OXIGENOTERAPIA La administración de oxígeno es uno de los tratamientos más comunes en Urgencias. Está indicada su administración en cualquier paciente que consulte con disnea, taquipnea o cianosis. La oxigenoterapia se utiliza para incrementar la concentración de oxígeno en el aire inspirado. Indicaciones La indicación más frecuente es en el paciente hipoxémico o con riesgo de hipoxemia por problemas en las vías respiratorias. Se considera hipoxemia a la disminución de la PaO2 en sangre arterial por debajo de 60 mmHg. La hipoxemia debe ser corregida ya que genera daño en los tejidos, acidosis metabólica y vasoconstricción pulmonar. El oxígeno también debe ser utilizado, como tratamiento inicial, en todos aquellas situaciones que impresionen de gravedad, como es el caso de las convulsiones, traumas severos, alteración de la conciencia, sepsis, etc., o durante muchos de los procedimientos en los que es precisa la analgesia y sedación del niño, en los cuales no es infrecuente la depresión de la función respiratoria. Para valorar la necesidad de oxígenoterapia y evaluar su eficacia, es preciso monitorizar su uso mediante la vigilancia clínica, color de piel y mucosas, frecuencia cardíaca y respiratoria o, mejor aún, utilizando conjuntamente la pulsioximetría. Contraindicaciones Prácticamente no existe ninguna contraindicación absoluta para el uso suplementario de oxígeno, administrado a las dosis adecuadas y por la vía correcta. Efectos adversos Aunque el oxígeno no es un gas inocuo, es excepcional la aparición de efectos secundarios por su uso, en urgencias. Sin embargo se debe ser cauto en su utilización en pacientes con hipercapnia mantenida (enfermedad pulmonar crónica grave), en los cuales la hipoxemia actúa como estímulo del centro respiratorio. Modo de administración El oxígeno debe ser administrado humedecido para no irritar las mucosas. Exceptuando el caso de su administración a través de un tubo endotraqueal, no es preciso calentarlo. Las fuentes más habituales de oxígeno son las balas de oxígeno presurizado o el oxígeno canalizado hospitalario. En ambos casos, mediante un caudalímetro se administra el flujo necesario de oxígeno, cuyo máximo habitual es de 15 litros por minuto. Existen diferentes técnicas y equipos para administrar oxígeno, según la edad y necesidades que el niño tenga del mismo: Cánulas nasales. Son especialmente útiles en el recién nacido y el lactante muy pequeño. Se puede utilizar una pequeña sonda que se introduce 2 cm en una fosa nasal o, lo que es más apropiado, las denominadas «gafas nasales». Se deben evitar flujos de oxígeno superiores a 2 litros por minuto que irritarían y enfriarían las mucosas y que además son muy mal tolerados por el paciente. Permiten gran movilidad y accesibilidad al paciente y no interfieren con la alimentación. No son útiles cuando las necesidades de oxígeno son altas. Carpa. Es una alternativa para utilizar en el recién nacido y el lactante pequeño que no toleran otros sistemas, como las cánulas nasales o las máscaras. Son de plástico duro o blando y pueden cubrir únicamente la cabeza (duras) o el cuerpo entero (blandas). Permiten administrar flujos altos de oxígeno, pero interfieren con el manejo del paciente y la concentración de oxígeno alcanzada se modifica mucho cada vez que se interrumpe el sellado de la carpa. Mascarilla simple de oxígeno. Son mascarillas faciales de plástico blando (Fig. 1-1), a través de las que se administra un flujo de oxígeno determinado. Se pueden fijar con una cinta de goma a la cabeza 1 2 3 Figura 1. Diferentes modelos de mascarilla facial de oxígeno. del niño, pero en general, la tolera mejor si el padre o la madre se la aplican y sujetan. Mascarilla facial tipo Venturi. Los tres sistemas descritos previamente no permiten conseguir una FiO2 determinada y fija. Las mascarillas tipo Venturi (Fig. 1-2) llevan un tubo adaptado que, basándose en el principio de Bernoulli, permite administrar una FiO2 determinada y que puede alcanzar hasta el 0,35 (35%) con gran fiabilidad. Mascarilla con reservorio. Se utiliza cuando se precisa administrar mayores concentraciones de oxígeno (Fig. 1-3). A una mascarilla simple de oxígeno se le adapta una bolsa reservorio de un volumen aproximado de 1 litro. La conexión del reservorio a la mascarilla lleva una válvula unidireccional que se abre con la inspiración y se cierra con la espiración. Conectada la mascarilla a una fuente de 15 litros de oxígeno por minuto, se podrían alcanzar en teoría FiO2 de 1 (100%). En la realidad, por diferentes motivos (pérdidas de concentración de oxígeno por los márgenes de la mascarilla, volumen minuto del paciente superior al flujo de oxígeno administrado, etc.) rara vez se consigue una FiO2 superior a 0,7 (70%). Es preciso tener en cuenta que la válvula del reservorio ofrece cierta resistencia para abrirse y que niños muy pequeños o fatigados, con un esfuerzo inspiratorio débil, podrían no conseguir abrirla. Técnica Ventajas Inconvenientes Cánula nasal Especialmente indicada para el lactante pequeño Flujos bajos 0,5-2 l x’ Concentraciones bajas y variables de oxígeno Irritación nasal Carpa Útil en el lactante muy pequeño o no cooperador Permite flujos altos Concentración de oxígeno variable Dificulta acceso al paciente Mascarilla simple Buena accesibilidad al paciente Concentración de oxígeno que varía con el flujo inspiratorio Mascarilla (Venturi) Buena accesibilidad Concentración de oxígeno constante Mascarilla (Reservorio) Mayores concentraciones de oxígeno La resistencia de la válvula puede fatigar al lactante y niño pequeño BIBLIOGRAFÍA 1. Domínguez G, González-Vicent M. Oxigenoterapia. En: Benito J, Luaces C, Mintegi M, Pou J (eds). Tratado de urgencias pediátricas. Capítulo 4: Técnicas y procedimientos más habituales en urgencias de pediatría. 2004. 2. Van Stralen D, Perkin RM. Oxigen delivery. In: Dieckman RA, Fiser DH, Selbst S (eds). 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