Miguel Hernández abandonado por las calles de Madrid

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El Clarí-n de Chile
Miguel Hernández abandonado por las calles de Madrid
autor Pablo Varas
2010-12-13 11:10:55
Ya se despide el año en que se conmemora el Centenario del nacimiento de Miguel Hernández, poeta de letras
notables, de una sensibilidad excepcional y que no dudó en salir a defender un sistema elegido democráticamente, que
se sumó al esfuerzo solidario de todos aquellos que se entregaron para enfrentar y combatir la ilegalidad del
franquismo, a esos, la derecha española, los que gobernaron con formato de dictadura durante cuarenta años.
La guerra está perdida…
Franco se pasea ufano entre sus generales y ordena salir a matar.
Todo lo que sea rojo debe desaparecer, empezando por los rojos, los que miraban son simpatÃ-a a los rojos, los que
convivieron con algún rojo o alguna roja, los hijos de los rojos, los que ayudaron a los rojos, los que cobijen a un rojo,
todos a la cárcel o a pegar la espalda a los muros de los cementerios, para luego ir a parar a las cunetas de los caminos
de España, sin lápidas, sin nombres, ni flores… hasta el dÃ-a de hoy.
El comienzo de la guerra civil sorprende a Miguel Hernández estando en Madrid y parte a Orihuela para poner en orden
los asuntos del corazón, allÃ- vive Josefina Manresa, su enamorada. Regresa nuevamente a la capital en el mes de
septiembre. El calendario indica que corre el año de 1936.
El 25 de septiembre de aquel año se enrola como voluntario, y durante algunos meses estará dedicado a construir
trincheras, trabajo que hace Miguel a punta de picota y pala para preparar la defensa de Madrid. A finales del mes
noviembre, es designado al Quinto Regimiento para asumir tareas de propaganda. Miguel toma esa responsabilidad
conciente de su trabajo, la propaganda es indispensable, los franquistas suponÃ-an que la rebelión durarÃ-a poco tiempo
y que el gobierno elegido democráticamente se rendirÃ-a, pero nada más lejos de la realidad, pasarán años para ver el
triste final y el inicio de una de las mayores campañas de exterminio que conoce la humanidad.
En febrero de 1937 es destinado para ser el altavoz del frente en la ciudad de Jaén. AllÃ- trabaja en propaganda, y es
responsable de imprimir un periódico, educar y adoctrinar a los milicianos. Trabaja dos veces más en sostener la moral
de los combatientes. Duerme en el frente de batalla, comparte la comida que se les sirve a todos los combatientes, no
pidió trato especial, ni aceptó ningún beneficio. “Diferente a lo que hacÃ-an otros poetas como Rafael Alberti por
ejemplo, que iba al frente solo a recitar su poesÃ-a, y por las tardes volvÃ-a a la ciudad.―(1) Mucho se le ha cuestionado a
Rafael Alberti que en sus misivas, tarjetas y libros firmara siempre aquel tiempo, en plena guerra civil, como la “belle
époque―, y queda como ejemplo la foto tomada por David Seymour, Chim, en 1936 dedicada a Luba y Ehremburg.
Hay que destacar lo que fue El Mono Azul, dirigido por Rafael Alberti, un importante medio que tuvo la cultura y al arte al
servicio de la república. Era una publicación de notable calidad gráfica, de solidos contenidos y una herramienta en el
indispensable proceso educativo de las masas, para un periodo en extremo delicado. Â
Miguel Hernández es el poeta de la guerra. Su poesÃ-a se vistió de aquellos momentos violentos y crueles, provocados
por la derecha, estimulados y aplaudidos por la iglesia católica y considerados indispensables para el fascismo alemán
e italiano. “Vientos del pueblo―, libro necesario para poder entender la guerra civil española, tiene el ropaje del poeta
militante. En el mes de julio de 1937 se realiza en la ciudad de Valencia el ll Congreso Internacional de Intelectuales en
Defensa de la Cultura, es allÃ- cuando Miguel le confiesa a Nicolás Guillén: “ En lo que a mi se refiere, podrÃ-a asegurar
que la guerra me ha orientado. La base de mi poesÃ-a revolucionaria es la guerra. Por eso creo, y lo repito, que la
experiencia de la lucha, el contacto directo con el dolor en el campo de batalla, va a remover en muchos espÃ-ritus
grandes fuerzas antes dormidas por la lentitud cotidiana― (3)
Vicente Aleixandre, notable poeta, Premio Nobel de literatura en 1977, es en la vida de Miguel un referente poético
indispensable en ese tiempo, hasta su casa llegaba para escuchar esas palabras en silencio como si fuera el mejor de
los estudiantes, en la dedicatoria de su libro le escribió: “Los poetas somos vientos del pueblo: nacemos para pasar
soplados a través de sus poros y conducir sus ojos y sus sentimientos hasta las cumbres más hermosas. Hoy, este hoy
de pasión, de vida, de muerte, nos empuja de un imponente modo a ti, a mi, a varios hacia el pueblo. El pueblo espera
a los poetas con la oreja y el alma tendida al pie de cada siglo― (4)
Y la pluma del poeta de Orihuela no se agota, es incansable y los años pasan. Ha muerto su primero hijo, nace el
segundo. Escribe más poesÃ-a y teatro mientras combate en el frente, Miguel es un miliciano más en la terrible batalla
de Teruel, tiene el hombro derecho muy maltratado. En “El hombre acecha―, Miguel escribe una poesÃ-a donde ya está
presente la derrota, o algo parecido al final de la guerra, habla del odio, los muertos, los heridos, las cárceles y la
sangre… tanta sangre derramada.
Posiblemente recordar lo sucedido en el otoño de1936, cuando Miguel llega al palacio de los Heredia SÃ-pnola donde
tenia su sede a la Alianza de Intelectuales y se encuentra entre algunos con Rafael Alberti, que prepara una fiesta para
las mujeres antifascistas, Miguel se indigna al ver las mesas llenas de comida y grita que él ha visto como de verdad
combaten las mujeres antifascistas en el frente, del hambre que pasan ellas, donde la sangre corre a raudales. Miguel
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escribe indignado entonces en un muro “AquÃ- hay mucha puta y mucho hijo de puta―. (4) Maria Teresa León se le acerc
y le propina una bofetada frente a todos los que en ese momento se encontraban en aquel lugar. Miguel abandona el
recinto junto a Pablo de la Torrente, internacionalista y poeta cubano, que morirá algunos dÃ-as después en combate.
Todos coinciden en señalar que en ese lugar se rompió la frágil relación de amistad que hubo entre ellos. (6)
Miguel tiene ya en su mente cada letra y cada palabra construida que será instalada en su “Cancionero y romancero de
ausencia…lo comienza a escribir en libertad y será terminado en la cárcel.  El tiempo se agota. El dolor es un manto que
cubre España por todos lados. Madrid es un caos, todos piensan en salvarse, las puertas del exilio inmediato pensando
que en algún momento las cosas podrÃ-an ser diferentes… para volver.
Qué hace Miguel Hernández solo y abandonado en esos dÃ-as de fines de guerra. Â
Como es posible entender que uno de los más consecuente trabajadores de la cultura, uno de los grandes no haya
tenido un lugar donde esconderse, una mano solidaria, no es posible pensar que para él todas las puertas estaban
cerradas. En la memoria de todos habita ya el recuerdo de Federico GarcÃ-a Lorca asesinado en Granada.
El 24 de febrero de 1939, Miguel está en Madrid y rinde visita a su amigo Vicente Aleixandre. La ciudad de Barcelona
ha caÃ-do en manos del franquismo. Antonio Machado ha muerto en el pequeño pueblo francés de Colliure, nadie sabe
que puede suceder. La peregrina idea de un acuerdo de paz entre ambos bandos, es una tenue luz de la noche más
negra… que no será.
Madrid, marzo de 1939…
Vicente Aleixandre y José Maria de Cossio le piden a Miguel que se vaya de España, que sus enemigos no le
perdonarán, le dicen claramente que lo van a fusilar. Lo saben condenado dos veces, por republicano y por comunista.
Le proponen que es una posibilidad el pedir asilo polÃ-tico en la Embajada de Chile, cuyo encargado de Negocios Carlos
Morla Lynch ha sido un amigo Ã-ntimo de GarcÃ-a Lorca y de otros poetas y escritores, que es un diplomático muy
sensibilizado con los sucesos que atraviesa España en esos momentos. Miguel le visita, al parecer no descarta la idea
de tener una nueva oportunidad junto a su mujer e hijo, al que Josefina amamantaba con sangre de cebolla. No es
posible, Morla Lynch no le da garantÃ-as de que pueda concederle el asilo, Rafael Alberti le ha enviado una lista de
compañeros de la Alianza de Intelectuales a los cuales hay que salvar a como de lugar, en esa lista, entre ellos… no
está Miguel Hernández. (7)
Cuesta una enormidad pensar en Miguel abandonado, entregado a su suerte o lo que pueda depararle una calle. Â Hay
que cuestionar y se debe poner en duda de manera legitima, que el poeta alicantino, que habÃ-a sido llevado de la mano
de Alberti y MarÃ-a Teresa León al Partido Comunista, que habÃ-a estado unido a los altos mandos del ejercito
republicano, que habÃ-a sido poeta y soldado al lado de la Troika del Komintern en España: Togliatti, Feodorov,
Stepanov, Vittorio Vidali, haya sido olvido por sus camaradas en esos tan duros momentos, y que fue abandonado para
que se refugiara en alguna embajada donde se sabia que nada ofrecÃ-a seguridad en esos momentos, o para que se las
buscara solo.
Y entonces el abandono, la soledad, las guerras que dejan al desnudo la miseria humana en ambos bandos. Ninguna
guerra ha sido ganada de manera limpia, en esos embates queda al descubierto todo lo inventado y se mostrará
también inventos nuevos, y en el medio de todo aquello… el hombre, su inventor.
Se produce un último encuentro entre Miguel, Rafael Alberti, Maria Teresa León, estos dos están listos para viajar a
Murcia en el vehiculo de Ignacio Hidalgo de Cisneros, Jefe de la Fuerza Aérea de la Republica, de allÃ- al aeropuerto de
Monóvar, “Miguel no es invitado a viajar, habiendo espacio suficiente para que pudiera ir con ellos. Alberti y Maria
Teresa León se escapan con el enemigo pisándoles los  talones―. (8)
Años después Maria Teresa León escribe sobre este momento diciendo que Miguel le habrÃ-a manifestado sacudido
por una rabiosa decisión, que “volvÃ-a al frente―. Esta versión no es creÃ-ble. Miguel Hernández conocÃ-a perfectame
el estado de las fuerzas republicanas, Madrid habÃ-a caÃ-do en manos de Franco. Esa afirmación hay que ponerla en
duda,  no habÃ-a ningún frente y la guerra estaba perdida. Los acontecimientos se suceden muy rápido, como son esos
momentos en la historia. Un avión Douglas eleva el vuelo llevando como pasajeros a Dolores Ibárruri, Stepanov, alto
dirigente comunista, Jesús Monzón, el diputado francés Jean Catalá. Luego un segundo avión con Juan NegrÃ-n y
varios Ministros de su gobierno y finalmente en la madrugada del dÃ-a 7 de marzo de 1939 abandonan España Rafael
Alberti, su esposa Maria Teresa León junto a Núñez Mazas, Ministro del Aire y de Antonio Cordón, Ministro de
Guerra, el avión Dragón tomó rumbo a Oran.
Pocos creen también que cuando se enteró Alberti de la muerte de Miguel Hernández, este enarbolara su bandera
“Camarada del alma camarada. Hernández y las cabras, Hernández y el partido. “Yo creo que la antipatÃ-a era mutua
por más que se hable ahora del cariño que se profesaban―, (2) asÃ- se lo dice LuÃ-s RodrÃ-guez Iser amigo del poeta y
compañeros suyo en la cárcel de Porlier. La poesÃ-a de Miguel, sus piezas de teatro, no eran elogiadas por Alberti.
Miguel queda en tierra, solo, en su España herida. Dónde y como va a ganarse la vida Miguel, si el último oficio habÃ-a
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sido ser miliciano y ejercer de poeta. Todo está en el suelo. El 1 de abril Franco firma su último parte de la guerra, todo
ha terminado. A mediados de abril Miguel toma dirección de Alicante donde pide ayuda a un conocido falangista
Eduardo Llosent Marañon, que habÃ-a sido director de una revista literaria, este le da una carta para que se la entregue
a JoaquÃ-n Romero. Es entonces cuando hay que preguntarse que hacÃ-a en Sevilla Miguel Hernández, mendigando
asilo, durmiendo escondido en el campo, pidiendo ayuda para poder seguir viviendo, con hambre en el sentido justo de
la palabra.
El dÃ-a 29 de abril intenta escapar a Portugal donde es detenido y entregado a la policÃ-a franquista. En septiembre es
puesto en libertad, y sin saber a donde ir, vuelve con sus pasos a su pueblo natal, Orihuela, allÃ- es detenido
nuevamente y encerrado en la prisión del Conde Toreno de Madrid, donde coincide con el dramaturgo Antonio Buero
Vallejos, luego a Miguel lo irán llevando de prisión en prisión mientras su estado de salud se hace cada vez más
delicado.
Los años en las cárceles franquistas fueron durÃ-simos, hambre, humillados dos veces, por rojo y por derrotado, Miguel
hace de sus cartas y de su poesÃ-a el único filo con que intentar darle una sorpresa al destino de esos tiempos, que era
también en destino de tantos miles y miles de derrotados. La iglesia que habÃ-a estado y se mantuvo por tantos años
junto a Franco, pedÃ-a a Miguel que se “arrepintiera de todo su pasado, que renegara de su manera de ver el mundo―, (9)
para asÃ- poder interceder y le concedieran una migaja de algo.
A las 5.30 de la mañana del dÃ-a sábado 28 de marzo de 1942, muere Miguel. Los presos de la cárcel desfilaron frente
a su cuerpo amortajado por sus amigos, mientras una banda de música tocó la Marcha Fúnebre de Chopin.
VIENTOS EL PUEBLO ME LLEVAN
Vientos del pueblo me llevan
vientos del pueblo me arrastran;
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta
Miguel Hernández
(1)   AntologÃ-a poética. Vicens Vives. Barcelona. 1993.
(2)   (3) (4) (5) (6) (7) Las armas y las letras. Literatura y guerra civil 1936-1939 Andrés Trapiello.
Ed Destino. Madrid. Tercera Edición mayo 2010..
(8) España sufre. Carlos Morla Lynch.;Ed Renacimiento. Sevilla 2008
(9) Cuatro poetas en guerra. Ian Gibson. Ed Planeta. Barcelona. 2003
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