Oraciones del enfermo

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ORACIONES
EN LA
ENFERMEDAD
Servicio de Atención Religiosa Católica
Hospital Ramón y Cajal. Madrid
36
ORACIONES
EN LA
ENFERMEDAD
Servicio de Atención Religiosa Católica
Hospital Ramón y Cajal. Madrid
36
4. BENDICIÓN COMÚN
Nuestro auxilio
es el nombre del Señor.
R/ Que hizo el cielo y la tierra.
El Señor esté con vosotros.
R/ Y con tu espíritu.
Oh Dios!
tu palabra santifica todas las cosas.
Derrama + tu bendición
sobre este objeto (esta criatura)
y concede a los que lo van a utilizar
saber darte gracias siempre,
obedecer tus mandatos y cumplir tu voluntad,
para poder alcanzar,
por la invocación de tu santo Nombre,
la salud del cuerpo y la protección del alma.
Por Jesucristo nuestro Señor. R/ Amén.
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4. BENDICIÓN COMÚN
Nuestro auxilio
es el nombre del Señor.
R/ Que hizo el cielo y la tierra.
El Señor esté con vosotros.
R/ Y con tu espíritu.
Oh Dios!
tu palabra santifica todas las cosas.
Derrama + tu bendición
sobre este objeto (esta criatura)
y concede a los que lo van a utilizar
saber darte gracias siempre,
obedecer tus mandatos y cumplir tu voluntad,
para poder alcanzar,
por la invocación de tu santo Nombre,
la salud del cuerpo y la protección del alma.
Por Jesucristo nuestro Señor. R/ Amén.
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(Te damos gracias por esta imagen suya.
que nos recuerda su amor y solicitud maternal
hacia nosotros, hijos suyos)
En los santos vemos un ejemplo luminoso
de fidelidad a ti
y de compromiso
por vivir el Evangelio de tu Hijo
(Te damos gracias por esta imagen de San...
que veneramos con devoción
y que es estimulo para nuestro vivir cristiano.)
Acepta, Padre bueno,
nuestra alabanza
junto con la súplica filial
de sentir siempre tu presencia
y tu salvación
a través de todos los signos e imágenes
que nos recuerdan
tu perenne amor hacia nosotros.
Por Jesucristo nuestro Señor. R/ Amén.
BAUTISMO DE UN NIÑO
Preparada el agua, aunque no esté bendecida, y reunidos en torno al niño enfermo los padres, padrinos y algunos
familiares y amigos, comienza esta oración de los fieles:
Hermanos: Invoquemos la misericordia de Dios Todopoderoso para este niño, que va a recibir la gracia del Bautismo, para sus padres y padrinos, y para todo el pueblo santo de Dios.
• Para que Dios se digne agregar a este niño a su iglesia
por el Bautismo. Roguemos al Señor.
R/ Te rogamos, óyenos.
• Para que se digne adoptarlo como hijo suyo por el
Bautismo. Roguemos al Señor.
R/ Te rogamos, óyenos.
• Para que, sepultado en la muerte de Cristo por el Bautismo, le haga participe de su resurrección. Ro-guemos
al Señor,
R/ Te rogamos, óyenos.
• Para que se digne renovar en nosotros la gracia del
Bautismo. Roguemos al Señor.
R/ Te rogamos, óyenos.
• Para que se digne conservar siempre en una misma fe y
caridad a todos los discípulos de Cristo, bautizados
para formar un solo cuerpo. Roguemos al Señor.
R/ Te rogamos, óyenos.
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(Te damos gracias por esta imagen suya.
que nos recuerda su amor y solicitud maternal
hacia nosotros, hijos suyos)
En los santos vemos un ejemplo luminoso
de fidelidad a ti
y de compromiso
por vivir el Evangelio de tu Hijo
(Te damos gracias por esta imagen de San...
que veneramos con devoción
y que es estimulo para nuestro vivir cristiano.)
Acepta, Padre bueno,
nuestra alabanza
junto con la súplica filial
de sentir siempre tu presencia
y tu salvación
a través de todos los signos e imágenes
que nos recuerdan
tu perenne amor hacia nosotros.
Por Jesucristo nuestro Señor. R/ Amén.
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BAUTISMO DE UN NIÑO
Preparada el agua, aunque no esté bendecida, y reunidos en torno al niño enfermo los padres, padrinos y algunos
familiares y amigos, comienza esta oración de los fieles:
Hermanos: Invoquemos la misericordia de Dios Todopoderoso para este niño, que va a recibir la gracia del Bautismo, para sus padres y padrinos, y para todo el pueblo santo de Dios.
• Para que Dios se digne agregar a este niño a su iglesia
por el Bautismo. Roguemos al Señor.
R/ Te rogamos, óyenos.
• Para que se digne adoptarlo como hijo suyo por el
Bautismo. Roguemos al Señor.
R/ Te rogamos, óyenos.
• Para que, sepultado en la muerte de Cristo por el Bautismo, le haga participe de su resurrección. Ro-guemos
al Señor,
R/ Te rogamos, óyenos.
• Para que se digne renovar en nosotros la gracia del
Bautismo. Roguemos al Señor.
R/ Te rogamos, óyenos.
• Para que se digne conservar siempre en una misma fe y
caridad a todos los discípulos de Cristo, bautizados
para formar un solo cuerpo. Roguemos al Señor.
R/ Te rogamos, óyenos.
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La oración de los fieles se concluye así:
Dios, fuente de vida y amor,
Padre de Nuestro Señor Jesucristo:
Tú quieres revelar tu designio de amor
a estos padres que temen por la vida de su hijo,
dándoles a conocer
que no ha de perderse para siempre
esta vida que renacerá en el Bautismo.
Escucha nuestras súplicas:
No permitas que este niño
permanezca bajo el poder del mal,
sino admítelo en el Reino de tu Hijo.
Concede que este niño,
a quien damos el nombre de N..
por este agua vivificada por el Espíritu,
participe en el misterio de la muerte
y resurrección de Cristo
sea hijo de adopción,
alcance tu heredad
y se alegre como miembro de tu Iglesia
con el Hijo y el Espíritu Santo
por los siglos de los siglos.
R/Amén
Seguidamente se hace la profesión de fe. El ministro invita a los presentes con estas palabras:
Recordando nuestro bautismo, confesamos nuestra fe en
Jesucristo, que es la fe de la Iglesia, en la que este niño va
a ser bautizado.
Por eso el hombre
siempre ha intentado conocerte,
ha buscado tu rostro,
ha querido ver tu imagen.
Pero Tú escapas de nuestros ojos
y no puedes ser encerrado
en la retina de los hombres.
Tú eres el Absoluto,
la Perfección total,
la Omnipotencia,
la Eternidad,
la Abundancia,
la Plenitud del Amor.
Creemos, sin embargo,
que estás a nuestro lado
y que te nos has mostrado
en tu Hijo Jesucristo.
(Te damos gracias por esta imagen suya,
que nos recuerda tu amor permanente de Padre
y que es signo claro de tu bondad.)
Sabemos también que te manifiestas
en todos los hombres buenos y santos
que han vivido en nuestro mundo.
En primer lugar, en la Virgen María,
Madre y Señora nuestra.
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La oración de los fieles se concluye así:
Dios, fuente de vida y amor,
Padre de Nuestro Señor Jesucristo:
Tú quieres revelar tu designio de amor
a estos padres que temen por la vida de su hijo,
dándoles a conocer
que no ha de perderse para siempre
esta vida que renacerá en el Bautismo.
Escucha nuestras súplicas:
No permitas que este niño
permanezca bajo el poder del mal,
sino admítelo en el Reino de tu Hijo.
Concede que este niño,
a quien damos el nombre de N..
por este agua vivificada por el Espíritu,
participe en el misterio de la muerte
y resurrección de Cristo
sea hijo de adopción,
alcance tu heredad
y se alegre como miembro de tu Iglesia
con el Hijo y el Espíritu Santo
por los siglos de los siglos.
R/Amén
Seguidamente se hace la profesión de fe. El ministro invita a los presentes con estas palabras:
Recordando nuestro bautismo, confesamos nuestra fe en
Jesucristo, que es la fe de la Iglesia, en la que este niño va
a ser bautizado.
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Por eso el hombre
siempre ha intentado conocerte,
ha buscado tu rostro,
ha querido ver tu imagen.
Pero Tú escapas de nuestros ojos
y no puedes ser encerrado
en la retina de los hombres.
Tú eres el Absoluto,
la Perfección total,
la Omnipotencia,
la Eternidad,
la Abundancia,
la Plenitud del Amor.
Creemos, sin embargo,
que estás a nuestro lado
y que te nos has mostrado
en tu Hijo Jesucristo.
(Te damos gracias por esta imagen suya,
que nos recuerda tu amor permanente de Padre
y que es signo claro de tu bondad.)
Sabemos también que te manifiestas
en todos los hombres buenos y santos
que han vivido en nuestro mundo.
En primer lugar, en la Virgen María,
Madre y Señora nuestra.
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y ahora vamos a compartir.
Tú, que vives y reinas
por los siglos de los siglos. R/ Amen.
Te bendecimos, Señor,
porque nos das estos alimentos.
Bendice a cuantos nos reunimos
en torno a esta mesa acogedora.
Al reconocer en esta mesa y en estos alimentos
la bendición constante de tu amor
y de tu providencia,
te alabamos, te bendecimos
y te damos gracias, Señor.
Al reunirnos
en torno a esta mesa,
queremos elevar hacia ti, Padre del cielo,
nuestro espíritu filial,
y bendecirte por todos los dones
con que continuamente nos enriqueces.
3. BENDICIÓN DE UNA IMAGEN
A ti, Señor y Dios nuestro,
elevamos hoy nuestra oración
hecha alabanza y acción de gracias.
Tú eres el Dios que nos salva,
la Palabra que se hace revelación,
la luz que nos ilumina.
Y después pregunta:
¿Creéis en Dios Padre Todopoderoso, creador del cielo y
de la tierra?
R/ Sí, creo
¿Creéis en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que
nació de Santa María Virgen, murió fue se-pultado,
resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre?
R/ Si, creo.
¿Creéis en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica,
en la comunión de los santos, en el per-dón de los
pecados, en la resurrección de la carne y en la vida
eterna?
R/ Si, creo.
La profesión de fe, oportunamente, puede hacerse también con la recitación del Credo:
Creo en Dios Padre, Todopoderoso…
Después, el ministro bautiza al niño, diciendo:
N. Yo te bautizo en le nombre del Padre
primera infusión de agua
y del Hijo,
segunda infusión de agua
y del Espíritu Santo
tercera infusión de agua.
Omitidos los restantes ritos, puede hacerse la imposición
de la vestidura blanca. El ministro dice:
5
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y ahora vamos a compartir.
Tú, que vives y reinas
por los siglos de los siglos. R/ Amen.
Te bendecimos, Señor,
porque nos das estos alimentos.
Bendice a cuantos nos reunimos
en torno a esta mesa acogedora.
Al reconocer en esta mesa y en estos alimentos
la bendición constante de tu amor
y de tu providencia,
te alabamos, te bendecimos
y te damos gracias, Señor.
Al reunirnos
en torno a esta mesa,
queremos elevar hacia ti, Padre del cielo,
nuestro espíritu filial,
y bendecirte por todos los dones
con que continuamente nos enriqueces.
3. BENDICIÓN DE UNA IMAGEN
A ti, Señor y Dios nuestro,
elevamos hoy nuestra oración
hecha alabanza y acción de gracias.
Tú eres el Dios que nos salva,
la Palabra que se hace revelación,
la luz que nos ilumina.
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Y después pregunta:
¿Creéis en Dios Padre Todopoderoso, creador del cielo y
de la tierra?
R/ Sí, creo
¿Creéis en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que
nació de Santa María Virgen, murió fue se-pultado,
resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre?
R/ Si, creo.
¿Creéis en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica,
en la comunión de los santos, en el per-dón de los
pecados, en la resurrección de la carne y en la vida
eterna?
R/ Si, creo.
La profesión de fe, oportunamente, puede hacerse también con la recitación del Credo:
Creo en Dios Padre, Todopoderoso…
Después, el ministro bautiza al niño, diciendo:
N. Yo te bautizo en le nombre del Padre
primera infusión de agua
y del Hijo,
segunda infusión de agua
y del Espíritu Santo
tercera infusión de agua.
Omitidos los restantes ritos, puede hacerse la imposición
de la vestidura blanca. El ministro dice:
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N. eres ya criatura nueva y has sido revestido de Cristo.
que esta vestidura blanca sea signo de tu dignidad de cristiano, que debes conservar sin mancha hasta la vida eterna.
R/ Amén
BENDICIONES
1. BENDICIÓN DEL AGUA
Señor Dios todopoderoso,
que eres la fuente y el principio
de la vida del cuerpo y del espíritu,
dígnate bendecir + este agua
que vamos a utilizar con fe para implorar
el perdón de nuestros pecados
y para alcanzar la protección de tu gracia
contra todas las enfermedades y asechanzas del enemigo.
Concédenos, Señor,
por medio de tu misericordia,
que el agua viva nos sirva de salvación,
para que podamos acercamos a ti con un corazón limpio
y evitemos todo mal de alma y cuerpo.
Por Jesucristo nuestro Señor. R/ Amén
2. BENDICIONES DE LA MESA
Bendito seas, Señor, Dios del universo
por estos alimentos
fruto de la tiene y del trabajo del hombre,
que hemos recibido de tu bondad
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N. eres ya criatura nueva y has sido revestido de Cristo.
que esta vestidura blanca sea signo de tu dignidad de cristiano, que debes conservar sin mancha hasta la vida eterna.
R/ Amén
BENDICIONES
1. BENDICIÓN DEL AGUA
Señor Dios todopoderoso,
que eres la fuente y el principio
de la vida del cuerpo y del espíritu,
dígnate bendecir + este agua
que vamos a utilizar con fe para implorar
el perdón de nuestros pecados
y para alcanzar la protección de tu gracia
contra todas las enfermedades y asechanzas del enemigo.
Concédenos, Señor,
por medio de tu misericordia,
que el agua viva nos sirva de salvación,
para que podamos acercamos a ti con un corazón limpio
y evitemos todo mal de alma y cuerpo.
Por Jesucristo nuestro Señor. R/ Amén
2. BENDICIONES DE LA MESA
Bendito seas, Señor, Dios del universo
por estos alimentos
fruto de la tiene y del trabajo del hombre,
que hemos recibido de tu bondad
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UNCIÓN
DE LOS ENFERMOS
(Sin viático)
El sacerdote puede utilizar la siguiente
monición:
Queridos hermanos: Nuestro Señor Jesucristo nos dice
por medio del apóstol Santiago: "¿Esta enfermo alguno
de vosotros?, llame a los presbíteros de la Iglesia, y que
recen por él, después de ungirlo con óleo, en el nombre
del Señor. Y la oración de fe salvara al enfermo, y el
Señor lo curará, y si ha cometido pecado, lo perdonará”.
Pongamos, pues, a nuestro hermano enfermo en manos
de Cristo, que lo ama y puede curarlo, para que le conceda alivio y salud.
Si fuera necesario el sacerdote acoge la confesión sacramental del enfermo, la cual puede hacerse de modo
genérico si no se puede hacer de otro modo.
Si el enfermo no hace confesión sacramental, el sacerdote invita a todos al acto penitencial.
Para participar con fruto de esta celebración, comencemos por reconocer nuestros pecados:
Se hace una breve pausa en silencio. Después todos
juntos hacen la confesión:
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UNCIÓN
DE LOS ENFERMOS
(Sin viático)
El sacerdote puede utilizar la siguiente
monición:
Queridos hermanos: Nuestro Señor Jesucristo nos dice
por medio del apóstol Santiago: "¿Esta enfermo alguno
de vosotros?, llame a los presbíteros de la Iglesia, y que
recen por él, después de ungirlo con óleo, en el nombre
del Señor. Y la oración de fe salvara al enfermo, y el
Señor lo curará, y si ha cometido pecado, lo perdonará”.
Pongamos, pues, a nuestro hermano enfermo en manos
de Cristo, que lo ama y puede curarlo, para que le conceda alivio y salud.
Si fuera necesario el sacerdote acoge la confesión sacramental del enfermo, la cual puede hacerse de modo
genérico si no se puede hacer de otro modo.
Si el enfermo no hace confesión sacramental, el sacerdote invita a todos al acto penitencial.
Para participar con fruto de esta celebración, comencemos por reconocer nuestros pecados:
Se hace una breve pausa en silencio. Después todos
juntos hacen la confesión:
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Yo confieso, ante Dios…
Sigue la absolución del sacerdote:
Dios todopoderoso
tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna
R/ Amén
V/ Señor, dale el descanso eterno
R/ Y brille para él (ella) la luz eterna.
V/ Santa María, Madre de Dios
R/ Ruega por nosotros.
V/ Descanse en paz
R/ Amén.
Oración a la Santísima Virgen María
Después el sacerdote invita a orar a todos:
Oremos por nuestro hermano N. e invoquemos al Señor
que ahora le va a reconfortar con este sacramento.
• Para que Dios reconozca en nuestro hermano el rostro dolorido de su Hijo, roguemos al Señor:
R/ Te rogamos, óyenos
• Para que lo sostenga y lo conserve en su amor, roguemos al Señor.
R/Te rogamos, óyenos
• Para que le conceda su fuerza y su paz, roguemos al
Señor.
R/Te rogamos, óyenos
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia
vida y dulzura y esperanza nuestra Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos,
y, después de este destierro,
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
iOh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
El sacerdote impone en silencio las manos sobre la cabeza del enfermo. Si hay que bendecir el óleo, lo hace ahora:
Bendice, Señor, este óleo
y también al enfermo
que con él será ungido.
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Yo confieso, ante Dios…
Sigue la absolución del sacerdote:
Dios todopoderoso
tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna
R/ Amén
V/ Señor, dale el descanso eterno
R/ Y brille para él (ella) la luz eterna.
V/ Santa María, Madre de Dios
R/ Ruega por nosotros.
V/ Descanse en paz
R/ Amén.
Oración a la Santísima Virgen María
Después el sacerdote invita a orar a todos:
Oremos por nuestro hermano N. e invoquemos al Señor
que ahora le va a reconfortar con este sacramento.
• Para que Dios reconozca en nuestro hermano el rostro dolorido de su Hijo, roguemos al Señor:
R/ Te rogamos, óyenos
• Para que lo sostenga y lo conserve en su amor, roguemos al Señor.
R/Te rogamos, óyenos
• Para que le conceda su fuerza y su paz, roguemos al
Señor.
R/Te rogamos, óyenos
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia
vida y dulzura y esperanza nuestra Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos,
y, después de este destierro,
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
iOh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
El sacerdote impone en silencio las manos sobre la cabeza del enfermo. Si hay que bendecir el óleo, lo hace ahora:
Bendice, Señor, este óleo
y también al enfermo
que con él será ungido.
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R/. Señor, ten piedad.
• Perdónale sus pecados, concédele la vida eterna
R/. Señor, ten piedad.
• Atiende a los que te suplican y consuela a los que lloran
R/. Señor, ten piedad.
• Confórtanos en nuestro dolor y tribulación
R/. Señor, ten piedad.
Padre Nuestro
Oremos como el mismo Cristo nos enseñó
Padre nuestro…
Oración final
Dios de misericordia
acoge las oraciones que te presentamos
por este hermano nuestro (esta hermana nuestra)
que acaba de dejarnos
y ábrele las puertas de tu mansión.
Y a sus familiares y amigos,
y a todos nosotros,
los que hemos quedado en este mundo,
concédenos saber consolarnos con palabras de fe,
hasta que también nos llegue el momento
de volver a reunirnos con él (ella),
junto a ti, en el gozo de tu reino eterno.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
El sacerdote toma el santo óleo y unge al enfermo en la
frente y en las manos, diciendo una sola vez:
Por este santa Unción
y por su bondadosa misericordia te ayude el Señor
con la gracia del Espíritu Santo.
R/ Amén.
Para que, libre de tus pecados,
te conceda la salvación
y te conforte en tu enfermedad.
R/. Amén.
El sacerdote dice luego una de estas dos oraciones:
Señor Jesucristo,
Redentor de los hombres,
que en tu Pasión quisiste soportar
nuestros sufrimientos
y aguantar nuestros dolores,
te pedimos por N. que está enfermo;
Tú, que lo has redimido,
aviva en él la esperanza de su salvación
y conforta su cuerpo y su alma.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R/ Amén.
Padre misericordioso.
Tú, que conoces hasta dónde llega
la buena voluntad del hombre,
Tú, que siempre estás dispuesto
a olvidar nuestras culpas,
Tú, que nunca niegas el perdón
9
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R/. Señor, ten piedad.
• Perdónale sus pecados, concédele la vida eterna
R/. Señor, ten piedad.
• Atiende a los que te suplican y consuela a los que lloran
R/. Señor, ten piedad.
• Confórtanos en nuestro dolor y tribulación
R/. Señor, ten piedad.
Padre Nuestro
Oremos como el mismo Cristo nos enseñó
Padre nuestro…
Oración final
Dios de misericordia
acoge las oraciones que te presentamos
por este hermano nuestro (esta hermana nuestra)
que acaba de dejarnos
y ábrele las puertas de tu mansión.
Y a sus familiares y amigos,
y a todos nosotros,
los que hemos quedado en este mundo,
concédenos saber consolarnos con palabras de fe,
hasta que también nos llegue el momento
de volver a reunirnos con él (ella),
junto a ti, en el gozo de tu reino eterno.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
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El sacerdote toma el santo óleo y unge al enfermo en la
frente y en las manos, diciendo una sola vez:
Por este santa Unción
y por su bondadosa misericordia te ayude el Señor
con la gracia del Espíritu Santo.
R/ Amén.
Para que, libre de tus pecados,
te conceda la salvación
y te conforte en tu enfermedad.
R/. Amén.
El sacerdote dice luego una de estas dos oraciones:
Señor Jesucristo,
Redentor de los hombres,
que en tu Pasión quisiste soportar
nuestros sufrimientos
y aguantar nuestros dolores,
te pedimos por N. que está enfermo;
Tú, que lo has redimido,
aviva en él la esperanza de su salvación
y conforta su cuerpo y su alma.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R/ Amén.
Padre misericordioso.
Tú, que conoces hasta dónde llega
la buena voluntad del hombre,
Tú, que siempre estás dispuesto
a olvidar nuestras culpas,
Tú, que nunca niegas el perdón
9
a los que acuden a Ti,
compadécete de tu hijo N.
Te pedimos que, ungido con el óleo santo
y ayudado por la oración de nuestra fe,
se vea aliviado en su cuerpo y en su alma,
obtenga el perdón de los pecados
y sienta la fortaleza de tu amor.
Por Jesucristo, tu Hijo,
que venció a la muerte
y nos abrió las puertas de la vida,
y contigo vive y reina por los siglos de los siglos.
R/ Amén.
Y ahora, todos juntos, oremos como el mismo Cristo nos
enseñó:
Padre Nuestro…
Jesucristo, el Señor, esté siempre a tu lado
para defenderte. R/ Amén.
Que él vaya delante de ti para guiarte
y vaya detrás de ti para ayudarte. R/ Amén.
Que él vele por ti, te sostenga y te bendiga. R/ Amén
O bien
La bendición de Dios Todopoderoso
Padre, Hijo y Espíritu Santo
descienda sobre vosotros
y os acompañe siempre.
R/ Amén
Venid en su ayuda, Santos de Dios;
Salid a su encuentro, ángeles del Señor;
Recibid su alma y presentadla ante el Altísimo.
Despedida
V/. Señor, dale el descanso eterno.
R/. Y brille sobre él (ella) la luz eterna.
V/. Descanse en paz.
R/. Amén.
V/. Su alma y las almas de todos los fieles difuntos, por la
misericordia de Dios, descansen en paz.
R/. Amén
8. Para orar junto a la sepultura en el cementerio.
(Si en el momento de la sepultura no está presente un sacerdote, un seglar puede dirigir la siguiente oración).
Monición
Vamos a dar sepultura al cuerpo de nuestro(a) hermano(a)
N. para que vuelva a la tierra de la que fue sacado(a). Pero
antes de colocarlo en el sepulcro, elevemos nuestras súplicas a Dios Padre con la fe puesta en la resurrección de
Cristo, primogénito de entre los muertos.
Preces
• Señor, escucha nuestra oración por tu hijo (a) N.
R/. Señor, ten piedad.
• Ilumina sus ojos con la luz de tu gloria
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a los que acuden a Ti,
compadécete de tu hijo N.
Te pedimos que, ungido con el óleo santo
y ayudado por la oración de nuestra fe,
se vea aliviado en su cuerpo y en su alma,
obtenga el perdón de los pecados
y sienta la fortaleza de tu amor.
Por Jesucristo, tu Hijo,
que venció a la muerte
y nos abrió las puertas de la vida,
y contigo vive y reina por los siglos de los siglos.
R/ Amén.
Y ahora, todos juntos, oremos como el mismo Cristo nos
enseñó:
Padre Nuestro…
Jesucristo, el Señor, esté siempre a tu lado
para defenderte. R/ Amén.
Que él vaya delante de ti para guiarte
y vaya detrás de ti para ayudarte. R/ Amén.
Que él vele por ti, te sostenga y te bendiga. R/ Amén
O bien
La bendición de Dios Todopoderoso
Padre, Hijo y Espíritu Santo
descienda sobre vosotros
y os acompañe siempre.
R/ Amén
10
Venid en su ayuda, Santos de Dios;
Salid a su encuentro, ángeles del Señor;
Recibid su alma y presentadla ante el Altísimo.
Despedida
V/. Señor, dale el descanso eterno.
R/. Y brille sobre él (ella) la luz eterna.
V/. Descanse en paz.
R/. Amén.
V/. Su alma y las almas de todos los fieles difuntos, por la
misericordia de Dios, descansen en paz.
R/. Amén
8. Para orar junto a la sepultura en el cementerio.
(Si en el momento de la sepultura no está presente un sacerdote, un seglar puede dirigir la siguiente oración).
Monición
Vamos a dar sepultura al cuerpo de nuestro(a) hermano(a)
N. para que vuelva a la tierra de la que fue sacado(a). Pero
antes de colocarlo en el sepulcro, elevemos nuestras súplicas a Dios Padre con la fe puesta en la resurrección de
Cristo, primogénito de entre los muertos.
Preces
• Señor, escucha nuestra oración por tu hijo (a) N.
R/. Señor, ten piedad.
• Ilumina sus ojos con la luz de tu gloria
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y fortalécelos con la certeza de la vida eterna
que, en tu gran amor, has dispuesto
para toda la familia humana,
por la fuerza de la muerte
y de la resurrección de Cristo,
que vive y reina por los siglos de los siglos. R/. Amén.
7. Despedida
(antes del entierro)
Aunque los difuntos han dejado esta vida, permanecen, sin
embargo, los lazos de comunión que nos unen a ellos.
Todos nosotros recorreremos también este camino hacia la
morada eter-na en los cielos. Después de la resurrección,
seremos una sola cosa en Cristo. Nuestra despedida, por
tanto, no es definitiva, sino marcada por la esperanza del
reencuentro final en la casa del Padre.
Oremos al Señor, confiando a nuestro hermano (a) N. a su
misericordia.
Responsorio
Se pueden decir o cantar alguno de estos textos.
Al paraíso te lleven los ángeles,
a tu llegada te reciban los mártires
y te conduzcan a la ciudad santa de Jerusalén.
Te colocamos en los brazos de Dios,
nuestro Padre;
confiados en su amor, nos despedimos de ti.
ORAR POR UN DIFUNTO
1. Presentación
La muerte de una persona querida, es para nosotros, los
cristianos, un momento privilegiado para la oración.
Esta oración es ante todo un acto de confianza radical en
Dios, nuestro Padre, que nos ha salvado por medio de Jesucristo su Hijo, nuestro Señor, que ha muerto y resucitado por nosotros.
Su Espíritu nos impulsa a escuchar su Palabra y a realizar
una oración desde lo profundo de nuestro ser.
En estos momentos dolorosos, estamos reunidos con la
familia, acompañando el cuerpo de N que acaba de morir.
Somos la Iglesia el Señor y podemos unirnos en la plegaria de manera personal o comunitariamente. Estamos en
situación de meditar sobre el sentido de la vida y de la
muerte.
En las páginas siguientes se encuentran algunos textos
breves para orar y meditar. Para la oración en común, se
puede seguir este orden:
• Invocación inicial.
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26
y fortalécelos con la certeza de la vida eterna
que, en tu gran amor, has dispuesto
para toda la familia humana,
por la fuerza de la muerte
y de la resurrección de Cristo,
que vive y reina por los siglos de los siglos. R/. Amén.
7. Despedida
(antes del entierro)
Aunque los difuntos han dejado esta vida, permanecen, sin
embargo, los lazos de comunión que nos unen a ellos.
Todos nosotros recorreremos también este camino hacia la
morada eter-na en los cielos. Después de la resurrección,
seremos una sola cosa en Cristo. Nuestra despedida, por
tanto, no es definitiva, sino marcada por la esperanza del
reencuentro final en la casa del Padre.
Oremos al Señor, confiando a nuestro hermano (a) N. a su
misericordia.
Responsorio
Se pueden decir o cantar alguno de estos textos.
Al paraíso te lleven los ángeles,
a tu llegada te reciban los mártires
y te conduzcan a la ciudad santa de Jerusalén.
Te colocamos en los brazos de Dios,
nuestro Padre;
confiados en su amor, nos despedimos de ti.
26
ORAR POR UN DIFUNTO
1. Presentación
La muerte de una persona querida, es para nosotros, los
cristianos, un momento privilegiado para la oración.
Esta oración es ante todo un acto de confianza radical en
Dios, nuestro Padre, que nos ha salvado por medio de Jesucristo su Hijo, nuestro Señor, que ha muerto y resucitado por nosotros.
Su Espíritu nos impulsa a escuchar su Palabra y a realizar
una oración desde lo profundo de nuestro ser.
En estos momentos dolorosos, estamos reunidos con la
familia, acompañando el cuerpo de N que acaba de morir.
Somos la Iglesia el Señor y podemos unirnos en la plegaria de manera personal o comunitariamente. Estamos en
situación de meditar sobre el sentido de la vida y de la
muerte.
En las páginas siguientes se encuentran algunos textos
breves para orar y meditar. Para la oración en común, se
puede seguir este orden:
• Invocación inicial.
11
•
•
•
•
Lectura de la Palabra de Dios.
Salmos.
Oración.
Despedida.
2. Invocaciones
La invocación es un gemido lleno de dolor, dirigido a
Dios, desde nuestra existencia frágil y caduca. Es un acto
de confianza en su poder, su misericordia y su bondad.
Formulario 1
DIOS PADRE NUESTRO,
Tú que eres creador de la vida,
SEÑOR, TEN PIEDAD.
Tú que conduces nuestras vidas,
SEÑOR, TEN PIEDAD.
Tú que eres fuente de misericordia,
SEÑOR, TEN PIEDAD.
SEÑOR JESÚS,
Tú que aceptaste la voluntad del Padre,
hasta llegar a la muerte,
CRISTO, TEN PIEDAD.
Tú que eres la resurrección y la vida.
CRISTO, TEN PIEDAD.
Tú que dijiste al buen ladrón:
“Hoy estarás conmigo en el Paraíso”,
CRISTO, TEN PIEDAD.
que acaba de dejarnos.
Perdónale sus faltas y acógelo (acógela)
en tu reino,
para que viva feliz en tu presencia
por los siglos de lo siglos.
R/. Amén.
Formulario 3
A ti Señor, grito; respóndeme; haz caso de las súplicas
que te dirijo en este momento de dolor por la muerte de tu
hijo (hija) N.
Señor Jesucristo, acógelo (acógela)
en compañía de todos los elegidos que nos han precedido.
Concédele gozar siempre de tu paz.
Que encuentre en ti el perdón de sus pecados.
Que goce eternamente de la felicidad de los santos.
Que te contemple a ti, luz verdadera, y goce de tu presencia.
Conforta a sus familiares
y a cuantos lloran su muerte.
Oración
Concede, oh Padre, a tu hijo (hija) N.
que se ha separado de nosotros,
la herencia prometida;
da cumplimiento a su esperanza
de felicidad y de paz;
infunde serenidad y fortaleza
en quienes ahora lloran su ausencia
25
12
•
•
•
•
Lectura de la Palabra de Dios.
Salmos.
Oración.
Despedida.
2. Invocaciones
La invocación es un gemido lleno de dolor, dirigido a
Dios, desde nuestra existencia frágil y caduca. Es un acto
de confianza en su poder, su misericordia y su bondad.
Formulario 1
DIOS PADRE NUESTRO,
Tú que eres creador de la vida,
SEÑOR, TEN PIEDAD.
Tú que conduces nuestras vidas,
SEÑOR, TEN PIEDAD.
Tú que eres fuente de misericordia,
SEÑOR, TEN PIEDAD.
SEÑOR JESÚS,
Tú que aceptaste la voluntad del Padre,
hasta llegar a la muerte,
CRISTO, TEN PIEDAD.
Tú que eres la resurrección y la vida.
CRISTO, TEN PIEDAD.
Tú que dijiste al buen ladrón:
“Hoy estarás conmigo en el Paraíso”,
CRISTO, TEN PIEDAD.
12
que acaba de dejarnos.
Perdónale sus faltas y acógelo (acógela)
en tu reino,
para que viva feliz en tu presencia
por los siglos de lo siglos.
R/. Amén.
Formulario 3
A ti Señor, grito; respóndeme; haz caso de las súplicas
que te dirijo en este momento de dolor por la muerte de tu
hijo (hija) N.
Señor Jesucristo, acógelo (acógela)
en compañía de todos los elegidos que nos han precedido.
Concédele gozar siempre de tu paz.
Que encuentre en ti el perdón de sus pecados.
Que goce eternamente de la felicidad de los santos.
Que te contemple a ti, luz verdadera, y goce de tu presencia.
Conforta a sus familiares
y a cuantos lloran su muerte.
Oración
Concede, oh Padre, a tu hijo (hija) N.
que se ha separado de nosotros,
la herencia prometida;
da cumplimiento a su esperanza
de felicidad y de paz;
infunde serenidad y fortaleza
en quienes ahora lloran su ausencia
25
Formulario 2
Pidamos por nuestro hermano (nuestra hermana) a Jesucristo, que ha dicho: “Yo soy la resurrección y la vida; el
que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está
vivo y cree en mí no morirá para siempre”.
• Tú que resucitaste a los muertos, concede la vida eterna a nuestro hermano (nuestra hermana) Te lo pedimos
Señor.
• Tú que desde la cruz prometiste el paraíso al buen ladrón, acoge a nuestro hermano (nuestra hermana) en tu
reino. Te lo pedimos Señor.
• Tú que experimentaste el dolor de la muerte y resucitaste gloriosamente del sepulcro, concede a nuestro
hermano (nues-tra hermana) la vida feliz de la resurrección.
• Tú que lloraste ante la tumba de Lázaro, dígnate enjugar las lágrimas de quienes lloramos la muerte de
nuestro hermano (nuestra hermana). Te lo pedimos
Señor.
Oración
Señor, nuestra vida es corta y frágil;
la muerte que contemplamos hoy nos lo recuerda.
Pero tú vives eternamente,
y tu amor es más fuerte que la muerte.
Llenos, pues, de confianza,
ponemos en tus manos
a nuestro hermano (nuestra hermana) N.,
ESPÍRITU CONSOLADOR,
Tú que eres nuestra vida,
SEÑOR, TEN PIEDAD.
Tú que eres nuestra esperanza,
SEÑOR, TEN PIEDAD.
Tú que eres nuestra salvación.
SEÑOR, TEN PIEDAD.
Formulario 2
Dirigimos nuestras súplicas a Cristo: hagámoslo con plena
con fianza y con fe en el poder de su cruz y resurrección.
Señor resucitado, modelo de nuestra vida
para siempre.
SEÑOR TEN PIEDAD.
Tú que eres promesa e imagen de lo que seremos.
SEÑOR TEN PIEDAD.
Hijo de Dios, que viniste a destruir
el pecado y la muerte.
SEÑOR TEN PIEDAD.
Palabra de Dios,
que nos libraste del temor a la muerte.
SEÑOR TEN PIEDAD.
Señor crucificado, abandonado a la muerte,
elevado a la gloria.
SEÑOR TEN PIEDAD.
13
24
Formulario 2
Pidamos por nuestro hermano (nuestra hermana) a Jesucristo, que ha dicho: “Yo soy la resurrección y la vida; el
que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está
vivo y cree en mí no morirá para siempre”.
• Tú que resucitaste a los muertos, concede la vida eterna a nuestro hermano (nuestra hermana) Te lo pedimos
Señor.
• Tú que desde la cruz prometiste el paraíso al buen ladrón, acoge a nuestro hermano (nuestra hermana) en tu
reino. Te lo pedimos Señor.
• Tú que experimentaste el dolor de la muerte y resucitaste gloriosamente del sepulcro, concede a nuestro
hermano (nues-tra hermana) la vida feliz de la resurrección.
• Tú que lloraste ante la tumba de Lázaro, dígnate enjugar las lágrimas de quienes lloramos la muerte de
nuestro hermano (nuestra hermana). Te lo pedimos
Señor.
Oración
Señor, nuestra vida es corta y frágil;
la muerte que contemplamos hoy nos lo recuerda.
Pero tú vives eternamente,
y tu amor es más fuerte que la muerte.
Llenos, pues, de confianza,
ponemos en tus manos
a nuestro hermano (nuestra hermana) N.,
24
ESPÍRITU CONSOLADOR,
Tú que eres nuestra vida,
SEÑOR, TEN PIEDAD.
Tú que eres nuestra esperanza,
SEÑOR, TEN PIEDAD.
Tú que eres nuestra salvación.
SEÑOR, TEN PIEDAD.
Formulario 2
Dirigimos nuestras súplicas a Cristo: hagámoslo con plena
con fianza y con fe en el poder de su cruz y resurrección.
Señor resucitado, modelo de nuestra vida
para siempre.
SEÑOR TEN PIEDAD.
Tú que eres promesa e imagen de lo que seremos.
SEÑOR TEN PIEDAD.
Hijo de Dios, que viniste a destruir
el pecado y la muerte.
SEÑOR TEN PIEDAD.
Palabra de Dios,
que nos libraste del temor a la muerte.
SEÑOR TEN PIEDAD.
Señor crucificado, abandonado a la muerte,
elevado a la gloria.
SEÑOR TEN PIEDAD.
13
Señor Jesús, dócil pastor, que trajiste descanso
a nuestras almas, concede la paz eterna
a nuestro hermano (nuestra hermana) N.
SEÑOR TEN PIEDAD.
Señor Jesús, tú bendices a aquellos
que sufren algún dolor;
bendice también a la familia y amigos de N.
que hoy se reúnen para orar por él (ella),
que acaba de dejar este mundo.
SEÑOR TEN PIEDAD.
3. Lecturas bíblicas de la palabra del Dios
La Palabra de Dios es la Palabra definitiva que da sentido
a toda vida humana. Ilumina los acontecimientos de la
existencia y abre el destino de los hombres. Ahora nos
puede ayudar a noso-tros a afrontar la muerte y a vivir
nuestra vida. Leamos detenidamente estos textos, escuchémoslos con serenidad y meditémoslos con confianza.
Is 25, 8b-9
El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y
el oprobio de su pueblo lo alejará de todo el país, - Lo ha
dicho el Señor-. Aquel día se dirá: Aquí está nuestro Dios,
de quien esperábamos que nos salvara; celebremos y gocemos con su salvación.
Sab 2, 23
Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser.
• Por los hombres y mujeres que experimentan el dolor,
la enfermedad, el olvido o la injusticia: para que el
Señor sea la fuente de su esperanza. Roguemos al Señor.
• Por todos los que estamos reunidos: para que el Señor
nos haga cada día más solidarios con los que sufren, de
manera que podamos dar razón de nuestra esperanza.
Roguemos al Señor.
• Por los fieles difuntos de nuestras familias y de todo el
mundo: para que el Padre les dé en su reino todo aquello que esperaron en esta vida. Roguemos al Señor.
Oremos ahora al Padre del cielo, con la oración que Jesús
nos enseñó:
Padre Nuestro…
Oración
Te encomendamos, Señor, a nuestro hermano(a) N.
a quien en esta vida mortal rodeaste siempre con tu amor;
concédele ahora que,
libre de todos sus males,
participe en tu descanso eterno,
y, pues para él (ella) acabó ya este primer mundo,
admítelo(a) ahora en tu paraíso,
donde no hay llanto ni luto ni dolor,
sino paz y alegría sin fin,
con tu Hijo y el Espíritu Santo
por los siglos de los siglos. Amén.
23
14
Señor Jesús, dócil pastor, que trajiste descanso
a nuestras almas, concede la paz eterna
a nuestro hermano (nuestra hermana) N.
SEÑOR TEN PIEDAD.
Señor Jesús, tú bendices a aquellos
que sufren algún dolor;
bendice también a la familia y amigos de N.
que hoy se reúnen para orar por él (ella),
que acaba de dejar este mundo.
SEÑOR TEN PIEDAD.
3. Lecturas bíblicas de la palabra del Dios
La Palabra de Dios es la Palabra definitiva que da sentido
a toda vida humana. Ilumina los acontecimientos de la
existencia y abre el destino de los hombres. Ahora nos
puede ayudar a noso-tros a afrontar la muerte y a vivir
nuestra vida. Leamos detenidamente estos textos, escuchémoslos con serenidad y meditémoslos con confianza.
Is 25, 8b-9
El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y
el oprobio de su pueblo lo alejará de todo el país, - Lo ha
dicho el Señor-. Aquel día se dirá: Aquí está nuestro Dios,
de quien esperábamos que nos salvara; celebremos y gocemos con su salvación.
Sab 2, 23
Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser.
14
• Por los hombres y mujeres que experimentan el dolor,
la enfermedad, el olvido o la injusticia: para que el
Señor sea la fuente de su esperanza. Roguemos al Señor.
• Por todos los que estamos reunidos: para que el Señor
nos haga cada día más solidarios con los que sufren, de
manera que podamos dar razón de nuestra esperanza.
Roguemos al Señor.
• Por los fieles difuntos de nuestras familias y de todo el
mundo: para que el Padre les dé en su reino todo aquello que esperaron en esta vida. Roguemos al Señor.
Oremos ahora al Padre del cielo, con la oración que Jesús
nos enseñó:
Padre Nuestro…
Oración
Te encomendamos, Señor, a nuestro hermano(a) N.
a quien en esta vida mortal rodeaste siempre con tu amor;
concédele ahora que,
libre de todos sus males,
participe en tu descanso eterno,
y, pues para él (ella) acabó ya este primer mundo,
admítelo(a) ahora en tu paraíso,
donde no hay llanto ni luto ni dolor,
sino paz y alegría sin fin,
con tu Hijo y el Espíritu Santo
por los siglos de los siglos. Amén.
23
Del “Testamento del pájaro solitario” de J.L Martín
Descalzo (siglo XX)
Morir sólo es morir.
Morir se acaba.
Morir es una hoguera fugitiva
es cruzar una puerta a la deriva,
y encontrar lo que tanto se buscaba.
Lam 3, 26
El Señor es bueno con los que en el esperan y lo buscan;
es bueno esperar en silencio la salvación del Señor.
FIp 3, 20
Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo.
Acabar de llorar y hacer preguntas;
ver al Amor sin enigmas ni espejos;
descansar de vivir en la ternura;
tener la paz, la luz, la casa juntas
y hallar, dejando los dolores lejos,
la noche-luz tras tanta noche oscura.
1 Tes 4, 14.17b-18
Si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo
modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los
llevará con el, y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos, pues, mu-tuamente con estas palabras.
6. Preces
Jn 3, 14
Nosotros hemos pasado de la muerte a la vida: lo sabemos
porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece
en la muerte.
Formulario 1
Oremos con confianza a Dios, Padre misericordioso, y
pongamos en sus manos a N. que acaba de morir.
• Por nuestro hermano(a) N. (miembro de nuestra familia, amigo nuestro) a quien hemos conocido y apreciado: para que el Pa-dre, en su misericordia, le conceda
la paz y la felicidad eternas. Roguemos al Señor. R/.
Te rogamos, óyenos.
• Por todos los que sentimos especialmente esta muerte:
para que Dios nos dé fortaleza y confianza. Roguemos
al Señor.
22
Del “Testamento del pájaro solitario” de J.L Martín
Descalzo (siglo XX)
Morir sólo es morir.
Morir se acaba.
Morir es una hoguera fugitiva
es cruzar una puerta a la deriva,
y encontrar lo que tanto se buscaba.
Ap 14, 13
Yo Juan, oí una voz que decía desde el cielo:
--"Escribe: ¡Dichosos ya los muertos que mueren en el
Señor! Sí (dice el Espíritu), que descansen de sus fatigas,
porque sus obras los acompañan".
Mt 25, 34
Venid vosotros, benditos de mi Padre -dice el Señor Jesúsheredad el reino preparado para vosotros desde la creación
del mundo.
15
Lam 3, 26
El Señor es bueno con los que en el esperan y lo buscan;
es bueno esperar en silencio la salvación del Señor.
FIp 3, 20
Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo.
Acabar de llorar y hacer preguntas;
ver al Amor sin enigmas ni espejos;
descansar de vivir en la ternura;
tener la paz, la luz, la casa juntas
y hallar, dejando los dolores lejos,
la noche-luz tras tanta noche oscura.
1 Tes 4, 14.17b-18
Si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo
modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los
llevará con el, y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos, pues, mu-tuamente con estas palabras.
6. Preces
Jn 3, 14
Nosotros hemos pasado de la muerte a la vida: lo sabemos
porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece
en la muerte.
Formulario 1
Oremos con confianza a Dios, Padre misericordioso, y
pongamos en sus manos a N. que acaba de morir.
• Por nuestro hermano(a) N. (miembro de nuestra familia, amigo nuestro) a quien hemos conocido y apreciado: para que el Pa-dre, en su misericordia, le conceda
la paz y la felicidad eternas. Roguemos al Señor. R/.
Te rogamos, óyenos.
• Por todos los que sentimos especialmente esta muerte:
para que Dios nos dé fortaleza y confianza. Roguemos
al Señor.
22
Ap 14, 13
Yo Juan, oí una voz que decía desde el cielo:
--"Escribe: ¡Dichosos ya los muertos que mueren en el
Señor! Sí (dice el Espíritu), que descansen de sus fatigas,
porque sus obras los acompañan".
Mt 25, 34
Venid vosotros, benditos de mi Padre -dice el Señor Jesúsheredad el reino preparado para vosotros desde la creación
del mundo.
15
Jn 3, 16
Tanto amó Dios al mundo que entregó
a su Hijo único. Todo el que cree en el
tiene vida eterna.
Jn 6, 39
Esta es la voluntad de mi Padre: que no pierda nada de lo
que me dio, sino que lo resucite en el último día -dice el
Señor Jesús‑
Jn 6, 40
Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que crea en
mí tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día dice el Señor-.
“Buscar a Dios” de José Luis Hidalgo (siglo XX)
Déjame que, tendido en esta noche,
avance como un río entre la niebla
hasta llegar a Ti, Dios de los hombres,
donde las almas de los muertos velan.
Yo no sé dónde estás, pero te busco,
en la noche te busco y mi alma sueña.
Por los que ya no están sé que Tú existes
y por ellos mis aguas te desean.
Y sé que, como un mar, a todos bañas;
que las almas de todos Tú reflejas,
y que en Ti llegaré cuando mis aguas
den al mar de tus aguas verdaderas.
“Dios de los vivos”, meditación de K. Rahner (s XX)
Jn 11, 25-26
Yo soy la resurrección y la vida -dice el Señor-; el que
cree en mí no morirá para siempre.
Jn 12, 24
Os aseguro -dice el Señor- que si el grano de trigo no cae
en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto.
Quiero recordar delante de ti a mis difuntos, Señor, a todos aque-llos que alguna vez me pertenecieron y se han
apartado de mí. Son muchos; tantos que de una mirada no
puedo abarcarlos a todos, sino que otra vez debo recorrer
el camino de mi vida con el recuerdo, si mi dolor quiere
volver a saludarlos a todos.
Cuando digo: Señor, dales el descanso eterno y alúmbreles la luz eterna, que mi oración sea solamente el eco de la
palabra de amor, que ellos mismos hablan por mí en la
quietud de su eternidad: Señor , dale al que amamos en tu
amor, como nunca antes, dale, después de la lucha de su
vida, el descanso eterno y también alúmbrele tu luz eterna
como a nosotros.
16
Jn 3, 16
Tanto amó Dios al mundo que entregó
a su Hijo único. Todo el que cree en el
tiene vida eterna.
Jn 6, 39
Esta es la voluntad de mi Padre: que no pierda nada de lo
que me dio, sino que lo resucite en el último día -dice el
Señor Jesús‑
Jn 6, 40
Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que crea en
mí tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día dice el Señor-.
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“Buscar a Dios” de José Luis Hidalgo (siglo XX)
Déjame que, tendido en esta noche,
avance como un río entre la niebla
hasta llegar a Ti, Dios de los hombres,
donde las almas de los muertos velan.
Yo no sé dónde estás, pero te busco,
en la noche te busco y mi alma sueña.
Por los que ya no están sé que Tú existes
y por ellos mis aguas te desean.
Y sé que, como un mar, a todos bañas;
que las almas de todos Tú reflejas,
y que en Ti llegaré cuando mis aguas
den al mar de tus aguas verdaderas.
“Dios de los vivos”, meditación de K. Rahner (s XX)
Jn 11, 25-26
Yo soy la resurrección y la vida -dice el Señor-; el que
cree en mí no morirá para siempre.
Jn 12, 24
Os aseguro -dice el Señor- que si el grano de trigo no cae
en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto.
16
Quiero recordar delante de ti a mis difuntos, Señor, a todos aque-llos que alguna vez me pertenecieron y se han
apartado de mí. Son muchos; tantos que de una mirada no
puedo abarcarlos a todos, sino que otra vez debo recorrer
el camino de mi vida con el recuerdo, si mi dolor quiere
volver a saludarlos a todos.
Cuando digo: Señor, dales el descanso eterno y alúmbreles la luz eterna, que mi oración sea solamente el eco de la
palabra de amor, que ellos mismos hablan por mí en la
quietud de su eternidad: Señor , dale al que amamos en tu
amor, como nunca antes, dale, después de la lucha de su
vida, el descanso eterno y también alúmbrele tu luz eterna
como a nosotros.
21
sino que viven; y por eso domina sobre ellos la vida, de
modo que viven ya sin temor a la muerte, del mismo modo que Cristo, “una vez resucitado de entre los muertos ya
no muere más”.
Jorge Manrique a la muerte de su padre (s XV)
Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos,
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos
descansamos.
Este mundo bueno fue
si bien usásemos de él
como debemos,
porque, según nuestra fe,
es para ganar aquel
que atendemos
y aún aquel hijo de Dios,
para subirnos al cielo,
descendió,
a nacer acá entre nos,
y a vivir en este suelo
do murió.
4. Salmos
Los salmos son oraciones del Antiguo Testamento, realizadas desde distintas situaciones vitales. Son palabras
eficaces que nos permiten dirigirnos a Dios adecuadamente y nos capacitan para descubrir cuales son los caminos
de salvación que se realizan en Jesucristo, nuestro Señor.
(Un lector proclama los fragmentos del Salmo y todos
pronuncian la Antífona)
SALMO 22
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Tu bondad y tu misericordia
me acompañan todos los días de mi vida,
por años sin termino.
17
20
sino que viven; y por eso domina sobre ellos la vida, de
modo que viven ya sin temor a la muerte, del mismo modo que Cristo, “una vez resucitado de entre los muertos ya
no muere más”.
Jorge Manrique a la muerte de su padre (s XV)
Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos,
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos
descansamos.
Este mundo bueno fue
si bien usásemos de él
como debemos,
porque, según nuestra fe,
es para ganar aquel
que atendemos
y aún aquel hijo de Dios,
para subirnos al cielo,
descendió,
a nacer acá entre nos,
y a vivir en este suelo
do murió.
20
4. Salmos
Los salmos son oraciones del Antiguo Testamento, realizadas desde distintas situaciones vitales. Son palabras
eficaces que nos permiten dirigirnos a Dios adecuadamente y nos capacitan para descubrir cuales son los caminos
de salvación que se realizan en Jesucristo, nuestro Señor.
(Un lector proclama los fragmentos del Salmo y todos
pronuncian la Antífona)
SALMO 22
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Tu bondad y tu misericordia
me acompañan todos los días de mi vida,
por años sin termino.
17
SALMO 24
R/. A tí, Señor, levanto mi alma
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor.
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Ensancha mi corazón oprimido
y sácame de mis tribulaciones.
Mira mis trabajos y mis penas
y perdona todos mis pecados.
5. Textos para la meditación y reflexión
SALMO 102
¡Señor y creador de todas las cosas, particularmente de
nuestro barro! ¡Dios de los que son tuyos, padre y guía,
dueño de la vida y de la muerte, custodio y benefactor de
nuestras almas!
R/. El Señor es compasivo y misericordioso.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro.
Pero la misericordia del Señor dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza
y recitan y cumplen sus mandatos.
Oración de S. Gregorio Nacianzeno, obispo, en la
muerte de su hermano menor, Cesáreo. (siglo IV)
Acógenos, también, a nosotros, cuando sea el momento,
después de habernos guiado mientras estamos en este
cuerpo hasta que nos convenga para nuestro bien. Haz que
con prontitud de espíritu busquemos intensamente las cosas de la vida de arriba, inmortal y bienaventurada, que se
encuentra en Cristo Jesús, Señor nuestro.
De los sermones de San Anastasio Obispo (s V)
SALMO 129
R/. Espero en el Señor, espero en su palabra
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
“Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor
de muer-tos y vivos”. Pero Dios “no es un Dios de muertos, sino de vivos”. Por tanto, los muertos, de los cuales es
Señor aquel que volvió a la vida, ya no están muertos,
19
18
SALMO 24
R/. A tí, Señor, levanto mi alma
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor.
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Ensancha mi corazón oprimido
y sácame de mis tribulaciones.
Mira mis trabajos y mis penas
y perdona todos mis pecados.
5. Textos para la meditación y reflexión
SALMO 102
¡Señor y creador de todas las cosas, particularmente de
nuestro barro! ¡Dios de los que son tuyos, padre y guía,
dueño de la vida y de la muerte, custodio y benefactor de
nuestras almas!
R/. El Señor es compasivo y misericordioso.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro.
Pero la misericordia del Señor dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza
y recitan y cumplen sus mandatos.
Oración de S. Gregorio Nacianzeno, obispo, en la
muerte de su hermano menor, Cesáreo. (siglo IV)
Acógenos, también, a nosotros, cuando sea el momento,
después de habernos guiado mientras estamos en este
cuerpo hasta que nos convenga para nuestro bien. Haz que
con prontitud de espíritu busquemos intensamente las cosas de la vida de arriba, inmortal y bienaventurada, que se
encuentra en Cristo Jesús, Señor nuestro.
De los sermones de San Anastasio Obispo (s V)
SALMO 129
R/. Espero en el Señor, espero en su palabra
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
18
“Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor
de muer-tos y vivos”. Pero Dios “no es un Dios de muertos, sino de vivos”. Por tanto, los muertos, de los cuales es
Señor aquel que volvió a la vida, ya no están muertos,
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