El Pájaro del Dulce Encanto2.indd

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El pájaro
del dulce
encanto
(Novela)
CLEMENTE GUIDO
Tierra
y
Trabajo
JUSTICIA
SOCIAL
VIVA
EL PUEBLO
Cuarta Edición
CLEMENTE GUIDO
EL PAJARO DEL
DULCE ENCANTO
(NOVELA)
CUARTA EDICION
EDICIONES NICARAO
MANAGUA, NICARAGUA
CLEMENTE GUIDO
OBRAS DEL MISMO AUTOR
NOCHES DE TORTURAS
(2 EDICIONES EN 1963)
PROSA ROJA (CUENTOS)
(1RA EDIC. 1965 Y 2DA EDIC. 1977)
EL PAJARO DEL DULCE ENCANTO
(1RA EDIC. 1974 Y 2DA EDIC. 1975)
CUARTA EDICION
MANAGUA, NICARAGUA
2012
CLEMENTE GUIDO
CLEMENTE GUIDO
Esta novela fue traducida
al Polaco
por Jerzy Kühn
Para WYDAWNICTWO LITERACKIE
Con aprobación
del Ministerio de Cultura de Polonia
23/08/76 E-id. 3182/712/76
EDICIONES NICARAO
MANAGUA, D.N NICARAGUA
2012
PRESENTACION
La familia GUIDO MARTINEZ, nos complacemos en
dar atención a la demanda de amigos y simpatizantes
de nuestro amado DR. CLEMENTE GUIDO, quien nos
legó este libro EL PAJARO DEL DULCE ENCANTO,
corregido y mejorado para una IV EDICION.
Lo notorio del caso es que esa IV EDICION corregida
y mejorada, que presentamos ahora a ustedes,
fue perfeccionada por el DR. GUIDO antes de su
fallecimiento el 23 de enero del 2004, pero no fue
sino hasta el año pasado 2011, cuando al revisar sus
archivos que con mucho amor hemos conservado como
inigualable patrimonio familiar, que nos percatamos
que nuestro amado CLEMENTE había realizado tal
labor en preparación silenciosa de una IV EDICIÓN.
10
Clemente Guido
Seguros que estamos dando cumplimiento a una
voluntad silenciosa de nuestro amado CLEMENTE,
hemos decidido poner en circulación esta IV
EDICIÓN contando y agradeciendo el gentil apoyo
de la ALCALDIA DEL PODER CIUDADANO DE
MANAGUA, que encabeza la periodista y amiga
Alcaldesa Cra. Daysi Torres, con la Vice-Alcaldesa Cra.
Reyna Rueda y el Cro. Fidel Moreno en la Secretaría
General de la Municipalidad.
Esta IV EDICION llega al magisterio de Nicaragua,
especialmente al de Managua, como parte de la
Campaña Educativa por el Patrimonio Cultural que
impulsa acertadamente la Municipalidad capitalina a
través de la Dirección General de Cultura y Patrimonio
Histórico.
Honramos la memoria del DR. GUIDO y oramos a
PAPITO DIOS para que le tenga en su morada santa,
contando las historias de “EL DUNDO” a toda la corte
celestial.
Managua, 23 de Enero del año 2012.
El Pájaro del Dulce Encanto
11
CAPITULO A
En aquella época, cuando el hombre no viajaba en
apolos hacia la luna; cuando ésta servía solamente
para inspirar a los poetas y para iluminar a la tierra por
las noches; cuando no era visitada por los astronautas
yanques; cuando el hombre vivía tranquilo en la tierra
sin desear aventuras por el espacio; cuando los niños no
leían a Supermán ni a Buck Roger, sino que sentábanse
a la luz del cantil a escuchar los cuentos de la abuela;
cuando Managua era una simple aldea que crecía a la
orilla del Manso lago Xolotlán, vivía en una humilde
choza de techo pajizo y paredes de troncos unidos
entre sí por fuertes bejucos, en uno de los barrios más
pobres de la aldea, un niño de catorce años, huérfano
de padre y madre, a quien todos sus amigos llamaban
El Dundo porque nunca peleaba con nadie y siempre
estaba dispuesto a ayudar a su tía en los trabajos diarios
de la casa.
No es necesario decir que el Dundo y su tía
vivían en la más completa miseria. Días había en los
cuales el único alimento lo constituían una tortilla con
sal y una jícara de pinol simple. Los compañeros de
juego de nuestro amigo eran: un cerdito flaco que la
tía soñaba con verlo gordo algún día para venderlo en
el tiangue; una cotorra charlatana llamada Ilusión; un
chocoyo bullanguero llamado Ambición y una perrita
pulgosa cuyo pasa tiempo era rascarse sus bichos
durante todo el día, llamada Razón.
12
Clemente Guido
Cuando cumplió los catorce años El Dundo se
consideró hombre y reunió a sus cuatro amigos para
decirles:
Estoy cansado de ser pobre, de ser dundo. Yo
quiero ser rico, ser inteligente y sabio. Quiero que mi
tía no muera en la pobreza. Quiero que toda la aldea
me admire por mi sabiduría y mi riqueza. Yo quiero ser
el hombre más importante del país; por eso los reuní,
para que me digan qué debo hacer para conseguir tal
objetivo.
Hablen que yo escucho y seguiré el mejor
consejo.
El cerdo flaco lo miró burlón y sin decir palabra
abandonó la reunión. Razón dejó de rascarse las pulgas
por un instante, vio alejarse al cerdito.
Dijo:
-- Lo que tú pides es difícil, pero no imposible.
Tienes que trabajar intensamente y estudiar mucho.
Sólo así puedes llegar a ser respetado y admirado
por todos los habitantes de la aldea. En cuanto a ser
inteligente......
La perra calló para rascarse una pulga que le
estaba picando el hocico.
-- La sabiduría y la riqueza no van juntas --volvió a hablar cuando la pulga la dejó en paz--- si
quieres ser rico, no debes ser sabio, así que podemos
descartar el estudio. Pero eso de ser inteligente....
bueno, tampoco se necesita para ser rico. Pero no es
El Pájaro del Dulce Encanto
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posible ser las tres cosas a la vez. Tu tienes que escoger
entre ser rico solamente, o ser inteligente o ser sabio,
pero todo no es posible.
El Dundo se quedo triste al oír las palabras de
Razón.
Fue entonces cuando habló Ambición.
--¿Y para que queremos ser inteligentes y
sabios?
Los sabios solamente hacen locuras y se mueren
de hambre. ¿Acaso no hemos pasado suficiente miseria?
¿Acaso no llevamos tantos años de alimentarnos con
tortilla con sal? ¡Ea! Que vayan al diablo la sabiduría
y la inteligencia. Por el dinero los poetas harán versos
para nosotros; los escritores harán libros, los sabios
inventarán teorías para explicar nuestro éxito, los
militares harán la guerra para defender nuestro nombre,
las mujeres nos adorarán aunque seamos feos y brutos;
entonces, ¿Entonces para qué deseamos ser sabios e
inteligentes?
-- ¿Pero cuál es la manera de hacerse rico? -preguntó débilmente El Dundo.
-- Cuando yo aún era un pichón que no podía
volar de mi nido--- habló Ilusión-- oí a mis padres
decir que quien tuviera en su poder al Pájaro del Dulce
Encanto podría ser rico y también inteligente.
Por manera que aunque Razón no crea que sea
posible ser las dos cosas a la vez y aunque Ambición
solamente desee la riqueza, yo opino que podemos
14
Clemente Guido
conseguir ambas para nuestro amigo, que bien merece
esos dos premios después de tanto sufrimiento.
¿Y cómo sabes que existe el tal Pájaro del
Dulce Encanto?-- Preguntó incrédula Razón--- Tus
padres eran dos cotorras locas que no sabían ni de qué
color eran sus pluma.
-- Siempre se ha dicho que el peor enemigo del
hombre que quiere triunfar es cualquier perra sarnosa
que se llame Razón --- dijo Ambición con brutalidad--si nos ponemos a escucharte, moriremos de hambre en
esta choza.
Propongo una cosa: votemos democráticamente
para saber quienes tenemos mayoría: si los que quieren
seguir pobres en esta pocilga o los que deseamos buscar
al Pájaro del Dulce Encanto.
--- ¡La democracia es un mito! ¡La democracia
es una puta que se acuesta con quien tiene las armas!--gritando eso la perra se retiró de la reunión para rascarse
sus pulgas a la sombra de un jocote.
Eliminada la oposición, Ambición habló:
---Aprobada por unanimidad la idea de ir a
buscar al Pájaro del Dulce Encanto para preguntarle el
secreto para ser rico e inteligente.
-- No hay que preguntarle nada -- habló
Ilusión-
Basta con ser dueño del Pájaro para que la
riqueza venga a montones y la inteligencia también. Es
sencillo. Es fácil.
El Pájaro del Dulce Encanto
todo.
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Solamente basta con capturar al Pájaro. Eso es
El Dundo había escuchado los debates en
silencio.
-- ¿Y dónde está ese Pájaro del Dulce
Encanto?-- preguntó.
Ilusión se rascó con su pico curvo un totolate
que le andaba haciendo cosquillas debajo de las
alas, evitando la respuesta, que ignoraba. Ambición
respondió:
-- Preguntando se llega a Roma. Preguntaremos
de casa en casa por todo el barrio hasta que alguien
nos indique el paradero de ese pájaro. Luego lo
capturaremos y somos ricos e inteligentes; manos a la
obra que estas cosas no se pueden dejar enfriar.
--- ¿Nos acompañará Razón? -- preguntó El
Dundo
--- Mejor es no llevarla -- dijo Ilusión--. La
Razón es un estorbo para todo el que quiera triunfar.
CAPITULO B
Fue así como los tres amigos salieron a las calles de la
aldea preguntando a toda la gente que encontraban:
-- ¿Saben ustedes dónde vive el Pájaro del
Dulce Encanto?
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Clemente Guido
Todos los miraban boquiabiertos y luego
prorrumpían en carcajadas estruendosas.
El Dundo no comprendía la razón de la risa
general, ni Ambición e Ilusión lo dejaban desanimarse.
Tenían por seguro el triunfo y no serían unos cuantos
aldeanos de Managua los que los harían abandonar su
búsqueda.
Así llegaron a los confines de la aldea donde
un viejito fumaba tranquilamente su puro mientras se
rascaba suavemente la barriga, sentado en un tronco de
guayacán, a la orilla de su choza. El Dundo preguntó:
-- Abuelo, ¿sabes Ud. dónde vive el Pájaro del
Dulce Encanto?
--¿Y para qué querés saber eso, muchacho
dundo? -- le preguntó el viejo dejando de fumar.
-- Ud. debe ser un sabio, pues adivinó mi
nombre y además es pobre -- dijo el Dundo--. Yo quiero
cazar al Pájaro del Dulce Encanto para ser inteligente,
rico y sabio.
Ilusión y Ambición se taparon con las alas los
oídos para no escuchar la esperada carcajada del viejo,
pero éste no rio. Los miró largamente tratando de
sondear el alma de los tres aventureros y luego habló
suavemente.
-- ¡Ah! El Pájaro del Dulce Encanto. Aquel
pájaro maravilloso que vive en agujeros hechos en los
barrancos. El del plumaje azul, la cola larga y el copete
elegante. ¡Um! Muchos han querido capturar al pájaro
El Pájaro del Dulce Encanto
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fabuloso. No sé de nadie que lo haya conseguido aún.
¡Cierto, hijo, cierto! Quien tenga al Pájaro del Dulce
Encanto en sus manos será inteligente, rico y sabio.
-- ¿Dónde podemos encontrarlo? -- preguntó
Ambición impaciente--. Necesitamos capturarlo
cuanto antes. El viejo apagó su puro restregando la
punta encendida contra el duro suelo.
Habló:
-- Yo no se donde vive ese pájaro fantástico;
ningún ser humano lo sabe. Solamente la Serpiente
Encantada de Tiscapa puede decirles eso con certeza.
Vayan a la laguna, esperen a que la luna haga llena y
a las doce de la noche desciendan por la escalera que
aparecerá ante Uds., hasta el fondo de la laguna. Ahí
encontrarán un palacio en cuya sala principal estará la
serpiente, esperando; solamente ella puede informarles
sobre el paradero del Pájaro del Dulce Encanto.
-- ¿Y si nos ahogamos? -- preguntó medroso
El Dundo.
-- ¿Por qué nos vamos ahogar? -- dijo Ilusión
entusiasmada --- la luna nos ayudará.
-- ¡Ea! Los cobardes nunca han triunfado en la
vida -- grito Ambición.
Y los tres se despidieron del viejo.
Cuando llegaron a la orilla de Tiscapa la luna
aún no pensaba salir. Estaba arreglándose el cabello
luminoso mientras el sol se acostaba.
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Clemente Guido
Esperaron.
A las seis en punto la luna asomó su cara,
redonda como tortilla, allá en el oriente.
Los amigos esperaron a que la luna subiera
hasta la mitad del cielo para meterse en el agua. Desde
un principio les llegó a la cintura. Ambición e Ilusión
se habían sentado en los hombros de El Dundo. Por un
instante una nube se colocó delante de la luna dejando
a los aventureros en la oscuridad. Cuando volvió la luz,
vieron claramente que una escalera de piedra descendía
desde donde ellos estaban hasta el fondo de la laguna y
terminaba en un bello palacio iluminado por peces de
colores.
Sin miedo empezaron a bajar por ella hasta
que llegaron a la inmensa puerta hecha con tablones
labrados de pochote.
Iba El Dundo a golpearla cuando ella se abrió.
Un pececito los miró inquisitivamente por lo que
Ambición habló:
-- Queremos ver a doña Serpiente. Sabemos
que está en el Palacio.
-- Yo sé que nos recibirá inmediatamente -dijo Ilusión al ver vacilar al pececillo portero.
Este los guió hasta la sala principal donde
estaba la Serpiente en un tronco de roca lamosa,
rodeada de todos los nadadores imprudentes que se
habían ahogado en Tiscapa aquel año.
El Pájaro del Dulce Encanto
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Miró con ira a nuestros amigos y gritó:
-- ¿Cómo se atreven a venir vivos hasta mí?
¿No saben que para verme necesitan ahogarse primero,
como todos estos? ¿Quien les dio el secreto para
venir impunemente hasta aquí sin antes haber pasado
el mundo de los descarnados? ¿No será esta una
revolución para acabar con mi dominio de Tiscapa?
Los tres amigos se miraron asustados. La
Serpiente coral estaba indignada y sus colores, rojo,
negro, amarillo y blanco resaltaban visiblemente en la
piel fría.
-- Oiga, doña -- habló El Dundo--. Nosotros
preguntamos a un viejecito por el Pájaro del Dulce
Encanto y él nos indicó que viniésemos donde Ud.
a preguntarle. Dice que Ud. sabe dónde vive y como
nosotros queremos cazarlo...
La Serpiente rio y los ahogados también.
--¿De modo que por el tal Pájaro del Dulce
Encanto ustedes se han arriesgado tanto? Pues sepan
que apenas están en el comienzo de su aventura. Todo
el que quiera tener al Pájaro ese tendrá que vencer mil
dificultades. Muchos sucumben antes. Nunca he oído
decir que nadie haya capturado al pájaro del copete.
¿Y ustedes? -- preguntó a los ahogados.
-- ¡TAMPOCO! -- gritaron todos al mismo
tiempo.
20
Clemente Guido
-- Nosotros seremos los primeros -- dijo
Ilusión--. Nadie podrá evitar eso.
-- Pasaremos por todas las pruebas; venceremos
a todos nuestros enemigos, pero seremos ricos -- dijo
Ambición.
---.... e inteligentes --- agregó el Dundo.
La Serpiente Encantada de Tiscapa se rascó
suavemente contra su piedra. Luego dijo:
-- Si ustedes quieren correr los riesgos; les diré
cómo encontrar al Pájaro del Dulce Encanto. Vayan a
la Piedra del Gigante, en Esquipulas. Ahí encontrarán
una mona bruja que tiene aterrorizados a los habitantes
del caserío. Tienen ustedes que capturarla y cuando la
tengan, ella les dirá cómo encontrar al Pájaro del Dulce
Encanto. Eso es todo. Váyanse que la luna llena está a
punto de acostarse y si el sol los encuentra aquí nunca
más podrán salir del fondo de esta laguna. ¡Adiós!
--¡Adiós! --- dijeron los tres, y abandonaron la
laguna.
CAPITULO C
Sobre el camino de Ticuantepe se encontraba una
enorme piedra en la que había quedado grabada la
huella del pie de un gigante que había pasado por ahí
en tiempos lejanos. Se decía que la huella del otro pie
se encontraba a ocho leguas de distancia. Hasta hoy
aquella piedra es conocida como el Pie del Gigante en
toda la zona de Esquipulas
El Pájaro del Dulce Encanto
21
Nuestros amigos caminaron sobre caminos y
veredas hasta llegar al caserío. Desde muy antes notaron
que los campesinos se miraban entre sí atemorizados.
Nadie osaba hablar con los forasteros y todos esperaban
con ansiedad la llegada de la noche.
Cuando llegaron al caserío eran casi las seis de
la tarde.
El sol estaba tendiendo sus colchas policromas
sobre el cielo de occidente, dispuesto a descansar de la
fatigas del día. Los zanates y clarineros aleteaban en
los árboles, cantando bullangueramente en aparatosa
despedida a las actividades diarias.
Ilusión y Ambición se entusiasmaron con el
bullicio de una bandada de chocoyos que pasaron hacia
occidente en busca de un refugio nocturno.
Nuestros amigos hicieron cabriolas en el aire
y dejaron oír los sonidos de sus gargantas. Regresaron
a los hombros de El Dundo una vez terminada su
demostración atávica. Antes de llegar al caserío de
Esquipulas los tres amigos encontraron una choza
de techo de paja y paredes de troncos. Decidieron
pernoctar ahí.
-- Señora -- dijo EL Dundo a la dueña de la
casa--- somos viajeros que vamos de paso. ¿Podría
darnos posada por esta noche? Le prometemos no
causar molestia y además le juramos que somos gentes
honradas....
-- Pueden quedarse hasta que venga mi marido.
Sólo él puede darles posada por toda la noche.
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Clemente Guido
EL Dundo sintió un olor apetitoso de carne de
venado, asada
Habló:
-- Tenemos hambre y sed.
La mujer le sirvió una tortilla grande y gruesa
con un enorme pedazo de carne de venado y una jícara
de pinol hervido que llaman tibio.
EL Dundo dio un pedazo de su tortilla a cada
compañero de viaje. Cuando terminaban de comer
llegó el marido, el cual dijo:
--¡Buenas noches les dé Dios! ¿Quiénes son
estos amigos que están en mi casa?
--Son unos viajeros que tenían hambre y
pidieron posada para toda la noche. Yo les dí de comer
y les pedí que te esperaran para que resolvieras lo de la
posada.....
-- Venimos de Managua y vamos para
Esquipulas en busca de la Mona Bruja.
El hombre rio. --¿Y para qué quieren a la Mona
Bruja?
-- Para que nos diga dónde podemos encontrar
al Pájaro del Dulce Encanto.
-- Pues, para qué quéres al Pájaro del Dulce
Encanto? Preguntó curiosa la mujer.
El Pájaro del Dulce Encanto
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-- Pues, para que me dé el secreto para ser
inteligente, rico y sabio.
Los dos campesinos se miraron asombrados.
--¿Y para qué querés ser inteligente, rico y
sabio? -- Preguntó el hombre--. ¿Acaso no preferís ser
bueno? El hombre bueno es feliz y para eso no necesita
ni inteligencia ni riqueza. Ándate a tu casa muchacho
loco y no te metas en camisas de once varas.
--¡Bah! -- dijo Ambición--. Sin riquezas no
hay hombre bueno ni sabio. Tú estás loco sierreño. Los
buenos sólo sirven para criados de los ricos. El dinero
da inteligencia.
--¿No ves, campesino, --habló Ilusión-- que
con dinero puedes hasta entrar al cielo? Basta con
darles la mitad a los pobres! Claro que son tantos, que
ninguno de ellos dejará de ser pobre con lo que tú les
des, pero aún así tendrás ganado el cielo.
El campesino se rascó la cabeza. Después vio a su
mujer y dijo:
-- Les daremos posada por esta noche, aunque
creo que son lunáticos. Deben ser un poco brujos para
querer capturar a la Mona. Por otra parte yo sé que los
chocoyos y cotorras aprenden a hablar pero no sabía
que pudiesen pensar.
Poco antes de medianoche El Dundo despertó
a sus dos amigos y en voz cuchicheante les dijo:
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Clemente Guido
-- Pronto será la hora en que la Mona Bruja
saldrá a asustar a los habitantes de Esquipulas. Para
saber dónde vive durante el día en su forma humana,
necesitamos seguirla durante la noche.
-- Yo no voy --- dijo Ilusión--. Yo no soy ave
nocturna y no miro de noche.
--Lo mismo yo -- dijo Ambición--. Es mejor
que vayas tú. Ustedes los humanos ven lo mismo de
día que de noche.
--Yo solo no voy porque me da miedo --argumentó El Dundo---. Ustedes me tienen que
acompañar en la aventura nocturna porque sin Ilusión
y Ambición yo no tendría valor para hacerle frente a la
Mona Bruja.
--- Como ustedes saben ---dijo Ilusión-- la tal
Mona Bruja debe ser una mujer del lugar que durante la
noche se convierte en Mona para asustar a los viajeros
nocturnos y a los trasnochadores del poblado. ¿Por
qué entonces no averiguamos durante el día quien es
la mujer más mala del pueblo? Ella debe ser la Mona
Bruja.
-- ¡Bah! -- hizo Ambición --. La Mona puede ser
hasta una hipócrita que pasa por santa en el poblado. Tu
teoría es pésima. No queda otro camino que acompañar
a nuestro amigo en la búsqueda. ¿Dónde diablos será
que aparece la Mona Bruja?
--Dicen que cerca del Pie del Gigante se
pone a esperar a los jinetes que de noche regresan de
Managua.
El Pájaro del Dulce Encanto
25
-- Entonces vamos para allá sin perder
tiempo.
Salieron sin despertar a los dueños de la casa y
bajo los claros rayos de la luna, se encaminaron hacia
el Pie del Gigante. Se escondieron detrás del tronco de
un árbol que estaba cerca de la piedra así llamada y
esperaron pacientemente.....
En la lejanía del camino se dibujó la silueta de
un jinete que se acercaba a paso lento y cansado. Casi
al mismo tiempo se escuchó el chillar característico
de un mono, el que sonó tétrico en la soledad de la
noche.
Luego los amigos vieron que el jinete
espoleaba su caballo y emprendía veloz carrera dando
sombrerazos al anca de la bestia como si tratase de
liberarse de un intruso montado en su cabalgadura.
Mientras la bestia corría y el hombre sombrereaba
aparentemente en el aire, se escucharon los chillidos
enfurecidos de una mona que sentada en el anca del
caballo se aferraba con ambas manos a la cintura
del jinete. Pasaron envueltos en una confusión de
chillidos humanos y de monos, así como de relinchos
desesperado del caballo aterrorizado, delante del lugar
donde se encontraban nuestros amigos.
Ilusión y Ambición tenían las plumas erizadas
por el miedo. A El Dundo le temblaban las quijadas.
Media hora después recuperaron el dominio de los
nervios y sin decir palabras se alejaron por el camino
en dirección a su posada. Regresaron a paso lento, tanto
que cuando llegaron era casi de día. Aurora empezaba
a despertarse en Oriente.
26
Clemente Guido
Fue Ilusión quien quiso llegar primero y
por eso voló suavemente hasta una solera de la casa
en donde se puso a esperar a Ambición que le había
seguido. Lo que vieron los llenó de asombro. Una mona
estaba en el centro de la pieza dando saltos extraños.
Ilusión y Ambición contaron siete saltos mortales hacia
adelante y siete para atrás, mientras escuchaban que
con voz humana la Mona Bruja rezaba el Credo tres
veces al derecho, tres veces al revés, hasta adquirir la
forma humana.
Ilusión y Ambición volaban al encuentro de El
Dundo quien a paso lento estaba apenas llegando a la
puerta de la casa. Tardó algunos minutos en creer que
la mujer del campesino era la Mona Bruja. De seguro
su marido ignoraba las aventuras de la mujer porque en
caso contrario ya la habría denunciado a los pobladores
de Esquipulas.
Silenciosamente entraron a la casa sin que la
mujer se diera cuenta pues ya dormía profundamente
en otro aposento con el inocente de su marido. Cuando
el sol se levantó, los amigos llamaron al campesino
y le contaron lo sucedido. El hombre abrió tanto la
boca que los viajeros temieron que nunca más pudiera
cerrarla. Estaba asombrado al saber que estaba casado
con la Mona Bruja.
--La mataré a machetazos inmediatamente
--dijo el sierreño.
--Te acusarían de asesinato. Lo mejor es que la
capturemos en su forma de Mona Bruja y la obliguemos
a decirnos dónde está el Pájaro del Dulce Encanto-dijo Ambición.
El Pájaro del Dulce Encanto
27
--- Y también la haremos prometer que nunca
más se convertirá en Mona Bruja--dijo Ilusión.
--- ¿Pero cómo lo haremos si es bruja y tiene
poderes del coludo ? --dijo medroso el campesino.
--Yo sé el secreto --dijo El Dundo--consigamos
dos libras de sal y un litro de agua bendita. Esperaremos
cuando ella se convierta en Mona Bruja para proceder.
El campesino consiguió en el pueblo las dos
libras de sal y en la iglesia el litro de agua bendita.
Pacientemente esperaron a que llegaran las doce de la
noche, aparentemente dormidos.
Exactamente a esa hora la mujer se levantó en
silencio y empezó el ritual: siete saltos mortales hacia
adelante y siete hacia atrás, a la vez que rezaba el Credo
tres veces al derecho y tres veces al revés. Al terminar la
ceremonia el cuerpo humano de la mujer yacía tendido
en el piso, mientras la mona salía chillando por una
rendija entre el techo y las soleras de la casa en busca
de incautos a quienes asustar.
Fue entonces que El Dundo regó el cuerpo
con agua bendita y luego hizo una cruz de sal en la
frente, en la cabeza y en el pecho del mismo. Luego se
acostaron a esperar el regreso de la Mona Bruja.
Cuando la aurora empezaba a desperezarse
en oriente la Mona Bruja regresó a su casa. Empezó
el ritual que ya conocemos para regresar a su cuerpo
humano. Siete saltos mortales para adelante y siete
para atrás, tres Credos al revés y tres al derecho.
28
Clemente Guido
¡Nada!
Seguía siendo Mona Bruja.
---Debe ser que me equivoqué en la cuenta
--pensó la Mona--empezaré de nuevo.
¡Pero nada! Seguía siendo Mona Bruja.
Fue entonces que se fijó en la cruz de sal que el
cuerpo tenía en la frente, en la cabeza y en el pecho.
Aterrorizada, la Mona Bruja lloró:
-- ¿Quién me hizo esta canallada? ¿Quién es el
brujo que pudo neutralizar el poder del coludo en esta
forma?
¡Ay! ¡Ahora quedaré convertida en mona para
siempre! Mi cuerpo lo enterrarán y se pudrirá en la
tierra. ¡Divino Coludo! ¡Vení a ayudarme! Yo quiero
regresar a mi cuerpo humano porque durante el día los
rayos del sol me enfermarán.
--- Es inútil --- dijo El Dundo entrando en la
sala--. El sol llegará pronto y tú serás Mona por toda
tu vida. Algún cazador te pegará un balazo en la frente
para que no destruyas los maizales.
--¡No, eso no! Acaso podes vos, huésped,
evitar el hechizo que me prohíbe regresar a mi cuerpo?
¡Tené piedad de mí!
¡Acordarte que yo te dí de comer aquel enorme
trozo de carne de venado con aquella enorme tortilla y
El Pájaro del Dulce Encanto
29
el tibio delicioso que te quitaron el hambre que traías
cuando llegaste a mi casa! Ya que el Coludo no tiene
poder sobre vos, sé clemente con esta pobrecita Mona
Bruja que no hizo nunca mal a nadie.
--- ¿Y no salías a asustar a la gente? ---habló el
campesino--.
--- ¡Perdón! ¡Estoy arrepentida! ¡Apúrense por
favorcito que ya llega el sol!
La Mona Bruja lloraba copiosamente. El
Dundo se conmovió profundamente y habló:
-- Está bien, te volveré a tu forma humana,
desdichada Mona.
-- ¿Qué es eso? ¡Espera ahí! -- gritó Ambición--.
¿Estás loco? ¿No ves que aún no nos ha revelado el
paradero de El Pájaro del Dulce Encanto?
-- Ni nos ha prometido que nunca más se
convertirá en Mona Bruja -- agregó Ilusión.
La Mona Bruja sentóse sobre el trasero y se
enrolló la cola al pescuezo y extendiendo los peludos y
flacos brazos, dijo:
--¡Juro nunca más asustar a los sierreños de
esta zona!
--¡Ni de ninguna otra zona! --- agregó el
campesino.
30
Clemente Guido
--¡Ni de ninguna otra zona -- repitió la mona--.
Si quieren encontrar a El Pájaro del Dulce Encanto,
tienen que pedirle la dirección al Sisimique. Solamente
él sabe el verdadero paradero del pájaro misterioso. ¡Es
todo lo que sé!
-- Danos la dirección del Sisimique -- pidió
Ambición sin descuidarse un minuto.
-- Vayan sobre el camino de Ticuantepe. Dos
kilómetros antes de llegar, cerca de un árbol de jícaro,
encontrarán a una gallina con seis pollitos negros.
Con la hoja en cruz del jícaro en la mano izquierda le
preguntan a la gallina el paradero del Sisimique. Ella
les dirá.
--¿ Y quién es esa gallina con pollos? -preguntó Ilusión.
-- Es una viejecita del pueblo de Ticuantepe la
que por no tener cómo alimentar a sus seis hijitos se
convierte por la noche en gallina con pollos para robar
granos de maíz a los ricos de la región. No es mala. El
hambre la obliga a hacer eso. No le hagan daño que
ella contestará a sus preguntas sin oponerse.
¡Solamente hizo pacto con el Coludo por
necesidad!
El Dundo quitó las cruces de sal del cuerpo de
la mujer y luego echó agua de bejuco sobre el mismo.
Ella pudo regresar a su cuerpo mientras el sol subía en
el horizonte y los amigos abandonaban la casa rumbo a
Ticuantepe.
El Pájaro del Dulce Encanto
31
CAPITULO D
Caminaron todo el día bajo lluvia y el frío. Los tres
amigos no se desanimaron por el agua sino que
continuaron su camino esperando que el éxito de
la misión no estuviera lejano. Ambición e Ilusión
descansaban sobre los hombros de El Dundo con las
plumas empapadas por la lluvia mientras el chavalo
chapoteaba en la corriente de agua sucia que cubría el
camino.
Al atardecer, cuando había cesado de llover,
llegaron al árbol de jícaro indicado por la Mona
Bruja. Como era muy temprano, decidieron esperar
sentados pacientemente en un tronco de guayacán
derribado a la orilla del camino. La chachalaca gritaba
escandalosamente en los montes vecinos anunciando
frío y agua para la noche. El Dundo, Ilusión y
Ambición, temblaban de frío.
La luna tuvo miedo del aguacero que se
avecinaba y decidió no salir a iluminar los valles y
montañas, por lo que la noche se presentó más negra
que las alas de un zanate.
Al fin los tres viajeros se durmieron. Cerca de
media noche fueron despertados por el cló-cló de una
gallina clueca, acompañado del pío-pío-pío de media
docena de pollitos negros que la seguían dócilmente.
El Dundo comprendió que aquella era la gallina
bruja con pollos que buscaban y sin temor ninguno
cortó una hoja de jícaro (que tiene forma de cruz) y
con ella en la mano izquierda se plantó en medio del
camino por donde iba la gallina con pollos.
32
Clemente Guido
--¿Qué querés y quién sos? -- preguntó el ave
bruja.
-- En nombre del que todo lo puede yo te
conjuro, Gallina con Pollos, a que respondas la verdad
de lo que te voy a preguntar.
-- Hablá que yo escucho --- los pollitos se
habían escondido bajo las alas de la madre y sólo uno
que otro atrevido asomaba la cabeza, curioso.
-- Quiero saber dónde puedo encontrar al
Sisimique para hablar con él.
-- ¿Estás loco muchacho dundo? ¿Qué querés
de esos enanitos que tienen los pies para atrás?
---- ¿Es que ellos no tienen los pies para
adelante como todos nosotros?
--No; ellos tienen los pies para atrás pero
caminan para adelante, como nosotros. Eso tiene
por objeto despistar a quien intente seguirlos pues
cualquier rastreador al seguir la dirección que indican
las huellas iría en realidad en sentido contrario al que
sigue el Sisimique.
--¿Y qué es un Sisimique? --- preguntó
Ilusión.
-- Es un enanito del tamaño de un niño de
tres meses y cuya misión en este mundo es hacerles
travesuras a los niños malcriados o vagos para que se
corrijan y sean buenos.
El Pájaro del Dulce Encanto
33
--¡Bah! -- dijo Ambición con disgusto--nosotros estamos interesados en el Pájaro de El Dulce
Encanto. Dinos dónde encontraremos a uno de esos
Sisimiques para que nos diga el paradero del pájaro
maravilloso.
--¡Ah! -festivamente--.
dijo
la
gallina
cloqueando
¡Otros dundos en busca de El Pájaro del Dulce
Encanto! Ya lo sospechaba, pues solamente para eso
buscan los ambiciosos a los Sisimiques. ¡Muy bien! Te
diré; esta noche, como esta haciendo frío los Sisimiques
de esta región están reunidos en una gran cueva a la
orilla del arroyo seco, cantando, bailando y jugando
iluminados por millones de hachones y quiebraplatas
que vuelan incansablemente dentro de la cueva.
--- ¿Que debo decir para que los Sisimiques
me revelen el secreto?
-- El jefe te invitará a jugar con ellos. Si vences
en los juegos él te revelará el secreto.
--- ¿Y si pierdo?
-- Los tres ustedes se convertirían en
Sisimiques-- repuso la gallina con pollos.
Los tres temblaron de miedo. Fue Ambición
quien recuperó primero el dominio de sus nervios y
estimuló a sus dos amigos.
-- Adelante, muchachos, el que no se arriesga
no triunfa. El dinero y la inteligencia que luego
tendremos justifican la aventura.
34
Clemente Guido
La gallina con pollos se alejó cloqueando
seguida por sus hijos que hacían pio-pio, mientras
pensaba: --¡Más dundos en busca del Pájaro del Dulce
Encanto!
--¡Más dundos en busca del Pájaro del Dulce
Encanto!
--¡Pío, pío, Pío! --contestaron los pollitos
mientras la familia seguía su camino pausadamente.
En medio de la oscuridad de la noche los tres
aventureros siguieron en dirección a la cueva del arroyo
seco, en busca de los Sisimiques.
Llegaron a ella poco antes de la media noche.
El Dundo y sus amigos se escondieron a la entrada de
la cueva y observaron lo que dentro sucedía.
En efecto, la gallina con pollos había dicho la
verdad. En una cueva inmensa iluminada por hachones
y quiebraplatas una docena de Sisimiques jugaban.
Eran tal como los había descrito la gallina
con pollos: de la estatura de niños de tres meses,
completamente calvos y lampiños eran delgados
y tenían los pies puestos hacia atrás de modo que
dejaban las huellas en dirección contraria a la que ellos
verdaderamente seguían.
Doña Ana no está aquí
Anda en su vergel
Abriendo la rosa y
Cerrando el clavel.
El Pájaro del Dulce Encanto
35
Así cantaban todos en coro mientras saltaban
en círculo agarrados de las manos. Callaron por
un instante y uno de ellos se colocó en el centro del
círculo y mientras todos permanecían quietos, empezó
a tocarlos uno a uno mientras decía:
---Esta, vallesta, Joaquín de la cuesta, me dijo
mi padre que en esta cayera.
A cada palabra que pronunciaba el sisimique
tocaba la cabeza de un compañero; el último salió de
la fila con la cara triste y se fue a parar de cara a la
pared al rincón más alejado de la cueva; los demás
se agruparon mientras el sisimique jefe decía en voz
cuchicheada señalando a cada compañero.
---Vos sos mamey, vos sos naranja, vos sos
limón, vos sos caimito, vos sos sandía --- así continuó
hasta que todos tuvieron un nombre, incluso el que
estaba en el rincón de la cueva, quien, naturalmente,
ignorábamos todos.
---Terminada la ceremonia, todos sentáronse
en el suelo y el jefe grito:
--¡Sonso frijol!
--¡Mande mi rey señor!
--¿En que caballito te querés venir? --- preguntó
el jefe.
--¿En el mío no porque está rajado de la cruz
hasta el rabito -- contestó el de rincón.
36
Clemente Guido
--- ¿Qué querés más: sandía, caimito, limón,
naranja, piña, mamey, granadilla, guanabana, jocote,
mandarina, mango o nancite?
--¡Granadilla! -- pidió el del rincón.
--- ¡Venite por tus patitas! --- gritaron a coro
todos los sisimiques entre risotadas, pues el del rincón
había escogido su propio nombre.
En caso de que hubiera escogido el nombre de
cualquiera de los compañeros, éste lo habría ido a traer
cargándolo en la espalda, desde el rincón hasta donde
todos estaban.
El Dundo observó el juego varias veces. En su
barrio se jugaba ese y tantos otros como el arriba la
pelota, el cuartel, el cero escondido y el pizote solo. Por
eso no temió avanzar al centro de la sala en compañía
de sus amigos.
Los sisimiques se asustaron en un principio
cuando vieron a los extraños irrumpir en su cueva y
hasta los hachones y quiebraplatas iluminaron a media
luz.
---No tengan miedo -- habló El Dundo que
estaba carne de gallina --- sólo venimos a hacerles una
pregunta.
Los sisimiques se vieron con recelo. El jefe
preguntó:
--- ¿Qué querés saber? ¿No sabés que está
prohibido a los humanos venir a nuestros juegos? ¿Nos
El Pájaro del Dulce Encanto
37
sabés que te podemos convertir en sisimique y tendrás
los pies al revés?
-- Sólo quiero saber dónde puedo encontrar a
El Pájaro del Dulce Encanto pues quiero que me dé el
secreto para ser rico, inteligente y sabio.
La carcajada de los sisimiques fue tal, que hizo
temblar la cueva y asustó a los pocoyos del campo.
--¡Quiere ser inteligente y rico! -- gritaron
todos mientras saltaban alrededor de nuestro amigo.
Ilusión y Ambición prudentemente volaron a
ponerse en lugar seguro en un ángulo saliente del techo
de la cueva.
--¡Burro te quedaste por las vacaciones! --gritaron ensordecedoramente los sisimiques --- ¡Sos el
dundo mayor que ha venido a esta cueva!
Cuando se cansaron de reír y saltar, aquellos
personajes lampiños sentáronse en el suelo y guardaron
silencio por cinco minutos mirando fijamente a El
Dundo. Este oyó el silencio ensordecedor, pero
lo soportó con la misma valentía con la que había
soportado la gritería. Aquellos ojos taladraban los
suyos y le hacían raras cosquillas en el cerebro. Pero
se aguantó. No gritó aunque tenía muchas ganas de
hacerlo. Un murciélago voló en la cueva y un pocoyo
gritó ¡jodido!, allá en los matorrales.
Fue entonces cuando apareció aquel ser que
parecía un perro negro, del tamaño de un ternero
38
Clemente Guido
pequeño, de ojos verdes y brillantes y lengua roja
asomada parcialmente por sus fauces entreabiertas;
parecía un perro cansado después de trotar muchas
leguas.
--¡El cadejo! -- susurraron temblorosos los
sisimiques--. ¡El Cadejo! ¿Será que viene a proteger a
este dundo?
--Mejor le damos una oportunidad -- se
apresuraron a decir otros.
----Te daremos una oportunidad ya que
apareció el cadejo y no sabemos si está contigo o con
nosotros --- eso dijo el jefe de los sisimiques.
El Dundo recordó: el cadejo era una especie de
perro del otro mundo que viajaba de noche y dormía de
día, cuya misión era proteger a los buenos y castigar a
los malos. Cuando trotaba hacía un ruido característico
como si todos sus huesos chocasen entre sí. Por eso se
le diferenciaba de los perros comunes.
--Jugaremos el Arriba la Pelota y luego el
Pizote Solo. Si vos ganás te diré dónde podés encontrar
a El Pájaro del Dulce Encanto.
El cadejo sentóse sobre su trasero en la propia
salida de la cueva. Nadie podía entrar. Nadie podía
salir.
El Arriba la Pelota es un juego sencillo.
Los jugadores se agrupan en dos equipos iguales en
número, capitaneados por uno de los principales que es
el general. Un grupo queda en el cuartel mientras los
El Pájaro del Dulce Encanto
39
del otro se esconden en los parajes vecinos. Al grito de
¡arriba la pelota! dado por el jefe de los que se esconden,
salen los otros a buscarlos. Cuando un jugador es
descubierto, debe huir para no ser capturado. El otro
lo persigue hasta atraparlo y lo conduce al cuartel. Los
prisioneros se agarran de las manos y permanecen ahí
en espera de ser liberados por algún compañero que
logre burlar la vigilancia de los dos o tres soldados
que los cuidan. La liberación se verifica de la siguiente
manera: uno del mismo grupo se escurre en la oscuridad
para no ser notado y toca con su mano al que esté más
próximo de la cadena de prisioneros al mismo tiempo
que grita ¡libre! y se apresura a huir perseguido por
los adversarios que cuidaban a los reos y que fueron
burlados. Los libres tienen una tregua para esconderse
nuevamente, no así el libertador que tiene que poner
en juego toda la velocidad de sus piernas para escapar.
Si lo capturan antes de conseguir libertar a sus amigos,
pasa a ser un prisionero más del grupo.
El juego queda terminado cuando todos los
revoltosos son hechos prisioneros o cuando los del
cuartel son incapaces de capturarlos en una hora.
En el primer caso gana la partida el gobierno y en el
segundo, la revolución. En el sorteo que se hizo le
correspondió a El Dundo jefear al grupo de sisimiques
del gobierno.
La partida fue brillante. Ambos grupos se
esforzaron por vencer al adversario y aunque los rebeldes
jefeados por el sismique mayor libertaron tres veces a
sus amigos prisioneros, los de El Dundo, animados por
Ambición e Ilusión y observados impasiblemente por
el cadejo lograron hacerlos prisioneros a todos antes
de la hora señalada. La victoria correspondió a nuestro
amigo.
40
Clemente Guido
El Pizote Solo consiste en lo siguiente. Los
jugadores se reúnen en círculo y todos, menos uno,
colocan sus puños cerrados uno encima de otro; el que
no coloca sus puños en la fila común toca con una vara
de arriba para abajo cada puño mientras pregunta:
-- ¿Qué es esto?
--¡Pizote! --- responde el dueño del puño.
--¡Quitáte que mucho hiede! -- dice el de la
vara, al mismo tiempo el otro retira su mano cerrada.
Cuando se llega al último éste se niega a
retirarlo y entonces el de la vara debe obligarlo por la
fuerza aplicada sobre el puño rebelde, a abrirse. Si lo
consigue, ha vencido. Si no, pierde y tiene que hacer
cabriolas de pizote por cinco minutos delante de todos
los compañeros.
Esta vez hubo una variación especial en el
juego. El sisimique mayor escribió en un papelito la
dirección de El Pájaro del Dulce Encanto y lo entregó al
más fuerte de todos, que lo guardo en su puño cerrado.
Los demás hicieron fila con los suyos encima. Si El
Dundo lograba abrir aquella mano, el papel sería suyo y
con él el secreto del paradero del pájaro maravilloso.
La ceremonia del juego se fue repitiendo
hasta llegar al puño fuerte. Ilusión temblaba de miedo.
Dudaba que su amigo pudiese abrir el puño del
hercúleo sisimique.
Ambición pensaba. El Cadejo observaba.
El duelo final.
El Pájaro del Dulce Encanto
41
El Dundo se esforzaba en abrir aquel puño;
primero apretó con todas sus fuerzas en la muñeca. El
sismique rio sin sentir dolor. Luego El Dundo trató
de separar el dedo gordo que cerraba con llave aquel
puño vigoroso. Imposible. El sisimique solamente
reía. Después El Dundo intentó hacerle cosquilla en la
axila. Nada. El sisimique no tenía cosquillas. Intentó
separar aquel dedo pulgar, pero por mucho esfuerzo
que hizo no consiguió otra cosa sino bañarse en sudor.
Cansado, desalentado, estaba a punto de pedir
cacao cuando Ambición entró en acción.
El chocoyo voló raudo en dirección a los ojos
del sisimique como si tentase picarle en ellos. Este,
asustado, abrió su puño dejando caer el papelito en
manos de El Dundo. Ambición completó su vuelo
haciendo un arco sin hacer daño al sisimique. Había
sido un simple simulacro de ataque aéreo. Nadie podía
decir que El Dundo había recibido ayuda física. Pero
por las dudas, nuestro héroe emprendió veloz carrera
saliendo por la boca de la cueva en dirección al monte,
seguido por Ilusión, Ambición y el Cadejo, el que
sonaba rítmicamente sus pezuñas contra el suelo.
Como el sol se estaba desperezando en su
cama del oriente, asistido por aurora que le preparaba
su café con leche, ninguno de los sisimiques se atrevió
a perseguir a El Dundo pues sabían que el sol era un
señor muy bravo que tenía muy poca estima por la
gente que tiene los pies al revés.
42
Clemente Guido
CAPITULO E
Antes del medio día llegaron a una hacienda de
ganado.El Cadejo se había quedado durmiendo
debajo de un matorral siguiendo la costumbre de
todos los de su especie.
Tanto corrieron aquel día que cuando llegaron
a la hacienda estaban casi muertos de cansancio. Claro
que Ilusión y Ambición no corrían, sino que volaban,
pero el cansancio era igual. Por eso decidieron
descansar bajo la sobra de un tigüilote que estaba cerca
del corral.
Apenas se había tendido en el suelo húmedo
por la lluvia del día anterior, cuando apareció el
mandador de la hacienda montado en un caballo pinto,
con una albarda de alas anchas, un par de cueras de
cuero crudo de ternero protegiéndole la parte delantera
de las piernas, de las espinas de los potreros.
El hombre tenía un chilillo de cuero crudo en
su mano derecha con el que azotó suavemente a El
Dundo para obligarlo a ponerse en pie.
--¿Qué estás haciendo “ay” muchacho? -preguntó con voz fuerte como la que usaba para arrear
el ganado.
-- Descansando, pues --- respondió nuestro
amigo.
--¿No estás espiando para robarte después un
ternero?
El Pájaro del Dulce Encanto
43
--¿No soy ladrón; soy un caminante que va en
busca del Pájaro del Dulce Encanto.
---No sé que pájaro es ese, ni me interesa para
qué lo querés. Sí te digo que aquí no consiento vagos,
porque de vago a ladrón no hay más que un paso. O
seguís tu camino, o entras a la casa de los campistos y
te ganas los frijoles del día trabajando en alguna cosa.
---Prefiero lo último porque estoy cansado
para seguir caminando. Y ya que nos das posada al
peregrino, dime en qué puedo trabajar para desquitar
los frijoles del día.
El hombre le explicó que a las cuatro de la
tarde saldría en la carreta lechera para Ticuantepe; ahí
entregaría la leche y luego regresaría de prisa, pues era
peligroso viajar de noche. Para mientras, podría comer
sus frijoles con tortilla y beberse su pinol en la casa de
los campistos y hasta dormir en un petate extendido en
el suelo si las pulgas no le importunaban demasiado. El
Dundo obedeció.
Durmió profundamente hasta las tres de la
tarde; a esa hora llegó el mandador y le gritó:
--- ¡Vamos, haragán! Es hora de partir para
el pueblo a dejar la leche. Vete al potrero a lazar los
bueyes y uncílos a la carreta que ya está cargada con la
leche. ¡Vamos hijo de perra! ¿ Que si te agarra la noche
te puede salir el garañón negro en el camino y no te
gustará eso. ¡Estoy seguro!
El Dundo salió corriendo al potrero vecino
donde encontró dos bueyes mansos, los que fueron
44
Clemente Guido
uncidos al yugo de la carreta lechera. Luego subió a
ésta y con el chuzo se encargó de hacer caminar a los
dos animales, que lo hicieron muy lentamente.
--- ¡Cuidáte del Garañón Negro, mi hijo --- le
gritó un viejo campisto---. Ese maldito no deja lechero
en paz en esos caminos del diablo. ¡Si te sale, corre
cuanto podas hasta donde los caminos se cruzan en
cruz que ahí estarás a salvo! Si te descuidas te mata.
-- ¿Y quién es el Garañón Negro? --- preguntóle
El Dundo.
---Dicen que es el mandador de esta hacienda,
que se vuelve Garañón por las noches para asustar
a los lecheros --- cuchicheó el viejo con miedo --pero la verdad es que nadie lo ha podido coger en
la maturranga..... ni el Padre que una vez vino para
echarle agua bendita al Garañón....
¿Sabes que el maldito animal no salió en todos
los quince días que el Padre estuvo aquí en la hacienda?
El mandador atendió muy bien al sacerdote y aunque
los campistos le suplicaron que echara agua bendita
al Mandador pues todos estaban seguros que él era el
garañón negro, el buenote del cura no nos creyó y se
largó para otra parte asegurando que eso del garañón
negro era cuento de camino inventado por nosotros
para asustar a los lecheros....
¡Hay tantos lecheros que han sido asustados
hasta casi pelar el ajo por ese animal infernal!
--- ¡ Já, buey! ¡Vamos, jodido! ¡Arríale! --gritó El Dundo mientras chuceaba a los dos bueyes
El Pájaro del Dulce Encanto
45
para que acelerasen la marcha. Fue inútil. Los
animales no salían de aquel paso lento, desesperante.
Por mucho que el chuzo de hierro laceraba sus carnes
a cada pinchazo, ellos solamente se azotaban con la
cola el lugar herido. Por eso El Dundo llegó tarde a
Ticuantepe. Entregó la leche y regresó a la hacienda
cuando los zanates volaban bullangueramente
buscando refugio en los árboles vecinos.
La oscuridad no tardó en ponerse sobre el
camino y El Dundo tuvo que encender el candil que
llevaba el yugo en su parte central para iluminar la ruta
de los lentos bueyes.
Recordó las palabras del mandador. También
los del campisto viejo. Ilusión y Ambición descasaban
en una vara de la carreta con las plumas erizadas por el
terror al Garañón Negro.
--- ¡Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal,
líbranos de todo mal ! --- rezaba El Dundo mientras
chirriaban los ejes de la carreta.
Un relincho salvaje se escuchó en los campos
vecinos perforando cruelmente la oscuridad. Luego el
ruido del galopar de un caballo salvaje.
El Dundo sintió que la piel se le ponía carne
de gallina, que la boca adquiría un gusto a cabo,
que el estómago le temblaba, mientras el corazón le
latía con violencia. Ilusión y Ambición se hundieron
aterrorizadas en el fondo de la carreta, mientras El
Dundo agarraba con ambas manos la vara del chuzo
dispuesto a defenderse del Garañón Negro, que pronto
lo atacaría.
46
Clemente Guido
--- ¡Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal,
líbrame Diosito de este animal! --- sollozaba El
Dundo.
El Garañón Negro apareció por el camino
levantando chispas del suelo con sus cascos,
relinchando salvajemente, dejando escapar gases
por el culo, dejando salir espuma por su hocico,
haciendo cabriolas alrededor de la carreta, mordiendo
inmisericordemente a los bueyes, pateando la carreta
furiosamente amenazando convertirla en astillas,
lanzando bestiales dentelladas a El Dundo. Todo
mientras nuestro amigo se defendía a chuzazos y
rezaba con voz trémula:
---¡Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal,
líbrame Diosito de este animal!
El Garañón Negro era el mismo diablo o un
pariente cercano.
Aquellos bueyes tan perezosos durante el día,
al verse acosados por el animal del infierno empezaron
a correr desesperadamente como si fuesen corceles de
carrera.
Los relinchos del Garañón, los mugidos
medrosos y desesperados de los bueyes, el ruido de la
carreta al dar tumbos por el camino, los gritos de El
Dundo, los chillidos de Ilusión y Ambición, todo se
mezcló en un solo alboroto infernal que hizo rezar a los
campesinos que habitaban en tres leguas a la redonda.
El Dundo desesperábase por llegar hasta el
lugar donde los caminos se cruzaban en cruz; presintió
que cuando llegara ahí estaría hecho cadáver.
El Pájaro del Dulce Encanto
47
Fue entonces que un sonido nuevo sobresalió
por encima de todos los demás.
Era el producido por huesos que chocaban
rítmicamente entre sí; primero se escuchó a distancia;
luego más cerca; más...más...más....
Hasta que a la luz del candil de la carreta se
pudo ver la silueta negra de un perro del tamaño de un
ternero que con paso cansino avanzaba por el camino
y sin vacilar se lanzaba contra el Garañón Negro
mordiéndolo ferozmente con sus colmillos grandes en
el anca, en el hocico, en los calcañares, en ....bueno, en
todas partes.
La lucha fue feroz. El garañón embrujado no
era cobarde. Cierto que nunca había sido atacado en
aquella forma, pero supo estar a la altura de lo que la
gente espera de un buen garañón brujo, de la más pura
sangre satánica.
Luchó con cascos y colmillos.
Ambos contrincantes
vecinos en su feroz lucha.
grandes cedros, enormes
pochotes, fueron derribados
aquellos dos combatientes.
devastaron los bosques
Inmensos guanacastes,
tatalates, gigantescos
y hechos astillas por
---¡ El cadejo! --- murmuró El Dundo---.
¡Bendito sea Dios que está de mi parte!
El Dundo huyó desesperadamente en
dirección a la hacienda mientras un relincho de agonía
se escuchó por los aires del campo.
48
Clemente Guido
Cuando llegó a la hacienda, todos los campistos
se apiñaban trémulos en la casa de los mozos orando a
la luz de un candil.
Nadie durmió aquella noche.
Al siguiente día fue encontrado en un potrero
lejano el cadáver del mandador quien aparentemente
había sido muerto por algún perro rabioso. Su cuerpo
estaba literalmente destrozado por los colmillos del
animal.
Fue el olorcito a azufre que se desprendía de
su cuerpo lo que obligó a los campistos a persignarse,
antes de sepultar el cadáver en el mismo lugar donde lo
encontraron.
No pusieron cruz en su tumba. Cansados
llegaron ese día los tres amigos al pueblo de Ticuantepe,
continuando su peregrinación en busca del Pájaro del
Dulce Encanto.
Cuando llegaron era medio día.
La gente del pueblo ya conocía su aventura del
día anterior y lo recibieron como a un héroe. Todos
lo aclamaban y batían palmas a su paso. Los hombres
más feroces lo miraban con respeto y las ancianas lo
enseñaban a sus nietos para que siguieran su ejemplo.
Una comisión de lo más respetables ciudadanos del
lugar, luciendo sus mejores cotonas y sus caites más
nuevos, salió a su encuentro cerca de la plaza principal.
Uno de ellos se adelantó para pronunciar un discurso.
Carraspeó tres veces, se rascó la cabeza, miró a sus
compañeros y dijo:
El Pájaro del Dulce Encanto
49
--- ¡Bienvenido!
Todo el pueblo irrumpió en aplausos y las
marimbas empezaron a tocar el Garañón, composición
hecha por un indio de la comarca en memoria de la
hazaña de El Dundo.
Lo llevaron a la alcaldía y allí lo atendieron
como un cacique. Le dieron de comer yoltamal
con quesillo y de beber chicha de coyol. Luego le
obsequiaron dos morongas con chiles y un nacatamal
de los grandes, pues juzgaron con razón, que debería
tener mucha hambre. Alguien sugirió que también le
dieran un guacal de cususa, pero luego se acordaron
que a pesar de su hazaña aún era un niño y que no
podía beber esa clase de bebida.
Ilusión y Ambición estaban contentísimas con
el agasajo
El Dundo dijo que tenía sueño y la gente
se retiró respetuosamente para dejarlo descansar.
Durmió tranquilamente hasta las ocho de la noche.
A esa hora lo despertó el murmullo de la gente que
llegaba nuevamente con el alcalde, iluminándose con
candiles.
Cuando los principales del pueblo llegaron, el
alcalde dijo:
--- ¡Buen sueño haya tenido nuestro héroe! -sin dejar responder a nuestro amigo, continuó--venimos
en nombre del pueblo de Ticuantepe a agradecerle a
tan valiente caminante el que nos haya honrado con su
presencia. Sus huellas nunca se borrarán de nuestras
50
Clemente Guido
calles y las conservaremos como reliquia histórica
---aplausos de los principales del pueblo que oyeron las
frases y del pueblo que no había oído nada, pero hacía
lo mismo que hacían los principales.--- Conociendo
las virtudes de valor de nuestro amigo, hemos venido
en conjunto para hacerle una súplica. Antes quiero
ponerlo en antecedentes. Desde hace mucho tiempo
una maldita Cegua recorre todos los parajes del
pueblo por las noches asuntando a todos los vecinos.
A las doce de la noche en punto se empieza a oír su
carcajada maligna por la calle principal y luego por
todas las demás. Si encuentra a cualquier ciudadano en
su camino lo abraza con sus brazos de tusa y lo besa
con su boca llena de dientes de olote que sobresalen de
los labios y lo deja dundo para el resto de su vida. Para
muestra le traemos dos de los últimos ciudadanos que
han sido jugados de Cegua.
Señaló a dos tipos jóvenes que estaban sentados
en dos patas de gallinas con la boca entreabierta
chorreando baba por entre los labios la que caía
abundantemente sobre el pecho; los ojos fijos miraban
estúpidamente sin comprender nada de lo que estaba
sucediendo; de vez en cuando reían siniestramente
y todo el mundo sentía ponerse la piel de gallina, de
miedo.
---Es mejor que no nos metamos en nuevos
enredos ---dijo al oído Ilusión --- si nos juega la Cegua
se acabó el Pájaro del Dulce Encanto y con él, nuestra
soñada riqueza y también la inteligencia.
--- ¡Calla! -- cuchicheó Ambición---. ¿Quién
sabe si nos ofrecen algún tesoro? ¡Seriamos ricos sin
buscar a ese bendito Pájaro del Dulce Encanto!
El Pájaro del Dulce Encanto
51
---Nuestra súplica es ésta ---continuó el Alcalde
que no había oído el diálogo entre los dos pájaros
---queremos que Ud., valiente entre los valientes, nos
libre de la cegua. En cambio, nosotros haremos una
estatua de cuerpo entero y de puro guayacán, a los tres
ustedes y la pondremos en la plaza para que los veneren
y aplaudan las próximas generaciones.
--- ¡Imbécil! ---dijo Ilusión--. ¡Ofrecer una
estatua de guayacán! ¿Por qué no nos dan un tesoro de
los que deben tener escondido para que no se lo roben
los españoles?
---Además deberían saber que dentro de unos
siglos vendrán los yanques y se robarán todo lo que es
robable en Nicaragua ---Agregó Ilusión.
--- ¡Shisst! ---pidió silencio El Dundo--. ¿No
ven que estoy haciendo todo lo posible por pensar?
--- ¿Pensar qué? ---dijo Ambición---dile que si
nos dan un tesoro le capturamos a la cegua y a todos
sus hijitos. Pero por una estatua......¡nones!
---¿Pero no se dan cuenta que seremos
admirados por siglos y siglos? ¡ talvez hasta le pongan
mi nombre a este pueblo!
---¿Llamar al pueblo El Dundo? ---dijo
Ilusión---. Estás loco, muchacho. Los creo imbéciles,
pero no para tanto. Son tan vivos que ofrecen un premio
que nada les costará pues los árboles de guayacán
abundan en estos bosques y cualquiera puede hacer
un muñeco para ponerlo a aguantar agua y sol en la
plaza.
52
Clemente Guido
--- ¡No quieren darnos un tesoro! ---gritó
Ambición agitando sus alitas---. ¡Avaros! ¡Avaros!
¡Metalizados! ¡Que aguanten a la Cegua hasta el fin
del mundo!
El alcalde y los del pueblo no entendían
nada de lo que hablaban los tres amigos pues estaban
haciéndolo en nahualt.
Por eso preguntó:
--- ¿Seremos librados por Usted de la Cegua? ¿
Al fin podremos dormir tranquilos con nuestras mujeres
y nuestros hijos? ¿Ya no tendremos más ciudadanos
jugados de cegua en este pueblo?
Cuando El Dundo abrió la boca para hablar
Ambición le gritó en lengua nahualt:
--- ¡El tesoro! ¡Pídele un tesoro!
---Me sentiré muy honrado con saber que
ustedes recordarán mi nombre si los libero de la cegua.
Pueden dar por seguro que capturaré a esa mujer bruja
y la entregaré al pueblo para que la mate. ¡Hoy mismo
haré ese trabajo!
Todos aplaudieron y vivaron al héroe mientras
Ilusión gemía temblorosa de miedo y Ambición gritaba
agitando sus alitas:
--- ¡Idiota! ¡Imbécil! ¡No pediste el tesoro!
¡Comerás estatua de guayacán toda tu vida! ¡Ahora se
ha creído héroe! ¡Vanidoso! ¿Que ya no te acordás que
fue el cadejo el que mató al Garañón y que vos ibas
huyendo como venado seguido por los perros?
El Pájaro del Dulce Encanto
53
Estaba tan indignado el chocoyo que ya no se
acordaba de hablar correctamente. Todos besaron y
abrazaron a El Dundo y luego se fueron convencidos
de que la Cegua sería capturada esa noche.
--- ¿Y ahora? ---preguntó Ilusión cuando
estuvieron solos---. ¿Te das cuenta que estamos metidos
en camisas de once varas? ¿Cual es tu plan?
--- ¡Que plan va a tener este idiota! ---braveó
Ambición---. El cree que agarrar a la Cegua es comida
de jocicon.
---De alguna manera saldremos del apuro. Por
de pronto, durmamos un rato que faltan dos horas para
la media noche --- y diciendo eso El Dundo se volvió a
dormir tranquilamente.
Las doce de la noche. Ilusión y Ambición
dormían plácidamente en una solera de la casa donde
se hospedaban. Solamente los grillos silbaban en la
noche.
Se oyó un ruido sordo por la calle principal el
cual se fue aclarando poco a poco, hasta convertirse
en el estridente rechinar de las ruedas de una carreta,
sedientas de grasa. A ese chirrido se sumaba un
traqueteo de madera floja y un sonido especial como si
las ruedas fueran cuadradas y la carreta estuviese llena
de barriles vacíos.
Ilusión, Ambición y El Dundo se despertaron.
Por una rendija de la pared de madera vieron acercarse
a la Carreta Nagua tirada por dos esqueletos humanos
y llenas de cadáveres de la gente que había muerto esa
54
Clemente Guido
noche. Una anciana chuceaba a los esqueletos para que
no se detuvieran en su marcha.
Al principio El Dundo no reconoció a la
anciana. Luego se fijó mejor y para su consternación
reconoció en ella a su tía, aquella buena mujer que lo
había criado y para quién él deseaba tener un tesoro o
ser inteligente.
--- ¡La Tía ha muerto! --- dijo Ilusión.
---Murió en pena; por eso la pusieron a guiar
la Carreta Nagua.
---¡Vuelve Dundo! --- gritaron la cotorra y el
chocoyo.
Inútil. El Dundo se puso en medio del camino
por el que pasaría la Carreta Nagua y, de rodillas con
los brazos en cruz, grito:
--- ¡Tía, tía, tía, vos eras mi madre! ¿Por qué te
moriste y no esperaste mi regreso con mi tesoro? ¡No
ves que yo quería ser rico e inteligente y sabio para
que vos pudieras descansar tu vejez en una hamaca
fumándote tus puritos chilcagres?
--- ¡Hijo --le respondió la tía --- voy a juntarme
a tu madre y todos nuestros antepasados. Muero de
hambre y de pena; de la una, por ser pobre, ley natural
de la injusticia humana; de pena porque te fuiste de
mi lado a rodar fortuna. Seguí tu camino en busca del
Pájaro del Dulce Encanto. Que siempre te acompañen
Ambición e Ilusión ya que la Razón se negó a seguirte;
y pido a DIOS que nunca tengas que arrepentirte de
El Pájaro del Dulce Encanto
55
haber dejado la tranquilad de nuestra choza por buscar
tesoros que pueden corromper tu alma que es lo única
valioso que tenemos los pobres.
Risas estentóreas.
Carcajadas escalofriantes.
Risa de loco.
Batir de quijadas con sonoridad satánica
proveniente del ser extraterrestre que llaman la
Cegua.
Risa saliendo por dientes de olote. Chasquidos
de lengua de tusa.
Cuando menos lo esperaban estuvo la Cegua
frente a ellos.
Alta.
Cabeza cubierta por pelo amarillo de maíz.
Pescuezo de mazorca. Cuerpo cubierto por
hojas de maíz. Tal la resurrección encarnada de la Diosa
del Maíz. De los antiguos, convertida en ser doliente
por la maldición de los curas españoles. Alma en pena
del maíz, la Cegua quiso abrazar a El Dundo; éste dio
un salto movido por los resortes del miedo y de sus
manos cayó una bolsita con mostaza bendita. La Cegua
quedó viendo tranquilamente los granitos que salían de
la bolsita. Desde la casa, los tres aventureros vieron
cómo la Cegua perdía la noción del tiempo, mientras
se dedicaba a aquella inútil caza de granos de mostaza.
El sol se anunció por el Este.
56
Clemente Guido
Al día siguiente los vecinos de Ticuantepe que
desde sus casas habían visto la aventura de El Dundo
encontraron en medio de la calle un puñado de pinol,
resto orgánico de la que fuera la Cegua.
No soportó los rayos del sol.
Desde entonces la Diosa del Maíz descansó
eternamente y nunca más vagó por el mundo asustando
a los descendientes de quienes la habían maldito.
CAPITULO F
Siguiendo las instrucciones del papelito robado al
sisimique, los tres aventureros siguieron su camino
buscando el volcán Santiago, viejo bravo con entrañas
de lava ardiente en cuyas faldas montañosas habitaba
el Viejo del Monte con su vestido de hojas y sombreros
de bejucos, pastor de los venados y demás animales
tímidos del volcán.El Viejo del Monte sabía dónde
encontrar a El Pájaro del Dulce Encanto.
Llegaron a la falda del volcán: tupida montaña,
sombría, húmeda, silenciosa, amenazadora.
---Adelante ---dijo Ambición---ya nos han
sucedido tantos males que nada peor nos puede
acontecer.
---Es seguro que el Viejo del Monte nos dirá
el secreto ---dijo Ilusión agitando sus alas--- estamos
llegando al final de nuestro viaje. Es seguro que en
estas montañas vive El Pájaro del Dulce Encanto.
El Pájaro del Dulce Encanto
57
Apenas se habían internado unos pasos en la
selva cuando escucharon ayes lastimeros provenientes
de una cueva vecina.
--¿Quién será? ---dijo El Dundo.
--Talvez el Viejo del Monte que de tan viejo
se esté muriendo o le duele el reumatismo---dijo
Ambición.
--Talvez si le ayudamos nos dé el secreto del
Pájaro de El Dulce Encanto ----aseguro Ilusión.
Se acercaron. Un hombre yacía en una cama
de hojas verdes lamentándose lastimeramente.
--- ¿Qué te pasa, hombre de Dios? --- preguntó
El Dundo.
--Tengo dolor de barriga y currutaca--- repuso
el hombre---soy el Cazador Infalible. Me he burlado
siempre de El Viejo del Monte quien está furioso
porque los venados más hermosos salen a mi encuentro
para que yo los mate. El no sabe que tengo un secreto:
la piedra de venado que la venada negra embrujada, la
que nadie podía cazar, vomitó un Jueves Santo cuando
yo la herí con una bala hecha con el plomo de un cristo
del pueblo.
¡Ayyyyy!
---¿Qué te hizo
---preguntó El Dundo.
El Viejo del Monte?
58
Clemente Guido
--Hechó polvo de muerto en las frutas más
sabrosas de la montañas y eso me ha retorcido las tripas
hasta darme cólicos atroces.
---Mejor nos vamos ---dijo temerosa Ilusión---.
Ese Viejo del Monte no entiende de razones. ¿Y si nos
retuerce a nosotros también las tripas?
--- ¡Bah! No seas cobarde ---dijo Ambición--a ese viejo lo engatusamos nosotros en un dos por
tres.
El Dundo regresó en esos momentos con unas
hojas de madroño y flores de palanca, fétidas éstas
como carne putrefacta y mezclando hojas y flores con
agua de bejuco, le dio de beber a El Tirador Infalible,
que después de dos o tres convulsiones y de echar
espuma por la boca, dejó salir humo por la nariz y
quedó curado totalmente.
---Bien ---dijo el hombre --- ahora cuéntenme
qué hacen ustedes en esta montaña.
El Dundo narró sus aventuras y dijo lo que
buscaban.
---Yo les acompañaré mientras estén en estas
montañas hasta que les haya pagado el favor que me
han hecho.
Todos siguieron caminando hasta que se
encontraron con un claro bosque donde un joven armado
con una vara de guayacán se batía con una culebra
mica de unos cuatro metros de largo. El espectáculo era
magnífico: ella lanzaba su cuerpo contra el esgrimista
El Pájaro del Dulce Encanto
59
procurando terminar el combate, cual látigo viviente.
El hombre detenía los golpes con magistral habilidad
valiéndose de su vara de guayacán.
No se oía más que el restallar furioso del látigo
viviente al dar con el suelo o contra la vara de guayacán
o al perderse el ímpetu y sonar en el aire. El hombre
sudaba copiosamente, pero no jadeaba.
---De pronto se oyó una voz aterrorizada que
gritaba.
--- ¡Hijo, no luches con ese animal infernal!
Era la madre del joven que llegaba en un
momento inoportuno. El joven se distrajo un segundo
para responder a su madre. Eso fue su perdición. La
culebra mica, rápida y mortal, dio un mortal latigazo
con su cuerpo al cuello del combatiente que cayó
fulminado.
---Sigamos ---dijo el Tirador Infalible--ese
perdió su pelea.
--- ¿Pero por qué hacía eso? ---preguntó
temblando Ilusión.
--Quería tener la piedra de la culebra mica
para ser invencible en la lucha con cutacha. Pocos se
atreven a querer conseguir eso porque para ello tiene
que luchar siete viernes seguidos con la culebra mica y
vencerla, de modo que el último viernes sea el Viernes
Santo. Por lo que se ve, éste no aguantó ni el primero.
--- ¿Y si él hubiera vencido hoy?
60
Clemente Guido
---La culebra se hubiera retirado a su cueva y
lo hubiera esperado todos los viernes, hasta entregarle
la piedra el Viernes Santo a las tres de la tarde. Con ella
en su poder nadie podría vencer a su poseedor en las
reyertas a arma blanca.
--- ¿Y tiene que ser forzosamente siete viernes?
---preguntó Ambición.
---Puede ser menos, pero en este caso tiene
que luchar varias veces con la culebra el Viernes Santo,
tantas como viernes le hagan falta para completar los
siete.
Siguieron su camino. Más adelante, los
viajeros encontraron a un hombre que trotaba veloz en
un hermoso caballo alazán.
---Ese ---dijo el Tirador Infalible--es el Jinete
del Caballo Alazán. Nunca se le ha visto desmontado.
Dicen que vive sobre el lomo del animal. Es un castigo
que le ha impuesto una bruja de la región porque no se
quiso casar con su pequeña brujita.
Siguieron su camino.
Un soberbio caballo pinto ramoneaba en un
claro del bosque.
Sus crines eran lustrosas y largas. El pelo de su
piel, brillante; inquieto, nervioso, oteó desde lejos a los
caminantes.
---Ese caballo es encantado ---habló una vez
más el Tirador Infalible---. Nadie jamás ha logrado
El Pájaro del Dulce Encanto
61
montarlo. Los mejores jinetes de la comarca lo han
intentado y nadie ha podido hacerlo. Dicen que quien
consiga montarlo podría conseguir cualquier deseo por
imposible que parezca. ¿Pero quien montará alguna
vez a El Caballo Pinto? ---- terminó con tristeza el
cazador.
--- ¡Yo lo montaré! ---dijo El Dundo--- pues
necesito saber dónde está El Pájaro del Dulce Encanto
para atraparlo y ser rico, inteligente y sabio.
Pero cuando terminó de hablar el misterioso
Caballo Pinto había desaparecido dejando tras de sí el
eco de su soberbio relincho.
Pronto sintieron el olor exquisito de frutas
tropicales en plena maduración. Hay olor a mango,
piña, marañón, jocote, guayaba y todas las frutas
imaginables por el lector.
El Dundo, Ambición e Ilusión corrieron en
busca de las frutas deliciosas; el Cazador Infalible les
grito
---- ¡Cuidado! Es el frutal embrujado de El
Viejo del Monte. Lo sembró hace millares de años y lo
cultiva para su propio deleite.
---- ¿No podemos comer de esas frutas?
--preguntó angustiado El Dundo.
---- Puedes, pero sólo lo suficiente para saciar
tu hambre. No puedes llevarte ni una sola para comerla
más tarde. Es prohibido.
62
Clemente Guido
---- ¿Y quién nos verá? --preguntó Ilusión.
El Tirador Infalible no contestó porque no
sabía la respuesta.
Comieron hasta saciarse. El Dundo e Ilusión
fueron obedientes a las palabras de El Tirador Infalible
y no guardaron para más tarde ni una sola fruta, no
así Ambición, la incrédula, guardó bajo sus alas dos
hermosos jocotes rojos y pulposos. Nadie se dio cuenta
del delito del chocoyo.
Pero cuando buscaron el camino por donde
habían venido no lo encontraron.
En su lugar se elevaban inmensos árboles de
guanacaste los que cerraban el paso pues estaban unidos
unos a otros por bejucos de Pica-pica. El viento empezó
a soplar y el polvillo picante cayó sobre los aventureros
produciéndoles enormes ronchas muy pruriginosas lo
que los obligaba a rascarse incansablemente.
---- ¿Quién diablos lleva frutas robadas? --gritó
una voz atronadora que parecía salir de cada árbol y de
cada bejuco-- ¡Yo sé quién es el ladrón! Le doy una
oportunidad para confesar su delito o todos quedarán
aquí rascándose para toda la eternidad.
Fue entonces que ambición saltó desesperada
por los aires y dejó caer los jocotes embrujados que
llevaba bajo sus alas. Apenas cayeron las frutas cuando
desaparecieron los árboles gigantes y los bejucos de
Pica-pica, reapareciendo el sombreado camino por el
que habían llegado.
El Pájaro del Dulce Encanto
Todos suspiraron aliviados.
Iniciaron la marcha.
63
A la orilla del camino, sentado en un grueso
tronco de guayacán, vieron a un hombre viejo, robusto,
de barba blanca, ojos amarillos como de tigre, vestido
con ropa de hojas verdes y cubierta la cabeza con un
sombrero de bejuco, que los miró con ceño adusto y
les dijo con voz profunda igual a la que habían oído
momentos antes cuando eran prisioneros del huerto
embrujado.
---- ¿Quiénes son Uds.? ¡Yo soy El Viejo del
Monte! Uds. vienen en mi busca, ¿verdad? ¿No saben
que de estos bosques no podrían salir jamás si así se
me antoja?
CAPITULO G
Ilusión, Ambición y El Dundo permanecieron quietos.
No respondieron una sola palabra a la amenaza de El
Viejo del Monte. El Tirador Infalible se había escondido,
pues sabía que si era visto por el señor de aquellos
campos y montañas sería muerto instantáneamente por
él.
--- ¿Conque no hablan? ¿Acaso se tragaron la
lengua? ¿Qué es lo que andan buscando ustedes por
estos andurriales?
Silencio.
64
Clemente Guido
Ilusión y Ambición temblaban. Siempre
lo hacían ante el peligro. El Dundo permanecía
impasible.
---Es necesario que ustedes sepan quien soy
yo. Talvez, así entren en confianza y me digan qué se
proponen al venir por mis montes. Ya sé que intentaron
robarme mis frutas; las de mi jardín particular; las que
tantos años de sacrificio me han costado.
Bueno, al grano. Yo soy el Viejo del Monte.
Soy dueño y señor de todas estas zonas. Montañas,
ríos, valles, animales, todo me pertenece. Yo lo cuido
como si fueran mis propias piernas o mis brazos.
Soy un sacrificado por el bien de ellos. Todo lo hago
para beneficio de ellos. Sé que hay malos hijos de
las montañas que quieren acabar con mi dominio.
La ambición los mueve a buscar la perdición de mis
buenos hijos. Estos ambiciosos desean darme un golpe
de Estado. Están fraguando una revolución. Dicen que
soy ladrón. Que todo me lo he robado. Que nada he
dejado para nadie. Que he asesinado a todo el que ha
pretendido deponerme del poder. Que tengo tantas
tumbas como años de vida llevo. Y ya son millares
de años los que he vivido. Ingratitud de los humanos,
hijos. Yo, que solamente me he sacrificado por ellos.
No es nada agradable ser el amo de una montaña lleva
mi nombre, montaña como Viejolandia. Sí, la montaña
lleva mi nombre, no porque yo sea fatuo y desee poseer
hasta el nombre de esta república. No, nada de eso. Es
que mis hijos agradecidos, los que de veras me aman.
Sugirieron en el Congreso que le pusiera a esta montaña
mi nombre. La moneda lleva mi nombre: el viejano.
En realidad es la semilla de cacao a la que los artistas
de la montaña le han grabado mi esfinge, no como un
El Pájaro del Dulce Encanto
65
acto de servilismo, sino como un reconocimiento a mis
enormes sacrificios --suspiró con pesar---. ¡Si supieran
los malévolos que desean deponerme las noches
amargas que les esperan si llegan al poder!
Es cierto que el ochenta por ciento de las
propiedades de Viejolandia es mío; el otro veinte
por ciento es de mis adictos y del ejército. Pero en
verdad, hijos, ¿para qué desean tener propiedades los
ciudadanos de este país? ¿Para tener problemas? ¿Para
tener que pagarle salarios, vacaciones y prestaciones
sociales a los obreros y campesinos? ¿Para tener que
pagar impuesto a mí gobierno?
¿Verdad que les he hecho un favor al no
permitirles que tengan propiedades? Así no tienen
problemas. Los montes producen frutos y pastos
para que se alimenten. Esta es una república donde
no existen los explotadores porque nadie tiene nada.
¿Para qué desean tener muchos explotadores? ¿Acaso
no basta con uno solo, que a cambio cuida de ellos?
¡Ah! pero si ustedes supieran cómo he
fomentado el comercio, la industria, la navegación
de los ríos; he abierto caminos tapizados con hojas de
chagüite para que sean fácilmente transitables de noche
y de día. Dicen mis enemigos que el ochenta por ciento
del capital de esas industrias y de los establecimientos
comerciales es mío y el veinte por ciento restantes es
de mis adictos y del ejército.
¡Pues, claro! ¿Acaso no somos nosotros
los que estamos velando por ellos? Trabajamos
honradamente para que el país progrese. Es apenas una
justa compensación a nuestro inmenso esfuerzo por el
66
Clemente Guido
bien común. Dicen también que las carreteras verdes
las he hecho para transportar mi ejército a través de
Viejolandia con el objeto de sofocar las rebeliones.
Que las cruzo solamente donde tengo mis propiedades
o las de mis amigos. Eso es justo. ¿Acaso no tengo
derecho a defender con las armas leales esta república
que yo mantengo en paz y progreso? Y las carreteras,
¿cómo podrían pasar por otras tierras que no sean las
mías, si todo es mío en este país?
¡Ingratos!
¿Verdad, forasteros, que estos rebeldes son
ingratos conmigo?
Ilusión, Ambición y El Dundo escuchaban
atentamente sin pestañar, pero no contestaron.
--Apenas tengo cuarenta mil años de gobierno
que han significado otros tantos millares de años de
sacrificios, de velar por ellos, de buscarles la felicidad,
y ya quieren deponerme. Antes, este país era víctima
de las guerras civiles. Los ambiciosos mandaban
a matarse a sus peones y a sus empleados y a sus
trabajadores, en funestas matanzas civiles, todo para
que ellos gobernaran y se enriquecieran después
de cada matanza, sin que los dundos que habían
usado las armas contra ellos mismos sacaran ningún
beneficio. Ahora nadie se mata entre sí. Todo es paz y
tranquilidad. Es cierto que tampoco ellos tienen ningún
beneficio, pero al fin no se matan, no riegan nuestros
preciosos campos con su verde sangre valiosa, ni
dejan huérfanos a sus hijos, ni viudas a sus esposas,
ni desamparadas a sus madres. Antes se mataban en
guerras civiles y terminaban por morirse de hambre los
El Pájaro del Dulce Encanto
67
que sobrevivían. Ahora se mueren de hambre, pero en
paz y tranquilidad. ¿No es mejor esto? ¡Claro! mueren
de hambre solamente los que no están con mi gobierno.
Porque los que son de mi partido, el viejísmo, esos
no se mueren de hambre, sino de gordos. Esos viven
ricos. Hartos. Tienen el derecho de robar lo poco que
quede libre de mi voracidad. Pueden matar sin que se
les castigue. La única condición es que respeten lo que
es mío. Que no atenten contra mí. Después de eso, todo
pueden hacer impunemente. ¿Verdad que son dundos
los que no pertenecen al glorioso viejismo, partido que
ha venido a redimir a Viejolandia?
Bien. Ya he hablado bastante. Ahora deseo
saber quiénes son Uds. y qué quieren en Viejolandia. Las
urracas me han soplado que Uds. son revolucionarios
extranjeros que han venido a deponerme. ¿Verdad que
no, hijos míos, verdad que Uds. no desean hacerle daño
a este inerme viejecito?
--Nosotros somos gente que viene en son
de paz --habló El Dundo-- andamos en una misión
personal. Tuvimos contacto con los sisimiques en las
montañas de Ticuantepe y ellos nos dijeron que Ud. era
la persona indicada para resolver nuestro problema.
== ¿Y cuál es el problema?
--Deseamos atrapar a El Pájaro del Dulce
Encanto.
Una risa de trueno lo interrumpió. El Viejo
del Monte se convulsionaba horriblemente en el suelo,
víctima de su propia risa; los monos temblaron y los
animales se refugiaron en sus cuevas o en los árboles.
68
Clemente Guido
El sol palideció y las nubes taparon al cielo para que no
vieran el espectáculo.
El Viejo del Monte dejó de reír.
----- ¡Atrapar a El Pájaro del Dulce
Encanto! ¿Eso fue lo que Ud., soberano dundo, dijo
hace un rato?
--Si, señor. Veo que Ud. es sabio porque
adivinó mi nombre. Soy El Dundo. Deseo atrapar al
Pájaro del Dulce Encanto para ser rico, inteligente y
sabio.
El Viejo del Monte lo miró asombrado.
--Dice ¿rico, inteligente y sabio? pero, ¿quién
le ha dicho a Ud. que se puede ser las tres cosas a la
vez?
--Ilusión y Ambición --dijo El Dundo señalando
al chocoyo y a la cotorra que descansaban sobre sus
hombros.
--El mundo está perdido --murmuró el Viejo del
Monte-- ahora los chocoyos y las cotorras aconsejan...
Y los muchachos dundos como éste buscan a El Pájaro
del Dulce Encanto para hacerse ricos, inteligentes
y sabios... ¡Diablos! A este paso ¿a quién vamos a
dominar los humildes estadistas vitalicios como yo?
Pensó un buen rato con las cejas levantadas.
Luego dijo:
El Pájaro del Dulce Encanto
69
-- Atrapar al Pájaro del Dulce Encanto es tan
difícil como destronarme a mí. Sin embargo, puede
que Uds. lo consigan. Yo les diré dónde vive el Pájaro
misterioso si Uds. me hacen algunos favores sencillos.
Cuando me los hayan hecho, y no antes, les daré el
secreto de la residencia del pájaro maravilloso y les
indicaré la manera de atraparlo. ¿Trato hecho?
vez.
--¡Trato hecho! --dijeron los tres amigos a la
Ambición, por no perder palabra, había volado
hasta un hombro del Viejo del Monte quien la espantó
de un manotón a la vez que gritaba:
--¡Quita de aquí, pájaro, que estoy sospechando
quieres envenarme con tu pico afilado!
Ilusión regañó a Ambición por el exceso de
confianza.
El Viejo del Monte, tranquilizado, dijo:
Tu primer trabajo consiste en que tienes que
traerme la piedra de la culebra mica.
2.- Tienes que desmontar al Jinete del Caballo
Alazán.
3.- Tienes que montar al Caballo Pinto sin que
te bote, hasta domarlo.
4.- Tienes que hallar un miembro de la Guardia
que no viva de los juegos, las putas y el guaro o de la
mordida en general.
70
Clemente Guido
5.- Tienes que encontrar un político honrado.
6.- Tienes que hallar un médico que no hable
mal de sus colegas.
CAPITULO H
Dicho todo lo anterior el Viejo del Monte desapareció.
Así, sencillamente, desapareció.
Los tres aventureros se quedaron asombrados
por eso y porque instantáneamente apareció el Tirador
Infalible que tenía una expresión de tristeza en el
semblante. El fusil terciado en la espalda y un pañuelo
de hojas en la mano con el que se secaba el sudor del
rostro.
Ambición estaba callada. Ilusión también. El
Dundo pensaba con los brazos cruzados en el pecho.
El sol disminuyó la intensidad del calor de sus rayos,
apesarado por la situación de los amigos.
---Ya oyeron al Viejo del Monte. Ya lo vieron
y probablemente no lo verán de nuevo hasta que hayan
cumplido las tareas encomendadas. Si ustedes desean
conseguir al Pájaro del Dulce Encanto lo mejor sería
no continuar en esta tierra de Viejolandia y marchar
hacía otra parte. Talvez la Vieja del Volcán Santiago
puede orientarnos hacia el misterioso pájaro del copete.
Talvez ella esté más anuente a dar la clave del misterio
sin que tengan ustedes que realizar esos trabajos que
son imposibles y en los que ustedes pueden encontrar
la muerte. ¡Vamos! Dejemos al Viejo del Monte con
El Pájaro del Dulce Encanto
71
su Viejolandia, sus malos hijos revolucionarios, sus
propiedades y todas sus cosas y marchemos en busca
de la Vieja del Volcán Santiago. Esa bruja es más
tratable que este maldito Viejo del Monte.
--Si la Vieja es igual al viejo, no ganaremos
nada con el cambio--dijo Ilusión-- tanto trabajo nos
impondrá el uno como la otra. Yo creo que esos trabajos
no son irrealizables.
--Algún secreto habrá para llevarlos a cabo --agregó Ambición---. No hay nada que se proponga el
hombre que no lo pueda realizar.
El Dundo seguía guardando silencio. El Tirador
Infalible habló de nuevo:
---Muy bien; si ustedes insisten, pues a correr
la aventura. Estoy dispuesto a ayudarles en lo que
pueda. Conozco algunos secretos de estas montañas y
talvez encontremos la fórmula para realizar las tareas
de El Viejo del Monte.
--¿Por dónde empezamos? --- preguntó El
Dundo rompiendo su silencio al oír las estimulantes
frases del Tirador Infalible.
---Por encontrar a la Culebra Mica para
desafiarla.
Los cuatro partieron internándose más en
la montaña. Siguieron por senderos únicamente
transitados por venados y zajinos. Bajaron a arroyos
murmurantes de piel helada y les preguntaron por la
Culebra Mica. Los arroyos después de limpiarse la
72
Clemente Guido
garganta con gárgaras frescas, respondían que no la
habían visto en muchos días. Los árboles se encogían
de hombros y susurraban una risa burlona, mientras los
bejucos se retorcían de risa al oír las pretensiones de
los cuatros caminantes.
Al fin, lejos muy lejos, encontraron un güis que
cantaba muy tristemente en las ramas de un tigüilote,
al que preguntaron:
--- ¿Has visto, güis, a la Culebra Mica?
Venimos a retarla a duelo a muerte pues el Viejo del
Monte desea su piedra como muestra de nuestro valor
para darnos el secreto del paradero de El Pájaro del
Dulce Encanto.
--¡Cierto, güis, cierto! -- respondió el güis que
no podía hablar sin pronunciar su propio nombre--la he
visto hace unas horas. Se arrastraba bajo aquel árbol de
talalate en busca de alimento. Está muy flaca porque
tiene tiempo de no comer y muy brava porque la retó
últimamente un muchacho al que tuvo que matar a
pesar de los gritos de la madre del chavalo. La Culebra
Mica no perdona nunca, siempre se enfurece cuando la
obligan a matar en Viernes Santo.
Los cuatro amigos emprendieron la marcha
después de darle las gracias al muy bien educado güis
que continuó cantando tristemente en las ramas del
tigüilote porque presentía la muerte de aquel dundo
que iba a desafiar a la invencible Culebra Mica.
Después de caminar varias horas llegaron al
talalate señalado por el güis pero no encontraron a la
culebra mica, sino a una verde culebra chocoya, la que
El Pájaro del Dulce Encanto
73
se estiraba perezosamente de una rama a otra de las
más bajas del árbol. Su cuerpo fino, verde, de músculos
elásticos, parecía presto a iniciar una danza como
bailarina de strep-tease. Miró con sus ojillos rojos a los
caminantes. Se asustó al ver al Tirador Infalible pero se
contuvo y dijo con voz sibilante:
--- ¿A dónde van Uds. con El Tirador Infalible?
¿Acaso son Uds. revolucionarios que quieren derribar
a El Viejo del Monte? ¿Por qué se junta con un hombre
que está condenado a muerte por haber matado a la
venada encantada para quitarle la piedra mágica?
El Dundo explicó a la culebra chocoya el
objetivo de la peregrinación. La del abrigo verde se
movió voluptuosamente en sus dos ramas; sonrió
levemente y silbó “que era inútil que buscaran a
la Culebra Mica porque se había retirado a hacer
penitencia a lo más profundo de la montaña pues estaba
arrepentida de haber matado en un Viernes Santo y
que probablemente no volvería a salir sino hasta en la
semana de Pascua”.
Agregó:
-- Yo soy su secretaria. Si Uds. me dejan su
nombre y dirección de cada uno, yo pasaré el recado a
mi señora la muy honorable e invencible Culebra Mica
para que los busque y los mate sin consideración, pues
Uds. deben saber desde ya que nadie puede, ni podrá
nunca, vencer a su ilustrísima señoría.
A el Dundo le pareció anacrónico el lenguaje
de la culebra chocoya, pero El Tirador Infalible le
hizo notar que se estaba burlando de ellos porque los
74
Clemente Guido
consideraba locos de remate. A El Dundo no le hizo
gracia alguna que lo consideraran un loquito por lo que
repuso:
--Si Ud., distinguida señora secretaria,
desea ver vencida a la que Ud. llama “su ilustrísima
Señoría”, puede asistir el día del combate al Campo de
las Palomas, donde tendré a mucha honra el matar a la
famosa culebra mica.
Diciendo esto hizo una reverencia burlonamente
caballeresca; la chocoya no supo si admirar al
muchacho aventurero o tenerle lástima. Pensó que
toda la culpa la tenía El Tirador Infalible; que éste era
el que conducía por el mal camino a aquel inocente
muchacho. Por eso repuso que ella no tendría ningún
inconveniente en transmitir el mensaje a su señora;
tampoco se oponía a que la venciera quien fuera más
hábil que ella en la lucha, pero que aconsejaba a El
Dundo que se fuera para su casa a estudiar y a aprobar su
grado en el colegio; que se dejara de andar en aventuras
quiméricas que no le dejarían ningún beneficio;
que mejor se recibiera de alguna carrera profesional
universitaria para beneficio de sus familiares y amigos
y que no anduviera buscándole tres pies al gato.
El Dundo le dio las gracias por el consejo pero
no lo aceptó. Estaba decidido a luchar con la Culebra
Mica, y tanto Ilusión como Ambición lo estimulaban
constantemente con la idea que si cumplían las tareas de
El Viejo del Monte conseguirían a El Pájaro del Dulce
Encanto y que si conseguían al pájaro maravilloso
serían ricos, inteligentes y sabios.
El Pájaro del Dulce Encanto
75
Por su parte, El Tirador Infalible negó
que él fuera el instigador de todo esto. Dijo que si
había matado a la venada encantada había sido para
conseguir la piedra mágica, pero con fines loables,
pues deseaba matar muchos venados, zajinos y
animales alimenticios, para matar el hambre de tanto
necesitado de Viejolandia. Sostuvo que él no deseaba
derribar del poder a El Viejo del Monte, pues le tenía
sin cuidado quién mandara en Viejolandia siempre que
lo dejaran vivir en paz con su rifle y lo dejaran medrar
de la caza.
--¡Personalista, personalista! --le gritó la
culebra chocoya.
Y le echó en cara que buscaba únicamente su
bienestar personal sin que le importara el martirio de
todo un pueblo.
El Tirador Infalible no siguió discutiendo pues
vió que la culebra chocoya estaba empeñada en llevarle
la contra y que por tanto nunca quedaría bien con ella
hiciera lo que hiciera; así que se encogió de hombros
y guardó sus palabras dentro de su pecho.
Los cuatro aventureros siguieron su camino.
Iban rumbo al Campo de las Palomas donde esperarían
a la Culebra Mica para sostener el duelo mortal a
cambio de la piedra.
--¿Y qué virtudes tiene la piedra de la culebra
mica? --preguntó Ilusión, curiosa como siempre.
----Quien posea la piedra de la culebra mica,
nunca podrá ser derrotado en combate con arma blanca.
Será el mejor en todo: cutacha, machete, puñal, espada,
76
Clemente Guido
etc. Por eso la quiere El Viejo del Monte porque con
ella él sería invulnerable a sus enemigos. Pero como
sabe que él no podrá vencer nunca a la culebra mica,
por eso manda a este dundo en busca de la piedra...o
de la muerte; porque ya oyeron lo que dijo la culebra
chocoya y es muy cierto: quien pelea con la culebra
mica tiene la muerte asegurada.
Ilusión tembló imperceptiblemente. Eso está
por verse --dijo Ambición que no cejaba en su afán
de conseguir al Pájaro del Dulce Encanto a cualquier
costo-- yo estoy seguro de que venceremos a la culebra
mica. ¡La venceremos!
---- ¡La venceremos! ¡La venceremos! ¡La
venceremos! --se oyó un rugido multitudinario que
gritaba como un eco. Ambición se sobrecogió de
espanto.
---- ¿Quiénes responden en esta forma? --se
preguntó.
La voz de la multitud venía de una montaña
vecina. Estremecía los árboles de ésta. El cielo se tapó
los oídos.
Una voz profunda, bien timbrada, como de
locutor de radio, decía:
---- ¡Sí, compañeros, lo venceremos! ¡Venceremos
al tirano! ¡He aquí nuestro líder que está dispuesto a
cualquier sacrificio, para vencer al tirano, al opresor
inmisericorde que por tantos millares de años nos
tiene amarrados, muertos de hambre, amargados,
acobardados, envilecidos! ¡El pueblo de Viejolandia
El Pájaro del Dulce Encanto
77
me ha escogido para que lo redima de la pesada bota
de este sátrapa y yo juro que no pararé en sacrificios
para cumplir los deseos de mi pueblo!
Aplausos frenéticos que deshojaron los árboles
vecinos.
Rugidos de esperanza que hicieron temblar las
estrellas escondidas tras el sol.
---- ¡Pueblo de Viejolandia! Aquí estoy, listo a
cumplir mi cita con el destino. ¡Fuera el opresor ¡Fuera
el tirano con su turba de ladrones y asesinos! ¡Ya llegué
yo que estoy dispuesto a vencerlos y a expulsarlos
de todo el territorio viejolandés para que haya paz y
prosperidad en todo mi pueblo.
Más rugidos, más aplausos.
Un parlante mecánico hecho de pico de lapa
cantaba: Joven y embustero lleno de picazón.
El resto de la canción quedó aplastado por los
gritos y aplausos de la multitud.
---- Solamente tenemos, pueblo mío, un
obstáculo tremendo que nos obstruye el camino
hacia la liberación y la gloria. Son esos malditos
curuleros, colaboracionistas apátridas, parásitos del
Estado, vividores de la sinvergüenzada, ordeñadores
del presupuesto nacional, traficantes del hambre y
de la desnudez del pueblo; son esos sin conciencia,
llenadores del estómago, ladrones sin careta, asaltantes
en poblado, son ellos los que apuntalan con su
colaboración al régimen del Viejo del Monte. Por ellos,
78
Clemente Guido
que han formado un partido fantasma y se han prestado
al juego del dictador, es que Frutilandia y demás
naciones explotadoras reconocen como legítimo el
gobierno del Viejo del Monte; le ayudan a mantenerse
en el poder; le dan armas; le entrenan su ejército para
que mate niños, mujeres y ancianos.
Repito que es por esos curuleros que el Viejo
del Monte se ha mantenido por cuarenta mil años
en el poder. Por eso yo, Hernando A. Cuero, vuestro
líder indiscutible, vuestro nuevo Moisés, os prometo
que fusilaremos a todo aquel que haya colaborado
y colaboré en el futuro con el régimen del Viejo del
Monte.
El Dundo, sus dos animales y el Tirador
Infalible, se acercaron a escuchar al orador que era
aplaudido frenéticamente por la multitud esperanzada.
---- Yo, el líder indiscutible de las masas de
Viejolandia, repartiré las tierras de los explotadores
entre los campesinos y pobres de Viejolandia. Haré
una distribución justa de la riqueza entre todos los
viejolandeses. Todos tendrán pan y techo y paz para
trabajar por el bien del pueblo y el progreso de nuestra
querida nación, ensangrentada, ultrajada, envilecida,
por esta caterva de réprobos encabezados por el Viejo
del Monte y que nos han llevado a la ruina en que
vivimos. Pueblo mio: estoy dispuesto al sacrificio. Mi
lucha será a pecho descubierto y saldremos todos a las
calles a disputarle el poder al tirano que nos oprime,
porque la libertad solamente se consigue con sacrificios
y sin claudicaciones. ¡Juro que jamás claudicaré ante el
dictador que nos humilla! ¡Juro que jamás consentiré
que ese tiranuelo se burle del pueblo de Viejolandia
El Pájaro del Dulce Encanto
79
una vez más, como lo ha hecho tantas veces! ¡Juro por
las cenizas de mís padres que mi lucha será vertical,
sin dobleces, dedicada únicamente al beneficio de
Uds. que han sido los eternos sacrificados a través de
tantos millares de años de historia de este viejo y noble
pueblo de Viejolandia! ¡Si alguno de nosotros vacila en
la lucha, si alguno de nosotros da señales manifiesta de
entreguismo, nosotros, todos unidos en un solo brazo
justiciero, lo expulsaremos de nuestro movimiento y
lo condenaremos a sufrir las mismas penas que sufran
El Viejo del Monte y sus seguidores, cuando triunfe la
revolución!”
“¡Yo, Hernando A. Cuero, he hablado, he
prometido y he jurado lealtad eterna a los principios
del pueblo viejolandés y no pienso claudicar en mi
empeño! ¡Mejor muerto con gloria en una sepultura
desconocida, que ocupando un vergonzante y triste
curul de colaboracionista!”.
El hombre era de cuello largo, inmensamente
largo, con una cabecita redondeada en su extremidad
superior; nariz achatada, medio calvo, trompudito y
panzoncito, con dos extremidades inferiores largas y
dos brazos delgados que se agitaban constantemente
cuando hablaba.
Sus ojos brillaban mesiánicamente cuando
hablaba y su voz sonora dominaba a la multitud
que escuchaba extasiada sus palabras, solamente
interrumpidas por el coro que le armaban algunos
servidores que tenían un distintivo en el brazo que
era un brazalete verde con una guatusa blanca en el
centro.
80
Clemente Guido
El Dundo preguntó al Tirador Infalible quién
era ese señor tan sincero y dispuesto a un sacrificio tan
noble por su pueblo, y el de la puntería de oro le contestó
que era un joven dirigente de un partido antiguo; que
había sido electo hacía algunos meses para jefear al
llamado Partido Conversador por la Tajada que tenía
una historia larga de luchas y sacrificios, al final de las
cuales siempre sus dirigentes principales habían sacado
los mejores puestos y granjerías del Estado, habían
aumentado su capital y siempre se habían olvidado al
final de sus promesas y del sufrimiento de su pueblo.
El Partido Conversador por la Tajada había gobernado
dos veces a Viejolandia estableciendo dictaduras
especiales, pues en vez de gobernar un solo fulano,
lo hacía un grupo de Notables Tajaderos escogidos de
entre los más ricos de la organización; ellos señalaban
cada cuatrocientos años al Presidente que en nombre
de todos se encargaría de gobernar Viejolandia. La
diferencia estribó en que durante el gobierno de este
partido los que robaban eran muchos y en cambio
duarnte el del Viejo del Monte, solamente robaba él y
dejaba las migajas a sus serviles.
En esta plática estaban, cuando la multitud
empezó a moverse detrás del líder que la guiaba
montado en una chancha descomunal, hacia un sitio
desconocido.
Ilusión preguntó, siempre curiosa, que hacia
donde se dirigía tanta gente detrás de un hombre que
era más pescuezo que otra cosa, y el Tirador Infalible
le contestó “que siempre sucedía lo mismo, después
de cada reunión y después de escuchar los discursos,
el mesiánico personaje con su grupo de dirigentes
se encaminaba a la quinta de alguno de los caciques
El Pájaro del Dulce Encanto
81
políticos del lugar, a beber cususa mientras el pueblo
se quedaba afuera esperando a que se embriagaran
como basuqueros profesionales.”
En aquellas bebederas --siguió hablando el
del fusil-- siempre se hacen planes de redención y
gloria. Se proyectan revoluciones que nunca cuajan;
se habla de programas de gobierno y cuando todos
están borrachos, se reparten entre ellos ministerios
imaginarios, puesto públicos y embajadas que
lejos están de haber conseguido. De modo que el
Partido Conversador por la tajada vive de discursos,
manifestaciones procesionales y borracheras
descomunales de sus dirigentes cuando cae el sol de
cada jornada política.
Ambición callaba. Súbitamente habló.
---- He aquí el camino que buscamos...¡Por fin
encontramos el camino de la luz y la vida!
Los tres amigos la miraron asustados pues
creyeron que el mesianismo del sujeto pescuezo largo
se le había contagiado al pobre chocoyo.
----No, no me miren todos así, que no estoy
loco. Yo, Ambición siempre tengo mis ochos sentidos
abiertos para guiar a quienes confían en mí, hacia el
éxito. ¡Ya encontré el camino de la verdad!
Ilusión lo maldijo con la mejor palabrota que
conocía, mientras El Dundo escuchaba expectante y El
Tirador Infalible se rascaba un oído con un tallito de
zacate de jaragua.
82
Clemente Guido
---- Escúchenme. Los trabajos de El Viejo
del Monte son imposibles de realizar según nuestro
bueno y caro amigo El Tirador Infalible --Ilusión
sonrió al oír que Ambición usaba ese lenguaje meloso
de politiquero mediocre-- Realizar los trabajos
encomendados por ese tirano, ensangrentador del
noble pueblo de Viejolandia, sería marchar directo a
la muerte, la que encontraríamos a manos de la sin par
e invencible Culebra Mica, en solo nuestra primera
salida al Campo de las Palomas --Ilusión casi se
carcajeaba; todo el estilo del pescuezón dirigente del
Conversastismo de la tajada estaba siendo imitado por
Ambición-- por tanto, compañeros, yo les propongo
que cambiemos de planes.
¡Derribemos al Tirano! ¡Fuera El Viejo del
Monte! ¡Fuera ese farsante, ladrón y asesino que
tiene envilecida y acobardada a la población entera
de Viejolandia! Y cuando lo hayamos derribado,
cuando lo tengamos prisionero, lo obligaremos
a que nos dé el secreto del paradero de El Pájaro
del Dulce Encanto. Si no nos lo quiere decir,
¡lo torturaremos! ¡Le pondremos la capucha, la
chimichú, lo obligaremos a hacer el punto fijo, el
espantapájaros, le haremos beber agua salada hasta
que reviente, pero le haremos decir dónde capturar a
El Pájaro del Dulce Encanto para que seamos ricos,
inteligentes y sabios!
Solamente faltó que las nubes aplaudieran
aquel discurso.
El Pájaro del Dulce Encanto
83
CAPITULO I
Después de someter a votación la idea de Ambición y
habiéndole sido adversa aquella al chocoyo, los amigos
decidieron continuar su camino hacia el Campo de las
Palomas donde se verificaría el duelo entre El Dundo
y la Culebra Mica con las reglas establecidas para esta
clase de competencias.
Camina que camina, abriéndose paso entre
matorrales y bejucos, entre bejucos y matorrales, se
encontraron en un bosquecillo de árboles de ojoche,
altos unos, fuertes todos, que abrían sus ramas
enredadas por unos bejucos que parecían atarlas para
que no alcanzaran el cielo.
Estar en este bosquecillo y empezar a sentir
intensa picazón en todo el cuerpo fue una sola cosa.
Todos se rascaban incesantemente como si alguien los
hubiera regado de sarna en unos segundos. La cotorra y
el chocoyo no daban descanso a sus picos encorvados
separando sus plumas verdes para rascar sus carnes
blanquecinas; El Tirador Infalible y El Dundo también
se hacían con las uñas surcos inmensos que llegaban a
sangrar; a veces se rascaban contra los troncos de los
árboles y entonces aumentaba la picazón.
---- ¿Qué nos está pasando?--preguntó El
Dundo-- ¿De dónde nos ha venido esta picazón?
----- Parece que nos hemos metido en un
totolotal --dijo Ilusión.
----- Nada de eso --repuso El Tirador Infalible-tenemos que abandonar rápidamente este bosquecillo
84
Clemente Guido
porque esas enredaderas que atan las ramas de estos
árboles son de pica-pica y ellas nos están dando esta
picazón torturante. Es un artificio más de El Viejo del
Monte que nos pone en el camino de este picapical
para que desistamos de la empresa.
----- Yo no regreso-- dijo Ambición-Atravesemos el picapical lo más pronto que podamos
que ya encontraremos al otro lado la manera de hacer
que esta tortura termine.
Emprendieron veloz carrera. Pero a medida
que avanzaban más en el bosquecillo de ojoches, éste
se hacía más impenetrable y las enredaderas de picapica eran más numerosas y tupidas.
Tanto El Tirador Infalible como El Dundo se
enredaban en ellas y caían frecuentemente al suelo,
sacudiendo más las ramas, lo que ocasionaba que un
polvillo fino se desprendiese de las frutas de los bejucos
y los bañase de piés a cabeza aumentado la picazón.
Locos, ciegos, aullando de desesperación,
lograron salir al otro lado del bosquecillo. Un arroyo
perezoso se deslizaba en el fondo de la cañada.
Los amigos se tiraron en el agua sin percatarse
de su poca profundidad. El agua fresca les mitigó la
picazón. El cuerpo se les había puesto rojo casi por
completo, con zonas inflamadas que mucho dolían.
El Dundo se rascaba con una piedra. Se había
desnudado de piés a cabeza lo mismo que El Tirador
Infalible.
El Pájaro del Dulce Encanto
85
Un zorro mión pasó por ahí pausadamente. Se
detuvo a ver a los torturados personajes de este relato.
Inquirió la causa de tanta desesperación y después
de escucharlos atentamente, río suavemente y les
recomendó que se estuvieran quietos los cuatro, juntos,
con los ojos cerrados; sin más protocolo los roció
con una buena ración de orines de los que él portaba,
para librarse de sus enemigos, e inmediatamente
les desapareció la picazón torturante a los cuatro
aventureros. Dieron las gracias al animalito que siguió
su camino lentamente y ellos se decidieron a emprender
la marcha en busca del Campo de las Palomas.
Fue El Dundo quien primero hizo notar a sus
amigos el olor que todos despedían, que por cierto no
era nada agradable. Todos los animales del monte huían
de ellos, lo mismo que los hombres que encontraban en
el camino.
La mayoría se tapaba la nariz para no sentir
el olor nauseabundo que despedían los viajeros como
consecuencia del baño de orines del zorro mión.
Ambición y El Dundo preguntaron casi
simultáneamente a El Tirador Infalible qué podrían
hacer para librarse de esa fetidez que resultaba tan
fastidiante como la picazón. El hombre no supo qué
contestar pero les aconsejó que continuaran la marcha
que con el sol y el viento, quizá desaparecería el mal
olor.
Siguieron caminando diligentemente hasta que
se encontraron frente a un inmenso árbol de guanacaste
el que con su millón de orejas había percibido la
presencia de los viajeros.
86
Clemente Guido
---- ¿Quiénes vienen con figura humana y olor
de zorro mión? --fue la pregunta que hizo con su voz
susurrante de garganta milenaria.
Los amigos contestaron en coro que eran
viajeros inofensivos que iban en busca del Campo de
las Palomas para batirse con la Culebra Mica pues
deseaban despojarla de la piedra encantada.
El árbol de guanacaste río quedamente. Movió
su millón de orejas en todas direcciones tratando de
localizar a la Culebra Mica. Después de unos segundos
de inspección auditiva, aconsejó:
----- Corten Uds. una docena de mis orejas.
Vayan al primer arroyo que encuentran. Machaquen
las orejas en un guacal de agua y cuando se haya hecho
la espuma, báñense en el arroyo untándosela. Con este
baño se les quitará el mal olor. La Culebra Mica ya
los está esperando en el Campo de las Palomas, pero
aconsejo a El Tirador Infalible que antes de ir donde
ella, consiga dos nancites verdes del árbol que está en
la cima de la Loma Azul porque les servirán mucho en
la loca empresa.
Dieron las gracias educadamente a tan gentil y
milenario árbol de guanacaste y después de cortar las
orejas señaladas y de cumplir con todo lo ordenado por
el árbol sabio, se vieron libres del olor fétido que los
envolvía.
Luego dirigieron sus pasos en busca de la Loma
Azul, que no era otra que una que se miraba a unas
cuatro leguas de distancia, en cuya cima elevaba sus
plegarias al cielo, piadosamente, un bien desarrollado
El Pájaro del Dulce Encanto
87
árbol de nancite, cuya particularidad era que sus frutos
eran dulces a pesar de que nunca maduraban. Por eso
los comarcanos lo llamaban el nancite verdedulce.
Pidieron permiso al nancite verdedulce para
tomar lo indicado por el guanacaste; accedió no sin antes
hacerse contar la razón que tenían para querer llevarse
aquellos frutos verdes.Al oir la historia el nancite
verdedulce sonrió, pero generosamente entregó a los
viajeros los frutos pedidos sin pretender desalentarlos
ante la imposibilidad aparente de la empresa que los
movía a recorrer aquellos parajes.
Nuevamente tuvieron que desviarse hacia el
Campo de las Palomas donde los esperaba la Culebra
Mica, según datos suministrado por las orejas del
guanacaste.
Camina que camina pasaron por valles y
cañadas, por tacotales y montañitas, por barrancos
peligrosos, por senderos de venados, por caminos de
leñadores, por aguaderos de zajinos, hasta que llegaron
al famoso Campo de las Palomas.
Era éste liso, como la cabeza de un calvo, de
un kilómetro de diámetro mayor, ovalado, con un árbol
de jícaro en el centro, que tenía al pie un agujero.
La Culebra Mica se enroscaba en una de las
ramas llenas de cruces del árbol.
Cuando vio llegar a los aventureros silbó
suavemente.
88
Clemente Guido
CAPITULO J
LA culebra chocoya, secretaria de la Culebra Mica,
apareció de pronto deslizándose velozmente por entre
el zacatito del Campo de las Palomas en dirección a
los aventureros; la esperaron pendientes de lo que la
culebra de la verde piel se proponía.
---- Señores --dijo ella dirigiéndose a El
Dundo-- traigo las condiciones que mi invicta señora
propone para el combate. Ninguno de los espectadores
podrá participar atacando directamente a uno de los
luchadores. Todos los combates se verificarán en el
mismo día, ya que mi señora no podrá estar tantos
viernes en esta zona por requerir su presencia otros
menesteres en otros lugares; el combate será a muerte;
el delegado de Uds. no podrá usar arma cortante ni de
fuego contra ella; no se podrá sustituir al guerrillero que
empiece el combate contra ella, por ninguna razón.
El Dundo aceptó las condiciones después de
consultar con sus tres amigos y El Tirador Infalible
decidió que junto con Ambición e Ilusión permanecería
a buena distancia del lugar donde se combatiría, listo a
solucionar cualquier problema ocasionado por alguna
traición planeada por la Culebra Mica.
Esta bajó lentamente de las ramas del árbol
de jícaro una vez que su secretaria le comunicó la
aceptación de las condiciones de guerra; no se detuvo
en el agujero que estaba al pie del árbol de las cruces
y se colocó a unos diez metros de distancia de éste. Su
cuerpo vibraba imperceptiblemente, listo a entrar en
acción.
El Pájaro del Dulce Encanto
89
El Dundo se despojó de la ropa para que no
le estorbara los movimientos y se quedó desnudo
totalmente, armada su mano derecha únicamente
con una vara de guayacán del tamaño de una corta
cutacha y del suficiente grueso para que sin perder su
resistencia fuera tan flexible como el mismo cuerpo de
su contendora.
Ninguno de los dos osaba iniciar el ataque. Se
estudiaban minuciosamente. El silencio aplastaba al
Campo de las Palomas. El zacatito verde se encogía aún
más sudando helado por la inminencia de la lucha.
El Dundo cogió su vara de guayacán por cada
extremo e inclinándose un poco hacia adelante, esperó
el ataque relampagueante que adivinó verificaría su
rival en cualquier momento.
Rápida como un silbido la culebra saltó hacia
El Dundo buscando latigarlo en el cuello, en la cara,
en el torso, en las piernas, en la cintura, pero siempre
encontró en el camino la vara de guayacán que
sostenida por las manos de El Dundo por cada extremo,
le impedía cumplir con su cometido.
El muchacho no atacaba. Bastante ocupado
estaba en defenderse. No podía hacer otra cosa. La
Culebra Mica era feroz y centellante en su ataque;
parecía una cutacha viviente que buscara el cuerpo de
su enemigo para destriparle la vida.
Sin embargo, aquella vara de guayacán también
parecía viva, ardiente, enfurecida por verse reducida
a la defensa, sollozaba pedazos de cáscara que caían
a gotas en el suelo, hasta que quedo Completamente
blanca en su impúdica desnudez húmeda.
90
Clemente Guido
El sol estaba rojo de admiración y se enfureció
cuando una nube se interpuso entre él y los combatientes
impidiéndole ver la batalla. Suavizó un poco sus rayos
para mejorar el clima e impedir que ambos luchadores
murieran de insolación.
Un vientecillo suave se asomó juguetón,
fresco, a observar el espectáculo, y enterado de todo
se dedicó a secar el sudor de El Dundo pues la Culebra
Mica no transpiraba.
A ésta no le gustó la parcialidad del vientecillo
y rugió:
----- ¡Maldito! ¡Hijo de alguna tormenta
tropical prostituida! ¿Quién te ha dicho que es legal
que ayudes a uno de los contendientes únicamente?
¡Deja luchar a los valientes, cobarde que se te ve
solamente de largo, se te siente solamente de cerca y
no se te puede atrapar nunca!
El vientecillo juguetón y fresco huyó del lugar
pero el sol mantuvo su bajo voltaje en ayuda imparcial
de ambos guerrilleros.
Un pájaro relojero dio la hora. El combate
había terminado. El tiempo reglamentario había
concluido con un empate para ambos.
La Culebra Mica se subió a su árbol de jícaro
evitando siempre el agujero que había al pie. El Dundo
fue donde sus amigos quienes le hecharon agua fresca
en el rostro, le limpiaron el sudor, le masajearon los
brazos, le hicieron sorber un poco de zumo de limón, y
le estuvieron aconsejando nuevas tretas defensivas.
El Pájaro del Dulce Encanto
91
Así fueron los combates: uno, dos, tres, cuatro,
cinco, seis, siete, ocho, nueve, hasta que llegó el último,
el décimo, que sería el final.
La Culebra Mica cada vez lucía más cansada y
sobre todo, asombrada de que un humano dundo como
aquel no hubiera sucumbido ante sus impactos en los
primeros encuentros. Nadie nunca le había llegado
hasta el séptimo viernes ni aún cuando se luchaba en la
forma cronológica común, o sea un viernes cada ocho
días; y ahí tenía a un dundo de catorce años que había
admitido se juntasen todos los viernes en uno solo y a
pesar de eso, llegaba firme sobre sus pies al décimo.
¿Qué pasaba? ¿Sería que se estaba poniendo
vieja? ¿Sería que aquel muchacho desnudo y lampiño
tenía algún secreto? ¿Al fin El Viejo del Monte se había
encontrado a alguien que la pudiera vencer?
La duda invadió el alma de la Culebra Mica.
La culebra chocoya, enrollada al pie del jícaro,
mascullaba improperios contra su patrona porque no
lograba vencer al esgrimista de la vara de guayacán.
Se preguntaba cómo era posible que ella y
demás culebras audaces y valientes de aquellos parajes
hubieran estado dominadas hasta el despotismo por
aquella Culebra Mica que se estaba ofreciendo a
sus ojos, esta vez, como una culebra cualquiera de
barriada. Y toda la ira y el odio acumulados por tantos
años en contra de su patrona y no manifestados por el
miedo a ser despedazada a latigazos en un segundo,
fue aflorando a la verde piel de la chocoya; y esperó
gozosa, deseando el triunfo de aquel extranjero que
92
Clemente Guido
venía a liberarla de la tiranía latiguista de la Culebra
Mica.
El combate del décimo viernes empezó casi a
las cinco de la tarde cuando los zayules empezaron a
aparecer a bandadas en el Campo de las _Palomas.
Temblándole las piernas El Dundo esperó
la acometida de su enemiga; mantuvo su táctica
defensiva; mas un empate no resolvería el problema,
sino que únicamente lo pospondría. Tenía que ganar en
ese combate que correspondía al último de la batalla.
Tenía que obtener la piedra mágica de la Culebra Mica
antes que el sol se acostara.
En plena lucha estaban, nadie podía decir
en aquel instante quien sería el vencedor, cuando los
zayules que volaban en nube tomaron partido. Una
nube de ellos voló frenética hacia los ojos de El Dundo,
se introdujo en ellos, y lo cegó instantáneamente.
La Culebra Mica aprovechó el instante y
parándose firmemente sobre su cabeza desarrolló un
latigazo feroz sobre la espalda del desnudo muchacho
que recibió el castigo retorciéndose de dolor. Era tocado
por primera vez por su rival y entonces conoció porqué
nadie resistía ese castigo, Sintió como si, despierto, lo
hubieran abierto con un bisturí eléctrico. El dolor le
hizo vibrar todas las células nerviosas, las que titilaron
ofendidas.
----¡Infracción al
reglamento! --rugió
Ambición desprendiéndose en rápido vuelo de los
hombros de El Tirador Infalible-- ¡No es permitido
intromisión de extraños! ¿Qué se hizo el árbitro, la
culebra chocoya?
El Pájaro del Dulce Encanto
93
La Culebra Mica apaleaba sin misericordia a El Dundo
que desfallecía tambaleándose pero sin caer el suelo,
soportando el castigo que no sabía de dónde le llegaba;
ojos llenos de zayules y el cuerpo ensangrentado a
latigazos serpentinos, eso era nuestro protagonista.
---- ¡Dispara, Tirador Infalible, dispara!
--rugió ilusión--¡Acaba con esa maldita Culebra
Mica, tramposa, que no pierde porque no lucha
limpiamente!
El Tirador Infalible respondió que para que
la victoria fuera legal, ellos tendrían que respetar el
reglamento y que por lo tanto no haría uso ni de su
fusil ni de su cutacha. Ambición lo miró perpleja.
El Tirador Infalible sacó de su mochila una
tiradora y poniendo uno de los nancites verdes en el
cuero, estiró los hules apuntando cuidadosamente y
disparó al cuello de la Culebra Mica, procurando no
matarla, sino atontarla. El hombre hizo honor a su
nombre. Su tiro fue infalible.
La culebra se derrumbó pesadamente al
suelo y quedó atontada en él. El Dundo se libró de
los zayules que le tapizaban los ojos y flageló con su
vara de guayacán el cuerpo de la Culebra Mica, la que
desesperada por el castigo huyó a esconderse en el
hoyo que estaba al pie del árbol de jícaro.
Poco después salió a entregar la Piedra
Mágica.
94
Clemente Guido
CAPITULO K
Después del combate sostenido con la Culebra Mica los
amigos entraron en consejo para decidir cuál sería el
siguiente paso a dar en la consecución de los encargos
de El Viejo del Monte.
---- Podemos escoger cualquiera de los otros
trabajos señalados para realizarlo inmediatamente.
---- ¿No es necesario seguir en el orden
establecido por el dictador?
---- De ninguna manera. Tampoco tenemos que
estar entregándole cada trofeo que vayaos obteniendo.
Guardaremos la piedra mágica de la Culebra Mica y
se la entregaremos después. De todos modos esta es la
hora que ya El Viejo sabe que has vencido a la Culebra
Mica y que el primer trabajo está realizado.
---- ¿Cómo lo sabe --preguntó Ilusión.
----Porque tiene orejas que le informan de todo
lo que acontece en sus dominios. Todos los árboles de
guanacaste han puesto a su servicio todas sus orejas
para detectar cualquier acontecimiento beneficioso o
nó, a El Viejo del Monte.
---- Bueno, dejemos de hablar como viejas y
empecemos la siguiente hazaña --dijo entusiasmado
Ambición aleteando vigorosamente.-- soy de opinión
que sigamos con la tarea de encontrar y desmontar al
Jinete del Caballo Alazán.
El Pájaro del Dulce Encanto
95
---- ¿Cuál es el problema que hay para
desmontar a ese sujeto de su bestia? -- Preguntó Ilusión
moviéndose curiosa en la ramita donde se había posado
para escuchar la conversación.
---- El problema --dijo lentamente el Tirador
Infalible—está en que el Jinete del Caballo Alazán no
desmonta nunca por ninguna circunstancia. Pareciera
que nació pegado a su caballo, como dicen eran los
centauros.
“El mismo animal no se asusta de nada y no
se encabrita y aunque lo hiciera no podría botarlo al
suelo porque el Jinete está pegado a la albarda por un
maleficio que le hizo la Vieja de la Laguna de Masaya.
Cuando desmonte, morirá instantáneamente, a menos
que lo haga involuntariamente. En este último caso,
quedará libre de su hechizo y volverá a ser persona
normal.
---- ¿Y para qué quiere El Viejo del Monte que
lo obliguemos a desmontar -- preguntó El Dundo.
---- Para nada. En realidad a El Viejo del Monte
no le interesa que desmonte o nó de su caballo El
Jinete del Caballo Alazán. Simplemente les asignó a
Uds. esa tarea porque sabe que es imposible de realizar
y de ese modo no tendrá que cumplir su palabra de
indicarles dónde se encuentra El Pájaro del Dulce
Encanto.
---- También parecía imposible vencer
a la Culebra Mica y la hemos vencido --repuso
soberbiamente Ambición-- Este trabajo lo realizaremos
por las buenas o por las malas.
96
Clemente Guido
El Dundo meditaba.
Sus cejas se arqueaban por el esfuerzo.
dijo:
Todos guardaron silencio. El Tirador Infalible
---- Caminemos por la montaña en busca de
El Jinete del Caballo Alazán. Talvez encontremos
a alguien que nos sugiera la manera de obligarlo a
desmontarse. Talvez tenga enemigos que quieran verlo
muerto o amigos que quieran librarlo del hechizo. En
ambos casos, ellos nos darán la fórmula del éxito.
Estaban discutiendo sobre el tema cuando
vieron llegar hasta ellos con aire burlón al conejo;
venía de hacerle una mala pasada al coyote al que había
escapado de reventar cuando lo incitó a beberse toda el
agua de una poza para que después se comiera el queso
que había en el fondo y que no era más que la imágen de
la luna. Detrás del conejo venía un poeta melenudo con
caites. Era el encargado de escribir todas las hazañas
del conejo a quien en la leyenda se le conocería años
después como el Tío Conejo y al coyote víctima de las
zanganadas del orejón, se le bautizaría con el nombre
del Tío Coyote, quien sabe porqué causa.
Los amigos esperaron a que llegaran los dos
curiosos personajes. El poeta melenudo y de caites
escribía en una hoja suazada de chagüite la última
hazaña de su héroe y caminaba pausadamente.
Se sorprendió cuando vio a los aventureros y les
preguntó:
---- ¿Hacia dónde van Uds. con ese aspecto de
El Pájaro del Dulce Encanto
97
que han sido vencidos por algo o alguien?
Los amigos contemplaron por unos segundos
al poeta fumador de marihuana y le respondieron:
---- No hemos sido vencidos por nada ni por
nadie --el coro le resultó divertido al Tío Conejo quien
habló a su vez:
---- ¡Vamos, poeta melenudo y fumador de
marihuana ¿Qué te has creído? ¿Que gente inteligente
y valiente como ésta puede ser vencida por alguien o
algo?
El Dundo percibió cierto tonillo de burla en las
palabras del Conejo que después se haría famoso en las
leyendas nacionales por los escritos de su cronista el
poeta melenudo. Replicó:
---- Acabo de vencer a la Culebra Mica en duelo
formal en el Campo de las Palomas. Probablemente
haya quien pueda vencerme en algo, pero hoy estoy
preocupado por encontrar a El Jinete del Caballo
Alazán.
El poeta melenudo y marihuanómano pareció
interesarse más en el asunto. Talvez podría sacar
alguna otra historia de la aventura de aquel muchacho
majadero-- pues ese era el aspecto de la cara del
aventurero.
---- ¿Encontrar a El Jinete del Caballo Alazán?
¿ Para qué? ¿Qué es lo que te propones hacer con él?
---- Desmontarlo.
98
Clemente Guido
---- ¿Para qué? --insistió el Tío Conejo.
---- Para cumplir uno de los deseos de El Viejo
del Monte -- y. El Dundo explicó a los recién llegados
todas sus aventuras desde el comienzo hasta terminar
con el combate con la Culebra Mica-- El Tío Conejo
pareció sorprenderse extraordinariamente; a medida
que escuchaba la narración los ojos se le agrandaban y
los dientes enormes se descubrían más en un gesto de
boquiabierta estupefacción. El poeta marihuanómano
encendió un cigarrillo de la hierba y empezó a fumar
deleitosamente.
---- ¡Maldito! --rugió el Tio Conejo al verlo
fumar plácidamente-- no es hora de tu viaje. No puedes
entrar en órbita hasta que el sol haya aparecido de
nuevo y yo haya realizado una nueva hazaña a costa
del baboso del Tío Coyote.
---- Es que es tanta la sorpresa que me da este
dundo con su cuento que yo creía que él estaba en
onda y que por tanto, yo podría imitarlo --murmuro
tímidamente el poeta melenudo y de caites.
----- Tiene el vicio tan metido --explicó
excusándose el Tío Conejo refiriéndose a su cronista-que a la menor oportunidad se pone a fumar la mari y
por eso escribe muy mal mis hazañas. Pienso, porque a
veces yo pienso, que si sigue por ese camino tendré que
contratar otro escritor que sea digno de mis aventuras
o me quedaré desconocido. Para la posteridad. Pero
volviendo al tema de Uds., ¿conque Uds. quieren nada
menos que capturar a El Pájaro del Dulce Encanto y
por ese medio volverse inteligentes, sabios y ricos?
--silbó suavemente-- ¡pues yo creía que el único maje
El Pájaro del Dulce Encanto
99
en estas montañas era el maldito Tío Coyote! Pero por
lo que oigo, Uds. le dan ciento y raya en eso de ser
babosos...
----- ¡No te permitimos que nos insultes! --gritó
Ambición-- ¿Es que crees ser tan inteligente, tan vivo,
que ha todo el mundo debes tratar despectivamente?
Tus hazañas con el Tío Coyote no te dan autoridad para
expresarte así de nosotros, pues aún no sabes si en una
de esas él o el Tío Tigre te destriparán para siempre.
==== ¿Qué de malo hay en que queramos
capturar a El Pájaro del Dulce Encanto? --preguntó
retadoramente Ilusión mientras el Tirador Infalible
mantenía un silencio prudente.
---- Simplemente que El Pájaro del Dulce
Encanto nunca podría ser capturado por nadie. No
puedo decir más. Ese es un enorme secreto en esta
montaña y nadie puede revelarlo. Además, has caído
en las manos de El Viejo del Monte y no te soltará
hasta haberte enterrado o hasta que te hayas envilecido
convirtiéndote en su cepillo.
¡Vuélvete a tu casa, Dundo o como te llames!
Ya ocasionaste la muerte de tu tía, la que te crió hasta
la edad que tienes. No andés buscando lo imposible en
la vida, si no quieres amargártela. Busca lo que está
a tu alcance; dundo naciste, dundo debes seguir; así
serás feliz.
---- Sólo feliz, pero no tendré dinero ni seré
sabio. Tu consejo no sirve, orejón. Vete con tu poeta
marihuanómano en busca del Tío Coyote o del Tío
Tigre a hacerles cualquier travesura para que pases
100
Clemente Guido
a la leyenda nacional como un héroe...aunque veo
que eso será falso porque sos cobarde, conformista
y estúpido; porque no comprendés que puedan haber
seres superiores a ti que no estén conformes con lo que
la vida les dio y quieran mejorarla.
---- ¡La vida no se puede mejorar! ¡La vida no se
puede mejorar! --gritó el conejo saltando briosamente
mientras se perdía de vista.
El poeta marihuanómano y caitudo se
quedó un rato pensando mientras su héroe se alejaba
saltarinamente perdiéndose entre las matas de zacate de
jaragua. Los aventureros lo observaron detenidamente
esperando su reacción, que no dudaban seria también
insultativa como la del Tío Conejo.
---- Ahora el Tío Conejo va al sandíal vecino del
campesino guanaco para comerse las más hermosas,
metiéndose dentro por un agujero; dejará después la
cáscara llena de excremento suyo y tapará con cera el
agujero por donde entrará y saldrá, para que el sierreño
venda la sandía con esa porquería y sus parroquianos
lo garroteen por cochino --murmuró pensativamente
el poeta marihuanómano-- por tanto, como ya sé cual
será su hazaña la podré escribir más tarde. Ahora daré
a Uds. un consejo para que tengan un chance mínimo
de salir con bien de esta aventura: busquen al Tío
Coyote, pregúntenle dónde anda su hermano el menor
de todos; cuando les haya revelado el secreto, maten
a ese coyote, pélenle la verga, la ponen a secar con
sal y al viento y al sol, no con fuego; después rezan
el credo al revés por tres veces al pie de un jícaro; le
echan aceite de cusuco con la pluma del copete de una
urraca y la entierran en el camino por donde pasará el
El Pájaro del Dulce Encanto
101
Jinete del Caballo Alazán. Esperen los resultados y no
se arrepentirán. Pero si hacen mal la cosa el caballo
alazán los matará a Uds. ¿Entendido? Francamente les
digo: me parece más explotable para un artista como
yo la aventura de Uds., pero ya estoy contratado por
este orejón para narrar las suyas, por lo que no puedo
seguirlos para dejar imperecedero recuerdo de Uds. a
los por venir.
---- Gracias --murmuró El dundo-- ¿Pero
pensás vos que la vida se puede cambiar?
---- Al menos, vale la pena intentarlo --dijo el
poeta melenudo.
Caminando pausadamente los amigos
continuaron su peregrinación, esta vez en busca del
Tío Coyote.
Un aullido lastimero se escuchó bajo un árbol
de malinche, que en aquella época presentaba al viento
sus ramas incendiadas. Se repitió el aullido lastimero
y Ambición, sobrecogida, murmuró preguntando qué
sería aquello, que si no era posible que fuera algún
fantasma; Ilusión la calló groseramente y le aseguro
que debía ser algún perro rabioso que andaba por los
contornos, por lo que era mejor tener mucho cuidado
no se fueran a encontrar con la fiera la que los mordería
y les transmitiría la enfermedad; por su parte El Dundo
aseguró que quizá se trataba de algún perro enfermo o
con hambre que estaba pidiendo auxilio para librarse
de sus males y que nada se perdería con buscarlo
bajo el árbol de la copa enrojecida para prestarle
auxilio; aseguró que quien hace bien, siempre recibe
la recompensa que el Cósmico tiene reservada para
102
Clemente Guido
las almas caritativas; Ambición soltó una maldición
de carretonero en contra de la caridad y aseguró que
eso no existía más que para provecho de los vagos que
no querían trabajar y que eran parásitos sociales; que
quien hacía caridad fomentaba la vagancia y estimulaba
a los zánganos de la sociedad a continuar medrando
de la mendicidad y del oportunismo; Ilusión se burló
en su cara de sus palabras socialistas ya que nunca
se ha visto a Ambición metida a esos menesteres y la
acusó de tacaña, y desconsiderada y de egoísta, males
que escondía bajo su manto de izquierdismo; en esa
discusión estaba cuando El Tirador Infalible la terminó
con una sola frase:
----- Ese es el Tío Coyote que está herido.
No había terminado de pronunciar la última
palabra cuando El Dundo, con Ambición e Ilusión
volando a su lado, corrió en busca del Tío Coyote
que según el Tirador Infalible estaba bajo el árbol de
malinche. Apenas llegó nuestro personaje
principal, bajo las frondosas ramas del árbol comunista,
cuando escuchó las palabras siguientes:
---- ¡Detenéte, muchacho, detenéte! ¿Quién
sos vos que venís a meterte bajo las ramas de este árbol
de malinche? ¿Por qué no seguís tu camino y me dejás
en paz? ¿No ves que el hijuelasorolpa del Tío Conejo
me dejó empanzado de tanta agua que me hizo beber
con engaño y que me tiene a punto de estallar? ¡Si no
podes ayudarme, andate de aquí y dejáme en paz que
ya tengo bastante jodarría con ese cachimbón del Tío
Conejo y no creo que pueda soportar a un dundo como
s vos!
El Pájaro del Dulce Encanto
103
---- ¿Y cómo se dio cuenta que yo me llamo El
Dundo? --preguntó nuestro personaje notando el mal
modo de hablar del legendario Tío Coyote.
----- ¡Vé qué flojera de pendejo! ¡Como que si
no se le viera en la cara que es más baboso que yo, que
ando dejándome joder de un orejón como ese maldito
conejo!
---- Yo puedo resolverte el problema--dijo
El Dundo pacientemente, sin hacer caso del lenguaje
procaz del Tío Coyote.
----- ¿Y por qué no empezas a despanzarme?
¿No ves que dentro de unos segundos más como bomba
de los chaparrones?
---- Nadie da nada por nada --dijo
filosóficamente El Dundo-- si Ud. quiere que yo le
resuelva su problema, tiene que darme algo a cambio.
---- ¡Es interesado el animal! ¿Qué queres por
tu medicina? ¿Acaso no sos médico caro?
---- Solamente deseo una información que a
Ud. no le costará caro. Dígame, ¿dónde puedo encontrar
a su hermano el coyote gris?
---- Si me despanzás te lo digo --el conejo me
ha hecho ser desconfiado.
---- Mitad y mitad --dijo Ambición-- te
despanzamos a medias...entonces tú nos das la
dirección de tu hermano y luego te despanzamos
completamente.
104
Clemente Guido
---- ¡Me arranco los compañeros! ¿No es
presumido el tal chocoyo?
¡Habla de tú como cualquier bachiller de
tiquilandia!
---- Bueno, al grano --intervino Ilusión
ásperamente.
---- ¡Está bien, está bien, por baboso siempre
me salen mal las cosas! Pero me voy a confiar una vez
más. Mi hermano el coyote gris está en la Cueva de
los Murciélagos, en la Cañada del Mico, a dos leguas
de aquí. No sé para qué lo quieren Uds., pero de todos
modos, cuídense porque está de mal humor porque
el Tío Conejo lo confundió conmigo y le quiso hacer
una trastada, pero mi hermano no es chocho y supo
devolverle la bola al orejudo.
--- Bueno, gracias y adiós --dijo El Dundo
mientras le metía por la boca y por el culo un carrizo
de papaya largo y delgado por donde empezó a salir
el agua que el Tío Coyote acababa de beber y que lo
estaba matando de empanzamiento. El líquido salió
a chorro y el animal empezó a desinflarse y una azul
tranquilidad lo invadió hasta dormirlo completamente.
En dirección a la Cueva de los Murciélagos
siguieron los aventureros. Apenas llegaron a ella,
oyeron un ronquido que les indicó que el coyote gris
estaba dormido después de un suculento almuerzo.
En puntillas se acercó El Dundo al durmiente
que no era bello sino orejudo y hocicón, y antes de
que se diera cuenta de lo que sucedía, el coyote se
El Pájaro del Dulce Encanto
105
encontró con una daga en su cuello que le partió en
dos sus arterias principales y lo mató, desangrado,
instantáneamente.
Después, El tirador Infalible le arrancó la
verga con su cuchillo de caza y sin ponerle sal ni nada
la colgó en una rama del árbol de jícaro que encontró
más cerca, para que se secara. Ya eran las seis de la
tarde. La noche llegaba en puntillas a sorprender a
los extraños viajeros que empezaban una ceremonia
peligrosa para cualquiera que no tuviera los nervios
bien puestos.
CAPITULO L
La noche fue avanzando lentamente mientras los
amigos, sentados en el suelo bajo el jícaro, cantaban
suavemente canciones chorotegas en lengua nativa,
sin que ellos se explicaran porqué hablaban esa lengua
aborigen que nunca antes habían oído.
La luna empezó a subir lentamente en el
horizonte acompañada de dos estrellitas retozonas y
tapizado su camino de azul suave. La verga del coyote se
retorcía quejumbrosamente colgada del árbol, mientras
las notas de la canción chorotega parecían envolverla
completamente y darle vida. El árbol susurró también
en lengua aborigen y sus cruces temblaron ligeramente,
emocionadas, por la inminencia del milagro.
Los amigos siguieron en su canto melancólico;
casi mordisqueando las palabras.
106
Clemente Guido
Entonces, cada fruto del jícaro se convirtió
en una cabeza humana; el árbol se llenó de muchas
cabecitas las que empezaron a cantar a su vez en
chorotega suavemente, melancólicamente, casi
gimiendo. La luna se escondió detrás de una nube
negra lo mismo que las estrellitas. Todas las cabezas
humanas del jícaro escupieron a la verga del coyote
la que se estremeció voluptuosamente al sentir el
contacto de la saliva. Luego siguió el canto y cuando
la luna volvió a asomarse por una rendija de la negra
nube, descubrió que los amigos estaban profundamente
dormidos. El jícaro era uno como cualquier otro y sus
frutos no eran cabecitas humanas, sino jícaros verdes
con negro corazón, como Dios manda que sean todos
los frutos de todos los jícaros del mundo.
La ceremonia había concluido.
El sol, enrojecido por el calor, despertó a
los durmientes al día siguiente. Estos se pusieron
en pie y descolgaron la verga del coyote gris, la que
aparentemente seguía siendo igual a cualquier otra
verga de coyote gris. Le untaron aceite de cusuco y
rezaron el Credo al revés por tres veces.
Después
El
Dundo
la
envolvió
cuidadosamente en hojas suazadas de chagüite y se la
guardó en su alforja de mecate que llevaba al hombro.
Siguieron su camino con la esperanza de
encontrar pronto a El Jinete del Caballo Alazán, el
que no podía desmontar voluntariamente sin morir
instantáneamente por un hechizo que le había hecho la
Vieja de la Laguna de Masaya.
El Pájaro del Dulce Encanto
107
Nadie se acordaba ya que la Vieja de la
Laguna había hechizado al Jinete del Caballo Alazán.
Unos decían que no había sido ella, sino la Vieja del
Volcán Santiago, pero la verdad es que cualquiera de
las dos que hubiera sido, el hechizo era fenomenal
porque había sido hecho con conciencia profesional de
hechicera.
El loro, ave que sabe todo por sabia y por
entrometida en la vida ajena, contaba que el Jinete había
sido hechizado porque no había querido casarse con la
hija de la vieja Laguna de Masaya o de La Vieja del
Volcán Santiago. (¡Vaya a saberse de cuál de las dos!).
Esta muchacha era una inocente virgen “conchuda”,
citana de casi todos los dientes, nariz de pico de lapa,
aliento oloroso a alcantarilla del Mercado Central, que
deseaba casarse con el que después sería el Jinete del
Caballo Alazán. Por supuesto que la novia no fue del
agrado del caballero, pues él tenía mejor idea del físico
de la que debería ser su esposa, pero la madre de la
niña tomó el rechazo como un insulto y lo hechizó por
medio de un mal aire que hizo despedir un olor fétido
a los árboles de caraña del vecindario.
El Coludo ordenó que el hechizo se cumpliera
y desde entonces el hombre quedó como pegado a su
montura y jamás pudo desmontar su pena de morir
instantáneamente si lo hacía.
Una novia del caballero trató una vez de
deshechizarlo para casarse con él, pero resultó que la
bruja que le vendió el bebedizo para que se lo diera
a su pretendiente no era tan poderosa como la Vieja
de la Laguna o la del Volcán y aunque el infortunado
Jinete se bebió un calabazo entero de la poción, no le
108
Clemente Guido
hizo ningún efecto, a no ser que como tal se tome la
vomitadera que le dió al pobre hombre.
Desde entonces el Jinete se negó a tomar
ningún otro remedio y la doncella se convenció que
no tenía gracia estar esperando por toda una vida a un
hombre que no podía desmontar de su caballo; tampoco
resultaría agradable casarse con él ya que tendrían que
copular encima de la bestia lo que de paso le pareció
prácticamente imposible; tampoco se avenía ella a
la idea de tener que hacer una casa para que viviera
dentro el hombre con todo y su animal. En vista de
que había tantos inconvenientes en aquella relación, la
doncella decidió casarse con otro fulano que no estaba
hechizado y no hizo ningún caso de las súplicas de su
embrujado pretendiente.
La hija de la Vieja del Volcán, por su lado, no
quiso nada con un centauro y se fugó con un aprendiz
de brujo.
El Jinete del Caballo Alazán maldijo a la
brujita y lloró profundamente a su novia como lo hacen
todos los enamorados, pero como sucede siempre,
terminó por consolarse y se dijo que puesto que aquella
mujer no le había sido fiel en la espera, tampoco lo
hubiera sido casada, por tanto, era mejor que se fuera
con el otro antes que le pusiera cornamenta de venado
por doce meses como era la costumbre en aquel país
cuando la mujer deja a su marido por otro. La Vieja del
Volcán Santiago se encontraba a la orilla de su cueva
meditando profundamente sobre ciertos fenómenos
que últimamente había observado, y a los cuales no les
encontraba explicación lógica.
El Pájaro del Dulce Encanto
109
Ni pensar en preguntarle a su conchuda hija,
pues la pobre princesa de bruja era más imbécil que
un cusuco y no podía resolver ningún problema por
muy elemental que fuera. Por eso la había abandonado
su aprendiz de brujo. Además aquella parecía cosa
para brujas mayores hechas y derechas y no para
muchachitas aún en plena adolescencia. ¿Quien podría
considerarse mayor de edad en aquel mundo satánico
con solo trescientos años de vida?
Decidió la buena de la Vieja del Volcán
Santiago consultar con su colega la Vieja de la Laguna
de Masaya, que vivía cerca, bajo un árbol de chilamate
a la orilla de la laguna, lista a zambullirse a la menor
señal de peligro.
A media noche abandonó su refugio para
buscar a su colega, segura de que la encontraría pues le
había mandado un recado en alas de un güis para que
la esperase aquella noche.
---Idiáy coleguitá, ¿en qué puedo servirle?
¡Hace tanto tiempo que no viene a visitarme que yo
creía que Ud. estaba enferma! ¿No será nada referente
a su salud?
---- No niña, nada de eso. Estoy muy bien. Me
alimento con leche de sapo y huevos de culebra en las
mañanas; al medio día como alacranes fritos con sopa
de araña pica-caballo; y en la noche, para no cargarme
el estómago, me bebo una sopita de cabeza de cascabel
o media toboa asada. No, nada de eso, me encuentro
perfectamente de salud. El motivo de mi visita es
otro.
110
Clemente Guido
La visitante se interrumpió al oír a un pocoyo
que gritaba:
---- ¡Jodido! ¡Jodido! ¡Jodido!
---- ¡Qué animal más mal hablado!--dijo la Vieja
de la Laguna-- ¿Qué diablos lo estará asustando?
---- Precisamente, esa es una de las cuestiones
que tengo que consultarle, mi querida colega. ¿Ha notado
Ud. que los pocoyos andan excitados últimamente?
Tengo seis noches que los oigo gritar desaforadamente
su bendito jodido desde que anochece hasta que
amanece, como si estuvieran asustados por algo. ¿Qué
opina Ud. del asunto?
---- No joda, coleguitá, por lo que se anda
preocupando. Estamos cerca de las lluvias y ellos
siempre se escandalizan por el olor a agua que despiden
las nubes por esta época.
---- ¿Pero es que no se ha dado cuenta Ud. que
ahora chillan más de la cuenta? Y no es solo eso. El
loro, que todo lo sabe, se le ha metido en la jupa andar
contando por ahí que sabe que hay unos extranjeros
en el vecindario que andan buscando a El Jinete del
Caballo Alazán para librarlo de su hechizo y que luego
nos buscarán a nosotras para arreglar cuentas.
La otra humilde bruja rio suavemente con
aquella risa sibilante que parecía silbido de serpiente.
---- ¡Ud. haciéndole caso al loro! ¡ Y que no
sabe que ese viejo cachureco habla por hablar y que si
encuentra quien le preste oídos se pasa hablando todo
El Pájaro del Dulce Encanto
111
el día ¡Estese tranquila que no ha nacido aún quien
pueda deshechizar a El Jinete del caballo Alazán! Si
desmonta, morirá instantáneamente y él lo sabe bien.
---- Su confianza me tranquiliza. Pero quisiera
estar segura que la jodedera de los pocoyos no se debe
en verdad a que andan esos extranjeros por aquí. Porque
si tal cosa sucediera, yo haría un hechizo especial para
extranjeros y los dejaría secos en un instante. No me
gusta correr riesgos y si tienen algún conjuro para
deshechizar a El Jinete del Caballo Alazán, pues mejor
les impido que lo encuentren.
----- ¿Y porqué no volvemos invisible a El
Jinete del Caballo Alazán?
---- Buena idea. Así lo libraremos de la vista
de los extranjeros, si es que existen. ¿Cuándo hacemos
el sortilegio?
La otra vieja pensó un rato y luego repuso:
---Puede ser este viernes, aquí, al pie de mi árbol
de chilamate. Esperamos a que bote las flores y luego
hacemos el hechizo para volver invisible a El Jinete
del caballo Alazán. De esta manera nos libraremos de
la posibilidad de que lo encuentren los extranjeros que
dice Ud. lo andan buscando para librarlo de nuestro
hechizo.
---- Bueno, pues. Aqui nos encontramos el
viernes próximo --dijo la Vieja de la Laguna poniéndose
en pie para finalizar la discusión; la otra la imitó y
ambas se despidieron amistosamente.
112
Clemente Guido
La Vieja de la Laguna se transformó en
culebra acuática y se metió dentro del líquido elemento
a buscar un sitio adecuado para reposar ya que el día
se estaba aproximando y no era bueno que el sol la
encontrara fuera. La Vieja del Volcán , por su parte, se
montó en un zopilote que dormía plácidamente en un
árbol de ojoche vecino y poniéndole cuita de gallina
en los ojos para que pudiera ver, pues bien es sabido
que los zopilotes no ven de noche, lo espoleó como si
fuera caballo obligándolo a emprender vuelo rumbo al
volcán morada de ella y de su desgarbada heredera.
Así fue cómo los tres amigos y El Tirador
Infalible buscaron afanosamente a El Jinete del
Caballo Alazán por muchos días, por todas partes, sin
poderlo encontrar.
Preguntaron a un pocoyo que los miró
nerviosamente:
---- ¿Sabe Ud. señor pocoyo, dónde podemos
encontrar a El Jinete del Caballo Alazán?
El pocoyo levanto vuelo gritando asustado:
---- ¡Jodido! ¡Jodido ¡Jodido, aquí están los
extranjeros buscando a El Jinete hechizado!
Los amigos siguieron caminando sin hacer
caso del nervioso animal. Se encontraron con un cusuco
que caminaba lentamente cargando su casa flexible de
queratina y le preguntaron:
----¿No sabe Ud., hermano cusuco, dónde
podemos encontrar a El Jinete del Caballo Alazán?
El Pájaro del Dulce Encanto
113
El cusuco pausadamente contestó desde su
casa prefabricada:
---- Hay misterios misteriosos y misterios de
misterios que nosotros los cusucos solamente podemos
ver y no hablar. Siga Ud. su camino que si anda con
suerte lo debe hallar.
Y siguió su camino flemáticamente con su casa
a cuestas.
Encontraron un venado que ramoneaba en un
zacatal vecino y le preguntaron:
----- Amigo venado: ¿No ha visto Ud. a El
Jinete del Caballo Alazán?
---- Hay preguntas que es mejor no hacerlas
--repuso filosóficamente el venado chingo-- ¿Para qué
preguntar por lo que no tiene respuesta? Continúen su
camino que si andan con suerte, tienen que hallarlo.
Descosolados, los amigos se sentaron en un
árbol derribado por un rayo hacía muchos años y a la
luz de la luna se interrogaron con la mirada tratando
de encontrar cada uno la respuesta al problema, en las
pupilos ajenas.
---Definitivamente --habló
El Dundo-estamos en un callejón sin salida. Hemos recorrido
todo el bosque y no encontramos a El Jinete del Caballo
Alazán. ¡Ni que supiera que lo andamos buscando y se
hubiera escondido!
114
Clemente Guido
---- No
tiene sentido --dijo El Tirador
Infalible-- pues él sabe que si lo desmontamos en
contra de su voluntad quedará libre de su hechizo.
Además, él sabe que es imposible que el caballo lo
bote de la silla pues el hechizo lo mantiene firmemente
adherido a ella. Una vez lo amarraron con mecates a un
árbol y espantaron a la bestia y ésta salió despavorida,
pero no desmontó al Jinete, sino que cayeron ambos,
bestia y hombre, como si fueran uno solo; otra vez
el caballo se asustó porque un cascabel escapó de
morderlo, pero a pesar de que corcoveó como salvaje,
no logró desprender de la silla al Jinete que parecía
clavado en ella; en fín, él no tiene porqué temer que
lo busquemos para desmontarlo a la fuerza ya que eso
sería su salvación y la de su caballo, pues deber ser una
tortura para el animal andar siempre encima al Jinete.
Por eso digo que no comprendo porqué se
esconde. Al contrario, debería buscarnos para que
probemos nuestros trucos para ver si lo librarmos de su
tormento.
----- ¿Y por qué diablos no baja por su gusto?
--preguntó Ilusión.
----- ¡Qué cotorra más bruta --dijo ásperamente
Ambición-- porque si baja por su gusto, morirá
instantáneamente, y claro, él no quiere morir. ¿Acaso
es chancho para querer morirse, pues?
----- Algo anda mal en este asunto --murmuró
El Dundo preocupado-- sigamos caminando y veremos
si encontramos a alguien que quiera aclararnos este
misterio misterioso. ¿Por qué todo el mundo se muestra
tan poco comunicativo? ¿Por qué todo el mundo se
muestra nervioso cuando preguntamos por el Jinete?
El Pájaro del Dulce Encanto
115
---- Será que nosotros nos estamos poniendo
así--habló Ilusión--porque la verdad es que yo no he
observado nada malo en la actitud de quienes han sido
interrogados por nosotros.
---- ¿No? --preguntó El Dundo--¿Y por qué
huyó lleno de miedo el pocoyo? ¿Y por qué el
flemático cusuco se escondió en su concha antes de
contestar y lo hizo en forma tan rara como si estuviera
haciendo una adivinanza? ¿Y por qué el venado
contestó a su vez miedosamente?
---- Hay algo de cierto en todo eso --intervino
El Tirador Infalible-- Y creo que podemos resolver este
misterio pronto.
---- ¿Cómo? --preguntaron en coro los tres
amigos.
---- ¡Síganme! Buscaremos al loro. Este
maldito lo sabe todo y le pica la lengua por hablar. Lo
interrogaremos y le sacaremos la verdad.
Llegaron hasta un árbol de pochote seco, donde
dormía plácidamente el loro.
---- ¡Buenas noches, señor loro!
----- ¿Quién diablos viene a molestarme a
media noche?
---- Esa no es manera de recibir a los amigos
que lo han buscado por tantos días y que vienen de
tan lejos sólo para escuchar sus sabias palabras, señor
--dijo El Tirador Infalible que conocía las debilidades
del animal.
116
Clemente Guido
--- Bien, bien--dijo el ave cambiando de
tono-- en verdad, es que me asustaron Uds. Estaba
dormitando un rato mientras saco la nueva edición
de noticias matutinas. He recogido un montón de
novedades que gustarán a mis lectores. ¿Desean Uds.
oír las primicias?
---- Deseamos saber, señor loro --dijo Ilusión-¿Dónde podemos encontrar a El Jinete del Caballo
Alazán?
El loro soltó una carcajada fenomenal que se
escuchó hasta el fin del mundo.
CAPITULO M
Cuando terminó de reír el loro; cuando su risa regresó
cansada del fin del mundo; cuando los aventureros
creyeron que el animal les diría alguna otra grosería, el
ave periodista les dijo:
-----Amigos, Uds. sí que tienen ojos y no
ven. ¿Qué les pasa? Me vienen a interrumpir cuando
estaba meditando mi artículo de fondo en contra
de las sinvergüenzadas de El Viejo del Monte; Uds.
se aparecen a preguntarme por El Jinete del Caballo
Alazán, ese que no desmonta del presupuesto nacional,
quiero decir, de su caballo. Perdonen, pero se me
ha ocurrido una comparación genial, digna de mi
estirpe de libertadores e intelelctuales entre el jinete
hechizado y las sanguijuelas que nadie puede despegar
del presupuesto nacional, del erario público. No se
bajan por su gusto porque se morirían de hambre y
El Pájaro del Dulce Encanto
117
nadie los puede hacer despegar del sueldo mensual que
devengan sin hacer nada.
El Dundo se dio cuenta que el loro se estaba
entusiasmando por su analogía política y
que
obsesionado por su oposición vitalicia a la dictadura
de El Viejo del Monte se estaba olvidando del asunto
principal.
---- Perdone, lorita --dijo en tono suave pero
firme-- le preguntamos si conoce la causa por la que
no hemos visto a El Jinete del Caballo Alazán en todos
estos días.
---- ¡Ah, sí, claro! Se me olvidaba por estar
pensando en ese maldito Viejo del Monte, asesino,
ladrón, torturador, borracho, libidinoso. Te diré,
Dundo, te diré: El Jinete del Caballo Alazán anda
por estos andurriales y solamente Uds. no lo miran
porque las viejas de la laguna de Masaya y del
Volcán hicieron un hechizo para que Uds. no lo vean
porque ellas se dieron cuenta que Uds. lo buscan para
librarlo de su sortilegio. ¿Pero, no creen Uds. que es
una buena analogía la de este jinete que no desmonta
nunca y la de tanto zángano que nunca deja las tétas
del presupuesto nacional?. Pero perdonen si los dejo.
Tengo que publicar a ocho columnas la noticia de la
última manifestación del Máximo líder Hernando A.
cuero, con su discurso libertador extractado. ¿Se han
dado cuenta Uds. que ese es el hombre del pueblo?
¡La PIENSA le ha dado todo el apoyo para que bote
a El Viejo del Monte y para que redima al pueblo de
Viejolandia! La mitad del periódico de hoy lo llenaré
con noticias fabulosas sobre sus reuniones políticas,
sus discursos, su biografía, su ideario maravilloso, sus
118
Clemente Guido
fotografías de elegante pescuezo largo. ¡Viva Hernando
A. Cuero!
Y silbando la canción que ya los amigos habían
oído en aquella manifestación, el loro metió su cabeza
entre sus alas para meditar sus sensacionales artículos
en apoyo del libertador de Viejolandia y en contra del
temible Viejo del Monte.
----Definitivamente, no podremos sacar nada
más de este maldito loro cachureco. A su periódico le
llaman LA PIENSA porque solamente vive pensando
en desnudar públicamente a El Viejo del Monte. ¿Con
quien más podemos informarnos sobre el tema que nos
interesa?
----- ¡Cierto, güis, cierto güis, cierto!
---- ¿Eh? Ahí está ese güisito que ya una vez
nos ayudó--dijo Ilusión agitando las alas--¡Camarada
güis! --gritó enseguida--¿Puede Ud. decirnos cómo
hacer para ver a El Jinete del caballo Alazán que lo han
vuelto invisible para nosotros las dos viejas brujas de
estas montañas, pueblos y cañadas?
---- ¡Cierto, güis, cierto güis, cierto!
---- ¿Será que se volvió sordo este güis de los
demonios? --preguntó Ambición evidentemente de mal
humor.
---- Güisito, güisito, por la virtud que los
Abuelos te han dado, dinos porqué no vemos a El
Jinete del Caballo Alazán y cómo podemos volverlo a
ver.
El Pájaro del Dulce Encanto
119
Ante el conjuro quiché hecho por El Tirador
Infalible, el güis cotestó inmediatamente:
---- El loro ya les dijo el porqué. Ahora yo
les diré el cómo. Busquen el árbol de chilamate que
se encuentra en Lomas Verdes y recojan la flor que
dejará caer el viernes a las doce de la noche. Pero oigan
bien: una vez que tengan Uds. la flor, huyan a toda
carrera porque los espíritus de Zipacná y Caprakán los
perseguirán hasta darles muerte por orden de Vucub
Caquix.
Ilusión se estremeció al oir al güis que siguió
cantando con tristeza su melancólico cierto guis cierto
afirmación que nunca nadie ha sabido a quien la hace
ni a qué se refiere.
Ambición abrió la marcha volando delante de
todos los amigos. Ilusión era la Ultima, pues no estaba
convencida de que pudiera salir con bien de aquella
nueva aventura y menos si se toma en cuenta que
habría espíritus con nombres indios detrás de ellos.
Era cerca de media noche cuando llegaron a
Lomas Verde y pronto localizaron el inmenso árbol
de chilamate que elevaba sus ramas hacia las nubes y
hundía sus barbas en el suelo. Los amigos se colocaron
debajo del helado gigante arbóreo y esperaron, luna
arriba, que fueran las doce de la noche.
A esa hora, cayó del árbol de chilamate la flor
única que todos los viernes deja caer y que tiene tantas
virtudes como hechizos. Pero no había terminado de
llegar al suelo, cuando El Dundo la agarró y emprendió
veloz carrera huyendo del lugar.
120
Clemente Guido
Fue tan violento el impulso de El Dundo que
Ilusión y Ambición que descansaban en sus hombros
se quedaron atrás y terminaron por volar por su cuenta,
en tanto que El Tirador Infalible corría jadeando detrás
de ellos.
Apenas había atrapado la flor e iniciado la
carrera, cuando la luna pareció empañarse por completo
y dejó de iluminar el ambiente: un espíritu monstruoso
apareció desnudo y de un salivazo la empaño impidiendo
que iluminara el sendero por donde huían los amigos.
Tambores milenarios empezaron a escucharse en la
selva, mientras la tierra empezaba a temblar, primero
lentamente, cadenciosamente, después brutalmente,
como víctima de un ataque de epilepsia. Los amigos no
podían huir pues la tierra escapaba, escapaba bajo sus
pies; enormes grietas se abrían a su paso, cerrándoselo
por los cuatro puntos cardinales. Estaban atrapados
en el centro y ese pedazo de tierra trepidaba como si
tuviera miedo de algo.
¡Soy Caprakán, el que agrieta las montañas
y la tierra en busca de luz! --gritó una voz pavorosa
que parecía llegar del cosmo infinito--¡Dejad la flor
mágica, malditos de los Dioses quichés, que sólo así
podréis huir!
---- ¡Santos Dios, Santo fuerte! --las quijadas
de El Dundo y de El Tirador Infalible chocaban diente
con diente en bailoteo de terror.
---- ¡Santo Dios, Santo Fuerte, líbranos de todo
mal! --chillaban Ilusión y Ambición.
El Pájaro del Dulce Encanto
121
Entonces sucedió algo inesperado. Ilusión
estaba tan aterrorizada que se había puesto blanca,
totalmente blanca, toda ella, el pico, las plumas, las
patas, toda ella, todita ella se había puesto tan blanca,
que parecía de yeso. Aterrorizada, sin saber qué sucedía,
la cotorra blanca de terror voló hacia Caprakán que
reía con la boca abierta de labio a labio y se introdujo
en ella, pasó por el esófago hasta llegar al estómago, y
cuando llegó ahí, vio con satisfacción que el espíritu
maligno se disolvía lentamente hasta desaparecer.
Los amigos no se detuvieron a explicarse
el fenómeno, sino que todos volvieron a correr
despavoridos. Ilusión había quedado libre y los
seguía.
Nuevas risas macabras y nuevos alaridos los
persiguieron, pero ahora era otro espíritu del mal.
--- ¡Soy Zipacná y no huireis!--gritaba el
maléfico--¡ Haré montañas que no podreis subir ni
bajar, ni rodear, ni quitar de vuestro camino!
Y dicho y hecho.
Media docena de altas montañas, inmesamente
altas, altísimas, aparecieron rodeando a los aventureros
que no pudieron seguir su camino.
El espíritu reía.
---- ¡Botad la flor del chilamate que es flor
mágica quiché, malditos, y podreis escapar! --rugía a
todo pulmón.
122
Clemente Guido
Los amigos intentaron subir a las montañas,
pero eran tan empinadas que rodaron hasta el pie cada
vez. La luna seguía apagada. Entonces sucedió que
la saliva de Caprakán que había empañado la luna
empezó a caerse de ella, pero lo hizo por la periferia y
en tal forma que lo que restaba, dibujaba una enorme
figura de cangrejo que se proyectaba sobre la tierra.
Verla Zipacná, reconocerla y lanzar un alarido
de pavor fue todo uno. A su mente llegó en tropel el
recuerdo de cómo había sido vencido años atrás por
dos muchachos que lo habían inducido a capturar
un cangrejo gigante en una cueva donde encontró la
muerte. Y pensando Zipacná que los dichos muchachos
en espíritu estaban ayudando desde la luna a los que
huían con la flor de chilamate robada, optó por huir.
CAPITULO
N
Apenas hubo desaparecido el aterrorizado espíritu de
Zipacná también lo hicieron todas las montañas que
habían surgido en el camino de los aventureros. Estos
pudiron huir sin tropiezos pero aunque ya habían
corrido muchas leguas no se detuvieron hasta que les
hizo falta el aliento y las piernas se negaron a seguir
corriendo.
---- Mamita --dijo El Dundo jadeando-- casi
nos matan esos dos espíritus endemoniados.
Repuestos del susto y de la carrera los amigos
continuaron su marcha esta vez en busca de El Jinete del
Caballo Alazán seguros de que entonces sí lo mirarían
pues ya tenían la flor del chilamate en su poder.
El Pájaro del Dulce Encanto
123
Se encontraron de nuevo con el cusuco el
que no quiso ni siquiera escucharles; el venado huyó
cuando los olfateó desde cien metros de distancia;
encontraron al loro redactando su artículo editorial
para La PIENSA.
---- ¡Hola, compatriotas, hola! --dijo el
propietario, director, redactor y vendedor del diario-Veo que han conseguido el éxito en su empresa. El
güis los orientó bien. ¿Conocen el nuevo discurso del
Líder Máximo don Hernando A. Cuero? ¿No Pues se
los leeré para que Uds. conozcan las magníficas ideas
de este hombre:
----“¡Compañeros!
“En esta cruzada magna que estoy
emprendiendo por la liberación de mi pueblo no hay
cabida para los cobardes, ni para los traidores, ni para los
entreguistas, ni para aquellos que confunden el civismo
con servilismo o entreguismo; en mi organización no
hay cabida para aquellos amigos de las componendas
que se hacen a la espalda del pueblo.
“¡Compañeros!
“¡Maldito yo, mil veces maldito, si alguna vez
entro en arreglos con El Viejo del Monte!
“¡Maldito yo, mil veces maldito sea, si
alguna vez traiciono mis palabras pronunciadas ante
vosotros en esta noche gloriosa, pueblo sufrido, pueblo
traicionado por otros zánganos, pueblo crucificado,
pueblo hambriento, pueblo descalzo, pueblo sin tierras,
pueblo sin casas, pueblo destrozado por la voracidad de
124
Clemente Guido
todos los ladrones y salteadores que rodean a El Viejo
del Monte y por aquellos que en nombre de supuestos
altos intereses políticos, de soberbias jugadas políticas,
se han acercado al dictador terminando por robar igual
que él, por matar igual que él, por incendiar igual que
él, por sacrificar al pueblo igual que él. ¿Se podrá
llamar opositores a estos malditos traidores, Judas de
la política, amigos únicamente de su estómago? ¿Se
podrá calificar de patriotas a estos ambiciosos negreros
traficantes del hambre popular?
“¡No, compañeros! ¡No son patriotas, no son
opositores!
“¡Son traidores, traidores, mil veces traidores,
a los que yo, Hernando A. Cuero, líder indiscutible
del pueblo, pediré cuentas algún día por su traición y
felonía!
“¡Cuando vos, pueblo amado, os encontréis
con alguno de estos traficantes de la viveza política,
garroteadlos, matadlos, que no otra cosa se merecen!
“Yo, Hernando A. Cuero, os juro que jamás
traicionaré los ideales del pueblo que me ha tocado
conducir!
“¡Que se me caiga esta mano derecha si alguna
vez estrecho la de El Viejo del Monte!
“¡Que se me caiga podrida en pedazos esta
mano si alguna vez firmo algún trato que ayude a
continuar en el poder a El Viejo del Monte!
El Pájaro del Dulce Encanto
125
“Mi lema es: ¡Todo con mi pueblo, nada con
sus explotadores!”
Cuando el loro terminó de leer el discurso se
aplaudió entusiasmado.
Los amigos lo miraron sin comprender. No
les interesaba lo que pudiera decir aquel líder loco que
pretendía liberar a Viejolandia de El Viejo del Monte.
--- Bien, loro, ¡magnífico! --habló El Dundo-nosotros hemos regresado para indagar sobre el Jinete
del Caballo Alazán.
---- ¿Quieren Uds. decirme que no les interesa
este magnífico ejemplar de discurso político? ¿Pero es
que no ven Uds. que estamos frente a un verdadero
mesías, un verdadero libertador. Incorruptible, acerado,
decidido a derrocar a El Viejo del Monte? ¿Un hombre
honesto que jamás hará ningún pacto con el tirano?
----Lorito
--intervino
Ambición
diplomáticamente-- nosotros admiramos tus artículos
en LA PIENSA y todo el material que ahí pones.
También admiramos los discursos y los programas de
gobiernos del pescuezón ese que anda montado en una
chancha conquistando adeptos por esos andurriales.
Pero ahora lo que necesitamos es que nos orientes
hacia dónde podemos ir para encontrarnos con El Jinete
del Caballo Alazán. ¿Te das cuenta? Con el Jinete del
Caballo Alazán...
----- Definitivamente Uds. deben ser “orejas”
de El Viejo del Monte --dijo el Director de LA
PIESA, desconfiado-- han venido tantos con diferentes
126
Clemente Guido
pretextos, solamente para meter sus narices en mis
archivos personales.
----- Podemos jurarte que no somos lo
que dices --rápidamente dijo Ilusión-- te podemos
garantizar que nosotros usamos la misma bandera
verde en nuestras casas que el líder pescuezón que
tú llamas Hernando A. Cuero. Hasta podemos cantar
la cancioncita esa: con Hernando ando con A. Cuero
muero y todo lo demás. Pero dinos, por favor, dónde
podemos encontrar a El Jinete del Caballo Alazán...
---- Pero nunca me habéis dicho para qué
queréis encontrarlo--El Dundo se dio cuenta que el
periodista plumífero había hablado con el mismo
estilo ceremonioso que usaba el Líder Máximo en sus
discursos.
---- Nosotros lo queremos desmontar porque
si... --Ilusión se interrumpió al darse cuenta que el
resto de la historia podría reafirmar las sospechas del
loro-- Bueno, es que queremos librarlo de su hechizo,
sin ningún interés.
“Compatriotas:
“LA PIENSA ha descubierto al pueblo los
últimos malos manejos que se han hecho en esos
llamados paniquines que se deberían haber construido
de aluminio en ciertas zonas y que dicen que eran
destinados a almacenar granos de los campesinos para
que los pudieran vender más tarde a mejores precios.
“LA PIENSA ha informado cómo los que
construyeron esos paniquines se han robado millones
El Pájaro del Dulce Encanto
127
de viejanos y cómo, en vez de hacerlos de aluminio,
los han hecho de tuza.
“LA PIENSA ha denunciado que en vez
de comprarles los granos a todos los campesinos
solamente se los compran a los grandes hacendados
del régimen mientras a los pobres indios no, o si lo
hacen se los pagan a la décima parte del precio y no
en dinero sino en vales para cambiar por víveres en las
tiendas de El Viejo del Monte y sus amigos.
“LA PIENSA...”
----¡Maldición! -- dijo
El Dundo-Marchémonos de aquí. Este loro de los diablos
solamente piensa en atacar a El Viejo del Monte. ¿Qué
pasaría si El Viejo del Monte se muriera? Vámonos,
Vámonos de aquí. A este compatriota no le sacaremos
nunca nada.
---- ¡Vámonos! --dijeron los otros.
Habían caminado algunos kilómetros cuando
se les presentó a la vista el magnífico ejemplar de
alazán que ellos habían andado buscando inútilmente
y por tanto tiempo, con su jinete impertérrito en la
montura. El animal relinchó al verlos y huyó en sentido
contrario sin que su jinete intentara absolutamente
nada por detenerlo. Parecía que no le importaba qué
camino siguiera.
El camino hacía una U amplia y el otro extremo
de la herradura pasaba a dos kilómetros de donde
se encontraban los amigos. Decidieron cruzar por la
montaña en busca del otro lado del camino para salirle
128
Clemente Guido
adelante al caballo alazán. Efectivamente, cuando
cayeron nuevamente en el camino en su otro extremo,
aún la bestia y su jinete no se habían aparecido.Con
la rapidez con la que se propaga un chisme, El Tirador
Infalible enterró la verga del Coyote Gris atravesada
en el camino y todos se escondieron a la verga, en unos
matorrales.
El animal apareció a todo galope creyendo que
los amigos lo perseguían. Cruzó como un bólido por
encima de la verga del Coyote Gris, pero, ¡maravilla!,
cuando el polvo se aplacó la bestia corría sin jinete.
Este yacía inconciente en el camino.
En ese instante el cielo rompió sus tinajas y el
agua cayó a cataratas.
---- Uds. consiguieron liberarme del hechizo
que me tenía atado al Caballo Alazán-- dijo el exJinete una vez que recuperó el conocimiento gracias
a la refrescante acción terapéutica del agua de lluvia-ahora díganme, ¿cómo puedo devolverles el favor?
¿Qué andan haciendo Uds. por estos andurriables?
-----Puedes devolvernos el favor --contestó
rápidamente Ambición que no deseaba dejar pasar
su oportunidad, diciéndonos dónde y cómo podemos
capturar a El Pájaro del Dulce Encanto.
El ex-Jinete arrugó la frente. El agua seguía
cayendo a cantaradas.
El cielo parecía estar tomando fotografías
con un flash gigantesco que se encendía y apagaba
intermitentemente. Culebras de fuego huían velozmente
El Pájaro del Dulce Encanto
129
en el firmamento mientras las nubes tronaban
meterorizadas.
---- ¿Conque Uds. desean nada menos que
capturar a El Pájaro del Dulce Encanto! Pero no me
dirán que me desmontaron y me libraron del hechizo
solamente con la esperanza que yo les dijera el gran
secreto...
--- No, no --dijo Ilusión--nosotros lo hicimos
porque El Viejo del Monte nos lo pidió como uno de
los muchos trabajos a realizar para que él nos dé ese
gran secreto como Ud. lo llama, señor.
---- ¿Y para qué desean encontrar y capturar al
pájaro famoso?
--- Deseamos ser sabios, inteligentes y ricos-contestó rápidamente El Dundo-- dicen que él tiene el
secreto para conseguir eso y por tal motivo deseamos
capturarlo, para que nos lo dé. Luego lo dejaremos ir.
Pero si Ud. no sabe cómo podemos capturar al pájaro
misterioso, al menos puede devolvernos el favor yendo
donde El Viejo del Monte a decirle y a mostrarle
con su presencia que ya lo desmontamos del caballo
alazán sin que Ud. muriera. Con eso El Viejo sabrá de
nuestra hazaña y estará listo a darnos el secreto cuando
cumplamos todos los encargos.
---- No es necesario --dijo tristemente el
desmontado-- El Viejo del Monte todo lo sabe. Sobran
los orejas que le llegan con el cuento. Ya esta hazaña
de Uds. la sabe de seguro y estará pensando qué
otros trabajos les dará cuando Uds. realicen todos los
primeros. Porque no crean que El Viejo del Monte les
130
Clemente Guido
cumplirá la palabra empeñada. Nunca ha cumplido
ninguna promesa y esta vez no hará una excepción.
---- Pero es un pacto de caballeros...
---- ¿Pacto de caballeros? ¿Y quién les ha dicho
a Uds. que el Viejo ese es un caballero? ¿Y quién les
dijo el jamás ha cumplido un pacto? Esa fue la primera
lección que recibió de su padre, el dictador anterior que
murió asesinado por un poeta que lo mató recitándole
cinco poemas.
--- En fin --dijo Ambición disgustada-- Ud.
ni nos ayuda y sí nos desaniman. ¿Así pagan en esta
nación los favores recibidos?
---- Yo no les pagaré en esa forma que sí es
común en este pueblo. Aquí se paga mal por bien. Es
de mal gusto ser bien agradecido y se considera idiota
al que es honrado. Pero yo les daré una pista. Busquen
al garrobo que vive con su iguana en el Barranco de
la Muerte y háganle las preguntas que Uds. deseen
hacerle sobre el tema que más les interese resolver en
ese instante. El garrobo les dará la respuesta adecuada.
Cuando se acerquen a él, no lleven esa escopeta porque
ya lo han BLANQUEADO muchas veces y teme a todo
lo que parece arma de fuego. Adiós, amigos y buena
suerte.
El agua terminó de caer. El fotógrafo celestial
siguió disparando su flash por unos minutos más y las
nubes rezongaron cada vez menos insistentemente.
El Pájaro del Dulce Encanto
131
CAPITULO O
El Barranco de la Muerte se encontraba al oeste
de Viejolandia y se llamaba así porque el gorila
comandante de la zona había mandado a asesinar a siete
opositores al régimen de El Viejo del Monte y los había
tirado a ese barranco para que nadie los encontrara.
Pero quiso la casualidad que los zopilotes, que son
hábiles para descubrir carroñas, se dieran cuenta del
festín que les aguardaba ahí y descendieron en nubes a
devorar los cadáveres. No satisfechos con eso, avisaron
a los perros del vecindario los que también llegaron
a participar del botín y se llevaron pedazos de carne
y hasta zapatos y sombreros de las víctimas hacia la
ciudad; por eso los viejolandeses citadinos se dieron
cuenta del asesinato y los familiares fueron a rescatar
los huesos pelados para enterrarlos como la buena
costumbre manda.
El comandante era un gorila blanco, rubio, de
ojos azules y fue procesado aparentemente por El Viejo
del Monte que gobernaba en aquella época a través
de un muñeco de madera al que le había encargado
la presidencia del país. El muñeco de madera realizó
el proceso aún sabiendo que aquello era una farsa. El
gorila rubio fue condenado a varios años de prisión,
pero en realidad se le dio un puesto jugoso en una de
las presas que suministraba luz a Viejolandia.
Pues en ese Barranco de la Muerte vivían el
garrobo y su compañera la iguana los que todos los
días se echaban en la puerta de su cueva que miraba al
oriente, para recibir los rayos del sol desde las ocho de
la mañana hasta las doce del día, hora en la que partía
en busca del alimento cotidiano.
132
Clemente Guido
La iguana se encargaba de alimentar y asear a los
garrobitos e iguanitas destinados a perpetuar el linaje
de ellos, mientras don garrobo exploraba la cañada y
potreros vecinos en busca de provisiones. Procuraban,
naturalmente, evitar a los muchachos con sus tiradoras
de hule que lo podían agredir peligrosamente o a los
cazadores con armas de fuego que eran más temibles
todavía. Tenía mala experiencia con esos carrizos largos
que explotaban misteriosamente y que envían una cosa
quemante al cuerpo de la víctima. Una vez había sido
herido por un plomo ardiente y desde entonces huía
velozmente cada vez que miraba a un hombre que
portase uno de aquellos tubos infernales, capaces de
matar a larga distancia.
Por eso, cuando vio llegar a los amigos
nuestros, los observó cuidadosamente procurando
descubrir cualquiera de las dos armas que él más temía:
la tiradora o el fusil. Los vio desarmados. Por eso
consintió que se le acercaran a una prudente distancia.
Tampoco se iba a confiar demasiado. El ser humano es
el animal más traidor de la naturaleza y él lo sabía por
leyenda heredada de sus antepasados.
---- Hijo --le había dicho su abuelo garrobo-nunca te fíes de un humano. Mira que se matan entre
ellos. ¿Has visto a un garrobo matar a otro garrobo?
¿Has visto a un tigre matar a otro tigre? ¿Has visto a
un león matar a otro león? Pelean por la hembra o por
la comida, pero una vez que hay un triunfador, le basta
al vencido con huir para que el otro no se empeñe en
perseguirle para darle muerte. En cambio, el hombre
mata por gusto. No mata por hambre. No mata por
defender a su mujer o a sus hijos. Mata por placer.
Porque es malo. Porque no se quiere ni asimismo. Por
El Pájaro del Dulce Encanto
133
eso nunca debes fiarte de ningún hombre. Mejor de
largo y cuanto más largo, mejor.
Ese había sido el discurso del abuelo garrobo
dicho muchos años antes y desde entonces él había
tenido oportunidad de poner en evidencia la verdad de
esas palabras, pues había visto cómo los hombres se
matan entre sí por puro gusto. Como mató el gorila
chele a los siete opositores de El Viejo del Monte y
los tiró en el Barranco de la Muerte. Eso no es nada
había visto a un hombre que con un rifle había matado
a toda una colonia de iguanas y garrobos honorables
y sencillos que vivían en un inmenso y centenario
árbol de ojoche; había visto cómo sus perros, esas
fieras amaestradas por el mismo hombre para matar,
destrozaban los cadáveres cuando caían y también
cuando después de haber terminado la matanza, se iban
todos y dejaban el campo lleno de cadáveres. Claro,
había otros, los llamados indios, que sí se comían los
ensangrentados cuerpos de las iguanitas y garrobos,
pero los de la ciudad, esos mataban sin tener siquiera
esa excusa.
Por eso, nuestro habitante del Barranco de la
Muerte no quería oír hablar del hombre; ni verlo;
mucho menos hablar con uno de la especie. Sin embargo,
aquella vez, quizá porque Vucub Caquix así lo quiso en
su infinita sabiduría, el garrobo esperó, temblando, es
cierto, pero esperó hasta que los aventureros amigos
de Uds. los que leen esto llegaron hasta cera de la
cueva que recibía directamente los rayos del padre de
Caprakán y Zipacná.
---- ¡Hey! ¿Hay alguien en esa cueva o casa
de garrobo? --el grito fue escuchado también por la
134
Clemente Guido
iguana y sus hijos que reposaban en el interior de la
cueva; temblaron; era voz de hombre y nada bueno
podía llevarles un hombre por aquellos lugares.
Nadie contestó.
---- ¡Heyyyyyy! ¿No hay nadie en esa cueva?
--el grito se oyó prolongado por el eco del barranco.
El garrobo se movió inquieto. No sabía si
contestar o no.
¿Y si tenían escondida la tiradora? ¿Y si habían
dejado el rifle metido en algún matorral?
No podía confiarse. Los que gritaban eran
humanos y de ellos nadie debe confiarse. Lo había dicho
el abuelo y por eso su papera garrobil había crecido por
efecto de los muchos años que había vivido. El abuelo
garrobo fue muy sabio y por eso, muy desconfiado.
---- ¡Eeeeeeeeyyyyyyy! --el grito fue
más prolongado-- ¡veeeeeeniiiiimos en son de
paaaaaaaaaaz!
¿Podría, legalmente, un buen garrobo,
bien instruido por sus antepasados, creer en esas
manifestaciones de paz del humano aquel?
--- ¡Deja de gritar! --intervino otra voz humana
pero con acento diferente-- el bendito garrobo no se
encuentra en su casa. Su mujer debe andar lavando la
ropa y se debe haber llevado a los hijos. Esperemos a
que vengan para que conversemos con ellos.
El Pájaro del Dulce Encanto
135
----- ¿Conversar?-- preguntóse mentalmente el
garrobo--¿De qué quieren hablar conmigo?
La curiosidad lo estaba matando.
En tanto, en el interior de la cueva, la iguana
temblaba aterrorizada mientras un garrobito le
preguntaba:
----- Mamá, ¿Por qué Vucub Caquix no sale a
alumbrar de noche?
---- Porque como trabaja todo el día
iluminando la tierra, en la noche se acuesta a dormir
allá al otro lado del mar.
---- ¿Y quién colocó todos esos puntos
luminosos en el cielo que se ven por las noches?
--intervino una iguanita de tierna edad.
---- Vucub Caquix, hijita, para que nos
iluminaran de noche cuando él está reposando.
Las voces humanas habíanse callado. La
iguana, sin embargo, seguía temblando. El garrobo
meditaba con media cabeza fuera de la cueva.
---- Papá --dijo otro garrobito acercándose al
viejo de la casa-- ¿Los humanos fueron hechos por
nuestro padre Vucub Caquix?
----- No, hijo, ni te lo imagines. Nuestro dios
no cometió errores tan enormes. Los humanos son
obra de algún mal espíritu que quiso arruinar la labor
de nuestro Vucub Caquix. Esas bestias algún día se
136
Clemente Guido
exterminarán entre ellas y dejarán la tierra en paz para
que la habitemos los inteligentes animales irracionales.
Entonces esto será el paraíso y todos seremos felices.
Pasó el tiempo. El sol siguió su ruta y empezó
a buscar en occidente un sitio seguro para descansar.
Los amigos de Uds. los que leen esto, se cansaron de la
prolongada espera y Ambición dijo:
----- No es humano, ni decente estar esperando
tanto tiempo a que un vil y degenerado garrobo regrese
a su casa. Debe andar parrandeando con alguna iguana
prostituta o debe estar donde su querida --el chocoyo
pensaba como humano y con la misma perversidad-¿Porqué no le pegamos fuego a la cueva del garrobo y
hacemos salir a su iguana y a sus hijos, los capturamos
como rehén para que el dichoso animal nos revele el
secreto que buscamos, con pena de matar a la hembra
y a toda la prole?
El garrobo al oír esto, palideció intensamente
y su fría piel se puso caliente de miedo. Estaba probado
lo que le había dicho su abuelo. Hasta aquella ave
verde con voz humana pensaba como tal y sin duda
sería capaz de poner en práctica sus propósitos.
Ante esta evidencia y para salvar la vida de
sus hijos y la de su hembra, el heroico garrobo decidió
salir completamente de su cueva para enfrentarse a su
destino encarnado en la figura de aquellos dos humanos
y de aquellas dos verdes aves de encorvado pico
---- ¡Calla! -- advirtió Ilusión moviendo
sus alas-- mira que allá viene saliendo don garrobo,
pausado, parece que algo teme.
El Pájaro del Dulce Encanto
137
--- Hay que darle confianza--dijo El Tirador
Infalible-- para que no se regrese a su cueva y nos diga
lo que deseamos.
----- Garrobito, garrobito --dijo con voz
acariciadora El Dundo--venimos a buscarte desde muy
lejos.
---- Eso parece el comienzo de una canción
mexicana --le susurró Ambición.
---- ¡Cállate! --intervino
interrumpiendo el diálogo.
Ilusión--estás
----- Garrobo, garrobito, venimos desde muy
lejos para ser tus amigos y para preguntarte algo que
nos interesa mucho. Tanto, que no vacilaremos en darte
lo que pidas si nos evacúas la respuesta.
------ ¡Qué desean saber? --preguntó el
garrobo-- por mi parte solamente tengo un deseo: que
me dejen en paz y que se vayan Uds. para sus casas y
dejen tranquilo este paraje.
--- Si ese es tu deseo lo cumpliremos fielmente.
Pero dinos ¿Dónde podemos encontrar a El Pájaro del
dulce Encanto?
---- ¡Animal! --rugió Ambición-- este garrobo
no sabe nada del Pájaro misterioso. Con este garrobo
solamente tenemos que averiguar cómo haremos para
encontrar y montar al Caballo Pinto.
---- ¡Cállate! --gritó Ilusión una vez más fuera
de sí-- ¿Y si el garrobo sabe de una vez por todas
138
Clemente Guido
cómo encontrar a El Pájaro del Dulce Encanto? ¿No
te parece que nos evitaremos realizar los otros trabajos
encomendados por El Viejo del Monte?
---- Ese no es el plan trazado por el historiador
que narrará nuestras hazañas --dijo El Tirador
Infalible-- debemos respetar sus planes pues gracias
a él seremos inmortales pues llevará nuestra aventuras
a la imprenta, con todo y lo ladrones que son los
impresores para cobrar.
----- ¿Y por qué debemos sujetarnos a una
dictadura? --preguntó El Dundo-- ¿Acaso no somos
nosotros los héroes de este libro? ¡ Sin nosotros no
hay historia y sin el narrador puede haberla pues ya
encontraremos a otro que la escriba! ¡Aunque sea uno
melenudo y marihuanómano como el que anda detrás
del conejo para narrar sus hazañas!
----- Lo que a nosotros nos interesa --agregó
Ilusión-- es encontrar a El Pájaro del Dulce Encanto. No
nos importa si ya, o si hasta después de haber realizado
todas las hazañas que nos ha impuesto el narrador de
este cochino libro, solamente para prolongarlo y darle
volumen.
----- ¿Pero no ves que el hombre se puede poner
bravo y decidirse a no escribir nunca nuestra historia?
¡Y no me digan que lo mismo lo hará cualquier otro,
pues como este, que ha escrito cuatro libros famosos,
no encontraremos!
---- ¿Cuatro libros famosos? --dijo sarcástica
Ilusión-- ¡Si solamente él los ha leído!
El Pájaro del Dulce Encanto
139
El garrobo escuchaba atentamente aquella
discusión pensando:
----- ¡Cómo son de perversos estos humanos!
Ya están pensando en traicionar al pobre fulano que
está tecleando en su máquina para escribir esta historia.
¡Y lo tratan con desprecio! ¿Podré tener confianza con
ellos para hacer cualquier trato? ¡No, claro que no!
Pero no me queda más camino que responderles lo
mejor que pueda a cambio de la lejana esperanza de
que se vayan sin hacernos daño. ¡Oh, Vucub Caquix!
--exclamó casi sollozando-- ¿Por qué consentiste que
llegara este día de prueba para mí?
---- Mamita --decía en esos momentos un
garrobito a su madre, en el fondo de la cueva-- ¿De
quiénes son esas voces que conversan con papá?
---- Son humanos --dijo ella temblando.
Y los garrobitos y las iguanitas soltaron el
llanto.
140
Clemente Guido
CAPITULO P
MUCHACHA NARRA SUS
DIAS DE OPROBIO
Marta, una joven de 16
años, quien reside en el
Barrio Torres Molina Sur,
narró ayer en la policía
los horrores que vivió
durante su cautiverio
en varios burdeles del
departamento de Carazo.
En su declaración
rendida al Teniente Juan
I., Jefe de la Sección de
Personas Desaparecidas,
narró cómo era vendida en
diferentes oportunidades
y las veces que fue
torturada.
La declaración
íntegra dada por la joven
Marta es la siguiente:
“Fue un domingo
hace mes y quince días.
Yo me encontraba en
mi casa cuando llegó la
Nubia Parrales y me dijo
que si quería ir a buscar
trabajo me iba a llevar a
una parte donde me dijo
que me iban a pagar bien,
que era de “china” que iba
a trabajar.
Agrega: “Entonces yo me
fui con ella. Ya antes le
dije a mi mamá que esa
mujer andaba buscando
sirvienta. Mi mamá me
dijo que fuera a tantear.
A LA CANTINA
Sigue: “Entonces la
Blanca Nubia me llevó a
San Mar y me llevó a una
cantina. Ahí me dijo que
me iba a quedar. Cuando
yo vi que era una cantina
al apearme del carro
me quise correr, pero
la dueña de la cantina a
quien no le sé el nombre
pero al marido le dicen El
peinero Lucas, me agarró
y me metió a trompones.
Continúa: “Ese mismo
día me fue a vender a una
cantina en Darío donde
una que le dicen La
Pichula, me pegó varias
veces (dos veces) porque
El Pájaro del Dulce Encanto
NO GANABA, pues yo
no quería hacer eso”.
OTRA VENTA
Sigue: “Entonces esta
mujer me llevó a Rivas
y me vendió en 500
viejanos donde una mujer
que le dicen La Mariona.
Ahí esa mujer también me
pegó por la misma cosa.
“Entonces no me daban
de comer y pasaba todo el
día limpiando.
“El lunes pasado
como a la una de la
mañana, llegó a Rivas
141
donde yo estaba la Pichula
y le dijo a la Mariona
que me entregara porque
la policía me andaba
buscando.
Finaliza
la
declaración: “Entonces
La Mariona le dijo que le
entregara los 500 viejanos
y entonces me entregaba.
La Pichula se los dio y me
trajo al comando de San
Mar. Donde la Pichula
estuve casi un mes. Donde
La Mariona estuve ocho
días. Todo el tiempo que
estuve en esos lugares, no
me dejaron salir”.
HORRORES DE LA TRATA DE BLANCAS
PONEN FIERRO A NIÑA DE DOCE.
¿Cuántos
siglos
hemos retrocedido en
nuestra
civilización?
Investigaciones hechas
por redactores de este
diario han encontrado
que los “comerciantes de
niñas” hasta han herrado
a sus victimas.
Una jovencita de
solo doce años de edad
fue secuestrada hace
una semana en Matag
por la dueña de un salón
capitalino. Para que no
huyera la herró con su
marca: una cruz dentro de
un círculo.
Con el horror
aún dibujado en su
infantil rostro la niña
narró a un redactor,
cómo su secuestradora
la mujer Tomasa dueña
142
Clemente Guido
del prostíbulo “Bar los
Angeles”, calentó un
fierro y se lo estampó al
rojo vivo en su pierna
derecha.
Después de la
macabra labor según el
relato de la infante, la
Tomasa le dijo “Ahora sí
no te vas a ir de aquí nunca
porque la guardia viejana
sabe que me perteneces y
si te encuentran en la calle
te van a llevar presa”.
CÓMO COMENZÓ
El calvario de la niña a
quien llamaremos Nidia
comenzó cuando fue vista
por la Tomasa cerca de
su casa En el barrio “EL
PROGRESO” en Mataga.
Relató la niña que la
perniciosa mujer le dijo
que si quería viajar a
la capital Mana donde
viviría muy bien.La
niña le respondió que no
tenía interés en venirse a
Mana.
En otro intento
la
mujer
le
dijo:
“Acompáñame, vamos
a hacer un mandado y te
voy a dar dos córdobas”.
SECUESTRO
Afirma la niña que la
mujer la llevó hasta el
puente de Mataga, hacia
Jinot. Ahí a esperaba un
taxi al que la metieron a
la fuerza.
Afirma
la
menor que como lloraba
constantemente, la mujer
le dijo que no llorara
porque le daría 120
viejanos mensuales y la
comida en un “trabajo”
que le tenía preparado.
El delito de la
Monto se agrava debido
a la amistad que tiene
con los familiares de la
niña, humildes personas
que viven por la Planta
Eléctrica de Mataga.
El padre de la
menor comercia con
cerdos y su madre murió
hace seis meses.
Ahora es su tía,
una anciana que vende
tortillas, la que la está
criando.
El Pájaro del Dulce Encanto
DIRECTO AL
PROSTIBULO
Cuando fue traída a
Managua por la Monto fue
llevada de inmediato al
“BAR LOS ANGELES”,
por el arbolito.
En
cuanto
llegaron al lugar le
cortaron el cabello y le
cambiaron el nombre por
ELIT.
Al día siguiente
la montaron en un carro
con un hombre y dos
meretrices y la llevaron
donde un cliente que la
desvirgó.
La niña no pudo
identificar el lugar del
estupro pero sí dijo que
era por la iglesia de Santa
Ana.
LA EMBORRACHAN
Esa misma tarde la Monto
la llamó y la regañó
porque “no hacía bien
las cosas”. Por la noche
la obligó a tomarse seis
cervezas y media botella
de aguardiente lija junto
con unos clientes que
143
llegaron al lugar.
Dijo que después de
vomitar en abundancia se
quedó dormida. Cuando
se despertó a la mañana
siguiente se dio cuenta
que habían abusado de su
sexo.
Ese día siguiente
llegó un sobrino de la
dueña. La llevó a una
pensión y también quiso
abusar de ella sexualmente
pero no logró su propósito
por lo que la regresó a su
cantina.
LA AZOTABAN
Como no se había dejado
violar por su sobrino la
dueña la amarró y la azotó
inclementemente y lo
mismo hizo el marido de
la mujer llamado Orlando,
pero con un azador. De
esa fecha en adelante la
azotaban
diariamente
para “que se le bajara
el zumo”. También la
embriagaban y cuando
se dormía abusaban de su
sexo.
144
Clemente Guido
LA HIERRAN
Aquí viene lo terrible. Un
día que la niña no recuerda,
el secuestrador le puso un
“fierro candente.
El martes pasado
fue golpeada brutalmente
porque salió a la sala
del bar y vio a su papá
que sin saber que ella
estaba ahí estaba en
la acera de la cantina,
talvez buscándola. Pero
no le pudo gritar porque
la “jalaron del pelo y la
apalearon” para que no lo
hiciera.
Después se dio
cuenta que la venderían
por 500 viejanos.
Recordó también
que para ella el día
comenzaba a las 7 de la
mañana y la obligaban a
acostarse hasta las cinco
de la madrugada.
¡SOY INOCENTE, CLAMA LA PARRALES!
Nubia Parrales Santana
procesada en relación
a la venta de menores
encontradas
en
prostíbulos, negó ayer
ante el Juez Primero
de Distrito para lo
Criminal, tener ninguna
participación
en
los
hechos que se le achacan.
La Parrales, de 39
años se declaró inocente y
dijo que “jamás había visto
ni conocido a los dueños
de cantina que también
están siendo investigados
por las autoridades de
justicia ordinaria.
Cuando empezó
a declarar lo hizo con
nerviosismo y rompió a
llorar por unos segundos.
Dijo que tenía
como ocho o nueve días
de estar detenida y que
nunca, ni por un ratito,
había sido dejada en
libertad.
ES COSTURERA
Interrogada por el juez
la Parrales declaró que
estando en la policía el
Capitán Lee Xonc le hizo
El Pájaro del Dulce Encanto
el cargo de vender a una
muchacha en una cantina,
mientras le señalaba a una
mujer chinita que estaba
ahí.
Ella dijo que le respondió
al oficial de la guardia
viejana que no conocía
a esa mujer y que jamás
había vendido muchacho
o muchacha a ninguna
cantina y agregó:
“Yo no conozco
ni de Cara ni Matag.
La
declarante
dijo que tiene dos hijos
pequeños uno de 18
meses y otro de cinco
y que debido a eso “no
puedo salir de mi casa”.
Explicó
que
se gana la vida como
modista y que tiene un
taller donde cose ropa.
Cuando se le preguntó si
sabía algo sobre la venta
de menores dijo “no sé
nada” pero que cuando
estaba pequeña su mamá
le decía que “se cuidara
porque andaban robando
niños”.
145
DECLARAN
PERIODISTAS
Por
su
parte,
los
periodistas William y
Roberto rindieron sus
declaraciones
juradas
ante el Juez Instructor y
sus testimonios agravan
la situación de las
investigadas.
Relataron la forma
cómo fueron encontradas
las menores en la cantina
pues en compañía de sus
fotógrafos respectivos,
estuvieron
presentes
cuando se hizo el rescate
en Cara.
El otro indiciado
Martin Lucas, dueño
de una cantina ubicada
en San Mar, se declaró
también inocente y dijo
que ignoraba todo lo que
se relacionaba con la trata
de blanca
¡Cuánta
inocente paloma acusada
injustamente!
146
Clemente Guido
OTRO CASO
ESTANCADO
Cabe hacer mención
que en otro juzgado está
engavetado otro caso de
trata de blancas, desde hace
un mes aproximadamente,
cuando
una
menor
denunció que la mujer
Marina Solórzano la
engañó diciendole que
le iba a conseguir trabajo
“como china”. La menor
dijo que la Solórzano le
dijo que se fueran al bar
latino donde la pasaría
recogiendo una persona
que le daría trabajo.
La menor fue
recogida por un vehículo
que la llevó al prostíbulo
“MANDRAKE” situado
cerca del Cine Managua
por el Gancho de
Camino.
Ahí un chino
abusó sexualmente de
ella que fue obligada
por los dueños de
“MANDRAKE”...
¡LIBRES LOS QUE VENDIAN NIÑAS!
Un abogado comentaba
en los salones del juzgado
que el delito Trata de
Blancas no admite fianza.
Sin embargo, los dos
sujetos detenidos por la
Policía acusados de ese
delito habían conseguido
sentencia del Juez de
Policía antes de doce
horas de detenidos.
¡Qué
rápida
eficiencia del togado!
Los
sujetos
Martin Lucas y Carlos
Chupamocos
fueron
detenidos en San Mar el
lunes después de que una
señora que logró escapar
del lupanar de los sujetos
narró los horrores que
vivían ahí cuatro jóvenes
recluidas ilegalmente.
Causando
asombro a los presentes,
la señora que fue
rescatada por su marido
que la buscaba después de
El Pájaro del Dulce Encanto
que había desaparecido
del hogar raptada por los
delincuentes, narró los
horrores que vivían las
menores en ese lupanar.
La misma tarde
del lunes las menores
fueron libertadas
del
lupanar indicado donde
eran mantenidas a punta
de golpizas además de la
explotación inmisericorde
de su sexo por parte de los
alcahuetes degenerados.
Estos dieron amplios
detalles al Capitán Lee
Xong sobre el “mercado
negro” que hay en
Viejolandia y que deja
pingües ganancias a los
oficiales de la Guardia
Viejana y dicen que
también a El Viejo del
Monte...
CONFESION PLENA
“Nosotros =dijo Martín
Lucas=
vendemos
muchachas porque ese es
nuestro negocio y LAS
AUTORIDADES
LO
SABEN PORQUE NO
ES NADA NUEVO. (Se
filtró entre los presentes
147
que “las autoridades” son
socias de ese negocio).
Dieron una lista
de nombres de mujeres
que se dedican a ese
“negocio”: La Perona de
San Raf del Sur, la Rosa
Morades, de Tipita; la
Marina de la Punta de
Plancha, la Ojona de la
Jagüita y otras.
En todos los
prostíbulos las menores
son “domadas” a golpes y
algunas las “marcan” con
fierro candente.
Mientras hacían
este relato sobre sus
rostros
curtidos
de
delincuentes
corrían
lágrimas que algunos
asistentes calificaron de
“lágrimas de cocodrilo”...
DISTINTO PRECIO
Según la condición física
de la menor así es su
precio en el marcado negro
de muchachas. (Como
en cualquier mercado de
esclavos). Van desde 50
hasta 10 viejanos.
No
obstante
que los dos angelitos
148
Clemente Guido
habían sido sentenciados
a 180 días de arresto
solo
cancelables
en
efectivo como multa,
se hará gestiones para
dejarlos tras la reja para
que mediten sobre su
conducta pasada.
Es opinión de algunos
abogados que no solo el
delito de estos dos sujeto,
no amerita fianza, sino que
se agrava al convertirse
en “agentes vendedores
y compradores de seres
humanos”, además de
los delitos de rapto y de
torturar a sus víctimas
que retrogradan a esta
corrompida sociedad a la
época de la esclavitud.
CRIMEN
En la Policía también se
denunció que hace algún
tiempo dos jóvenes de
aproximadamente
13
años fueron muertas en
forma aún no esclarecida
en un burdel llamado
“LA CONGA ROJA”
situado en el kilómetro
52 de la carretera sur.
Las muchachas fueron
sepultadas
sin
que
nadie efectuara ninguna
investigación,
en
el
cementerio de Santa
Teresa.
RECONOCIDA
LIBRE
PERO
Nubia Parrales una de
las complicadas en el
tráfico ilegal de menores
para prostituirlas, fue
reconocida por dos de sus
víctimas en las oficinas
del Capitán Lee Xong. Sin
embargo logró su libertad
por orden superior”.
Aceptó que ella
había llevado a una de
las mujeres pero que ella
se había quedado en el
prostíbulo por su propio
gusto.
¿Cómo
es
posible--dijo un periodista
opositor al viejismo-- que
cuando se trata de líderes
sindicales se les condena
por el GRAVISIMO
DELITO
de
regar
papeletas y a estas mujeres
se les deja en libertad
tranquilamente cuando
están corrompiendo a
nuestra juventud viejana!
El Pájaro del Dulce Encanto
SE LAVA LAS MANOS
Interrogado sobre el
escándalo de la trata de
blancas en el país donde
se venden niñas de trece
años como terneras, el
Ministro de Gobernación
y Policía de Viejolandia
declaró ayer que hoy
sostendrá una entrevista
con el Juez de Policía para
tratar sobre el asunto.
Manifestó en su
despacho el funcionario
viejolandés que siempre
que se ha enterado de estas
denuncias de ciudadanos
acerca de la actividad de
esos lupanares y centros de
vicios, inmediatamente ha
ordenado a las autoridades
policiales el pronto cierre
149
de esos lupanares... Lo
que no dijo es que a los
pocos días se abren con
otro nombre.
Por otra parte dijo
que el descubrimiento de
los centros de vicio en
Cara es una prueba que
la policía a su mando está
cada día más interesada
en combatir la trata de
blancas.
Sin
embargo
cuando los periodistas
le hicieron ver que uno
de los implicados en el
último escándalo había
sido puesto en libertad, el
funcionario viejolandés
señaló que talvez el
Juez de Policía no había
encontrado
suficientes
pruebas para retenerlo.
¿DE DÓNDE SALIO LA ORDEN?
...PARA INVESTIGACION DE
LENOCINIOS
Por órdenes de no se
sabe quién pero que se
sospecha, la Policía de
Viejolandia optó por dejar
de seguir investigando
lupanares
donde
se
presume existen menores
de edad raptadas y en
prostitución. Agentes de la
Oficina de Investigación
harían un recorrido por los
lupanares de la carretera
sur donde se dice se
mantienen gran cantidad
150
Clemente Guido
de niñas secuestradas,
pero la orden “superior”
detuvo esa investigación.
Alguien estaba
siendo perjudicado en
sus negocios --dijo un
opositor de los que
siempre calumnian al
gobierno viejolandés.
Una
de
las
mujeres
involucradas
en el tráfico de menores
fue libertada el mismo
día que fue capturada,
por gestiones de alguna
mano pachona de las que
mandan en este gobierno
corrupto.
LUCAS LA ACUSA
Por su lado, Lucas, la
señaló como “una de sus
mejores
proveedoras”,
pero que eso era lo más
natural del mundo. Como
se recordará tanto Lucas
como Carlos habían sido
sentenciados a 180 días
de prisión que significan
varios cienes de viejanos
en multa, pero luego
fueron pasados a la
orden de las autoridades
judiciales comunes, por
nuestras críticas desde LA
PIENSA.
Extraoficialmente se supo
que Lucas fue militar y
comandante de Las Cuatro
Esquinas de Esquipulas
y que actualmente es
auxiliar de la Guardia
Viejana.
SE MOVILIZAN EN
CARRO
También se sabe que
además de su lunar estrella
que se llama EL PARAISO
DE LUCAS, tiene otro en
Masate que se llama EL
ALMENDRO. Personas
que lo conocen dicen
que tiene un carro donde
moviliza a sus esclavas
de un lupanar a otro en
“intercambio” amistoso.
Caben
dos
preguntas: qué poder
misteriosos prohibió que
se siguieran investigando
los lupanares? Por qué no
se sigue la investigación
y limpieza de lupanares
cuando se está haciendo
una gran labor de rescate
de niñas raptadas y
El Pájaro del Dulce Encanto
prostituidas por estos
delincuentes? No se sabe
qué ha sucedido pero
en la Central de Policia
nadie quiere saber nada
151
de investigar lupanares...
prefieren investigar las
iglesias y los monasterios
en busca de monjas y
curas comunistas...
UN CONDENADO POR
CADA CINCO ABSUELTOS
La proporción entre
las personas que son
declaradas inocentes y las
encontradas culpables por
los Jurados de Conciencia
se mantuvo de 5 a 1
aproximadamente durante
el último semestre del año
según publicaciones de la
Corte Suprema de Justicia
de Viejolandia --decía en
otra crónica LA PIENSA.
De acuerdo con
los datos estadísticos
del Boletín No. 8 de
la Corte Suprema de
Justicia de Viejolandia,
de 385 personas que
fueron juzgadas por los
Tribunales de Conciencia,
306 fueron declarados
inocentes y se encontraron
culpables solamente a 79.
Esta vez, los
departamentos de Masa
y Río Juan se llevaron
el ciento por ciento en
materia de absoluciones
pues de 15 personas
juzgadas en Masa todas
fueron
encontradas
inocentes. Igual sucedió en
Río Juan con dos personas
juzgadas. Solo en Mana y
Ada la proporción no fue
grande pues en la capital
de 56 reos juzgados
resultaron condenados 24
y en Ada de 27 juzgados
se declararon culpable a
10.
La proporción en
materia de absoluciones
ha ido aumentando en
los últimos dos años, tal
como lo demuestran las
estadísticas: en 1968 se
juzgaron 752 personas en
todo el país y se declararon
inocentes a 582 para un
77.4 % de inocentes. En
1969 se juzgaron 815
152
Clemente Guido
personas y se absolvieron
601 para un 73.7 %.
En 1970 la proporción
de “inocencias” fue del
75.9 %. En 1971 de 809
procesados se absolvieron
635 para un 78.5 % de
“angelitos”.
¿Qué
está
sucediendo
con
la
justicia en Viejolandia?
--preguntaba
LA
PIENSA-- ¿Es que la
policía está acusando
a muchos “angelitos”
o es que los Tribunales
de Conciencia la tienen
negra y dejan salir a los
delincuentes?
¿Cómo
se
detendrá el grado de
corrupción
de
este
desventurado país si todos
los acusados de delitos
varios son absueltos, o
casi todos?
¡DINERO DEL SEGURO PARA
CONSTRUCCIONES PARTICULARES!
DECLARACIONES DEL SEÑOR
ERNES ROBLETO
“En la ciudad de Mana a
los once días del mes de
octubre de 19... Presente
el señor Robleto, auxiliar
del
almacén
No.2,
mayor de edad, casado,
domiciliado en el Bo. San
José de la iglesia 1 cuadra
al lago y 50 varas al oeste
con el objeto de tomarle
declaraciones, en el caso
que se investiga. Al efecto
dice que mientras estuvo
de Jefe del Taller de
Mantenimiento durante
la administración
del
(aquí el nombre de un exdirector del Seguro Social)
por su cargo le consta
que la remodelación total
integral de la casa de la
señora (se menciona el
nombre) hija del entonces
Director General del
El Pájaro del Dulce Encanto
Seguro Social, se hizo
cuenta total del que
aproximadamente costó
unos C$ 80.000.00...
Que las órdenes eran
dadas
directamente
por el (nombre de exfuncionario) a través del
asistente del dicente.
Que se pedía a las
casas comerciales los
materiales, los herrajes
y todo lo necesario y se
mandaban las facturas a
mantenimiento al señor
(menciona nombre) que
las cancelaba con dinero
del Seguro a través de
órdenes de compra y
por el papeleo normal
usado por la institución.
Que así mismo todos los
trabajos de fontanería y
electricidad y similares
fue hecho de esta manera
a cuenta del Seguro. Que
todo esto se refiera a la
casa que actualmente está
habitando el señor (aquí el
nombre del funcionario).
Que en ese tiempo se
mantuvo un personal de
cinco hombres pagados
por el Seguro, incluyendo
también el cuidador de
153
la construcción. Que el
precio aproximado es de
C$ 40.000.00 y 50.000.00
y que fue dinero que
el Seguro pagó por la
construcción del entonces
Director General del
Seguro. Que así mismo
toda la estructura de hierro
fue comprada y pagada
con dinero del Seguro.
Que en la remodelación
total de los laboratorios
Rocas propiedad privada
del Director General
se pagaron unos C$
9.000.00 o C$ 10.000.00.
Que también se hizo
por cuenta del Seguro
reparación, pintura y
remodelación de la casa
del mismo funcionario
en Huehuetelandia. Que
el declarante recuerda
que solo en materiales
se mandó la suma de C$
77.000.00. Que además
del Doctor, un Coronel
retirado (menciona el
nombre) ordenaba hacer
trabajos en su quinta
o finca en la ciudad
de Diríam y que los
trabajadores de esos
trabajos salían en planilla
154
Clemente Guido
del Seguro y eran pagados
por la institución. Que la
suma de estos trabajos al
ex-coronel suman unos C$
8.000.00 o C$ 9.000.00.
Que quiere hacer pública
la presión a que ha sido
sometido por parte del
Sindicato del Seguro
para que denunciara estas
anomalías, por lo que
lo hace. Que luego fue
sustituido en su trabajo
quedando cesante. Que
nuevamente
reingresó
al Seguro con un cargo
inferior,
tres
meses
después. Que ahora que se
ha formado un Sindicato
pro Defensa de los
Afiliados del seguro, fue
llamado por el Sindicato,
rogándole que denunciara
lo que sabía. Que es todo
cuanto sabe. Que deja
abierta su declaración
para reanudarla cuando
la Institución lo considere
conveniente. Y leída
que le fue la presente la
encuentra conforme, la
aprueba, ratifica y firma.
ESCANDALO CON MEDICINAS DEL SEGURO
En la última licitación de
medicinas celebradas en
el Hospital El Descanso el
sábado pasado, cayó como
una bomba la denuncia de
varios representantes de
la Industria Farmacéutica
del país que acusaron
a una firma comercial
de estar ofreciendo una
competencia desleal a
todas las empresas que se
dedican a la elaboración
de esos productos en la
República.
Concretamente
los
denunciantes
aseguraron
que
el
Gerente de esa firma, sin
estar clasificada como
Industrial por el Ministerio
de Economía, importa
materia prima y productos
semi-elaborados sin pagar
los
correspondientes
impuestos
de
introducción.
Aconsecuencia de
El Pájaro del Dulce Encanto
lo anterior, señalaron los
quejosos, la International
prácticamente ha barrido
con todas las licitaciones
de medicamentos que
en los últimos tiempos
ha formulado la Junta
Nacional de Asistencia
y el Seguro Crucial y el
Hospital El Descanso,
realizando ofertas mucho
más baratas que sus
competidores porque no
paga impuestos.
Las personas de
firmas afectadas dijeron
que cómo es posible que
una casa que no está
registrada como industrial
en la Cámara de Industrias,
se le permita introducir
sus materias primas sin
pagar impuestos.
ENORMES
UTILIDADES
Para dar una idea de las
enormes utilidades que la
firma acusada ha obtenido
en la participación de
esas licitaciones, las
fuentes manifestaron que
recientemente en un solo
producto que no le fue
155
aceptado se iba a ganar
limpiamente la suma de
treinta mil dólares.
Nuestros
informantes dijeron que
aún hace pocos meses
la International ganaba
todas las licitaciones del
Seguro Social pero que
esta entidad después de
verificar
Investigaciones
a fondo comprobó que
26 de los 28 productos
farmacéuticos que le
vendió dicha firma era de
pésima calidad por lo que
tuvo que devolvérselos y
liquidar sus transacciones
con la misma.
No obstante todo
lo anterior los denunciantes
señalaban como principal
responsable
de
este
escándalo a las autoridades
del Ministerio de Salud,
pues es el encargado de
velar por el control de los
productos farmacéuticos
que se elaboran o
expenden en el país.
Agrega la firma
denunciante que “nos
alarma que alguien pueda
acaparar casi totalmente
156
Clemente Guido
con plazo de entrega
inmediata,
renglones
que cubren casi toda la
licitación, tratándose en
la mayoría de los casos
de laboratorios que no
son conocidos en el
mercado porque no tienen
propaganda ética en el
país, ni son conocidos de
los médicos.
Puntualiza
además que según las
leyes del país para que
un laboratorio extranjero
pueda
vender
su
especialidad en Nicaragua
tiene que cumplir los
siguientes requisitos:
Tener un contrato
con la compañía que
representa, autenticado
por
el
respectivo
consulado; tener un poder
para realizar el trámite de
marcas, etc.; contar con
un certificado del país de
origen, de que el producto
está autorizado a venderse
en ese país y tener un
certificado de análisis
cuali-cuantitativo de un
laboratorio del estado.
Como pueden ver nuestros lectores a través de estos
recortes de LA PIENSA, la situación en Viejolandia
era de una inmoralidad bochornosa. Según las mismas
declaraciones de los implicados en el delito de trata
de blancas, las autoridades de Viejolandia eran
conocedores de la existencia de dicho tráfico y no solo
eso, sino que ellas también se beneficiaban con él.
La alarma de la ciudadanía no pasaba a más;
un ciudadano, médico iluso, que protestó por medio
de LA PIENSA porque los delincuentes fueron puestos
en libertad en menos de veinticuatro horas, recibió una
respuesta bárbara del Juez de Policía Coronel Mocón en
la que este gorila lo trataba de delincuente. Así estaban
de invertidos los valores humanos en Viejolandia.
El Pájaro del Dulce Encanto
157
Al poco tiempo los viejolandeses se habían
olvidado del asunto porque el Viejo del Monte tuvo
buen cuidado de entretenerlos organizando una serie
mundial de JAIBOL al que eran tan aficionados su
súbditos. Hasta la misma PIENSA con todo y la furia
de su director cayó en la trampa y se olvidó de los
problemas nacionales de corrupción y criminalidad
para dedicarse a hacerle la propaganda a la serie de
JAIBOL, a la que asistieron los mejores jaiboleros del
mundo deportivo
La cosa no pasó más que de ser una broma
pesada puesto que el torneo fue ganado por los
visitantes, pero millones de viejanos en oro puro se
fueron para el extranjero, dejando a los viejolandeses
en una mayor miseria que antes.
Quizá el lector se preguntará cómo fue
posible que las autoridades pusieran en libertad a las
24 horas a los protagonistas de tan infame negocio
y porqué ordenaron cesara la persecución contra los
humildes cantineros que herraban niñas, las raptaban
y las obligaban a desvirgarse con chinos; la verdad
es que en aquellos tiempones que nunca volverán a
Viejolandia, los militares ganaban sueldo de miseria.
Un Coronel ganaba lo que un contabilista de cualquier
casa comercial de segunda categoría. Sin embargo, los
tenientes, los capitanes, los mayores, los coroneles y no
digamos los generales, se daban la gran vida: quintas,
haciendas, yates y todo lo que solamente se puede
conseguir con un sueldo que no sea de contabilista de
casa comercial de segunda categorías.
Los distinguidos y sufridos militares
aumentaban sus “entraditas” con “negocitos” como
158
Clemente Guido
el que vamos a descubrir si seguimos a esa patrulla
de soldados que al mando de un sargento marcha en
una calle de la Capital de Viejolandia. El vehículo se
detiene en una cantina con rótulo luminoso y bujías de
colores en la fachada. Los alistados se apean mientras
el sargento entra lentamente, con paso estudiado, al
salón principal. Ahí bailan las parejas. Otros beben
licor sentados en mesas agrupadas en rincones
semioscuros.
---- ¿Y...? --pregunta casi solamente con un
gesto el sargento al hombre que apoya sus codos en el
mostrador.
La música suena intensa, bullanguera, como si
la roconola estuviera borracha.
----- Aquí tenés doscientos viejanos...
----- ¿Sólo diez mujeres tenés?
-----”Sirilo”. A veinte “tayules” cada una, son
doscientos.
------ ¡Naranjas de Chinandega! Te faltan...
------ ¡Si están claras las cuentas! Son...
------ Sí, hombre, lo de la cuenta de las putas
está completa. Pero no has pagado por el derecho
de desvelar a los vecinos. ¿No ves que tenés la
roconola muy alta? ¡Pronto llegarán a protestarle al
Comandante!
El Pájaro del Dulce Encanto
159
El cantinero extrajo cincuenta viejanos más y
se los entregó al sargento.
El pundonoroso militar abandonó el burdel.
Cuando hubo subido al yip militar abrió un maletín y
metió en él el dinero cobrado.
Roja.
----- ¡Jala al siguiente! Vamos a la Conga
----
La ronda anda buena. El Comandante no se
quejará del cobro de esta semana.
----Nunca se queja porque siempre pagan.
Si no, les cierra el negocio y les va peor. ¡Ey jodido!
Detenéte aquí que con este putero terminamos el
recorrido y nos dedicamos a cobrarles a los billares y
jugaderas de dado de la zona -dijo el sargento.
Cada comandante cobra
impuestos de
protección a los burdeles, cantinas, billares, jugaderas
de Dado, ruletas, de su circunscripción militar.
Mana, la Capital de Viejolandia, estaba bien
distribuida en ese sentido. Es esta la razón por la que
los militares, a pesar de ganar sueldos de hambre
llevan vida de millonario, y la razón por la que El
Viejo del Monte nunca les mejora el salario. Si ganan
mal, tienen que vivir del robo, de la prostitución, del
juego prohibido y demás maniobras sucias; y así de
esta forma se convierten en delincuentes y El Viejo del
Monte los tiene en sus manos y por tanto asegurada su
fidelidad.
160
Clemente Guido
El Dictador procura tener en el ejército a
gente sin ninguna aspiración política y con muy poca
inteligencia. En el ejército no hay más culto que a El
Viejo del Monte. Si el Jefe ríe, hay que reír; y como el
Jefe roba y mata, hay que robar y matar.
Si se hace todo eso siendo uno fiel al Dictador,
no hay peligro de que la Justicia nos atrape.
¿Y cuál Justicia?
Los jueces son nombrados por El Viejo del
Monte de entre los que le son leales. También les paga
sueldos de hambre para obligarlos a robar, a cobrar
ilegalmente a los reos, a vender los juicios al mejor
postor.
Si hay un incendio provocado por algún
turcocircuito los jueces se pelean por levantar “cabeza
de proceso”, no para castigar ejemplarmente al turco
incendiario de la tienda o negocio, sino para dictarle
el sobreseimiento definitivo a cambio de un porcentaje
del Seguro Contra Incendios que el turco cobrará. Si
hay un reo procesado por robo, se le deja en libertad
a cambio de una gran parte de lo hurtado.Si alguien
comete un crimen, basta con que pague una cantidad
de millares de viejanos para que salga libre. Por eso, la
crónica de LA PIENSA sobre el enorme porcentaje de
absueltos en Viejolandia. Si el criminal no tiene dinero
entonces se le condena sin misericordia, o peor aún, no
se le juzga nunca y se pudre en la cárcel. Contra este
estado de cosas luchaba el Director de LA PIENSA;
también contra este estado de cosas predicaba
montado en su chancha el líder máximo del pescuezo
largo Hernando A. Cuero, en la época cuando nuestros
personajes llegaron a Viejolandia en busca de El Pájaro
del Dulce Encanto.
El Pájaro del Dulce Encanto
161
El yip con los soldados siguió su recorrido.
En uno de los barrios de Mana, comprendido en la
circunscripción que cuidaba el Comandante de aquellos
hombres, empezaron a visitar los billares y las cantinas.
En una de estos, disfrazado con un rótulo que decía:
CLUB DE MARIMBEROS SIN MARIMBA
entraron el sargento y sus hombres.
---- Venimos por...
El dueño del negocio no parpadeó siquiera. Se
dirigió a la gaveta del mostrador y entregó al sargento
unos billetes.
----- Como ve, son solamente tres billares
los que tengo ahora. Vendí el otro porque no estaba
produciendo. Son sólo treinta “varas” por semana de
ahora en adelante. Me le dice al Comandante...
----- Yo sé lo que tengo que decirle al
Comandante. ¿No tenés “patrulleras” a tu cargo?
----- No. Ud. sabe, sargento, que no me gusta
ese negocio. Sólo los billares. No alquilo cuarto a
ninguna puta como Ud. puede comprobar.
El sargento salió. Se acomodó en el yip.
Un soldado novato, de los llamados “pelones” le
preguntó:
----- ¿Y por qué se le cobra aun club privado?
¿Acaso no está autorizado por la ley?
162
Clemente Guido
----- No jodas baboso. Este no es club ni nada.
Es un pinche billar que se disfraza de club para poder
abrir sus puertas en horas de trabajo.
---- ¿Cómo lo hacen?-- preguntó el mismo
guardita pelón.
----- Eligen una directiva, agregan una lista
de supuestos socios accionistas, la inscriben en
escritura donde un leguleyo, y ¡listo! Cada billar de
estos supuestos clubes paga diez viejanos a la semana.
Y si tienen “patrulleras” que atienden clientes en los
cuartos del club, pues se les cobra veinte viejanos por
cada uno, como si fuera una cantina de putas.
huye.
Casuchas de tablas. Luz incierta. Perro que
El sargento y sus soldados bajan.
Hay una cantina con mesas rústicas y un
mostrador sucio en el fondo.
Una puerta mugrosa con una bujía roja en
la parte superior esconde algo que el sargento y los
soldados conocen bien.
Entran en ella y caen en un salón de juego:
ruletas, dados, “toros rabón”, “chalupas”, en un
galerón enorme que daba al fondo del patio y que no
era visible de la calle. Los “coimes”, activos, limpian a
los jugadores del dinero que lleven.
El sargento dirigió una mirada alrededor.
Se encontró con el flaco y rojo rostro del dueño del
negocio.
163
El Pájaro del Dulce Encanto
----- ¡Buenas noches!
----- ¡Buenas! --gruñó éste.
Los soldados esperaron
negligentemente apoyado en el piso.
con
el
rifle
---- En este sobre encontrará Ud. el “bagin” de
esta semana para el Comandante.
El sargento gruñó nuevamente. Dijo:
---- No es ningún “bagin”. Es un derecho que
pagas por el permiso de tener jugaderas en tu cantina.
----- ¡Si, claro, yo no quería decir otra cosa!
----- Ya sabes que no es a la fuerza que tenés
que “vomitar” estos “bulacos”. Cuando no querrás
pagar, no pagas, solamente que se te cancela el permiso
y te cerramos esta “fritanga”. ¿Juega?
---- Por supuesto, sargento, claro que ¡juego!
Los soldados rieron por debajo y siguieron
a su sargento. Cada uno de ellos deseaba llegar a ser
algún día Comandante de una zona de Mana para
sacarle esos beneficios jugosos... o siquiera el sargento
favorito del Comandante, como aquel que los jefeaba
aquella noche, porque de seguro hasta su cuartería de
alquiler podrían construir.
Las once de la noche. Ha terminado el
recorrido. El maletín está pletórico de billetes para el
Comandante. Los soldados se aburren en el yip cuando
oyen estas palabras que los alegran:
164
Clemente Guido
---- Bueno, muchachos, terminamos el trabajo
para el Comandante. Ahora viene el nuestro. A recoger
nuestros propios “chambulines”. Vos--al chofer-- Vira
para el cine. Vamos a hacer nuestra propia colecta.
Los guardias rieron alborozados.
Siguieron por la calle principal del barrio. El
cine acaba de cerrar. Parejas de enamorados rezagados
se escabullían en la penumbra. Sombras nebulosas
escapan a la luz incierta de la calle. Los focos del yip
los encandilaron y los guardias los amenazaron con
sus rifles. Los obligaron a montarse en el vehículo,
apretados como sardinas en su lata.
nada!
----- ¿Por qué nos llevan? ¡Si no hemos hecho
Un culatazo en el abdomen. Silencio. Llanto
nervioso de una mujer. Maldecir de un hombre.
---- ¿Pueden callarse, maricones? Están
haciendo actos inmorales y todavía reclaman.
---- No es cierto. Íbamos entrando a nuestra
casa...
----- Así es que ¿me estás diciendo mentiroso?
¡Un guardia viejano no miente, hijueputa!
---- Yo ando solo. ¿Con quién estaría haciendo
actos inmorales?
---- ¡Con las manos! ¿Creés que no te vimos,
grandísimo chancho? ¡Sinvergüenza!
El Pájaro del Dulce Encanto
165
----- Yo vengo del restaurante donde trabajo
como mesera...
---- ¡No me la hagas, mamita...! ¡Vos sos
“ruletera”!
----- ¡Tu madre es la que es puta, no yo!
Culatazo en el pecho. Sollozo con grito
histérico previo.
---- ¡Ladrones! ¡Uds. son más ladrones que los
“rosquilleros”!
----- Bueno, me han convencido. Todos se
pueden ir si me entregan veinte “viejanos’ cada uno.
¡Y cuidadito con irse a quejar porque los busco y los
acabo a palos!
Terminó la discusión entre los personajes
de esta novela. El Dundo y sus amigos llegaron a la
conclusión que seguirían la trama trazada por el autor
de este libro, siempre y cuando no se les presentara
una oportunidad para conseguir a El Pájaro del Dulce
Encanto por una vía más rápida.
Continuaron con el interrogatorio del garrobo
que pacientemente había esperado mientras su mujer e
hijos temblaban dentro de la cueva ante la presencia de
los humanos.
Los garrobitos murmuraban entre sollozos
sus oraciones pidiendo al dios quiché que los librase
de tan indeseados personajes. Se imaginaban en una
cazuela, revueltos con pinol y manteca de cerdo, listos
166
Clemente Guido
para servir de almuerzo a un grupo de hambrientos
humanos.
Preguntó una vez más El Dundo dónde podrían
encontrar al Caballo Pinto y cuál era el secreto para
montarlo sin que los botase.
El garrobo meditó unos segundos y luego
con voz segura pero pausada contestó que el animal
buscado lo podrían encontrar en la llamada Comarca
de Cuajachillo, cerca del bosque de flores de Palanca;
les dijo que tuvieran cuidado con esas flores y que más
adelante, cuando estuvieran llegando a dicho bosque,
encontrarían una chachalaca que les diría el secreto de
cómo harían para vencer al Caballo Pinto.
Contentos, los aventureros preguntaron para
finalizar, cuál camino tomarían para llegar a Cuajachillo
y el garrobo mansamente les contestó que tenían que
cruzar todo Mana, ya que aquel caserío se encontraba
al oeste de la ciudad Capital de Viejolandia, al oeste
del cerro Motastepe.
Antes de despedirse los viajeros preguntaron
cómo harían para obligar a la chachalaca a entregarles
el secreto sobre el punto antes hablado y el garrobo
en el colmo de la cortesía les contestó que para eso
tendrían que rezar delante del ave, y antes que volara
porque era muy arisca, la oración del Gato Negro
que les entregó finalmente mediante la promesa de
marcharse sin hacerles daño ni a él ni a su mujer y a
sus pequeños.
El Dundo recibió la oración mágica y mientras
se alejaban leyó cuidadosamente en voz alta:
El Pájaro del Dulce Encanto
167
SUERTE DEL GATO NEGRO
Procurá tener un gato negro y todos los martes
a las doce de la noche le frotarás el lomo con un poco
de sal, diciendo lo Siguiente:
¡Oh, planeta poderoso! Tú que ésta dominás con tu
influencia, la luna, yo te conjuro por la virtud de esta
sal y de este Gato Negro, en nombre del Dios Creador
para que me concedas toda clase de bienes tanto de
salud como de tranquilidad, riquezas y me venzas a la
chachalaca malvada para que me dé el secreto para
capturar y montar sin que me bote el Caballo Pinto,
famoso por sus tretas satánicas.
Siguieron caminando hacia Mana.
Nueva discusión provocada por Ambición
esta vez. Si con la oración del Gato Negro se podía
conseguir “toda clase de bienes, tanto de salud como de
tranquilidad, riquezas” y todo lo demás, decía ¿Por qué
no rezarla todos los martes sobándole con sal el lomo a
un Gato Negro y le pedían que les entregara a El Pájaro
del Dulce Encanto y terminaban la peregrinación de una
vez? Fue El Tirador Infalible el que encontró la falla
del razonamiento. No pudo explicarla inmediatamente
porque Ilusión había tomado la palabra eufóricamente
ilusionada y felicitaba a grandes gritos a Ambición por
tan fenomenal idea que por un milagro divino se le
había ocurrido, ya que nunca antes había demostrado
ser muy inteligente, sino simplemente audaz.
El chocoyo voló alto lleno de indignación y
cuando bajó dio un picotazo a la cotorra ofensiva en
venganza por tamaña ofensa contra una inteligencia
168
Clemente Guido
nunca discutida antes. Las dos aves se trenzaron en una
pelea brutal y las plumas verdes salieron disparadas a
los lados mientras los totolates, asustados y naturales
en ellas, huían despavoridos de aquellos belicosos
cuerpos buscando refugio en la distancia
El Dundo puso fin a la disputa. Colocó a las
aves en sendos hombros. A pesar de eso, se aventaron
unos cuantos picotazos más, pero ya no se pudieron
alcanzar.
Complacido, El Tirador Infalible dijo que
todo aquel alboroto no tenía razón de ser, ya que la
oración del Gato Negro servía para conseguir todo,
menos inteligencia, como lo podían comprobar si leían
cuidadosamente aquel documento mágico infernal.
El Dundo leyó nuevamente palabra por palabra,
con marcada lentitud, la oración del Gato Negro y
terminó por darle la razón a El Tirador Infalible. La
oración infernal servía para todo, menos para dar
inteligencia.
Siguieron rumbo a Mana, la Capital, que
ronroneaba a la orilla del lago Xolotlán oliendo las
pestilencias de las aguas negras que desembocaban en
él.
CAPITULO Q
Mana, la Capital de Viejolandia, se encuentra
acurrucada a la orilla del lago y al pie de una montaña.
La ciudad proyectaba extenderse hacia el sur, hacia las
colinas y serranías, en busca de mejor clima.
El Pájaro del Dulce Encanto
169
La montaña está cultivada de cafetos,
propiedad de El Viejo del Monte. El lago está poblado
de peces cubiertos, por mutación de años, de una fina
película de heces, en vez de escamas, por los que los
zoólogos los han clasificado en una especie aparte con
el nombre científico de Piscis Coprófagus; en verdad
que el nombre se lo tienen bien ganado pues a través
de innumerables generaciones, aquellos pobres peces
del lago de Mana se han alimentado exclusivamente de
excrementos humanos, procedentes de las cañerías de
aguas negras de la ciudad que desembocan en las aguas
del lago.
En un principio, los peces hicieron todo lo
posible por no comer aquella porquería, pero cuando
el excremento humano fue invadiendo más y más las
aguas del otrora cristalino lago, el alimento para los
ictios fue desapareciendo y tuvieron que comer, con
repugnancia al principio y tapándose la nariz después,
heces y más heces de las que en cantidades no medibles
bajaban por las tuberías de aguas negras hasta el lago.
Cada vez que había una epidemia de diarrea en Mana,
el nivel del lago subía proporcionalmente.
Y los Manas eran muy dispuestos a las
diarreas por alguna predisposición genética, de
modo que el nivel excrementicio del lago aumentaba
indefectiblemente desde años atrás, sin que nadie se
interesara por remediar la situación, ya que El Viejo
del Monte había dicho una vez en una de sus raras
apariciones en público que el ideal suyo era gobernar
un país sin humanos, pues estaba convencido que los
llamados animales inferiores eran más gobernables que
los hombres, y también más inteligentes; nunca había
tenido una sublevación de venados o de cusucos o de
170
Clemente Guido
guardatinajas; en cambio, algunas veces los estudiantes
y los obreros se habían sublevado contra su gobierno
benévolo. Cuando El Dundo y sus amigos llegaron
a Mana la encontraron agitada. Yipones del ejército
recorrían las calles con una o dos ametralladoras en
ellos. Los soldados con sus rifles listos a disparar, se
apiñaban en la parte posterior de los vehículos, atentos
a cualquier movimiento sospechoso de cualquier
ciudadano.
Nadie caminaba por las calles.
Silencio.
Temblor.
Miedo.
El Dundo se internó con sus amigos por una
de las calles de la ciudad con la única intención de
atravesarla para buscar la Comarca de Cuajachillo
donde encontrarían a la chachalaca que les diría el
paradero del Caballo Pinto y el secreto para montarlo
sin que derribase al jinete.
Cuando el vehículo militar se detuvo a su
lado y un guardia con voz de plomo le gritó que hacia
dónde se dirigía y porqué andaba en las calles, nuestro
protagonista no le ocultó la dirección que llevaban y el
objetivo.
Pero el soldado nunca había oído hablar de
ningún Caballo Pinto y no sabía que las chachalacas
pudieran hablar y mucho menos comunicar secretos de
esa naturaleza. Consultó el caso con su Cabo, éste con
El Pájaro del Dulce Encanto
171
su Sargento y éste con su Teniente, y éste por medio
de su aparatito de radio con el Cuartel Central y todos
llegaron al acuerdo que era mejor encerrar entre rejas
a aquel extraño fulano que decía andar en semejante
aventura.
El muchacho fue a dar con sus huesos en una
celda donde se hacinaban más de cincuenta y cinco
presos. Los reos se apretujaban como palillos en caja de
fósforo y algunos se encajaban encima de los hombros
de los compañeros; otros se colgaban de las soleras de
la celda y algunos se adherían a los barrotes.
El Dundo quedó subido encima de un reo
pelón y panzón, que a su vez reposaba encima de un
esquelético prisionero, el que había muerto aplastado
hacía muchas horas.
Por alguna misteriosa razón El Tirador Infalible
no había sido visto por los guardias viejanos y por eso
fue dejado en libertad por la patrulla que capturó a
nuestro personaje.
Todas las celdas de aquel presidio se
encontraban repletas, como aquella que ocupaba El
Dundo. En muchas, los aplastados por sus mismos
compañeros de celda eran tantos, que formaban una
especie de alfombra sanguinolenta y fétida. No por la
putridez de la carne solamente, sino porque habían sido
despanzurrados y los líquidos intestinales apestaban el
ambiente.
El Dundo no comprendía porqué lo habían
capturado a él y menos porqué aquella multitud de
hombres, mujeres, niños, ancianos y enfermos habían
sido encarcelados.
172
Clemente Guido
Orden de El Viejo del Monte.
Algo estaba pasando allá afuera.
Los reos cantaban lastimeramente canciones
religiosas en un afán de conmover a las esferas
celestiales. Otros sollozaban implorando clemencia a
sus carceleros.
Pero El Viejo del Monte había tenido cuidado
de enviar a los presidios solamente soldados sordos,
completamente sordos.
De modo que cuando los centinelas veían abrir
la boca a un reo pidiendo clemencia, como no lo oían,
creían que estaba cantando algún poema en honor a El
Viejo del Monte y lo aplaudían hasta hacerse llagas las
manos.
Los reos defecaban y miccionaban unos
encima de los otros. De modo que todos estaban llenos
de inmundicias de pies a cabeza.
El Pájaro del Dulce Encanto
173
PRESOS EL RECTOR, PROFESORES
Y GRAN CANTIDAD DE ESTUDIANTES
El ejército invadió con
tanques y soldados la
Universidad Nacional de
Viejolandia y el Rector
de la misma y decenas de
estudiantes y profesores
fueron
capturados
con otras autoridades
universitarias.
La intervención
del Ejército en la
Universidad
ocurrió
minutos después que la
Asamblea
Legislativa,
controlada por el Partido
del Gobierno, emitió un
Decreto mediante el cual
se acordó la destitución
de
las
autoridades
universitarias por no
ser leales a El Viejo del
Monte.
Dicho Decreto
fue precedido de un fallo
emitido por la Corte
Suprema de Justicia a
favor del Colegio de
Profesionales que había
introducido un recurso
en el que alegaba la
“inconstitucionalidad”
de
las
autoridades
universitarias por “ciertas
irregularidades ocurridas
en su elección.” El tal
Colegio, por supuesto,
es adicto a El Viejo
del Monte, como todos
sabemos.
La elección de
autoridades universitarias
se realizó el año pasado.
El Decreto de
la Asamblea Legislativa
fue dado a conocer casi
a las dos de la tarde
y
minutos
después,
tanques del ejército y
camiones repletos de
soldados penetraron en
la Universidad, tomaron
presos a los funcionarios
universitarios
y
encarcelaron a decenas de
estudiantes.
Todos
los
capturados
fueron
montados en camiones y
llevados al Cuartel de El
Chapote, situado frente a
la Casa Presidencial.La
toma de la Universidad
174
Clemente Guido
por fuerzas del ejército
provocó el mismo día
una fuerte reacción de
parte de los círculos
intelectuales y empujó a
varios estudiantes a tomar
actitudes rebeldes.
Ocho
jóvenes
universitarios se tomaron
una
radiodifusora
local e intentaron sin
éxito
transmitir
una
candente proclama en
protesta contra lo que
ellos definen como el
“más flagrante atentado
contra las autoridades
universitarias”.
La operación tipo
comando ejecutada por los
ocho estudiantes, aunque
fue realizada con éxito
en la toma de la emisora,
no dio los resultados que
esperaban, pues hubo
fallas técnicas en los
aparatos de transmisión
y les fue imposible
transmitir su mensaje.
El Centro de Información
de Casa Presidencial
informó más tarde que
los
jóvenes
fueron
capturados.
Hasta ayer al
medio día no había
informes
sobre
si
hubo heridos en la
intervención del Ejército
en la Universidad, pero
se dijo que los soldados
rompieron
algunas
puertas y ventanas del
recinto y dispararon al
aire para atemorizar a sus
ocupantes.
Algunos
estudiantes
hicieron
barricadas en sus aulas
para detener el paso de
los soldados, pero éstos
echaron al suelo las
puertas y los sacaron uno
por uno. Los montaron
en los camiones y se los
llevaron.
El Pájaro del Dulce Encanto
175
ROCE CON EL GOBIERNO
El Gobierno de El Viejo
del Monte un día después
que había intervenido la
Universidad con tropas y
tanques del ejército ocupó
varias centrales sindicales
de tendencia izquierdista.
Varios
líderes
sindicales y obreros
fueron detenidos lo cual
subió considerablemente
el número de presos en
este país en las últimas 48
horas.
Hasta ayer al
medio día no había
tenido
efecto
un
recurso de exhibición
personal
interpuesto
por familiares del exrector de la Universidad
Nacional y los parientes
de por lo menos sesenta
estudiantes y autoridades
universitarias presas.
Se supo aquí que
todos los reos guardan
prisión en las cárceles de
la Central de Policía.
El Gobierno de El
Viejo del Monte mientras
tanto da como explicación
que se trata de una
conspiración comunista.
Soldados
del
ejército se posesionaron
de la Central, pero no
hubo mayores incidentes,
ni heridos ni golpeados.
CEDULACION NO OPERA Y YA
GASTARON 600 MIL
¿Cómo es posible que la
Oficina de Cedulación no
ha comenzado a funcionar
y en cambio el Tribunal
Supremo Electoral ha
gastado ya en ella durante
el primer semestre de este
año, la considerable suma
de seiscientos veintiséis
mil viejanos?
176
Clemente Guido
La
anterior
interrogante se formulaba
ayer en círculos políticos,
al comprobarse que aún
cuando ni siquiera se ha
nombrado al Director
de Cedulación ni se ha
organizado su personal,
el
gobierno
viejista
ha erogado semejante
cantidad.
El asunto cobra
mayor gravedad cuando
fuentes
oficialistas
han informado que en
la próxima sesión la
Asamblea Constituyente
conocerá de un proyecto
que reforma totalmente la
Ley de Cedulación que
ella misma aprobó hace
unos seis meses. A nuestras
manos han llegado dos
documentos firmados por
el Presidente del Tribunal
Supremo
Electoral,
Dr. Valle Loco y por el
oficial
presupuestario
de ese organismo, que
comprueban de manera
indubitable la veracidad
de estos gastos.
Únicamente en
dietas, conforme a esos
documentos, el Tribunal
Supremo Electoral ha
gastado para efecto de
la Cedulación la suma
de cuarenta y cinco mil
viejanos.
EL DESGLOSE
A
continuación
desglosamos
las
erogaciones
causadas
de enero a junio en
el
subprograma
del
presupuesto
01-03,
Cedulación Nacional con
base en estos documentos
oficiales.
Sueldos
para
cargos fijos: 201.000;
sueldos de cargos o
servicios
88.800.oo;
Dietas, 45.000; Gastos
de Representación, 3000;
Asignación
Colectiva,
90.000;
Servicios
Básicos, 6.000; Viáticos
y gastos conexos, 22.800;
arrendamientos 12.000
Asignación
colectiva en el rubro de
materiales y suministros
-la anterior corresponde
a servicios no personales-21.000; Combustibles
y Lubricantes, 5.250;
El Pájaro del Dulce Encanto
Comunicación
y
radiodifusión, 10.000. Y
transporte de Tracción y
elevación 80.985.
El
Tribunal
Supremo Electoral no
ha informado en los
177
más mínimo respecto al
funcionamiento de una
oficina cuya ley creadora
incluso va a ser totalmente
derogada por el mismo
gobierno.
VIEJOLANDES TORTURADO
LE COSEN LA BOCA
Un hecho de insusitado
salvajismo y crueldad
cometido con absoluto
desprecio a las leyes
y de la dignidad del
hombre --y el cual debe
ser investigado por la
autoridad militar-- nos
denuncian desde Mina
Bona.
Un hombre que
dio muerte en duelo a
machetazos a un auxiliar
de la guardia --es decir,
ni siquiera era un
militar en servicio-- fue
espantosamente torturado,
hasta el punto de cortarle
la lengua y luego
cosérsela con alambre.
Aún quedó con
vida y fue muerto el día
siguiente por alguien
que no se ha podido
identificar.
Ignacio Zeledón
auxiliar de la guardia
viejana y Manuel Torres,
ambos en estado de
completa
embriaguez,
se batieron a duelo, el
primero haciendo uso de
su yatagán y el segundo
de su machete, con la
natural consecuencia que
pereciera quien portaba un
arma de menor alcance,
es decir, el auxiliar de la
guardia viejana.
Esto
ocurrió
el lunes 6 a medio día.
Poco después civiles de
la población entregaron
a Torres a las autoridades
militares, y varios amigos
del muerto, según se
178
Clemente Guido
nos dijo, procedieron a
encadenar a Torres y a
colgarlo de los pies para
someterlo a toda clase de
vejaciones inenarrables.
Informan los vecinos
quejosos que tres personas
cortaron la lengua al
infortunado Torres para
que no siguiera gritando;
que otro le hizo brotar
los ojos de un culatazo
y que le ponían un trapo
remojado de ácido acético
en la boca, y también que
le cosieron la boca con
alambre.
Al día siguiente
cuando se verificaban
los
funerales
del
auxiliar Zeledón llegó
al cementerio alguien a
decir que la “bestia’ se
había muerto.
Estas eran las
noticias de LA PIENSA
que estaba leyendo El
Tirador Infalible en su
escondite.
Movía la cabeza
lentamente,
como
apesadumbrado por los
acontecimientos.
En tanto que El Tirador Infalible leía
tranquilamente los reportajes de la situación política de
Viejolandia hacía LA PIENSA, el director de este diario
se hacinaba en una celda con otros tantos prisioneros.
Hernando A. Cuero, el líder de la chancha,
había logrado eludir la persecución de los mastines de
El Viejo del Monte escondiéndose disfrazado de cura
en la Iglesia de Nuestra Señora de Honduras en donde
no podía ser capturado ya que gozaba el dicho templo
de propiedades de asilo.
Como se deduce de las noticias leídas, El Viejo
del Monte había invadido la Universidad, capturando
a los dirigentes, encarcelando a todos los líderes
políticos, estudiantiles, no estudiantiles, obreros y a
El Pájaro del Dulce Encanto
179
todo aquel que pudiera significar un peligro para él,
acusándolos de comunistas.
En Viejolandia ser comunista era poco
menos que estar condenado a muerte. En realidad, los
verdaderos comunistas andaban libres, participaban
del gobierno sin que nadie los molestara porque
eran tan hábiles que engañaban al dictador. Este
acusaba de comunista a todo aquel ciudadano que
hacía militancia política en su contra. Sabía que si les
ponía ese membrete podía encarcelarlos, torturarlos,
asesinarlos, sin que el Presidente de Frutilandia, el real
gobernante de Viejolandia, se disgustara con él. Hasta
los que se decían opositores democráticos guardaban
prudente silencio cuando era reportado como “muerto
en combate” algún opositor “comunista”, por temor a
ser incorporados a la lista de ciudadanos fuera de ley.
Frutilandia era una asociación de estados que
se habían constituido en una sola nación con el fin
político-económico de explotar a todos sus vecinos.
En Frutilandia gobernaban los militares y los
ricos. Entre sí hacían negocios fabulosos a costa de
sus vecinos, explotándolos de diferentes maneras. Su
pueblo gozaba de relativa buena situación económica.
Pero a cambio de ese bienestar, exigían a los hijos
del pueblo que fueran en expediciones guerreras
patrióticas a “luchar por la libertad y la democracia”
a países extraños. Por millones morían los hijos de
los frutilandeses pobres en los campos de batalla
extranjeros sin saber porqué se mataban con los
ciudadanos de otros países que defendían su propia
patria de la invasión frutilandesa.
180
Clemente Guido
Los militares de Frutilandia y los Industriales
habían inventado una máquina especial para borrar
ideas del cerebro humano. A todo muchacho que
enganchaban en el ejército lo sometían a la acción de
la máquina borradora de ideas para dejarle el cerebro
en blanco. Luego lo sometían a la acción de una
especie de imprenta que grababa en el cerebro todo lo
que los militares e industriales querían. De este modo
les grababan el deseo de matar, la idea de que estaban
defendiendo la “seguridad” de su nación aunque talvez
estuvieran peleando con alguien que vivía a millones
de kilómetros de distancia; de los demás habitantes
del mundo eran subhumanos que no merecían vivir
sino bajo la protección de los sabios gobernantes de
Frutilandia.
Los negocios que los frutilandeses explotaban
a costa de la sangre de sus ciudadanos y la de los otros
países “amigos”, eran fabulosos. Prácticamente tenían
intervenidas económicamente a todas las repúblicas
vecinas y no existía negocio en el que no participara
algún emprendedor ciudadano de ojos azules. Las
compañías de Frutilandia no pagaban impuestos y
extraían el máximo de utilidad posible, dejando al
país “favorecido” solamente los enfermos. Siempre se
las arreglaban para tener un señor como El Viejo del
Monte al que mantenían en el poder a cambio de las
concesiones que éste daba a los intereses de Frutilandia.
Los dictadores también sacaban su tajada jugosa y los
pueblos “protegidos” se debatían en la miseria más
espantosa y en una desnutrición ejemplar.
Esto dio lugar a que los frutilandeses idearan
otra forma de controlar la natalidad de tanto esquelético
ser que habitaba en esos países vecinos. Decidieron
El Pájaro del Dulce Encanto
181
que había mucha población en el mundo y que era
necesario impedir que siguieran naciendo más seres
de esos subdesarrollados. Por tanto, emprendieron una
campaña en todo el Continente y que luego hicieron
mundial, para “planificar la familia” en todos esos
países amigos. Con eso querían decir que esa gente
debía someterse a métodos de esterilización ideados
por los sabios frutilandeses, para que no continuaran
reproduciéndose.
Alegaron para justificar este “plan”, falta de
alimentos en el mundo y exceso de población. Para dar
ejemplo y probar que eran sinceros, los frutilandeses
empezaron por esterilizar a los negros y a los indios
de su territorio, pero no explicaron que lo hacían por
las mismas verdaderas razones por las que deseaban
hacerlo en los ciudadanos de las otras repúblicas: la de
acabar con todo ser sub-humano, verdaderas rémoras
para el avance de la humanidad que tenía que ser
dirigida y encauzada por los frutilandeses.
Pues bien, todo aquel que quería ser amigo de
Frutilandia estaba obligado a odiar, torturar y asesinar
a los comunistas, que eran los enemigos naturales de
los frutilandeses. Por eso todos los dictadores como El
Viejo del Monte eran ciento por mil anticomunistas y
cuando querían aplastar una sublevación, encarcelar
a algún enemigo personal o político, o simplemente
asesinarlo, lo motejaban de comunista y borrón y
cuenta nueva.
Hacía años, cuando gobernaba el abuelo
de El Viejo del Monte, se acusaba de nazifacistta a
todo enemigo del gobierno. Entonces ser comunista
no fue un crimen. Sucedía que unos ciudadanos del
182
Clemente Guido
mundo llamados nazifacistas estaban luchando contra
Frutilandia en una guerra mundial y los comunistas
eran aliados de los frutilandeses en esa contienda.
Claro, en esos años pasados, los comunistas eran
buenas personas y los nazi eran los niños malos de la
película.
En la época de El Viejo del Monte Abuelo,
se encarceló, se torturó y se asesinó a los opositores
al régimen, pero aquella vez, acusándolos de
nazifacistas y siempre, por supuesto, en nombre de la
DEMOCRACIA.
Solo los ríos no regresan sus aguas a su
origen.
En el futuro serán enemigos aquellos que
señalen con su dedo todopoderoso, omnisciente y
omnipotente, los amigos de ojos azules --pensaba El
Tirador Infalible.
CAPITULO R
El sujeto encima de cuya cabeza había quedado
enganchado El Dundo y que a su vez había aplastado con
su peso al otro reo político que yacía bajo él, empezó
a relatarle lo que estaba pasando en Viejolandia.
Un grupo de militares jóvenes se había
sublevado contra El Viejo del Monte, ayudados por
algunos cadetes; protestaban porque estaba amenazada
la Autonomía Universitaria; porque el Congreso
electo sesionaba permanentemente como Asamblea
Constituyente para poder modificar diariamente
El Pájaro del Dulce Encanto
183
la Constitución Política de Viejolandia según los
caprichos y necesidades del dictador; porque el tirano
había intervenido en la elección de Autoridades
Universitarias; porque el grado de corrupción había
llegado a tal extremo que las niñas se herraban y se
vendían libremente como ganado, tal como aparecen en
los recortes que publicamos en capítulos anteriores.
La rebelión fue efímera, pues uno de los
mismos conjurados se apresuró a denunciarla a
El Viejo del Monte y éste procedió a aplastarla
ahogándola en sangre; todos los militares sublevados
fueron cruelmente torturados y luego asesinados en
unos cafetales; sus restos incinerados y distribuidos
por los caminos y encrucijadas del país.
El terror inundó una vez más las tierras de
Viejolandia. No había terminado de ponerlo al día el
sujeto aplastador de reos cuando El Dundo fue “jalado”
de los pelos por un gigantesco gorila uniformado que
comía tranquilamente un banano descomunal, mientras
sin esfuerzo lo arrastraba por el piso.
Lo llevaron a un cuarto donde otros gorilas
amaestrados y uniformados lo esperaban. Le pusieron
una capucha de lona negra que le cubrió toda la
cabeza hasta los hombros y se hundió en una completa
oscuridad.
Un muñeco metálico empezó a preguntarle
mecánicamente quién era; qué hacía en Viejolandia;
qué opinaba de la política del país; qué opinaba de El
Viejo del Monte; qué opinaba de Lenín, de Marx y de
Jesucristo.
184
Clemente Guido
El Dundo contestó simplemente que él era
un muchacho que andaba en busca de El Pájaro del
Dulce Encanto porque quería ser inteligente, rico y
sabio, y al oír aquello el muñeco de metal se asustó
tanto que chisporroteó y por poco funde sus fusibles.
Las luces se le encendieron disparatadamente como si
estuviera enlo queciendo y gritó a El Dundo que mentía
miserablemente ya que nadie podía intentar semejantes
locuras en este mundo. Para ser rico bastaba con ser
incondicional de El Viejo del Monte, y los inteligentes
y sabios no eran necesarios en Viejolandia. De seguro
que estaba escondiendo algo; era mejor que confesara
porque ellos tenían métodos amables para hacerlo
declarar espontáneamente.
El Dundo gritó que Lenin era el nombre de
un muchacho de su barrio que se dedicaba a cazar
mariposas y que de apellido Marx solamente conocía
a los tres hermanos que trabajaban como cómicos en
el circo de Firuliche, por lo que otra vez el muñeco
de metal estuvo a punto de fundir sus fusibles de pura
indignación. Ripostó que si lo confundía con algún
majadero. Y nuevamente le hizo ver que era mejor
decir la verdad, porque si nó pasaría a manos de un
gorila especializado en hacer hablar a muchachos
idiotas como él que se las “picaban” de valientes y
“vivarachos”.
El Dundo dijo que él no tenía porqué mentir
y que estaba diciendo la verdad; el colmo fue cuando
dijo que Jesucristo había sido un profeta, muerto por
sus compatriotas cuando trataba de librarlos de sus
opresores, porque entonces la máquina no se aguantó
más y empezó a gritarle el curriculum tenebroso del
gorila en cuyas garras caería pronto.
El Pájaro del Dulce Encanto
185
Según le gritó la máquina el gorila se había
perfeccionado en esas lides de hacer declarar rebeldes.
Había empezado su entrenamiento desde muy tierna
edad, torturando a niños de seis meses a un año;
posteriormente se le había enseñado a castrar ancianos
sin anestesia; después para aprobar su curso de
torturador de carrera había asesinado a otro gorila
en una Semana Santa, después de quebrarle todos
los huesos uno a uno con su metralleta; lo había
descuartizado en presencia de un médico, compadre
suyo; lo había mandado a echar al fondo del cráter de
un volcán y luego había terminado por asesinar a su
compadre en una carretera, porque había denunciado
ingenuamente el crimen a El Viejo del Monte, sin
percatarse que era un simple examen de grado el que
se estaba verificando.
El Dundo sintió que un esquimal se le paseaba
por la columna vertebral. Después el esquimal se
transformó en un diablo envuelto en llamas y por
último sintió unas ganas intensas de defecar lo que hizo
de una vez, acompañado de grandes ruidos de escape
de gases, obligado por el miedo; esto indignó más aún
a la máquina de metal la que agitó sus helados brazos
y golpeó en la cabeza a nuestro héroe que cayó sentado
en su propia inmundicia.
Entonces gritó nuestro amigo que él era amigo
de El Viejo del Monte y que por favor lo llevaran donde
él para que confirmara el aserto, lo que le valió una
docena de carcajadas del gorila que lo había arrastrado
hasta ahí y que estaba ocupado en devorar un banano
enésimo de esa noche.
186
Clemente Guido
ORACION DE LA PIEDRA IMAN
¡Oh invencible, mágica y encantadora Piedra Imán,
que primero fuiste hallada en el Río Jordán en el
mismo lugar donde Jesucristo fue bautizado por
San Juan , por las grandes virtudes que el Supremo
Dios del Universo te ha concedido y las que vos
tenés de natural, yo te pido que así como encantaste
al Príncipe de las Tinieblas Luzbel, Hortanán y al
valiente Almires, con tu solo mágico poder, así me
encantes a los GUARDIAS, GORILAS Y MAQUINAS
METALICAS de El Viejo del Monte, desde la cabeza
hasta los píes para que me permitan llegar hasta
donde está el prisionero El Dundo.
Piedra Imán que brillas como el diamante, hacé que
mis venas se expandan al instante y te suplico que
me hagás invisible ante GUARDIAS, GORILAS Y
MAQUINAS METALICAS; que cobardes caigan a mis
plantas y no me ataquen, que cuchillos, metralletas y
armas tengan y no me ataquen, ojos tengan y no me
vean, pies tengan y no me alcancen.
OFRECIMIENTO
Mi ofrenda es darte para mi tesoro, trigo para mi abrigo,
maíz para ser felíz, cobre para que todo me sobre y
así cuanto yo te ofrezco de todo corazón para que me
favorezcas en mi empresa de liberar a El Dundo de su
prisión.
El Tirador Infalible, Ilusión y Ambición
rezaron esta oración por nueve días con sus noches ante
un altar que tenía una piedra imán cubierta de muchas
agujas que prácticamente no dejaban espacio visible de
su superficie.
El Pájaro del Dulce Encanto
187
Al noveno día Ilusión se sorprendió de verse y
no verse en el espejo. Gritó el fenómeno a sus amigos
y en efecto todos se quedaron pasmados al comprobar
que la imagen respectiva no aparecía en el espejo que
estaba enfrente. Dedujeron que ya eran invisibles y
que la Piedra Imán ya les había respondido y sin más
vacilaciones caminaron rumbo a la cárcel donde El
Dundo pasaba las dificultades narradas en párrafos
anteriores.
Ambición tuvo sus dudas cuando estuvieron
frente al centinela que cuidaba la entrada; era un
gorila de pequeña estatura que portaba una metralleta
en el hombro derecho y un racimo de bananos en el
izquierdo. La duda desapareció cuando El Tirador
Infalible entró sin vacilar con las dos aves en sendos
hombros sin que el simio se percatase de nada. Igual
sucedió con los que estaban sentados en el corredor,
conversando y comiendo bananos o saltando para
desentumir los músculos.
Nadie los notaba.
Nadie los veía.
Nadie los sentía.
Entraron al pabellón principal y recorrieron las
celdas repletas de prisioneros. No vieron al buscado.
Siguieron a un gorila de cara patibularia que
se dirigía hacia un tenebroso pabellón que estaba al
sur del penal. Naturalmente, el simio no sospechó que
eran seguidos por un humano y dos verdes aves que
pretendían liberar a un prisionero.
188
Clemente Guido
Cuando llegaron a la zona de las torturas los tres
amigos se encontraron con que El Dundo descansaba
en una jaula en donde una bella pantera de negra
piel lustrosa y fina, de pelo brillante, se desperezaba;
solamente una débil reja separaba al hombre de
la bestia. El animal empezó a pasar su gruesa garra
por entre los barrotes de la verja y sacando sus uñas
amarillas y fuertes, acarició la morena piel de El
Dundo, dejando una estría sanguinolenta dibujada en
ella; la fiera rugió complacida o talvez frustrada porque
su víctima no se acercaba a ella lo suficiente para jugar
mortalmente.
El Dundo temblaba de pies a cabeza. Una
medrosa diarrea hacía que el piso de la jaula estuviera
embadurnado de heces humanas; al otro lado, el
excremento y la orina felina aumentaban el hedor.
Ambición voló por entre los barrotes y
picoteó a la fiera en los ojos lo que hizo que ésta se
acurrucara como un gato gigantesco atacado por una
avispa; no vio quién la atacaba por lo que obedeció a
su instinto de huir y lo hizo escapando por la puerta
que estaba mal cerrada; a su paso mató de un manotazo
a dos prisioneros que estaban amarrados a un árbol de
aguacate, en el patio de aquel Pabellón de Tortura.
Otros hombres estaban en otras jaulas con
leones y en una piscina vecina flotaba el cadáver de un
prisionero que había sido tirado a ella con las manos y
los pies atados, cuando aún estaba vivo.
El Dundo se extrañó de la actitud de la pantera,
pero su diarrea no mejoró con la ausencia del animal.
Creyó oír que alguien lo llamaba, pero no vio a nadie.
El Pájaro del Dulce Encanto
189
La puerta de la jaula de la sección donde él estaba, se
abrió. Una voz le dijo que los siguiera pero como no
vio a nadie vaciló en responder pero al fin dijo que
no sabía a quien seguir. Entonces los tres amigos se
dieron cuenta que El Dundo tenía razón y rezaron la
Oración de la Piedra Imán, esta vez para que hiciera
efecto en el muchacho. Inmediatamente éste quedó
invisible y logró ver a sus amigos por lo que se alegró
y entre llantos y moquidos les pidió que lo sacaran de
ese lúgubre lugar.
Recorrieron el camino en sentido contrario sin
que nadie los viese ni los estorbase.
Salieron a las calles, pavimentadas con hojas
de chagüite según la costumbre del lugar lo que les
daba un color verde especial y huyeron...huyeron...
huyeron.
Un radio cantaba en voz alta.
“Se te olvida que aún puedo hacerte
daño si me decido pues tu amor lo tengo
muy comprometido...”
Nadie le prestaba atención. Los malos versos
siguieron en la mala voz del cantante.
Reunión al centro.
El Tirador Infalible decía que necesitaba
saber cuál era la conducta a seguir después de aquella
lamentable equivocación que habían tenido los gorilas,
máquinas metálicas, soldados y demás servidores de
El Viejo del Monte. Francamente, él creía que no era
190
Clemente Guido
el momento de andar buscando caballos pintos para
montarlos, ni chachalacas para averiguar el paradero
de aquellos, ni militares honrados, ni políticos no
comprables, ni médicos que no hablaran mal de sus
colegas, ni tantas otras tareas que El Viejo del Monte
les había encomendado que realizaran para entregarles
el secreto del paradero de El Pájaro del Dulce Encanto.
Por otra parte, El Tirador Infalible estaba convencido
que el viejo del sombrero de bejucos y ropa de hojas
verde olivo, no cumpliría su palabra, pues ya era
proverbial que nunca lo había hecho antes ni él ni
ninguno de sus antepasados, en todos lo siglos que
tenían de gobernar aquel país.
Ilusión habló entonces y dijo que no estaba
de acuerdo con las apreciaciones del veterano tirador.
Que era muy probable que El Viejo del Monte
cuando conociera aquel desaguisado cometido con El
Dundo, castigaría severamente a los ejecutores de tan
lamentable confusión y que también creía que el dicho
gobernante cumpliría su palabra, pues se le veía cara
de hombre serio. Dijo que confiaba en el buen criterio
de El Dundo para continuar en la búsqueda de la
chachalaca sabia y para que realizara todas las tareas
pedidas por El Viejo del Monte ya que al final tendrían
la recompensa tan ansiada.
Ambición dejó ver, como siempre, sus
cualidades anímicas al decir que ella en parte estaba de
acuerdo con El Tirador Infalible y en parte con Ilusión.
Con El Tirador Infalible concordaba en que ya no era
momento de andar realizando las tareas señaladas por
El Viejo del Monte, sino que era tiempo de buscar cómo
conseguir a El Pájaro del Dulce Encanto por otros
métodos más expeditos. Que concordaba con Ilusión
El Pájaro del Dulce Encanto
191
en que El Viejo del Monte les diría dónde encontrar al
pájaro fabuloso, pero que no lo haría por su voluntad,
sino a la fuerza. Propuso, por tanto, Ambición que
después de hacerse todos invisibles por medio de la
Oración de la Piedra Imán, se introdujeran al Palacio
Presidencial y raptaran a El Viejo del Monte y le
pusieran como condición de rescate, que les revelara el
secreto que ellos habían buscado por tanto tiempo.
Entusiasmada por la idea, Ilusión propuso
que además obligaran al dictador a renunciar al sillón
Presidencial y a restituir el dinero que había robado
a su pueblo, teniéndolo en la cárcel y cobrándole a
razón de medio millón de viejanos por cada plato de
comida; a doscientos cincuenta mil viejanos por cada
jícara de tiste; a cien mil viejanos por cada vaso de
agua; a cincuenta mil viejanos cada vez que hiciera
una necesidad fisiológica; a veinticinco mil viejanos
por cada cigarrillo y así sucesivamente hasta que
devolviera al pueblo todo lo hurtado.
El Dundo solo escuchaba. Finalmente
preguntó a El Tirador Infalible qué opinaba del Plan de
Ambición modificado por Ilusión. El veterano tirador
de la escopeta calibre doce dijo que no era posible el
plan por una sencilla razón: aunque no los viera, El
Viejo del Monte los sentiría desde quinientos metros
de distancia pues tenía el chischil de una serpiente de
cascabel que le avisaba de la proximidad de cualquier
enemigo.
Extrañado El Dundo preguntó cómo era eso.
El Tirador Infalible que era muy sencillo. Cualquier
campesino sabía que si deseaba conocer la presencia
de cualquier enemigo que se le acercara, sólo tenía que
192
Clemente Guido
poseer el chischil de una serpiente de cascabel viva.
Pero debería huir a una distancia no menor de cinco
leguas de donde habitara la serpiente chinga, pues
ella lo perseguiría y lo mataría indefectiblemente si lo
encontraba dentro de esa área.
El cascabel extirpado en esa forma a la
serpiente, sonaría suavemente, de modo que sólo su
dueño lo oiría, cuando se acercara un enemigo en un
radio de quinientos. Todos callaron confundidos.
Fue Ambición la que dio otra solución. Era
necesario derrocar del trono a El Viejo del Monte por
medio de una revolución. Había que aliarse con el
máximo líder Hernando A. Cuero y con el Director de
LA PIENSA, para conspirar contra el viejo del sombrero
de bejuco. A Ilusión no le hizo mucha gracia eso de
meterse en la política de Viejolandia. Argumentó que
El Viejo del Monte estaba armado hasta los dientes;
que lo protegían los gobernantes de Frutilandia y que
pelear contra él con las armas era meterse en el campo
donde él era el más fuerte y el más ducho. Por último
aseguró que lo mejor era continuar con el plan de
realizar las tareas encomendadas, aunque tardaran más
tiempo en conseguir su objetivo.
CAPITULO S
Hasta muchos días después, los amigos pudieron salir
de su escondite. Por una parte, el mal estado general de
El Dundo no les permitía salir; por otra, la intranquilidad
y el terror que había en Viejolandia no daban garantías
para andar libremente por las calles.
El Pájaro del Dulce Encanto
Pero todo pasó.
Los muertos se fueron a abonar la tierra.
193
Los prisioneros torturados fueron puestos en
libertad con la amenaza de que no contaran nada de
lo que les había pasado su pena de que los irían a traer
de nuevo para someterlos a otras barbaridades. Claro,
todo el mundo guardaba prudente silencio.
Cuando todo estaba en calma; cuando
nuevamente el líder Hernando A. Cuero salió a
predicar su revolución contra El Viejo del Monte,
entonces salieron nuestros protagonistas del escondite
y se propusieron buscar a la chachalaca que les daría el
secreto del paradero de El Pájaro del Dulce Encanto.
Cuando salieron a la calle, El Dundo preguntó
a El Tirador infalible porqué el dictador consentía
la campaña de Hernando A. Cuero y los escritos
virulentos del Director de LA PIENSA.
El hombre de la escopeta calibre doce repuso
que era una jugada hábil de El Viejo del Monte ya que
con ello se daba internacionalmente la fama de ser un
gobernante democrático, sobre todo, delante de los
Frutilandeses.
No se sabe cómo El Tirador Infalible se
consiguió un burro para que viajara en él, El Dundo.
Alegó que la distancia hasta Cuajachillo era grande y
que era mejor ocupar este medio de locomoción asnal.
Nuestro protagonista no hizo objeción alguna y se
montó en la bestia llevando en cada hombro al chocoyo
y a la cotorra que estaban callados y pensativos. Iban
194
Clemente Guido
saliendo de la ciudad cuando notaron que un policía de
tránsito estaba desviando a todos los vehículos hacia
el norte, donde otro grupo de uniformados recibía al
conductor.
Cuando El Dundo llegó donde el primer
agente éste lo obligó a desviarse como lo hacía con los
vehículos motorizados.
Llegado que hubo donde el grupo de policías
que esperaba a los vehículos desviados, un policía de
uniforme plomo se le acercó y le preguntó dónde tenía
el último revisado del burro; El Dundo contestó que él
no sabía qué era eso de “revisado” y el agente por toda
respuesta le dijo que conectara los “pide vías”.
El Dundo no supo qué hacer, pero el burro, que
ya era veterano en estas lides, movió alternativamente
sus grandes orejas hacia la derecha y hacia la izquierda,
y el policía dictaminó que estaban muy buenos. Luego
pidió que probara el pito y el burro por toda respuesta
dejó oír un sonoro rebuzno que se escuchó a media
legua; entonces el policía pidió que se probaran los
frenos y el burro se paró firme en las cuatro patas
mientras El Dundo intentaba inútilmente hacerlo
caminar.
Satisfecho el policía sacó de un salbeque una
calcomanía húmeda que decía “tercer trimestre” y se
la estampó al burro debajo de la cola mientras cobraba
tres viejanos a nuestros amigos.
Cuando reanudaron el camino El Tirador
Infalible le explicó a nuestro personaje que esa era una
de las “entradas” particulares del Jefe del Tránsito. Que
El Pájaro del Dulce Encanto
195
todos los millares de vehículos de Viejolandia tenían
que usar ese “revisado” y cambiarlo cada tres meses,
lo que significaba una colecta de muchos millones de
viejanos al año para aumentar el capital del Jefe del
Tránsito y asegurar su fidelidad a El Viejo del Monte.
Además de eso, siguió hablando el hombre
de la escopeta doce, a los conductores que cometían
alguna infracción se les llevaba a la oficina de Tránsito
(que era un cuartel como cualquier otro) se le aplicaba
una multa a criterio del Jefe del Tránsito y tampoco se
le daba recibo por el dinero enterado ni mucho menos
que eso entrara al fisco, sino que era otra “entradita”
del buen oficial.
Dijo El Tirador Infalible que al cargo de Jefe del
Tránsito El Viejo del Monte siempre enviaba al mejor
de sus amigos o a oficial que ya quería jubilar, para
que “ganara honradamente” bastante dinero y tuviera
“fonditos” para su retiro. Los aventureros salieron
de la ciudad y cayeron a un camino polvoso donde el
burro caminó más a su gusto que en el pavimento de
hojas de chagüite de las calles de Mana.
No habían caminado ni una legua cuando un
policía de Patrullas de Camino se les apareció en una
motocicleta de rojas luces y chillante sirena.
Asustado, El Dundo se detuvo. Su burro
permaneció inmóvil. El policía dio dos o tres vueltas
alrededor del animal. Levantóle la cola y movió
descontento la cabeza; levantóle una por una, las patas
para observar algo y volvió a mover descontento la
cabeza. Le abrió la boca al animal y pasó sus dedos por
los gruesos dientes verdes de la bestia y nuevamente
196
Clemente Guido
movió la cabeza con desaprobación, Por fin se dirigió a
El Dundo que esperaba pacientemente en su montura y
le preguntó que por qué andaba en forma tan lamentable
aquella bestia. Le recitó dos o tres artículos de la Ley
del Tránsito y le pidió la licencia de conducir.
El Dundo le dijo que no sabía que se necesitara
licencia alguna para montar en un burro y que
consideraba que aquel no era un vehículo motorizado;
pero entonces el policía le respondió que por qué
andaba el “revisado” bajo la cola cuando debería
andarlo detrás de la oreja derecha; El Tirador Infalible
intervino diciendo que El Dundo era un turista y que lo
del “revisado” bajo la cola era culpa del encargado de
la caseta del “Revisado”, puesto que ese funcionario
habíale puesto ahí la calcomanía al animalito; el
policía citó tres artículos más que prohibían andar ahí
el papelito y dijo a El Dundo que “lo acompañara a
la jefatura para arreglar ese problema”. Ilusión quiso
intervenir pero el policía la miró con ira y citó dos
o tres artículos más que según él prohibían que una
cotorra cualquiera alegara algo a un policía decente
como él; Ambicion intervino a su vez, ofendido porque
trataran así a su amiga, pero recibió igual trato. Ante esa
situación peligrosa y recordando las conocidas cárceles
de Viejolandia, El Dundo no atinaba qué hacer.
El Tirador Infalible se acercó al policía y le
estrechó calurosamente las manos mientras le decía
que no se preocupara que pronto arreglarían todos los
defectos encontrados en el burro.
El policía saludó militarmente con una sonrisa
tan ancha y grande que parecía tajada de sandía
veranera y se alejó en su moto haciendo sonar el pito a
El Pájaro del Dulce Encanto
197
todo volumen y tarareando beatíficamente una canción
de moda.
Los tres amigos se quedaron con la boca abierta
como entrada de túnel y después de unos minutos de
asombrado silencio, preguntaron a El Tirador Infalible
que cuál fue la oración rezada en esta ocasión para
librarse de tan peligroso enemigo.
“Nada de oraciones en este caso” repuso el
hombre de la escopeta; lo que había hecho era sencillo;
había puesto en la mano del policía un billete de diez
viejanos cuando se las estrechó; ese era el secreto;
cualquier policía de tránsito de Viejolandia perdonaba
cualquier falta con el roce de un billetito rosado de diez
viejanos.
El Dundo preguntó que si el ejército era un
enorme sindicato arando por qué no deponían a El
Viejo del Monte para tener mejores salarios y poder
vivir decentemente sin recurrir al juego prohibido, a
las putas, al guaro y a los cobros ilícitos. El Tirador
Infalible guardó silencio. Al rato respondió que
algunos militares habían intentado ese cambio pero que
descansaban en lugares ignotos bajo tierra, asesinados
después del intento fallido.
Cuando pasaron los viajeros por una caseta
enclavada a la orilla del camino, notaron que todos
los vehículos de pasajeros se detenían en ella. Los
conductores depositaban algo en manos del soldado que
estaba dentro, lápiz en mano y frente a una lista escrita
en papel celeste. El Dundo preguntóle extrañado qué
pasaba y El Tirador Infalible lo miró suspicazmente.
198
Clemente Guido
Explicó que era ley no escrita pero sí
rigurosamente cumplida, que todo vehículo público
de pasajeros tenía que dejar un viejano en manos del
soldado, para las arcas del Jefe del Tránsito; El Dundo
hizo cuentas y calculó la enorme cantidad de viejanos
que diariamente recibía aquel señor por concepto de
ese pago ilegal y nuevamente abrió la boca como rueda
de carreta.
Los amigos se desviaron hacia el suroeste
y tuvieron enfrente la mole maciza y llena de
bosques verdes de un cerro que en lenguaje indio lo
llamaban Tastepe; siguieron caminando alrededor del
promontorio terráqueo en busca de la falda llamada
Sierra Mater; colinas y simas interpuestas, llenas de
árboles y de animales salvajes abundan a la vista del
viajero.
Lento subir por un camino pétreo cortado por
el tránsito de los hombres y de las bestias; clima que se
refresca a medida que se asciende hasta volverse casi
frío; senda que llega hasta la cúspide de la cordillera,
espinazo centroamericano que en aquella zona baja
lentamente a beber las pestilentes y verdosas aguas del
lago mana, para después seguir rumbo al sur.
Siguieron los viajeros hacia el suroeste sobre
el espinazo de la cordillera por un sendero apenas
dibujado en la maraña de la selva; oyeron a larga
distancia el triste canto del guás que presagiaba más
frío para la noche; un “sierreño” se presentó a la vista
de los viajeros, hacha al hombro, al que preguntaron
dónde podrían a la chachalaca que conocía el paradero
del Caballo Pinto; el hombre los miró muy asustado
pues aquella pregunta le resultaba extraña y más
El Pájaro del Dulce Encanto
199
aún los caminantes; creyó que eran algunos duendes
disfrazados de humanos y empuñando firmemente
su hacha, contestó que él no sabía nada de lo que le
preguntaban; comprendiendo El Tirador Infalible que
el hombre estaba amedrentado le habló en lengua de
pueblo diciéndole que no temiera; que ellos no eran la
Mocuana ni ningún otro ser de esos muy temidos en
las montañas. Que ellos solamente eran unos viajeros
que andaban en busca de una chachalaca especial que
mediante ciertas palabras les diría el paradero de
un famoso Caballo Pinto al que tenían que montar y
domar para cumplir una tarea de El Viejo del Monte.
Cuando oyó el nombre del dictador de Viejolandia, el
“sierreño” huyó despavorido y los viajeros no pudieron
convencerlo a gritos de que volviera.
Siguieron por el camino al azar y pronto
llegaron a un cafetal que aparentemente estaba
abandonado; pero debajo de un árbol de carao estaba
una mujer jorobada, con sus dos rodillas contactando
firmemente por sus lados internos y ambos pies
abiertos hacia afuera ocupando como apoyo el borde
interno de ellos y no sus plantas como es costumbre
en los humanos; un brazo retorcido y angulado hacia
afuera hacía que la palma de la mano correspondiente
se orientase hacia atrás y afuera; sin embargo aparecía
bien peinada, con un copete elegante como si se lo
hubiese hecho en un salón de belleza; estaba descalza
y en harapos, pero su cara era perfecta como virgen
griega; los hombres le preguntaron a esta híbridode
harpía y mujer lo que ellos deseaban saber y entonces
la fémina abrió su boca dejando ver unos dientes
bellos y blancos como el palmito; pero la fetidez que
salió de ella hizo tambalearse; la mujer contestó con
voz que a veces era armoniosa, a veces chillona, a
200
Clemente Guido
veces arrulladora, a veces destemplada, que la famosa
chachalaca se encontraba por aquella época en la Poza
del Matapalo, un poco más al suroeste, siguiendo la
vereda que hasta entonces les había conducido hasta
ahí.
Siguieron el camino indicado por la mujer y
después de camiar por una hora, llegaron a la Poza del
Matapalo que, abierta espontáneamente en una roca,
daba agua cristalina y fresca a todos los animales de la
zona. Buscaron en los árboles vecinos a la chachalaca,
pero fue inútil. Esperaron a la orilla de la poza unos
minutos y pronto su paciente espera y su constancia
se vieron recompensadas por la aparición del ave
que venía cantando bullangueramente y con su estilo
característico.
El Tirador Infalible sacó de su salbeque un
gato negro que ahí traía escondido, lo que hizo que
la chachalaca lo mirara con más desconfianza; luego
extrajo un puño de sal y empezó a restregar el lomo del
animal con ella, mientras murmuraba:
¡Oh planeta todopoderoso! Tú que en ésta
dominas con tu influencia a la luna, yo te
conjuro por la virtud de esta sal y de este
gato negro en nombre del Dios Creador, para
que me concedas toda clase de bienes, tanto
de salud como de tranquilidad y de riquezas
y me venzas a la chachalaca malvada de Cuajachillo para que me dé el secreto para capturar y montar, sin que me bote, al Caballo
Pinto, famoso por sus tretas satánicas.
El Pájaro del Dulce Encanto
201
Apenas había terminado la oración, cuando
la chachalaca tomó la forma de una mujer delgada,
hermosa, que hablaba en idioma de Frutilandia a
pesar de ser viejolandesa, la que le repuso con estas
palabras:
Cipi ecetes da mrinuncoer le irecon qua da
chechelece ma cinvorba an pujar, viy e derba ai
sacrabi que modas. Módala le Irecoin
dal Muri e po revel le querode del Voaji del
Minta; cuendi alle ba le da, razele an asba pospi
lufer y sa emeracaré al Cetelli Monti; pinteli
y vualvale e razer mere qua ni ta tiba.
Inmediatamente la mujer se volvió a convertir
en chachalaca y empezó a cantar con su chachaláchachalaca que le ha dado el nombre para toda la
eternidad.
Los viajeros se miraron asombrados.
Ambición lanzó una maldición de carretonero.
Ilusión dijo que no había entendido aquella lengua
de Frutilandia en la que se les había transmitido el
mensaje pero que sin duda encontrarían a alguien que
les hiciera la traducción pues eran muchos los viejanos
que viajaban a ese país disfrazados de turistas, a traer
mercadería de contrabando, y que por eso lo aconsejado
era regresar a Mana.
Todos estuvieron de acuerdo.
Regresaron cuando el sol se desguindaba por
occidente.
202
Clemente Guido
CAPITULO T
----¡Compañeros! Me siento muy satisfecho de
encontrarme a mi regreso de Frutilandia con este
majestuoso recibimiento, donde cienes de millares de
viejolandeses vienen a darme la bienvenida; vienen
a darle la bienvenida a su líder; vienen a dársela al
hombre que jamás, por nada, absolutamente por nada,
traicionaré la causa popular.
Como Uds. saben porque nada hago yo a
espaldas de mi pueblo; fui a Frutilandia a conversar
con los grandes gobernantes de aquel inmenso país
que nos protege con su poderío económico e industrial,
para conversar, digo, sobre el estado de este pueblo
miserable, esclavizado, vejado, explotado y asesinado
por El Viejo del Monte y su pandilla. --- Los aplausos
de la multitud ahogaron la voz del caudillo.
----- Pero ¡Oh tristeza, amigos viejolandeses! Qué
tristeza me dio el saber que antes de que yo llegara
a conversar con aquellos egregios gobernantes; con
nuestros amigos del norte; con los que nos protegen
explotando nuestros bosques naturales; con los que
nos ayudan llevándose el oro de nuestra minas y la
plata de las entrañas de nuestra tierra; con los que nos
ayudan dándonos empréstitos a intereses módicos que
pagaremos hasta la sexta generación; cuando llegué a
conversar, digo, con estos magnánimos gobernantes
sin cuya venia jamás podremos botar del gobierno al
bestial, sanguinario y explotador dictador El Viejo del
Monte, ¿Saben Uds. lo que había sucedido?
----- ¡Nooooooooooooooooooooo!
El Pájaro del Dulce Encanto
203
Tal el grito prolongado de la multitud; el grito
salió de las gargantas y se fue estirando, estirando
y desenrollando y fue invadiendo los recovecos de
la plaza; los rincones de los parques vecinos; los
meandros del lago y las anfractuosidades de la ciudad;
subió a los rascacielos y se deslizó hasta los barrios
pobres; envolvió las casuchas miserables de madera y
lata donde morían de hambre los niños viejolandeses;
pasó a recorrer las cañadas donde los campesinos lo
escucharon alarmados porque traía tanto furor, tanto
calor, que podía secar las plantaciones de El Viejo del
Monte.
---- ¡Oh tristeza! ¡Oh sarcasmo! ¡Oh miseria
moral! ¡Ah cuánto mal hijo de este desgraciado y
sufrido país!
La multitud dejó salir lágrimas de sus ojos,
salóbregas como las aguas de Xiloá.
---- Para vergüenza mía, para desesperación
de Uds., para humillación de todos nosotros, unos
zánganos, unos vende-patria, unos bandidos de la
política, habían llegado antes a la Capital de Frutilandia
y habían convencido a aquellos maravillosos
gobernantes, que yo, que Uds., que todos nosotros,
somos comunistas, somos socialistas somos enemigos
del gobierno augusto de Frutilandia, y que había que
evitar por todos los medios que lleguemos al poder.
El orador se detuvo cansado, jadeante. Esos
zánganos, esos malos hijos de Viejolandia, son los
delegados del partido Zayul, esos mismos que se
separaron de este tronco magnífico de oposición para
pactar con El Viejo del Monte; para ir a unas elecciones
204
Clemente Guido
prefabricadas donde ellos sabían que no ganarían
porque no tenían partidarios; donde ellos solamente se
asegurarían unos cuantos curules que les llenarían el
estómago; que les llenarían el intestino; que les llenarían
la bolsa, a cambio de la sangre, a cambio del sudor, a
cambio del dolor de todo el pueblo de Viejolandia.
Son los mismos que son capitaneados por el
falso líder Cornado Vado, ese zayul indecente que ha
vendido al pueblo por unos cuantos billetes viejanos.
Grito ensordecedor de la multitud. Ruidos
de pies golpeando el verde pavimento. Sollozos de
mujeres y de niños. Gemidos, tremolar de almas
desencantadas.
---- Por eso, amigos, por eso, viejolandeses, hoy
en este día magnífico, en este día de sol esplendoroso que
quema ardiente como mi furia, yo Hernando A. Cuero,
líder máximo de Uds., abanderado de la honradez;
sincero con mi pueblo, haré el siguiente juramento ya
tantas veces hecho: Por nadie, por ninguna razón, por
ningún motivo, haré nunca un pacto con El Viejo del
Monte. ¡Mi guerra es a muerte! ¡O El Viejo del Monte
o yo!
En Viejolandia no hay cabida para los dos.
Uno de los dos tiene que irse al cementerio porque
no podemos seguir respirando el mismo aire de esta
tierra.
¡Que me trague esta tierra si alguna vez hago
un pacto con El Viejo del Monte! ¡Que me corten la
mano si alguna vez estrecho la suya!¡Que me corten
los cojones si alguna vez le pido un favor!
El Pájaro del Dulce Encanto
205
Nuevamente salió el grito de la multitud; aquel
mismo grito que ya se había replegado dentro de todos
los pechos; nuevamente recorrió toda la ciudad, todo el
campo, toda la montaña.
Ahora el grito va empapado en lágrimas de
multitud.
---- Y para terminar, voy a decirles a Uds.
nuestro sermón de nuestra montaña política:
¡Malaventurados los traficantes de la pobreza
del pueblo, porque algún día serán ajusticiados por
ello!
¡Malaventurados los pactistas, porque algún
día serán traicionados por el mismo Viejo del Monte
que nunca cumple ni cumplirá su palabra!
¡Malaventurados los descarados, los que
entregan al pueblo por cuarenta curules de plata,
porque ellos algún día serán despojados!
¡Malaventurados los que cierran los ojos a las
torturas porque algún día ellos serán torturados y nadie
escuchará sus gritos ni sus llantos!
¡Malaventurados los que se olvidan del niño
desnutrido y de la madre que muere de cáncer, para
hacer negocios con El Viejo del Monte, porque ellos
morirán sin la asistencia piadosa del pueblo que los
ejecutará sin misericordia!
¡Malaventurado yo si falto a mi palabra, porque
algún día Uds. me pedirán cuenta por mi felonía!
206
Clemente Guido
La multitud se disolvió en alegría y en la
plaza solamente quedaron El Dundo y sus amigos
que por casualidad habían asistido a la concentración
popular que había dado la bienvenida de Frutilandia al
incansable luchador Hernando A. Cuero líder máximo
del pueblo viejolandés.
---- Estamos seguros de tener realizado sin
mucho esfuerzo un nuevo trabajo de El Viejo del
Monte: El de hallar un político honesto y sincero.
Nadie puede ser más honesto y más sincero que este
dirigente mesiánico de Viejolandia que se expresa con
la sinceridad empapando su lengua.
Ahora solamente tenemos que preocuparnos
por montar el Caballo Pinto sin que nos bote y por
encontrar al médico que no hable mal de sus colegas.
--- Yo creo que podemos matar dos pájaros de
un mismo tiro--arguyó El Tirador Infalible-- Vamos al
hospital El Descanso de esta ciudad; ahí encontraremos
más de un médico que hable el frutilandés porque ellos
en su mayoría han estudiado allá, para que nos traduzca
el mensaje de la chachalaca mágica; a la vez nos servirá
la visita para encontrar al médico no maldicente de sus
colegas que debe encontrarse en ese hospital porque
ahí trabaja la mayoría de ellos.
--- La idea es genial --intervino Ilusión que siempre
encontraba el camino fácil-- vamos al Descanso. ¡Qué
fácil se van resolviendo nuestros problemas! Pronto
tendremos en nuestras manos a El Pájaro del Dulce
Encanto y podremos ser ricos, inteligentes y sabios.
El Pájaro del Dulce Encanto
207
--- ¿Pero cómo entraremos al Hospital El
Descanso y cómo podemos movernos libremente en su
ambiente?-- preguntó El Dundo.
--- Eso es fácil --dijo El Tirador Infalible-- Vos
entrarás como Practicante Interno del Hospital; luego
tendrás terreno despejado para conseguir nuestro
propósito.
--- ¿Pero cómo, si yo nunca en mi vida he
estudiado medicina?
---- Cualquiera diría que en realidad sos tan
dundo como tu nombre indica. Para ser Practicante
Interno del Hospital El Descanso, solamente se necesita
la aprobación de la Oficina de Seguridad de El Viejo
del Monte. Ahí no se mide a nadie por su capacidad,
sino que basta con la recomendación de esa oficina para
que puedas ser Practicante Interno de ese hospital. Esa
recomendación la conseguiremos por medio del Jefe de
la Seguridad a quien le diremos que estamos autorizados
por El Viejo del Monte para hacer esta investigación
y, por supuesto, nos pondremos a sus órdenes para
denunciar realmente a cualquier médico que hable mal
del gobierno o de las autoridades hospitalarias, o que
sea enemigo de El Viejo del Monte.
Sin discutir más el asunto los amigos
abandonaron la plaza. Al día siguiente El Tirador
Infalible se presentó con una carta de recomendación
firmada por el Jefe de la Policía de Seguridad, donde
se pedía al Director del Hospital El Descanso que
enrolara a El Dundo en la planilla de Practicantes
Internos porque tenía que realizar una misión secreta
de Estado.
208
Clemente Guido
El Dundo se presentó ante el Dr. Roto, director
del plantel asistencial, con su carta en la mano. Ni
siquiera tuvo que discutir nada. Media hora después
pertenecía al Cuerpo de Practicantes Internos del
Hospital y una hora más tarde se le asignó el servicio
hospitalario al que serviría.
Se le indicó que su Jefe era un tal Dr. Chocha
Mascada graduado de especialista quien sabe en qué
vainas en Frutilandia y que tenía un curriculum vitae
como para llenar dos libros del volumen de la Biblia.
Era el tal Chocha Mascada un enanito de apenas
cinco pies de estatura, con una panza descomunal,
cabeza calva en su centro y canosa en su periferia,
voz chillante y aliento fétido, que cuando hablaba se
empinaba para impresionar a su oyente.
Cuando estuvo frente a él, El Dundo escuchó
que decía a los demás practicantes:
---- Ya ven Uds. cuántas cagadas cometen los
demás cirujanos especialistas de esta sección. Yo no
sé cómo dicen que son especialistas y que han estado
en Frutilandia tantos años. Ya ven, ya ven. Apenas
hacen una histerectomía dejan a la paciente como
pascón, echando orina por todos lados. O con fístulas
intestinales echando excremento como surtidor. En
cambio a mí ¿cuándo Uds. me han visto cometer una
burrada de esas? ¿Quién opera mejor que yo en este
hospital? ¿Cuándo me equivoco en un diagnóstico?
Ya ven Uds. a Durito que dicen estuvo ocho años en
Frutilandia, la otra vez dejó una compresa dentro del
abdomen de una paciente. Y Martillo que estuvo en
Suramérica, dejó con una arteria suelta a una paciente
El Pájaro del Dulce Encanto
209
que yo tuve que operar de nuevo para salvarle la vida.
No, amigos Internos, Uds. tienen que seguirme a mí,
estudiar mis técnicas, leer los cuarenta y cinco artículos
que he escrito, si quieren ser buenos profesionales. Ya
ven, yo de pobre he pasado a tener una casa de un millón
de viejanos y veinte casas más que doy en alquiler; la
gente solo a mí me busca; y las pobres pacientes que
buscan a los demás, se arrepienten después. Aquí no
hay más que un gallo que canta en la madrugada y ese
soy yo...
---- ¡Diablos! --pensó El Dundo--mal
empezamos. Sin duda El Viejo del Monte conoce esto
y por eso cree que no hay médico que no hable mal de
sus colegas. Pero al menos éste tiene que ser un fatuo
que ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
Esperemos, que ya encontraremos lo que buscamos.
Pero antes de dar a leer el mensaje de la chachalaca a
ninguno de estos caballeros, mejor espero a conocerlos
un poco mejor.
La decisión fue aprobada por Ilusión y
Ambición que posaban en sendos hombros, como de
costumbre.
Un treinta por ciento de los Practicantes
Internos eran en realidad estudiantes de medicina
y, como todos ellos, tenían un especial sentido del
humor.
Como conocieron varios días después cuál
era el objetivo de El Dundo en aquel hospital, uno de
ellos le señaló que el médico que buscaba era nada
menos que Eurico Chichone, un hombre de estatura
normal, colorado, de ojillos increíblemente móviles,
210
Clemente Guido
que hablaba a gritos y que no dejaba hablar a nadie
más, de modo que su conversación era un monólogo
interminable. Sin conocer estos detalles El Dundo
ansiaba encontrarse con el tal médico. Hasta que un
día conoció en la Sala de Operaciones a un señor que
se parecía al médico descrito por los estudiantes.
Para saber si era el hombre indicado
nuestro protagonista entró en conversación con él.
Después de escuchar un centenar de palabras dichas
sin interrupción, pudo preguntarle al rubicundo
personaje:
---- ¿Qué opina Ud. de Celencuentra,
Correa Calva y Somabajos como profesionales y
especialistas?
---- ¡Jesús, doctor, no se equivoque! Le diré la
verdad aunque nos duela. No es que voy a hablar mal de
ellos, pero es la verdad. Ese hijueputa de Celencuentra,
mejor debería ser zopilote y no cirujano. Es un mierda,
perdone la palabra que no quiero faltarle al respeto a
Ud. pero tengo que decir la verdad, hermano, jodido,
y si no podemos decir la verdad cómo vamos a
conocernos nosotros en este hospital hijueputa. Si a
todo paciente que opera de alguna fractura lo deja más
renco que cuando entró y hasta una paciente se volvió
loca después que le puso un yeso muy apretado en un
antebrazo, el que se le gangrenó.
De Correa Calva solo puedo decirte que yo
no me dejo sacar una nigua de ese desgraciado. ¡Si es
una vaca, hijo, si es una vaca! Mira, hijo, y que no
oigan las vacas porque se van a arrechar porque es
ofenderlas el compararlas con este bárbaro. ¡Yo no
El Pájaro del Dulce Encanto
211
sé cómo lo dejan operar en este hospital! Con decirte
que no hay paciente al que le quite la próstata que no
quede sangrando a baldadas por tres días y ya tiene su
cementerio particular.
De Somabajo solamente te puedo decir, con
perdón tuyo, que yo creo en Dios, sólo porque este
tipo no rebuzna. ¡Es un verdadero milagro! No, hijo,
no te equivoques, hombré, yo soy el único que hace
la mejor cirugía de mi especialidad aquí. Yo tuve un
entrenador de fama mundial como Mano Volteada, el
gran profesor de la Universidad El Soplido, y otro como
el Mono Sabio, que era un tipo que operaba dormido
porque se sabía hasta el último detalle anatómico como
debe saberlo un cirujano de verdad; no ese montón
de zánganos y manetos que tenemos aquí. Si alguna
vez uno de tu familia desea operarse, búscame a mí si
querés que quede bien bueno.
Desconsolado, El Dundo buscó a uno de sus
amigos para reclamarle por la mala recomendación. El
zorro se puso a reír picarescamente y dijo:
----Buscá a Celencuentra y preguntále lo que
querés saber.
Celencuentra habló en esta forma:
---- ¡Pero cómo te ponés a pedirle opiniones
a Eurico Chichone el más tapudo de este hospital!
¿Por qué no te dice cuántos pacientes tiene en Sala
General cobrándoles honorarios cuando es prohibido
e inhumano hacerlo, pues para eso es una Sala General
de caridad; por qué no te dijo cuánto cobra por darle
una cama a un enfermo, ese sinvergüenza? ¡Que te
212
Clemente Guido
diga a cuantos penjamear a vista y paciencia de las
autoridades de este hospital!
El Dundo preguntó a otro estudiante qué cosa
era penjamear y éste le repuso:
-----Penjamear es cobrarle a un paciente de
Sala General al que legalmente no debe cobrársele,
pues son asistenciales. Pero aquí una caterva de
médicos hay que cobran por debajera con el pretexto
de que no hay camas disponibles o que les harán ellos
la cirugía indicada en forma especial y que los vendrán
a ver fuera de sus horas de trabajo, para cuidarlos mejor
y evitar que caigan en manos nuestras.
----- ¡Pero eso es una bellaquería! Un indigente
no tiene por qué pagar nada...
----- ¡Bah! --dijo filosóficamente el estudiante-aquí es lo que nos enseñan. Una cama “vale” cincuenta
o cien viejanos. Depende del médico que te haga ‘el
favor’. Y una operación especial vale de doscientos
a trescientos viejanos. Hay quienes cobran hasta mil
viejanos.
----- ¿Y cómo consienten eso los pacientes?
----- ¡La necesidad, hijo, la necesidad tiene
cara de perro! A este montón de sinvergüenzas si no
les pagas lo que ellos piden en este tráfico negro, nunca
entras y nunca te operan en este Hospital.
---- ¡Pero debe haber médicos honrados!
---- Los había. Pero ya se murieron de hambre
El Pájaro del Dulce Encanto
213
porque no encontraron trabajo en ningún hospital del
país. No lo vayas a decir, pero El Viejo del Monte
goza con corromper a todo el mundo pues con eso se
asegura su supervivencia en el poder. No admite gente
honrada a su alrededor. Son un estorbo. Los procesa
por ladrones --sin serlo-- y los encarcela, los asesina o
les quita el título.
El Dundo le dijo a Ilusión y Ambición que no
creía que la situación fuera tan negra y que insistiría
en su búsqueda dentro del hospital. Pero también
nuevamente estuvieron de acuerdo en que no deberían
dar a leer el mensaje de la chachalaca, sino al médico
honrado que encontraran, si lo encontraban, pues si
lo daban a uno de esos léperos podía quedarse con el
mandado.
Así pasaron los días, las semanas y los meses.
Siempre había algo que conocer en medio de
aquella corrupción hospitalaria general.
El Director Dr. Roto hacía negocios fabulosos
con su puesto lo mismo que el Administrador y el
Comprador ni se diga, la Ecónoma igual, y todo el
que tenía una plaza aprovechable para sacar una
“comisioncita” para su bolsillo.
En aquel ambiente mefítico, El Dundo se
movía como sonámbulo, descorazonado, y no por la
fetidez que sentía, sino porque dudaba de encontrar
al médico honesto que necesitaba para realizar su
objetivo.
214
Clemente Guido
CAPITULO U
En su búsqueda El Dundo llegó al Hospital del Seguro
Crucial.
Era éste uno destinado a prestar servicio a todos
los empleados de todas las empresas particulares y del
gobierno, mediante una cuota mensual que pagaban los
asegurados, otra los patrones y otra que debería pagar
también el Estado. Pero en realidad El Viejo del Monte
se las arreglaba para que la cuota estadual fuera pagada
por su gobierno con hojas de zacate de guinea en vez
de billetes viejanos; no satisfecho con eso, le quitaba
en calidad de préstamos grandes sumas de dinero para
la manutención de su administración.
El Seguro Crucial había sido fundado por
su bisabuelo en una de sus campañas políticas para
conseguirse el apoyo de los trabajadores; nunca el
Patriarca pensó en hacer una organización que en
realidad beneficiase a los trabajadores.
El Dundo era amigo de uno de los cirujanos
especialistas de la Institución. Preguntó a alguien
dónde podría encontrarlo y se le dijo que estaba en su
consultorio despachando a algunos asegurados.
Cuando nuestro amigo llegó se verificaba esta
plática entre el médico y una paciente:
-----Señora, Ud. tiene una enfermedad que
necesita operarse.
---- Muy bien, doctor. Si es necesario, pues
deme la cama cuanto antes que cuanto más pronto salga
El Pájaro del Dulce Encanto
215
de esto mejor mi marido dice que lo que hay que hacer
mañana mejor lo haga hoy como la hemorragia que
tengo es tan fuerte prefiero operarme pronto, así mis
hijos no estarán mucho tiempo solitos, los pobrecitos
que no tienen quien los mire; solo yo soy todo para ellos
porque el bandido de mi marido tiene una querida que
es una gran puta y le saca hasta los últimos centavos
pero el bruto no se da cuenta que lo quiere solo para
ordeñarle la plata, por eso yo quiero operarme lo más
rápido que se pueda aunque tenga que perder unos
cuantos días de trabajo y qué le vamos a hacer si así
son las enfermedades y no andan preguntando si uno
quiere o no tenerlas...
---- Señora --la interrumpió el médico-- el
problema es que no tenemos camas disponibles.
Según la lista de internamientos que es larga, Ud.
se hospitalizaría dentro de cuatro meses, si tenemos
suerte que todas las pacientes que están antes que Ud.
se operen y no se suspenda ninguna operación.
-----Pero doctor, Ud. dice que mi caso es grave
y si lo es como yo creo que es porque yo le creo a Ud.,
entonces deme la cama primero que a las otras que no
tienen nada de urgencia. Ud. sabe que una es pobre
pero necesita la salud para cuidar de sus hijos porque
si no quedarían solitos los pobrecitos para qué lo voy a
engañar doctorcito, yo quiero suplicarle a Ud. que me
dé la cama lo más pronto posible hoy o mañana o en
esta semana pero yo quiero estar operada cuanto más
antes mejor.
---- El problema es que debemos atenernos
a una lista. Efectivamente, su caso es de emergencia
y debe operarse en esta semana. Pero según los
216
Clemente Guido
reglamentos debe internarse hasta dentro de cuatro
meses. Pero hay una solución que depende de Ud.
pero, por favor, como es una concesión especial que
yo le haré, le suplico que guarde silencio al respecto
porque me podría costar el empleo.
---- No se preocupe, Dr., Ud. sabe que una es
la que necesita y en estos casos cuando la vida está
de por medio qué no haría una para curarse porque
después de Dios para mí es Ud., y en nadie más confío.
Imaginesé que me dijeron que visitara a un médico
privado y lo visité y él me dijo igualito que Ud. que
necesitaba operación de urgencia porque tenía un tumor
en la matriz sin embargo donde vuá conseguir dinero
para pagarle a un médico particular con lo enorme que
son los precios de las operaciones con ellos. Una está
chimada no se imagina...
----- Señora --volvió a interrumpir el médico
a aquella ráfaga de palabras-- el remedio está en sus
manos. Yo le consigo la cama hoy mismo y la opero
mañana en este hospital, pero Ud. tiene que conseguirme
unos mil quinientos viejanos y entregármelos
privadamente, sin que nadie se dé cuenta porque no
es que yo le esté cobrando sino que para conseguirles
la cama, la sala de operaciones fuera de turno suyo,
yo tengo que pagarle a varias personas encargadas de
eso; hasta a la secretaria que hace las admisiones hay
que darle sus chambulines y a la auxiliar de enfermeras
que tengo aquí; porque si ellas se dan cuenta que la
admití violando la lista, me denuncian y luego me
expulsan del Cuerpo Médico del Seguro Crucial, Ud.
comprende, ¿verdad?
El Pájaro del Dulce Encanto
217
----- ¿Pero onde vuá conseguir los mil
quinientos viejanos?-- preguntó con una gota de voz la
ametralladora parlante. Las lágrimas le brotaron de los
ojos.
----Pero si Ud. dice que es urgente y que si
no me operan me muero y si soy asegurada y tengo
muchos años de pagar el seguro y tengo derecho a
la operación --aspiró dos o tres mocos-- ¿ Por qué
entonces no me da mi cama y me opera sin que tenga
que pagar yo mil quinientos viejanos que están en los
cuernos de la luna, por no decirle una vulgaridad que
le falte al respeto porque podría decir en el culo de un
venado arisco pero no lo haré por no ofender sus oídos
doctorcito por qué no me da la cama de una vez y yo le
pago por abonos?
---- Por abono no se puede. ¿Puede conseguir
Ud. unos mil viejanos nada más?
---- Nacazcoles, Doctor, niesto; nieso,
estamos más fregados que una mudada de guardia.
Se conformaría Ud. Doctor con que le trajera unos
quinientos viejanos vamos doctorcito no sea malaco, no
ve que nosotros somos pobres y que el sueldo que gano
sólo me da para comprarle la leche y algunos frijolitos
a los muchachos porque el bandido de mi marido
anda con las zánganas y no da ni un centavo para la
comida yo le garantizo que Ud. tendrá sus quinientos
tayules hoy mismo en la tarde para que me dé la cama
y miopere mañana ¿está bueno, verdad doctorcitó?
---- Bueno. Se lo haré a Ud. así para que vea
que quiero ayudarle. Tráigame los quinientos viejanos
y hoy mismo la internaré y mañana se operará. El
218
Clemente Guido
facultativo se dio cuenta hasta entonces de la presencia
del supuesto estudiante de medicina y le dijo:
---- ¡Ay, hijo! ¡Cuánto me conmueve la
necesidad de esta gente! Ya ves, ellos esperan de
nosotros tantas cosas y uno no le puede ayudar como
quisiera por lo escaso de las camas. Pero tendrá la
de ella hoy y se operará mañana a cambio de unos
cuantos centavitos que me ayudarán en mi presupuesto
hogareño. Tú sabes, el sueldo que ganamos en el
Seguro Crucial es de explotación. Necesitamos vivir
con decoro, con honradez; nuestros hijos necesitan
estudiar en el extranjero; a mi señora le gusta jugar
canasta y “poca” con sus amigas todos los días y
pierde cantidades enormes, pero qué se va a hacer si
la pobrecita no tiene otro entretenimiento. La casita
que tengo necesita de diez sirvientas, dos jardineros
y dos choferes. La comida de mi perro de pura raza
cuesta la de dos mecánicos. Y mi gato bebe más leche
que dos niños de Acahualinca; por eso tengo que hacer
estas cosas que espero no las interpretes mal. Pero si
estos ladrones que están mandando desde hace tantos
siglos, roban y roban ¿Por qué nosotros no podemos
defendernos con alguna jugadita de estas?
El Dundo le preguntó por otro amigo que
quería ver y el médico le indicó el lugar donde estaba.
Nuestro aventurero se despidió pensando lo difícil que
estaba cumplir la tarea encomendada por El Viejo del
Monte, de hallar un médico honesto y que no hablara
mal de sus colegas. Siguió por los pasillos iluminados
por la luz indirecta de quiebraplatas. Preguntó a
una enfermera que andaba en biquini con el gorro
profesional en la cabeza donde quedaba la sala de
partos. Ella le respondió gentilmente con voz de trueno
y siguió sus labores.
El Pájaro del Dulce Encanto
219
---- ¿Por qué diablos tendrán vestidas así a las
enfermeras? --se preguntó El Dundo.
Siguió a la Sala de Partos y encontró a su amigo
trabajando frente a la vulva de una asegurada. La mujer
estaba tranquila. Aparentemente las contracciones
uterinas no eran tan dolorosas. El Dundo se fijó que
le habían puesto un catéter a la altura de la columna
lumbar y que un médico anestesista estaba vigilando
los signos vitales de la parturienta.
---- Cuando sienta que el abdomen se le pone
duro, entonces Ud. puje hacia abajo como si fuera a
defecar-- dijo el amigo de El Dundo a la parturienta. La
mujer obedecía fielmente.
Poco a poco la cabeza del niño se fue insinuando
en medio de la vulva; abombó la región perineal y por
último terminó por salir rotando violentamente hacia la
izquierda de la paciente, quedando el tronco y resto del
cuerpecito dentro de las entrañas maternas. El partero
le ayudó a completar la vuelta de modo que el hombro
quedara debajo del pubis; luego bajando suavemente
hacia abajo la cabeza y levantando la en un solo
movimiento continuo, extrajo el resto del cuerpo; el
niño hizo gárgaras con el líquido amniótico; el partero
le limpió la boca y la nariz con una bombita aspiradora,
puso dos pinzas en el cordón umbilical, cortó y entregó
el niño a la enfermera; ésta lo llevó a un succionador
eléctrico y le suministró oxígeno.
----- ¿Qué andas haciendo por aquí --tal
preguntó el partero a nuestro amigo.
220
Clemente Guido
----- Saludándote. Las labores en el Hospital
El Descanso están agotadoras y como hoy estoy libre
creí que podríamos salir a dar una vuelta. Yo jamás me
imaginé que estuvieras de turno. Supuse que hoy era tu
día libre, según tu rol.
---- Si, estoy libre --dijo el partero mientras
extraía la placenta-- pero tuve que venir a atender este
partito por un favor especial para esta paciente. ¿Sabes?
Ella se controló el prenatal en mi consultorio como mi
paciente particular a pesar de que es asegurada.
Luego le dí su precio de pensionado en un
hospital privado; ella dijo que podía pagar mis servicios
profesionales, pero como era asegurada y yo médico
del Seguro, prefería ahorrarse el pago del hospital y de
las medicinas, que me pagaría a mi y que la atendiera
aquí en el Seguro; yo le dije que bueno, que la atendería
aquí cobrándole aparte porque yo no tenía obligación
de venir a atender un parto en mi día libre; ella accedió
y ya me ves aquí, estamos ganándonos esta chambita,
el anestesista y yo; la paciente se ahorra el gasto del
hospital, las medicinas y que la atienda cualquier
desconocido para ella, y todos salimos contentos. Ella
prometió guardar el secreto porque esto es en realidad
ilegal y me podría costar el empleo si se dieran cuenta
los mandones. Lo cierto es que todos hacemos lo
mismo, hasta “Chucaflás” que es el Jefe de Residentes
e Internos...
---- ¡Otro caritativo haciendo
especiales! --murmuro El Dundo.
favores
El camillero se llevó a la mujer y nuestro
amigo se maravilló de que ese empleado no le cobrara
nada extra a la paciente... O a lo mejor...--pensó.
El Pájaro del Dulce Encanto
221
---- Mira--dijo el partero al anestesista-- ya te
pagaré mañana porque el marido me pagó con billetes
grandes y los cambiaré para darte tu parte. Ahora
vos, hermanito --dijo a El Dundo-- venite conmigo
que vamos a hacer otro ‘volado’ por aquí. Tenemos
un ‘venadito pinto’ que degollar y es mejor que sea
pronto, ahora que no hay moros en la costa.
El Dundo siguió a su amigo por otros pasillos
donde las enfermeras no estaban en biquini sino en
monoquini.
---- Tal vez sea por el calor --pensó El Dundo.
Llegaron a un cuarto que el amigo de El Dundo
abrió con una llave. Encendió luz. Vio una caja que
aparentemente pesaba mucho.
---- Ya me dejaron el ‘venadito pinto’.
Degollémoslo cuanto antes mejor. Ayúdame que
tendrás tu chanchita.
La caja pesaba mucho. Entre ambos la
trasladaron sin dificultad por un pasillo en penumbra y
salieron a una calle solitaria. La llevaron hasta el carro
del partero y la metieron en la valijera.
Cansados, ambos amigos se sacudieron
las manos. El motor rugió. El vehículo arrancó
suavemente. Doblar por aquí, seguir por allá, frenar
frente a un semáforo, pitarle a un vehículo que iba muy
despacio, mentarle la madre a una vieja que cruzó sin
precaución, llegar a un establecimiento que tenía un
rótulo que decía:
222
Clemente Guido
FARMACIA ETICA Y HONRADEZ ABSOLUTAS
SE DESPACHA LAS 24 HORAS DEL DIA
Un hombre calvo y panzón salió a recibirlos en
una puerta lateral. Los condujo a un cuarto apartado.
Hasta entonces El Dundo se dio cuenta de lo que
llevaban en la caja.
El esperaba ver salir un venadito pinto
brincando y berreando; pero no; lo que salio como
vómito de borracho, fue una enorme cantidad de
inyecciones, de frascos de medicinas, de pastillas
en sobres, en fin, aquel cajón venía lleno hasta los
bordes de productos medicinales. El boticario se frotó
satisfecho las manos. Empezó a remover con sus manos
los frascos, las inyecciones, los sobres.
---- ¡Carne, carnita fresquita! ¡Pura carnita
blanda de venadito tierno! --la voz le temblaba
sacudida por la avaricia-- Te has lucido, doctorcito,
te has lucido... Y como no es muestra médica, no hay
rótulo que borrar. Te daré dos mil viejanos y a ver
cuando te consigues otros paquetitos de estos.
MEDICINAS DEL I.S.C.
PROHIBIDA SU VENTA
El Dundo quitó la vista del rótulo del cajón.
El Pájaro del Dulce Encanto
223
CAPITULO V
En el Hospital El Descanso la rutina seguía
desarrollándose y aburriendo enormemente a El
Dundo. Era médico por obra y gracia de la Oficina
de Seguridad de Viejolandia, como sabemos, con la
única finalidad de encontrar a alguien que le tradujera
el mensaje de la chachalaca. Sin embargo, después de
conocer la moral de los médicos que trabajaban en
aquel centro asistencial, había decidido esperar hasta
encontrar a alguien que no se quedara con el secreto
de cómo descubrir el paradero de El Pájaro del Dulce
Encanto, para hacerse rico, sabio e inteligente.
El Dundo sabía bien que aquel tesoro era
mucha tentación para el noventa por ciento de los
habitantes de aquel mundo lleno de antisépticos y
jeringas. Una vez se discutía públicamente el libre
ejercicio de la medicina que profesaban muchos
curanderos en cuenta uno famoso que trabajaban en la
cumbre de un volcán hasta la que iban los creyentes en
busca de salud, la que él pretendía devolver con untarles
excremento de gato en los genitales o escupiéndolos en
la cara.
Los periódicos desataron una histeria colectiva
señalando la inmensa labor que realizaba el dicho
sujeto. Los radioperiódicos hasta pasaron cintas con la
voz del extraño taumaturgo en las que éste se expresaba
de los enfermos con procaz lenguaje pero más de los
médicos explotadores que no habían sido capaces de
curarlos pero sí de quitarles hasta el último centavito,
mientras que él, decía, no cobraba nada, sino que los
enfermos daban lo que de buena voluntad podían.
224
Clemente Guido
Cuando El Dundo oyó aquella declaración
pensó que ni aquel curandero hablaba bien de sus
colegas universitarios.
Un articulista y otro y dos más y muchos
otros, publicaron los suyos en los que escribían de los
médicos explotadores que habían olvidado su misión
sacerdotal por dedicarse a hacer dinero; que ponían sus
consultorios sofisticados, con aire acondicionado, con
secretarias que cobraban por adelantado un enorme
capital por consulta. Otro, con evidente despecho,
decía que los médicos de Viejolandia salían pobres
de la Universidad y se volvían ricos explotando
el sufrimiento de los enfermos y a esto atribuía el
periodista que la gente buscara a los curanderos como
el del cerro.
Comentando estaba El Dundo todo este
material publicitario en contra de los médicos con
su preceptor, hombre humilde pero malicioso, el que
le respondió que en realidad el asunto no tenía la
importancia que aparentaba. La misma gente (como
el articulista de marras) que pide precios más bajos
en los honorarios profesionales es la que estimula esa
inflación y ese sofisticado modo de presentarse de
los especialistas. Para la gente es sabio el que cobra
caro y vive en ese ambiente sofisticado y habla raro.
La sociedad ha creado esos monstruos que se llaman
policlínicos donde un paciente pasa como en ping-pong
trágico de jugador vestido de blanco a otro, hasta que ya
no le queda ni un centavo. Si se va a operar de los ojos
y necesita de un examen del corazón y de la Presión
Arterial lo mandan donde el cardiólogo, después donde
el internista, donde el otorrinolaringólogo, todos por
supuesto del mismo policlínico, y a su vez cada uno
El Pájaro del Dulce Encanto
225
de ellos manda una serie interminable de exámenes a
tomarse en el laboratorio del mismo policlínico porque
se los puede hacer en cualquier parte, pero ellos no le
tienen confianza más que a su propio laboratorio.
¡Y los pacientes alaban la maestría de los
médicos entrenados en Frutilandia que saben trabajar
en equipo!
En verdad lo que hay en todos esos escritos
no es más que un complejo de amarga frustración de
quienes admiran a esos sofisticados de la medicina y
lamentan no poderlos alcanzar con el bolsillo.
Cuando su preceptor calló El Dundo creyó
que a este hombre sí podía darle el mensaje de la
chachalaca y se lo puso en las manos para que lo
tradujera.
El hombre leyó:
“Nosotros, los médicos de Viejolandia estamos
dispuestos a no cobrarle ni un solo centavo a ningún
habitante de este país sin distingos de colores políticos,
religión, posición económica o social con esta única
condición: que en las tiendas, supermercados, ventas
de ropa, cines y demás espectáculos públicos, medios
de transporte, ventas de vehículos nuevos y usados
y sus repuestos, colegios, institutos o universidades
privadas, no se nos cobre ni un centavo por los
servicios que necesitemos. La sociedad se compromete
a suministrarnos todo lo esencial para el mantenimiento
decoroso de nuestra familia a la sola presentación
de nuestra tarjeta de médicos de Viejolandia. En tal
condición nos comprometemos a dar nuestros servicios
completamente gratis”.El Dundo se maravilló de oír
226
Clemente Guido
aquella traducción hecha por su instructor. No la creyó
real. Por su lado, continuaba el líder del pescuezo
largo, jinete en su chancha, predicando rebelión contra
El Viejo del Monte. Sus discursos eran candentes
y siempre terminaban diciendo que se lanzaría a las
calles al frente de su pueblo para sacrificarse por las
libertades de Viejolandia. Los aplausos de la multitud
despellejabanle sus propias manos; brotaba sangre de
ellas; caía a gotas al piso; corría por las calles y los
caminos y las cañadas; bañaba a cada manifestante, a
cada radioescucha, a cada obrero y a cada campesino
que esperaba un poco de justicia para sus necesidades.
El país temblaba esperando la gran hecatombe
anunciada por el líder pescuezón para el tres de
febrero, fecha en la que se verificaría una elección
amañada en la que participarían las huestes de El Viejo
del Monte en connivencia con un grupito de políticos
degenerados que se habían prestado al juego por unos
cuantos viejanos mensuales y otras regalías menores.
Hernando A. Cuero rugía maldiciones y vomitaba
amenazas contra El Viejo del Monte y los apátridas
que se le habían vendido y ofrecía justicia santa para
los sufridos ciudadanos de Viejolandia.
El Tirador Infalible se aburría soberanamente
en su cuarto esperando que El Dundo terminara de
encontrar al médico que le tradujera el mensaje de
la chachalaca. Ilusión y Ambición a veces llegaban
a visitarlo sobre todo cuando El Dundo estaba
dormido.
Entusiasmado, El Tirador Infalible se metió
en las filas del libertador del pescuezo largo. Ofreció
sus servicios y se ganó la confianza de algunos jefes
El Pájaro del Dulce Encanto
227
menores que estaban preparando la gran rebelión que
terminaría con el gobierno omnipotente de El Viejo del
Monte.
En una finca cercana se escondían varios
jóvenes que se dedicaban a fabricar bombas de mano,
cocktailes de molotovs, explosivos y otros materiales
de guerra para usarlos el gran día.
El líder máximo seguía sus prédicas y urgía
a sus fabricantes de explosivos a que apresuraran el
trabajo, porque se acercaba el día del gran sacrificio.
Envió a un país vecino a uno de sus amigos a comprar
ametralladoras, rifles, bazucas y otros utensilios de
guerra; el comprador envió tres mensajes avisando que
determinado día y a una hora indicada, por un lugar
de la frontera de Viejolandia entraría el material bélico
solicitado; tres veces fue El Tirador Infalible con otros
hombres a buscar ese armamento, pero por otras tantas
veces los encargados de entregárselo no llegaron.
Indignado, el líder pescuezón maldijo a El
Viejo del Monte porque había corrompido al comprador
de las armas y lo había impulsado a robarse la plata y
a quedarse con ella, gastándola en las cantinas y mesas
de juego del país vecino.
Decidieron, pues, comprar machetes y
revólveres para que sumados a las bombas pudieran
verificar el “alzamiento”. Fueron tantos los machetes
y tantas las bombas que tenían almacenados que ya
nadie podía guardar el secreto de la existencia de ellos,
puesto que hasta el Jefe de la Seguridad de El Viejo del
Monte, tenía sembrada su finca de esos instrumentos
mortíferos, muy a su pesar; después pensó que quizá
228
Clemente Guido
El Viejo del Monte caería como resultado de aquella
rebelión y que era mejor aparentar ser colaborador del
líder máximo Hernando A. Cuero por si las moscas.
El nerviosismo era tal, que la gente caminaba
temblorosa por las calles y desde entonces se inventó
ese nuevo baile de contorsiones que estuvo de moda
tantos siglos después y que llamaron mambo.
Los ciudadanos construyeron refugios en
sus casas. Fortificaron las paredes y las blindaron.
Almacenaron comida y agua en depósitos especiales.
Los dueños de prostíbulos escondieron a sus muchachas
en sótanos y buhardillas para sacarlas cuando pasara
la hecatombe. También hubo quien escondió hombres
jóvenes. Después de la hecatombe las damas y damitas
de Viejolandia necesitarían alquilar alguno de estos
atléticos mancebos para continuar la genealogía que
alguien escribiría en el futuro.
Viejolandia, pues, estaba a la espera del gran
sacrificio.
El Jefe de Ginecología del Hospital el
Descanso donde laboraba El Dundo se ofreció a leerle
el mensaje de la chachalaca. El Dundo se maravilló de
que el hombre supiera su secreto, pero éste le dijo que
Ambición se lo había confiado porque estaba aburrida
de la espera interminable de El Dundo.
Dice que tienes que buscar a Hora a la señora
de El Viejo del Monte, la que te dirá el secreto que tú
buscas. Debes pedírselo a ella.
---- ¿Y cómo hago para llegar hasta la señora de
El Pájaro del Dulce Encanto
229
El viejo del Monte? --no se atrevió a decirle “querida”
que es lo justo porque ella era la protectora del Jefe de
Ginecología con quien hablaba--Necesito llegar hasta
ella para obtener lo que deseo y seguir en mi búsqueda
que al final me hará sabio, rico e inteligente.
------ Te llevaré hoy, pero necesitas
acompañarme a visitar a algunas pacientes ricas que
tengo que examinar y vigilar su tratamiento.
El Dundo acompañó a Chocha Mascada
--ese era el nombre del Jefe de Ginecología-- y lo
vio desempeñar sus funciones admirablemente. Ni se
admiró por lo que vio.
Chocha Mascada lavó el inodoro del cuarto
de la paciente; le cambió ropa y la bañó con agua
perfumada; la sentó en la bacinilla para que hiciera pupú y luego le limpió el ano con papel suave y oloroso;
le puso los calcetines y las chinelas de piel de serpiente
y le tomó el pulso, la auscultó, le administro las
medicinas a la vez que dijo que regresaría para darselas
cuando fuera la hora de la siguiente dósis; habló mal de
dos de sus colegas que la habían tenido en tratamiento
antes y se alabó por la inmensa labor médica que él
hacía en el país; relato sus operaciones detalladamente,
le limpió los mocos a la vieja; habló de sus escritos
médicos; bañó a la gata angora y le dio de comer al
perro chihuahua; le pasó a la paciente una revista
pornográfica para que la leyera y se retiró después de
haber lamido las manos de la buena señora.
Esto lo repitió en todas las casas que visitó.
Después se dirigieron al palacio de la amante de El
Viejo del Monte. Llegaron a la sala y El Dundo se
230
Clemente Guido
maravilló de lo que empezó a hacer el gran sabio
Chocha Mascada. En cuanto vio a la amante de
El Viejo del Monte que descansaba en un sofá, el
hombrecito se echó de bruces en el piso y empezó a
arrastrarse lentamente hacia la mujer, mientras lamía
el piso y lo abrillantaba con su propia saliva. Gimiendo
y temblando como perrito faldero, el panzón, enano y
calvo Jefe de ginecología del Hospital El Descanso se
fue acercando a la mujer, que parecía ignorarlo.
Dos candelabros con sendas candelas
encendidas estaban a cada lado del sofá de la hembra.
Parecía un altar. El Dundo se fijó mejor en los
candelabros y abrió la boca desmesuradamente al ver
que en realidad eran semejantes a hombres --o talvez
eran hombres-- con las nalgas para arriba y que las
candelas estaban plantadas en el culo de cada uno. El
gimiente Chocha Mascada lloraba convulsivamente
mientras entre suspiro y suspiro quitaba una hilachita
que había en el piso y seguía su labor lamedora del
mismo. Luego llegó donde estaban los candelabros y
poniéndose con la cabeza para abajo y el fondo hacia
arriba, cogió una candela gruesa que había cerca y se
la colocó encendida en el mismo lugar donde la tenían
los otros.
Entonces comprendió El Dundo. Aquellos no
eran candelabros con figuras humanas, sino humanos
con figura de candelabro. Eran nada menos y nada
más que dos médicos aspirantes el uno a Director de
un hospital y el otro a Jefe de una de las Divisiones
del mismo. Esa era la manera de ganarse el puesto y
también la de mantenerse en él. El Dundo miró a sus
dos animales y Ambición le dijo:
El Pájaro del Dulce Encanto
231
----- Si es necesario que nos convirtamos en
candeleros humanos para que nos dé la Oración del
Puro que necesitamos, lo haremos.
CAPITULO W
En la casa del líder pescuezo largo Hernando A.
Cuero, unos dos días antes de la Gran Sublevación
tan esperada y temida por todo el pueblo viejolandés,
un grupo tenebroso se escondía y reunía y discutía
acaloradamente pero en voz baja. Eran los Jefes de
grupo de la Gran Sublevación que recibían las últimas
instrucciones del líder máximo.
---- Compañeros, definitivamente tenemos
que cumplir nuestra palabra. No habrá elecciones. No
habrá elecciones porque yo, Hernando A. Cuero, líder
máximo de la oposición viejolandesa las impediré
aunque tenga que anegar en sangre las calles de Mana,
esta ciudad tan amada por nosotros pero que debe ser
sacrificada, para que surja limpia del holocausto, para
el futuro.
Todos aplaudieron.
---- Empecemos por matar al jefe de los
zánganos zancudos que participarán como partido de
“oposición” en las elecciones del domingo. Pongamos
bombas en las casas de los candidatos a senadores y
diputados. Eso los obligará a no hacerle el juego a El
Viejo del Monte.--- dijo uno de los jefes.
232
Clemente Guido
---- Nosotros somos cristianos --murmuró el
líder máximo-- somos incapaces de hacer eso. Esas
son armas de El Viejo del Monte. El robo, el asesinato,
el terrorismo, no son armas del líder del pueblo
viejolandés.
---- Entonces, raptemos a los hijos de los
candidatos a curuleros y les exigimos a sus padres,
como rescate, que se retiren de las elecciones --dijo
tímidamente otro jefe.
---- No. De ninguna manera. Nosotros no
somos bandidos. Nosotros pelearemos limpiamente.
Nosotros daremos un ejemplo grandioso de valor y
decisión.
---- Entonces, degollaremos a sus perros y
gallinas para que se aterroricen al ver a sus animales
favoritos muertos y para que no continúen haciéndole
el juego al dictador --se apresuró a aventurar otro.
---- Mi plan es mejor que todo eso que Uds.
están diciendo. El día grandioso, el día cero de la
historia de Viejolandia, el 3 de febrero a las 10 de la
mañana, saldré con un grupo de amigos de esta casa
al Parque Central. Todos Uds. llevarán las bombas, los
machetes y los revólveres en automóviles particulares
disfrazados de taxis y distribuirán el armamento
entre el pueblo que llegará por oleadas a participar
en la hecatombe. Cuando el Batallón de Combate
se aparezca, el pueblo dirigido por Uds. y Uds. por
mí, lo liquidará en unos minutos y capturaremos
la Presidencial y expulsaremos del país a El Viejo
del Monte y a toda su camarilla. El lunes estaremos
organizando el nuevo gobierno revolucionario.
El Pájaro del Dulce Encanto
233
---- ¡Viva Hernando A. Cuero! --gritaron
emocionados los dirigentes--¡Viva nuestro líder
máximo!
---- A mi no me importa que ella sea la esposa.
Ella tiene el papel del matrimonio y yo tengo al hombre
que me ama a mí y no a ella. Por eso no me importa
que ella ande de payasa metiéndose en política. No se
da cuenta que yo coloco en los puestos públicos a quien
quiero por medio de mi hombre y ella no se atreve a
quitarlos. Mirá a este Chocha Mascada que está aquí
con el candelero para arriba, yo lo puse de Jefe de
Ginecología y a pesar de que todos los ginecólogos
del Hospital el Descanso le han pedido a la “esposa”
--subrayó burlonamente la palabra-- que lo quite porque
es un inútil que no sirve para nada, ella no se ha atrevido
a hacerlo. La mujer siguió hablando incesantemente
mientras El Dundo la escuchaba pacientemente. Tantas
cosas dijo, que a El Dundo le brincaron las palabras
en el cerebro enredándose todas entre sí sin constituir
ninguna idea definida. La mujer siguió hablando por
siete días con sus noches mientras que los médicos
aspirantes a cargos en el Hospital seguían haciendo el
papel de candeleros a las mil maravillas.
Cuando la amante de El Viejo del Monte
dejó de hablar preguntó a El Dundo que le dijera
nuevamente cuál era el objeto de su visita. Era extraño
que un extranjero se apareciera donde ella para algo
que no fuera pedirle una concesión para explotar
alguna riqueza nacional sin pagar los impuestos
legales; El Dundo repitió lo que ya había dicho y que
motivó el discurso de siete días y siete noches de Hora.
Que andaba en busca del Caballo Pinto por orden de
El Viejo del Monte porque si no lo montaba sin que lo
234
Clemente Guido
botara el muy noble señor amo de aquel país no le daría
el secreto de cómo encontrar a El Pájaro del Dulce
Encanto y que él (El Dundo) deseaba conocer para ser
rico, sabio e inteligente.
La mujer río mientras masticaba una yuca
sancochada con un pedazo de chicharrón; luego se
metió en la boca un pedazo de moronga. Dijo que su
rival conocía que ella tenía la Oración del Puro pero
que era falso de toda falsedad que ella mantuviera
“hechizado” al dictador de Viejolandia como había
pregonado por calles y cañadas la esposa del dictador.
Que ella no necesitaba de esas oraciones populares
para asegurarse del amor de El Viejo del Monte. Ella
puso como condición para entregar la Oración del Puro
que El Dundo le limara las uñas de las manos y de los
pies, que le peinara su larga cabellera y que le sirviera
la próxima comida.
Reunión de El Dundo con Ilusión y
Ambición.
--- ¿Debemos rebajarnos a tanto para conseguir
la Oración del Puro?
----Seguro. Para conseguir lo que queremos
debemos hacer cualquier cosa --dijo Ambición
aleteando suavemente-- ya te dije que si es necesario
debes ponerte de candelero como esos médicos que
están ahí. En estos casos cualquier humillación es nada
si uno consigue lo que se propone.
---- ¿Para qué ponerse de candelero? --preguntó
Ilusión-- Yo creo que si vamos al mercado de Mana
encontraremos a algún viejecito que venda o conozca
El Pájaro del Dulce Encanto
235
la Oración del Puro. Yo creo que esta mujer está
acostumbrada a que todo el mundo se le humille; a que
todo el mundo deje su dignidad a pedazos delante de
ella para que les dé algo. Esas oraciones son populares
y las venden públicamente en el Mercado Central.
----- No seas babosa, cotorra maldita --dijo
ásperamente Ambición-- si nos vamos en busca de
la Oración del Puro al mercado y no la encontramos,
cuando regresemos, esta mujer encaprichada nos
aumentará las humillaciones. Mejor haces de una
vez lo que ella quiere--dirigiéndose a El Dundo-- y
consigamos nuestro propósito. De todos modos, nadie
te criticará porque todo mundo hace lo mismo ante
esta mujer; ¡vamos! Hay que hacer lo que ella dice y
vámonos de aquí.
---- Que todo el mundo se humille y se servilice
en este país ante esta mujer no quiere decir que también
nosotros debamos hacerlo --riposto Ilusión-- Además
no soy cotorra maldita. Nosotros somos extranjeros y
haremos valer nuestros derechos como tales.
---- ¿Cómo así? --preguntó El Dundo
meditabundo-
--- Ya verás --dijo Ilusión y dirigiéndose a la
dama del sofá-- Señora, hemos oído su propuesta y
francamente estaríamos contentísimos de hacer lo que
Ud. nos pide, pero hay un inconveniente: las leyes de
nuestro país nos impiden limpiar las uñas o peinar los
cabellos de ninguna mujer que no sea nuestra esposa o
nuestra amante. De modo que hablaremos con nuestro
embajador para saber si no hay otro modo de negociar
este asunto. Como Ud. sabe, nuestra embajada nos
236
Clemente Guido
protege cuando andamos en el extranjero y la infantería
de marina está dispuesta a intervenir en cualquier parte
donde un ciudadano nuestro esté en peligro de perder
su vida o sus propiedades.
---- ¡Oh! --Hora casi se levanta de su sillón
movida por la sorpresa-- No sabía que Uds eran
ciudadanos de esa gran nación que tiene su marina lista
a defender los intereses de sus ciudadanos en cualquier
parte del mundo. Me engañaron. No me lo parecieron
al principio. Pero vamos, entonces, a resolver de otro
modo el asunto. Mañana hay un concurso de vuelo de
aves. Participarán todas las mejores del país. El ave
que logre volar más alto, esa ganará el premio. Si una
de Uds. dos logra ganar ese premio, yo le entregaré
la Oración del Puro a este joven que quiere ser rico,
inteligente y sabio.
Se convino, pues, en participar en la
competencia de aves. Al día siguiente, el coso donde
se celebrarían la prueba estaba hasta la cincha. La
multitud lo había llenado desde temprano incitada por
la noticia de que unas aves extranjeras participarían en
el certamen y que habría premio para ellas si ganaban.
Tiraban cohetes y morteros y sonaban las
bandas de música ejecutando “la pelota” o “el zanatillo
colorado” o “el garañón”.
Hora estaba en el palco principal presenciando
el espectáculo, rodeada de sus amigas que eran las
esposas de los aspirantes a puesto públicos. Todas
se esmeraban por atenderla y una de ellas se puso en
cuatro pies y le sirvió de sillón toda la mañana.
El Pájaro del Dulce Encanto
237
Al sonar de un pito de carrizo el competidor
hacía su vuelo y mediante un aparato especial regulado
por las radiaciones solares se medía la altura que habían
alcanzado.
Un pausado zopilote se puso en la pista de
despegue. Aplausos y silbidos lo recibieron.
Sono el silbato de carrizo y el zopilote voló,
voló, voló, voló, volóóóóóóó todo cuanto pudo,
puuuuuuuuuuudo,
puuuuuuuuuuuuuuuuuuuuudo,
puuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuudo hasta
que logró marcar dos kilómetros de altura.
Llegó un querque con su cabeza blanca y sus
plumas blancas y negras hizo el intento pero se quedó
más bajo que el zopilote.
Después un águila traída de las montañas
más espesas y famosa porque vivía a grandes alturas,
despegó y el ave voló, voló, volóóóóóóó, pero cuando
ya iba alcanzando la altura del zopilote, vio alla abajo
un conejo, se le olvidó la competencia y se lanzó en
picada y atrapó al orejón que no esperaba el ataque
pues era convenido por las leyes del país que las aves
carniceras no atacarían inocentes conejos en ese día de
amistad y concordia olímpica.
Así fueron pasando todas las aves del país de
Viejolandia. Las marcas se superaban unas a otras. Era
increíble que tantas aves pudieran volar tan alto.
Ilusión y Ambición se miraban desconsoladas.
El Dundo comprendió que estaba vencido y que por
aquel medio nunca tendría la Oración del Puro.
238
Clemente Guido
De pronto, para escándalo y sorpresa de todos,
sonó el pito de carrizo y nuestro chocoyo Ambición se
elevó como montado en un cohete. Subió zigzagueando,
haciendo nudos en el aire, curvas increíbles, hamacas en
vuelo, se perdió en la inmensidad azul del firmamento.
Todo el público guardó silencio. Se oía el andar pausado
de un piojo en la cabeza de un calvo espectador, el que
tuvo que callarlo para que no perturbara el silencio.
El marcador radiosolar señaló que había subido
a tres días luz y todos aplaudieron frenéticamente
declarándolo vencedor. Aunque el chocoyo triunfador
no daba señales de aparecer dos días después, todos
creyeron lo que el marcador imparcial decía y Hora
entregó el premio a El Dundo y junto con él, un
ejemplar de la Oración del Puro.
Cuando tres días después se apareció Ambición
donde sus amigos, El Dundo lo felicitó por haberlos
hecho ganar con aquel vuelo espectacular nunca visto
en olimpíadas avícolas, a lo que el chocoyo con llamas
en los ojos gritó:
---- ¡Qué triunfo ni que mierda! ¡Al que quiero
agarrar para sacarle los ojos es al hijueputa que me
metió un cigarrillo encendido en el culo!
Ilusión silvaba inocentemente mirando al cielo.
La ciudad amaneció nerviosa, temblorosa, sudando
helado: la hecatombe se acercaba. Era el día fatídico.
El día cero. El líder máximo lo había anunciado. Era
el 3 de febrero, fecha inmortal para el futuro porque
entonces correría la sangre a barriladas por las calles
de Mana, para deponer al tirano.
El Pájaro del Dulce Encanto
239
La primera sangre derramada seria la del
propio líder pescuezón ya que él sería el primero en
dar el ejemplo al enfrentarse al Batallón de Combate.
Las calles estaban desiertas. Las patrullas militares
recorrían las pero los soldados temblaban de miedo.
A la hora señalada a sus amigos, el máximo
líder montado en su chancha se apareció en el Parque
Central. Ya estaban ahí los carros disfrazados de taxis
con las bombas, los revólveres y los machetes; la
multitud empezaba a llegar, corriendo por diferentes
calles, a la Plaza de la República. Los jefes menores de
la Gran Sublevación no habían terminado de distribuir
el armamento cuando alguien gritó:
---- ¡La guardia, la guardia! ¡Viene el Batallón
de Combate!
Un solo alarido de terror salió de la multitud,
pero, temblorosa, se quedó esperando la señal de su
líder máximo, el ejemplo grandioso que él daría, la
primera gota de sangre que él entregaría, la orden de
combate que él gritaría.
Pero por toda respuesta, el líder pescuezón
se apeó de su chancha y en menos de lo que canta un
gallo chiricano emprendió veloz carrera seguido de sus
secretarios y consejeros. La multitud desconcertada
lo siguió creyendo que era una estrategia genial. Los
jefes no pudieron repartir las armas porque la gente
solamente pensaba en correr tras Hernando A. Cuero.
No había tal Batallón de Combate. Un chusco
había lanzado el grito para asustarlos, convencido que
al solo nombre de la Guardia Viejana todo el mundo
240
Clemente Guido
correría despavorido, como sucedió. El Líder máximo
corrió y corrió y corrió y corrió y corrió y corrió hasta
que cerca de una iglesia que se llamaba San Antonio,
se metió ahogándose por el cansancio, en una casa que
tenía un rotulo que decía:
SALON DE BELLEZA
Fue hasta media hora después que se presentó
el Batallón de Combate para rodear el salón de Belleza,
pues los oficiales y soldados primero tuvieron que
ponerse driapers para no ensuciar sus uniformes con la
diarrea que tenían ante la inminencia de la anunciada
hecatombe.
El Comandante, divertido, se ofreció a llevar
al líder pescuezón a la residencia de éste, lo que fue
aceptado encantadamente por Hernando.
La gente se retiró avergonzada.
Los jefes menores botaron las bombas, los
revólveres y los machetes en las aguas del lago.
El dictador rio treinta días con sus noches y los
serviles lo adularon por varios siglos más.
El director de “La PIENSA” rugió desde su
periódico por el fracaso y se comió en un día todas
las resmas de papel que había en las bodegas de su
imprenta. El Tirador Infalible, llorando, regreso donde
El Dundo y se excusó por haberlo abandonado y se
ofreció a continuar en la búsqueda de El Pájaro del
Dulce Encanto.
El Pájaro del Dulce Encanto
241
CAPITULO X
VARIOS días más ocupó El Dundo en recorrer los
barrios y cañadas de Mana, en busca del médico que
no hablara mal de los demás.
Antes de abandonar la ciudad para montar
al Caballo Pinto, deseaba tener en su bolsa ese otro
trabajo de los encomendados por El Viejo del Monte.
Visitó diferentes tipo físicos de médicos:
altos, bajos, gordos, flacos, negros, morenos, blancos,
dientones, ñatos, narizones, crespos, chirizos, pero
siempre tenían algo que decir de algún colega. Siempre
existía la puya, la maledicencia, la burla para alguno de
sus compañeros profesionales y siempre había un tono
de suficiencia con menosprecio para los demás.
En uno de esos consultorios pobres se
encontró con una buena viejita que hacía antesala para
ser recibida por el médico del barrio. Nuestro amigo
que deseaba entrevistarse con el hombre decidió, para
pasar el rato, entablar conversación con la mujer citana
y le dijo:
---- ¿Tiene Ud. mucho tiempo de ser cliente
del doctor?
----¡UUUUUuuuuuuuuuuuhhhhhh!...desde
que el era niño porque ya en el barrio curaba con cáscaras
de jiñocuabo o con cocimientos de purguelfraile, o
con cataplasmas de linaza con güevo crudo desde que
estudiaba en León.
242
Clemente Guido
---- ¿Es cierto que es un médico muy
altruista?
---- ¿Al...qué?
---- Digo que hace muchos favores, mucha
caridad a los pobres...
---- puej, si. Verá usté. Lo que pasa es que él
nació en esta barriada y no conoce a naide maj que a
nosotroj loj pobrej. Cobra barato, cinco viejanoj por
la consulta y noj da la medina y hasta noj pone alguna
inyección. El hombre noj quiere mucho y nosotroj lo
queremos a él también.
---- ¿Así que es vecino de por aquí?
----¡UUUUUUUuuuuuuuuuhhhhhh ssssssiiiii!
Es hijo de la María Pindonga, la nacatamalera que
vivió aquí por tantoj añoj y que murió la pobre antej
que él se dogtorara dicen que de cáncer en la matriz,
pero también dicen que de un hechizo que le hizo una
mujer mala que la envidiaba porque hacía mejor los
nacatamales que ella y vendía más...
---- ¿Quién hacía mejor los nacatamales?
---- Puej la María Pindonga lojacía mejor que
la otra mujer y dicen que por eso la hechizó. El pobre
dogtor quedó sin dogtorarse pero lo hizo pingueando
por aquí y pingueando por allá hasta que llegó a tener
el titulo que tanto le costó al pobrecito y dejpuej se
vino a trabajar entre nosotroj a pesar de que la mujer
dél que ej una tufosa que le giede maj la cara que otra
cosa que no digo para que usté no crea que soy una
El Pájaro del Dulce Encanto
243
vulgar tapuda irrejponsable, se lo quiere llevar al centro
a trabajar allá a loj ricoj y a loj empleadotej que ganan
mucha plata y que le pagarían mejor su trabajo.
Pero nada él no se va diaquí y dice que mejor
lo sacan muerto que no que se vaya a trabajar con esaj
mulaj de loj platudoj que nunca pagan al riatazo, sino
que simpre estan ahí conque mandáme el recibo a mi
oficina que no tengo agora sencillo que no ha firmado
el cheque que el señor güelve maj tarde que talvez otro
día porque agora la señora dejó el cheque encerrado
en la caja juerte y que nosotraj no la podemoj abrir y
que agora sí que ya lo tenemoj pero el maldito cheque
se me ha perdido pero resulta que lo dejé en el otro
delantal, que mejor venite chiquitó otro diya y no se lo
digás a la patrona que me corre y se mueren de hambre
los chavaloj y eso cuando el fulano platudo no dice
que la cuenta ej muy grandota que qué bárbaro que
se cré que la plata se halla tirada como cagajón en laj
callej, que cómo se atreve a cobrar tanto por solo unaj
puntaditaj a la herida o por escribir unaj carañaj en el
papel que naide lentiende y que ni el boticario pudo
despachar y que nada lizo a lenferma sino questá pior
que antej y que mejor se buscarán otro médico que no
seya tan ladrón que mejor debería ponerse máscara
antej de cobrar porque así ya sabría una que le van a
robar y no hacía resistencia en fín él no quiere por eso
trabajar con loj ricoj porque dan tanta jodedera y ej maj
lo quejoden que lo que pagan y luego que hajta quieren
que lej limpiéj laj nalgaj a la paciente, el pobre médico;
por eso él está con nosotroj y no se va diaquí aunque la
mujer dél quiera llevarselo para el centro atrabajar en
uno de esoj policlínicoj que ay con aigre acondicionado
y qué sé yo cuántas putadaj maj, pero pasa que en esaj
policlínicaj cada médico sabe solo diun pedacito del
244
Clemente Guido
cuerpo y cuando una está enferma de variaj partej,
puej la mandan donde varioj y allá te va que a cadunno
hay que pagarle su consulta o sinó te manda tu médico
que te chequeye este, luego otro, dejpuej aquel otro
y luego al laboratorio de la policliniquitotal que te
hicieron pelibarba y salíj sin un centavo y con máj
dolorej quiantej porque agora ni plata tenéj y nisiquiera
te quedó parelbus que te lleva a tu barrio. El no quiere
ser ladrón desos que asaltan enpandilla lojenfermoj
sinó que quiere vivir entre nojotroj para curarnoj por
cinco viejanos y no limporta morir maj pobre que
nosotraj puej al fin y al cabo toda su vida ha sido pobre
y hambre siempre ha tenido porque la comida escasea
en mesa de pobre y la plata no llega a la bolsa que no
tiene riales para llamarla.
El Dundo comprendió todo lo que decía la
vieja en su lenguaje peculiar.
----- De seguro --dijo Ilusión siempre
optimista-- que este hombre es un médico modelo y no
hablará mal de sus colegas.
---- Deberíamos entrar a la fuerza antes de esta
gente que lo está esperando para consultarle sobre sus
enfermedades--dijo Ambición siempre violento.
Convencido por la argumentación de sus dos
amigos plumíferos El Dundo entró al consultorio del
médico sin esperar a que le llegara su turno. El hombre
lo miró con una expresión de sorpresa en los ojos, pero
sin pronunciar palabra.
El Dundo le expuso la razón de su visita.
El Pájaro del Dulce Encanto
245
Naturalmente, no dijo que andaba en busca del
médico que no hablara mal de sus colegas, sino que
solamente se refirió a los otros trabajos señalados por
El Viejo del Monte para darle el secreto del paradero
de El Pájaro del Dulce Encanto. El médico escuchó
atentamente pero permaneció silencioso.. El Dundo
siguió diciendo que necesitaba encontrar al pájaro
misterioso para que le diera a su vez el secreto para ser
rico, inteligente y sabio. Una sonrisa fina apareció en
los labios y en los ojos del profesional.
Siguió en silencio.
El Dundo le preguntó sobre la opinión que
tenía de sus colegas en el ejercicio de la profesión y
en la conducta general de cada uno y el hombre siguió
guardando silencio completo.
Esperó unos minutos nuestro protagonista.
Nada. Ni una sílaba. Extrañado, volvió a repetir su
historia; quizá el hombre no había entendido bien el
asunto y reiteró la pregunta.
Nuevo silencio. Ahora más espeso que antes.
Una sonrisa triste en el semblante fue todo lo que pudo
sacar nuestro protagonista con sus palabras.
A pesar que repitió por diez veces su historia y
que por otras tantas veces preguntóle su opinión sobre
sus colegas, el médico no respondió absolutamente
nada.
Desconcertado, El Dundo se levantó del
asiento y se despidió con un apretón de manos del
hombre misterioso.
246
Clemente Guido
Cuando abandonaron el consultorio y pasaron
a la sala de espera, la misma vieja que había sido tan
hablantina con ellos, gritó:
---- Se me olvidó decirlej que el dogtor ej
mudo y sordo dejde un accidente que tuvo. Debieron
haberle hablado con señaj quej como se entiende con
nojotroj...
---- Bueno --dijo Ilusión-- el hombre no habla
mal de sus colegas. El Viejo del Monte tendrá que
admitir esta verdad y darnos el secreto.
---- Ahora tenemos solucionados varios casos
--dijo Ilusión en la reunión que tuvieron dos días
después con El Tirador Infalible-- Estamos a punto de
coronar con éxito todos los trabajos encargados por
el dictador de Viejolandia para darnos el secreto del
paradero de El Pájaro del Dulce Encanto.
---- Tenemos un caso difícil por delante.
Encontrar al militar honrado que no viva del vicio
o de los juegos prohibidos. Ya vieron que todos los
que hemos encontrado no se ajustan a ese modelo
moral --argumentó El Tirador Infalible-- Talvez sería
mejor que buscáramos de una vez al Caballo Pinto
para montarlo con la Oración del Puro que ahora
tenemos. Con eso redondeamos casi todos los trabajos
y dejaremos para última hora lo del militar que será
difícil pero que debe encontrarse en alguna parte.
De común acuerdo, los amigos abandonaron
Mana y se internaron nuevamente por el camino de
Cuajachillo en busca del lugar donde encontrarían
al Caballo Pinto. Caminando a ratos a pie, a ratos
El Pájaro del Dulce Encanto
247
andando, llegaron al lugar indicado. Apenas habían
puesto sus pies en él, cuando se les apareció un caballo
pinto, de color blanco y negro, resoplando furiosamente
y enseñando los dientes y manoteando al aire, como
demostrando su brío y peligrosidad, para atemorizar a
los aventureros.
El animal que nunca había sido montado
victoriosamente por ningún jinete, estaba listo a aceptar
el reto de ese extranjero que llegaba a sus dominios a
tratar de conquistar gloria y fama.
---¡Chóóóóóóó!
animaaaaalllll! ¡Quietooooooooo!
¡Chóóóóóóóóó
Poco a poco, pronunciando monótonamente
estas palabras, hipnotizándolo con ellas, El Tirador
Infalible se fue acercando al equino que a su vez se
fue calmando, calmando, calmando aparentemente,
calmando más y más, pero conservando un ligero
temblor en sus patas y belfos.
----- ¡Quieeeeeettttooooooo! ¡Quieeeetttoooo!
Logró asir las crines del cuello de la bestia. Le
acarició la trompa y toda la cara. Luego el cuello y la
espalda. El animal temblaba. Presentía la inminencia
del combate, pero sabía que tenía que permitir al
humano que se subiera a su lomo. Era un asunto de
honor equino y nuestro caballo pinto era de lo más
puntilloso en esos asuntos. Daría la oportunidad a
cualquier de esos bípedos, pero no respondía de lo
que sucediera después. Larga fama ganada a través de
muchos años no podía quedar desbaratada o mancillada
en unos pocos segundos y menos por un muchacho de
248
Clemente Guido
catorce años como aquel, que sin duda lo montaría, ya
que El Tirador Infalible resultaba muy viejo para esas
aventuras.
Así lo comprendió el caballo pinto. No podía
ser él la afrenta de la familia. Todos sus antepasados
cuadrúpedos estaban pendientes desde el más allá de
este singular duelo. Hacía ya bastante tiempo que nadie
se había atrevido a desafiar al fenomenal Caballo Pinto.
El último hombre había volado por el firmamento hasta
quedar dando vuelta alrededor de la luna, como satélite
artificial.
El Dundo se acercó al animal lentamente,
mientras sacaba un puro del bolsillo y lo atravesaba,
despacio, con siete alfileres colocados en diferentes
partes.
Cuando llegó junto a la bestia dio un salto para
subirse al lomo, mientras gritaba:
Yo te conjuro puro, en nombre de Satanás, Lucifer,
Luzbel, alfiler, alfiler, alfiler, alfiler por la virtud que
tú tienes y la de tu amigo Diego.
En aquel instante el caballo pinto dio dos saltos
fenomenales que casi alcanzan las nubes.
para que este caballo pinto sienta amor y
desesperación por mí, y para que tenga sosiego,
Santa María furiosa,
Nuevos saltos del animal, esta vez en longitud que
pasaron de un extremo al otro de Viejolandia.
El Pájaro del Dulce Encanto
249
Reina de Maravillas que en la ciudad de Mangles no
hay un caballero noble ni mujer que quebrán
teme, ni perro que ladre a mi paso, ni gatos que
maullen, ni niños.
Ahora el bruto corcovea haciéndose un
tirabuzón de carne y huesos.
que lloren; así como venciste al corazón de
tu padre y de tu madre, así has de vencer a este
caballo pinto por mí,
Relinchos furiosos del animal que se sentía
cogido en una trampa sucia no digna de una noble
bestia como él. Invocó a sus antepasados para que
conjuraran aquel sortilegio de aquel brujo, que no otra
cosa debería ser aquel muchacho que lo montaba y
permanecía pegado a su lomo mientras gritaba aquellas
misteriosas palabras.
Yo iré contando las regiones hasta la séptima
región y todas las oraciones que he rezado
son recomendadas al diablo, Lucifer y
Los antepasados del caballo pinto no
respondieron, sino que se santiguaron en sus tumbas
sobrecogidos por la fuerza de la oración. El animal,
con las piernas débiles, apenas podía saltar hasta una
altura de unos dos metros.
Luzbel, y aunque le ponga agua al diablo, o le hag
promesas para vencerme, este caballo pinto no debe
botarme de su lomo. Así sea por todos los siglos.
250
Clemente Guido
El caballo pinto cayó tembloroso de panza con
sus patas estiradas hacia atrás y hacia adelante y con
una inmensa desesperación en los ojos.
¡Había sido vencido, había sido vencido, había
sido vencido!
Se repitió, incrédulo, eso muchas veces.
Muchas veces.
Y aunque quinientos años después contaba a
sus nietos que había sido vencido gracias a la magia
negra, nadie le creyó y desde entonces fue víctima
de la burla de todo caballo salvaje que se estimara y
también de todos los potrillos que lo encontraban a su
paso.
Le enseñaban un puro encendido mientras le
gritaban:
---- Te venció un niño de catorce años y para
justificarte dices que fue la Oración del Puro... como
puro idiota te amanzaron y nos deshonraste a todos los
caballos pintos del mundo que ahora estamos obligados
a ser los más mansos de todos nuestros congéneres.
Así fue como venció El Dundo al más feroz de
todos los caballos del universo.
CAPITULO Y
Cuando había terminado de vencer al caballo pinto, se
apareció la chachalaca frente a El Dundo y, después de
emitir por unos minutos su cha-cha-cha-lááá-ca, cha-
El Pájaro del Dulce Encanto
251
cha-cha-lááá-ca que se prolongó desde lo profundo de
sus cuerdas vocales hasta las ramas más altas de los
árboles más descomunales y se enredó en las hojas
como tela de araña sonora, dijo:
----¡Bravo, muchachos! ¡Viva el Boer! Acabas
de realizar una hazaña única en todo el universo y
pasarán muchos años sin que se repita algo parecido.
Jinetes de todo el orbe habían venido para montar al
caballo pinto y nadie lo había conseguido. Tú eres
digno de glorificarte como un héroe. Tú eres digno de
que se levanten una estatua en tu honor. Por eso voy
a ayudarte en la realización de tu última tarea. Vete al
río donde le están levantando una estatua a mi marido
por haber abrogado el tratado infamante canalero
que hipotecaba Viejolandia a Frutilandia por toda la
eternidad. No digas que tú sabes que los frutilandeses
no estaban interesados en hacer ningún canal por este
país y que por eso accedieron a abrogar el tratado.
Eso es cierto pero mi marido ha tenido buen cuidado
en tapar la verdad para que el pueblo viejolandés lo
crea un prócer de esta nueva independencia. Tampoco
digas que a cambio de la abrogación de ese tratado mi
marido hará una concesión a una compañía petrolera
frutilandesa, la que no pagará ningún impuesto de
por vida para instalar una refinería en nuestras costas
marítimas. No digas tampoco que mi marido tendrá
participación en esas ganancias aunque el país no
reciba nada. No digas que el cambio es más bestial,
más usurero, más colonialista y más entreguista que el
antiguo tratado canalero. Pues bien, llega ahí cuando
nadie te mire, coloca una bomba de ocho candelas de
dinamita al pie del monumento al prócer Viejo del
Monte y al final de la explosión tendrás la solución de
tu problema.
252
Clemente Guido
Dicho esto, la esposa de El Viejo del Monte
disfrazada de chachalaca desapareció gritando su chacha-cha-lá-ca, cha-cha-cha-lá-ca.
El Tirador Infalible fue el primero que argumentó
que todo lo aconsejado tenía reibetes de disparate,
cuando no de un suicidio legítimo. Si bombardeaban
el monumento que le estaban levantando los serviles
a El Viejo del Monte a la orilla del río, seguro que
alguna patrulla de gorilas armados se encargaría de
hacerlos pasar a mejor vida. Probablemente la esposa
de El Viejo del Monte se tenía algo entre manos para
aconsejarles aquello y no podría ser nada bueno para
ellos por lo que era mejor no hacer caso del consejo
y buscar de otro modo la solución al problema de
encontrar al militar honrado que no viviera del juego
ni de la prostitución.
Ilusión no estuvo de acuerdo. Argumentó que
la señora era muy seria. Que probablemente se había
enamorado de El Dundo y aunque era incapaz de
serle infiel a El Viejo del Monte, sin embargo había
decidido ayudarle de aquella forma para demostrarle
su amor. Había que recordar que ella se había educado
en Frutilandia y que allá el amor se expresa sin
disimulos cuando es necesario. Que creía que esa era
una declaración de amor.
Ambición estuvo de acuerdo y agregó que
creía que aquello de derribar el monumento de El Viejo
del Monte era una cuestión simbólica que auguraba
la próxima caída del poder del dictador y que su
esposa ya lo presentía y por eso se adelantaba a los
acontecimientos.
El Pájaro del Dulce Encanto
253
El Tirador Infalible contra-argumentó. Para
él era incuestionable que la mujer estaba despechada
porque El Viejo del Monte no le hacía caso por andar
de arriba para abajo con la Hora, su amante, y que
por eso deseaba demostrar simbólicamente que ya lo
había derribado de su corazón, mandando a demoler
el monumento hecho por los serviles. Que la esposa
de El Viejo del Monte sólo los estaba ocupando como
instrumento de su venganza amorosa y que en nada los
estaba ayudando a resolver su problema.
Ambición dijo que no podía juzgar nada sin
ver los resultados. Que esas eran puras teorías de El
Tirador Infalible que se había vuelto timorato desde la
fracasada rebelión del líder pescuezón. Que si no quería
ira a hacer el mandado de poner la media docena de
candelas de dinamita el pie del monumento y hacerlas
estallar, que podía quedarse en lugar seguro. Que por
tanto él y la cotorra Ilusión sí que estaban decididos a
acompañar a El Dundo en la realización de esta nueva
tarea.
La cotorra Ilusión agitó sus alas verdes y agregó
que no veía por qué estaban perdiendo el tiempo en
discusiones. Deberían partir inmediatamente en busca
del río a cuya orilla se encontraba el monumento y
¡Buuuuuuuuum! volarlo de una vez sin estar pensando
chochadas. Que los invitaba a que empezaran la marcha
inmediatamente porque amenazaba con llover y a ella
no le gustaba mojarse.
El Dundo, como siempre, no opinaba sino
que se dejaba llevar por la opinión mayoritaria de sus
amigos. Sólo quería encontrar a El Pájaro del Dulce
Encanto para arrancarle el secreto para ser rico, sabio
254
Clemente Guido
e inteligente. Los caminos no le interesaban. Lo
importante era llegar. de cualquier manera.
Emprendieron la marcha por montes y cañadas;
pasaron arroyos y ríos; cruzaron valles inmensos; se
hundieron hasta la rodilla en pantanos; fueron picados
inclementemente por los zancudos; la lluvia los mojó
de pies a cabeza; el sol los quemó hasta los huesos.
Al fin de muchos días, de muchas semanas de
viaje, llegaron a la orilla del inmenso río que extendía
sus aguas serpenteantes por una tupida montaña.
Observaron por varios días a los hombres
que trabajaban en la construcción del monumento
al “prócer”. Comprobaron que en el día estaba
fuertemente custodiado pero que en la noche quedaba
aparentemente abandonado. Discutieron la situación y
llegaron al acuerdo de que era la cosa más “chiche”
del mundo el ponerle las candelas de dinamita al
monumento por lo que no vacilaron en pasar a los
hechos.
Una noche, El Dundo y sus amigos se deslizaron
cuidadosamente por entre los tacotales vecinos al
monumento hasta que llegaron a él. Le pusieron una
macoya de candelas de dinamita unificadas por una
sola y larga mecha y le pegaron fuego. Salieron en
barajustada hasta ponerse a salvo de la explosión. Esta
no se hizo esperar y segundos después el monumento
al “prócer” volaba por los aires y se disolvía en polvo
que caía suavemente a la tierra. Cumplida la misión, los
amigos esperaron el milagro anunciado por la esposa
de El Viejo del Monte.
El Pájaro del Dulce Encanto
255
Minutos después de la explosión sin que nada
sucediera. Pero cuando nuestros héroes se preparaban,
decepcionados, a abandonar la zona, notaron que
del cráter que había quedado donde había sido el
monumento, salía trabajosamente un ser humano. Lo
observaron detenidamente y se asombraron al verlo
vestido con el uniforme de los militares de Viejolandia.
Iban a huir despavoridos ante la posibilidad de caer
prisioneros por el delito cometido, pero un grito del
hombre los dejó secos en el lugar.
---- ¡Hijueputas! ¡Alto o disparo! ¡No se corran
bandidos opositores y comunistas!
Los amigos le hicieron caso. Sabían que
cuando un guardia viejano grita eso hay que pararse o
le mete a uno un plumazo en la cabeza.
---- ¡No dispare! ¡Somos ciudadanos pacíficos
que pasábamos por aquí cuando sonó la explosión!
---- ¡No lo creo, malditos! ¡Deténganse o los
baño ahorita mismo!
El hombre se acercó pausadamente. Su
uniforme estaba sucio. El casco de acero estaba
cubierto por hojas caídas del espacio durante la
explosión. Empuñaba un rifle de plástico y de juguete.
Los amigos se dieron cuenta de ello y rieron, rieron,
rieron de ellos mismos al darse cuenta que el soldado
los había intimidado con sólo el grito.
Cuando el militar escuchó la risa de los amigos,
se echó a llorar a moco tendido.
256
Clemente Guido
Nuestros héroes, asombrados, tuvieron
compasión del pobre guardia. Ilusión voló hasta su
hombro derecho y empezó a picotearle cariñosamente
la oreja de ese lado. El hombre río como niño satisfecho.
Ambición le preguntó:
----- ¿Qué hacías bajo el monumento del prócer
y por qué llorás?
----- Yo soy un pobre guardia honrado y como
premio a esa virtud me enterraron vivo con un rifle
de plástico en la base del monumento del prócer para
cuidarlo por todos los siglos...
---- ¡Qué premio tan singular!
---- Bueno, donde me ven soy oficial egresado
de la Academia Militar de Viejolandia. Recien graduado
me asignaron a la Guardia Personal de El Viejo del
Monte. El hombre me ofreció unas “libres” para
introducir whisky, cigarrillos, carros, refrigeradoras,
televisores, radios, ropa extranjera, en fín, todo lo
que yo quisiera, sin pagar impuestos aduaneros...un
contrabando “legal”.
Como en el libro de moral y trato social que
damos en la Academia yo había leído que eso era
inmoral y que un buen militar no debe hacer eso, sino
que debe dar el ejemplo con su vida sana y honesta, me
negué a aceptar los ofrecimientos. Muchos ciudadanos
civiles me ofrecían pago para que les consiguera una
“libre” con el general (Uds. saben que El Viejo del
Monte también es el Jefe de las Fuerzas Armadas,
¿no?) pero yo me negué; industriales y comerciantes
me ofrecían pago para que les consiguiera con el
El Pájaro del Dulce Encanto
257
general una orden para no pagar sus impuestos o los
aforos aduaneros y yo me negue; un colega me dijo
que yo era un baboso pues todos los ayudantes del
jefe siempre habían traficado con esas regalías y que
le habían sacado buena “tusa” al negocio; yo seguía
creyendo en el manual de moral y trato social y no les
hice caso; todos los amigos del general me pedían que
adelantara las fechas de las audiencias con el hombre,
a cambio de unas “tusita” que me darían; el total era
cuantioso y tentador para un oficialito como yo, recién
salido de la Academia pero también me negué; en fin,
todos los jodidos que querían alguna ilegalidad acudían
a mí para que se las consiguiera con el hombre, pero
yo seguí de pendejo negándome, hasta que todos le
hablaron al hombre y después de escucharlos me llamó
y me dijo:
-----He oído las quejas de todos los que han
venido a decirme que te has negado a ayudarles en esto
y aquello mediante dinero, porque te pareció contra la
ley. Debes saber que aquí no hay más ley que la mía y
que nada es malo si yo lo permito y que nada es bueno
si yo lo prohíbo. Por tanto, te ordeno te traslades a la
comandancia de la Policía de Mana, y te pongas a las
órdenes del Jefe de la Policía quien te asignará tus
nuevas labores.
Así perdí mi puesto al lado del hombre. Le
conté a mi mujer el cuento y me maldijo por imbécil.
Mi suegra me bañó y no faltó quien (de mi familia)
pidiera que se me expulsara hasta del ejército por idiota.
Me presenté ante el Jefe de Policía y me nombró Jefe
de la Oficina de Narcóticos. Consagré una dedicación
ejemplar al combate del tráfico de drogas.
258
Clemente Guido
Descubrí siembros de marihuana hasta en los
balcones de Casa Presidencial y en los jardines de la
querida de El Viejo del Monte. Los traficantes me
ofrecieron dinero por costaladas, pero yo lo rehusé
pensando en el libro de moral y trato social me habían
enseñado en la Academia Militar.
Una vez me avisaron que unos contrabandistas
de opio venían del país vecino de Costa Pobre por
nuestra frontera sur. El Jefe de la Policía de allá los
había dejado pasar no sin antes quitarles para su propio
tesoro familiar, el cincuenta por ciento del contrabando.
Les tendí una emboscada en el camino a Mana; los
sorprendí con un cargamento de drogas por valor
de varios millones de viejanos; pero eso no es nada;
también traían un enorme contrabando en joyas y otras
piedras preciosas por valor de otra tonelada de millones
de viejanos. Mi segundo, el Sargento Piepelado, ducho
en estos asuntos, me murmuró al oído:
---- ¡Ya somos ricos, Jefe, ya somos ricos! ¿Me
los “sueno” con cuchillo y los dejo enterrados en la
montaña? ¡Después nos repartimos e informamos que
no vinieron los contrabandistas!
---- ¡No jodás! --le dije yo--¿Te has creído que
soy ladrón?
¡Si me volvés a decir eso te informo!
---- Jefe, es su oportunidad. Después de esta
quien sabe si tenga otra. No “seya” chocho. Oiga lo
que le estoy diciendo. ¡Después se várrepentir!
El Pájaro del Dulce Encanto
259
No le hice caso pensando en el librito de moral y
trato social que había estudiado en la Academia Militar.
Mi segundo refunfuñó pero pareció disciplinarse.
La noche era oscura. A medida que
avanzábamos por el camino en busca del lugar donde
habíamos dejado el yip militar que nos condujo hasta
ahí, yo solo oía unos pujiditos muy quedos a los que no
les hice caso.
Cuando llegué hasta el yip me volví a ver
a mis hombres que deberían venir detrás con los
prisioneros, fue grande mi sorpresa cuando comprobé
que nadie me seguía. Ni mis soldados, ni mi segundo,
ni los prisioneros.
Volví sobre mis pasos iluminándome con una
lámpara de baterías y fuí encontrando uno a uno, regados
en el camino, los cadáveres de los contrabandistas,
muertos a puñaladas. Comprendí. Mi segundo y mis
soldados los habían “palmado” y luego de quitarles las
joyas, las piedras preciosas y las drogas, habían huído
respetando mi vida únicamente por milagro del Señor.
Cuando volví a mi cuartel me hicieron
un Consejo de Guerra por “asesinato de los
contrabandistas, de mis subordinados y por robarme
las joyas y las drogas y las piedras preciosas”.
Después de dos años de prisión durante
los cuales todos los días recibía la visita de un
oficial instructor que tenía por misión borrarme esas
ideas extrañas de la cabeza, fui puesto en libertad,
reincorporado al ejército y me enviaron a la sección de
investigación.
260
Clemente Guido
Debo ser muy bruto que no escarmiento. El
muy animal me dediqué a descubrir a los ladrones.
Por alguna causa, ratero que capturaba yo, era puesto
en libertad al segundo día. Botín que recuperaba
y lo entregaba al Jefe de Investigación para que lo
devolviera a su dueño, aparecía en manos de algún
oficial del ejército. Los dueños de lo robado nunca
recuperaban nada, a pesar de mis hazañas.
Los abogados de los delincuentes me cantaron
el volado. Altos oficiales recibían su buena tajada
por hacerse de la vista gorda. Los rateros y demás
sabandijas tenían un oficial, según su categoría
delictiva, que los protegía a cambio de una parte del
botin. Había cabos que hasta tenían “colonias” de
alquiler con el sueldo miserable que devengaban en el
ejército; todo era producto de la partidera. Televisores,
radios, refrigeradoras, carros, todo lo robado, aparecía
en casa de este o aquel oficial. Me dijeron que me
alineara o me mandarían al carajo. Yo no les hice caso.
Pensé en el librito de moral y trato social que me habían
enseñado en la Academia Militar y no acepté. Todos
mis superiores pidieron mi traslado por indeseable e
indisciplinado. Una vez más fuí enviado a la “casual”.
Tres meses después fuí mandado a un comando de
un barrio de la capital. Era uno de esos infestados de
cantinas, prostíbulos, billares y jugaderas clandestinas.
Decidí acabar con toda aquella inmoralidad. Llame a mi
sargento y le comuniqué mi orden. El hombre abrió la
boca de par en par. Me miró horrorizado y desapareció
de mi vista profundamente abatido.
Minutos después regresó y me dijo que en
milicia no se discutían las órdenes pero que le parecía
que la que le acababa de dar no la había entendido bien,
El Pájaro del Dulce Encanto
261
pues a ningún comandante se le ocurriría cerrar todos
aquellos antros que reportaban excelentes ganancias
a todos, incluso a los mismos soldados rasos, que
meditara bien, pues eso era una locura.
El hombre no entendió nada pero no replicó
cuando le repetí la orden, acompañada de un discurso
sobre moral. A los quince días llegó una orden de la
Comandancia General en la que se me suspendía de mi
cargo, se me enviaba nuevamente a la “casual” y me
alejé del comando despedido por una rechifla general
de todos mis subalternos.
En aquellos días hubo una invasión
proveniente de un país vecino que es una isla en
forma de tiburón. Los invasores eran viejolandeses
desesosos de derribar a El Viejo del Monte para poner
un nuevo régimen en este país. El hombre me envió
a combatir la invasión y yo me sentí feliz pues ahí no
habría posibilidad de que me retiraran por hacer cosas
indebidas.
Nunca entendí lo que me dijo el Jefe al
despedirme.
---- Combátalos lealmente y con lealtad
aplíqueles las ley de la guerra.
Mejor dicho, yo lo comprendí a mi modo. Los
combatí lealmente.
Hubo muchos combates. Los hombres eran
bravos y estaban bien entrenados. Los que se rendían
eran enviados por mí a Mana para su juzgamiento. Los
heridos eran curados y enviados también a Mana. Una
vez recibí un telegrama que decía:
262
Clemente Guido
“Demasiado prisioneros. Combata
mejor. El Viejo del Monte”
Hice un repaso mental a mis tácticas militares;
a mis triunfos; me dí cuenta que estaba combatiendo
bien; no comprendí el mensaje y continué capturando
revoltosos y enviándolos a Mana para su proceso.
Por fin me llamaron ante El Viejo del Monte.
“Seguro ascenso”--me dije--Me he portado tan bien
que el hombre quiere felicitarme y comunicarme que el
próximo día del ejército tendré mis grados de capitán”.
Me levanté alegre el día de la cita, Me acicalé, me puse
mi uniforme de gala y después de darle a mi mujer un
beso, salí.
El hombre me esperó en su Despacho
Presidencial. Los ministros lo rodeaban. Me sentí
orgulloso. Se me recibía como un general romano
vencedor. Al fín, mis méritos eran reconocidos.
El Jefe me dijo:
----Teniente, lo llamé para comunicarle
que por reconocimiento a su mala labor durante la
pasada campaña contra los revoltosos; que por su
comportamiento flojo delante de ellos; que por su
dundera en campaña, sus amigos y compañeros de
armas, los demás oficiales, me han pedido que le retire
el grado de oficial que Ud. ostenta inmerecidamente y
que sea bajado a soldado raso.
---- ¿Pero, por qué?--tartamudée yo
asombrado-- ¿No derroté al enemigo? ¿No me porté
caballero con los vencidos y respeté su vida? ¿No evité
El Pájaro del Dulce Encanto
263
que los soldados desfloraran tanta campesina de la
zona de combate?
----Cuando un guardia de Viejolandia
combate a revoltosos y fascinerosos como esos que
desean derribar nuestro sistema, no debe andar con
mariconadas. ¿Para qué envió tanto prisionero? ¡Los
jueces están furiosos porque los hizo trabajar de más!
¡Los carceleros estan furiosos porque tienen que
cuidar a tanto reo! ¡Las ecónomas de los penales estan
arrechas porque tendrán que gastar tanto dinero en mal
alimentar a alimañas opositoras!
---- ¿Pero qué iba a hacer con ellos, mi
general?
---- ¡Fusilarlos, matarlos, quemarlos,
cualquier cosa, menos dejarlos con vida, imbécil!
---- Pero eso no es humano. Las leyes de la
guerra dicen que el prisionero es sagrado y que hay
que garantizarle la vida...
---- ¡Maricón! ¡Cochón de los diablos! ¿Y
cuándo vas a darte cuenta que en este país no hay más
ley que lo que yo ordeno!
Una pausa tenebrosa. Mis grados de capitán
volaron.
---- Pero en vista de que es Ud. un hombre de
ideas raras, que no cabe en el servicio activo del ejército
pero al que tampoco podemos dar de baja, le asignaré
una nueva misión. Por mis inmensas cualidades de
prócer mis amigos me están levantando un monumento
264
Clemente Guido
a la orilla del Río Sanjón. Ud. será sepultado vivo en su
base. Se le dejará oxígeno para dos mil años y alimentos
por ese tiempo. Se le dará un rifle plástico simbólico.
Ud. será el encargado de defender ese monumento
contra posibles salteadores. ¡Puede retirarse!
Cuando llegué a mi casa, no encontré a mi
mujer. Se había ido con otro oficial más “vivo” que yo.
Desde entonces estoy aquí y ya ven, he fracasado una
vez más.
---- Vuélvete a tu puesto --dijo El Dundo-- que
no has fracasado. Serás una semilla que germinará en
el futuro para bien de este país. Entiérrate y no temas
que ahora ya no hay monumento que cuidar, pero sí
ejemplo que dar como los que diste y seguirás dando.
¡Tenemos todos los trabajos realizados, todos
los trabajos encomendados por El Viejo del Monte!
CAPITULO Z
Los amigos regresaron a Casa Presidencial en busca
de El Viejo del Monte, seguros de que habían terminado
felizmente todos los trabajos encomendados y que
recibirían el secreto tan buscado y tan ansiado.
Apenas llegaron a ella cuando se les apareció
El Viejo del Monte vestido con su ropa verde olivo de
hojas de chagüite. Los miró minuciosamente mientras
decía:
El Pájaro del Dulce Encanto
265
---- Veo que ya retornaron. Sospecho que por
lo menos uno de Uds. estuvo metido en alguna de las
conspiraciones que mis enemigos han fraguado en mi
contra en estos días. Pero, bueno, les demostraré mi
corazón magnánimo y no haré más investigaciones. A
ver ¿qué quieren Uds. ahora?
---- Ya terminamos todos los trabajos que Ud.
nos encomendó para darnos el secreto del paradero
de El Pájaro del Dulce Encanto, con la fórmula para
capturarlo, para que podamos ser inteligentes, sabios y
ricos.
---- ¡Siempre con lo mismo! ¡Yo creí que
después de tantas aventuras ya se habrían olvidado del
asunto!
---- Señor, hemos viajado de tan largo para
conseguir ese secreto, que no podemos desistir así
fácilmente de nuestra misión --habló Ilusión-- Hemos
realizado todos los trabajos señalados y aquí estamos
por la recompensa que Ud. nos dará en cumplimiento
a su palabra, que es sagrada porque Ud. es hombre
sincero y recto.
El Viejo del Monte río suavemente:
----A ver, pues. Entréguenme uno a uno los
trabajos. Veamos si es cierto que han cumplido Uds.
con todo lo encargado.
----Ahí va. número uno, aquí está la piedra de
la Culebra Mica.
----Perfecto. Ahora el siguiente.
266
Clemente Guido
----Número dos: hemos desmontado a El Jinete
del Caballo Alazán, aquí está su “chilillo” que nos dio
como señal de nuestro triunfo.
---- Sigamos con el otro.
----- Monté El Caballo Pinto sin que me botara.
Lo domé y lo convertí en un manso caballo que espera
afuera por Ud. para que ordene lo que mejor quiera
hacer con él --un relincho proveniente de los patios de
Casa Presidencial subrayó las palabras de El Dundo.
---- Sigamos.
----Encontré al médico que no habla mal de sus
colegas. Está ejerciendo en el barrio de El Paraísito.
Tampoco hace las sinvergüenzadas que hacen algunos
médicos del Hospital El Descanso o del Seguro Crucial,
con los pacientes de esas instituciones.
---- Este trabajo no está realizado. Ese médico
no habla mal de sus colegas porque es mudo y no hace
esos cobros ilegales porque no trabaja en ninguno de
los hospitales que dices...
Los amigos se miraron asombrados.
---- Prosigue en tu entrega de los trabajos.
Talvez te acepte este médico honrado si me convences
con los otros trabajos.
---- Encontré al militar honrado que no vive
de las putas, ni del guaro, ni de la mordida en general.
Ud. lo conoce porque lo mandó a enterrar bajo el
monumento de Ud., prócer, para que lo cuidara por dos
mil años.
El Pájaro del Dulce Encanto
267
---- ¡Ah! Ese debe ser el Teniente Cerebro
Flojo. Veo que lo encontraron --dijo el Viejo del Monte
alagado por lo de “prócer”.
---- Si, señor y espero que Ud. no le encuentra
ninguna objeción.
---- No. Ninguna. Es el guardia más baboso
que he tenido. Sigamos.
---- También encontré al político honrado,
incorruptible, abanderado sincero de los pobres. Se
trata de Hernando A. Cuero, el líder opositor al régimen
suyo. No creo que por ser su enemigo jurado, Ud. no
acepte sus dotes de honradez y valentía.
El Viejo del Monte soltó una kilométrica
carcajada que después de darle tres vueltas al mundo
se quedó enrollada en éste. Después de que hubo
terminado de reír en forma tan inusitada para un
dictador de su extirpe, El Dundo le preguntó la causa.
---- ¿De modo que ese es el modelo que Uds.
traen de honradez política? Vengan a verlo dónde
está tranquilito. Veánlo en aquel rincón del palacio.
Está descansando después de pronunciar sus últimos
discursos en mi contra. Acaba de embuchacarse
muchos millones de viejanos que le he suministrado
para él y sus seguidores más cercanos. Acabamos de
firmar un pacto por medio del cual él se compromete a
dejarme gobernar tranquilamente por cuantos períodos
yo desee a cambio de cuarenta curules en el Congreso
para él y sus amigos; de tener dos partidarios suyos
chupando el tesoro nacional en cada ministerio, oficina
pública, ente autónomo, alcaldía, municipio, etc, etc.
268
Clemente Guido
Pero no solo eso: para satisfacer su vanidad y
guardar las apariencias internacionales, estableceremos
un gobierno integrado por una Junta de tres chochos,
de los cuales, dos serán de mi partido y uno será él.
Por supuesto que los míos no darán ni un paso sin
preguntarme qué tienen que hacer y él será una figura
decorativa.
----- ¿Y él --preguntó El Dundo estupefacto-ha consentido en ese arreglo?
---- No solamente eso. Es tan bruto que cree
que metiéndose dentro de los tres chochos de la Junta
de Gobierno títere podrá grangearse la simpatía del
ejército y hasta darme un golpe de estado. Pero ya
tengo resuelto ese problemita. En cuanto me empiece a
dar dolores de cabeza le...
----- ¿Le quitará los millones de viejanos que
le ha dado?
----- No, nada de eso. Le dejaré toda la plata que
es de él, porque es el resultado de su traición al pueblo
viejolandés. Cuando me empiece a dar problemas lo
repondré con cualquiera de los zánganos que lo rodean
y que están deseosos de embuchacarse los milloncitos
que yo quiera darles.
---- ¿Y Ud. cree que encontrará quien lo
traicione?
---- Entre traidores sobre quien traicione. Entre
inmorales no hay lealtad. Esta oposición es corrompida
y por eso nosotros los descendientes de mi augusto
tatarabuelo aún estamos gobernando y gobernaremos
El Pájaro del Dulce Encanto
269
mientras la mayoría de los dirigentes políticos de la
oposición estén desesperados por dinero, puestos
públicos y regalías; mientras la mayoría de estos
dirigentes sea comprable por unos millares o millones
de viejanos, dependiendo cuál sea su precio.
---- ¿Es que no hay políticos honrados en
Viejolandia?
---- Sí, los hay. Tú no los hallaste, pero hay; lo
que sucede es que son una minoría y además, cobardes.
Hay honrados pero no se atreven a salir a luz pública por
miedo a mis torturas, a mis cárceles. De nada sirve la
honradez escondida en un rincón oscuro. Los que salen
a luz son los ansiosos de dinero fácil y que se hacen
los duros, los valientes, los aguerridos, solamente para
venderse a mejor precio.
---- Entonces...
---- Entonces, mi querido amigo, Ud. ha
fracasado en toda la línea. No tengo porqué entregarle
el secreto para encontrar a El Pájaro del Dulce Encanto
y mucho menos tengo obligación de enseñarle el
camino para llegar a ser inteligente, sabio y rico.
---- Pero...
----- Le diré la verdad con franqueza. En
mi república no necesitamos sabios ni inteligentes.
Tenemos milenios de gobernarla sin que hayamos
nunca necesitado de esas sabandijas que se llaman
sabios o personas inteligentes. En cuanto a los ricos,
esos lo son si yo lo quiero, si yo participo en sus
negocios, si yo los protejo o si yo los compro, como
270
Clemente Guido
acabo de hacer con Hernando A. Cuero. Los ricos están
contentos con mi gobierno porque tienen la sobra del
banquete. Son ineptos. No tienen criterio propio ni
aspiraciones. Si Uds. se conforman solamente con ser
ricos, yo me encargo de eso. Díganme qué negocio
quieren emprender en mi rapública y yo les abriré las
puertas apenas con un modesto 95 % de las utilidades.
Aquí no hay más fórmula que esta. O si nó, a volar con
el cuento a otra parte.
Y sin decir más, desapareció de la vista de los
amigos y también volatilizó el palacio con todo y su
contenido.
Toda Viejolandia desapareció después. Los
aventureros se encontraron en plena montaña.
Solamente acompañado de sus inseparables
Ambición e Ilusión, El Dundo caminó incansablemente
por aquella montaña sin saber a dónde se dirigía.
Pensaba que no era posible que después de tanto
sacrificio y de tanta lucha, todos su sueños vinieran
a quedar en nada. Ambición lo consolaba diciéndole
que para vencer había que no desmayar y que El Viejo
del Monte no era más que un dictadorzuelo cualquiera
acostumbrado a no cumplir nunca su palabra. Que por
tanto la única culpa de los tres había sido no hacerle
caso El Tirador Infalible cuando les advirtió eso mismo.
Ilusión dijo que talvez si se hubieran olvidado de los
encargos de El Viejo del Monte y se hubieran dedicado
a buscar a El Pájaro del Dulce Encanto por otros
procedimientos, se habrían evitado tantas inquietudes
pasadas que les habian destrozado los nervios.
El Pájaro del Dulce Encanto
271
Hablando en esta forma los tres amigos
caminaban bajo el sol o bajo la sombra, de día o de
noche, bajo las estrellas, bajo la lluvia, bajo el polvo
que llevaba el viento, hasta que después de mucho
tiempo encontraron un poblado de casuchas de latas,
situado en un valle que se acostaba a los pies de un
volcán conchudo que se cubría la cabeza con nubes de
color ceniza. Dos ríos atravesaban al poblado; los patios
estaban sembrados y sombreados por árboles frutales.
Los zanates clarineros cantaba placenteramente
despidiendo al sol de la tarde y buscando un refugio
seguro en las frescas ramas.
Entraron nuestros amigos al poblado sin saber
dónde exactamente se encontraban, pero seguros de
que ya no estaban en los dominios de Viejolandia,
estado desaparecido misteriosamente, lo mismo que El
Tirador Infalible.
Llegaron a la plaza de la ciudad y se
encontraron con un grupo de hombres y mujeres
que estaban sentados alrededor de una fogata. Una
de ellas leía un papel mientras los demás escuchaban
atentamente.
Apenas se acercó, El Dundo se dio cuenta
que en realidad ninguno de los asistentes a la reunión
escuchaba a la poetisa que leía sus versos. Un hombre
gordo, pelón como un espejo, pensaba en lo maldito
del tiempo que no llovía desde hacía dos meses y que
amenazaba con secarle las cosechas; otro, de quijada
prognática, sonreía viendo mentalmente cómo por la
falta de lluvia se arruinarían otros tantos ciudadanos
del poblado y porque eso los obligaría a pedirle dinero
prestado que él daría a interés elevado, bajo la promesa
272
Clemente Guido
de venta de alguna propiedad, al concluir el plazo fatal;
luego les quitaría las propiedades por el veinticinco por
ciento de su valor real; él sabía que nadie le pagaría
porque no levantarían ninguna cosecha por causa de la
sequía; otro pensaba que aquella mujer dunda debería
dedicarse a cocer nacatamales o a matar chanchos y
no a escribir versos que ni ella misma entendía; en
fín, nadie estaba realmente pendiente de lo que la
mujer recitaba o leía o qué sé yo, cuando llego nuestro
aventurero acompañado de sus amigos.
Cuando terminó de leer la poeta eso que nadie
supo qué cosa fue, sonaron los aplausos entusiastas y
vítores y las felicitaciones. El Dundo sintió un chicuige
a hipocresía pero se quedó quieto esperando el final de
todo aquello.
El gordo, el flaco anteojudo y el prestamista
fueron los más exaltados al felicitar a la poetisa y en
abrazarla y estrujarla, lo que también aprovecharon
para acariciarle furtivamente sus genitales.
Al terminar todo el alboroto, los concurrentes
al acto se fueron retirando y únicamente El Dundo y la
poetisa se quedaron cerca del fuego de la plaza.
La mujer le preguntó qué andaba haciendo
por ahí; que si conocía de antes ese poblado y muchos
otros datos que la gente siempre pregunta a los viajeros
desconocidos. El Dundo le contestó que no sabía qué
poblado era aquel, que nunca había estado ahí y que
no sabía adonde se dirigía, pues había perdido toda
esperanza y toda noción de lucha desde que había sido
traicionado por El Viejo del Monte y desde que había
sido abandonado por El Tirador Infalible.
El Pájaro del Dulce Encanto
273
La poeta se mostró interesada en conocer
toda la historia de nuestro personaje; lo escuchó
atentamente mientras sonreía incrédula a medida que
desarrollaba nuestro personaje los episodios de su
increíble aventura.
Ella le dijo una vez que lo escuchó, que estaba
dispuesta a ayudarle en la consecución de su ideal
pero que para eso le pedía que se esperara unos días
mientras ella ganaba un concurso de poesía que por
aquella época habría en el poblado.
El Dundo le preguntó que cómo sabía que ella
ganaría el primer premio del concurso y entonces la
poetisa le contestó que eso era cosa fácil, pues ella daba
a corregir sus poemas al Obispo de los Poeta, que tenía
la sección literaria del principal periódico del poblado;
que dicho Obispo de los Poetas se los publicaba una
vez que él les hacía todas las enmiendas necesarias;
que dicho señor nombraba los miembros del tribunal
que juzgaría los poemas en concurso y que aunque los
que presentaría ella eran inéditos y “cubiertos” por un
seudónimo, la verdad es que como todos habían sido
corregidos por el Obispo de los Poeta y como éste había
dicho a los miembros del tribunal calificador cuáles
eran los que él consideraba mejores; y como nadie se
atrevería a contradecir lo dispuesto por el señor Obispo
de los Poetas, pues estaba claro que ganaría ella.
El Dundo en sus catorce años no tenía viveza
suficiente para comprender aquella retahíla que le soltaba
la mujer, pero, pensándolo bien, decidió esperarla a
que ganara su juego que ya lo tenía cuchubaleado con
quien sabe qué autoridad del concurso.
274
Clemente Guido
Al día siguiente lo sorprendió la mujer
diciéndole que no solamente había ganado el concurso,
sino que también había conseguido una editorial que le
publicaría el libro, la que había con anticipación pagado
a los críticos que en diferentes revistas, periódicos,
semanarios y medios radiales del mundo entero, se
encargarían de escribir para convencer al público lector
que aquella era una obra genial y que pasarían muchos
años antes que se repitiera una cosa igual.
Con el premio seguro, la editora imprimiendo
el libro con anticipación con el rótulo ganador del
concurso tal en la portada, aún antes de decretarse y
los críticos listos con sus artículos sesudos, científicos,
para ilustrar a los ignorantes sobre las bondades de una
obra que ninguno de ellos había leído completamente,
pero con los cheques asegurados para comprar el
automóvil último modelo que la esposa quería; con
todo eso seguro para la poetisa, El Dundo preguntó
porqué no marchaban en busca de El Pájaro del Dulce
Encanto tal como ella había prometido.
Pregunto cómo era eso que mucho antes de
publicarse un libro ya se dijera en todas partes que era
genial, tal como él había oído del libro non nato de
la poetisa, a lo que ella le contestó, sonriendo, que se
debía a la labor de aquellas agencias de publicidad de
la editorial.
Siguió preguntando ingenuamente El Dundo si
ella se tomaba mucho trabajo en estudios de gramática
y tantas cosas que deberían estudiar los poetas y ella
rio alegremente mientras le explicaba que eso de la
gramática no tenía ninguna importancia porque los
críticos pagados por la editorial se encargarían de
El Pájaro del Dulce Encanto
275
decirle al público lector que los errores de sintáxis
eran muestra del espíritu revolucionario de la
escritora que estaba transformando el idioma; que los
arcaísmos y barbarismos serían presentados como un
esfuerzo lingüístico genial en su sencillez y que todo
aquel que opinara de distinta manera sería calificado
de ignorante, envidioso del éxito de ella y cuando
menos, de analfabeta. Todo se cumplió, pues, como
la poeta lo vaticinó: ganó el premio, salio el libro a
las librerías al día siguiente de entregado el dicho; los
periódicos, revistas, semanarios y programas radiales
y de televisión del mundo entero empezaron a alabar
la obra genial; el público empezó a comprar el libro,
unos para leerlo, los menos; otros para pasearse con él
en las manos por las calles y parques de las ciudades
para que los amigos los considerasen personas cultas;
otros para tenerlo de adorno en la sala de la casa; otros
para regalárselo a otra persona que a su vez nunca lo
leería; así se vendieron tantos millones de ejemplares
en solo un año que el editor puso tres editoriales más,
los críticos compraron casas y carros nuevos mientras
escribían libros que estudiaban la obra genial y que a
su vez eran estudiados por otros críticos que también
vendían por millones estos libros de estudio-contraestudio-más-estudio; las casas peliculeras se disputaron
el honor de llevar al celuloide la obra galardonada; los
cines la tuvieron en cartelera varios meses; la gente hizo
colas interminables bajo el sol, el polvo o la lluvia para
ver la película, hasta que salió otra obra genial tirada
por otra editorial con el mismo sistema publicitario.
Cansada la poeta de ganar dinero, dijo a El
Dundo que pacientemente esperaba que le cumpliera
la promesa de encontrar a El Pájaro del Dulce Encanto,
que lo llevaría donde se le revelaría el secreto.
276
Clemente Guido
----- Decididamente, no comprendo tu empeño
en encontrar al pájaro fabuloso; te acabo de demostrar
qué fácil es hacerse rico. Basta con que sigas el camino
recorrido por mí y lo serás. En cuanto a lo de inteligente
y sabio no lo comprendo, pues nunca ha sido necesario
eso para ser rico.
Cumplidamente la poetisa se presentó para ir
con El Dundo a la feria donde según ella encontrarían
lo buscado. Ninguna de las diversiones interesaba al
muchacho. La poeta buscaba algo. Se dirigió donde
un señor gordo, que con un sombrero de palma en
la cabeza gritaba al lado de una jaula llena de verdes
chocoyitos, parientes lejanos de Ambición.
La poetisa se paró delante de la jaula de los
animalitos y entregó una moneda al señor que gritaba
las virtudes adivinatorias de los diminutos plumíferos.
Sucedía que uno de los bichos verdes a una señal del
dueño, después que éste había recibido las monedas
del pago, sacaba de una gavetita, después de abrirla
con el pico, un papelito en donde estaba la respuesta a
lo consultado.
El señor le dijo a El Dundo que hiciera
mentalmente su pregunta y después de que éste le dijo
que ya la había hecho, pronunció el viejo unas cuantas
palabras raras. El chocoyito haló la gavetita y metió el
pico encorvado en ella sacó un papelito y se acercó a
la puerta de la jaula; el anciano la abrió y el animalito
saltó a las manos del señor entregándoselo, el que fue
inmediatamente depositado en las de nuestro personaje
principal.
El Pájaro del Dulce Encanto
277
Sudando helado, El Dundo lo abrió y cuando
lo hubo leído, salió en una sola carrera, pegando
brincos descomunales en longitud y altura, como
conejo humano y gritando desaforadamente como si se
le hubieran chorreado todas las tejas de la cabeza.
La mujer sonrió y lo siguió, mientras Ilusión y Ambición
volaban a su lado.
Fue tanta la carrera y duró tanto tiempo, que
pasaron varios días antes de que se detuviera nuestro
personaje.
Después, frente aun barranco que estaba
mohoso y que tenia varios agujeros en su anatomía, se
detuvo El Dundo, guardó silencio unos segundos con
profundo recogimiento, respiró ansiosamente llenando
de aire fresco los pulmones y con voz suave, firme,
llena de seguridad, imprecó:
ORACION DEL PAJARO MACUÁ
¡Oh lindo Pájaro Macuá! Tú que gozas de los
más altos dones porque eres protegido de Dios,
que saltas de rama en rama de los árboles
de las más altas montañas, buscando la protección del hombre y la mujer para ofrecer
la felicidad tanto en la buena como en el amor
y en los negocios.
Por todas tus virtudes y tu lealtad puesta
siempre de manifiesto, hacé que mis negocios se
expandan con gran éxito, que El Pájaro del Dulce
encanto se me presente en este momento.
278
Clemente Guido
Apenas había terminado de decir su oración
que era lo que había en el papelito entregado por el
chocoyito de la feria, sintió que un aire frío recorría
el barranco, que éste se humedecía más aún y que un
chicuige raro recorría el ambiente.
Poco a poco fue apareciendo por uno de los
hoyos del barranco un pájaro azul, de larga cola,
copete amarillo, ojos verdes, pico rojo, rodeado de
una aura misteriosa que le daba una belleza sin igual.
El animal, con toda majestad, salió del hoyo, saltó a
un rama de un arbolito vecino y esperó pacientemente
algo que nadie sabía lo que era.
El Dundo se quedó pasmado. No supo qué
hacer. Tanto tiempo llevaba buscando a aquel animal.
Tantas dificultades vencidas; tantas penurias pasadas
aún a riesgo de la vida misma y no sabía qué hacer
cuando lo tenía enfrente, a un paso, a unas pulgadas.
Ambición lo sacó de su catalepsia le grito
---- ¡Capturálo, idiota, antes que se vaya!
¡Nos jodimos tanto para encontrarlo y ahora te quedás
jugado de cegua, frente al animal!
Entonces, como movido por una descarga
eléctrica, El Dundo lo tomó en sus manos. Sí, capturó
a El Pájaro del Dulce Encanto, al tantas veces buscado,
al tantas veces soñado, al pájaro misterioso que le
daría el secreto tan ansiado de cómo llegar a ser rico,
inteligente y sabio.
bien.
Algo le hizo entender que las cosas no andaban
El Pájaro del Dulce Encanto
279
Debía ser que sus manos habían perdido el
sentido del tacto. Porque en ellas no sentía el contacto
de plumas, ni de huesos, ni del calor ronroneante de las
aves, sino que tenía en sus manos una pasta pegajosa,
con un olor especial. Vio a El Pájaro del Dulce Encanto
y se dio cuenta que se le había transformado en algo
asqueroso; tenía en sus manos un ave de aspecto
precioso, pero hecha de mierda pura. Ese era el chicuige
que había sentido, el de la mierda, mierda y más mierda
y más mierda. Apenas se dieron cuenta de lo que le
había sucedido a El Pájaro del Dulce Encanto, Ilusión
y Ambición cayeron instantáneamente muertas.
El Pájaro del Dulce Encanto terminó por
endurecersele en las manos, como mierda resecada por
el sol y el polvo; El Dundo lo tiró al suelo, mientras
ríos de lágrimas salían de sus ojos. Tuvo la esperanza
de encontrar a su lado a la poetisa para consolarse en su
desesperación, pero también ella había desaparecido.
Llorando, se alejó de aquel lugar lentamente,
solo, terriblemente solo iba, cuando oyó los ladridos
alegres de una perra flaca, pulgosa, de la que ya se
había olvidado: Razón.
Campo Bruce.
Managua, Nicaragua.
Octubre 22 de 1972.
F I N
El Pájaro del Dulce Encanto
281
NICARAGUENSISMOS OCUPADOS
EN ESTA NOVELA
A MOCO TENDIDO: Llorar descaradamente.
ACHONES Y QUIEBRAPLATAS: Insectos
luminosos nocturnos, de invierno.
ALASTE: Estiptico. Pegajoso.
ARBOL DE CARAÑA: Plantas que se siembran en
los patios para evitar los “hechizos”. Es medicinal, de
aplicación popular. Despide un olor especial.
BAGIN: Botín. Ganancia ilegal.
BAÑAR. DISPARAR: Regañar, cubrir de improperios,
insultar.
BAZUQUEROS: Alcohólicos consuetudinarios, pero
pobres, callejeros, que piden dinero en las calles para
comprar su bebida alcohólica.
BLANQUEAR: Tirar contra alguien a traición.
BULACOS: centavos. Dinero en general.
CABO: extremo próximo residual de un puro. colilla.
Pedazo de algo.
CANTAR EL VOLADO: Descubrir el secreto.
CARRETA NAGUA (NAHUALT): Según la leyenda,
era una carreta tirada por esqueleto de bueyes y que
hacía un ruido especial, espantoso, que servía para
recoger las almas de los que morían cada noche. En
Lengua híbrida nahualt-castellana significa: carreta
bruja.
CEGUA: mujer mitológica nahualt, que según la
leyenda sale por las noches en busca de amantes a
quienes vuelve idiotas después del abrazo sexual.
282
Clemente Guido
COGER EN LA MATURRANGA: Atrapar in
fraganti.
COLUDO: Aplícase comúnmente al Demonio.
LOS COMPAÑEROS: Testículos.
COTORRA: Ave de mayor tamaño que el chocoyo,
de color verde, a veces aprende a hablar. Es de la
misma familia de las loras. En esta novela personifica
a ILUSION.
COYOL: Planta que da frutos redondos en racimos,
con cáscara fuerte que encierra la semilla cubierta por
su pulpa, que tiene sabor alaste, pero dulce. Del tronco
se saca la Chicha de coyol que es embriagante y ha
sido muy ocupada por los campesinos de Managua
para esos menesteres.
CUCHUBALEADO: Arreglado extraoficialmente.
Acordado de antemano.
CURRUTACA: Diarrea.
CUSUCO: Armadillo.
CUSUSA: Licor obtenido del maíz fermentado y en
alambiques caseros. Es perseguida por la ley. Es de
uso frecuente en el campesinado. Dicen que la mejor
cususa es la de ometepe. En Diriomo existe una que le
llaman Calavera de Gato, famosa por su concentración
alcohólica elevada, que embriaga rápidamente.
CUTACHA: Arma blanca, larga y delgada, que usan
los campesinos. Desempeña del doble papel de machete
y de espada o sable, pero realmente es ocupada para
pelear.
El Pájaro del Dulce Encanto
283
CHACHALACA: Ave gallinácea, comestible,
cantadora, casi desaparecida de las sierras de Managua
junto con sus montañas.
CHAGÜITE: Plantación de bananos o de plátanos.
CHAMBA: Trabajo.
CHAMBULINES: Dinero.
CHANCE: Oportunidad. Es un yanquismo.
CHANCHITA O CHANCHA: Premio por hacer
algo, por lo general ilegal. Equivale a “mordida”.
CHICUIGE: Olor especial, no definible.
CHICHA DE COYOL: Jugo fermentado del tronco
del árbol de coyol. Le hacen una casuelita en el extremo
superior, cerca del cogollo y al cabo de unos días se
recoge espontanéamente un jugo dulcete al principio,
agradable, no embriagante, fermentado después,
embriagante.
CHICHE: Fácil.
CHILE: Frutita picante que se usa para condimentar las
comidas. Hay de diferentes tamaños. El más diminuto
y más picante se llama Chile de cabro. El Nicaragüense
en general no es amante del chile, como el mejicano,
aunque hay personas que sí lo consumen mucho. Tiene
efecto medicinal sobre el tubo intestinal. También
significa “chiste”. Contar chiles es contar chistes.
CHILILLO: Tahona, rebeque.
CHIMADA: Pobre, arruinada. Aplícase también a las
úlceras. Dícese que una bestia está chimada, cuando
tiene úlceras en el lomo y a la úlcera en sí se le dice
“chimadura”.
284
Clemente Guido
CHINGA: Sin cola. Carreta chinga, es una carreta de
camastro corto.
CHINTANO-A: Desdentado-a.
CHIRICANO: Gallo o gallina sin plumas en la nuca.
Dice que son excelentes ponedoras las gallinas y los
gallos grandes peleadores.
CHIRIZO: Pelo lacio, duro.
CHISCHIL: Cascabel. A la culebra de Cascabel
se le corta el chischil al que se le atribuye acciones
medicinales y hasta de brujería.
CHOCOYO: Ave diminuta, la menor de toda la
familia de las loras. Aprende ciertas acciones como la
de sacar papelitos de una cajita, de donde es usado por
los fiesteros en las ferias. No aprende a hablar. En esta
novela encarna a Ambición.
CHOCHADAS: Majaderías.
CHOCHO: Idiota, dundo. No tiene sentido ofensivo,
más bien suaviza el adjetivo de modo que es mejor
decirle a alguien que es chocho y no idiota o imbécil.
Es de uso muy frecuente en los nicaragüenses de
modo que en El Salvador es usado como sinónimo de
nicaragüense: los chochos, por los nicaragüenses.
CHORREARSELE LAS TEJAS A ALGUIEN:
Volverse loco o hacer locuras.
DUNDO: Idiota. Se aplica a los retrasados mentales
o a los mongólicos. No tiene sentido despectivo sino
cariñoso. El dundito, el Dundo, es mejor que el idiota.
En esta novela es el nombre del personaje principal.
ESTAR HASTA LA CINCHA: Estar lleno, bien
comido o bien bebido.
El Pájaro del Dulce Encanto
285
FRITANGA: Aplícase a las ventas al aire libre de
comida ligera: gallo pinto, queso o maduro o tajadas
fritas, moronga, etc.
Comidería al aire libre de estas comidas populares y
ligeras.
GARROBO: Reptil macho comestible, la hembra es
la iguana.
GUACAL: Recipiente indígena hecho del fruto del
jícaro al que le sacan las semillas y lo pulen y elaboran
hasta con dibujos en la corteza. Sirve para beber algo
en él.
GUANACO: Sinónimo de Dundo, Idiota.
GUÁS: Ave de canto melancólico que según los
campesinos presagia las variaciones del tiempo.
GUATUZA: Animal comestible. En términos
populares se llama así al gesto insultativo de pasar
el pulgar entre el índice y el dedo medio apretandolo
fuertemente y enseñándoselo al contrario.
GUAYACÁN: Arbol de madera fina que según la
leyenda el hacha se dobla cuando intenta cortarlo.
GÜIS: Pajarito amarillo al que se le atribuye cualidades
de anunciar el futuro según la tonalidad del canto.
Según algunas personas anuncia la visita de personas.
“Güisito, güisito, creo en Dios y no en vos, pero gente
viene” dicen que dijo un indio al güis que cantaba en
los árboles de su patio después que el señor cura lo
había regañado por creer en estos animales.
HACER UNA TRASTADA: Hacer algo mal hecho,
pero sobre todo, se dice por una broma de mal gusto
o grosera.
286
Clemente Guido
IGUANA: Reptil hembra del garrobo, comestible ella
y sus huevos.
JOCOTE: Árbol de fruta pulposa, jugosa, dulce, de
color rojo o amarillo, que se cosecha en verano. Crece
silvestre pero se le siembra en los patios de las casas
pobres. Sirve para hacer el almíbar mezclado con
mangos y fragmentos de papaya en miel, manjar de la
Semana Santa de antaño.
JODARRIA: Molestar demasiado. Jodedera.
JUGADO DE CEGUA: Idiota. “Como jugado de
cegua quedó el hombre ante esa mujer”...
LIBRES: Ordenes dadas en tiempo de la dictadura
somocista para introducir mercaderías sin pagar aforos.
Era un premio para sus incondicionales o para atraer
adeptos.
LOS CHAPARRONES: Apodo de una familia
managüense, famosa por su habilidad en la pirotecnia.
LUNATICOS: Locos.
MACOYA: MACOLLA: Montón, grupo selecto.
“pertenecer a la macolla” --significa pertenecer al
grupo que manda.--”Una macoya de muchachos o de
delincuentes”...un grupo de muchachos, etc.
MALINCHE: Árbol de flores rojas que dura su
florescencia seis meses y otros seis meses está lleno
de vainas con una semilla dura.
Por eso algunos dicen que “hay matrimonios como
el malinche: con seis meses de flores y seis meses de
vainas”.
MALACO: Malo, aplícase a las personas no a las
cosas.
El Pájaro del Dulce Encanto
287
MAZORCA: Todo el fruto del maiz.
METERSE EN CAMISAS DE ONCE VARAS:
Buscar dificultades.
MORONGA: Comida hecha de sangre de cerdo, arroz,
chile, chiltoma y hierba buena.
NACATAMAL: Comida hecha de masa cocida de
maíz con tocino, carne de cerdo, arroz, chile y hierba
buena. Algunos lo hacen de carne de gallina, pero no
es lo común.
ÑATO: Persona de nariz corta.
NIGUA: Bolsa que contiene huevos de pulga de cerdo.
A los niños campesinos se les pega en los pies.
NO ES COMIDA DE JOCICÓN: No es fácil, es
sumamente difícil.
OLOTE: Eje central de la mazorca en el que se
asientan los granos de maíz.
OREJA: Espía político. Miembro de la Policía de
Seguridad (policía política) del somocismo.
PATRULLERA: Prostituta callejera.
PATA DE GALLINA: Asiento rústico de madera que
se forma de tres reglas que se juntan arriba en un pedazo
de madera al que se clava una tablita octogonal, que
sirve para sentarse, en el campo o en las casas pobres
de los barrios.
PENJAMEAR: En argot hospitalario, significa
cobrarle ilegalmente a un-a paciente de sala general por
un trabajo que se está obligado a prestárselo gratis.
PICARSELAS DE: Presumir de algo.
PICHA CAIDA: Hombre impotente sexualmente.
288
Clemente Guido
PINGUEANDO. PINGUEAR: Pasar necesidades.
Ganar dinero haciendo trabajos menudos y variados.
PINOL: Polvo de maíz tostado.
POCA: Poker. Juego de cartas.
POCOYO: Ave nocturna que canta tristemente,
especialmente en noches de luna.
POCHOTE: Árbol grande, espinoso en su corteza,
del que se saca madera para construcción o para
carpintería.
POR SI LAS MOSCAS: Por si acaso...
QUERRÁS, QUERRAMOS: Forma popular de
conjugación del verbo querer.
QUESILLO: Especie de queso huloso, simple, que
lo venden con tortillas y crema. Se especializan en
hacerlo en Nagarote, pero es popular en los balnearios
como Xiloá en Managua.
RISERÍA: Reir de un grupo. “Qués la risería que se
tienen Uds.?”.
ROSQUILLEROS: Ladrones especializados en robar
cadenas de oro del cuello de las damas. Es argot de
delincuentes.
RULETERA: Hetaira callejera.
SER MUY VIVO: Persona muy inteligente. “Es muy
vivo el jodido”.
SIERREÑO: Habitante de las sierras de Managua.
Por extensión se le decía así a todos los campesinos.
SONARSE A ALGUIEN: Matar a alguien.
SUAZADA: Dícese de la hoja del plátano que se
somete al calor del fuego hasta que se vuelve flexible;
normalmente esa hoja se quiebra con facilidad o se
El Pájaro del Dulce Encanto
289
deshilacha. Los campesinos ocupan la hoja de chagüite
suazada, para envolver el nacatamal.
TACOTAL: Zona montosa, pero sin árboles grandes,
solo con matones.
TAYULES: Córdobas.
TIANGUE: Mercado indio, móvil, que se instalaba a
las siete de la mañana y desaparecía por la tarde, común
en la colonia y a mediados del siglo pasado.
TIGÜILOTE: Árbol que da frutos blancos, estípticos,
a veces de sabor muy dulce, otras veces simples, en
racimos. Es silvestre. Sirve para cercar las fincas o los
potreros.
TIRADORA: HULERA: Arma campesina que se
hace con un gancho de madera, dos hules amarrados
a los extremos del gancho y un pedazo de cuero en el
otro extremo y que sirve para lanzar piedaras pequeñas
y finas. Con ella cazan pájaros o iguanas.
TORO RABÓN: Juego de azar que consiste en una
mesa con perforaciones en cazoleta de color rojo unas,
negras las otras en las que salta una pelotita de vidrio
que se escurre por un embudo colocado en el centro.
Gana el que tira la bolita si ella cae en rojo, pierde si
cae en negro.
TOTOLATE: Parásito de las aves, especialmente de
las gallinas.
TOTOLATAL: Lugar plagado de totolates.
290
Clemente Guido
TUSA: Hojas exteriores del fruto del maíz, que lo
envuelve para protegerlo de las aves. En lenguaje
popular se aplicaba a dar un regalo por un favor especial
o un pago extra. Equivale a “mordida”.
TUSEAR: Hacer negocios ilegales.
TROMPONES: Puñetazos.
VOLADO: Aplícas en sentido de “favor”. Hacer un
volado, es igual a hacer un favor especial.
VOMITADERA: Vómitos frecuentes.
¡VIVA EL BOER!: Grito de júbilo en general, pero
refleja el grito de triunfo de los fanáticos de un club de
beisbol de Managua que se llamaba BOER.
YOLTAMAL: Comida hecha de masa de maiz tierno,
cocida y envuelta en tusa.
SAJINO O ZAHÍNO: Cerdo pequeño, salvaje,
de color zahino, comestible y muy apreciado por
los campesinos. Está en vías de desaparecer de las
montañas de Nicaragua por su caza indiscriminada.
ZANATES Y CLARINEROS: Aves de color
negro, pequeñas, común en los campos y ciudades
nicaragüenses, especialmente en los patios arbolados.
El Clarinero canta melodiosamente. Unos dicen que
es el macho del zanate, otros dicen que son clases
diferentes.
CHAYULES O ZAYULES: Mosquitos que se meten
en los ojos de los niños y les producen conjuntivitis por
la irritación.
ZOPILOTE: Ave carnicera que se alimenta de
cadáveres. Era el sistema de limpieza en la antigüedad
en el campo y en las ciudades.
El Pájaro del Dulce Encanto
INDICE
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
A B
C
D
E
F
G
H
I
J
K
L
M
N
O
P
Q
R
S
T
U
V
W
X
Y
Z
En aquella época...
Fue así como...
Sobre el camino...
Caminaron todo el día...
Antes del medio día...
Siguieron las instrucciones...
Ilusión, Ambición y El Dundo...
Dicho todo lo anterior...
Después de someter...
La culebra chocoya...
Después del combate...
La noche fue avanzando...
Cuando terminó de reír...
Apenas hubo desaparecido...
El Barranco de la muerte...
Marta, una joven de 16 años...
Mana, la capital de Viejolandia...
El sujeto encima...
Hasta muchos días después...
¡Compañeros! Me siento...
En su búsqueda...
En el Hospital El Descanso...
En casa del líder...
Varios días más...
Cuando había terminado...
Los amigos regresaron...
Nicaragüensismos ocupados en esta novela.
291
Esta IV edición de EL PÁJARO DEL DULCE
ENCANTO de Clemente Guido, terminóse de
imprimir el día 10 de Marzo del 2012 en los Talleres de
Editronic S.A., bajo la corrección de pruebas de Mario
Santos y con carátula de Luis Cárdenas Gámez.
Managua, D.N.: Nicaragua, Centroamérica
El título encubre una de las tremendas sátiras que se hayan podido
hacer en el istmo. Para su estilo y su manera de encarnecer tendríamos
que retroceder a Rabelais. Y hasta Quevedo. Aún evocar algunos de los
fuetzos de juvenal.
LEON AGUILERA
EL IMPARCIAL, GUATEMALA, ENERO 7-75.
Entre la realidad y la imaginación se desarrolla el argumento de “EL
PAJARO DEL DULCE ENCANTO”, de Clemente Guido, novela
fantástica en la cual el autor ha querido pintar rasgos de la vida
nicaragüense, en medio de sátiras y símbolos que “El Dundo”, su
personaje central y protagónico maneja con maestría. Tal vez Ciro
Alegría haya calado tan hondo como Clemente Guido en la idiosincrasia
de un pueblo.
REPERTORIO LATINOAMERICANO
Buenos Aires, Argentina. Diciembre de 1976
Seguimos asombrados el relato. Nos dejamos fascinar por sus
personajes, bien que dos de ellos sean animales, esos bichos
parlanchines y agoreros, contradictorios, lleno el pico de sabias
sentencias. “El Dundo”, personaje central, héroe a la antigua, es hechura
viva, asombrosa, es imagen que arranca de la infancia. Tal su poder. Lo
escuchamos con deleite, porque su voz no está empañada. Es fresca y
saludable.
FRANCISCO TOBAR GARCIA
EL COMERCIO
Quito, Ecuador, 9 de Julio de 1976
Considero al autor como un buen novelista, un narrador de primer
orden. Sabe urdir una fábula y, lo más importante, sabe cómo retener la
atención del lector.
Hay escenas que difícilmente se olvidan. Una, la pelea del héroe, El
Dundo, con la Culebra Mica. Es rara y única. El trazo es soberbio, y
Guido alcanza un nivel más que humano. Hay trascendencia.
LA ESTAFETA LITERARIA
Madrid, España. Diciembre 1976
Esta es una de las mejores fábulas que leí de ese continente. El Dundo,
de estirpe volteriana, es maravilloso en su búsqueda. ¡Y ese fin amargo,
inesperado, pero conveniente! Su sátira es muy viva y tendrá mucha
resonancia. Tiene un lenguaje rico, de muchas sutilezas y matices.
JERZY KÜHN
Polonia
Traductor de WYDAWNICTWO LITERACKIE
Nota: esta versión fue corregida y revisada por el autor en los meses
de octubre de 1995 a marzo 27 de 1996 y debe ser ocupada para las
siguientes impresiones. Vale.
Clemente Guido.
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