¿Qué dejamos de hacer? - Hepatitis

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LA TRAYECTORIA
DE UN VIRUS QUE
INFECTA AL 2,6%
LA VANGUARDIA 29
T E N D E N C I A S
LUNES, 16 JUNIO 2014
Sin identificar hasta 1989
El virus C se identificó en 1989. Desde
entonces se puede evitar el contagio por
transfusiones y pinchazos. Es la principal
causa de cirrosis, cáncer y trasplante
La mayoría no lo sabe
La asociación Asscat denuncia que la mayoría de los
afectados no lo sabe y no se promueve la búsqueda
activa de infectados entre los mayores de 40
Suele pasar inadvertida
La evolución es muy diversa, a menudo pasa
inadvertida, pero en el 30%-40% acaba
causando cirrosis. La mayoría de los afectados
enferma 20 o 30 años después del contagio
LA CONSULTA
rebrales, retenciones de líquido
que les impiden una vida normal
y candidatos al trasplante en un
porcentaje importante. “Estos
antivirales directos hacen desaparecer el virus en tres meses
en el 90% de los pacientes, en
más tiempo si son casos muy graves. Pero además, la fibrosis del
hígado revierte y el 70% de las
cirrosis mejoran y les devuelve a
E L V O L U M E N D E N E G O C IO
En España hay unos
900.000 infectados y
se calcula 150 millones
en el mundo
una vida normal”, enumera el
responsable de hepatología de
Vall d’Hebron, Rafael Esteban
Mur.
De momento, es inalcanzable.
“Desde hace más de dos meses
se han solicitado a través de
nuestras farmacias hospitalarias
el tratamiento con los nuevos an-
Fármacos que
bloquean la
replicación del virus
]La nueva ola de medica-
mentos para la hepatitis C
bloquean la reproducción del
virus por diferentes vías. Dos
de ellos ya están aprobados
por las agencias de medicamentos de EE.UU y de Europa: el sofosbuvir y el simeprevir. Otros están a la espera,
como ledipasvir, daclatasvir
y un combinado llamado 3D.
Hay inversiones importantes
en otros antivirales aún en
ensayo clínico. Los especialistas de todo el mundo están
probando toda clase de combinaciones de estos productos para abarcar las diferentes variedades de virus y sortear los distintos efectos secundarios que se presentan.
tivirales en un número restringido de pacientes muy graves que
cumplen los criterios de la Agencia Española del Medicamento.
Sin embargo, la mayor parte de
las comunidades autónomas no
los están autorizando en pacientes que no pueden permitirse esperar, poniendo en riesgo sus vidas”, denuncia la Asociación española para el estudio del Hígado. Y señalan lo inaceptable de
que, además, el acceso sea desigual entre las comunidades autónomas.
Los pacientes manejan con soltura todos los detalles de esta
nueva oferta farmacológica. Sofosbuvir con interferón y ribavirina; sofosbuvir con ledipasvir;
sofosbuvir con daclatasvir; simeprevir, “que en Alemania se ofrece desde la semana pasada con
un copago de 10 euros el frasco
¿Por qué yo no puedo curarme?”.c
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EN
www.lavanguardia.com
Vidal Revuelta (derecha), trasplantado hace 15 años de hígado y
riñón, tramita la baja absoluta.Su
estado le impide trabajar la jornada
completa en una imprenta
XAVIER CERVERA
la ha dejado KO, teniendo que
sacarse líquido del abdomen,
sin dormir por las noches, con
dolor en las piernas, incluso
ahora se le va la cabeza, y fuera
de juego laboralmente. Ella
activa y acostumbrada al máximo estrés. “Me desperté un día
con un horrible vómito de sangre”, una de las secuelas del
virus. “Cuando se desarrolla, te
va destrozando”. Espera que le
autoricen, “porque he cumplido siempre con Hacienda y
ahora que lo necesito, ¿no responden?”.
Vidal Revuelta, 46 años, lleva
quince trasplantado de riñón e
hígado. “El virus me fundió
también los riñones y me los
sacaron. El hígado está bajo
una enorme cicatriz de lado a
lado del abdomen; el riñón, en
la ingle”. Su hepatitis C, sigue
activa “aunque estable, según
me dice mi médico. Tengo médicos distintos para el hígado y
para el riñón. No sé siquiera si
“He cumplido siempre
con Hacienda y ahora
lo necesito”, dice una
paciente en lista de
espera de trasplante
se hablan entre ellos, pero me
han dicho que no puedo optar
al nuevo tratamiento porque el
riñón podría quedar perjudicado”. El sofosbuvir no puede
darse a pacientes con una mala
función renal. “Pero en la asociación de enfermos Asscat,
que está informando a la gente
en los hospitales, me han dicho
que hay otro medicamento
aprobado ya en Alemania que
ese sí podría servirme”. El cansancio y las secuelas de una
meningitis le mantienen de
baja desde hace un año. Entrena a cadetes a fútbol, su pasión
aparcada, y sueña con esa pastilla que pare en seco al virus.
¿Qué dejamos
de hacer?
N
o cuestionaré la efectividad del nuevo tratamiento. Sé que hay sombras
sobre algunos aspectos, como no puede ser de otra manera en un medicamento que se ha ensayado por la vía rápida,
en estudio abierto y con posibles abandonos.
Tanto la agencia alemana Iqwig como la canadiense acaban de hacer pública una recomendación en este sentido. La inglesa lo hará pronto.
Sin embargo, revisada la evidencia disponible,
sería hipócrita no admitir que yo mismo pediría
el acceso si me encontrara en la categoría de enfermo prevalente para la cual se ha probado el
medicamento.
Dicho esto, en el mundo real la efectividad,
por desgracia, sólo es una parte de la ecuación. Y
sé que la frontera del conocimiento es ciertamente mundial, pero las restricciones financieras
presupuestarias, ¡qué le vamos a hacer!, son locales: es lo que la sociedad está dispuesta a pagar,
colectiva y coactivamente por solidaridad recíproca, e individualmente de manera complementaria a la anterior. En sociedades adelantadas,
aquello que el sector público no suministra no
queda prohibido, siempre que no dañe. Y eso
suele tener que ver con la riqueza de un país y
sus valores sociales.
De manera que el problema del nuevo tratamiento en sus diversas modalidades no radica
tanto en la
efectividad coLa solución lógica en mo en el coste.
La efectividad
el nuevo fármaco es
aumentada se
un riesgo compartido mide respecto
del coste increde proveedores y
mental que lleva asociado.
financiadores
Las dos partes
del binomio
presentan siempre problemas y este es el caso.
Sobre la efectividad, fuera del alcance de la
combinación, existe la posibilidad de reinfección de manera endógena si los destinatarios
bajan la guardia. El precio tiene que guardar relación con el valor marginal que aporta. En el
coste, ciertamente se plantean posibles ahorros
importantes.
Otra cosa será que una deficiente gestión pública sea incapaz de hacerlos efectivos, por aquello de que en el sector público todo el coste acaba siendo fijo, y el corto plazo político acaba por
ser largo plazo por inercia… De manera que a la
famosa cuarta barrera del coste efectividad se
acaba añadiendo una quinta: la del cálculo del
impacto presupuestario. Es el coste de oportunidad de lo que tenemos que dejar de hacer para
dedicarle recursos, ya entre modalidades de gasto sanitario, social, público en general, o privado
por el alza, en este caso, de más impuestos para
financiarlos.
Para la industria, la estrategia puede ser de
cantidades grandes con precios más bajos o restringidas las primeras a precios más altos. Nada
que ver el precio con el coste de producción, ni
habiendo contado todos los costes de muchas
otras innovaciones fracasadas. De aquí que sea
lógica una solución de riesgo compartido, de proveedores con financiadores. Por eso tendremos
que saber seleccionar las indicaciones: ¿las más
graves?, ¿los enfermos todavía no tratados?,
¿con restricciones de virus de otros genotipos?..., y comprobar la efectividad ajustando el
precio. Sin eso, la sanidad tiene un futuro incierto que puede ser frustrante vistas las expectativas generadas.
GUILLEM LÓPEZ CASASNOVAS, UPF, presidente (2007-2013)
de la Asociación Mundial de Economía de la Salud
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