1.- Origen del problema de la falta de ausencia de la cultura de Legalidad y para determinar el inicio de la crisis del estado de derecho. Reformas borbónicas 1767: "Sepan ustedes, subditos del Gran Monarca Español, que han nacido para callar y obedecer, y no para discutir las altas órdenes del Gobierno". Las razones de la expulsión "Las guarda el Monarca en su real pecho". ¿Cómo creer en la ley si ésta es producto del capricho del Monarca? ¿Como creer que la ley es justa si se prohiben los matrimonios entre desiguales, si se quintuplica los impuestos, si se aplican terribles penas corporales? El despotismo ilustrado aplicado en la nueva España destruyó cualquier germen de un Estado de Derecho o de la cultural de la legalidad si era sabido que la ley provenía de la voluntad caprichosa del Monarca. 2.- La ilusión con la independencia. Reacción contra el despotismo, lucha por establecer la cultura de legalidad y estado de derecho. Hidalgo: Un buen Gobierno, que nos trate con dulzura. Leyes suaves, justas benéficas y acomodadas a las circunstancias de cada pueblo. Morelos: Que como la buena Ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro congreso, deben ser tales que obliguen a constancia y patriotismo, modere la ocurrencia e indigencia y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que se mejoren sus costumbres alejado la ignorancia, la rapiña y el Hurto. Que para dictar una ley se haga junta de sabios, para que se proceda con más acierto. Acta de independencia de 1813: La nación es arbitra para establecer las leyes que le convengan para el mejor arreglo y felicidad interior. Constitución de Apatzingán: La ley es la expresión de la voluntad general en orden a la felicidad común. La sumisión de un ciudadano a una Ley que no aprueba, es un sacrificio de la inteligencia particular a la voluntad general. La felicidad del pueblo y de cada uno de los ciudadanos, consiste en el goce de la igualdad, seguridad, propiedad y libertad. La integra conservación de estos derechos es el objeto de la Institución de los Gobiernos y el único fin de las asociaciones políticas. Constitución de 1824: El objeto de las leyes es hacer reinar la igualdad ante la Ley, la libertad sin desorden, la paz sin opresión, la clemencia sin debilidad. Las leyes deben fundarse en la ilustración y el patriotismo, resultado de deliberaciones cimentadas en los mas sanos principios que conducen a la felicidad de los pueblos. Esto producirá el respeto y la veneración que son para las leyes, su salvaguardia. 3.- La desilusión de la vida independiente. En pocos años destruimos la incipiente cultura de la ilegalidad y la penas siguiente comisión de creer en un Estado democrático de derecho. Los caudillos de los partidos políticos destruyeron la confianza inicial, la buena fe, las ilusiones de que la ley nos traería la felicidad. Tres ejemplos: a) Elección presidencial 1828. Se destruye la confianza de las Instituciones, el voto no sirve, el congreso se plega ante los amotinados, el perdedor se queda con la Presidencia. b) Convenio de Zavaleta que prohijan la impunidad gubernamental. "Quedan cubiertos con el manto soberano de la patria"... Todo lo que hicimos de malo. c) La ley del caso. Se decreta el destierro de varios individuos cuyo nombre se indica y la misma pena se aplicará a quienes esté en el mismo caso, sin que se indique nunca cual fue el caso. Ley injusta que deja en estado de inseguridad e indefensión al ciudadano. 4.- La decepción como corolario. En 1847, Mariano Oteo publicó su Obra "Consideraciones sobre la situación Política y Social de la República Mexicana en el año 1847". Allí señalo que "La primera condición de vida de las leyes es que posean el amor y la veneración del pueblo". "Por eso, las buenas leyes traen otras mejores; las malas leyes producen otras peores". Pero con gran dolor en su análisis social, descubrió que México carecía de todo concepto que hoy podríamos equiparar a la cultura de legalidad y estado de derecho. La ineficacia del estado, la impunidad la corrupción, la ineptitud de los servidores públicos, las mezquindades de los políticos había provocado una nula confianza en las Instituciones y una absoluta falta de respeto a la ley. A Otero le parecía irresoluble el grave problema de desarraigar los vicios que habían contribuido al desprestigio de la ley. "El país está desmoralizado, no hay orden ni obediencia a la ley, porque se sabe que esta es obra de ambiciones y de intereses que protegen a los Políticos y olvidan el bien general, la felicidad común" Por eso con gran dolor, Otero se vio obligado a defender al Estado Mexicano de su propia ineficacia, de su propia ineptitud. Incorporando a acta de Reformas de 1847, lo que se conoce como cláusula Otero o principio de relatividad de amparo: "Los tribunales de la federación ampararán a cualquier habitante de la República en el ejercicio y conservación de los derechos que le conceden esta Constitución y las leyes, contra todo ataque de los poderes ejecutivo y legislativo, de la federación o de los estados, limitándose dichos tribunales a impartir su protección en el caso particular, sin hacer ninguna declaración general respecto a la ley o del acto que lo motivare". Otero lo sabía muy bien: al proteger al estado ineficiente sacrificaba la cultura de la legalidad y el estado de derecho. Hoy vivimos y padecemos la herencia de lo que Mariano Otero señaló a su tiempo. ¿De quién es la culpa? ¿Del ciudadano o de la autoridad? No tenemos cultura de la legalidad, no tenemos confianza en las instituciones, no tenemos respeto por la ley. Y esta triste historia comenzó cuando los mexicanos nos hicimos independientes. Terminemos con una frase del propio Otero: "¿Podrá hoy con justicia, hacerse cargos a los mexicanos por el estado que hoy se encuentran?".