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LECTURA 4: CONCEPTO DE PODER.
Poder, dominio, imperio, facultad y jurisdicción de la que dispone el individuo
para mandar o ejecutar; capacidad de imponer la propia voluntad sobre los
otros. El término, solo o acompañado, adquiere distintos significados en el
ámbito jurídico.
Poder de representación: poder conferido a una persona, que se convierte
así en representante, para que pueda llevar a cabo un acto por cuenta de
otro o ejercitar un derecho que le es ajeno. La representación voluntaria
surge del negocio jurídico de apoderamiento, pudiendo ser el poder general
o especial. La representación legal es obra de la ley e instrumento por lo
general para suplir un defecto en la capacidad de obrar de determinadas
personas. Poder de disposición: posibilidad conferida al titular de un derecho
subjetivo de realizar actos que afecten a la sustancia y a la subsistencia
misma del derecho, enajenándolo, transmitiéndolo, dando lugar a otros
derechos limitados o menores a partir de él, o, incluso, renunciándolo. Poder
constituyente: poder político supremo y extraordinario, ejercido dentro de
una nación, con el fin de determinar su destino mediante la formulación de
una Constitución democrática.
El Poder es uno de los conceptos centrales de la Ciencia Política. Sin
embargo, no es fácil caracterizarlo con precisión y no hay acuerdo entre los
autores sobre qué debe considerarse exactamente bajo el concepto de poder
y cuáles son sus características más relevantes. "Sabemos qué es el poder,
pero tropezamos con infinitas dificultades cuando tratamos de definirlo.
Podemos decir si una persona o grupo es más poderoso que otro, pero
somos incapaces de medir el poder"; eso afirma Kaufman y Jones y refleja
muy bien lo que ocurre en esta área de la investigación política.
Veamos algunos intentos de distintos pensadores para definir el Poder.
Según Hobbes consiste en "los medios presentes para obtener algún bien
futuro aparente"; para Weber es "la probabilidad de imponer la propia
voluntad dentro de una relación social, aun contra toda resistencia y
cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad"; de acuerdo con
Bertrand Russell es "la producción de los efectos proyectados sobre otros
hombres"; para Laswell y Kaplan es "la participación en la adopción de las
decisiones"; según Robert Dahl: "A tiene poder sobre B en la medida en que
puede lograr que B haga algo que de otra manera no hubiera hecho".
Podríamos cubrir páginas enteras citando diversas concepciones del poder;
sin embargo, todas esas versiones tienen rasgos comunes y sólo varían en
función de la importancia que se da a unos u otros; según ésta, podemos
analizar diversas corrientes de opinión.
Tesis relacional y tesis sustantivo
Las particulares características que presenta el poder como hecho social han
ocasionado que los estudiosos enfaticen distintos aspectos de las mismas. La
tesis relacional parte de la idea de que el poder es una relación entre
hombres, que se da en función de conductas humanas, una determinante y
otra determinada. En cambio, la tesis sustantiva estima el poder como una
sustancia, a la manera de un bien que se pudiera poseer. La definición que ya
vimos de Dahl es característica de la primera posición, mientras que la de
Hobbes se ubicaría en la segunda.
Debe decirse que como en casi todos los temas de nuestra materia, en éste
las clasificaciones como la aquí empleada para distinguir posiciones frente al
poder, constituyen sólo una guía, y que a veces la exposición de un autor
puede contener elementos de una y otra corrientes.
La tesis relaciona! se caracteriza por considerar al poder como la acción de
una o varias conductas sobre otra u otras conductas, la sustantiva, como una
capacidad para determinar un resultado deseado. La relacional concibe al
poder en función de una acción concreta: la sustantiva, en función de la
posibilidad de que ésta se produzca. La relacional sólo lo comprende como
una actitud orientada hacia otros; la sustantiva lo estima como una situación
que puede agotarse en sí misma. La relacional lo ve como causa en el sentido
de "receta para la acción", y la sustantiva, como causa en el sentido de
"condición necesaria y suficiente".
Veamos cada pareja de términos: en la tesis relacional destaca el hecho ya
indicado de que el poder se presenta como una relación bilateral donde un
agente produce una conducta en otro sujeto. En este sentido, el poder sólo
puede darse entre seres humanos y no cabe hablar, como lo hace Deutsch,
de poder sobre la naturaleza. Ésta es una expresión de la corriente
sustantiva. Que una madre envíe a su hijo a la tienda a comprar algo es una
manifestación de poder, pero no que un vaquero dome un potro. En las
mismas relaciones humanas, la situación es distinta, según cada posición.
Laswell y Kaplan, por ejemplo, ponen el acento en la intervención en los
procesos de decisión, lo cual se ubica en el área sustantiva porque la sola
colocación de un individuo en el proceso puede darle una mayor o menor
capacidad para determinar el resultado. Para ilustrar esta situación nos es útil
el planteamiento de Shapley y Shubik relativo al método para evaluar la
distribución de poder en un comité.
Imaginemos un grupo de 10 personas que debe decidir una cuestión por
votación. La forma como ésta se desarrolle pone a ciertos miembros del
grupo en situaciones decisorias en sí mismas, sin tener que actuar sobre
otros. En el momento en que ya se han producido cinco votos en un sentido,
en un solo voto se decide el resultado; esto puede ocurrir sólo a partir del
sexto votante, siempre que la votación estuviera cinco a cero, o bien cuando
cualquiera de los subsecuentes votantes estuviera en la posibilidad de emitir
el sexto voto necesario para la mayora o, por lo menos, el quinto voto que
produjera un empate. Esto último ocurriría si el décimo votante tuviera que
decidir una situación que estuviera cinco a cuatro. Este ejemplo nos muestra
los mecanismos que se argumentan en favor de la posición sustantiva, ya que
se sostiene que una acción única y no dirigida a modificar otra conducta
puede producir o no un resultado determinado. Si bien esto es cierto, no
todas las acciones de poder se dan en este marco formal, y aun en ese caso
los resultados finales son producto de una relación humana, pues el voto
decisorio sólo alcanza esa posición en relación con el sentido y el orden de los
otros votos. Por otro lado, imaginemos el sexto votante como opositor al
voto de los cinco primeros que hubieran votado de igual forma, su "poder"
sólo impedirá momentáneamente el triunfo de la posición opuesta, pero no
determinaría realmente su resultado. Es cierto que tendría, por su posición,
el poder de decidir, pero flaco poder es el que, para demostrarse, tiene que ir
contra su propio interés.
Otra característica que manifiesta la tesis relacional es su tendencia a medir
el poder por la efectividad del resultado y no por la capacidad potencial de
producirlo. Para algunos autores que catalogamos como partidarios de la
tesis sustantiva, el poder es una capacidad para producir un resultado,
independientemente de que éste se produzca o no; es decir, el poder se
manifiesta como una posibilidad. Dantzager, por ejemplo, afirma que el
poder es "la posibilidad de que dispone cualquier actor para alcanzar una
meta". Cuando el resultado se consigue, aun contra resistencias, debe
hablarse de dominación, según este autor. A nuestro juicio, esta posición es
débil pues un poder que no puede alcanzar su meta es, por decir lo menos,
contradictorio. Es lógico que las concepciones sustantivas tiendan a ver al
poder como una posibilidad, ya que no exigen que se manifieste en una
relación, sino que, como sustancia posible, puede existir sin manifestarse.
Es cierto que muchas veces, en la acción social concreta, la simple reputación
de que un actor posea un poder hace actuar a otros como lo desea el mismo
actor, pero si eso ocurre, el poder ya no es una mera posibilidad, sino una
realidad expresada en las conductas deseadas. La línea relacional insiste en
que el poder o se manifiesta o no es poder. La posibilidad de control efectivo
puede ser un antecedente o un elemento del poder real, pero no es el poder;
esto es congruente con la consideración del poder como relación: si ésta no
se produce y manifiesta en la actuación de una conducta sobre otra, no se
presenta el poder.
De lo que venimos explicando se desprende la visión .del poder que tiene la
postura sustantiva, que considera que puede orientarse hacia el mismo actor,
y la que caracteriza a la tesis relacional de que sólo puede estar orientado
hacia otros. La primera acepta que el logro de un provecho propio, sin que se
genere una relación, es expresión de poder, lo cual no puede darse en la
segunda posición.
Por último, la corriente relacional estima al poder como causa generadora de
acciones en virtud de que una voluntad actúa como creadora de dichas
acciones. Es la idea de causa como "receta para la acción" o -como le
llamaríamos nosotros- causa motivan te, es decir, entendida como el motivo
de la acción de otros. En cambio, la tesis sustantiva suele otorgarle un
carácter de causa en el sentido de "condición necesaria y suficiente" o "causa
determinante".
En el ejemplo de la votación, de Shapley y Shubik, vemos cómo el voto
decisorio aparece como causa determinante del resultado. Pero, como
afirma Francois Chazet este "tipo de causalidad es muy ambicioso para las
ciencias sociales" y las situaciones excepcionales -como la de la coalición
mínima triunfadora en una votación- en las que se podría encontrar la
condición necesaria y suficiente de un resultado, sólo nos muestran esa
aparente "causa determinante", pero no profundizan en los factores que
pueden dar lugar al surgimiento de dicha causa.
En el multicitado ejemplo, más importante que la posición circunstancial -el
votante- es el conocimiento de las razones que impulsan a cada uno a votar
en cierto sentido y las posibles acciones de convencimiento o presión para
inclinar a otros a hacerlo de igual manera. Esas causas motivantes son en
política mucho más importantes que una pretendida causa determinante,
que es sólo producto de una circunstancia dada. Por otro lado, es también
acentuada la crítica de Chazel en cuanto a que en las ciencias sociales, más
que hablar de relaciones necesarias entre los fenómenos, debe hablarse de
probabilidades de interrelación.
Formas de poder
Nuestra concepción de poder se acerca más a la tesis relacional que a la
sustantiva, sin dejar de reconocer que las dos contienen elementos que de
alguna manera reflejan las condiciones que caracterizan al fenómeno que
estudiamos Para nosotros el poder es básicamente una relación humana,
aunque en determinadas circunstancias, sobre todo derivadas de su
institucionalización, puede presentar el carácter de una sustancia susceptible
de ser poseída como tal; según señala Friedrich, "lo más apropiado, pues, es
decir que el poder es, en cierta medida, una posesión y también, en cierta
medida, una relación". Aunque esta opinión se adapta al hecho de que en
una determinada situación concreta el poder puede ser ambas cosas, nos
parece que su naturaleza fundamental es ser en mayor medida una relación
que una posesión y que, normalmente, el segundo carácter proviene de una
acción rutinaria o institucionalizada de las relaciones del poder.
Podríamos hacer un intento de definición señalando que el poder es la
capacidad de una persona o un grupo para determinar, condicionar, dirigir o
inducir la conducta de otros. Los distintos matices que pueden darse en la
relación del poder nos llevan a considerar las diferentes maneras en que éste
puede presentarse.
Para nosotros, el poder es el género y sus distintas formas de manifestación
son las especies. Éstas son fundamentalmente el poderío, el mando, la
influencia y la autoridad.
Poderío. Se caracteriza por la capacidad del agente para actuar sobre las
conductas de los demás y está basado en el uso de la fuerza. Dice Duverger a
este respecto que "el poderío es la ley del más fuerte, que puede constreñir
materialmente al más débil a inclinarse". La fuerza en la que se sustenta esta
forma de poder puede ser física o económica, ya sea que se base en la
amenaza de un castigo corporal o en la de retirar bienes materiales
necesarios para la subsistencia.
Mando. Es una forma de poder que se sustenta básicamente en la
normatividad. Se parece al poderío en cuanto a que recurre a la amenaza de
sanciones para producir un efecto en la conducta de los demás, pero se
diferencia de aquél en que dichas sanciones están normativamente
reguladas. El derecho constituye un elemento fundamental del poder, al
manifestarse como mando, y en los destinatarios de los mandatos, junto al
temor a la sanción se encuentra la sensación de que quien manda está
legitimado para hacerlo.
Influencia. Esta forma de poder tiene su base más sólida en una motivación
psicológica y subjetiva por parte del sujeto cuya conducta se condiciona o
induce. Se distingue del mando en que, aun cuando puede existir una
sanción, ésta no aparece normativamente regulada y, en la mayor parte de
los casos, los sujetos actúan movidos más por el interés de la recompensa
que por el temor a un castigo. Como se trata de una expresión de poder no
formalizada y relativamente coactiva, puede presentarse también en muchas
ocasiones como una relación tripartita indirecta, en la que el sujeto agente
que desea una determinada decisión que, en cierto sentido, afecta la
conducta de un tercero, influye en un segundo sujeto que tiene la capacidad
formal de tomar la decisión deseada y que habrá de afectar al tercero.
Autoridad. Esta manifestación del poder se encuentra en el último peldaño
de una escala de valores de mayor a menor fuerza coactiva. Se halla en los
límites de la noción de poder, pues con mayor frecuencia se presenta sólo
como capacidad potencial, en virtud de la cual unos hombres asumen un
determinado comportamiento inducidos por el de la autoridad que les sirve
de modelo ejemplar. Ésta puede no desear voluntariamente la obtención de
un determinado comportamiento de los demás; sin embargo, es
incuestionable que tiene la capacidad para ello. El liderazgo de quienes
logran arrastrar a grandes masas por su atracción personal es una forma de
autoridad, aunque en ocasiones recurre también a otras maneras de
manifestación del poder.
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