Como ser salvo. En el evangelio según San Marcos, en el capítulo 1:15 encontramos que Jesús dijo: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio” ARREPENTIMIENTO Y CREER EN EL EVANGELIO Es un llamado de parte de Jesús a toda la humanidad a arrepentirse y a creer en las buenas noticias. Para entrar al reino, la persona debe hacer un giro acerca del pecado y creer las buenas nuevas acerca del Señor Jesús. En el evangelio según San Juan encontramos en el capítulo 3:36 la afirmación de parte de Dios: “El que cree en el Hijo (Jesús) tiene vida eterna, pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”. Este versículo nos afirma que nuestro destino eterno depende de lo que hagamos con Jesús. En el libro de Romanos 10: 9-10 dice lo siguiente: “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” Este versículo afirma con claridad dos cosas que todos debemos hacer para ser salvo. 1. CONFESIÓN CON LA BOCA. 2. FE EN EL CORAZÓN. PRIMERA PARTE: CONFESIÓN CON LA BOCA. Lo primero que debe hacer el hombre es confesar con su boca a Jesucristo como Señor. Aceptar la verdad de la Encarnación. El Verbo (Jesús) se hizo carne y es el Señor de la vida y de la gloria. Una cosa es reconocer que Jesús es el Señor, y la otra es afirmar con la mente que Jesucristo es Dios. Ambas son grandes verdades bíblicas, pero debemos meditar en lo que dice Santiago 2:19: hasta los demonios saben que Dios es el soberano del universo, pero ese conocimiento no los salva. Hacer esa confesión significa expresar en voz alta delante de los demás su profunda convicción personal, sin reservas, de que Jesucristo es su dueño y el soberano de su vida. El evangelio no es la satisfacción de uno mismo. Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo” (Lc. 9:23). Hay un error muy sutil en nuestro medio. Muchos confiesan a Jesucristo como Señor, pero lo están buscando para que solucione su problema de matrimonio, lo saque de la droga y muchas otras cosas. El evangelio es ir ante Jesucristo y decirle: “Dios, ten misericordia de mí, pecador. Sálvame”. Es decir: “Jesucristo, te reconozco como mi Soberano, Maestro y Señor. Me aparto de mis propios deseos y mi propia necesidad de controlar mi vida. Me someto a todo lo que quiera para mí”. Yo voy a Jesús para rendirme ante sus pies, no para obtener algún beneficio personal. Para mejor explicación hay un encuentro entre Jesús y El joven rico relatado en el evangelio según San Lucas capítulo 18:18-27. El Joven era una persona de grandes cualidades morales, digno de imitar. Jesús le dijo al joven rico que hiciera una cosa: “Vende todo lo que tienes y dalo a los pobres y luego sígueme”. Lo que Jesús quería era probar el compromiso del Joven con relación a su Señorío. Jesús le pudo haber pedido que hiciera centenares de cosas distintas pero Jesús escogió algo que él sabía que probaría su disposición a negarse así mismo. “El dinero era el problema del joven para reconocer a Jesús como Señor. El joven rico no pudo someterse al gobierno de Cristo sobre él. No pudo confesar de esa manera que Jesucristo era el Señor de su vida. Se fue triste y sin la salvación. SEGUNDA PARTE: FE EN EL CORAZÓN. Lo segundo que debe hacer para ser salvo es creer en su corazón que Dios resucitó a Jesucristo de los muertos. Creer esto con el corazón significa creer con la mente, emociones, voluntad, todo nuestro ser. Creer en la resurrección quiere decir que usted también cree que Jesucristo murió en la cruz y resucitó de los muertos como la señal de que en realidad es el Mesías, levantado finalmente a la más elevada posición para gobernar con el Padre. Dios el Padre puso el sello de aprobación divina sobre la perfecta obra de Jesucristo, su vida sin pecado y su muerte expiatoria, cuando lo resucitó de los muertos. La resurrección fue la validación suprema de su ministerio y de su identidad. Usted será salvo solo cuando haya reconocido a Jesucristo como su Señor y haya creído que su muerte en la cruz fue el sacrificio eficaz por su pecado, validado por su gloriosa resurrección. Usted cree con su corazón y es justificado ante Dios; usted confiesa con su boca y confirma esa realidad. La seguridad de mi salvación La mano de Dios y de Jesucristo tiene sujetado al creyente. Es imposible que usted se salga de la mano de Dios. La Biblia dice, “ El que es salvo “tiene vida eterna y…ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24). Vida eterna por definición no puede ser temporánea. Es la posesión actual de todos aquellos quienes verdaderamente confían en Cristo. Romanos 8:28-39 revela claramente que no hay nada en el universo que pueda separar a los elegidos del amor de Dios. El que te ha escogido para salvarte es “poderoso para guardaros sin caída, y para presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría” (Judas 24). El apóstol Juan escribió la epístola de Primera de Juan para dar la garantía de la salvación a los verdaderos creyentes (1 Juan 5:13). En esa epístola, Juan pone varias marcas que distinguen a un verdadero creyente. • El creyente verdadero camina en la luz (1 Juan 1:6-7). La luz aquí significa la verdad intelectual y moral. El creyente verdadero confiesa sus pecados (1:8-2:1). Confesar aquí significa estar de acuerdo con Dios sobre nuestro pecado. Eso significa que los verdaderos creyentes odian su pecado; no lo aman. Ellos reconocen que son pecadores, y saben que son perdonados. • Los verdaderos creyentes obedecen Sus mandamientos (2:3-4; 5:2-3). El término aquí se refiere a una obediencia vigilante y atenta. Aquí un creyente desea obedecer verdades que él considera ser preciosas. Incluye un acercamiento activo a la obediencia – el cristiano estudia las Escrituras para poder entenderla y obedecerla. • Los verdaderos creyentes aman a otros creyentes (2:9-11; 3:10, 14-15; 5:2). y desean estar con ellos. • Los verdaderos creyentes afirman la sana doctrina (2:20-23; 4:2, 6). Aquí Juan enseña que no hay un creyente verdadero que caerá en alguna herejía o error que niegue a Cristo. • Los verdaderos creyentes van en búsqueda de la santidad (2:29; 3:3-4, 6-9). Los versículos ciertamente no hablan sobre perfección sin pecado, o hasta la frecuencia o duración de pecado. El término pecado en estos versículos describe a uno que vive una vida inmoral, impía, e injusta como una práctica continua, y odia la justicia de Dios. • Los verdaderos creyentes tienen el Espíritu Santo (4:13; 5:10-11). Y hay evidencia que el fruto del Espíritu está presente en su vida (Gálatas 5:22-23). La advertencia de la Escritura. Las personas que profesan conocer a Cristo por un tiempo, y luego lo niegan, “nunca fueron salvos”. Primera de Juan 2:19 dice, “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros”. Un verdadero creyente nunca se apartará de la fe (Filipenses 1:6); entonces aquellos que se apartan, muestran que verdaderamente no son salvos (Juan 8:31; Hebreos 3:14). Sin embargo, cada cristiano verdadero puede pecar y por eso puede traer falta de seguridad de salvación (Salmo 51:12). Falta de crecimiento nos puede robar la confianza de que somos hijos de Dios (2 Pedro 1:9). TODO ES POR GRACIA. La fe es canal que Dios usa para traer a individuales a una relación salvadora con Él. No es decir que la fe es la fundación de nuestra salvación; sino, es el canal por la cual Dios nos concede la salvación. La fe viene al creyente como regalo de Dios. No es algo que un individuo es capaz de crear por sí mismo. “es don de Dios…para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9). La fe viene como resultado de la regeneración del Espíritu Santo – Él acelera nuestros corazones para poder creer. Aparte de este nuevo nacimiento, no puede haber una fe verdadera. Por tanto, la fe, aunque se manifieste en acción, viene como resultado de la obra de Dios en nosotros. Dios nos concede la fe y esa fe es evidente a través de nuestras buenas obras que “Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10). La Biblia dice que si creemos en el Señor Jesucristo seremos salvos. Una verdadera fe salvadora incluye el arrepentimiento del pecado y una confianza completa en la obra de Cristo para salvar del pecado y para justificar a las personas. Una fe salvadora incluye la mente y la voluntad.