A tres décadas de la reforma agraria, la propiedad de la tierra en el Perú vuelve a experimentar un proceso de concentración en pocas manos. La concentración de la propiedad de la tierra es un tema política y socialmente sensible. Recordemos que una de las razones por la que las reformas agrarias de la década de 1960 aparecían como legitimadas ante la sociedad y los gobiernos, fue que había una gran concentración de la propiedad de la tierra y que ello generaba fuertes tensiones sociales1. Los gobiernos latinoamericanos, instados por el gobierno de Estados Unidos, acordaron hacer reformas agrarias, tanto para evitar situaciones como la revolución cubana de 1959, como para eliminar obstáculos a los procesos de modernización social y económica. El gobierno de derecha de Manuel Prado se adelantó, nombrando en 1957 una Comisión de la Reforma Agraria y de la Vivienda, integrada en parte por hacendados relativamente modernos. Una de las recomendaciones del informe, presentado en 1960, fue la de establecer límites —250 hectá- 10 El campo es ancho y (cada vez más) ajeno reas— al tamaño de la propiedad rural. Casi una década después, la Ley de Reforma Agraria del gobierno de Velasco, de 1969, bajó el límite para tierras agrícolas a 150 hectáreas2. Desde 1980, sin embargo, se inició un proceso de liberalización de la propiedad de la tierra que culminó en 1995 con la llamada Ley de Tierras3, que eliminó todo límite relacionado con el tamaño de los predios4. Un año antes, en 1994, se realizó el último censo nacional agropecuario, que reveló que el 92% de los 1.74 millones de predios eran menores de 20 hectáreas, y que tres de cada cuatro hectáreas de cultivo bajo riego y una de cada tres de secano eran parte de predios menores de 20 hectáreas. Desde entonces, el censo agropecuario no ha vuelto a ser actualizado, y tampoco se han hecho estudios sobre los procesos de concentración actualmente en marcha, por lo que no se conocen con precisión las dimensiones de los cambios experimentados en la tenencia de la tierra como parte del proceso de liberalización iniciado en 1980. Sin embargo, está claro que en los últimos doce años la concentración de la propiedad rural ha experimentado cambios importantes. Los procesos que están impulsando esos cambios son múltiples. A continuación, explicamos algunos. La ampliación de la frontera agrícola. La modificación de la política de acceso a las nuevas tierras irrigadas ha permitido la formación de modernas empresas agrarias de gran extensión, particularmente en la costa norte (Piura, Lambayeque y La Libertad). En el pasado, la frontera agrícola ganada gracias a grandes inversiones públicas era entregada, bajo varias modalidades de pago, a pequeL A R E V I S TA A G R A R I A / 8 8 ños y medianos agricultores. Pero, al menos desde la década del noventa, las nuevas tierras irrigadas son puestas en venta en condiciones tales que solo pueden ser adquiridas por grandes inversionistas para formar latifundios modernos. Así, en 1997, en la primera etapa del proyecto especial Chavimochic, se subastaron 12,751 hectáreas, divididas en 76 lotes, los cuales estaban repartidos en cuatro sectores; en tres de estos sectores, el tamaño promedio de cada lote varió entre 671 y 786 hectáreas, y, en el cuarto, el lote promedio fue de 65 hectáreas. En algunos casos, la extensión adquirida superó las mil hectáreas, como sucedió con las empresas agro- “El criterio predominante en los noventa, de subastar lotes de gran tamaño a los que solo pueden acceder los grandes inversionistas, sigue primando.” exportadoras Danper Trujillo y Camposol, que se hicieron de 1,600 y 2,000 hectáreas, respectivamente. En contraste, en la década anterior, las tierras ganadas por la irrigación de Majes (Arequipa) fueron distribuidas en lotes de 5 hectáreas. El criterio predominante en los noventa, de subastar lotes de gran tamaño a los que solo pueden acceder los grandes inversionistas, sigue primando5. En el caso de la selva, la frontera agrícola no es abierta únicamente por colonos provenientes de la sierra, sino también por grandes empresas que adquieren grandes extensiones de tierras a precios muy bajos. El caso más conspicuo es, probablemente, el de OCTUBRE de 2007 Palmas del Espino, del grupo Romero, empresa ubicada en la zona de Tocache. En 2004, Palma del Espino tenía sembradas 7,500 hectáreas de palma aceitera, y actualmente bordea las 10 mil. En los cuatro años siguientes planea seguir expandiéndose a razón de 1,500 hectáreas anuales. La concentración vía el mercado de tierras. Es posible distinguir diferentes situaciones: la compra de tierras de pequeños agricultores por empresas agroexportadoras (como sucede principalmente en los departamentos norteños mencionados líneas arriba, más Ica); el arrendamiento de tierras por las mismas empresas; y la adquisición de grandes empresas agrarias por otras empresas agrarias, lo que es notable en el caso de los complejos agroindustriales azucareros. Como ejemplo de concentración vía el mercado de tierras podemos citar a la empresa Agrokasa, que actualmente posee más de 2,600 hectáreas, y al grupo Romero, que posee alrededor de 500 en lo que alguna vez fue la Cooperativa Agraria Huando, en el valle de Huaral. La conversión de las cooperativas agrarias azucareras en empresas privadas. Aquí lo notable es la transferencia de la propiedad de los complejos agroindustriales azucareros de las cooperativas de producción — cuyos socios eran los propios trabajadores— a inversionistas particulares que ven en este cultivo la posibilidad de desarrollar el negocio de los biocombustibles. Suman más de 50 mil las hectáreas traspasadas, sobre todo en la costa norte. Las empresas que adquirieron estos complejos azucareros son ahora los más grandes terratenientes del país. Mención especial merece el grupo Gloria, de los hermanos Rodríguez Rodríguez, dueño desde hace poco de los complejos Cartavio y Casagrande, que suman más de 30 mil hectáreas en un solo valle, Chi- cama, en el departamento de La Libertad. Denuncios y concesiones. Los denuncios y concesiones mineras se extienden particularmente sobre tierras de comunidades campesinas en casi todos los departamentos andinos. Los derechos de estas, como propietarias, comienzan a ser cuestionados, en la práctica, por las empresas mineras, aun antes de la fase de exploración, a través de distintos tipos de presión —económicos y extraeconómicos— para acceder a las tierras. De esta manera, los comuneros no solo pierden sus derechos, sino que sus tierras, en la mayoría de casos, pierden su vocación agraria. Según el es- “... parece innegable que la pequeña y la mediana propiedad de la tierra rural en el Perú están en un dramático proceso de transformación.” tatal Instituto Nacional de Concesiones y Catastro Minero (INACC), a la fecha los derechos mineros se extienden sobre más de 14 millones de hectáreas. Por otra parte, los denuncios y concesiones de otras industrias extractivas (petrolera, gasífera), en la cuenca amazónica, se extienden actualmente sobre miles de hectáreas. En cuanto a las concesiones forestales entregadas, estas suman 7.5 millones de hectáreas a la fecha, equivalentes al 10% de la superficie total de la selva baja y alta, aproximadamente6. Producción de biocombustibles. Los estímulos a la producción de biocombustibles —menores precios que 11 los combustibles fósiles; expectativas de exenciones tributarias, subsidios, etc.— están incentivando la creación de grandes plantaciones, principalmente de caña de azúcar y palma aceitera. Los complejos azucareros, entre ellos los del grupo Gloria, planean dedicar parte de su producción de caña a la fabricación de etanol, planeando turístico las tierras agrícolas también están adquiriendo un alto valor que está cambiando su forma de uso, implicando con frecuencia la pérdida de control por los campesinos y agricultores. Es el caso del Valle Sagrado (Urubamba), en el departamento del Cusco, que paulatinamente se está convirtiendo en un emporio turístico rido la minería o la agricultura de exportación. Estas desigualdades crecientes en la distribución de la tierra —que no debe confundirse con un regreso a la situación previa a la reforma agraria, pues el contexto histórico es completamente diferente— deben llamar a preocupación, pues pueden profundizar aún más las desigualdades sociales y económicas existentes en el país. Notas 1 inversiones en plantas para producir biocombustible. Maple Etanol, subsidiaria de la empresa norteamericana Maple Energy, ha adquirido más de 10 mil hectáreas en el valle del Chira para la producción de caña de azúcar destinada a etanol, lo que ha generado, desde ya, presión sobre la disponibilidad de agua. En el mismo departamento, el grupo Romero dedicará al mismo fin por lo menos 3,500 hectáreas. En la selva, el mismo grupo empresarial prevé la expansión del área dedicada a la palma aceitera para la producción de biodiesel. El hechizo de los biocombustibles también parece querer apoderarse del programa Sierra Exportadora, y su presidente ha anunciado que se dedicarán 200 mil hectáreas a la canola, con el fin de obtener biodiesel. En este caso, parece ser más bien tratarse de un deseo irrealizable. Turismo. Aunque en menor escala, en algunas zonas de gran atractivo 12 con grandes inversiones en hoteles, albergues, restaurantes, casas de campo, etc.7. Los retos Luego de hacer esta revisión, parece innegable que la pequeña y la mediana propiedad de la tierra rural en el Perú están en un dramático proceso de transformación. Y en este cambio en el patrón de propiedad de la tierra, puede esperarse una alteración igualmente profunda en el estilo de vida de los pobladores del campo, que en algunas zonas, como en la costa, ya están pasando de campesinos independientes a asalariados dependientes de una empresa agroexportadora. Y en medio del modelo económico imperante, nada indica que estas tendencias se revertirán, pues algunas de ellas están siendo alentadas desde las más altas esferas del gobierno8, mientras que otras continuarán acentuándose bajo el impulso oficial que han adqui- El censo agropecuario realizado en 1961 indicaba que el 54% de las tierras estaba en manos del 1.2% de las unidades agropecuarias (predios); en contraste, la pequeña propiedad —84% del total de predios— poseía solo el 4.3% de las tierras. 2 Sin embargo, muchos predios con menor superficie fueron expropiados por incurrir en una o más de muchas causales contenidas en la Ley de Reforma Agraria. 3 Ley 26505, «Ley de inversión privada en el desarrollo de las actividades económicas en las tierras del territorio nacional y de las comunidades campesinas y nativas», promulgada el 14 de julio de 1995. 4 Sobre la evolución de la legislación que estimuló estos cambios, ver, Fernando Eguren, «Las políticas agrarias en la última década: una evaluación». En: F. Eguren, M. Remy y P. Oliart, (editores), Perú: el problema agrario en debate. SEPIA X. Sepia/Oxfam, Lima, 2004. También en www.sepia.org.pe. 5 Se argumenta, para ello, la imposibilidad de desarrollar estas áreas en lotes de menor tamaño, debido a las economías de escala, el respaldo financiero, la experiencia y la capacidad empresarial que serían requeridos para que generen retornos suficientes que justifiquen las inversiones en tecnología de punta necesarias para este tipo de agricultura. 6 Antonio Brack Egg, «Opinión sobre el proyecto de ley “Otorgamiento de tierras de dominio del Estado en la Amazonía peruana para fines agropecuarios y agroindustriales”», Lima, 15 de enero de 2007. 7 Aunque no necesariamente se trate de tierras agrícolas, la rápida privatización de muchas playas de la costa, algunas de ellas pertenecientes a comunidades campesinas, tanto en el sur chico como en los departamentos norteños de Piura y Tumbes, es expresión de la notable transferencia de los derechos sobre la tierra que se halla en proceso en el país. 8 Como ejemplos están las propuestas del Ejecutivo de recortar casi 210 mil hectáreas del Parque Nacional Bahuaja Sonene, para extracción petrolera, y de declarar de interés público veinte grandes proyectos de extracción. En esa misma línea figuran el interés por mantener los criterios de asignación de nuevas tierras irrigadas a los grandes inversionistas y la promoción de la producción de agrocombustibles. L A R E V I S TA A G R A R I A / 8 8