Cada mañana escribo una página. Me levanto temprano y escribo

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LATERCERA Sábado 11 de julio de 2015
La muerte
del padre.
Mi lucha 1.
Anagrama,
504 págs.
$ 22.470
pre me ha interesado escribir sobre
todas aquellas mezclas de sentimientos que hay entre hermanos:
celos y odio, pero siempre esa especie de incesante amor. Mi hermano podría hacer lo que él quisiera,
sin importar qué cosa horrible
haga, seguiría todavía siendo mi
hermano. Y pienso que a él le pasa
lo mismo.
Parte de eso es porque siempre estamos contra nuestros padres: el
vínculo, aunque viene de donde
mismo, es muy diferente. Cuando
muchas cualidades son las mismas,
pero hay tanta diferencia, eso hay
que tenerlo en cuenta ante el tipo
de concisión que uno ve en el relato de Caín y Abel. Es una muy buena postura desde la cual escribir.
También es una historia sobre la total pérdida de control. Porque perder el control es lo peor que uno
puede hacer, nadie quiere algo así,
estoy seguro de eso. ¿Qué es eso de
perder el control completamente?
En un sentido diferente, escribir
Mi lucha ha sido un ejercicio de
pérdida de control. Cada mañana
escribo una página. Me levanto
temprano y escribo una página
en dos horas. Empiezo con una
palabra. Puede ser “manzana” o
“sol” o “diente”, cualquiera, eso
no importa. Es solo un punto de
partida –una palabra, una asociación– y la condición de escribir sobre aquello. No puede ser sobre
nada más. Entonces, comienzo
sin saber de qué va a tratar el
asunto, y así es como el texto se
produce por sí solo.
No estoy hablando de calidad.
Juro que no. No es que siempre
este texto quede bien o eso. Es simplemente sentarse a escribir. No
pensar, y escribir. Creo que es un
estado mental, al que usualmente
comparo con la música. Cuando
uno ve a los músicos, ellos no están pensando en qué están haciendo, solo tocan. Bueno, lo mismo
puede ocurrir con la escritura. Es
solo escribir.
Cuando no estás preocupado de ti,
empiezas a escribir cosas sobre las
que nunca pensaste antes. Tus pen-
Cada mañana escribo
una página. Me levanto
temprano y escribo una
página en dos horas.
Empiezo con una
palabra.
Es simplemente sentarse
a escribir. No pensar, y
escribir. Creo que es un
estado mental, al que
usualmente comparo con
la música.
samientos no toman el sendero que
normalmente habrían seguido. Y el
pensamiento es distinto del tuyo. El
lenguaje está en ti, pero fuera de ti
y no te pertenece. Eso es lo que la
literatura puede hacer: cuando le
agregas algo, algo más te devuelve.
Este enfoque lo descubrí tempranamente, desde la primera vez
que empecé a escribir con ambición. Tenía 17 o 18. No lo pensé. No
fue difícil, porque era muy ingenuo e inocente. Pero la mayor parte de lo que hice, fue contar lugares comunes.
Más tarde, hubo muchos años en
que no pude escribir, porque sentía que sabía demasiado. De repente, tuve una noción sobre calidad.
Pero cuando tenía 27 ó 28, viví una
nueva experiencia por primera vez:
sencillamente desaparecí en alguna parte. Solo escribí y seguí el texto. Fue básicamente como leer.
Tuve la sensación de algo, porque
no podía predecir qué era lo que venía y no conseguía identificar eso
conmigo cuando lo leía. De algún
modo, estaba fuera de mi normal
alcance. No digo que fuera mejor,
pero fue diferente.
Eso es lo que hace que sea tan difícil para mí leer y ver de nuevo
mi trabajo. Lo primero que pienso es: “Oh, dios mío, es ingenuo”.
Pero en esa ingenuidad hay algo
que, de alguna manera, es muy
directo y cierto.
Un hombre
enamorado.
Mi lucha 2
Anagrama
640 págs.
$ 25.000
Hay una diferencia entre escribir
ingenuamente ahora y cuando tenía 20. Cuando uno ha escrito por
20 años, algo se sabe sobre la escritura. Uno no tiene presente ese conocimiento al trabajar, pero de alguna manera igual está ahí y es
como que te dirige.
Para Mi lucha, el proceso de revisión se desarrolló durante el proceso de escritura de las seis novelas. Revisé la primera novela con
mi editor. Lo hicimos más o menos
como en una novela clásica. No
fue difícil. Había algunas conexiones hechas y, entonces, quedó
como una novela. Pero el segundo
libro apenas lo editamos. Gran parte de la edición la hago mientras escribo, así que, al llegar al final, básicamente mantenemos lo mismo.
Quitamos algunas páginas, por supuesto, pero la mayor parte se
mantiene. Los demás libros fueron
escritos de manera similar, con la
excepción del Libro 6: era tan extenso, que fue necesario sacar 150
páginas.
Pero ahora he aprendido a escribir de manera diferente. No puedo
repetir lo que hice en Mi lucha. Se
transformó en una especie de técnica: escribo un poquito sobre
cómo me siento por algo, un poquito sobre fracaso o pena por algo, y
luego viene una reflexión de estilo más ensayístico, y después una
descripción de algo ordinario, y
La isla de la
infancia.
Mi lucha 3
498 págs.
$ 22.860.
Recién llegado a librerías.
así. No puedo repetir eso por el resto de mi vida. Estaría cada vez menos satisfecho conmigo, porque no
hay nada nuevo en eso. O puede
que los temas sean nuevos, pero la
visión es exactamente la misma. Lo
que realmente me gustaría hacer es
pensar de manera diferente, pero
es imposible.
Empezar a escribir de otra forma
será muy difícil. Tal vez habrá una
especie de vacío en que sea imposible escribir. Ha ocurrido antes y
volverá a ocurrir. Y, de nuevo, va
a pasar.
El privilegio de un novelista es
que uno es capaz de estar tres años
solitario y nadie va a interferir en
nada si no lo quieres. Y si tienes fe
en tu escritura, es fácil. Es cuando
se pierde la fe que las cosas se ponen difíciles. Cuando empiezas a
pensar esto es estúpido, es una
idiotez, no vale la pena, y así. Esa
es la verdadera lucha: superar ese
tipo de pensamientos. Cuando se
comienza una novela, bueno, el
99% de los novelistas empiezan de
manera torpe, estoy seguro. Uno
necesita seguir adelante, de modo
que eso pueda convertirse en algo.
Tal vez tomará 50 o 100 páginas,
pero va a resultar bien.
Cuando me voy a acostar, ansío
que llegue la mañana, pues sé que
tengo esas dos horas para escribir.
Es un momento mágico. Y sé que va
a ocurrir. Puedo confiar en ello. b
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