Prosperidad - AMORC - Biblioteca Virtual

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Prosperidad
Por Kristie E. Knutson, S.R.C.
Revista El Rosacruz A.M.O.R.C.
Hace varios años, cuando empecé a manejar los principios relacionados con la
prosperidad, el concepto de la abundancia espiritual me atrajo con vehemencia.
Aunque debo confesar que al mismo tiempo me sentía inmersa de una lucha interna
con la idea de pedir riqueza material y económica.
El Dr. H. Spencer Lewis afirmó en muchas ocasiones que la prosperidad material no
tiene nada de malo, y que además, no es fácil tratar de meditar y de establecer un
entonamiento Cósmico profundo cuando se tiene hambre, frío, o existe inseguridad
sobre el futuro. Según el Dr. Lewis, un ambiente de tranquilidad es más provechoso
cuando realizamos nuestra tarea mística.
Pero, al referimos a la riqueza ¿cuál es el límite? Después de todo, no cabe duda que yo
no paso hambre, ni vivo bajo el frío de la intemperie. Mis necesidades básicas están
cubiertas.
Para ser franca, me parece que pedir algo más equivaldría a ser una auténtica
ambiciosa. En la época en que ponderaba estas ideas, escuché el extraño relato de una
experiencia relacionada con la cercanía de la muerte, que me proporcionó una
sorpresiva comprensión de la naturaleza interior del dilema referente a la
prosperidad.
Hace algún tiempo, un muchacho tuvo un accidente automovilístico en el que sufrió
heridas graves. Según el relato, algo raro sucedió mientras el equipo de la unidad de
urgencias le prestaba atención médica.
Dijo que de pronto se encontró flotando por encima de su propio cuerpo mientras
observaba lo que hacía el grupo médico y que se sentía alejado de todo, y pleno de paz.
Al poco tiempo, empezó a caminar por un túnel largo y oscuro hacia una luz que le
pareció la más hermosa que había contemplado. Cuando llegó al final, se alegró de
encontrar ahí a su abuela y a su padre quienes habían fallecido cuando él aún era muy
pequeño.
Mientras se encontraba en ese estado, alguien que luego describió como un “Ser
Luminoso” se le acercó. Ese ser singular le ayudó a hacer un recuento de su vida y junto
con él, vio como pasaban imágenes de cosas que le habían sucedido desde que era niño,
hasta el momento del accidente. Gracias a los consejos y a la ayuda que le prestó ese ser
maravilloso, el muchacho pronto llegó a la conclusión de que aún no era el momento de
morir, puesto que le faltaba mucho por hacer. Así que finalmente regresó a su cuerpo y
con el tiempo se recuperó del accidente.
Lo que más me impresionó del relato fue que el joven dijo que gracias a lo sucedido,
ahora podía comprender la razón de su existencia. Descubrió que aquí venimos por dos
sencillas razones: para obtener conocimiento y para servir. Cuando le preguntaron que
quería decir con "obtener conocimiento", contestó que venimos aquí para aprender y
comprender los principios que hay detrás de todo lo que nos rodea.
Desde entonces percibí que si lo que ese muchacho había dicho era verdad, entonces no
cabe duda que escogemos reencarnar en esta existencia material, ya que sólo podemos
llegar a comprender realmente la forma en que funcionan las cosas al luchar con las
ilusiones y los retos que nos proporciona la vida en el plano físico. Al manejar con
energía, tanto el aspecto material como el espiritual, cumplimos con nuestro propósito
en la vida.
Es obvio que el estar vivo en algún momento puede representar el temor de
enfrentarnos a no tener trabajo, o a graves problemas económicos. También puede
significar tener que manejar el dolor que representan la soledad y el desamor. O tal
vez, signifique luchar por sobreponemos a un problema de salud, o vencer la ira y el
resentimiento que nos provocan algunas personas.
No importa cuáles sean nuestros retos personales, pues cuando intentamos vencerlos
lo que en realidad buscamos es la prosperidad, tratamos de enriquecernos con el éxito,
con la felicidad y con la satisfacción. En el camino hacia la creación de esa prosperidad,
descubrimos como funcionan las cosas en realidad a través de la experiencia.
Aprendemos a comprender y a utilizar las leyes naturales y los principios del universo,
esos mismos maravillosos principios que estudiamos en nuestras monografías
Rosacruces.
Por lo tanto, la búsqueda incansable de la prosperidad se torna adecuada en el
momento en que comprendemos que nuestro propósito principal no es el de obtener
riqueza, sino aprender la destreza metafísica y desarrollar la conciencia mística que
nos conduzca a la verdadera maestría de la vida.
Así que con todo esto en mente, me gustaría hablar brevemente de la forma en que
podemos sentar las bases de la abundancia espiritual y material en nuestras vidas.
Podemos hacerlo si seguimos cuatro pasos en el camino hacia la prosperidad.
El primer paso consiste en saber que la Mente Cósmica o Divina es la fuente infinita e
inalterable de toda la abundancia.
Al permitirle a nuestro Maestro Interno que nos guíe y nos proporcione inspiración,
establecemos una relación cálida y constante entre nosotros y la Fuente Infinita. Es
necesario que comprendamos que ni la mencionada relación, ni la abundancia que está
a nuestra disposición, tiene límites.
El segundo paso, que es el más potente y que muchos de nosotros no intentamos con
frecuencia, es pedirle sencilla y directamente a la Mente Divina exactamente lo que
queremos o necesitamos. Al pedir, abrimos nuestros corazones y nuestras manos para
recibir.
Es indudable que todos los estudiantes en el Camino del Misticismo hemos escuchado
el axioma siguiente: "Ninguna petición sincera queda sin respuesta", eso quiere decir
que antes de recibir una respuesta hay que pedirla. Es cierto que visualizar lo que
queremos es una de las partes más importantes del procedimiento integral, pero éste
se torna más eficaz una vez que dirigimos nuestra petición inicial a la Mente Divina
directa y sinceramente.
El tercer paso en el camino a la prosperidad es darnos cuenta de que hemos recibido
respuesta a nuestra petición y abrir nuestros brazos para aceptar con gusto la
abundancia que el Cósmico nos proporcione. En ese momento es importante
agradecerle a la Mente Divina la respuesta que dio a nuestras necesidades, y
permitirnos sentir cuán maravilloso es que hayan sido satisfechas en esa forma.
Finalmente, es importante estar conscientes de que cualquier petición de esta
naturaleza establece una especie de pacto entre nosotros y la Mente Divina. Por medio
de ese pacto llegamos a un acuerdo con la Mente Divina para que nos proporcione gran
abundancia de todo lo que necesitamos para vivir una vida plena de éxito y feliz.
A cambio de esto, nosotros hemos de dedicarnos a darle nuestro máximo servicio al
Cósmico y a quiénes nos rodean, a vivir nuestra vida de una forma que proporcione el
mejor de los ejemplos a los demás y a seguir aceptando y respondiendo a la guía que el
Cósmico nos conceda.
Como parte del último paso, mucha gente empieza a sentirse obligada a destinar un
porcentaje de sus ingresos a obras de caridad, o a prestar servicio voluntario a la
sociedad; o a reciprocarle al bien general en alguna forma con una parte de los dones
que ha recibido.
Todo lo antes mencionado es un procedimiento sorprendentemente sencillo y potente
y cada vez que lo utilizamos (no importa lo que hayamos pedido) recibimos un
beneficio y también le prestamos un servicio a la humanidad
Después de todo, para lograr cualquier clase de prosperidad necesitamos transmutar
el "plomo" que representan nuestros temores, nuestras emociones negativas, nuestros
juicios erróneos y nuestros pensamientos limitados, en el "oro" que representa la
riqueza material y espiritual. Cada vez que alcanzamos el éxito al vencer nuestras
limitaciones internas para lograr la prosperidad, mostramos con nuestro ejemplo las
profundas recompensas que nos proporciona el camino hacia el misticismo, y nos
convertimos en potentes símbolos de esperanza para los demás.
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