La vida secreta de Gregorio Samsa Un proyecto sonoro a cargo de Pedro Linde GRANADA 2014 - MÁLAGA 2015 LA VIDA SECRETA DE GREGORIO SAMSA. Una mañana, tras un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto. La metamorfosis. Franz Kafka. He querido fundamentar este proyecto de un hombre cualquiera del siglo paen uncontexto concepto,enlael metamorfosis, sado,uncon sus innumerables lecturas, Y sonoro es en este que imagino todo universo de sonidos infraleves* que además de de las constituir mecanismo juegos se me vinieron a la cabeza un serie de que derivan pequeñasel industrias, y accidentes que realiza o sufre paradigmático de múltiples comportaimaginarias actividades que realizaba Gregorio en su cautiverio . El sobrecogedor silencio que se cierne sobre este mientos naturales, en sí mismo su secretasey convierte forzada intimonstruo, aherrojado ydedelaser compañía de losGregorio hombres en “normales”, en el metáfora de la propia vida, asociada midad. Si bien el relato nos cuenta medio ideal para que emerja un mundo nuevo de percepciones sonoras. Muchas al cambio incesante, ha sido también los hitos más importantes en la brefuente de inspiración para numerosas ve y dramática decadencia de nuestro manifestaciones culturales propias del personaje, ¿qué hacía éste en sus inámbito humanístico, desde el mundo an- terminables horas de soledad? ¿cómo se tiguo hasta nuestros dias, desde el aburría Gregorio Samsa? ¿qué extraño desarrollo áulico de las metamorfosis mundo de fantasmas convocaba, entre una de Ovidio, en un contexto de vitalis- humanidad que se desvanece para conmo mítico, hasta el desarrollo paté- vertirse en una animalidad monstruotico, monstruoso sa externamente, y grotesco, que ya que interiorKafka ofrece a mente aún habitravés de su mataba un ser hulogrado personaje mano? ¿qué nuevos como un funesto juegos solitarios espectáculo. Si tuvo que inventar en el mundo antipara poder sobreguo la metamorfovivir rodeado de sis era concebida indiferencia y de como el proceso hostilidad? medular por el Y es en este conque la Naturaleza texto en el que se expresa (Panimagino todo un ta rei), asi como universo de sopor el privilegio de los dioses para nidos infraleves* que derivan de las realizar sus fines, la más reciente in- pequeñas industrias, juegos y acciterpretación kafkiana pone de manifies- dentes que realiza o sufre Gregorio to desde una óptica pesimista, la me- en su cautiverio. El sobrecogedor sitamorfosis como proceso abrumador de lencio que se cierne sobre este monsdegeneración del ser humano hasta su truo, aherrojado de la compañía de los disolución en la animalidad, eviden- hombres “normales”, se convierte en el ciando, asimismo, el agotamiento del medio ideal para que emerja un mundo individuo contemporáneo, angustiado nuevo de percepciones sonoras. Muchas por el peso abrumador de una maqui- de ellas tienen que ver con el mismo naria social y estatal que lo aísla, proceso de metamorfosis desde lo huningunea y aplasta como a un insecto mano hacia lo animal. La exploración (nunca mejor dicho), hasta hacerlo in- que realiza el personaje de sus nuevos significante. órganos y miembros de insecto, produTodos conocemos los hechos relatados ce toda una nueva gama de sonidos un en la patética singladura de este ma- tanto metálicos, provocados por órgalogrado personaje, G, que ha putrefac- nos duros. En sus interminables hotado y se ha derretido y desecado en el ras vacías, Gregorio descubre su nuevo magín de Kafka. Después de releer este cuerpo haciéndolo sonar: escuchad cómo escalofriante documento de la angustia rozan los dentados tarsos de sus pati- tas, son roces eléctricos de una realidad de pesadilla. Ahora, levanta sus élitros para que sus alas puedan zumbar, y sólo zumbar, ya que están atrofiadas para el vuelo: eso también está negado. Una sinfonía de sonidos mínimos, al borde del umbral de la percepción, es la única compañía de nuestro malogrado personaje. Cobra especial relevancia al principio de la novela, desde el momento en el que G intenta comunicarse con sus familiares, la metamorfosis que se produce en su voz. Esa mudanza produce un balbuceo ridículamente monstruoso, un “penoso y estridente silbido”. Se corta así el único vínculo con el principal vehículo de la comunicación humana, pero lo que es más doloroso aún, sin que desaparezca la conciencia personal. “Sus palabras resultaban ininteligibles, aunque a él le parecían muy claras, más claras que antes”. Como en la peores pesadillas, intentamos hablar, comunicarnos con los otros, sin que nuestra voz consiga salir de nuestra garganta; avisamos de algo grave que nos sucede, ante la indiferencia de quienes nos rodean. No hay forma más brutal de angustia que esta negación para comunicarnos con los otros, situación que nos condena a la separación y, por tanto, a un aislamiento forzado en el que quedamos abandonados a la prisión de nuestra propia conciencia. Este extrañamiento radical del mundo así como de uno mismo, constituye uno de los núcleos principales de la novela. Pero es a partir de ese distanciamiento del mundo y del ingreso en una realidad mitad humana, mitad coleóptera, donde empezamos a imaginar la soledad sonora de G. Una nueva conciencia del universo sonoro circundante así como de los nuevos sonidos producidos por su cáscara animal, empieza a emerger como una polución propia de los terrores nocturnos, en el afiebrado magín de G, atormentado por la marea sonora que inunda como un tsunami de estupor sus nuevos sentidos de insecto. Empieza así la borrachera sensitiva, a medio camino entre la percepción humana y la animal, en proceso de metamorfosis entre una y otra. El silencio aparece entonces como un aliado balsámico para atenuar la fiebre sonora: “Durante unos momentos permaneció echado, inmóvil y respirando lentamente, como si esperase que el silencio le devolviera a su estado normal”. Una nueva conciencia del universo sonoro circundante así como de los nuevos sonidos producidos por su cáscara animal, empieza a emerger como una polución propia de los terrores nocturnos, en el afiebrado magín de G. ORIGEN Y EVOLUCIÓN DEL PROYECTO SONORO. Las primeras evoluciones de este proyecto son previas a la fundamentación literaria brevemente expuesta con anterioridad; dicha fundamentación es posterior, por tanto, al propio proceso de transformación del material sonoro a partir de unos sonidos iniciales “crudos” de los que, prácticamente, no queda ni rastro, o si queda, no son reconocibles dado el radical cambio de contexto. Por tanto, la vinculación con la imaginería literaria vino después, como un resultado lógico de una red de analogías metafóricas coincidentes entre mi trabajo sonoro inicial y las fuentes a las que me remito. De ello puede fácilmente desprenderse que este trabajo, por tanto, no responde a lo que habitualmente entendemos por “música programática”, ya que no intenta en absoluto hacer una descripción sonora de orden naturalista, guiada por la narratividad de las fuentes literarias. Más bien se trata meramente de la recreación imaginaria de un determinado “ambiente”, que en este caso no podía ser más que obsesivo, patético, dolorosamente grotesco y hundido en un humor de negros tintes. La parte vocal, que es la que corre el “riesgo” de ser la más descriptiva, sólo puede describir el imaginado mundo fantasmagórico y pesadillesco que constituye la conciencia íntima del malogrado G. Por ello, en la parte kafkiana no hay más palabras que las que obsesivamente se repiten en mil evo- luciones en el magín atormentado del personaje, a saber, su propio nombre, Gregorio Samsa, sometido a múltiples variaciones sonoras llevadas a cabo mediante técnicas de morphing a tiempo real; voz desnaturalizada y retorcida mediante un uso abusivo de efectos, hasta llevarla a los abismos de la animalidad –como si G repitiera obsesivamente su nombre para intentar no olvidar su esencia humana-. El sonido de este proyecto procede de dos fuentes sonoras: una de ellas es la ya mencionada fuente vocal, y la otra procede de múltiples grabaciones a partir de las cuales se va desarrollando un proceso que pasaré a explicar brevemente. Los primeros pasos (nunca mejor dicho) del citado proceso, consistieron en unas derivas domésticas grabador en mano, auscultando los secretos recónditos de la vida sonora de los objetos. Después vinieron los pequeños rituales organizados a partir de un objeto sonoro o de un pequeño conjunto de ellos. No se trata, por tanto, de una recogida de muestras del paisaje sonoro, sino de una representación, una intervención en el contexto sonoro doméstico, de naturaleza íntima y poiética. Estos registros pasarán a una “trituradora”, donde serán segmentados y convertidos en en cientos de micropiezas repetidas en bucle. Cada uno de ellos entrará en un sampler donde, uno por uno, serán sometidos en performances improvisatorias a continuas transformaciones mediante técnicas de morphing y resampling. Estas muestras, ya “cocinadas”, también puedo mezclarlas con ejecuciones de las muestras “en crudo”. Los clips “cocinados” se combinarán entre si en el secuenciador, a tiempo real, subiendo y bajando volúmenes de pistas simultáneas. Todo empieza a convertirse en un magma sonoro metamórfico donde diferentes discursos cambiantes se transforman y reinterpretan nuevamente en sucesivas repeticiones... Hay múltiples mecanismos sonando simultáneamente, pero sólo se escuchan aquellos en las que se pone el foco, y con diferentes intensidades relativas. Estos mecanismos sugieren por momentos grandes máquinas neumáticas a la manera de insectos gigantes que se desplazan dificultosamente por un espacio opresivo, como el sucio cuarto donde quedó enclaustrado el nuevo corpachón cuasi metálico de nuestro personaje G. ‘Nec species sua cuique manet, rerumque novatrix ex aliis alias reparat natura figuras: nec perit in toto quicquam, mihi credite, mundo, sed variat faciemque novat, nascique vocatur incipere esse aliud, quam quod fuit ante, morique desinere illud idem. Y la apariencia suya a cada uno tampoco le permanece y, de las cosas renovadora, desde unas rehace la naturaleza otras figuras, y no perece cosa alguna, creedme, en todo el mundo, sino que varía y su faz renueva y nacer se llama a empezar a ser otra cosa de la que fue antes, y morir a acabar aquello mismo. Las metamorfosis Publio Ovidio Nasón, discurso de Pitágoras, Libro XV, 252-257. METAMORFOSIS DE INFRALEVES. La obra que presento consiste en un gran cataplasma sonoro en honor de Gregorio Samsa, en el que multitud de sonidos infraleves elevados a una esfera perceptiva desacostumbrada, se ven sometidos a múltiples procesos de metamorfosis, hasta llegar a conformar un gran fresco sonoro a manera de palimsesto, que describe metafóricamente las actividades, sensaciones y terrores secretos en la vida del malogrado insecto Samsa. La deriva conceptual que propongo esta relacionada con el concepto de infraleve acuñado por Duchamp. Lo infraleve es una categoría que agrupa elementos sin estructura corpórea, que no pueden medirse espacial ni temporalmente, aunque no cabe duda de su presencia. Al hallarse bajo el umbral de nuestra percepción, más bien se les intuye. Duchamp aportó al arte del siglo XX este nuevo concepto. Lo infraleve puede llegar a estar conectado al campo visual, al olfativo, al sonoro o incluso al táctil. Puede llegar a ser un movimiento o una mirada, el paso a una acción o incluso su deterioro. Duchamp hablaba de que los infraleves se definían con nitidez por los infraleves mismos. Pero Duchamp también nos dice que el paso de una posibilidad a su realización es algo que ocurre en el ámbito de lo infraleve. Lo posible es un infraleve. Algunos ejemplos de infraleves, segun Duchamp: el sabor a humo que queda en la boca al fumar, el sonido del roce de los pantalones al caminar, un dibujo al vapor de agua, el calor de un asiento que se acaba de dejar, el chasquido del papel del cigarro tras una calada... Infrasonos: fenómenos sonoros que rayan lo imperceptible, elevados a la esfera de la sensación. Un amigo francés le pide a Duchamp, en su residencia en Nueva York, que le traiga de su viaje a Europa novedades y aires de París. Duchamp construye una gota de cristal con aire de París y se la regala a su amigo de regreso. Estos frágiles acontecimientos extraídos de la contemplación de la vida cotidiana son señalados por Duchamp como la verdadera materia del arte. Apliqué esta teoría de los infraleves en la composición de la pieza Pequeñas industrias en el laboratorio infraleve de Slobo, en homenaje al misterioso compositor armenio Aram Slobodian, personaje de huidiza y evasiva obra y existencia. Si en aquella obra tomé como material sonoro determinados infrasonos procedentes de las propias grabaciones de varias obras de Slobodian, en la obra que ahora presento, el material sonoro infraleve procede de múltiples sonidos grabados en un contexto doméstico, en el que realizo pequeñas performances íntimas donde hago sonar colecciones de pequeños objetos. Microrrelatos rituales de alquimia sonora. Destilación de sonidos encontrados y/o manipulados en sucesivas fases de investigación. Deriva doméstica. Recorrido casual por las habitaciones. Organizo pequeños teatrillos para iniciar sesiones de sonomagia. A través de los auriculares, los infraleves toman una dimensión desconocida, a veces incluso inquietante, amenazante, otras revisten un lado más poético. El micrófono de la grabadora actúa como un microscopio de gran aumento sobre la realidad sonora, y muchos infraleves que estaban en el borde o por debajo incluso de nuestro umbral perceptivo, emergen tomando una dimensión desconocida. Estos nanosonidos metamorfoseados pueden convertirse en auténticos monstruos sónicos de una presencia abrumadora. Tendríamos que volver a escribir con pluma de ave, para volver a escuchar cómo suena la escritura literalmente. El sonido que produce la pluma al rascar la superficie alba del papel, es uno de los infraleves más poéticos. Palabra y sonido, pero sobre todo, palabra que se inscribe sonoramente de forma física en la intimidad del papel. El ritmo es infraleve cuando es irracional, o sea, cuando no se trata de una secuencia de metros proporcionales y pulsaciones previsibles, sino cuando deviene flujo flexible de pulsaciones que se dilatan y se concentran en un lienzo sonoro de naturaleza imprevisible. El propio lenguaje hablado es un ritmo irracional, por eso hay tanto que aprender de él. Gaseosa de infraleves es otra forma de minimalismo sonoro, o quizás esencialismo. El infraleve es infalible, sobre todo cuando hace girar la rueda de la bicicleta de Duchamp y se oye un silbido casi imperceptible que pone las orejas a danzar. La crepitación es una gran madre de infraleves. Puede darse en el fuego, y también en la espuma de las olas cuando estas orillean. La crepitación consiste en la acumulación matérica de millones de microrritmos superpuestos, que producen un balbuceo rítmico irracional. El roce desprende nubes de gránulos sonoros. Lugar fronterizo. Linde entre las pieles. Intercambio sensual con la materia. huidizos e imprevisibles; como las partículas cuánticas, pueden habitar diferentes lugares al mismo tiempo y diferentes tiempos en el mismo lugar, por eso su naturaleza es esencialmente musical. La realidad es como una tapia, pero a veces pueden verse unos cuantos infraleves sentados en el borde de esa tapia. Cuando pasa eso, la realidad deja de ser sorda y se anima con los fugaces sonidos que silban los infraleves en su infinito repertorio. También anidan en el fondo de los bolsillos, donde la casquería de la vida mundana entrechoca sus pequeños objetos desprendiendo infrasonos de sibarítica alquimia. Durante 37 días coloqué un micrófono grabando día y noche junto a un sembrado de hierba, hasta que ésta asomó sobre la tierra y creció apenas unos centímetros. Cuando reproduje lo grabado a velocidad rápida, escuché crecer la hierba. Este infraleve está escondido en el silencio y sólo se manifiesta mediante la aceleración del tiempo, así es de esquivo y refractario a la existencia este infraleve. Mar inverso, el mar En un verso de agua Fuga de infraleves: elogio de la huida. Los infraleves son Del infraleve sólo se ve la huella, su poética es la de la huida. Son frágiles, delicados y asustadizos, les horroriza la evidencia; prefieren la sugerencia, por lo que, si les preguntas a dónde van, te contestarán de forma refinadamente elusiva. Viven tanto en el campo como en la ciudad, en las calles y en las casas. También son el lenguaje que tienen las máquinas para desahogarse entre ellas. Sus paseos favoritos los hacen en los laberintos de los circuitos analógicos o digitales. A veces provocan errores en estos sistemas, que se humanizan un poco al equivocarse, momento en el que el infraleve exhala algún quejido o suspiro de íntima significación. He aquí un poema de aroma infraleve: El canto de las sirenas homéricas también es un zumo de infraleves que, resbalando por nuestros oídos, derrite nuestras reservas y lleva la perdición a nuestros sentidos, desnudándolos exquisitamente.