Hanala Tema: Sucot Enfoques *smalim y minaguim *Ushpizim y sus virtudes * la alegría, el jag de la alegría, que es lo que nos hace felices? Que es la felicidad? Ver la felicidad en las pequeñas cosas *diversidad y justicia social, somos todos iguales en sucot, en este jag la pobreza no existe, pero en nuestros días, sabemos que si, que intenta trasmitir este jag con respecto a la pobreza a partir de la suca? Que significan los harvaat aminim? Que representan? *ayuda al projimo, se invita a la suca al que no tiene una, vivimos todos igual. Solidariut. *Ir de lugar en lugar, judío errante a través de la historia, Israel es el final? *Antimaterialismo y consumo, ser simple, vivir en las ruinas, hay cosas más importantes que lo que se compra con la plata, que? Que valores rescatamos de este jag con respecto al consumo y a la simpleza? *la tora y su ciclo, simjat tora, la tora es la base del judaismo, historias, jaguim que hacen al pueblo, terminamos y volvemos a empezar, porque tora es importante para nosotros? ALEGRIA “Y te alegrarás en la fiesta” Jag Hasucot es la única festividad en la cual la alegría es una mitzvá explícito en la Torá. Esta festividad es llamada por nuestros sabios “época de alegría” Tres veces ordena la Torá estar alegres en esta fiesta. La Mitzvá de la alegría debe incluir a todos los habitantes del país, sin distinción. Se enfatiza la igualdad social y la cooperación entre los diferentes niveles sociales. Se acostumbra a invitar a personas para compartir esta alegría. Lo especial de la alegría de Sucot deriva de una serie de hechos. Existen varias razones para la alegría: A- La alegría del campesino que termina de recolectar su cosecha para llevarla a su hogar. B- La alegría que viene después de lom Kipur, pues estamos seguros que nuestro esfuerzo y renovación logró cambiar nuestro veredicto en el juicio. C- La alegría de la unión y la concentración de todo un pueblo en Ierushalaim. “Una ciudad que hace a todo el pueblo de Israel amigos” D- La alegría de Beit Hashoevá que se acostumbraba en la época del Beit Hamikdash y que aún hoy se acostumbra en algunos lugares de Ierushalaim. En una economía agrícola como la de Israel, el agua era naturalmente muy necesaria de modo que la abundancia de manantiales de buena agua y lluvias oportunas era motivo de gran alegría. En la época del Beit Hamikdash, la ceremonia que en Sucot estimulaba al mayor entusiasmo popular, era la procesión hacia las fuentes de agua y desde ellas al Santuario. La segunda noche de la festividad y cada uno de los seis días siguientes, el pueblo se juntaba frente al estanque de Shiloaj y el Templo resplandecía con sus grandes Menorot de oro. Todo el pueblo se unía al baile con antorchas, entonando canciones. Esta ceremonia desapareció después de la destrucción del Segundo Beit Hamikdash (año 70 de la era común). En la actualidad lo que se acostumbra es a recitar las oraciones por pedido de lluvias en Shminí Atzeret. Simjat Beit Hashoevá: es la fiesta que se realizaba en el santuario cada noche de Jol Hamoed. Se iba en procesión al manantial del Shiloaj y se extraía de allí agua para verterla sobre el santuario. Una gran alegría popular acompañaba estos preparativos. Las luces de la Menorot y de las antorchas iluminaban el Monte del Templo, hasta tal punto que en la Mishna dice: “Todo aquel que no vio la alegría de Beit Hashoevá no vio en su vida alegría”. (no asistió a la fiesta de la extracción del agua) Fuentes Bíblicas Referencia histórica Otras Fuentes Referencia a la alegría por Rambam La única festividad en la cual la Torá nos ordena estar contentos es Sucot, llamada también: "Zman Simajateinu", “Tiempo de nuestro regocijo” (Pesaj es “Zman Jeiruteinu”–“Tiempo de nuestra libertad” y Shavuot es “Zman Matán Torateinu” “Tiempo de la entrega de la Torá”). Cuando en las Fuentes se nombra sólo la palabra “Jag”, se refieren únicamente a la festividad de Sucot. “Viviréis en cabañas esos siete días. Cada nativo de Israel habitará en cabañas. Para que vuestras generaciones sepan que hice habitar a los hijos de Israel en tiendas cuando los liberé de la tierra de Egipto.” (Vaikrá XXIII,42-43) Referencia a la alegría “Te regocijarás” “Y os regocijaréis ante el Eterno, vuestro D-s, durante siete días” “Durante siete días harás la Es el precepto con el cual se nos ordenó la alegría en las Peregrinaciones. Dentro de lo que El dijo: Y te regocijarás en tu festividad se incluye además lo que (los Sabios) también dijeron: "Alégrate con toda clase de alegría". De ello: comer carne en las festividades, beber vino, vestir ropas nuevas, repartir frutas y golosinas a los niños y a las mujeres, y la algarabía con instrumentos musicales y baile únicamente en el Santuario, y esa es Simjat Beit Hashoevá". Todo esto está comprendido en lo que El dijo: Y te regocijarás en tu festividad. La expresión de la Torá es que nos obliguemos a incluir en esta alegría a los pobres, los desdichados y los extranjeros; dijo, exaltado sea:…y el extranjero, el huérfano y la viuda. Alegría en los Festivales de Peregrinación("Simjat Regalim") La alegría: "Te alegrarás en Sucot, y estarás sólo alegre" Por la alegría por la recolección celebración al Eterno en el lugar que El escogerá... Y sólo estarás contento” Esa misma noche, 11 de Tishrei, luego de cenar y festejar seguros de que fuimos inscriptos en el Libro de la Vida, salimos al patio, a la luz de la luna, para comenzar con alegría la construcción de la Sucá. de la cosecha Por la alegría por recordar el camino del pueblo hacia la libertad, y por gozar de la vida en libertad Por la alegría por vivir en la Tierra de Israel Por la alegría del individuo después de haber superado el temor que vivió durante los Iamin Referencia a la ayuda y a Noraim (Rosh Hashaná y Iom estar juntos De lo individual al encuentro Kipur) en los cuales se determinó su destino para el año nuevo. con los otros Leemos en Sucot en el libro de Kohelet, Eclesiastes “Mejor estar de a dos que estar solo, porque entre dos, es mayor el logro que se consigue con el esfuerzo. Y si uno llega a caer, el otro lo levanta, pero si uno está solo y se cae, no hay quien lo ayude a levantarse... Caminos hacia la felicidad No hay recetas para encontrar la felicidad. ¿Todos sabemos qué es sentirse feliz? Muchos son los caminos para encontrar estos sentimientos, leamos en familia que dicen nuestras fuentes sobre la felicidad y el regocijo en la festividad de Sucot ¿Qué es la felicidad? ¿Qué es alegrarse en una fiesta? _______________________________________________________________ Alegrarse en la fiesta de Sucot es un precepto, que podrá multiplicar la alegría en cada casa. ¿Cómo lo harían? Piensen dos propuestas. _______________________________________________________________ Rambam diferencia entre la alegría individual y alegrarse con el prójimo. ¿Por qué? Da un ejemplo de la alegría individual y uno de la alegría con otros. _______________________________________________________________ ¿Por qué Rambam señala la importancia de invitar al pobre, al huérfano, al extranjero y a la viuda? _______________________________________________________________ La alegría del hombre estaría completa cuando… En Sucot El tiempo no para... Pensamiento, palabra y acción Tiempos “Las festividades del pueblo judío son Tiempos, es decir, momentos especiales de rencuentro con la historia y con las expectativas del futuro histórico. La esencia del tiempo sagrado es permanente y estable. Los días hábiles, que funcionan según el reloj, se dirigen en un solo sentido, sin posibilidades de regresión. Sin embargo, el tiempo sagrado sí lo es, ya que se detiene en su límite y regresa al principio. Las ceremonias festivas fueron creadas para sacar al hombre de su vida cotidiana y ubicarlo en el génesis de su existencia. La fiesta sagrada es regreso Divino, es un momento triunfal, que ni transcurre ni se acaba. El que festeja una fiesta anual encuentra que toda fiesta equivale en su vivencia a la del año anterior, a la de la casa del abuelo, del padre y así hasta el principio de cada generación. El que se regocija, sincroniza el tiempo y se traslada al momento sagrado que emanó de la Torá. Por lo tanto, el hombre que celebra las festividades de Israel no sólo vive en la dimensión histórica que se sucede, sino que reconoce otra dimensión, la del tiempo sagrado que, por su sabor glorioso, subsiste y permanece a través de todos los tiempos. ... Las fiestas de Israel son encuentros peculiares donde el tiempo reúne al hombre con D-s. Estos encuentros detienen al hombre en su carrera por la vida, y lo ubican en un momento de reflexión absoluta y de unión sagrada”. (Rab Eliahu Birenbaum) Tiempo de alegría: Cuando finaliza Iom Kipur... “Es usual que aquella persona que se debe presentar ante un juicio, se vista de negro, se cubra de negro y deje crecer su barba, ya que no sabe cuál será su veredicto. Pero Am Israel no es así: ellos visten de color blanco, se envuelven en blanco, se afeitan y comen y beben con alegría, ya que saben que el Creador se apiadará de ellos e iluminará su veredicto” (Ierushalmi Rosh Hashaná, Cap.I) En el mes de Tishrei se fijan las bases para el año que comienza. Distintas emociones nos atraviesan en Rosh Hashaná y Iom Kipur: introspección, reflexión, superación, para luego poder salir al encuentro del otro, en la festividad de Sucot. Desde que el pueblo de Israel salió de la esclavitud física en Pesaj, tuvo la responsabilidad de observar la luna para fijar el comienzo de cada mes, siendo el primero de ellos: Nisán, el mes de la Gueulá, de la Redención. A partir de allí, Tishrei se llama “Hajodesh Hashvií” (el séptimo mes), columna vertebral del calendario, en la cual se concentran los Jaguim centrales de nuestra vida. Una vez finalizado el ayuno de Iom Kipur, se escucha una voz celestial que dice: “Ve y come tu pan con alegría, y bebe tu vino con el corazón alegre, porque D-s ha aceptado ya tus obras” (Kohelet VII,9) Esa misma noche, 11 de Tishrei, luego de cenar y festejar seguros de que fuimos inscriptos en el Libro de la Vida, salimos al patio, a la luz de la luna, para comenzar con alegría la construcción de la Sucá. La única festividad en la cual la Torá nos ordena estar contentos es Sucot, llamada también:" "זמן שמחתנו-Zman Simajateinu-, “Tiempo de nuestro regocijo” (Pesaj es “Zman Jeiruteinu” –“Tiempo de nuestra libertad” y Shavuot es “Zman Matán Torateinu”- “Tiempo de la entrega de la Torá”). Cuando en las Fuentes se nombra sólo la palabra “Jag”, se refieren únicamente a la festividad de Sucot. En nuestra Sucá (Arlet Safdie) Mi amigo vive En una casa gigante Con muchas habitaciones Pero cuando yo y él Estamos en nuestra Sucá Somos mucho más felices. Austeridad y Alegría por Rab Daniel Oppenheimer* Alegría es un estado constante que no depende de factores externos coyunturales que varían, no requiere estímulos de ninguna índole, ni alcohol, ni chistes, ni música, ni baile. Sigue el rally anual. Todos los años pasamos por las mismas postas. Elul con Shofar, Slijot, Rosh Hashaná , Iom Kipur, Neilá, Sucot, Shminí Atzeret, Simjat Torá. Analizamos por un lado la posición inmediata de Sucot a continuación de Iom Kipur. Por otro lado, sabemos que Sucot pertenece a las tres fiestas que en la Torá están catalogadas como “Shalosh Regalim” (las tres fiestas - Pesaj, Shavuot y Sucot en las cuales los judíos convergían en Ierushalaim para festejar en conjunto y traer sus ofrendas. Asimismo, las tres fiestas tienen un significado relacionado con el agradecimiento por la llegada de la primavera, la cosecha y la recolección de los frutos respectivamente). ¿A cuál de las dos posiciones pertenece? Rosh Hashaná y Iom Kipur tienen asignados en la Torá un sólo día cada uno. Sucot, en cambio, tiene un período de tiempo que representa un ciclo (una semana entera). Aparentemente, el significado de Sucot (también denominado “Zman Simjatenu” (la época de nuestra alegría) requiere más tiempo y dedicación para internalizar. (R.Sh.R. Hirsch). ¿Será tan difícil la lección? Efectivamente, el Gaón de Vilna respondió a la pregunta de cuál era, a su criterio, la Mitzvá (precepto) más difícil de observar: “Estar alegre ininterrumpidamente los siete días de Sucot”. ¿Tenemos en claro qué es la alegría? Los criterios de alegría son muy dispares de acuerdo al nivel intelectual y moral de la gente. Al margen de todo esto, lo más difícil de comprender es ¡cómo se puede “obligar” a una persona a estar alegre! ¿Acaso es posible exigirse a un estado anímico? ¿Y si las cosas no van como uno quisiera...? De paso, ¿cuál es el contrario de la alegría...? ¿la tristeza? ¿Es necesario estar triste para no estar alegre? ¿Qué entiende la Torá bajo “alegría”? El vocablo “Simjá” es uno de los ocho “sinónimos” que el idioma hebreo posee para determinar ese estado anímico. A diferencia de los demás, “simjá” habla de una alegría interna que surge del ser íntegro y no carecer de nada (Mahara"l) y no del haber adquirido algo nuevo. Simjá es un estado constante que no depende de factores externos coyunturales que varían, no requiere estímulos de ninguna índole, ni alcohol, ni chistes, ni música, ni baile. Es producto de una reflexión intelectual. Esa reflexión está relacionada con la comprensión de que D”s vela y está cercano, unido a nuestro destino individual y colectivo y que nada sucede si no fuese aprobado por El. Si es así, lo contrario de la Simjá sería la incertidumbre, la ansiedad, la preocupación y la angustia por el futuro, la frustración porque las cosas no van como uno quisiera, el ver que no se puede determinar el futuro, siquiera el más cercano y el más inmediato. “Bitajón” (seguridad), en cambio es la tranquilidad íntegra de quien confía plenamente en D”s. Hablando de Sucot, la Torá nos ordena a no sólo alegrarnos durante la fiesta (VeSamajta BeJagueja), que significa que debemos valernos de medios externos que alegren a nosotros y a nuestra familia, sino, en el versículo siguiente, el “ser, aun, alegre” (VeHaíta Aj Sameaj). “Ser” alegre es el estado anímico al cual nos estamos refiriendo. Viviendo en la Sucá, que representa en su austeridad lo pasajero y transitorio, lo frágil y vulnerable de la vida terrenal, el judío aprende a ver las prioridades de su perspectiva real. La Sucá que se cubre con aquello que se descarta cuando se cosecha - las ramas y la paja - nos enseña que no hay “seguridad” ni “certeza” en este mundo salvo la Providencia Di-vina de la cual depende absolutamente todo. El rey Shlomó, a quien no le faltó nada, ni en lo intelectual ni en lo material, escribió su libro “Kohelet” (Eclesiastés), en el cual, luego de haber considerado todas las propuestas de vida, llegó a una conclusión: “a D”s teme y Sus preceptos observa, pues ese es (el objetivo de todo) el hombre”. Este pensamiento debe servirle a quien pasa una posición cómoda para saber que su prosperidad se debe únicamente a D”s y al que sufre de carencias que no desespere, sino que confíe en que D”s lo acompaña aun cuando no es evidente por las dificultades. En Sucot, tomamos en mano cuatro especies (Lulav, Etrog, Hadasim y Aravot) y dedicamos a D”s todas nuestras posesiones que Él nos proveyó siendo conscientes que de Él depende todo nuestro ser. Esa es la real y tranquila alegría de vida. SIMBOLOS Y COSTUMBRES SUCOT Y LA TRADICIÓN DE INVITAR “USHPIZIN” * extraído de www.congresojudio.org.ar La autora de este estudio, Lesli Koppelman Ross, es escritora y artista. Ha dedicado mucho quehacer a las causas de los judíos etíopes y a la educación judía. Tomado del sitio en Internet “My Jewish Learning. The Personal Gateway to Jewish Exploration” (http://www.myjewishlearning.com) y traducido del inglés al español por el director de OJI, Pedro J. Olschansky. Maimónides reprendió que todo aquel que está sentado confortablemente con su familia dentro de su Sucá y no comparte con los pobres, está realizando una mitzvá no para su júbilo sino solamente para su estómago. Además de formular invitaciones personales a gente necesitada (en otros tiempos se acostumbraba a tener al menos una persona pobre en la mesa de la Sucá; hoy en día no faltan los que recurren, a modo de sustituto, a la donación de dinero a causas nobles), también abrimos nuestra Sucá simbólicamente a próceres del pueblo judío, los ushpizin. Con una fórmula establecida por los cabalistas del siglo XVI, basada en el Zohar, en cada noche de Sucot invitamos a los ushpizin, o sea uno de siete exaltados prohombres de la historia del pueblo de Israel, a unírsenos en la Sucá. “Cuando un hombre se sienta en la Sucá, la Shejiná (Divina Presencia) extiende Sus alas sobre él, y Abraham con cinco otros Justos de Dios (y David con ellos) vienen a morar allí con él... Un hombre debería regocijarse cada día de esta festividad con semejantes invitados”. La inspiración de hajnasat orjim (hospitalidad) procede de nuestro primer patriarca, Abraham. Él solía sentarse a la puerta de su morada, esperando tener la oportunidad de invitar a los viandantes a que se repusieran en el abrigo de su tienda, y entonces se apresuraba a agasajarlos con una comida preparada con los mejores ingredientes. Un midrash basado en el apócrifo Libro de los Jubileos, pretende que la primera choza que dio origen a la festividad de Sucot, fue erigida por Abraham, nuestro patriarca, cuando acogió a los tres ángeles que vinieron a él para decirle que su esposa Sará iba a gestar un hijo (Génesis 18:1-10) El citado Libro de los Jubileos (16:21) refiere otras observancias de Sucot en las tiendas de Abraham en Beersheva, donde construyó un altar y lo rodeó mientras oraba. Volviendo a la costumbre de invitar a ushpizin (vocablo arameo que significa “huéspedes”), se efectúa una breve ceremonia. El texto de la invitación que se hace en dicha oportunidad, incluyendo las preces para que nuestro cumplimiento de la mitzvá de construir una Sucá y habitarla merezca el favor divino, se encontrará en un sidur (compendio de oraciones) para Sucot. Así, el primer día de la festividad diremos: “Yo invito a mi comida a los ilustres huéspedes Abraham, Isaac, Jacob, José, Moisés, Aarón y David. Que le satisfaga a usted, Abraham, mi distinguido invitado, que los demás exaltados huéspedes se alojen conmigo y con usted: Isaac, Jacob, José, Moisés, Aarón y David”. A cada día sucesivo de la festividad un invitado distinto de los siete es resaltado, en orden progresivo. Los sefaradim, quienes frecuentemente colocan una silla especial repleta de libros sagrados para los ushpizin, invitan primero a los patriarcas, después a los líderesprofetas (Moisés y Aarón), luego a la realeza (José y David). Con frecuencia envían provisiones a los humildes con una nota que expresa: “Esta es la parte de los ushpizin”. Recientemente se ha hecho popular en ciertos círculos invitar a matriarcas y otras importantes mujeres del pueblo de Israel: Sara, Raquel, Rebeca, Lea, Miriam, Abigail y Ester, ya sea junto con los hombres o bien a ellas solas. Además de servirnos como recordatorio de nuestro deber hacia los pobres (se dice que los ushpizin se rehúsan a ingresar a una Sucá cuando en la misma los indigentes no son bienvenidos), cada uno de esos ilustres personajes representa el desarraigo. Abraham abandonó la casa de su padre para dirigirse a la tierra que Dios le prometió (Génesis 12:1). Isaac se fue a Gerar empujado por una hambruna (Génesis 26:1). Jacob huyó de su hermano Esaú para refugiarse en lo de Labán (Génesis 28:2). José fue vendido a mercaderes y llevado a Egipto (Génesis 37:23-36). Moisés escapó a Midián tras haber matado a un egipcio que atormentaba a los hebreos (Éxodo 2:1115). Moisés y Aarón vagaron por el desierto durante cuarenta años (comenzando con Éxodo 13). David se escondió de Saúl en el páramo (Samuel 20,21). Cada uno de ellos, en sus tribulaciones, contribuyeron al mundo mediante su respectiva característica personal: hospitalidad, fuerza, esplendor, gloria, santidad, eternidad, soberanía. Reflejando los períodos de carencia de hogar y de trotamundos que caracterizaron sus vidas, nuestro refugio temporal que es la Sucá puede inspirarnos a emular los aportes que ellos le hicieron al mundo. Mucha gente acostumbra en Sucot a fijar en su Sucá placas o dibujos de homenaje a los venerados ushpizin, que contienen bendiciones o escenas de sus vidas. La Sucá Es una cabaña frágil y temporaria. Nos identificamos con los más desfavorecidos a fin de sensibilizarnos, brindarles ayuda y solidaridad. Un pequeño texto del Rabino Marshall Meyer extraído del Sidur: "Sentados en la sucá con sus paredes endebles y su frágil tejado, a través del cual vemos brillar las estrellas, apreciamos mejor todo cuanto poseemos y a Ti, Señor agradecemos. Lo que poseemos es lo que somos. Es la gratitud, la humildad y la sensibilidad. Lo que revela nuestro ser verdadero". Las reglas para construir una Sucá Se debe comenzar a construir la Sucá inmediatamente después de Iom Kipur y comenzar el año nuevo con un acto positivo. La Suca nos recuerda los años en que Bnei Israel fueron nómades en el desierto desde la salida de Mitzraim. No podían construir casas por eso construyeron sucot, viviendas temporales, provisorias para cubrirse del sol y de los vientos. El sjaj es la parte más importante de la Suca, significa techo de ramas y sajaj de la misma raíz significa cubrir o resguardar. Nuestros sabios pensaron que es así como Dios resguardo a Bnei Israel en la travesía por el desierto. La Sucá debe tener tres paredes por lo menos. La cuarta pared puede estar abierta, si es necesario. Lo más importante de Sucá es el "sjaj" - techo. Las paredes pueden ser de cualquier material. La Sucá debe ser lo bastante grande para que al menos una familia pueda sentarse a una mesa Debe estar arreglada de manera tal que la cantidad de sombra sea mayor que la cantidad de sol que puede entrar en la Sucá. El sjaj debe estar dispuesto de forma que nos deje ver las estrellas. Puede tener paredes permanentes (cuatro o hasta dos paredes y media). El techo debe ser reconstruido cada año. El hombre debe adornar su Sucá como mejor pueda. Se acostumbra a adornarla con frutas de las siete especies de Israel. A lo largo de la fiesta, se pide que pasemos el mayor tiempo posible en la Sucá, y que la tratemos como nuestra casa. El precepto de habitar la Sucá: durante los siete días de fiesta, es un precepto comer y dormir en la Sucá. Se debe llevar a la Sucá los mejores utensilios ya que ella representa nuestra casa principal durante siete días. La brajá correspondiente es: "Baruj Atá Ado- nai Elo- heinu Melej Haolam Asher Kidshanu Bemitzvotav Vetzivanu Leishev Basucá" "Bendito eres Tú, Ado-nai nuestro Di-s, Rey del Universo, que nos has santificado con Tus mandamientos y nos haz ordenado habitar la Sucá" A - La Sucá La construcción de la Sucá, la cabaña, y habitar en ella durante siete días. (Vaikrá, Levítico, XXIII: 42 y 43) La Sucá es un lugar para el encuentro. Se reciben huéspedes con quienes se comparten comidas y el tiempo festivo. Antiguamente la Sucá se construía con ramas de diversos árboles y se ubicaba tanto en la vivienda privada como en diversos lugares públicos. (Nehemías VIII:15-16) Las paredes pueden ser de cualquier material. Pero lo más importante de la Sucá es el Sjaj, el techo, debe ser de plantas que han crecido en la tierra, puede ser de paja, no puede ser de ningún material consistente, de tal manera que se puedan ver las estrellas, para ver el cielo, para ver el sufrimiento ajeno. La Sucá es símbolo de inseguridad y miseria. Una Sucá es el contraste de una casa. Una casa, esta edificada sobre un terreno propio, sobre una base sólida, de manera que se mantenga en buen estado a través de los años, y quedé como herencia para los hijos y nietos. La Sucá se establece en distinto lugar, no tiene fundamento. La Sucá se tambalea por efectos del viento y de la lluvia. Se asemeja a una débil y modesta cabaña y es una vivienda transitoria. La Sucá se construye sobre tierra ajena, representa a la persona errante. La Sucá se tambalea por efectos del viento y de la lluvia pero no se derrumba Por un lado, esto simboliza la vida del pueblo judío en la diáspora. Anduvieron durante años en el desierto. No tenían casa ni tierra. El pueblo errante, el pueblo de la cabaña construyo su Sucá durante 2000 años en tierra extraña. En el siglo XIX surgió en Europa un movimiento que pretendió suplantar la débil Sucá de la existencia diaspórica por un hogar nacional firme y seguro en Eretz Israel. En 1948, el pueblo errante, el pueblo de la cabaña, ha conseguido la creación de Medinat Israel, un Hogar Nacional, un Estado Soberano. La Sucá es por lo general pequeña, siempre más pequeña que una casa. Cuando toda la familia se reúne en ella, hay que comprimirse, acercarse, estrechar vínculos. Entonces crece la familiaridad, se fomenta el acercamiento y desaparecen las diferencias. Por otro lado, la Sucá es un símbolo de igualdad social, la Sucá indica la apertura del hombre al mundo, a sus semejantes. Simbólicamente, la Sucá nos permite entrar en el pasado para criticar el presente y trabajar por un futuro mejor. B - Arbaat Haminim - las cuatro especies Se toman las cuatro especies juntas, Etrog, Lulav, Hadas y Aravá, y se bendice sobre ellas (Vaikrá, Levítico, XXIII: 40). Si una de ella faltare no podríamos cumplir con esta Mitzvá. Para el uso ritual se confecciona un ramo compuesto por 1 rama de palmera (Lulav), 2 de sauce (Aravá) y 3 de mirto (Hadas), o sea 6 ramas en total. Existen diferentes interpretaciones. o Representan cuatro tipos de humanos distintos, conjuntamente formamos un pueblo, una unidad, nos complementamos unos a otros, pero necesitamos estar juntos. “La unión hace la fuerza”, dice el refrán. Cuando los hermanos están unidos se hallan a cubierto de cualquier adversidad: * El Etrog, tiene sabor y aroma, representa a los individuos de sabiduría y buenas acciones. * El Lulav, tiene sabor pero no aroma, representa a los hombres de mucho saber pero desprovistos de buenas acciones. * El Hadas, tiene aroma pero no sabor, son los hombres de buenas acciones, pero ignorantes. * La Aravá, no tiene sabor ni aroma, son los hombres sin sabiduría y sin buenas acciones. Para lograr la unidad entre todos los miembros del grupo humano que llamamos pueblo, es necesaria la tolerancia. o Por su forma, representan a diferentes partes del cuerpo: - el Etrog, es como el corazón. - el Lulav, es como la espina dorsal. - el Hadas, es como un ojo. - la Aravá, es como la boca. Todos son necesarios para el ser humano y para su organismo y además cada uno de ellos es dependiente del otro. o Representan la dimensión del hombre: - el Etrog, representa la voluntad. - el Lulav, representa el pensamiento. - el Hadas, representa la emoción. - la Aravá, representa la acción. El hombre debe armonizar estas cuatro cosas. o Representan los cuatro niveles en la creación: - el Etrog, representa al parlante, al hombre. - el Lulav, representa al reino animal. - el Hadas, representa al reino vegetal. - la Aravá, representa al reino mineral. Todos dependen para vivir de cada uno de ellos. o Representan los cuatro niveles de personas que hay en la sociedad: - el Etrog, representa a los hombres sabios. - el Lulav, representa a los dirigentes. - el Hadas, representa a los ricos. - la Aravá, representa al pueblo. Todos salieron del pueblo, pero muchas veces se olvidan de ellos. o Representan a diferentes épocas de la historia del pueblo de Israel: (puede ser trabajado en el segundo nivel cuando trabajan con Iosef y Moshé) - el Etrog, el citrus aromático y bello, la esperanza del porvenir. - el Lulav, la imponente palmera, a la época de la monarquía (reyes y profetas). - el Hadas, el mirto fragante, la era talmúdica, de la sabiduría. - la Aravá, el melancólico sauce, los siglos de persecución y exilio. Las cuatro especies de Sucot - Arvaat Aminim La diversidad y la complementariedad son un exponente de la rica vegetación con que fue bendecida la Tierra de Israel. El simbolismo La Unión es lo Más Importante El Midrash además nos enseña que estas cuatro especies representan también a los distintos componentes del pueblo de Israel: "…Así como el etrog tiene gusto y tiene aroma, así también en el pueblo de Israel hay personas que tienen Torá y hacen buenas acciones… así como el dátil (el fruto del lulav) tiene sabor y no tiene aroma, así también en el pueblo de Israel hay personas que tienen Torá y no hacen buenas acciones… así como el hadás tiene buen olor pero no tiene gusto, así también en el pueblo de Israel hay personas que hacen buenas acciones y no tienen Torá… así como la aravá no tiene sabor y tampoco tiene aroma, así también en el pueblo de Israel hay personas que no tienen Torá y tampoco hacen buenas acciones. ¿Y qué hace D'os con ellos? Destruirlos, no puede. Dijo D'os: que sean juntados y que unos expíen por los otros… ¿Y cuándo es que Él se eleva? Cuando ellos están unidos…" (Vaikrá Rabá 30:12). La unión del pueblo de Israel es su estado ideal. Cuando todos los individuos del pueblo se encaminan hacia una sola dirección entonces ellos santifican el Nombre de D'os en el mundo. Invitados La tradición de ushpizin refuerza este concepto al plantear la invitación simbólica a nuestra Sucá a los huéspedes ancestrales del pueblo judío. Abraham, Itzjak, Iaacov, Iosef, Moshé, Aarón y David son los visitantes espirituales que nos acompañan en las siete noches de Sucot. La recepción de los ushpizin representa la hospitalidad, como uno de los valores centrales de esta festividad, que extiende la invitación a la Sucá a todo aquel que lo necesite, haciendo hincapié en las nociones de ayuda y cooperación. Este encuentro con los otros que se inicia en Sucot, supone el comienzo de un recorrido que realizaremos conjuntamente. El hombre, aprestado entonces al interjuego de pensamiento , sentimiento y acción, recompone su lugar en el mundo a partir del Tikun Atzmi para inscribirse en la tarea compartida del Tikun Olam. 3. Hajnasat Orjim: Recepción de Huéspedes. Una de las mitzvot de Sucot es Hajnasat Orjim, invitar a un huésped a nuestra sucá. De nuestras fuentes… “Antes de que Rabí Hunna se sentará a comer, solía abrir las puertas de su casa y exclamar: Todos los necesitados que entren y coman.” Talmud de Babilonia La Sucá es un lugar para el encuentro. Se reciben huéspedes con quienes se comparten comidas y el tiempo festivo. La hospitalidad es uno de los valores principales de la vida judía. En Sucot, además de nuestros huéspedes, tenemos invitados especiales que nos visitan en nuestra Sucá. Estos invitados son “los Ushpizin”, que proviene de la palabra latina “Hospis” que significa “Hospitalidad”. Tradicionalmente se invita cada día de Sucot a la mesa a cada uno de los Ushpizin, (huéspedes) a unirse a la celebración de la fiesta. Cada noche, uno de ellos, en el orden establecido encabeza a los demás, pero el recuerdo de todos permanece con nosotros durante todo el jag. Los Ushpizin son: Abraham, Itzjak, Iaakov, Iosef, Moshe, Aharón y David. Esta costumbre alienta la virtud de la Hospitalidad. CUENTO ¡Llegó el etrog ! Traducido por Batia Dorfman En un pueblito de Rusia había una pequeña comunidad judía. Muchos días antes de Jag HaSucot, los habitantes de esta comunidad le encargaron un etrog a un rico comerciante judío que vivía en una lejana ciudad. El comerciante debía de enviarles el etrog, pero pasaron días y semanas, y el etrog no llegaba. Entonces, el rabino del pueblo pidió que se designara a una persona a que fuera a la gran ciudad en busca del etrog. - No se preocupe, rab! – lo calmaron - el etrog ya llegará! Una semana antes del jag, nuevamente el rabino insistió con que se nombrara a algún enviado a traer el etrog, a lo cual las personas de la comunidad le respondieron: - ¿Para qué tendríamos que hacer nosotros un camino tan largo y cansador? ¡Quédese tranquilo, rab! Si el comerciante prometió que traería el etrog para el jag... El rabino siguió esperando, y cuando quedaba solo un día para que empezara el jag, el etrog aun no había llegado. Entonces, la gente comenzó a preocuparse pensando que quizás el etrog no fuera a llegar a término; sin embargo, ninguno se ofreció a ir en su búsqueda, temiendo no alcanzar a regresar a tiempo para el jag. Ante la falta de alternativa, el rabino solicitó que fuera llamado un gentil, un cosaco que vivía en el pueblo. El cosaco llegó montado en su caballo, y se presentó ante el rabino: - Te recompensaremos con una buena paga si vas a la gran ciudad, a lo del comerciante fulano, y nos traes el etrog – le dijo el rabino. El hombre ya se disponía a partir, cuando el rabino agregó: - Debes regresar con el fruto antes del anochecer. Cabalga lo más rápido que puedas, y no te demores en el camino por ningún motivo. El cosaco salió al galope a toda prisa. Al llegar a la gran ciudad, se dirigió a casa del comerciante judío y le solicitó el etrog que le fuera encargado. El comerciante abrió una caja y extrajo de ella etrog mehudar . Al entregárselo al cosaco, le advirtió: - Ten mucho cuidado en el camino de regreso. Este etrog es sumamente caro. Observa el pitam que se eleva en su extremo, ¡cuídalo como a tus propios ojos! Si el pitam se llegara a dañar, ¡todo el etrog dejaría de ser apto! El cosaco prestó suma atención a las palabras del comerciante. Guardó el etrog en su bolsillo, montó y partió raudamente. En el camino, sintió el fruto sacudiéndose en su bolsillo al ritmo del galope. Recordó las palabras del vendedor, y temió que el pitam fuera a arruinarse. Entonces detuvo la marcha, sacó el etrog de su bolsillo, desprendió de él el pitam, lo envolvió con cuidado en un pañuelo y lo guardó en el otro bolsillo. Hecho esto, volvió a montar su caballo y emprendió el camino de regreso tranquilo y seguro. Entretanto, los judíos del pueblo esperaban ansiosos la llegada del enviado con el etrog. “¿Llegará antes de que anochezca?”, se preguntaban. “¿Lograremos bendecir el etrog?”. A último momento, justo antes del inicio del jag, avistaron finalmente al cosaco ingresando al pueblo. Todos corrieron hacia él con expresiones de júbilo: ¡¡El etrog!! ¡Llegó el etrog!!”. El orgulloso jinete detuvo su marcha, introdujo su mano en el bolsillo y entregó al rabino, como un trofeo, el tan preciado etrog... El rabino tomó el etrog en sus manos, lo observó y... - ¡El pitam!! Qué le hiciste al pitam!! – grito el rabino con desesperación - ¿El pitam? - respondió sonriente el cosaco – No se preocupe, rabino! Lo cuidé muy bien al pitam, ¡para que no se arruine! Y acto seguido sacó del otro bolsillo el pañuelo, desenvolvió el pitam y se lo entregó al rabino con delicadeza. (Extraído de “Mishloaj manot”, compilado por A. Kramer) El etrog (cidra), es una de las cuatro especies que se bendicen en la festividad de Sucot. Etrog mehudar: un etrog de lo más bello y perfecto. Pitam: ápice, la punta del fruto. Igualdad y la justicia social Dos powerpoints. Equitativamente pobres - por Marcelo Polakoff ¿Qué relación existe entre la injusticia y la pobreza? No me parece para nada difícil la respuesta a este interrogante. La relación no solamente es directa, sino que es un vínculo de tipo causa-efecto. Me animaría a postular que -además- estamos ante una cuestión directamente proporcional, ya que a medida que se incrementa la injusticia, la pobreza inevitablemente se exaspera. “La espada llega al mundo por la demora y la perversión de la justicia”, afirmaban los sabios en el Tratado de Principios del Talmud. Evidentemente eran testigos de que una espera desmesurada por lo justo, y obviamente su corrupción, eran los ingredientes ideales para que la violencia, a través de sus múltiples manifestaciones, se adueñara de la escena. Y cuando no hay ausencia ni de alimentos, ni de bienes ni de territorio, pues entonces lo que se denomina asépticamente “pobreza” no es otra cosa que la violencia disfrazada con los ropajes de la inequidad. Una violencia vivamente sostenida por un sistema salvaje que, en general, va restringiendo las libertades y las igualdades humanas más básicas, a la luz de rendirse (nunca gratuitamente) a las maquiavélicas manos del bendito mercado. No hay que ser necios ni leer en estos párrafos un ataque principista al capitalismo, más allá de que tal vez sería bueno ir diseñando algún modelo social con mayores tasas de equidad. Se trata de moderar, como siempre, aquello que no es automáticamente moderado. En la tradición judía aquel parentesco entre justicia y pobreza se refleja incluso en la terminología conceptual con la que abordamos estos temas. Es curioso que tzedek signifique “justicia” y que tzedaká, por su parte, se refiera al conjunto de acciones destinadas a paliar el desastre de la pobreza. Esta raíz compartida, precisamente, hace mella allí donde se quiere divorciar una cosa de otra, sosteniendo generalizaciones perversas del estilo de “los pobres son pobres porque no quieren trabajar”, o “los pobres son pobres porque no quieren estudiar”, o “que la pobreza la arregle el gobierno, ya que para eso pago mis impuestos”. Es tan fácil predicar desde el púlpito de una sinagoga o de una iglesia como lo es pontificar desde el estrado de la suficiencia y la comodidad, sin haber sido víctimas de todo lo que rodea a las privaciones y a las penurias. Hay muchísima más gente de la que uno cree que quisiera trabajar y que tiene trabas hasta para contestar un aviso clasificado o para llegarse a la entrevista de empleo. Hay muchísima más gente de la que uno cree que quisiera estudiar o enviar a sus hijos a la escuela y deben optar, a la fuerza, por dejar los estudios para hacer alguna que otra changa. Y el gobierno solo, lo sabemos, no puede arreglar todo. Maimónides enseñaba en el siglo XII que existen ocho grados de valor creciente en el cumplimiento de la tzedaká (el sistema judaico del combate a la pobreza). El más elevado, afirmaba, consiste en dar apoyo a la persona que se ha empobrecido, ya sea por medio de un donativo, un préstamo, o mejor aún asociándose a ella u ofreciéndole trabajo, de manera que se fortalezca lo suficiente como para que ya no tenga necesidad de pedir la ayuda de los demás. La idea era, como lo graficaban algunos relatos populares del Medio Oriente, ayudar a acomodar la carga del camello cuando se estaba comenzando a ladear, antes de que se cayera, ya que para levantarla del piso se requería el triple de personas para volverla a su lugar. Una actitud preventiva que, por cierto, hoy escasea en la mayoría de las latitudes. Una atención extrema por las carencias, antes de que se conviertan en tales. “Toda persona debiera estar más interesada en sus necesidades espirituales que en sus necesidades materiales, pero las necesidades materiales de nuestro prójimo deben formar parte de nuestras necesidades espirituales”. Rabí Israel Salanter, que vivió en la Europa Oriental del siglo XIX y fue testigo de hambrunas, sequías y otras calamidades más asociadas con el ser humano, fue el autor de esta máxima. Y no lo hacía en el aire. Venía portando siglos y siglos de preocupación por una problemática de difícil resolución, pero que muchas veces se evitaba suponiendo que con el mero cumplimiento de la ley y sus ordenanzas, el problema desaparecería. Y había (y hay) quienes se cubrían bajo un legalismo a ultranza, sin entender que, como decía Najmánides ya en el siglo XIII, “se puede ser un perverso cumpliendo con toda la Torá”. Se puede jugar al justiciero y dejar, a la vez, tendales de despojados en el camino. Es que la justicia, en su formato de leyes, no puede ser un fin en sí mismo, sino que debe aspirar a tornarse en una catapulta para lograr una vida más sacralizada, algo que en términos sociales se traduce en un mundo más equitativo. El Talmud advierte en el tratado de Taanit que cuando la comunidad está en problemas, una persona no puede decir “iré a mi casa a comer y a tomar algo para estar tranquilo”. Casualmente Taanit es el tratado de los ayunos, como si por lo bajo hubiera un susurro a gritos que obligara a cada uno de nosotros a preguntarse quién es, en fondo, el que se ha pauperizado. Mientras no entendamos que la tzedaká es el arte de enriquecer teniendo menos, no habremos alcanzado el tzedek, la justicia. Y seguiremos siendo todos equitativamente pobres. Extraído de “En nombre del Padre y del Rabino” Ed. Sudamericana, Bs. As., 2010 Tikun olam Cuentos para chicos: Las enseñanzas del rabí Esta historia tuvo lugar en el siglo XIX, en un pueblito ruso, durante un invierno duro, tan duro que los pobres sufrían más que de costumbre. Para ir en busca de ayuda a lo del único judío rico del “Shtetl” (del poblado), hombre famoso por su avaricia. El rabí eligió una de las noches más frías. Golpeó la puerta y el ricachón mismo salió a abrirle. Posiblemente fuese la única persona del poblado que en una noche así solo vestía una camisa, tan calefaccionada estaba su casa. - Entre, rebe, en casa va a estar más abrigado - invitó a pasar al rabino. - No, no vale la pena, es sólo un minuto - respondió el rabí y entabló con el hombre una larga conversación preguntándole calmosamente por cada uno de los miembros de su familia, mientras el hombre tiritaba y sus dientes le castañeteaban ante la puerta abierta. A cada momento volvía a rogarle al rabí que entrara, pero éste persistía en su negativa. - ¿Y cómo le va al primo de su cuñado, que dejó la ciudad? – seguía el rabí. El hombre estaba azul y ya no soportaba más el frío, de modo que preguntó finalmente: - Y dígame, rebe ¿cuál es el motivo de su visita? - Vine a pedirle dinero para comprar carbón para los pobres del Shtetl. - Bien, y ¿por qué no entra y hablamos al calor del hogar? - Es que si yo entro a su casa vamos a sentarnos al lado de la chimenea y a disfrutar del calor, y cuando yo le explique que los pobres sufren de frío, usted no va a entenderlo y me va a dar cinco rublos o tal vez diez. Pero en cambio ahora, que desde hace un largo rato usted siente el frío en sus propios huesos, si yo le digo que los pobres sufren frío va a comprenderlo mejor... ¿no es cierto? El hombre le dio cien rublos al rabí y se sintió feliz de poder cerrar su puerta y volver a sentarse al lado de su chimenea. Extraído de: Rudy- Eliahu Toker, “La felicidad no es todo en la vida y otros chistes judíos” Editorial Grijalbo, Buenos Aires, Argentina, 2001 Los problemillas del arca por Pedro Pablo Sacristan En el arca de Noé los animales llevaban tanto tiempo que empezaron a organizar juegos y actividades para divertirse. Pero no tuvieron mucho cuidado, y en uno de los juegos, un pájaro carpintero terminó haciendo un agujero en el fondo del arca. El agujero empezó a crecer, y en poco tiempo comenzó a entrar muchísima agua. Uno a uno, distintos animales trataron de arreglarlo, peleándose incluso por ser los que salvaran el barco, pero ni siquiera la presa del castor pudo hacer nada. Empezaron a asustarse y pensaron que el barco se hundiría, pero entonces la abeja explicó a todos cómo ellas siempre trabajaban todas juntas y en equipo, cada una haciendo lo que mejor sabía, y todos comenzaron a organizarse y ayudarse: los pájaros tiraban todos juntos del barco hacia arriba, los elefantes y otros animales grandes llenaban sus bocas de agua para sacarla del barco, los más rápidos iban de acá para allá juntando materiales que los que construían nidos y madrigueras utilizaban para arreglar el boquete cada vez mayor. Así, todos trabajando, consiguieron frenar un poco el hundimiento, pero no pararlo. Desesperados, siguieron buscando si faltaba algún animal por ayudar. Buscaron y buscaron, pero en el barco no había nadie más. Pero de repente, un pez se coló en el barco, y los animales se dieron cuenta de que ¡aún no habían pedido ayuda a todos los animales del mar! Pidieron al pez que buscara ayuda para salvar el barco, y acudieron peces y peces, y hasta una gran ballena que terminó por cubrir el agujero mientras el resto de animales reparaban el barco. Y así fue como todos los animales se salvaron con la ayuda de todos. El marciano accidentado por Pedro Pablo Sacristan Estaba una noche el erizo mirando al cielo con su telescopio, cuando le pareció ver pasar una nave espacial volando hacia la luna. Cuando consiguió enfocarla, descubrió que se trataba de la nave de un pobre marciano que había tenido un accidente y había aterrizado en la luna, y que no podría salir de allí sin ayuda. El erizo se dio cuenta de que seguro que era él el único que podría haberlo visto, así que decidió tratar de salvarle, y llamó a algunos animales para que le ayudasen. Como no se les ocurría nada, llamaron a otros, y a otros, y al final prácticamente todos los animales del bosque estaban allí. Entonces se les ocurrió hacer una gran montaña, unos subidos encima de otros, hasta llegar a la luna. Aquello fue muy difícil, y todos terminaron con algún dedo en el ojo, un pisotón en la oreja y numerosos golpes en la cabeza, pero finalmente consiguieron llegar a la luna y rescatar al marciano. Desgraciadamente, cuando estaban bajando por la gran torre de animales, el oso no pudo evitar estornudar, pues era alérgico al polvo de luna, y toda la torre se vino abajo con gran estruendo de aullidos, rugidos y otros lamentos de los animales. Al ver todo aquel estruendo, con todos los animales doliéndose por todas partes, el marciano pensó que se enfadarían muchísimo con él, porque todo aquello había sido por su culpa. Pero fue justo al revés: según se fueron recuperando de la caída, todos los animales saltaban y daban palmas de alegría, felices por haber conseguido entre todos algo tan difícil, y durante todo aquel día celebraron una gran fiesta juntos. El marciano anotó todas estas cosas, y cuando volvió a su planeta dejó a todos boquiabiertos con lo que le había pasado. Y así fue como aquellos sencillos y voluntariosos animales enseñaron a los marcianos la importancia del trabajo en equipo y de la alegría, y desde entonces, ya no hacen naves de un solo pasajero, sino que van en grupos dispuestos siempre a ayudarse y sacrificarse unos por otros en cuanto sea necesario. El cuento de las herramientas En un pequeño pueblo, existía una diminuta carpintería famosa por los muebles que allí se fabricaban. Cierto día las herramientas decidieron reunirse en asamblea para dirimir sus diferencias. Una vez estuvieron todas reunidas, el martillo, en su calidad de presidente tomó la palabra: - Queridos compañeros, ya estamos constituidos en asamblea. ¿Cuál es el problema? - Tienes que dimitir - exclamaron muchas voces. - ¿Cuál es la razón? – inquirió el martillo -¡Haces demasiado ruido! - se oyó al fondo de la sala, al tiempo que las demás afirmaban con sus gestos - Además agregó otra herramienta-, te pasas el día golpeando todo. El martillo se sintió triste y frustrado. - Está bien, me iré si eso es lo que queréis. ¿Quién se propone como presidente? - Yo - se autoproclamó el tornillo - De eso nada - gritaron varias herramientas - Sólo sirves si das muchas vueltas y eso nos retrasa todo. - Seré yo - exclamó la lija - ¡Jamás! - protesto la mayoría - Eres muy áspera y siempre tienes fricciones con los demás. - ¡Yo seré el próximo presidente! - anunció el metro - De ninguna manera, te pasas el día midiendo a los demás como si tus medidas fueran las únicas válidas – dijo una pequeña herramienta. En esa discusión estaban enfrascados cuando entró el carpintero y se puso a trabajar. Utilizó todas y cada una de las herramientas en el momento oportuno. Después de unas horas de trabajo, los trozos de madera apilados en el suelo fueron convertidos en un precioso mueble listo para entregar al cliente. El carpintero se levantó, observó el mueble y sonrió al ver lo bien que había quedado. Se quitó el delantal de trabajo y salió de la carpintería. De inmediato, la Asamblea volvió a reunirse y el alicate tomó la palabra: - Queridos compañeros, es evidente que todos tenemos defectos pero acabamos de ver que nuestras cualidades hacen posible que se puedan hacer muebles tan maravillosos como éste. Las herramientas se miraron unas a otras sin decir nada y el alicate continuó: - Son nuestras cualidades y no nuestros defectos las que nos hacen valiosas. El martillo es fuerte y eso nos hace unir muchas piezas. El tornillo también une y da fuerza allí donde no actúa el martillo. La lija lima aquello que es áspero y pule la superficie. El metro es preciso y exacto, nos permite no equivocar las medidas que nos han encargado. Y así podría continuar con cada una de vosotras. Después de aquellas palabras todas las herramientas se dieron cuenta de que sólo el trabajo en equipo les hacía realmente útiles y que debían de fijarse en las virtudes de cada una para conseguir el éxito. Una invitación a la simpleza, por Rab. Silvina Chemen