Convirtiéndose en un Misionero de Predicad mi Evangelio Elder David A. Bednar Quórum de los Doce Apóstoles Viernes, 24 de junio del 2011 Estoy muy agradecido el poder estar con ustedes en esta sagrada ocasión. Gracias por su fidelidad, por su preparación y por su bondad. El mundo entero se verá influido para bien a causa de ustedes y el trabajo del Señor en el cual ustedes están y seguirán llevando a cabo. Les traigo a ustedes el amor y las bendiciones del Presidente Thomas S. Monson, sus consejeros y todos mis asociados en el Quórum de los Doce Apóstoles. Un Apóstol es, primero, ante todo y siempre un misionero. Por esta razón, estoy especialmente complacido para darles una bienvenida a ustedes como compañeros de servicio en esta obra magnífica de los últimos días. El tema el cual he escogido para hablarles en este devocional es “Convirtiéndonos en un Misionero de Predicad Mi Evangelio”. Voy a empezar al definir brevemente que es ser un misionero de Predicad Mi Evangelio y luego describiré cinco requisitos fundamentales para convertirse en misioneros de Predicad Mi Evangelio. autorizado por la imposición de manos, quienes proclaman el Evangelio eterno y restaurado del Salvador (Véase D&C 68:1) en su camino (D&C 50:13-14, 17-24). Por favor noten la similitud entre esta definición y su propósito como misioneros como esta descrito en Predicad Mi Evangelio “Invitar a las personas a venir a Cristo, al ayudarlas a recibir el Evangelio restaurado mediante la fe en Jesucristo y su Expiación, el arrepentimiento, el bautismo, la recepción del Espíritu Santo y el persevera hasta el fin” (Predicad Mi Evangelio, 1). El profeta Mormón usaba un lenguaje ligeramente diferente para describir la esencia de un misionero de Predicad Mi Evangelio en su generación: “He aquí, soy discípulo de Jesucristo, el Hijo de Dios. He sido llamado por él para declarar su palabra entre los de su pueblo, a fin de que alcancen la vida eterna.” (3 Nefi 5:13). Oro fervientemente para que el Espíritu Santo nos inspire y ayuda a cada uno de nosotros a aprender lo que es necesario en nuestras vidas a medida que consideramos juntos este tema importante. ¿Qué es un Misionero de Predicad Mi Evangelio? Entonces, élderes y hermanas, el propósito básico y funciones de los misioneros siempre han sido y serán para siempre el mismo. Hoy en día frecuentemente usamos el término “un misionero de Predicad Mi Evangelio”, pero la sagrada responsabilidad de proclamar con autoridad el Evangelio y administrar las ordenanzas de salvación siempre ha estado en operación desde que Adán fue expulsado del Jardín de Edén, y lo continuara hasta que “el Gran Jehová diga que la obra esté terminada” Un misionero de Predicad Mi Evangelio es un siervo del Señor, llamado por profecía y Requisitos para convertirse en Misioneros de Predicad Mi Evangelio (José Smith, en History of the Church, 4:540). Ahora quiero discutir cinco requisitos básicos para convertirse en misioneros de Predicad Mi Evangelio. Los misioneros de Predicad Mi Evangelio: 1) Entienden que sirven y representan a Jesucristo. 2) Son dignos. 3) Atesoran las palabras de vida eterna. 4) Entienden que el Espíritu Santo es el maestro supremo y verdadero. 5) Entienden que enseñar es mucho más que hablar y contar. Requisito #1: Los misioneros de Predicad Mi Evangelio entienden que sirven y representan a Jesucristo. Los misioneros de Predicad Mi Evangelio saben y entienden a quien representan, porque sirven, y para que fueron llamados a hacer. Los misioneros de tiempo completo han sido llamados para servir y han sido adecuadamente apartados “por aquellos que tienen la autoridad, a fin de que puedan predicar el evangelio y administrar sus ordenanzas” (Artículos de Fe 1:5). En este sagrado llamamiento, somos siervos y representantes del Señor Jesucristo. Nos comprometimos en las aguas del bautismo a tomar sobre nosotros Su nombre. Nosotros oramos a Nuestro Padre Celestial en Su nombre. Por virtud del santo Sacerdocio, los hermanos llevan a cabo ordenanzas salvadoras y bendicen en Su nombre. Y como misioneros de tiempo completo, nosotros somos testigos de Su nombre y de su realidad, divinidad y misión de Jesucristo a toda nación, tribu, lengua y pueblo (véase D&C 133:37). Nosotros, con autoridad, “atamos la ley y sellamos el testimonio” (D&C 88:84) entre los habitantes de la tierra en preparación de la Segunda Venida del Salvador. Nosotros amamos al Señor. Le servimos. Le seguimos. Le representamos. A medida que servimos, nosotros no representamos a nuestras familias, nuestros amigos, nuestras ramas o barrios, o a nuestras comunidades o naciones. En vez, lo representamos a Él. Sus propósitos deben de ser nuestros propósitos. Sus intereses deben de ser nuestros intereses. Su trabajo debe de ser nuestro trabajo. Sus caminos deben de ser nuestros caminos. Su voluntad debe de ser cada vez más nuestra voluntad. Como representantes del Redentor, nosotros predicamos las doctrinas y principios fundamentales de Su Evangelio restaurado sencilla y claramente. Nosotros no presentamos opiniones personales o especulación. Nosotros no nos metemos en los misterios desconocidos en nuestro estudio personal o en las lecciones con los investigadores. Nosotros proclamamos y testificamos de sencillas verdades restauradas en la manera del Señor y por el poder de Su Espíritu. Los misioneros de Predicad mi Evangelio entienden que la responsabilidad de representar al Salvador y dar testimonio de Él nunca terminara. Cuando el día llegue de un relevo honorable como misionero de tiempo completo, usted partirá del campo de trabajo y regresara con su familia –pero nunca dejara de ser y convertirse en un misionero. Un relevo como misionero de tiempo completo es un llamado a servir como un misionero de toda la vida. Y los misioneros de Predicad mi Evangelio honran, siempre, esta obligación. Por favor recuérdenlo a Él en todo lo que piensen, en todo lo que hagan, y en todo en lo que se esmeren por ser, y represéntenlo a Él apropiadamente a todos los hijos de Nuestro Padre Celestial con los que interactúen de ahora en adelante y para siempre. Requisito #2: Los misioneros de Predicad Mi Evangelio son dignos. que todavía harán para construir y fortalecer el reino del Señor. En la sección 18 de Doctrina y Convenios, el Señor revelo a José Smith, Oliver Cowdery y a David Whitmer el llamamiento y misión de los Doce Apóstoles en los últimos días. Esta revelación incluye esta admonición directa y poderosa: “He aquí, mi gracia os es suficiente; tenéis que andar con rectitud delante de mí, y no pecar” (v. 31). Está inspirada instrucción aplica de igual manera a ustedes. Entonces, un prerrequisito esencial para convertirse en misioneros de Predicad Mi Evangelio es la dignidad personal ante el Salvador. Ahora, permítanme destacar varias verdades simples así tan claras como yo lo sé. Nosotros somos representantes autorizados del Redentor y Salvador del mundo. Somos llamados a declarar su evangelio eterno y restaurado. No podemos ser manchados por los puntos del mundo, y autoritariamente lo representamos y actuamos con poder en Su sagrado nombre. No podemos ayudar a los demás a superar los efectos del pecado si nosotros mismos estamos sujetos a ellos (véase D&C 88:86). No podemos ayudar a los demás aprender a arrepentirse si nosotros no hemos aprendido como arrepentirnos apropiada y completamente. Podemos proclamar y predicar solo con poder, lo cual nosotros nos estamos esforzando por llegar a ser. Nosotros vamos a rendir cuentas ante Dios por nuestros deseos rectos y dignidad para actuar como Sus agentes. Proclamar el evangelio es responsabilidad del Sacerdocio, y depende de los poderes del cielo. “Que los derechos del sacerdocio están inseparablemente unidos a los poderes del cielo, y que éstos no pueden ser gobernados ni manejados sino conforme a los principios de la rectitud. “Es cierto que se nos pueden conferir; pero cuando intentamos encubrir nuestros pecados, o satisfacer nuestro orgullo, nuestra vana ambición, o ejercer mando, dominio o compulsión sobre las almas de los hijos de los hombres, en cualquier grado de injusticia, he aquí, los cielos se retiran, el Espíritu del Señor es ofendido, y cuando se aparta, se acabó el sacerdocio o autoridad de tal hombre.” (D&C 121:36-37). El hecho de que proclamar el evangelio es una responsabilidad y deber del Sacerdocio, eso no pasa de alto o minimiza el servicio consagrado de ustedes hermanas fieles. Al contrario, eso recalca la divina autoridad por la cual esta obra santa está gobernada y dirigida, y enfatiza la sagrada obligación que descansa sobre todos los hombres que reciben el santo sacerdocio (véase Abraham 2:8-11). Les agradezco hermanas por todo lo que han hecho y por lo Élderes y hermanos, nosotros no somos obviamente requeridos a que seamos perfectos antes de venir. Pero se nos manda a ser limpios y caminar rectamente ante el Redentor de Israel. “Y salid de entre los inicuos. Salvaos. Sed limpios, los que lleváis los vasos del Señor. Así sea. Amén.” (D&C 38:42). El arrepentimiento es un principio de esperanza y sanación- no de desanimo y desesperación. El arrepentimiento en verdad es humillante- pero no aterrador. El arrepentimiento es simultáneamente demandante y confortante, riguroso y calmante. El arrepentimiento es un regalo invaluable hecho posible por medio de la Expiación de Aquel a quien amamos, servimos y seguimos. A medida que ejercemos fe en el Salvador y aplicamos el principio del arrepentimiento en nuestras vidas, nos convertimos en nuevas criaturas en Cristo (véase 2 Corintios 5:17), “no tendremos más disposición a obrar mal” (Mosiah 5:2), y seremos llenos con un deseo de “[servirle] con todo [n]uestro corazón, alma, mente y fuerza” (D&C 4:2, véase también D&C 59:5). Si ustedes han cometido pecados graves, yo declaro mi testimonio apostólico de que, por medio de la expiación de Jesucristo y sincero arrepentimiento, ustedes han o pueden ser otra vez hechos limpios y dignos- (Juan 13:10). “Venid ahora, dice Jehová, y razonemos juntos: aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.” (Isaías 1:18). Alrededor del sonido de mi voz hay élderes y hermanas que necesitan arrepentirse completamente. El tiempo es ahora. Por favor, por favor, por favor no posterguen el día de su arrepentimiento. Alrededor del sonido de mi voz hay élderes y hermanas que se han arrepentido y que continúan arrepintiéndose y que se preguntan si habrán hecho todo lo que es necesario para ser aceptados por el Señor (véase D&C 97:8). Por favor recuerden, el Señor requiere que sean limpios, pero no perfectos. El Espíritu Santo operando otra vez en su vida es el indicador más seguro del perdón del Señor, porque “el Espíritu del Señor no habita en templos inmundos” (Helamán 4:24). Y reconociendo que el mandato de “perdonar a todos los hombres” (D&C 64:10) incluye el perdonarse a uno mismo. Mis amados élderes y hermanas y parejas, a medida que ustedes se conviertan en vasos limpios ustedes podrán con la certeza apropiada invitar a todos a venir a Cristo (véase Moroni 10:30-32), a recibir las ordenanzas de salvación, y de perseverar en la fe hasta el fin. Los misioneros de Predicad Mi Evangelio son discípulos que honrar sus convenios y obedecen los mandamientos del Señor Jesucristo. Por favor siempre recuérdenlo y sean puros y dignos de representarlo. Requisito #3: Los misioneros de Predicad Mi Evangelio atesoran las palabras de vida eterna. En los principios de esta dispensación, el Señor aconsejo a sus misioneros que “atesora [ran] constantemente en vuestras mentes las palabras de vida, y os será dado en la hora precisa la porción que le será medida a cada hombre” (D&C 84:85). Les invito a considerar la importancia de la admonición activa de “atesorar”. Atesorar las palabras de vida eterna es más que meramente estudiar o memorizar, como lo es “deleitándoos en la palabra de Cristo” (2 Nefi 31:20, véase también 2 Nefi 32:3) es más que simplemente probar o tratar. Atesorar me sugiere a mí enfocarme y trabajar, explorar y absorber, meditar y orar, aplicar y aprender, valorar y apreciar, y disfrutar y saborear. (¿Tienen ustedes un postre favorito o dulce en el que ustedes tienen una gran satisfacción o placer? Eso es exactamente a lo que me refiero con “saborear.”) Recordemos como los hijos de Mosiahcuatro misioneros verdaderamente importantes llamados Ammón, Aarón, Omner e Himni- “se habían fortalecido en el conocimiento de la verdad; porque eran hombres de sano entendimiento, y habían escudriñado diligentemente las Escrituras para conocer la palabra de Dios. Mas esto no es todo; se habían dedicado a mucha oración y ayuno; por tanto, tenían el espíritu de profecía y el espíritu de revelación, y cuando enseñaban, lo hacían con poder y autoridad de Dios.” (Alma 17:2-3). Estos misioneros valientes verdaderamente atesoraron continuamente las palabras de vida eterna. Y los hijos de Mosiah no habían sido negligentes o simplemente no se siguieron de largo con su estudio individual y de compañerismo, porque las doctrinas y principios del evangelio estaban confirmados en su corazón como verdaderas por el poder del Espíritu Santo, y porque este conocimiento y entendimiento espiritual había penetrado profundamente en sus almas, se convirtieron en misioneros de Predicad mi Evangelio. Como Ammón describió: “Sí, yo sé que nada soy; en cuanto a mi fuerza, soy débil; por tanto, no me jactaré de mí mismo, sino que me gloriaré en mi Dios, porque con su fuerza puedo hacer todas las cosas; sí, he aquí que hemos obrado muchos grandes milagros en esta tierra, por los cuales alabaremos su nombre para siempre jamás. “He aquí, a cuántos miles de nuestros hermanos ha librado él de los tormentos del infierno, y se sienten movidos a cantar del amor redentor; y esto por el poder de su palabra que está en nosotros; por consiguiente, ¿no tenemos mucha razón para regocijarnos?” (Alma 26:12-13; énfasis agregado). Ammón era un misionero de Predicad mi Evangelio quien atesoraba constantemente las palabras de vida eterna, y tenía el poder de la palabra consigo. Y ustedes y yo tenemos que seguir el ejemplo de Ammón. Como representantes del Salvador, ustedes y yo tenemos la continua responsabilidad de trabajar diligentemente e implantar en nuestros corazones y mentes las doctrinas fundamentales y principios del evangelio restaurado, especialmente del libro de mormón. A medida que lo hacemos, la bendición prometida es que el Espíritu Santo “os recordará todo lo que os he dicho.” (Juan 14:26) y nos dará poder a nosotros a medida que enseñamos y testificamos. Pero, élderes y hermanas, el Espíritu puede trabajar con y por medio de nosotros solamente si nosotros le damos algo con que trabajar. El no nos puede ayudar a recordar cosas que no hemos aprendido. “Y como la predicación de la palabra tenía gran propensión a impulsar a la gente a hacer lo que era justo —sí, había surtido un efecto más potente en la mente del pueblo que la espada o cualquier otra cosa que les había acontecido— por tanto, Alma consideró prudente que pusieran a prueba la virtud de la palabra de Dios. (Alma 31:5, énfasis agregado). Los misioneros de Predicad mi Evangelio atesoran constantemente las palabras de vida eterna, dependen de la virtud de la palabra, y tienen el poder de la palabra con ellos. Por favor siempre recuérdenlo a Él, sean dignos de representarlo, y atesoren y confíen en la virtud de la palabra. Requisito #4: Los misioneros de Predicad mi Evangelio entienden que el Espíritu Santo es el maestro supremo y verdadero. El Espíritu Santo es el tercer miembro de la Trinidad, y El es el testigo de la verdad y el supremo y verdadero maestro. Debemos siempre recordar que el Espíritu del Señor puede entrar en el corazón de un investigador, cuando se invita mediante verdadero deseo y fidelidad, y confirmar la veracidad de las doctrinas que predicamos y los principios que él o ella están procurando aprender y vivir. Ciertamente, ustedes y yo como misioneros tenemos la responsabilidad de predicar el Evangelio por el Espíritu, inclusive el Consolador, como un prerrequisito para aprender por medio de la fe que se obtiene solamente y por medio del Espíritu Santo (véase D&C 50:14). Pero las lecciones que enseñamos y los testimonios que damos son preparatorios para que un investigador actúe y aprenda por sí mismo. Como misioneros, uno de nuestros más importantes roles es invitar a los investigadores a ejercer su albedrio moral y actuar de acuerdo con las enseñanzas del Salvador. Haciendo y manteniendo compromisos espirituales, como orar por un testimonio de la veracidad, estudiando y orando acerca del Libro de Mormón, asistiendo a las reuniones de la Iglesia, y guardando los mandamientos, requieren que los investigadores ejerzan fe, actúen y cambien. Sin importar que tan dignos seamos y que tan esmeradamente sirvamos, ustedes y yo simplemente no podemos empujar o forzar la verdad a entrar a los corazones de los investigadores. Enseñando, exhortando, explicando y testificando, así como son de importantes, nunca podrán transmitir a un investigador un testimonio de la veracidad del evangelio restaurado. Nuestros mejores esfuerzos solamente pueden llevar el mensaje de verdad hacia el corazón (véase 2 Nefi 33:1). Ultimadamente, un investigador necesita actuar en rectitud e invitar la verdad adentrarse a su corazón. Solamente de esta manera pueden los buscadores honestos de verdad y los nuevos conversos desarrollar la capacidad espiritual de encontrar respuestas para sí mismos y para “ser testigos de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar en que estuvieseis” (Mosiah 18:9). Los misioneros de Predicad mi Evangelio obviamente deben de aprender a enseñar por el poder del Espíritu. Sin embargo, de igual importancia, es la responsabilidad de ayudar a los investigadores aprender por fe y por medio del poder del Espíritu Santo. En este sentido, ustedes y yo somos como largas y delgadas fibras de vidrio utilizadas para crear cables de fibra óptica por la cual las señales de luz son transmitidas por distancias muy largas. Así como el vidrio en estos cables deben de ser puros para conducir la luz efectivamente y eficazmente, así debemos de convertirnos y permanecer como circuitos dignos por medio del cual el Espíritu del Señor pueda operar. Pero élderes y hermanas, debemos de ser cuidadosos de recordar en nuestro servicio que somos circuitos y canales; no somos la luz. “Pues no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.” (Mateo 10:20). Esta obra nunca será mía, y nunca será de ustedes. Necesitamos hacer todo lo que está en nuestro poder para poder cumplir con nuestra responsabilidad misional, y simultáneamente “hacernos a un lado” para que el Espíritu Santo pueda hacer su sagrada función y trabajar. De hecho, cualquier cosa que ustedes o yo como representantes del Salvador que intencionalmente y con conocimiento atrae la atención a nosotros mismos- en los mensajes que presentamos, en los métodos que usamos, o en nuestra apariencia o manera personal- es una forma de superchería sacerdotal que inhibe la eficacia de la enseñanza del Espíritu Santo. “De cierto os digo, el que es ordenado por mí y enviado a predicar la palabra de verdad por el Consolador, en el Espíritu de verdad, ¿la predica por el Espíritu de verdad o de alguna otra manera? Y si es de alguna otra manera, no es de Dios.” (D&C 50:17-18). Por ejemplo, las metas son importantes y ayudan a cumplir la obra del Señor. Pero si nosotros primeramente cumplimos con nuestras metas para recibir alabanza y reconocimiento de nuestra familia y amigos, de otros misioneros, o de líderes de la iglesia, entonces estamos practicando supercherías sacerdotales-y necesitamos arrepentirnos. Los misioneros de Predicad Mi Evangelio están enfocados en ayudar a los hijos de Nuestro Padre Celestial a recibir dignamente los convenios y ordenanzas necesarias para regresar a Él, y ellos no están enfocados en compilar estadísticas impresionantes que aparentemente los hacen parecer bien. La influencia recta es importante en construir el reino del Señor en la tierra. Pero si nosotros aspiramos a posiciones de liderazgo en la misión y creer que la medida principal del éxito de un misionero está reflejado en servir como un líder de distrito o de zona, o como un asistente al presidente, entonces nosotros estamos buscando satisfacer nuestro orgullo y vanas ambiciones- y necesitamos arrepentirnos. Los misioneros de Predicad Mi Evangelio sirven bien donde y cuando sean asignados a trabajar, y no están preocupados respecto a su prominencia, posición o prestigio. “Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Persuasión, longanimidad, benignidad, mansedumbre y por amor sincero (véase D&C 121:41) son las maneras en las que el Señor invita a todos a venir a Él. Pero si nosotros predicamos, invitamos, y testificamos en maneras para controlar, manipular, o explotar a un investigador, entonces nosotros estamos ejerciendo injusto dominio y compulsión- y necesitamos arrepentirnos. Los misioneros de Predicad Mi Evangelio se esmeran para cumplir con el trabajo del Señor a Su manera- y no insisten tercamente en hacer las cosas a su propia manera. Como Juan el Bautista testifico, “Es necesario que [el Señor] crezca, y que yo mengüe.” (Juan 3:30). Por favor siempre recuérdenlo a Él, sean dignos de representarlo a Él, atesoren su palabra, y permitan que el maestro supremo y verdadero, el Espíritu Santo, testifique de toda verdad. Esmérense por aplicar a su ministerio este consejo trascendental de Pablo: “Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. “Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; “Y ni mi palabra ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, “Para que vuestra fe no estuviese fundada en la sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios. “(1 Corintios 2:1-5) Los misioneros de Predicad mi Evangelio entienden que el Espíritu Santo es el maestro supremo y verdadero, y constantemente hacen su mejor esfuerzo para “hacerse a un lado”, y evitar y superar las supercherías sacerdotales, vanidad, e injusto dominio a medida que sirven y representan al Señor. Requisito #5: Los misioneros de Predicad Mi Evangelio entienden que la enseñanza es más que hablar y relatar. Cuando el Salvador se sentó en el Monte de los Olivos frente al templo con Pedro, Santiago, Juan y Andrés, el declaro: “Y es necesario que primero el evangelio sea predicado a todas las naciones. Y cuando os traigan para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis; sino lo que os sea dado en aquella hora, eso hablad, porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo” (Marcos 13:10-11). Este mismo patrón de predicar fue reiterado repetidas veces por el Salvador en los primeros días de esta dispensación, cuando El instruía a los misioneros a “Abrid vuestra boca y será llena” (D&C 33:8, 10), y a “alzad vuestra voz a este pueblo; expresad los pensamientos que pondré en vuestro corazón, y no seréis confundidos delante de los hombres; porque os será dado en la hora, sí, en el momento preciso, lo que habéis de decir.” (D&C 100:5-6). Por favor noten en estas instrucciones en las escrituras la secuencia importante de primero adquirir fe (“abrid vuestra boca” o “alzad vuestra voz”) antes de recibir una bendición prometida (“y será llena”; “y no seréis confundidos”). Interesantemente, muchos de nosotros rutinariamente buscamos precisamente lo contrario; nosotros oramos y pedimos por la bendición para que podamos actuar en fe (primero llena nuestras bocas para que las podamos abrir). Pero esa no es la manera del Señor o patrón. La fe precede el milagro, y “no recibís ningún testimonio sino hasta después de la prueba de vuestra fe” (Éter 12:6) . Estas escrituras enfatizan el patrón más demandante y exacto para predicar y ayudar a los investigadores a aprender la verdad. Los misioneros de Predicad mi Evangelio sabemos que no enseñamos lecciones; enseñamos personas. Nosotros simplemente no recitamos o presentamos mensajes memorizados acerca de los temas del Evangelio. Nosotros invitamos a los buscadores de la verdad a experimentar el gran cambio de corazón. Nosotros entendemos que hablar y relatar solos no son la enseñanza. Predicar el evangelio a la manera del Señor incluye observar y escuchar y discernir como prerrequisitos para hablar. La secuencia de estos cuatro procesos interrelacionados es significante. Por favor noten que una observación activa y escuchar preceden el discernir, y que observar, escuchar y discernir viene antes de hablar. Empleando este patrón permite a los investigadores a identificar y enseñar en base a las necesidades de los investigadores. A medida que observamos, escuchamos y discernimos, se “os será dado en la hora precisa la porción que le será medida a cada hombre” (D&C 84:85)-las verdades para enfatizar y las respuestas necesarias que van a estar de acuerdo con las necesidades especificas de un investigador en particular. Solamente al observar, escuchar y discernir podemos nosotros ser guiados por el Espíritu para decir y hacer las cosas que van a ser de mayor ayuda para aquellos a quienes servimos. Yo espero que ustedes estén empezando a apreciar porque (1) estamos entendiendo a quien representamos, (2) nuestra dignidad, (3) atesorando y (4) haciéndonos “a un lado” de manera que el Espíritu Santo pueda testificar son esenciales para poder usar eficazmente la forma de predicar del Salvador. Mormón, el principal compilador del Libro de Mormón, es descrito como “presto para observar” (Mormón 1:2). Recordemos que Ammarón aconsejo al joven Mormón a que recordara y escribiera todas las cosas que él había observado concerniente a su pueblo. (Véase mormón 1:1-5). Su habilidad para observar, para fijarse, para responder, y para obedecer provee un ejemplo impresionante para que nosotros lo estudiemos y sigamos. Siendo presto para observar es una preparación vital para recibir el don espiritual del discernimiento. El discernimiento es visto con los ojos espirituales Y sintiendo con el corazón-viendo y sintiendo la falsedad de una idea, la bondad en otra persona, o el próximo principio que es necesario para ayudar a un investigador. Discernir es escuchar con los oídos espirituales Y sentir con el corazónescuchando y sintiendo la preocupación que no se ha hablado en un comentario o pregunta, en la veracidad de un testimonio o doctrina, o en la seguridad y paz que viene por medio del poder del Espíritu Santo. Frecuentemente he escuchado al Presidente Boyd K. Packer aconsejar a los miembros y líderes del sacerdocio “Si lo que todos ustedes saben es por lo que ven con sus ojos naturales, y oyen con sus oídos naturales, entonces ustedes no sabrán mucho”. Su observación penetrante debe ayudarnos a todos nosotros a desear apropiadamente y buscar por estos dones espirituales de observar, escuchar y discernir. Muchos de nosotros hemos aprendido a enseñar sin observar conscientemente, escuchar o discernir. Nosotros simplemente hablamos y relatamos. Los misioneros que hablan sin observar, escuchar o discernir no enseñan ni lecciones ni personas. En vez, ellos hablan a sí mismos en frente de los investigadores. Los misioneros de Predicad Mi Evangelio actúan en base a la fe y son guiados por el Espíritu para ayudar a los investigadores a aprender la verdad. Por favor siempre recuérdenlo, sean dignos de representarle, atesoren Su palabra, permitan que el Espíritu Santo testifique de toda verdad, y observen, escuchen y disciernan a medida que testifican de Jesucristo a los verdades buscadores de la verdad. ¡Ustedes Pueden Hacer Esto! Ustedes podrán estar escuchando y meditando en mi mensaje, viendo alrededor de este vasto ejército de misioneros, y creyendo que todos los demás élderes y hermanas y parejas lo están haciendo y van a hacer lo que he estado describiendo. Pero ustedes se estarán preguntando si podrán hacerlo. Por favor escuchen. ¡Ustedes pueden hacer esto! Varios años atrás yo fui invitado a aconsejar a un hombre que estaba batallando para vivir la Palabra de Sabiduría. Nos reunimos y hablamos acerca de sus desafíos después de una sesión por la tarde del sábado de una conferencia de estaca. Cuando yo camine adentro de la oficina del presidente de estaca y salude a este hombre, yo sacudí su mano y me acerque a Él. Después le dije, “Yo soy un Apóstol del Señor Jesucristo, y El me ha enviado a esta estaca este fin de semana para decirle que usted puede hacer esto. El Salvador sabe que usted lo puede hacer. Como Su siervo, yo se que usted lo puede hacer. Y como Su representante, yo le prometo que usted tendrá Su ayuda.” El hombre fue sincero y consciente en aplicar los principios que discutimos y fue bendecido para tener gran progreso en guardar los mandamientos. Si se me fuese concedido el deseo de mi corazón, yo me tomaría unos momentos con cada uno de ustedes individualmente. Yo les sacudiría su mano, los acercaría, los miraría a sus ojos y les diría, “¡Ustedes pueden hacerlo!” El Señor a quien ustedes representan y sirven sabe que ustedes pueden hacerlo. Yo se que ustedes lo pueden hacer. Y como su siervo, les prometo que ustedes tendrán su ayuda. ¡Por favor siempre recuerden que con Su ayuda y Su fuerza, ustedes pueden hacer esto! Testimonio Les amo y oro para que ustedes verdaderamente se conviertan en poderosos y efectivos representantes del Señor Jesucristo. A ustedes, mis compañeros en el servicio, Yo declaro mi testimonio apostólico de que Nuestro Padre Celestial y Jesucristo viven. Yo sé y testifico que Jesús es el Cristo, el Hijo Unigénito del Eterno Padre, El es nuestro Salvador y Redentor. Yo testifico que el Padre y el Hijo se le aparecieron al Profeta José Smith en la Arboleda Sagrada, y que la plenitud de su evangelio ha sido restaurada en la tierra en estos últimos días. El Libro de Mormón es la palabra de Dios. Yo testifico que la autoridad del Sacerdocio y las llaves han sido también restauradas en la tierra por mensajeros celestiales. Yo se que el Presidente Thomas S. Monson es el Apóstol mayor y la única persona en la tierra que tiene y está autorizado para ejercer todas las llaves del sacerdocio. Mis amados asociados en esta obra, todas estas cosas son verdaderas; todas ellas lo son. Invoco a ustedes toda capacidad espiritual y bendiciones que puedan necesitar para poder entender mejor que ustedes representan y sirven al Señor Jesucristo. Y les prometo que a medida que se esfuercen por convertirse en lo que ustedes tienen que convertirse, ustedes reconocerán y responderán en fe a Su voz y guía. ¡Ustedes pueden hacerlo! Declaro mi testimonio e invoco estas bendiciones y promesas sobre cada uno de ustedes en el sagrado nombre de Aquel a quien nosotros servimos y representamos, el mismo Señor Jesucristo Amen.