península de Paria y a Playa Medina y a San Juan de las Galdonas y se ocuparía del Cacao, el mejor cacao del mundo y de Rio Caribe y de la caña de azúcar y de Cumanacoa y de Araya, en donde escribió sus versos inolvidables el poeta Cruz Salmerón Acosta que le dedicó a Andrés Eloy unos versos hermosísimos para saludar su regreso triunfal a Cumaná. Como dice Valentina Quintero, Sucre merece un mejor destino y si Andrés Eloy estuviera por aquí, Sucre tendría un gran abogado y Cumaná un hijo enamorado y diligente. Además de concejal fue diputado. Por encima de las diferencias políticas fue capaz de servir a los gobiernos de dos generales civilistas que hicieron la transición de la tiranía Gomecista a la democracia Republicana, López Contreras y Medina Angarita. Y después le tocó presidir la constituyente de 1947 que redactó uno de los textos más progresistas en nuestra accidentada historia constitucional. Para acercarme a la vida de Andrés Eloy he tenido el buen juicio de leer trabajos muy valiosos que hablan de su tránsito fecundo por estas tierras. He leído por ejemplo la aproximación a una autobiografía del poeta “Juan Bimba y yo” escrita por mi distinguido y apreciado tocayo Eduardo Morales Gil y el magnífico libro del poeta Efraín 5 Subero con prólogo de Julio Fuentes Serrano. Este libro de Subero habla del Amor de Andrés Eloy por Cumaná. Nos recuerda Julio Fuentes en su prólogo: Andrés Eloy cuando se siente enfermo del corazón, y piensa que puede morir de un momento a otro dice a Diego Córdova. “Desde que al corazón le dolió un ala, la usó en volar a mi ciudad porteña, la de la luna con que el sueño sueña, la del rio de amor con que resbala. Del mar al Pan de Miel que la desala, desde el Golfo a la playa ribereña, cruzo, sin pasaporte o contraseña, mi ciudad Marinera y Mariscala”. En lo que a Cumaná se refiere el “florilegio” señala un bello artículo intitulado “Cumaná linda señora”, y entre los poemas “la soledad”, “El Anuncio”, “la Casa de Sucre”, “Caja de estampas”, y todos los poemas dedicados a cada parte de su Cumaná y de su gente. La Historia de Cumaná que es la Historia de Venezuela que nació en las manos de unos indios y terminó en libertad en la mano de uno de sus hijos, en Ayacucho, en la vida civil, como un gran presidente de una nación nueva e incluye testimonios de José Agustín Catalá y de Luis Beltrán Prieto Figueroa y la excelente biografía del merideño Alfonzo Ramírez escrita para la colección biográfica venezolana. Y después de leer y releer tantas cosas de Andrés Eloy llego a la conclusión muy clara y categórica de que, que falta nos hace el poeta y el político. Andrés Eloy fue un político que pensaba en Venezuela y que entendía que la política era una vocación para servir a un ideal, a un pueblo, a una patria. Decía Miguel Otero Silva: “En medio de la batahola de denuestos, emergiendo por encima del sectarismo y de la incomprensión de sus adversarios o de sus copartidarios, surgió a todo trance la mano armonizadora del poeta, la gracia cordial de sus epigramas sin veneno, la palabra reposada y sin tacha inquiriendo con amarga ingenuidad: ¿Cuándo terminará la pelea entre nosotros, para comenzar en serio la pelea contra nuestros enemigos?”. Y yo dijo, hoy 6 de agosto del año 2015 que nuestros enemigos, los enemigos de los venezolanos de esta hora son el odio y la división que se ha sembrado entre unos y otros; el estancamiento de la economía y el alto costo de la vida; la pobreza y la marginalidad; la falta de Educación y la crisis de la salud la corrupción y la crisis de valores. Esos son los verdaderos enemigos de los venezolanos de este tiempo y para superar esos problemas es que tenemos que convocar la unidad de todos los ciudadanos de buena voluntad. Hablando de Andrés Eloy el político, hay un libro suyo que se llama “Navegación de Altura”, una especie de cartilla cívica en donde postula valores que mucha falta le están haciendo a la Venezuela de hoy, en esas páginas se habla de tolerancia y equilibrio en la lucha política. Tolerancia y equilibrio, dos virtudes republicanas que brillan por su ausencia en el mediocre debate político que prevalece en la Venezuela de nuestros días. Pero también nos habla el poeta en esas páginas de la dialéctica militarismo-civilismo. Doscientos años de vida independiente tenemos los venezolanos, y de ellos solamente cuarenta o algo más hemos tenido gobiernos civiles. 6 Ese mismo tema lo analiza a fondo en otras obras como la admirable biografía de nuestro primer presidente civil el sabio doctor José María Vargas, cuya vida también está vinculada con esta ciudad de Cumaná, “Vargas, albacea de la angustia”. Andrés Eloy fue un político civilista, como debe ser, y un político democrático que escribió también un ensayo de teoría política llamado Principios Fundamentales de la Democracia. Además fue un político popular que en 1936 escribió una extensa Carta a Juan Bimba en el que aborda sus ideas políticas sobre socialismo y comunismo y añade agudas reflexiones sobre la historia venezolana y sobre sus protagonistas y hace advertencias sobre la política y los conflictos y errores del siglo XIX que conviene retener, (como lo advierte Simón Alberto Consalvi) porque son esenciales para comprender nuestro proceso histórico y porque muchos de esos errores los repetimos en el siglo pasado y algunos nos empeñamos en seguirlos repitiendo en este siglo, me refiero a temas como el caudillismo, el militarismo, el mesianismo, el centralismo y el autoritarismo. Por último, Andrés Eloy fue un político Bolivariano pero sin endiosar a Bolívar. Bolívar sirve para todo llegó a decir en un debate parlamentario. Hay que ver la inmensidad de la obra escrita de Bolívar. Y agregó: “Bolívar no se puede citar sino con cuidado, porque Bolívar es oceánico. Bolívar tiene para justificar un acto de democracia avanzadísima y también para justificar un acto de represión. Bolívar es el que firma el decreto de “guerra a muerte” y también el que promueve la regularización de la guerra y pacta con el general español Pablo Morillo el armisticio de Santa Ana. “No soy deísta de Bolívar dijo”. Lo quiero familiar; quiero que se pueda hablar de él sin temor, no lo quiero en un altar, lleno de incienso, lo quiero humano, caminable, franqueable, no como un dominio privado ni como un bien oculto de la patria”. Hoy observamos que hay muchos políticos que solo piensan en los interés pequeños de sus grupos, de sus partidos, de sus propias personas, pero que han perdido su capacidad para entender, para servir y para amar a la patria grande. Andrés Eloy quería que los venezolanos nos sintiéramos “hormigas de la misma cueva” y que nunca perdiéramos el sentimiento de solidaridad y de fraternidad que nos unía. (“La Penta Crisis”) III.- Que falta nos hace Andrés Eloy, el ciudadano Ciudadano de Cumaná, Ciudadano de Venezuela Ciudadano del mundo. A Cumaná le cantó: “luna de Cumaná, para encenderte, la lámpara de arrullo que me duerme y el postigo de voz que me despierte”. “Luna en el pan de la colina yerma, en el río, en el golfo, en la sabana, pavón lunar de mariposa enferma; 7 Y luna en el cocal, junto a chiclana donde el recuerdo azul de sus amores se echa a dormir como una caravana, luna para los mapas de colores que teje la nocturna confidencia rumbo a la calle de flor de las flores y luna que en tus uvas se aquerencia para la miel de aquellas de tu parra y el limón de las doce de tu ausencia”. Fue poeta de Cumaná, pero también fue poeta de Venezuela entera. Fue poeta del llano venezolano. Para ejercer su profesión estuvo en San Fernando de Apure en 1919. Allí fue abogado de Pancha Vásquez de Carrillo quien pasó a la historia de la literatura como la famosa Doña Bárbara que inspiró la gran novela de Rómulo Gallegos. Por cierto, Gallegos no llegó a conocerla personalmente y Andrés Eloy escribió: “Fui el abogado de Doña Bárbara, antes de que fuera Doña Bárbara. Fui el abogado de la bruta mujer, fea y oscura, como el puñado de tierra antes de que la mano creadora realizara la milagrosa transformación del barro en carne, de la materia en verbo. Fui abogado del carbón antes del diamante. Fui abogado del barro antes del soplo. “Y allá en el llano escribió su famoso poema la “Vaca Blanca”. “De un amor que pasó, como un paisaje visto del tren cuando se va de viaje; de un romance de un mes, en un cobijo del llano, una mujer me dejó un hijo”, y en 1921 publicó su primer libro: Tierras que me oyeron”. Pero también fue poeta de los andes venezolanos cuando fue confinado a Valera y escribió su famoso Palabreo de la loca Luz Caraballo. “De chachopo a Apartaderos Caminas, Luz Caraballo Con violetitas de mayo, Con carneritos de enero; Inviernos del ventisquero, Farallón de los veranos, Con fríos cordilleranos, Con riscos y ajetreos, Se te van poniendo feos Los deditos de tus manos”. Pero también fue poeta del Zulia con su famosa carta al viejo tigre como llamaba al poeta Udón Pérez. Y fue poeta desde el castillo de Puerto Cabello. Y fue a San Cristóbal para hacer el elogio de Pedro María Morantes, Pio Gil y allá habló de la integración nacional y aludió a un soldado tachirense que “cayó en el puente de mi ciudad entre el andino Román Delgado y el caraqueño Armando Zuluaga. Lo sepultaron junto al mar, donde su espíritu, partido en dos, de costa y cordillera, confundirá la nieve con la espuma y el pez de plata con los frailejones”. La integración de la patria venezolana la vió el poeta como la bordadura de un pañuelo. 8 Y fue poeta en Margarita y en Caracas. Por eso es que nadie, como él, puede llamarse en propiedad: “el poeta del pueblo venezolano”. IV.- Y que falta nos hace Andrés Eloy el hombre bueno, el que nos dijo: vivir es desvivirse por lo justo y por lo bello. Y también nos dijo: “Lo que hay que ser es mejor Y no decir que se es bueno Ni que se es malo, lo que hay que hacer es amar lo libre en el ser humano, lo que hay que hacer es saber alumbrarse ojos y manos y corazón y cabeza y después, ir alumbrando. Lo que hay que hacer es dar más sin decir lo que se ha dado, lo que hay que dar es un modo de no tener demasiado y un modo de que otros tengan su modo de tener algo. Trabajo es lo que hay que dar y su valor al trabajo. Y al que trabaja en la fábrica Y al que trabaja en el campo Y al que trabaja en la mina Y al que trabaja en el barco, Lo que hay que darles es todo, Luz y sangre, voz y manos, Y la paz y la alegría Que han de tener aquí abajo Que para las de allá arriba, No hay porque apurarse tanto, Si ha de ser disposición de Dios Para el hombre honrado darle tierra al darlo a luz, Darle luz al enterrarlo Por eso quiero hijo mío, que te des a tus hermanos, Que para su bien pelees y nunca te estés aislado; bruto y amado del mundo Te prefiero a solo y sabio. A Dios que me de tormentos, A Dios que me de quebrantos, Pero que no me de un hijo de corazón solitario”. Queridos amigos 9 Si Andrés Eloy estuviera aquí a lo mejor podría decirnos de nuevo aquello que dijo en diciembre de 1936 cuando regresó a su pueblo natal, a la casa de Abel, a su querida Cumaná después de haber sufrido ocho años de prisión injusta en las cárceles de Gómez. Dijo entonces el poeta: “Una tarde, fue por el centenario de Ayacucho yo volvía a mi tierra con una brizna de gloria ¡tan pequeña la gloria de los días! Todo mi pueblo estaba junto al agua; el muelle era una larga cosa viva”. Y termina diciendo: “llegamos a la plaza de Ayacucho; ante la estatua del Mariscal, cinco mil ciudadanos se descubrieron y una voz gritó: ¡Benditos sean los pueblos que no se olvidan de sus hijos! ¡Benditos sean los hijos que no se olvidan de sus pueblos! El pueblo de Cumaná, como el de Venezuela entera no se olvida de su hijo Andrés Eloy Blanco. Porque Andrés Eloy nunca se olvidó de su pueblo de Cumaná ni de su pueblo venezolano. Y termino, recordando una anécdota muy personal y compartiéndola con ustedes. Eran años de sectarismo político y escuché una vez a un señor muy anti adeco que alegaba que los adecos no podían ir al cielo porque no eran amigos de la iglesia y porque se habían opuesto a que el nombre de Dios figurara en el preámbulo de la Constitución Nacional de 1.947. Un cura que lo escuchaba con cierto desasosiego se atrevió a decirle: mire amigo, yo no respondo por los demás adecos, pero hay uno por lo menos que va derechito al cielo…y ese es Andrés Eloy Blanco, porque Dios no se va a privar del placer de escuchar al poeta recitándole sus versos y en especial aquellos que hablan de los angelitos blancos y de los angelitos negros “que vayan comiendo mango por las barriadas del cielo”. “Si al cielo voy algún día, tengo que hallarte en el cielo, angelitico del diablo, serafín cucurusero” Concluyo estas palabras recordando otro de esos poemas que seguramente le abrieron a Andrés Eloy las puertas del cielo. Se llama Dedicación de la mañana a Jesús de Galilea y dice así: “Jesús, mi comandante, Suprema formula de hombría, Flor de Varón en la perfección última As de los Ases: A la hora de salir el sol, Yo te ofrezco el levante de mis ojos despiertos Y la semilla hinchada de mi primera idea. Por este anhelo de justicia Que hoy desbasta mi horrendo pecado de pereza, Gracias. 10 Por la sed de fraternidad que salva el panorama de mis lujurias negras, Gracias. Por la noche bendita en que me hicieron preso, Gracias. Por la sed y los grillos, la desnudez y el hambre, Gracias. Por la prueba de sal en los labios indignos, Gracias. Por el momento generoso En que tu ejemplo me llevo a la fila de la falange azul; porque, sin merecerlo, tú, mi jefe y amigo, me empujaste a la marcha entre los dedicados y me estás regalando mi manjar de deber, Por mi signo de fe clavado en tus vanguardias, ¡Gracias! Y ahora, El pan más duro y con la sal amarga Dánosle hoy Y hasta la playa en sed, como una boca, Ven caminando sobre el pan salado, Caminador del mar, flor de las olas. Muchas Gracias. Cumaná 5/8/15. 11