Sora el pueblo de las mujeres lechuza.

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SORA,EL PUEBLO DE LAS MUJERES
LECHUZA
En Sora y sus alrededores dicen que hay brujas. No todos los
soranos lo aceptan aunque entre dientes hablan de Leoncia, Saturia y
otras que hacían males, pero ya murieron. Estas mujeres vivían cerca
del pueblo y eran conocidas por sus poderes. Algunos al nombrarlas
aún lo hacen con miedo.
Por: HUGO MONTERO QUINTERO
12 de noviembre de 1994 EL TIEMPO
En este pueblo, a cuatro horas de Bogotá y a una hora de Tunja, desde el
rectángulo de la pequeña plaza se ve la Alcaldía, el puesto de policía, el
granero, un restaurante, dos chicherias y una gran iglesia. En las únicas tres
calles, la gente mira de reojo, con desconfianza. La mayoría lleva el rostro
quemado por el frío, su ruana color café, y sombrero.
Aquí tiene origen un mito muisca en el cual Huitaca, madre de la hechicería y
de la muerte, propagó la envidia y por ello fue castigada por Bochica quien la
convirtió en Lechuza. Por eso en Sora dicen que hay mujeres Lechuza.
Nadie dice abiertamente que hay brujas, pero a renglón seguido admiten que
las hay, las hay .
Varias personas señalan una esquina en donde hay una mujer que trabaja con
chulos y tierra de difuntos. Cuando se intenta hablar con ella prefiere guardar
silencio. No dice nada, pero sus ojos negros miran raro, penetrante, signo que,
según los estudiosos en el tema, es una señal que delata a las brujas.
Una posible víctima de brujería es Leovigildo, un muchacho de 22 años,
robusto, de manos gruesas y ojos azules. El, con calma, cuenta su historia y se
mira las uñas llenas de tierra. Vive en la vereda Portobelo, a veinte minutos de
Sora en Carro. Creen que está embrujado, incluso su familia, porque a veces
se pone amoratado y se cae.
Cada vez que ve a su padre, se le abalanza, o le tira piedras. Siento qu es que
se me altera la cabeza, echo a disvariar y no me puedo estar queto , dice.
Estos ataques le dan cada tres horas, o cada ocho días. A su lado, mamá
Georgina se toma la cara y dice que eso de Leovigildo es una enfermedad
ayudada . Los soranos aseguran que cuando un niño nace enfermo, es porque
su padre hizo una maldad, que debe ser castigada. Así, el recién nacido paga la
culpa.
Georgina, que lleva 30 años de matrimonio, muestra una manilla de cobre en
la cual hay una leyenda sobre el Divino Niño Jesús. Cuando Leovigildo tenía
como 11 años y le empezaron esas caídas, lo llevé a Duitama y un padre le dio
esta contra.
Es que en Sora, San José, Tunja, Sopó y varias partes no dieron con el mal. Y
ese padrecito en Duitama me dio esto, pero hasta ahora él sigue sin cura. Si no
es que le dieron algo por ahí, también puede ser que esas caídas le dan por no
conocer mujer .
Carmen, su hermana mayor, se ríe y entre dientes, como si estuviera hablando
sola, le dice al viento: Claro, eso es, Leovigildo necesita sus amores .
Y Leovigildo, mira a todos lados, pero dice que no, que él no tiene novia.\
Georgina dice que debe llevar a Leovigildo al siquiatra de Toca, a ver qué
pasa, pero no tengo con qué .
Pero este no es el único caso.
En el descuidado jardín de la casa cural del pueblo es habitual encontrar a
Alfredo, un hombre de 60 años, con la cara llena de salpicaduras de pintura
azul, de quien dicen que hace más de dos semanas está ido, porque le dieron
un bebedizo. Eso lo comenta la gente a escondidas y luego se retira con
discreción.
Sin embargo, Alfredo está convencido de que a él las hechiceras, a las que el
pueblo les teme, no le pueden hacer nada. Con su manera de hablar,
entrecortada, como si tuviera hipo, dice que si una mujer de esas me hace
algo, yo si sé como j... . Y se fue calle abajo dando brincos, como si unos hilos
invisibles lo sujetaran por la espalda, dejando sus brazos desgonzados. Parece
una marioneta.
El borrachero y los castigos de Dios Para los soranos las mujeres lechuza
tienen que ver con los castigos de Dios. Hablan de la gota coral y la gota
serena . La primera es una gota que cae del cielo en la cabeza de la persona
produciéndole un ataque similar a la epilepsia. Según la leyenda, los ataques
son los viernes santos y domingos. Sólo ceden cuando la persona decide
cambiar de vida.
La serena es cuando la gota que cae en la cabeza produce episodios de apatía
como si se estuviera en una eterna serenidad de inmovilidad. Se le llama así
porque serena a la persona antes de ponerla violenta.
Para los soranos existe una bruja escuchona que lleva el cabello largo y se
transforma en lechuza. Para lograr ese efecto debe desnudarse completamente,
tomar cierta cantidad de escopolamina, arrancarse un cabello y amarrarlo a la
cintura.
Después debe sentarse frente a un espejo, invocar su espíritu, inmediatamente
se transforma en lechuza del ombligo para arriba. La otra parte del cuerpo
queda desnuda en la silla. En su vuelo mágico, ella se orienta por la luna que
es la que le da la fuerza.
Durante tres días ataca por medio de pesadillas, en las cuales le hace ver a la
víctima la forma en que la va a matar. A los tres días siguientes, la víctima es
devorada en sus entrañas o siente que le están saliendo gusanos por todas
partes.
De acuerdo con Carlos Pinzón, uno de los antropólogos que en 1981 investigó
sobre estas creencias, si el supuesto embrujado no acude a un curandero antes
del noveno día, muere en medio de intensos dolores y presa de horribles
imágenes que le atormentan la mente.
Según Pinzón, desde un punto de vista académico no hay brujas allí pues éstas
son un producto occidental, de la Edad Media, que cumplía un papel
específico de contracultura ante el poder religioso. Lo que hay en Sora son
más bien hechiceras .
Las hechiceras, de alguna manera, controlan poderes dados, en este caso, por
la luna, uno de los astros que representa el poder de desorganización de la
sociedad, dice Pinzón.
Como el borrachero (de donde sale la letal escopolamina o burundanga)
abunda en la región, muchos de los soranos advierten de los riesgos de su uso
pues una dosis muy fuerte produce muerte. Por eso la principal recomendación
al llegar por estas tierras, es no recibir nada de nadie.
Antes de salir de Sora, en la tienda de Rosa María, una mujer de 64 años,
cuenta como una tía suya le enseñó un rezo para alejar a las brujas, y un día
que tenía una chulera -grupo de chulos o gallinazos, signo de mala suerte y
brujería- en un árbol del patio, les dije anda bruja de los infiernos, te echo sal
y ají en el c... y sales corriendo, y se fueron esos animales .
Vivir en Sora es también convivir con el uso de las plantas para curar males.
Por ejemplo, Gustavo, un curandero de 65 años, que duró 11 meses tullido,
dice que me curé esta artritis yo mismo. Ahora, hasta manejo una camioneta .
Si quiere voy a Bogotá y a los de un laboratorio les doy mis secretos .
Y habla con misterio del Romero, de la Yerbabuena , de la Mejorana, el Poleo,
la Manzanilla y el borrachero.
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