Dios está loco 1

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Dios está loco
Sí, soy un resentido, pero con razón. Hace tiempo que llegué a la conclusión de que
Dios existe, con la inocente ilusión de que sería un tipo respetable, enrollado, justo y lo
que queráis añadir. Con el paso del tiempo descubrí que la gente es mala hasta sin
querer dejando al Diablo sin trabajo. ¡No podía existir un ser malvado en un mundo
cruel! Sería llover sobre mojado, hacer leña del árbol caído, no tenía sentido. ¿Entonces
por qué hay tanta estupidez? Busqué la respuesta en la gente, en los libros, en la tele, en
la religión y solo hallaba contradicciones, ambivalencias, creencias absurdas y orgullo.
Creía ser una buena persona, creía que era sabio, el centro de mi verdad, de mi visión.
Entonces vino Dios a recordarme eso de ves la paja en el ojo ajeno y no ves la viga en
el tuyo. Resultó que estaba enfermo, que era yo el más orgulloso, el más mezquino, el
más hipócrita, y todo esto sin saberlo, con lo inteligente que creía ser. Duele, para una
persona con amor propio descubrir su propia mediocridad produce pena y dolor.
Intenté cambiar, camuflar mi orgullo, negar mis ansias de poder, proyectar sencillez,
pero todo era humo, no cambiaba y mi abnegación era tema de burla, incomprendida a
mi parecer. Mi sacrificio se convirtió en rabia, transformándome en un tipo taciturno,
inseguro, en un auténtico imbécil. Pero entendía a todos los imbéciles de este mundo,
adquirí una empatía con todo lo negativo digna de resaltar. Me he convertido en un hijo
puta pasivo, impotente y consciente. Se de vuestra maldad, y no me refiero a asesinatos,
robos, abusos de poder, intolerancia, racismo, homofobia, lujo y un largo etcétera de
caracteres que nos definen como especie, sino a vuestra estupidez personal, con la
psicología suficiente para llegar al centro de vuestro egoísmo, quitándoos esa máscara
que os protege, tanto que hasta os lo habéis llegado a creer, luciendo esa sonrisa y
supuestas buenas intenciones que creéis llevar encima. No me importa el rango, cultura
o consciencia que tengáis, sois como esos pobres vampiros que tanto están de moda
ahora. En el mejor de los casos solo queréis lucir entre muertos vivientes, creyendo
iluminar el camino, allanar la senda. Pero solo es el instinto de Napoleón, la voluntad de
poder de Nietzsche, las ansias de dominar con nuestro intelecto y de dar por culo
cuando lo creemos necesario. Bienvenidos a la jungla humana, ese zoo antropológico
del que tanto disfrutan nuestros dioses.
Aquí, en occidente, tenemos uno, grande, omnipresente, dicen que justo (no me
extraña pues somos ricos tras exprimir a los pobres) y creador de todo lo pensable e
impensable. Abordando lo segundo, lo impensable, os voy a contar mi verdad, la de un
loco sí, pero con las ideas muy claras.
No hay nada más fácil que comer la olla al personal, preguntádselo a cualquier
publicista. Alienar a la gente con historias fantásticas, mensajes divinos, luchas entre
ángeles y demonios, milagros y nuestra salvación para la vida eterna es digna de un
cuento de los hermanos Grimm. En medio de todo este tinglado tenemos al pobre Jesús,
que lo crucificaron por la maldita idea del mesías, que al final hasta llegó a creérselo él
mismo. Desde luego que si no hubiera habido sangre, sino tuviéramos mártir, Jesús
probablemente solo hubiera sido un profeta y nosotros seríamos musulmanes. Pero el
pobre diablo que Jesús llevaba dentro le empujó a la gloria, a la soledad de la cumbre
alcanzada y a la muerte impía. Un sacrificio que cientos de lunáticos probablemente han
interpretado a su gusto y esperanzas sin sentido real. ¿Vosotros creéis que el Dios padre
envió a su hijo a la crucifixión en plena soledad? <<Dios mío ¿por qué me has
abandonado?>>. Está claro que todo hombre afronta la muerte en solitario, con su
conciencia, con sus dudas, queriendo abrazar la eternidad. Porque en esta vida amigos
mios nadie sabe nada, todo son creencias producto de nuestra imaginación y
probablemente de nuestra cobardía.
Todo esto lo digo porque soy un megalómano, cobarde y loco, con muchas ganas de
hablar con Dios, de aclarar las cosas, de no engañarme más, vicio que no logro superar.
Sin duda somos un experimento, llamarlo divino si queréis, a mi parece más bien
demoníaco. Me hacen gracia los religiosos (respetando sus creencias por supuesto) pero
más gracia me hacen esos científicos fanáticos con la intención de borrar de nuestra
consciencia la existencia de Dios. La tradición contra los ultracientíficos, todos
creyendo llevar la razón absoluta, es absurdo. El amor a la verdad descubre que ésta
cambia con el tiempo iluminando nuestro intelecto, nuestras ganas de progresar,
descubrir las últimas intenciones de la vida, desenmascarando a Dios, que sin duda se
divierte, disfrutando con nuestras verosimilitudes y vicisitudes.
Para estar donde estamos ha habido mucho sufrimiento. De hecho la pobreza, la
enfermedad, la infelicidad domina la mayor parte de la humanidad. Sin embargo nos
agarramos a la vida como a nuestro más íntimo y amado tesoro. El instinto de
supervivencia nos alimenta con un mendrugo de pan y un poco de esperanza. La Tierra
está llena de oportunidades y un día me puede tocar la lotería. En realidad el mundo es
un manicomio, y solo algún loco se ha dado cuenta. El sistema capitalista es corrupto y
corruptor, la religión narcotiza a los infelices, la democracia empieza ha estar al servicio
de los grandes mercados que explotan sin piedad arrasando países e invirtiendo en
donde mejor les traten, la prensa miente, la ética y la filosofía desaparecen del panorama
actual, no le interesa a casi nadie. Es la decadencia de una raza egoísta, donde ya no le
preocupa ni la manada, ni sus tiernos lobeznos. Aumentamos la población sin medida,
explotamos los recursos al límite, cambiamos el clima del planeta, hipotecamos la
Tierra para que la hereden nuestros hijos, con un futuro cada vez más comprometido.
A nivel cotidiano tampoco está el tema para fiestas. Crisis económica, paro, pobres en
nuestras calles y todos en manos de la patronal, desalmados esclavos del capital, del
interés del más fuerte, el millonario que queremos ser todos para que nos adoren con
nuestras patéticas aportaciones sociales y humillantes propinas como si todos fuéramos
mendigos. Todos deseando ser ese rico tonto tan listo a nuestros ojos, ese lujo idiota,
culpable en su esencia, ese glamour estúpido, insípido, falso. La hipocresía del ser
humano, su voluntad de poder enmascarada de virtudes inexistentes. ¿Qué amor sois
capaces de fabricar? Solo el propio y el de vuestro propio interés.
Ya lo dijo un loco hace casi 2.000 años llamado Jesús <<Vende todas tus riquezas,
dáselo a los pobres y sígueme>>. Y el pobre rico huyó con el rabo entre las piernas. Y
lo más importante <<Amarás al prójimo como a ti mismo>>. Un secreto que
transciende de generación en generación, echando raíces en contadas ocasiones. Lo que
es por mi parte hago lo que puedo, por entender, experimentar y llegar a ser feliz de
verdad algún día. Porque uno de los secretos quizás sea el amarse bien y esto significa
conocerse a fondo, en donde habita el mundo, ángeles y demonios, creencias, absurdos
y mil sueños, miedos, resentimientos, complejos, pesadillas. Salir victorioso de la mente
retorcida que aun poseemos no es tarea fácil, llegar amarse bien supone perdonarse con
sinceridad y renovarse cada día, con instinto de superación. También cultivar la
valentía, no la del héroe o el machito cabrío, sino la que es capaz de integrar la
sensibilidad y empatía necesarias para ponerse en la piel del otro, sin distinción de sexo.
El conocimiento de uno mismo es el conocimiento del mundo, trae dolor, sabiduría y es
nuestra acción la que mejorará el mundo, nacida del exceso de fuerzas, excedente
conseguido en mil batallas.
La alegría vendrá del buen amor, del que sepa cultivarlo para luego recoger la
cosecha. La felicidad nos la da el prójimo, con su aprecio. El respeto es un valor
universal, que nos tenemos que ganar toda la vida, empezando por el propio.
Algunos diréis que ya sois felices, que tenéis buenos pensamientos, empatía y amáis a
los que os rodean. Permitidme que lo dude. Os recordaré las palabras de Jesús otra vez
<<si amáis solo a los que os aman ¿qué mérito tendréis?>>. Amar al prójimo significa
respetar y estimar al diferente, enriquecerse con el intercambio, conocer otra manera de
pensar. Cambiar requiere un esfuerzo muy fuerte y una voluntad de hierro. Nadie posee
la verdad absoluta y lo que a tus ojos es un error para muchos es tradición y sabiduría.
Hay muchos “diferentes” ¿verdad? Siempre acompañados de estigma social de
diferentes grados de intensidad según se aparten de lo que consideramos normal. La
normalidad no es más que el comportamiento, actitud y pensamiento de una amplia
mayoría, muchas veces cruelmente excluyente. La falta de cultura, solidaridad y porque
no decirlo, de humanidad son reseñables. Quizás la clase media alta y alta le parezca
que lo que digo no es cierto, y os diré que a veces con más información la crueldad es
doble, y con más dinero la hipocresía crece exponencialmente. Donde yo he vivido,
clase media, habiendo saboreado el éxito social y el fracaso más profundo, habiendo
pensado mucho en ello (de hecho lo hago cada día) he podido constatar lo que digo, no
solo de la gente sino de mi mismo.
A los 20 años era un tipo inteligente, gracioso, soñador, antisocial, revolucionario,
borrachín y quería a toda la gente. A los 30 me convertí en un alcohólico desquiciado,
sin autoestima y comencé a saborear los entresijos de la locura. Sentía miedo de la
gente, hasta el punto de temblarme la mano a la hora de recoger el cambio en una
compra, hasta el punto de tener miedo a los niños que jugaban en la calle, de no poder
entrar a un bar, de no coger el metro…
La locura no se había manifestado, pero había hecho méritos notables para su
gestación. El infierno se cernía sobre mis pensamientos. Me habían despedido hace
poco del Casino tras una experiencia larga y muy traumática. Fumaba porros para
tranquilizarme por las noches. No entendía nada. Sufría en soledad, mi último refugio,
chillando a Dios con un cuchillo en las manos sin el valor suficiente << ¡¡¿Qué quieres
que haga Señor?!!>> Al parecer, si tú das un paso hacia Dios, él da dos hacia ti.
A los pocos días, tras otro pequeño trauma en un cursillo de redes, acudieron a mi
todo tipo de alucinaciones, visuales y auditivas, ambas exteriores, con pequeñas
incursiones de voces interiores. Tras desechar absurdos delirios y manías de
persecución, se incrustó en mí el más absurdo, el delirio de creerse el mesías y la manía
más peligrosa, que me perseguía el Diablo. Solo nosotros, los locos, sabemos lo
convincentes que pueden llegar a ser esas alucinaciones. Es una experiencia de miedo y
placer espectacular, ninguna droga o meditación la puede superar. Por poneros un
ejemplo de cada uno, recuerdo estar psicótico perdido tomándome una tila en una
terracita, enteramente sereno y consciente, hablando con Dios comentando la ira y
desesperación del Diablo. Se me ocurrió preguntarle a Dios <<si es tan poderoso ¿por
qué no me mata y ya está?>> perdí el reconocimiento al instante y alguien poseyó mi
cuerpo dirigiéndolo al precipicio de unos diez metros dando a las rocas del mar. En el
último momento recuperé mi consciencia con toda mi voluntad y ese ha sido el instante
más terrorífico de mi vida e inexplicable. Placentero sigue siendo ver vuestros mejores
rostros, ángeles que me sonríen y alientan a través de vosotros. No son hechos aislados,
sino tan cotidianos en momentos psicóticos que te convierten en creyente.
Pero no nos engañemos, yo no soy el mesías, solo un hombre que necesita ayuda. Al
tercer brote psicótico me dejaron solo frente al Diablo, que estuvo torturándome
psicológicamente dos días y dos noches hasta que mi resistencia cedió al fin y me dormí
oyendo su estúpida voz. A partir de aquel día los tengo en mi cabeza, el bien y el mal
personificados, vivos, presentes, predominando el subnormal, cobarde, astuto e
incombustible cabrón idiota que es el supuesto demonio, que evidentemente juega
siempre con las cartas marcadas.
A mis 42 tacos actuales, sigo siendo un soñador, pero mucho más realista a lo que la
sociedad de hoy en día aspira, porque vivo en ella y al fin me he dado cuenta. Ya lo dijo
Tolstoi <<todos quieren cambiar el mundo, pero nadie está dispuesto a cambiarse a si
mismo>>. Frase lapidaria a mi modesto parecer y perecer nuestro como civilización.
En lo que se refiere a mi persona, con la historia del poli bueno y el poli malo que me
montan desde hace años, he aprendido muchas cosas buenas, algunas malas y
desaprendido otras innecesarias. Pero esto no es un camino de rosas e iluminación, sino
la comprensión de mi propia maldad, que a menudo veo reflejada en vuestras
relaciones, vosotros, que creéis que todo lo que pasa suele ser normal, incluso vuestros
razonamientos, generalmente intuitivos. Pero tranquilos, los neurocientíficos están
afirmando que la intuición es muy racional.
¿Estoy loco? ¿Creéis que esto es una especie de pensamiento peligroso, negativo? Los
locos venimos del infierno, no tenemos intimidad mental y luchamos todos los días con
alucinaciones que a veces nos intimidan. No pensamos con “normalidad”, acosados por
voces hirientes si no nadamos en la corriente, maltratados por la baja autoestima
personificada, perseguidos sin descanso por la sombra del Diablo inexistente, para
vosotros claro…
Y aun así, muchos conseguimos sobrevivir, salir victorioso sería una temeridad.
Gracias a la medicación, a la acción de psiquiatras, psicólogos, centros de día, clubs
sociales y asociaciones de padres conseguimos ayuda, apoyo y vida social. Descubres
que no estás solo, y no es que seamos buena gente, sino mejor todavía. Te preguntas
¿por qué? ¿Existe acaso el Diablo? ¿Cómo Dios permite esta locura? Pero si te pones a
pensar hay tantas injusticias que merman la fe, sobretodo la de su supuesta bondad que
te abocan concluir la ludopatía enfermiza de nuestro querido Dios.
Sin embargo las desgracias suelen ser la acción de la naturaleza, de la maldad humana
o de la manera de ver y pensar erróneas, distorsionadas que tenemos de la realidad.
Quizá para un Dios concienzudo halla pocas ocasiones para el azar, y sean nuestras
decisiones el timón de la providencia.
En lo que a mi caso se refiere, creo merecer el castigo sufrido. Una vez te acostumbras
a vivir con las voces, después de haberlas combatido, analizado y reconocido, descubres
algo nuevo cada día. Te construyes y autodestruyes para volver a empezar, cada vez
más consciente de tu enfermedad, desechando estúpidos delirios, soñando con
esperanzas a poder ser reales.
Con el transcurrir de los años todavía no he podido constatar la procedencia de los
insultos y ánimos que recibo, pero si cierta certeza en dos direcciones: la primera la de
mis propios pensamientos ocultos, reprimidos. La segunda diría un psiquiatra quizás la
de mi conciencia correctora. Esta última es la que yo identifico como divina, con la que
hablo gran parte del día, riendo mayormente, pasándolo bien. Pero también me ha
aleccionado, juzgado y echado reprimendas sobre mi estado de ánimo y pensamientos
negativos a través de la gente o en mi propio cerebro. Desde luego aquí la libertad de
pensamiento brilla por su ausencia.
Sin embargo me divierte, mi locura es mi pasión. Siempre me han gustado las
películas de terror y esta encima lleva mensaje, es paranoica con un toque de
misticismo. Debo ser masoquista, pero debiera confesar que mi enfermedad me ha
alejado de las drogas y el alcohol, y ha curado un poco mi fobia social y baja
autoestima. Además nunca estoy solo, para bien o para mal, su compañía suele ser
amistosa, dura, pero reveladora. Quizás solo sea la emancipación de mi pensamiento
mágico, que a base de hostias psicológicas quiera hundir en la miseria mi narcisismo un
poco enfermizo, mi egoísmo hipócrita y mi orgullo indestructible.
Con todo esto no quiero decir que la locura sea divertida, sino que a mí en particular
me guía, me acompaña, me alienta y ayuda porque yo ya estaba loco antes de la
enfermedad, desorientado, triste, apocado, desquiciado, solo. Nunca es tarde para
cambiar, sobretodo la manera de pensar, por muy tocado que estés, por muchos palos
que te halla dado la vida. La gente suele ser cruel o compasiva con nosotros, cosa que
nos hiere aun más. Con el tiempo debes comprender que la gente no es que sea mala,
sino un poco ignorante, que debes darle confianza y tu mejor sonrisa. La gente empatiza
con los buenos pensamientos y se pone en guardia contra los malos. No es telepatía, es
el lenguaje no verbal, a veces el rostro nos delata. El miedo a veces se apodera de
nosotros, al rechazo, al que dirán, al que pensarán de nosotros. Entonces suelen venir las
alucinaciones negativas, insultos y descalificaciones de tus propios amigos, compañeros
de trabajo, familiares o simple transeúntes que te hundirán en el patetismo, que se
transformará en realidad si esto ocurre a menudo y no reaccionas. Primero vendrá la
rabia y la incomprensión. Buscarás una huida y explicación de lo acontecido,
generalmente errónea, precipitada, mezclada con delirios. Principalmente el culpable
suele ser uno mismo: pensamiento retorcido, enjuiciamiento negativo de los hechos, ver
las cosas solo de color blanco o negro, inseguridad y ausencia casi absoluta de
optimismo. La verdad se intuye pero no acaba de digerirse, no se quiere salir derrotado,
resignado.
La verdad creo que ya lo dijo Jesús <<solo el amor puede salvaros>> Amar significa
saber reírse de uno mismo, entregar lo mejor de nosotros sin esperar nada a cambio, no
etiquetar a nadie por prejuicios, saber escuchar, dejar espacio y libertad al que se ama,
construir un pedacito de cielo a nuestro alrededor. La verdad es que solo amando y
sintiéndose bien por ello ahuyentamos a los demonios. Y poco a poco, con valentía,
luchando contra nosotros mismos conseguiremos romper las cadenas que entorpecen
nuestro camino.
Respecto a Dios no esperéis que venga a socorreros, los milagros pasaron a la historia.
La fe que tengáis en el debe ser la fuerza que uséis en la transformación. Vale la pena
intentarlo una y otra vez, de hecho nunca somos los mismos. El silencio no te va a
salvar, pensar en soledad es bueno, pero somos animales sociales y la integración debe
ser un reto para ti.
Quizás lo que diga a continuación sea cruel, pero solo somos viejas fieras animales. El
Diablo solo eres tú: tus deseos de venganza ocultos, de gloria personal, de poseer la
verdad, la tuya. De la misma manera que nos alegramos en el fondo de las desgracias
ajenas (por el simple hecho de que no nos ha tocado a nosotros) nuestro egoísmo
maligno toma forma y vida en nuestro cerebro, soltando órdenes, alabanzas o
acusaciones que entorpecerán tu racionalidad y espontaneidad. Debes olvidarte de ellos,
tenerlos minimizados en tu pantalla de pensamiento. Los has creado tú y solo tú puedes
destruirlos, ridiculizándolos, riéndote de ellos y despreciándolos. (Es lo que suelen
hacer ellos).
Pero ellos siempre vuelven ¿verdad? Sin embargo ya les has cogido la matrícula, solo
son estúpidos pensamientos que no controlas, que se desbocan activando la ansiedad, y
es la guerra al martirio sin sentido lo que te dará la victoria.
Como diría Nietzsche, ante todo guerra y lo que no me mata me hace más fuerte.
Puede llegar a ser divertido, la sangre ha de regar toda la pradera, ver los cuernos al
Diablo y desnudarlo, ante los buenos sentimientos, ante una valoración positiva de la
realidad, huye acobardado.
Como diría el buen filósofo conócete bien primero a ti mismo, practica la moderación
en todo, no desesperes en la desesperación, ni te alegres demasiado en el júbilo, la
felicidad está en tu interior, pero si sabes compartirla.
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