Elementos anafóricos en complementos locativos - e

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ELEMENTOS ANAFÓRICOS EN COMPLEMENTOS LOCATIVOS:
RESTRICCIONES SEMÁNTICO-SINTÁCTICAS
1.
INTRODUCCIÓN
1.1. El estudio de los elementos anafóricos
Utilizamos el adjetivo anafórico) en el sentido clásico del término -tal y como lo hace,
por ejemplo, Salvador Femández Ramírez-, es decir, aquél según el cual un pronombre se
refiere a un SN (antecedente) que se ha mencionado o que ha aparecido antes en la oración
o en el discurs0 2 , y que se opone al señalamiento extradiscursivo o deíctico. Nos referiremos a las categorías habilitadas para realizar esta función como elementos o unidades anafóricas. Éstas son: él/ella(s)/ellos, se, sí, sí mismo/a(s) y él/ella(s)/ellos mismo/a(s). Incluiremos también una categoría vacía, a la que nos referiremos como pronombre nulo (0).
En este trabajo trataremos de caracterizar las condiciones estructurales y semánticas necesarias para que se produzca una relación de correferencia entre las unidades que aparecen en
complementos locativos seleccionados por un determinado grupo de predicados y sus respectivos antecedentes. Entre las mencionadas condiciones estructurales nos ocuparemos fundamentalmente de aquellas que afectan a la localidad. En tomo a ésta se han desarrollado la
mayor parte de los estudios de corte formal sobre el fenómeno de la anáfora. Desde Chomsky
(1981), la Teoría del Ligamiento (TL) se ha ocupado de establecer unas "condiciones de localidad" que han permitido caracterizar dos tipos de elementos anafóricos: los referencialmente
defectivos (llamados "anáforas" dentro de este modelo) y los que tienen posibilidad de referencia intrínseca (llamados "pronombres"), del siguiente modo: una anáfora debe encontrar su
antecedente ("estar ligada") dentro de un dominio local y un pronombre debe encontrar su
antecedente fuera de un dominio local ("estar libre"). Según esto: a) se, sí, sí mismo, son "anáforas" y necesitan encontrar su antecedente en un dominio local; b) él/ ella son pronombres y
I
2
Frente al uso de este término para designar un rasgo [+anafórico1con el que la Teoóa del Ligamiento caracteriza a los
pronombres reflexivos y que se opone al rasgo [+ pronominal).
En la representación lingüística de los datos que presentamos, marcaremos la correferencia con una coindización.
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no necesitan un dominio local, sino que quedan "libres". Como veremos más adelante, el problema con el que se ha tenido que enfrentar la TL y que ha determinado un sinnúmero de reformulaciones de sus principios, ha sido el hecho de que la predicción de distribución complementaria entre estas dos categorías no siempre se cumple. Los complementos locativos son
precisamente los dominios estructurales donde se puede encontrar un mayor solapamiento de
elementos anafóricos.
Por ejemplo, en inglés y en muchas otras lenguas, entre ellas el español, los pronombres
pueden dejar de estar "libres" y aparecer ligados en complementos de tipo locativo. Un
ejemplo típico es el de las llamadas snake sentences, (1):
(7) John¡ (saw/found)a snake near him¡.
"Juan¡ (vio/encontró) una serpiente cerca de él¡".
En el análisis propuesto por Lees y Klima (1963) Y Chomsky (1981) se postula la existencia de una cláusula mínima (CM) que constituye el dominio apropiado para el ligamiento y que
permite, por tanto, que el pronombre quede libre. El problema que se presenta para el inglés es
que, además de pronombres ligados, podemos encontrar también anáforas dentro de ciertos
complementos locativos, tal y como vemos en (2a) y (2b), propuestos por Kuno (1987: 65).
(2) a. John¡ put the blanket next to (him/himself¡).
b. John¡ put the blanket under (him/ himself¡).
Ante este hecho, el análisis de la CM parece quedar invalidado para el inglés. Entre las
propuestas alternativas, podemos citar la de la doble predicación, de Wilkins (1988), y la de
los sintagmas preposicionales como dominios sin sujeto, de Hestvik (1991). En contraste
con el inglés, el español excluye la anáfora de los casos de (2) (Juan puso la manta cerca
{de él! *de sí mismo}, Juan puso la manta debajo (de él!*de sí mismo)), por lo que vamos
a seguir manteniendo la hipótesis de la existencia de una cláusula mínima.
Junto a estas explicaciones, se han propuesto otras que tratan de dar respuesta a estos
fenómenos mediante planteamientos distintos del análisis puramente local. Entre ellas
podemos citar la restricción semántica sobre los reflexivos de Kuno (1987) y la hipótesis de
la deixis locativa extensional de Tenny (1996).
Frente a la postura que clasifica las unidades anafóricas por estrictas condiciones locales
de ligamiento, que nos lleva a establecer dos extremos en español representados por él y sí
mismo, existe también una concepción de tipo clasificatorio o escalar donde se contemplan
grados de referencialidad que van de lo más referencial a lo más anafórico (véase Zribi-Hertz,
1992). Del análisis de los datos que presentamos, podemos concluir que el pronombre sí del
español se comporta, según los casos, igual que él unas veces y otras igual que sí mismo.
El caso de la unidad él/ella/o (s) mismo/a (s), cuyo valor contrastivo y enfático se ha señalado en reiteradas ocasiones, resulta especialmente intricado. Para Bouchard (1984) se trata
de una falsa anáfora3. Por otra parte, en el marco establecido por Reinhart y Reuland (1991
y 1993), este tipo de elementos anafóricos se contemplan como instancias de logoforicidad
3
Bosque (1992) ofrece como prueba de tal falsedad el hecho de que admitan antecedentes separados, cosa imposible en
el caso de que fueran verdaderas anáforas. Da como ejemplos:
(i) María le enseñó a Juan algunas fotos de ellos mismos.
(ii) *Juan hablaba con María de sí mismos.
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(un pronombre es logofórico cuando se refiere a un antecedente que representa el punto de
vista o la perspectiva -un sujeto de conciencia- desde la que se describe la situación).
1.2. Tipos de verbos estudiados
Vamos a centrar nuestro estudio en dos clases de verbos: (1) verbos de percepción sensible, como ver u oír, que pueden tomar un complemento directo y un complemento de
lugar, y (2) verbos causativos de movimiento, que seleccionan un objeto directo y un complemento que expresa ubicación o trayectoria. Hemos seleccionado estos tipos de verbos
porque con ellos, además del complemento locativo, existen dos argumentos correspondientes a dos funciones sintácticas diferentes (el sujeto y el objeto directo), lo que nos permitirá, en algunos casos, observar distintas posibilidades de referencia de los elementos
anafóricos hacia un argumento u otro. Por otra parte, y como veremos más adelante, con
estos verbos el objeto directo y el complemento locativo forman un dominio sintáctico que
puede influir en las posibilidades de referencia de los elementos anafóricos.
Como acabamos de señalar, entre los verbos de percepción sensible, algunos, como ver
y oír, admiten aparecer seguidos de dos complementos: un objeto directo, correspondiente
a la función semántica Tema, y un complemento locativo (de tipo preposicional o adverbial), que expresa la Ubicación del Tema4, de tal manera que lo percibido no es sólo un objeto o una persona (el Tema), sino un estado de cosas (el Tema en una determinada Ubicación). De ahí que (3b) sea una paráfrasis adecuada para (3a), pero no (3c):
(3) a. Vio a su hennanita debajo de la cama.
b. Lo que¡ vio fue [a su hennanita debajo de la cama]¡.
c ?? A quien¡ vio fue [a su hennanita]¡ [debajo de la cama].
fue a su hennanita.)
(ef. A quien vio debajo de la cama
En cuanto a los verbos causativos de movimiento, vamos a distinguir dos grupos, para
cuya clasificación y descripción seguiremos a Morimoto (1998). Aunque el trabajo de esta
autora se centra en verbos de movimiento no causativos, nos ha sido de una inestimable utilidad por su finura descriptiva y la claridad de sus explicaciones:
A) Los verbos del tipo de arrojar/tirar (algo {a/en} algún lugar) son verbos de desplazamiento que seleccionan un complemento que expresa el DESTINO del movimiento. Presentan la peculiaridad de que dicho complemento puede estar encabezado por a o en (o cualquier otra preposición que exprese "lugar en donde")5:
(4) a. Tiró el papel {a/en} la papelera.
b. Arrojó la piedra {a/en} el tejado.
Hemanz (1999: § 36.2.5.1), a propósito de la construcción de los verbos de percepción con claúsulas de infinitivo,
señala que algunos de ellos no la admiten. Algo similar sucede en la construcción con un complemento de lugar
(??Miró a su hijo en la escalera -entiéndase que es el hijo quien está en la escalera-), aunque el número de verbos
que la admiten es mayor que en el caso de los infinitivos: *Descubrió al ladrón forzar la puerta (ejemplo de Hemanz
1999, pág. 2241) /? Descubrió al ladrón en el armario / Descubrió un agujero en la pared.
5 En ambos casos, el complemento expresa el destino del movimiento, pero con la preposición a se enfoca la trayectoria,
mientras que con la preposición en se enfoca la ubicación final del objeto. De ahí que, mientras que un enunciado como
(i) es perfectamente natural, (ii) resulte contradictorio:
(i) Tiró el papel a la papelera, pero no acertó.
(ii) #Tiró el papel en la papelera, pero no acertó.
4
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B) Los verbos del tipo de poner/colocar (algo en algún lugar) son verbos de desplazamiento que seleccionan un complemento que expresa la ubicación resultativa del tema
del movimiento. A diferencia del complemento de los verbos anteriores, el de éstos puede
ir encabezado por en (o cualquier otra preposición que exprese "lugar en donde"), pero
no por a:
(5) a. Colocó las flores (en/*a) (e)ljarrón.
b. Puso el jarrón {en/*a) la mesa.
Ambas clases de verbos admiten, además de la construcción señalada, la presencia de un
dativo [+afectado] (véase, entre otros trabajos, Demonte 1993 y 1994, López Díaz 1996 y
Pavón 2000), que puede ser o no correferencial con el sujeto:
(6) a. (Le/Se) tiró un vaso de agua a la cara.
b. (Le/Se) puso un anillo en el dedo.
1.3. Sumario
El trabajo que aquí presentamos es básicamente un estudio descriptivo, aunque en él propondremos también algunas explicaciones, teniendo en cuenta los diferentes estudios sobre el
tema. Uno de los aspectos más novedosos, en nuestra opinión, es el haber incluido el complemento nulo de los adverbios locativos del tipo de encima como un elemento anafórico más, que
entra en oposición con las restantes unidades. Por lo demás, las cuestiones que vamos a revisar
son las siguientes:
1. Como veremos, las condiciones de localidad pueden dar cuenta de algunos fenómenos (por ejemplo: las diferencias entre él y sí mismo), pero no de todos.
2. Hay unidades que se comportan de modo similar respecto a sus condiciones de localidad, pero tienen un comportamiento dispar en otros aspectos. Es lo que sucede, por
ejemplo, con el pronombre explícito él y el pronombre nulo, que parecen estar especificados con rasgos distintos.
3. Hay elementos que no se comportan de manera estable en cuanto a las condiciones de
localidad, como sí.
4. Por último, también observaremos que el comportamiento de las unidades estudiadas
puede estar influido por las características léxicas de los predicados en que aparecen.
11.
ELEMENTOS ANAFÓRICOS EN COMPLEMENTOS LOCATIVOS
2.1. El contraste él/sí mismo
Con los tipos de verbos estudiados, el contraste más claro se establece entre las unidades él y sí mismo, que se comportarían, respectivamente, como los pronombres y las anáforas según la formulación clásica de la TL6.
Según el análisis sintáctico que aquí asumimos, cuyas líneas esenciales representamos
en (7), estos verbos tomarían como complemento una claúsula mínima, es decir, una unidad
de predicación que tiene como sujeto el objeto directo, y como predicado, el complemento
6
Para una reformulación de dicha teoría dentro del marco de la hipótesis minimista, véase De Jong (1996).
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locativo. En la estructura (7), la CM se constituye como categoría regente para los elementos anafóricos que pudieran aparecer en el interior del SP o sintagma adverbial (SAdv)1:
(7) [sc [sv
[CM SN
SP]]]
Dada esta estructura, y como muestran los ejemplos de (8), (9) Y (10), él/ella cumple uno
de los requisitos básicos de los pronombres, según la TL, puesto que está libre dentro de su
categoría regente: puede tener como antecedente al sujeto de la oración, o bien hacer referencia a un elemento ajeno al ámbito oracional. Por otra parte, sí mismo/a cumple un requisito fundamental de los elementos anafóricos, puesto que rechaza la correferencia tanto con
el sujeto como con un posible antecedente fuera de la oración8 :
(8) a. El explorador¡ veía un inmenso desierto frente a él¡/j"
b. *El explorador¡ veía un inmenso desierto frente a sí mism0i/j"
(9) a. Luisa¡ puso la estufa cerca de el/ai/j"
b. *Luisa¡ puso la estufa cerca de sí mismai/f
(10) a. Alfredo¡ tiró el papel junto a él¡/j"
b. *Alfredo¡ tiró el papel junto a sí mismoi/j"
En cuanto a las posibilidades de que tanto él/ella, como sí mismo/a estén ligados dentro
de su categoría regente, hemos de indicar que los ejemplos en que estos elementos son
correferenciales con el objeto directo son poco frecuentes y todos ellos tienen una interpretación psicológica (en muchos casos extraña). No obstante, y aun teniendo en cuenta estas
limitaciones, creemos que ejemplos como los de (11) y (12) confirman lo que hasta ahora
parecía claro: él/ella, que se comporta como un pronombre, rechaza estar ligado por el objeto directo; sí mismo/a, sin embargo, lo admite.
(11) a. *La habilidad dialéctica de Ana logró poner a su hermano¡ en contra de él¡.
b. La habilidad dialéctica de Ana logró poner a su hermano¡ en contra de sí mismo¡.
(12) a. *Aquella experiencia traumática arrojó a María¡ lejos de el/a¡.
b. Aquella experiencia traumática arrojó a María¡ lejos de sí misma¡-
Un ejemplo más claro es el de (13). Si bien el verbo acercar no cumple plenamente los
requisitos de ninguna de las clases que hemos delimitado (a diferencia de poner, su complemento aparece encabezado por la preposición a; a diferencia de tirar, rechaza los complementos encabezados por en), tanto por su significado como por los argumentos que
selecciona está muy próximo a ellas: es un verbo de movimiento causativo que toma como
complemento un objeto directo, que representa el tema del movimiento, y un complemento
locativo, que representa el destino del movimiento. Como vemos en (13), en el interior de
dicho complemento locativo podemos encontrar la anáfora sí mismo, ligada por el objeto
directo:
Este análisis ha sido propuesto, para los verbos de percepción, cuando seleccionan una claúsula de infmitivo (véase Her·
nanz 1999 §36.2.5.1) Y cuando aparecen seguidos de un complemento predicativo orientado al objeto (véase Demonte
y Masullo 1999 §38.3.2.1). También han propuesto un análisis similar Campos (1999 §24.2.3) Y Demonte y Masullo
(1999 §38.3.2.2) para las construcciones en que poner toma un complemento predicativo (del tipo de Luis pone a su
madre nerviosa). Por otra parte, nuestro análisis coincide, en sus líneas esenciales, con los propuestos para verbos del
tipo de poner por Guéron (1984), Demonte (1994), Hornstein, Rosen y Uriagereka (1994), López Díaz (1996), etc.
s En (8)·(10), el subíndice "j" marcaria la correferencia con un antecedente externo a la oración.
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(13) Una lente lírica le acercaba a sí mismo. [G. Miró, Años y leguas, 11; tomado de Femández
Ramírez 1951, pág. 76]
Por otra parte, podemos establecer un contraste con otros tipos de verbos. Obsérvense,
por ejemplo, las construcciones de (14). En (14a) tenemos un verbo intransitivo con un
complemento locativo en el cual hay una anáfora ligada por el sujeto de la oración, que, en
este caso, es la categoría regente. En (14b) tenemos un verbo soporte, dar, que toma un
complemento directo, con el que forma la expresión semi-lexicalizada dar un paseo, y un
complemento locativo (probablemente adjunto, al igual que en el caso anterior). Se trata de
un verbo no causativo y, en este caso, el objeto directo y el complemento locativo no forman una CM. De ahí que la categoría regente de la anáfora sí mismo, ligada por el sujeto
oracional, sea toda la oración.
(14) a. Se echó las manos a la espalda y remoloneó alrededor de sí mismo con la punta de su zapatilla. [CREA]
b. No una soledad metafísica, sino el paseo que se da el barrio alrededor de sí mismo. [CREA].
Para terminar ,con este apartado, vamos a referimos brevemente a la posibilidad de aparición de él mismo en este tipo de construcciones. En general, el comportamiento de esta
unidad es muy similar al de sí mismo, puesto que excluye la correferencialidad con el sujeto, como muestran los ejemplos de (15). Por otra parte, como muestran los ejemplos de (16),
admiten la correferencialidad con el objeto directo, aunque los resultados son sensiblemente peores que los de las construcciones con sí mismo; compárese (16) con (11) y (12):
(15) a. *El explorador¡ veía un inmenso desierto frente a él mismo¡/j'
b. *Luisa.¡ puso la estufa cerca de ella mismai/j'
c. *Alfredo¡ tiró el papel junto a él mismoi/j'
(16) a. La habilidad dialéctica de Ana logró poner a su hermano¡ en contra de él mismo¡.
b. Aquella experiencia traumática arrojó a María¡ lejos de ella misma¡.
Sin embargo, hemos encontrado ejemplos en que él mismo se comporta de modo muy
similar a él: como se puede observar, en (17) su antecedente está fuera de la oración. Parecería que, en estos casos, él mismo es una variante enfática de él:
(17) a. [... ] No cabe duda que bastante gente ha reaccionado en favor a su persona, desde el funcionario Francisco Pueyo hasta otras autoridades y los propietarios de dos periódicos que ponen
su grano de arena junto a él mismo. [Gabriel García-Badell, Funeral por Francia. CREA]
b. [Yordan] Trató de hacer oír su voz junto a él mismo, pero la ronquera, cada día más intensa,
y el tartamudear de siempre, le impidieron echar al aire las palabras. [Rafael Ramírez Heredia, El rayo Macoy y otros cuentos. CREA]
2.2. El contraste 0/ él
Cuando el complemento locativo, tanto de los verbos de percepción como de los verbos
de movimiento, está encabezado por un adverbio locativo (del tipo de encima, debajo, etc.),
existe la posibilidad de que el complemento del adverbio no esté expresado fonéticamente;
no obstante, se sobreentiende un elemento implícito (tratado en Pavón 1995 § 3.3.3.1 como
un tipo de pronombre nulo -pro-) que puede ser correferencial con un elemento presente o
no en la oración. De ahí que tratemos la ausencia de complemento o complemento nulo (0)
como un elemento pronominal más.
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ALICIA MELLADO PRADO Y Mª VICTORIA PAVÓN LUCERO
Si tenemos en cuenta lo señalado anterionnente a propósito del contraste entre él y sí mismo,
o mostraría el comportamiento típico de los pronombres de la TL, dado que, a diferencia de
las anáforas, no puede estar ligado dentro de su categoría regente. En este sentido, se aproxima
al pronombre él y se distingue claramente de las anáforas como sí mismo. Sin embargo, él y 0
no tienen exactamente la misma distribución; por ello, vamos a repasar a continuación las principales semejanzas y diferencias existentes entre ambos tipos de unidades pronominales.
1. El pronombre él hace referencia generalmente a entidades [+ animadas], mientras que 0,
salvo en algunos casos, a los que nos referiremos posterionnente, restringe sus posibilidades
referenciales a entidades [- animadas], tal como se puede observar en los siguientes ejemplos:
(18) a. Margarita¡ se ofreció a ayudar a Pedroj a repartir el material, y éstej puso las carpetas delante 0*¡/*j/k'
b. Margarita¡ se ofreció a ayudar a Pedr0j a repartir el material, y éste puso las carpetas delante de ella¡.
Este hecho dificulta, sin duda, la posibilidad de que 0 sea correferencial con el sujeto,
dado que, en el tipo de oraciones que aquí estamos estudiando, nonnalmente nos encontramos con sujetos animados; en tales casos, se prefiere el pronombre él:
(19) a. Pedro¡ puso las carpetas delante 0??i/k'
b. Pedro¡ puso las carpetas delante de él¡.
(20) a. Luisa¡ tiró la manzana detrás 0??i/k'
b. Luisa¡ tiró la manzana detrás de ella¡.
2. Con detenninados verbos y adverbios, las posibilidades de correferencia entre 0 y el
sujeto se ven favorecidas. Así ocurre en casos como los siguientes:
(21) a. Emesto¡ arrojó los restos de la manzana lejos 0¡.
b. Juan¡ oyó un ruido extraño detrás 0¡.
c. Ana¡ se sentó en el lugar principal de la mesa y puso los papeles cerca 0¡.
En estas circunstancias, 0 y él pueden alternar, aunque tal vez la presencia del pronombre explícito resulte algo más enfática o redundante:
(22) a. Emesto¡ arrojó los restos de la manzana lejos de él¡.
b. Juan¡ oyó un ruido extraño detrás de él¡.
c. Ana¡ se sentó en el lugar principal de la mesa y puso los papeles cerca de ella¡.
3. En otros contextos, por el contrario, la correferencia entre 0 y el sujeto es poco probable o imposible. Esto sucede cuando se combinan detenninadas piezas léxicas verbales y
adverbiales. En general, los adverbios encima, debajo, dentro y fuera rechazan este tipo de
correferencia, cualquiera que sea el verbo con el que se combinen. También está excluida,
en el caso de poner, con detrás, y en el caso de ver, con lejos. En tales circunstancias, para
expresar la correferencia con el sujeto ha de utilizarse el pronombre él (o sf)9:
9
Las secuencias con dentro y fuera se excluyen, por lo general, incluso con pronombres explícitos (*Ana tiró un papel
fuera de ella; *Luis puso un caramelo dentro de él; donde Ana-ella y Luis-él, respectivamente, son correferenciales),
en lo cual influyen, creemos, factores léxico-pragmáticos. Obsérvese que estas construcciones son aceptables cuando
es posible imaginar una situación real que favorezca su interpretación. Por ejemplo, una oración como Juan vio un
objeto extraño dentro de él (con correferencia entre Juan y él) es aceptable si suponemos que Juan es un radiólogo que
está observando una radiografía de sí mismo.
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(23) a. Ana¡ tiró el papel debajo {*0¡ / ?de ellaJ
b. Andrés¡ puso una estufa detrás (* 0¡ / de él¡).
c. Juan¡ vio un objeto extraño lejos (* 0¡ / ?de él¡).
4. Una última diferencia entre los dos tipos de unidades pronominales se limita a los verbos que pueden construirse con dativo. En estas construcciones, si el complemento del
adverbio es correferencial con el dativo, debe estar omitido. Recuérdese que, cuando el dativo es reflexivo, la correferencia entre éste y el complemento implícito implica necesariamente correferencia con el sujeto:
(24) a. Ana le¡ tiró el café encima 0¡.
b. Ana¡ se¡ tiró el café encima 0¡.
(25) a. Andrés le¡ puso una estufa detrás 0¡.
b. Andrés¡ se¡ puso una estufa detrás 0¡.
2.3. Sí
Sí alterna con él cuando hay correferencia con el sujeto, (26). Sin embargo, como se
muestra en (27), sí, frente a él, no puede hacer referencia a un elemento que no esté presente
en la oración:
.
(26) a. En la cena, el anfitrión¡ puso a Carlos cerca de (él¡lsí¡).
b. El peregrino volvió a recoger el cántaro, lo colocó cerca de sí y se aplicó a frotar con las dos
manos la pierna. [Jesús Torbado, El peregrino. CREA]
(27) a. Juan¡ tiró los restos de la manzana junto a (él/*s~).
b. El explorador¡ vio una serpiente delante de {él/*s9.
En nuestra opinión, esta diferencia entre ambos tipos de elementos anafóricos provoca
que, en determinadas construcciones, él se especialice para la referencia a un elemento
externo al dominio oracional. Ello se muestra en contrastes como los siguientes:
(28) a. [Antón] (Arroja el cuchillo delante de sí) [Luis García Britto, La misa del esclavo. CREA] /
Antón¡ arroja el cuchillo delante de él??¡/i'
b. Juan¡ puso el libro detrás de (él?¡tisÍ¡/*i)'
Por otra parte, parece que los contrastes entre las posibilidades de correferencia de sí y
él con el sujeto de la oración vienen determinados en ocasiones por las propiedades léxicas
de los predicados. Así, en los corpus consultados hemos encontrado una frecuencia muy alta
de apariciones de sí con arrojar lejos (y, en alguna ocasión, tirar y lanzar lejos). A continuación indicamos algunos ejemplos:
(29) a. Timur el rastreador arrojó lejos de sí la varita [CREA].
b. -[pro] agitó el cadáver del gato en el aire y lo arrojó lejos de sÍ-o [CREA].
C. Me juego algo a que si llevan allí al vitalicio se produce el milagro y echa a andar arrojando
lejos de sí bastones y dodotis. [Maruja Torres, EL País, "Pipí".].
d. Apuró el cigarro al máximo y tiró lejos de sí la colilla [CREA].
e. De los escoltas hubo quien lanzó el fusil lejos de sí. [CREA].
El hecho de que en la mayoría de los ejemplos señalados el orden de palabras sea <arrojar lejos de sí algo> y no <arrojar algo lejos de sí> induce a pensar que se haya producido un
reanálisis del verbo con el adverbio. Obsérvese, por otra parte, que el significado del adverbio lejos es casi una prolongación del significado del verbo (que indica un movimiento que
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parte del sujeto y se aleja de él). De ser cierta esta hipótesis, nos encontraríamos con una
estructura como la de (30), donde la categoría regente sería la oración completa, y el comportamiento de sí sería el de una anáfora, según los términos de la Teoría del Ligamiento:
(30) a. [se [sy [y arrojar-lejos] [de sí] SN]]
Vamos a referimos ahora brevemente a las posibilidades de correferencia de sí con el
objeto directo. Como ya hemos señalado anteriormente, a propósito del contraste entre él
y sí mismo, es difícil formar construcciones coherentes en esta interpretación, en lo cual
influyen factores de tipo léxico-pragmático. Con los verbos de movimiento, el complemento locativo expresa la ubicación resultativa del tema del movimiento (el objeto movido), y resulta poco probable que dicha ubicación coincida con el propio tema. De ahí que
la mayor parte de los ejemplos reciba una interpretación psicológica, siempre extraña.
En cualquier caso, si volvemos sobre datos como los revisados más arriba, observamos que sí da lugar a construcciones de gramaticalidad algo dudosa, que contrastan con
la plena gramaticalidad de las construcciones con sí mismo, pero también con la agramaticalidad de las construcciones con él! ella. Compárense los ejemplos de (31) con los de
(11) y (12):
(31) a. ? La habilidad dialéctica de Ana logró poner a su hermano¡ en contra de sí¡b. ? Aquella experiencia traumática arrojó a María¡ lejos de sí¡-
Como conclusión, podemos decir que, con respecto a las condiciones de localidad, el
comportamiento de las unidades él, sí y sí mismo es el siguiente: él debe encontrar su antecedente fuera del dominio local más inmediato (independientemente de que esté dentro o
fuera de la oración); sí mismo debe encontrar su antecedente dentro de ese dominio; por último, sí debe encontrar su antecedente dentro de la oración, pero no está sometido a las condiciones de localidad estricta que afectan a sí mismo.
ALICIA MELLADO PRADO
Universidad de Castilla-La Mancha
Mª VICTORIA PAVÓN LUCERO
Universidad Carlos III de Madrid
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