El Libertador del Perú, Simón Bolívar /

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GEl\lERAIL PIEDRO P. MAR'fINEZ
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GENERAL PEDRO ]P. 1,Yl"~TINEZ
Miembro de la Sociedad Bolivariana
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Este trabajo fué publicado en
la edición conmemorativa de la
Batalla de Junin, del Diario "La
Prensa", el dia 6 de Agosto de
1928.
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OFRENDA
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Observando las vicisitudes y andanzas del
hombre extraordinario que se llamó Bolívar, j'nstipreciando todo lo que hizo, sufrió y padeció,
nace el impulso de revivir sus hechoe para rendirle el homenaje que merece por sus grandes méritos.
Guerrero máximo, supo conservarse Grande
en el Poder. En sus manos la autoridad Y¡ la influencia fueron siempre usadas con moderación y
benevolencia; no conoció la venganza; prestp olvidaba los agravios; era sensible a la desgracia agena, jamás pudo ver el llanto en ojosfemenirws sin
condolerse y enjugarlo. Si alguna vez las necesidades de la guerra y la disciplina lo oblig4ron a
castigar, lo hizo pesaroso de tener que hacerlo. Sus
virtudes morales no cedian en nada a sus grandes virtudes guerreras.
Las generaciones presentes 11las que vengan
después, libertadas de todo prejuicio, juzga*do cada vez mejor la vida de Bolívar, tendrán que rendirle mayor respeto y admiración. El tienipo hace de crisol que limpia y abrillanta la vidd de los
grandos hombres, haciendo que resplandezdan sus
cualidades superiores.
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ella, es, una profunda y enaltecedora lección.', il
Con el propósito de rendirle mi admiración ti
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e escrito estas 1neas.
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Bolívar después de la Batalla de Junín.
-(Según Antonio Herrera Toro)
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Libertador Don Simón Bolivar
(1825)
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Bolívar en su juventud
En 1810: (según-autoll' decconecide)
(27 -añoGde edad)
En" 1810 (Ge/fún Ch. CiII)
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En esta fecha de imborrable recuerdo histórico, saludamos a los P~óceres
de la Emancipación Nacional y ante
su memoria, como soldados de, la Patria libertada por éllos, nos inclinaI
mos reverentes, formulando votos por
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que e'11a continúe
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Se conmemora hoy la batalla de lunin! La
victoria alcanzada en esta acción de armas que
acarreó el desastre moral del ejército esp:añol,
comenzando su derrota efectiva que termiaó en
Ayacucho, fue obra de la concepción genial de
quien en esos tiempos estaba considerado tomo
tipo de guerrero y revolucionario, de Genetal y
Caudillo, Director de Ejércitos y Conductor de
hombres ansiosos de libertad.
El lugar escogido para la acción, la forma
como se desenvolvió por parte de las fuerzas Iibertadoras, se debió a Bolívar; hablar, pués, de
aquel suceso, implica necesariamente referirse a
éste.
No tenemos la preterición de decir nada! nuevo referente al hombre legendario que ha !inspirada multitud de obras históricas, siendo mu'chos quienes han querido hacer resaltar su recuerdo y presentar sus hechos inspirados! en el
mas grande y ascendrado amor a la liberteid.
Vamos a exponer, simplemente, el resúmen
de nuestros estudios acerca de este hombre extraordinario que enardece con el lustre dé su
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__ nio militar, constructor y forjador, no sólo de
-ejércitos, sino de pueblos. Cuando se le observa,
se sigue su vida y se'analiza sus actos, se asiste
a su labor múltiple de hombre de estado, legislador, liacendario, instructor y gobernante, se sien- _
te uno como anonadado y confuso ante tanto
brillo y tanta grandeza.
.
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De Bolívar el Político, de Bolívar el Gobernante, podrá decirse tal vez que tuvo fallas, que
incurrió en defectos o que en algún instante no
estuvo acorde su acción con su genio; pero, de
Bolívar el Hombre de la Guerra, que crea de la
: nada ejércitos, convierte a los reclutas en soldaI dos aguerridos, los viste, los arma y los equipa .
para conducirlos después, con rapidez increible a
los campos de batalla, buscando el momento
mas oportuno para caer sobre el enemigo, aprovechándose de sus mas leves errores para sacar
, ventajas y obtener provecho de cualquier incidente, hasta el punto de convertir· sus percances
y decaimientos en verdaderas victorias, nada
puede
que no sea digno de loor .Y ad. .encontrarse
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¡ miracion.
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Es natural que se sienta poderosa atracción
hacia este gran hombre.
En las luchas por la independencia, eran los
campos de batalla en los cuales se hablaba la última palabra y fueron los ejércitos los que la decían; por lo tanto, es el genio militar -lo que más
luce y prevalece, los retóricos y diplomáticos no
son de esa época. Bolívar poseía entre las grandes condiciones militares, la rapidez del pensa; miento y la prontitud de la ejecución; las gran,
des marchas efectuadas a través del extenso y
variado territorio de Venezuela y Colombia para producir los electrizantes efectos de su aparición inesperada en regiones remotas y que le vao
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len, principalmente en Carabobo y Boyacá, las
repite en nuestro territorio.
¿Quién como él, es infatigable para atravesal' los llanos y las alturas, las pampas ~ los
arenales, incansable, denodado y tenaz?
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Desde que emprende la batalla en Ven~zuela
. en 1821, hasta que afianza la independencia de
la Capitanía de Quito con la batalla de Pichincha, obtenida por el más grande de sus ténientes, Sucre, en doce años de denodada ludta en
que se confunden las acciones de armas, cdnvirtiéndose en incidentes diarios, se consagra su reputación como estratega insuperable, comb General en Jefe estupendo; pero, en donde se hace
mas eminente su figura, bajo este punto d~ vista, es en el Perú, en la campaña de 1823 a 1824.
Los historiadores que han profundizado el
secreto de' los acontecimientos que tuvierori por
teatro nuestro país, en este período notable de la
emancipación, están conformes en sostene~ que
no deben oponerse las figuras de San Martín que
proclamó nuestra independencia, con la de Bolívar que la confirmó, pues no cabe hacer corrtras.
te entre hombres diferentes de manifestaciones
espirituales' distintas.
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"San Martín quiso reconstruir el antiguo virreinato del Perú con Argentina v Chile Jomo
proyinciá.s d.el nuevo r.eino. B~lí.v;'r qui~o ¡má.s:
Bohvar 'qUISO la unidad política del ll11peno
trasatlántico español, no importándole quién 10
organizara; tampoco que ejerciera Argerrtina o
Colombia la hegemonía. San Mart.ín le cedió el
campo, impuso silencio a sns labios y no procuró dificultades a Bolívar; al contrario, se las
allanó, y al retirarse bien lejos, probó compren.
del' y aprobar la grandeza del pensamiento [politico proclamado por Bolívar".
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. "Que no se realizó no por culpa de éste,:, sino
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por la política de Colombia." (J. Francisco V.
Silva. El Libertador Bolívar y el Dean Funes.
Pág. 32).
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El mismo día en que se reunió el Congreso
peruano, San Martín salió del Perú, dejando al
pueblo y al ejército unido, una despedida impresa que manifestaba muy bien su ninguna ambición y sus sinceros deseos de que el país se liber-{
tase del yugo español por los esfuerzos de otro
Jefe mas afortunado que él. (Antonio José de
Irizarri, pág. 75).
Crítica, era pues la situación de nuestro país
en 1823 cuando se invitaba a Bolívar a venir al
Perú. Las intrigas de Riva Agüero, primero,
contra la Junta de Gobierno presidida. por La
Mar que dejó San Martín, y las luchas, después,
con el Congreso mismo que 10 había elevado,
eran aciagas y profundas y no sólo habían entorpecido la marcha del movimiento revolucionario en el orden material o sea el de formar tropas y continuar la campaña, sino, que aún; y esto era 10 mas grave, contribuía a debilitar el .
sentimiento público por la independencia, desalentando a los partidarios de la causa, que se
desprestigiaba y se anonadaba. La reciente República parecía víctima de la desunión que existía entre los Jefes del Ejército, que celosos los
unos de los otros, no se cohesionaban, dando lugar a la anarquía militar que deshacía las pocas
fuerzas que tanto sacrificio había costado organizar. A San Mar tín la de Intermedios y a Riva
Agüero la de Santa Cruz).
Fruto de este estado, fué la desastrosa suerte
de la expedición que dirigió el general Alvarado,
cuya ruina se consumó en Moquegua, que se perdió casi sin combatir en la campaña del Desaguadero.
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Canterac, en cambio, realizaba sus marchas .
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Campo de la Batalla de Junín
~ del sur al norte para llegar hasta Lima ~ el gen.e:·al Valdez asombraba con la rapidez
precision de sus huestes. Los generales españoles se
ufanaban de sus victorias, alardeando de invencibles.
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Bien decía el historiador español <loroleu
que el estado de la causa revolucionaria d~l Perú
era a fines de 1823 de 10 más precarial "Las
afortunadas campañas llevadas a cabo por los
españoles, habían producido notable cambio en
la opinión pública, la que se mostraba mas inclinada a los realistas. La miseria era general, los
negocios malos, el merodeo de los caml~os frecuentes y el estado financiero, con su Gobierno,
desastroso".
(Historia de la colonización, Revolución e Independencia de la América! Volúmen IV; pág. 258).
I
El desastre de Santa Cruz repercutió ~n toda
la América-del Sur. En Chile se sentía ya el tropel
de las tropas victoriosas del Virrey y s~ temía
que nuevamente, apoderándose del Perú; ~omándolo como centro v núcleo de sus fuerzas, se atentara contra su independencia. Bolívar,
quien
la entrevista con San Martín le había dej¡'ado la
impresión de que el Perú se encontraba en un
momento crítico decisivo .y que era Ilegado el caso de que toda la América, por salvación propia,
tratara de impedir que el Virrey volviera a adueñarse del país y temiendo que sufriera lkt independencia de la gran Colombia, anheloso,1 seguía
atentamente el curso de los acontecimierltos en
el Perú del cual era perfectamente informado por
sus distintos emisarios y principalmente por Suere, no disimulando sus deseos, como él decía, de
volar al Perú y arrojar a los españoles ~ras del
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Están conformes los historiadores en! declarar que en este momento solemne, en rea.lidad,
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no había sino un sólo hombre capaz de salvar al
Perú y como dice Gonzalo Bulnes: Bolívar que
sub ría la América con la fama de su nombre, con
.su
sola
presencia pondría órden y disciplina
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ejércrto peruano.
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El reconocimiento del Perú para Bolívar. por
.su intervención en su emancipación, tiene que ser
ilimitado, éllo fué producto de su propia' inspiración, inducción de su genio y el auxilio que prestó
Colombia al Perú lo fué a impulsos de su. deseo,
.que venció gra vísimas dificultades, presagios de
.
un mal éxito e imputaciones de miras .ambiciosas. "Los cobardes temían, los egoístas desanimaban a los otros y no faltaron profetas que
compararan la expedición de Bolívar con la de
Napoleón a Rusia". (1:"'aral y Díaz).
Pero Bolívar tenía confianza en su suerte.
Gratas son sus memorables palabras contestando al mensaje de la tercera embajada del Perú; y
en respuesta al discurso del poeta Olmedo elijo: I
"Mucho tiempo ha que mi corazón me impele ha- I
cia el Perú; mucho tiempo ha que los más valien- I
tes guerreros de toda la América colman la medi- I
da de mi gloria, llamándome a su lado; pero yo
no he podido vencer la voz' del deber que me ha
detenido en las playas de Colombia. Yo ansío
por el momento de ir al Perú; mi buena suerte me
promete que pronto veré cumplido el voto de los
hijos elelos Incas, el eleber que yo mismo me he
impuesto es el eleno reposar hasta que el nuevo
mundo no haya arrojado a los mares a todos
sus opresores".
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La decisión de Bolívar para colocarse a~ frente de las huestes libertadoras v definir en núestro
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país la suerte de la independencia suramericana,
era netamente idealista, la impulsaba un sentimiento altísimo de devoción
por la libertad
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persona, 1 en este caso, no po ditan exp~1·tcarse,
no
tenían razón de ser: "El Perú no era un pabtíso,
sino un campo de ruda batalla y deseando lir allí
Bolivarprobaba
su inquebrantable anhelo ¡ae sacrificarse por la libertad surarnericana.". (Gonzalo Bulnes. Bolivar en el Perú).
En setiembre de 1823 llegaba Bolívar al Perú encontrando dos Congresos; el de Lima y el
de Trujillo; dos presidentes, Riva AgUero y íTorre
Tagle.
. Los ejércitos españoles, fuertes de 23 mil
hombres, organizados, disciplinados, en posesión
de la mayor parte del Perú.
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En Lima solo había mil patriotas, nueve mil
habían salido al sur, ele los cuales únicamente
quedaron los que formaron la expedición eón 8u~
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cer y el resto se había perdido, como hemos dicho, con Santa Cruz.
Bolivar procede con tino, primero intenta
que desaparezca la guerra civil, la anarquía entre los patriotas, pero Riva Agüero se empecina, el Congreso prevalece, Bolivar se prepara a
reducir a aquel caudillo por la fuerza, se establece en Pativilca; felizmente La Fuente y Castilla
se encargan de Santa Cruz, sin necesidad de que
corra sangre; las desgracias de la Patria no est.án colmadas, sobrevienen las defecciones, surge
Moyano,se pierde el Callao, Torre Tagle se olvida de su prestigio y de su pasado, traiciona. El
general Enrique Martínez no cumple las indicaciones del libertador para retirar de Lima todos
los elementos de guerra que van a ser necesarios
~al ejército en la. campaña que ha de iniciarse,
pues Bolívar prevee la ocupación de la capital
por las fuerzas realistas, como en efecto sucede,
al General Martínez reemplaza Necochea quien
cumple los mandatos del Libertador, retirándose
de Lima con contados jefes y oficiales y 400 individuos de tropa. Canterac ocupa Lima y después de 30 días la abandona.
. A esta época sombría se refiere el siguiente
comentario:
"La república peruana iba caminando a pasos agigantados a su ruina total. El ejército
realista se componía a la sazón de 18 mil hombres, .constituido bajo el pié mas brillarrtexle
arreglo y disciplina y poseído de todo el orgullo
propio de sus repetidos triunfos. El Virrey esperaba. abrir con 12 mil hombres, la campaña contr'aBolrvar refugiado en Trujillo. Todos los insurgentes habían sucumbido a las armas de Castilla: El. único que sobrevivía era el obstinado
Bolíva.r y éste aislado en un pequeño punto, si
bien
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cuatro mil peruanos, estaban muv~ desalehtados
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Y desprovistos de recursos. Todo concurría a i
llenar de alegría y de confianza a los buenbs re alistas que daban por seguro su completo triunfo I
y el total aniquilamiento de la il1surrecciób en el 1
Alto y Bajo Perú y por muy probable la reposi- 1
ción de la autoridad real en los demás lbuntos
confinantes; llegando sus buenos deseos hdsta el
punto de pensar en la extirpación del genio del
mal en toda la América del Sur, y aún tal tez, en
extender su influjo hasta la del norte".
(M. To- I
r'rerrte. His. de la Revolución Hispano at~ericana;-Tomo
lII, pág. 448 Y 449).
En el primer período de las guerras de la independencia suramericana, los jefes que se pusieron al frente de las milicias patriotas,
en su totalidad, no eran profesionales, surgían, a medida de los encuentros que se realizaban C0n los
españoles; corresponde al General San 1\[artín
haber introducido conceptos de estrategia ~ arte
militar en la dirección de las campañas del Sur y
en el Norte a Bolívar.
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, Bolívar que, como es sabido, se hafló en
Francia y estuvo en París cuando se efec~uaba
la glorificación del Gran Capitán, era fer¡viente
admirador de éste v no hay duda que la influencia del espíritu ele Bonaparte y el conceptd ele su
estrategia influyó grandemente en el Libertador,
quien hizo de las cualidades t.ácticas del Gran
Corso su espejo y ejemplo.
El General Mir anda., no obstante su blasón
militar y su alto prestigio en la última expedición que terminó en la capitulación con Monteverde, no estuvo a la altura ni de su nombre, ni
de lo que de él esperaba el espíritu revolucionarío, no supo introducir organización militar en
el ejército.
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Colocado Bolívar en la condición de Dicta¡'
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dor por el Congreso del Perú, con amplias facultades para dirigir la guerra, era natural que se
. preocupara del plan de campaña que había de
seguir. El problema militar tenía que contemplarse bajo el punto de vista de la topografía del
..pais.
Antes de Bolívar no se comprendió la situación especial del territorio que se dividía en dos
regiones, casi dos países independientes entre sí,
el de la costa que vive del mar, en el cual predominala raza española; el otro, la sierra sin vinculación con la costa, mas bien con sentimientos
repulsivos para la raza mestiza. En la época de
la: independencia, la civilización incaica, rudimentaria en todo, satisfacía sus necesidades tan
completamente como en tiempo de sus soberanos.' Si se hubiese comprendido esto, no se hubiera permitido que el Virrey La Serna se retirara
'. tranquilo de Lima, para el interior, mucho menos
que Canterac hubiese ido y vuelto al Callao, pasando por delante del ejército patriota.
El ejem1)10 del ejército real era decisivo; en efecto, en
1821 salió éste de Lima, mal de salud y en poco
número; dos años después andaba aumentado
considerablemente, disciplinado, curado en el aire
sano de la sierra y amenazaba al ejército que estaba en la costa. En cambio las tropas que guarnecían Lima, permanecían inactivas, siendo así
que lo fundamental era, reconquistar la sierra, ya
que los españoles no tenían ninguna fuerza cerca
del mar, de la que eran dueños los patriotas.
No deja lugar a dudas el concepto de Bolívar
a este respecto, léase, el siguiente acápite del oficio dirigido por Bolívar al Ministro de la Guerra, desde Cajamarca, en 14 de diciembre de
1823: "No es creible cuanto necesitamos echar
todo nuestro ejército a la serranía, para acostumbrarlo a marchar y aclimatarlo en el país
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!Espada del Libertador; donada al Museo Bolivariano por el Senado
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de la República.
Se ve el documento que prueba su autenticidad.
!Esta espada fué conservada religiosamente en el M~seo del conde
José Carrillo de Albornoz, y obsequiada por el señor Kieffer Marchand.
La usó el Libertador en sus campañas en el Bajo y ,Alto Perú, durante
los años de 1823 a 1826.
,
donde debemos hacer la guerra.
Por lo mismo
deseo ardientemente que todas las tropas dé Chile que hayan llegado a las costas del Perú, ~e vayan internando a la serranía de cualquier modo
que sea, y en cualquier dirección; después se reunen y organizan del modo que sea posible :Y)conveniente. Con esta operación se obtiene lá salvación de los chilenos y un ahorro de gasto al
Gobierno que no puede soportarlo por el e~tado
de penuria en que se halla".
(R. Blanco Fohl bona.-Cartas
de Bolívar, pág. 81).
!
Para que resalte la obra de Bolívar en la organización del ejército con que iba a emprender
la campaña, es necesario recordar que una parte
del ejército estaba totalmente desmor alizado .v
la otra casi en la miseria, la pequeña esctiadr~
en pésimo estado y no había modo de repaiiarse,
sus tripulaciones impagas hacía un año. El enemigo con un numeroso ejército, lleno de recursos
y ocupando excelentes posesiones. Fué por este
.tiempo en que hasta Sucre, sin la conciencia de
su brillante porvenir, le aconsejó la retirada a
Colombia, pero Bolívar no lo escuchó, porque
era en un conflicto como en el presente, en que él
se mostraba
superior a si mismo. Apelando a
. parecía, crecer
I
1os vas t'os recursos d e su genio,
con los obstáculos, examinó sus fuerzas y sb sintió capaz de superarlos.
(Bolívar.-La
Ernancipación de Suramérica, Daniel F. G. .Leary. 'Fama
II, pág. 285).
,
En el mes de abril de 1824, se verificó en
Huamachli'co el Consejo de Guerra para deterrninar la conducta que debía adoptarse, y fué durante este mes, que debió aprovecharse para organizar el ejército.
¡
No hay recursos, pero ahi está su genio! La
paga de las tropas ha sido puramente norriinal,
el Libertador las reduce a una cuarta parte iy así
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10 hace con los sueldos de los empleados civiles,
aumentó los efectivos del ejército y dedicó su
atención a organizarlo, aumentó también, la
marina, situó las fuerzas entre Cajarnarca, Trujillo y Huarás. El Libertador se trasladó a Trujillo 'Y convirtió dicha ciudad en un arsenal, en
donde todo el mundo trabajaba, y aún las mujeres se empleaban en coser la ropa de los' soldados ..
Los objetos necesarios para el ejército, se
construyen bajo la .inspección inmediata delvLibertador, que infundía actividad con el ejemplo,
y si éste no bastaba, recurrío a las amenazas y
hasta al castigo; hízose gran acopio de vestua-t
rio, correaje, armas y municiones, en una palabra, todo el material para el ejército.
Parecerán increibles, dicen los historiadores,
los arbitrios de que se valía para suplir la falta
de materiales que se necesitaban; para hacer las
cantinas hizo recoger todos los articulas de hoja
de lata y las jaulas de alambre. Faltaba el estaño para soldarlas; pero.. se cuenta que un día
al levantarse de su asiento, se rasgó el pantalón
con un clavo, exarninólo al instante y 'resultó ser del metal que habíamenester.
Demás está
decir que al dia siguiente no quedó en ninguna
casa de Trujillo, ni en las iglesias, una sola. silla
con clavos de estaño.
El .mismo enseñaba a hacer las herraduras y
los clavos y cómo mezclar las diferentes clases, de
hierro. Daba los moldes para los cor-tes de las
chaquetas para economizar la tela e' instrucciones para teñirlas.
• Su atención, que se ocupaba no solamente de
las cosas más grandes, sino también de los asun.tos más pequéños.iestaba en todo, aún determinaba la forma que debían tener los clavos em.pleados por las herraduras españolas.r.aconse18
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jando que debían tener fuera de la cabeza dos
pulgadas por lo menos, indicando que debieran
ser muy fuertes para que resistieran en lugar de
la herradura, todo el uso exterior, pues, estando
mas elevados, deben chocar mas con las piedras
y el terreno.
[Cuanta previsión!
Haga usted, escribía a Sucre, que a los ¡ca1;>a110s de la costa se les haga todos los remedios
imaginados, a fin de que se les endurezca'n los
cascos, quemándoseles
con plancha de hierro
caliente y bañándolos con cocouiza. Que l~s den
el pasto atado y el agua a mano, para qre estando seco, no se pasme en los primeros dos o
tres días, humedeciéndosele.
, Le recomendaba que hiciera andar a 10s soldados hasta 10 leguas al día para prepara~'los a
las marchas forzadas de las campañas; que les
hiciera atravezar
montes elevados para acostmnbrarlos al soroche de las punas; que les hiciera dar carreras para habituarlos
al génáo de
guerra que estaban destinados a hacer.
Todo 10 preveía, a todo se adelantaba y en
los más insignificantes detalles estaba su l!ensamiento v su acuerdo.
Sagaz y prudente, todo lo concilia y sabe
contemporizar
con los hombres que le son necesarios; busca a estos, los descubre y aprovecha.
Es así qué sabiendo las divisiones que existfn entre los altos Jefes del Ejército, conociendo ~us celos y rivalidades, pero necesitando de la actividad de los unos, de la inteligencia y tino a.e los
otros y del patriotismo
de todos, llama hacia sí a los generales y jefes del antiguo Ejército del Perú, los reune a su lado: al Mariscal La
Mar le confió el mando de todo el Ejército del
Perú, al General Santa Cruz, que se encon~raba
alejado en Piura, le hizo Jefe del Estado Mayor
General del mismo ejército, Necochea fué C9mal1~
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dante General de toda la caballería del -ejército
unido; Miller tuvo el mando de la caballería del
ejército del Perú, el ejército auxiliar de Colombia
fue puesto al mando del General Sucre (al principio, después fue General en Jefe del ejército unido.)
.
Con ligeras variantes en elComando, se llegó
hasta la Batalla de Junín, abriéndose la campaña en mayo de 1824, siendo su primer movimiento al departamento de Huánuco.
.
No'puede olvidarse la labor tan provechosa,
tan' abnegada, tan eficaz, que prestaron, como
tropas auxiliares, las fuerzas irregulares, principalmente los célebres guerrilleros del centro,
mandados por el Coronel Otero; ellos aprovisio.
nabanal ejército e inquietaban al enemigo.
- Don José Canterac, General en Jefe del Ejército español del Norte, tenía su cuartel general en
Huancayo, compuesto de ocho mil hombres, mil
guarnecían el Cuzco a las órdenes del Virrey
La Serna, el General en Jefe del Ejército del Sur
clan Gerónimo Valdez tenía su cuartel general en
Arequipa y tres mil hombres repartidos entre
Puno y Arequipa; Olañeta con cuatro mil hombres cubría las provincias del Alto Perú en el- lado opuesto del' Desaguadero y dos mil hombres
en COIU111l1aS
móviles, guarniciones subalternas y
otras comisiones.
El Virrey y los Generales en Jefe habían estado de acuerdo en que .de abril a mayo de 1824,
terminada la estación de lluvias, debía abrirse la
campaña, siendo su plan el de ocupar Lima y
lanzar del territorio peruano a Bolivar.
Con cuyo objeto debían reunirse, al ejército
del norte, en el va.lledej aujn, el General Valdez
con tres mil infantes y.500 buenos caballos, quedando encargado Olañeta de observar la costa
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Corona de oro, guarnecida de perlas, brillantes y ellmerall,
obsequiada por los habitantes del Cuzco al Libertador en su histórica gira al
sur, dellpués de Ayacucho, a principios de 1825; obsequiOldala llU vez"
par lSolívar al General Sucre, quien verdaderamente era el vencedor de
Ayacucho y merecía' esas guirnaldall. Modestia y grandeza de almo que
honró lan alto grado al vencedor de Boyacá y,Carabobo •
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Medalla decretada pOIl'el WIillI:lI?<illlO
Peruano inlltalaclloen! lLima el
no de febrero elle1825, en honol? deR lLibertador don Simón Bolívar por
el b'iunfo de Ayacucho
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lEstamedalla fué dada únicamente al Líbertadee del Perú.
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~ de Arequipa e Iquique y acudir al punto Jonde
¡ fuera necesaria su presencia.
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El Libertador ySucre no estuvieron desde el
principio acordes sobre el rumbo que debíA imprimirse a las operaciones, el primero queria
mantenerse a la defensiva hasta que llegaran los
i refuerzos que había pedido a Colombia. ~ucre
aconsejaba empeñarde inmediato.una.batalla
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retirarse a Colombia. .
¡
!
Estos dos hombres se profesaban entrañable
! cariño, Sucre era admirador ferviente de Bojivar,
I siendo, a su vez, el Teniente a quien Boliva~ más
estimaba y consideraba, hasta el .punto d~ que
fuera el único de sus Generales a quien permitía
discutir sus planes.
.
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Sucre, dicen, había llegado hasta a confundir
en su alma la idea de la Patria con la persona del
Libertador, las frases que' le escribió al día siguiente de la batalla de Ayacucho, tienen este sabor: "Está concluida la guerra y completada
la libertad del Perú. Estoy más contento 1-)61' haberllenado
la comisión de Ud., que por *ada.
Por premio para mi,. pido que 'Ud. me conserve
su amistad".
. I
y sabido es el episodio ocurrido entré ambos, que los historiadores califican con el título
de pundonor de Sucre, cuando, despues de J~1l1ín,
recibe el encargo de cuidar a los enfermos, atender a los heridos v recoger todos los elementos
•I
. de guerra que han quedado a la retaguardia del
ejército que marcha en persecución de los enemigas disciplinados, cumple la comisión, pero luego
se queja amargamente de que se le haya. ocupado de esa misión que considera subalternay
secundaria, se ve lastimado y deprimido y Im~í10
expresa al Libertador, quien en un grito eldcuente le dice: La gloria está en ser grande y ser;util"
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renovándole
Ias expresiones de su cariño y esti.
macion.
Con razón' la muerte de Sucre, indignamente
asesinado, fué el golpe más duro que recibiera el
ilustre Libertador en Santa María y que contribuvera
notablemente a cortar sus días.
Una de las. razones que Bolívar tenía. para
no. aventurarse en una ofensiva inmediata, era
el temor de que el General Valdez, en momento
dado, pudiera trasladarse a reforzar el ejército
español o sea el de Canterac, pero, así que fué
enterado de que habiéndose declarado independiente del Virrey el General Olañetay de que se
había empeñado una campaña contra él, por
parte de Valdez, con la prontitud genial, que fué
uno de los rasgos mas notables de su carácter,
decidió el punto: abandonar el tema defensivo,
y marchar rápidamente contra las posiciones de
Canterac en Jauja.
. .
'En 14 de abril de 1824 decía a Sucre: "Olañeta está con su división más allá de Oruro, retirándose hacia Jujuy, Valdez está más allá de
Oruro, estos cuerpos no pueden batirse con nosotros en el mes de mayo, pienso que debemos movernos contra Jauja a buscar a Canterac".
- . De enero a mayo de 1824 llegaran 900 soldados colombianos mandados por 'el Coronel
Córdova y mil hombres más, mandados por el
Coronel don Miguel Antonio Figueredo.
.
El desfile del ejército libertador hacia el valle
de J aujase hizo en esta forma: Córdova por Cajatambo, Lara por Chavín, La Mar por Huánu- .
co; el punto de reunión: Cerro de Paseo.
Bolívar que no tiene exacto conocimiento del
terreno, ni existiendo en el Estado Mayor planos
que sirvieran para ilustrarle, sobre la marcha
dicta y dispone 10 que le parece mas conveniente,
y si es .verdad que no faltaban en el. ejército
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Medalla conmemorativa de la jura y promulgación de la Constitución Bolivariana, en el segundo aniversario de la batalla de Ayacucho, el 9 del diciembre de 1826.
Esta promulgación se hizo por el Consejo de Estado presidido por el Mariscal don
Andrés de Santa Cruz, encorgado del mando supremo por el Libertador Bolívar, en
su viaje a Colombia.
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rales y Jefes que prácticamente conocían el ~aís,
el Libertador efectuaba sus movimientos según
las circunstancias y sus cálculos sin atender a
los embarazos que encontraba en el camino.
El enemigo se mantenía acantonado en la
provincia de Jauja. En junio todo el ejércitó libertador había atravezado una ramificacióth. de
los Andes y se hallaba en Huánuco. Enjuliolllegó el ejército unido al Cerro de Paseo.
El General Canterac con una división de nueve mil hombres, de los cuales dos mil constitJían
una brillante caballería, muy bien montadh- y
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. d a, porque era su arma 1:íavorrta,
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mas de un año que estaba acantonado
engordando sus caballos y disciplinando sus tropas en
la provin~ia de Jauja.
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El prunero de agosto, el ejército unido se
reunió en la Pampa del Sacramento, extendiendo su línea de batalla del noreste al sudeste, <desde la Hacienda de Sacrafamilia a la de Coneepción. La División del General Córdova ocupaba
la derecha de la línea, el ejército al centro, la l)rimera división de Colombia mandada por Lara
a la izquierda,a la cabeza de todas las cabdllerias el General argentino don Mariano Necochea,
el Libertador se presentó acompañado de Sucre,
Santa Cruz y La Mar, recorrió las filas llenÓ'de
satisfacción, su espíritu vibrante y frenético, su
alma llena de fuego y ardor, su corazón tan pujante y tan grande, le dieron la inspiración de
que la victoria era suya. Y ¿cómo no iba a kerlo? Cuando él estaba allí para presenciar d1va101' del ejército que con tanto desvelo había
organizado; cuando él estaba allí. presente para
testimoniar del coraje y patriotismo de los sol,
dados que tenían a honra contarle como jefe!
Tan grande era la satisfacción del Libertador,
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'. los cuales los habían quienes le acompañaron en I
cien combates en la lejana patria, en las campa.•
ñas. de Venezuela y Colombia, que se propuso
.buscar a los españoles en su propio acantona·miento de Jauja el día 7 de aquel mes. Pasada
la' revista de inspección, formado el ejército en
.columna cerrada, el Libertador colocándose a su
frente,'con ese destello de .su genio, con esa vibrante palabra que sabía arrebatar a sus solda·dos, enloquecerlos de entusiasmo y de ardor bé·.lico,les dice:
.
"Soldados: Un nuevo día de gloria se os pre- ~
·senta, el 7 de agosto en Caracas, e17 de agosto en
Boyacá y e17 de agosto en las pampas de Jauja
(señalándolas con el dedo, por que se, alcanzaba
a divisar l.Los enemigos con quienes vais a combatir se jactan de 14 años de triunfos; ellos, pues,
serán dignos de medir sus armas con las vuestras, que han brillado en mil combates. El mundo liberal os admira y la Europa entera os con· templa con encanto, porque la libertad del Nue· va Mundo es la esperanza del Universo. El Perú
y la América toda, esperan de vosotros la paz,
hija de la victoria.
.
· . ¿La burlaréis? No! No! .No! Vosotros sois in· vencibles.'
Viva el Perúl Viva Colombia! Viva la Líber·tad!
-. El ejército del Perú enardecido con el arran-que del Libertador en aquel instante se sintió po· seído del más ardoroso fuego y abriendo el espí· ritu a una noble y elevada -expansión del sentimiento de honor y de patriotismo, sintiéndose más •
obligado que ninguno de los soldados ahí presentes, a rendir la vida si fuera posible para que el
Libertador fuera testigo de su valor y de su pa...
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Fachada de la casa solariega en la que vino al mundo, el el año de
1784, en la ciudad de Caracas, capital de la Capitanía de Ve~ezuela, Simón ~olívar, ~arqués
do:fragua;. del mat~imonio ~e do~ ~uan ~icc:nte Bolivar y dona Concepción Palacio y SOJo,de arlstocratJcas y bnaJudas familias de la colonia •
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La histórica ca••••que fuero residencia del Libertador durante su esta
día en Trujillo 51 fineG de 13~31y o principioG de 1824.
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Trujillo fué deelaradc pOIl' can ILibert&lelor,sede del gobierno. Allí pre·.
paró la campaña de 18241, «¡¡IlIIG clllñ6Junin y Ayacucho.
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lEn marzo, Bolívar OevonllollDo
cal campamento ele Trujillo ,y se reconcentrabe en Huaraz, p51ll'O na =Il'<I:ilm a Paseo.
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triotismo, en alta voz pidió la vanguardia para
ser ellos los primeros en entrar al combate.
Qué noble gesto! Qué digno papel!
:
- Así quedaban pagadas las horas de desaliento, los decaimientos del patriotismo; de esta manera los soldados del Perú, se podían presentar
como dignos de ser mandados por el Gran BbliI
val'.
Este cuadro conmovió al resto del ejérc'ito
que prorrumpió en aclamaciones, vivas a la Patria, al Perú, a Colombia y al Libertador.
Vivas entusiastas y poderosos que ascendían al cielo, como himnos de victoria presagiando la ~ue
pocos días después iban a presenciar esas mismas cumbres, en cuyas cimas ahora repercuten
los ecos de esas voces. Siete mil eran los combatientes disponibles, el Libertador informado de
esto expresó: Contando con los vencedores de
Boyacá, Caracas Bombonay y Pichincha y qún
más con el brillante eiército
peruano v sus alia'J
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dos, con sus valientes Generales y Jefes, ya no es
pos5bl~ que vacile en presentar una batal.la. 11':10
esta lejos el campo que la mano del destino, bene señalado a los hijos de la gloria para abátir
el insano orgullo de los vencedores de catorc~ años" (Manuel Antonio López, Recuerdos hi~tóricos de la guerra de la Independencia. Co1dmbia y el Perú (pág. 170 a 173).
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No entra en el espíritu de este trabajo, detallar los incidentes de la batalla de j unin, 10 que
ha sido ya materia de otros escritos, nos ocuparemos de este hecho de armas en líneas generales.
El Libertador regresa al Cerro de Paseo, la
tropa se prepara para el encuentro con los españoles que debía realizarse en Jauja. Carrterac supo de la aproximación del ejército unido y resolvió salir a su encuentro. El pr'imero de agosto
abandona su acantonamiento de Jauja y se rnue.
ve .sobre Tarrna. El Libertador quiere llevar adelante su propósito de atacado en su acantonamiento el día 7, levantó el campo del Sacrarnento el cuatro, y dejando a la izquierda el camino
principal que conducía del Cerro de Paseo a J auja tomó otro más corto, a la derecha; para salir
a Tarrna; acampó aquella tarde en la Hacienda
de Diezmos. El día cinco, los españoles y el ejército unido hicieron una marcha paralela con el
mismo objeto en contraria dirección. Cauterac
salió del pueblo de Reyes y su vanguardia aleanzó hasta el Cerro de Paseo. Ahi solo encontró un
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La célebre casa-quinta que en el pueblo de Pativilca, en 11 provincia de
Chancay, habitara el Libertador, desde su salida de Lima.ennoviémbre de 1823,
hasta su embarque para.Trujiflo, en febrero de 1824.
.
Aquí pronunció su histórica frase: ¡VENCER! cuando aniquilado por la fiebre y amenazado por la traición le preguntaron qué pensaba hac~r.
Se ve en el gravado la casa-quinta tal como 'se encontraba cuando la ocupara el Libertador, a principios del siglo pasado •
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Casa que en Ra ciudad de Tacna, ocupó el Libertador, en el meo de enero
de 1826, a su regreso de su brillante gira al sur hasta la ciudad de Chuquisaca.
De Tacna se dirigió Bolívar al puerto de Arica, embarcándod0 poa'a 01 Ca.
l1ao, donde llegó en los primeros díao ellefebrero.
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hospital del ejército Libertador. Supo 'la direc,
I ción que llevaba el ejército unido y regresó ~l día
I . siguiente porvel rnismo camino que había Ilevado. El ejército libertador continuando su derrotero, esa tarde acampó en la Hacienda de "Conocancha", siete a ocho leguas al oeste del Pueblo de Reyes, en donde tuvo noticias ciertals del
enemigo. Entonces el Libertador varió de qpera~
ción y dejando el camino que llevaba hacia! Tarma, se resolvió a encontrar al enemigo a su regreso y ofrecerle batalla. El día seis, a las s~is de
la mañana, ya todo el ejército se encorrtraba en
marcha hacia el pueblo de Reyes; a las didz los
espías dieron parte al Libertador que Cadterac
regresaba de Paseo a paso redoblado, dispuso
Bolívar en el acto que el General Necochea con
toda la caballeria marchara inmediatamdnte a
la vanguardia del ejército y que la infanterfa redoblara la marcha. El mismo Libertador -¡y los
Generales Sucre, La Mar, Santa Cruz, Gamarra
y Miller siguieron con el General Necocheal y la
caballería, mientras que Córdova y Lara hacian
marchar a la infantería. A las cuatro de la ~arde,
la caballería peruana divisó al enemigo; la infantería por columnas en masa se retiraba all paso
redoblado, y al a trote por toda la pampa, cubriendo la retaguardia, su brillante caballeHa.
El Libertador mandó apurar el paso a la infantería que, no obstante sus esfuerzos, ibá con
una legua de distancia de la caballeria. Una gran
laguna separaba las dos caballerías; la de los independientes dejando el camino de Reyes alla izquierda, marchó por la orilla como a cortar la
del enemigo.
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El General Canterac que observaba ;desde
las alturas .vio este movimiento y teniendo la
! convicción de que su caballería era superior en
~~~ivo.y caballos y que a la cabeza de la icaba!
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llería patriota iban sus principales Generales, se
dispuso a esperarla para darle una carga, seguro del triunfo. En un parte que se interceptó al
día siguiente del combate, dirigido al General
Rodil decía; "La primera carga de nuestra caballería fué tan impetuosa que logró romper y
dispersar las primeras filas enemigas que habían
ocupado sus líneas de batalla, y cuando corrtaba
con un triunfo seguro, no sé por qué, porque no
cabe en el cálculo, ha vuelto vergonzosamente
grupas nuestra caballería dando a los enemigos
una victoria que por derecho nos correspondía."
La caballería patriota debía salir a las pampas de ]unín por en medio de unos pequeños cerros cubiertos de paja y que asomara, esperó
Canterac para atacarla.
.
.
: La. caballería Española formaba una línea
de, batalla, reforzada por otra de reserva. El
General Necochea que vió al enemigo tan inmediato, mandó a su caballería entrar en batalla a
la izquierda' por la retaguardia de la primera
subdivisión, pero los realistas antes de que ejecutase tal maniobra a todo galope 10 atacaron,
con. tanto denuedo que las columnas de la derecha cejaron, retirándose en confusión sobre el
desfiladero y se desordenaron. Los otros escuadrenes sostuvieron el choque de los enemigos,
cargando a su turno, formados en una nueva línea. El enemigo triunfante al principio, no .pu_
do conservar su formación. Los patriotas se
rehicieron, merced al valor y al esfuerzo del Teniente Coronel Suárez que mandaba el Regimiento Húsares del Perú, y guiados, después, por Miller, jefe de la caballería peruana y por los Coroneles colombianos Silva y Carbajal, envistieron
a los escuadrones españoles, estos a su vez" los
de la segunda línea, se arrojaron sobre los' coraceros y los Húsares, Suárez y Silva se adelanta;;
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usados por el Ejército Libertador en la
de 1824--1826
De izquierda a derecha: In!a nt-: Lanceros; Guardia
Libertador.
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ron para recibirlos lanza en ristre, produ4ién.
dose.el encuentro de ambas caballerías en fOfma
horrible, los. caballos se estrellaban unos contra
otros, y el empuje de la caballería patriota, fué
tan violento que rompió la formación enemiga
por el centro y desorganizó completamente su
flanco izquierdo, dispersándose en la pampa en
grupos, ambas caballerías que se acometían con
valor heroico. El Libertador que con su Estado
Mayor se encontró al principio en la pampal corriendo grave peligro, se retiró luego a una Ioma, donde reunió a la caballería arrollada y a
la infantería que sucesivamente iba llegando.
Durante media hora fué el combate inde~iso;
a las seis y media, más o menos, el Coronel Carbajal herido y con un prisionero al anca dellcaballo, anuncia al Libertador que el enemigo se
había declarado en derrota.
El Libertador hizo montar a las ancas de la
mejor .caballeria unas compañías de t.iradores
que mandó perseguir al enemigo que huyó favorecido por sus buenos caballos y la sombra de la
noche.
.
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. La victoria de ]unín fue de incalculable efecto
para la independencia; en ella se destruyó la Fuerza moral del ejército español, bien claro 10 dite el
mismo Carrterac en la carta que escribió al General Rodil, Gobernador del Callao, y el escr¡itor
español General García Camba en sus memorias
para la Historia de las Armas Españolas eh el
Perú expresa que: el ejército español no sólo' había visto abatir la merecida fama de su cahallería en los malhadados campos de ] unín, no $010
había perdido con pasmosa serenidad una gran
parte de las provincias de Lima y Tarma, las de
Huancavelica y Huamanga completas, part~ del
Cuzco, todos sus almacenes, muchas armas, pnuniciones, efectos de parque y cerca de tres mi~in1
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fantes por la deserción, sino que en poco mas de
un mes, le había sobrevenido un grado de abatimiento mm-al, apenas concebible. (Vo1úmen II
página 203) .
. No podemos seguir, basta que digamos
que el Libertador obligado a dirigirse a la Capital, retrocediendo desde Apurimac,puso el ejército en manos del General Sucre, sin que en ningún
momento faltaran a éste sus consejos llenos de
previsión, de conocimiento y de pericia. General,
le dijo:· "está resuelto el problema, Ud. tendrá
más tropas con que afrontar al enemigo dentro
de pocos días, yo haré que vengan de la costa
sin pérdida de tiempo. Entre tanto conviene que
ganemos terreno, póngase Ud. en marcha con el
ejército y ocupe las provincias que nos ha abandonado el enemigo, si el con su ejército toma posiciones más allá de Apurimac, manténgase Ud.
al frente mientras le llegue tropas para batirlo.
Si viene contra Ud. con mayor fuerza, retírese
hasta Huancavelica y tome posiciones sobre el
puente en el paso de aquel río, que allí debe recibir los auxilios que voy a enviarle. Si por algunacasualiadad se viese Ud. forzado en la retirada, ya en un desfiladero, ya en un paso desventajoso a perder alguna tropa, antes que tal cosa
suceda, comprometa más bien una batalla, por
que más vale aventurar el triunfo con fuerzas
desiguales, que perder el ejército en una mala retirada."
Sucre cumplió exactamente sus órdenes. He
-aquí, pues, que en ningún momento, desde que el
Libertador se puso al frente de los destinos de la
causa emancipadora en el Perú, hasta que esta se
consumó en Ayacucho, faltara ni su inspiración
genial, ni su dirección; obra suya fué pues el afi.anzamiento de la Independencia del Perú y el afiarízamierrto de la de la América del Sur.
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Para nosotros no hay sombras que pudieran opacar la memoria del ilustre Liber tador.
En vida fué pasto de la ingratitud; la malevolencia de los hombres que le cornba.tieron fué
tan grande que llegaron a abatirle a él qu~ ni su
cuerpo ni su espíritu sintieron debilidad ~n los
campos de batalla, ni aún en las horas má~ sombrías de la derrota, pues era entonces más ~úcido !
y más imaginativo para buscar recursos ~ue le
sacaran del apuro; pero no pudo con la maldad
de los suyos ni con el odio de los mismos a' quienes encumbró y rodeó de beneficios. Cómo no re.
;, cordar, para deplorarlo, el que se hiciera ~legar ji
oficialmente a sus manos, en Cartagena y cuan- t
do ya estaba tocado del mal que debía llevÁrle a
la tumba, el acuerdo del Congreso de Venezuela,
por el que se decía al Gobierno de Co10mbiÁ.que
no se resolvía aquel a entrar en relaciones v
transacciones con el segundo "mientras pérma.
nezca en el territorio de Colom bia el GeneraliBolí.
var", esto es, que se quería hecharle de ese suelo
por cuya libertad hizo lo que ninguno; cuando se
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hallaba moribundo, pobre y abandonado! Cuanto mal le hicieron quienes no comprendieron la
generosidad de su alma, ni su amor imponderable
a la libertad y a la grandeza de su Gran Colombia, como éldecía.
¿Quienno rinde hoy homenaje a su admirable
constancia, a su actividad y pronta decisión que
tan apto le hacían para el mando; a su amor a
la disciplina de que dió prueba en el Perú castigando ejemplarmente al sargento y dos soldados: que en Ayacucho asaltaron la casa de un
campesino y cometieron otros exesos; a su ingénita bondad, dando de sus propios bienes recursos
a las viudas y huérfanos de quienes combatieron
por su patria a su lado?
Su -elevado espíritu de justicia que le llevaba
a dar a los hombres su verdadero mérito, sin celos, sin emulaciones, sin cálculos; generosidad que
pirrta admirablemente el suceso ocurrido ya sea
como dicen unos en el Cuzco o como dicen otros
en Cochabamba, cuando en ocasión solemne celebrándose el triunfo de Ayacucho coje la corona
que en su egregia frente le había colocado la gratitud de los vecinos y en arranque muy suyo, la
pone sobre la cabeza deSucre, el vencedor efectivo de esa batalla, quien se niega a recibirla y
en conjunción admirable de generosidad y de desprendimiento, se abrazan ambos, enardeciendo
de entusiasmo a los que presenciaban tan hermosa escena.
Constituyen enseñanza, triste si, pero saludable, las vicisitudes y percances del gran hombre, en estas Repúblicas, en que el espíritu público, inquieto y movedizo, inestable y vario, eleva
y arrastra a sus hombres públicos, muchas veces
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con injusticia.
Ni los triunfos en los campos de batalla, ni el
esfuerzo extraordinario para salvar a la Repú-_.
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blica, ni todos los mas grandes sacrificios hJcho~- !
por Bolívar, hombre de honor, que nunca ftÍé infiel a su palabra, ni a su decoro, le redimió e!nviI ~ da, del injusto cargo que le hicieron de pretender
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la monarquía de su Patria para sí y de ser escla[ vo de la ambición, de la vanidad, del orgullo y
'1 del despotismo,
¿qué, pues, que otros repttblicos que no hayan poseído las excelsas condiciones de este hombre, reciban en su frente el eséupi- il
tajo de los que nada son, ni nada valen int~ínsi- '¡
camente, pero a quienes muerde la envidia?
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Hemos querido escribir las presentes líneas, I1
en homenaje al Libertador, en esta fecha d~ re- l'
cordación para los peruanos; presentando a
nuestros compañeros del ejército, como lunlinoso ejemplo, sus altas virtudes militares, su~ in-'
comparables lecciones prácticas de General de
conductor de tropas.
Y, cuando revivimos las tristes y amargas
horas del momento mas doloroso de su vida,
, la.
noche del 25 de setiembre de 1828, oculto bajo
de un puente, acompañado sólo de un fámulo,
escuchando gritos de muerte para él y escapando de ser asesinado en su propio palacio, y cúando leemos todo cuanto de él se dijo, recordarnos
estas palabras de Víctor Hugo: "Aparece' un
hombre de genio; es bondadoso, fuerte, magná.
nimo, útil para todos. Derrama brillante claridad, aporta una idea al siglo que le espera, cumple su misión, trata de engrandecer los espírjtus,
de disminuir las miserias, desea el progreso ~ es
feliz si consigue que se piense algo mas y se sufra
algo menos. ¿Creéis que 10 van a coronar? Pues
le silvano Escribas, sabios, retóricos, la aristo.
cracia, el populacho, todos le silvan a la ]vez.
Oye vituperios e imprecaciones, la ignorancia
que todo 10 sabe, denuncia todo: si se dirigelha.
cia el norte comete un error, si se dirige hacia el
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sur se equivoca. Bajo tan enorme peso, al fin dobla la cabeza, van pasando los años y muere. I
Entonces la envidia, ese demonio vigilante, se le
acerca, le reconoce, le cierra los ojoe y cuida de
clavarle las manos en el ataud; se inclina, escucha
para espiar si verdaderamente está muerto y
en}ugándose los ojoe exclama:
"Era un grande Hombre"!
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