Biografía de madre Gemma Giannini

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Fragmento sacado del libro: SOTTO LA CROCE appassionatamente, LA SANTITA NELLA
FAMIGLIA PASSIONISTA, de Pierluigi Di Eugenio. Editorial Eco - San Gabriele (TE) 1997
GEMMA GIANNINI
GEMMA SECONDA
Nacimiento : 27 de octubre de 1884
Profesión religiosa: 11 de abril de 1907
Muerte: 26 de agosto de 1971
Es Sábado Santo, 11 de abril de 1903. Junto a Gemma Galgani, que está para irse al paraíso, está también una
joven de diecinueve años. Se llama Eufemia Giannini. Le coge la mano mientras el corazón le late fuerte, fuerte.
Ruega y llora: “Jesús, no te la lleves, déjala todavía con nosotros” Mientras tanto se le graban en el alma las
últimas palabras y los últimos latidos de la santa, que hace poco le ha dicho: “Aprende, Eufemia, cómo se ama a
Jesús”
Apenas muerta, ella le pone en el corazón el distintivo pasionista, la lava devotamente los pies, besándole los
estigmas.
Transida de dolor comunica inmediatamente la dolorosa partida al padre Germano Ruoppolo, su director
espiritual: ”¿Padre mío, cómo podremos consolarnos de una pérdida tan grande? ¿Cómo haremos sin Gemma?”
Eufemia ha vivido cuatro años con ella, disfrutando de una sincera amistad. Con emoción y estupor ha
taquigrafiado la mayor parte los diálogos con Jesús, durante los éxtasis.
Pasionista a toda costa
Eufemia ha nacido en Lucca el 27 de octubre de 1884, tercera de los doce hijos de Matteo y Giustina Bastiani.
Ha sido confirmada con siete años. Ha recibido la primera comunión a los once. En esta circunstancia el padre
Germano le ha dicho:”Tú no te das cuenta pero Jesús, cuando viene a tu corazón, trabaja a golpes de martillo y
de escoplo”
Ha frecuentado la escuela elemental con las hermanas Doroteas y ha conseguido el diploma de maestra. Ha
crecido vivaz, emprendedora, llena de comunicación. La familia Giannini, que está entre las más conocidas de
la ciudad, es acomodada y muy religiosa. El papá, licenciado en farmacología, es titular de una farmacia y de
una cerería.. En casa se respira santidad y se vive una fe transparente. Cinco hijos se hicieron religiosos. Los
Pasionistas son huéspedes gratísimos y frecuentes de la familia.
En 1899 ha estado acogida Gemma Galgani después de la quiebra financiera de su familia. Es precisamente el
ambiente ejemplar y discreto que se pide para ella, ya estigmatizada y favorecida con dones místicos
extraordinarios. Y con Gemma ha llegado un fuerte perfume de cielo
Gemma tiene veneración por Matteo. Llama confidencialmente “mamita” a la señora Giustina. Rápidamente
entra en sintonía con Eufemia, apenas quinceañera; nace entre ellas un profundo entendimiento. Eufemia se
hace la confidente más íntima y recoge los secretos más bellos. Crece como espectadora estupefacta por el
heroísmo y la sobrenaturalidad que colorean los días de Gemma. De ahora en adelante la vida de Eufemia
deberá ser leída a la luz de esta experiencia singular.
Ella será precioso modelo viviente de la incalculable herencia espiritual que deja la santa. En 1905 llegan a
Lucca las monjas Pasionistas, que encuentran en la familia Giannini una ayuda válida y un apoyo seguro.
Venciendo las resistencias iniciales del padre, que no quiere aprobar la vocación, el 8 de enero de 1906,
Eufemia entra definitivamente en el convento, después de periodos de reflexión vividos con las religiosas.
El 25 de marzo viste el hábito pasionista; la ceremonia es presidida por padre Germano. Eufemia toma el
nombre de Gemma Magdalena, expresión de humildad y de devoción por Gemma Galgani. Un día el padre
Germano, confirmando cuanto Eufemia se ha atrevido a desear sólo en su corazón, la ha dicho: “Si, si, tú te
llamarás Gemma Magdalena”.
El 11 de abril de 1907, cuarto aniversario de la muerte de Gemma Galgani, hace la profesión religiosa. Le es
confiado inmediatamente el cargo de maestra de novicias, archivera y maestra de doctrina cristiana. El 1915,
con 35 años, es enviada a Itri (Latina) para dirigir un nuevo monasterio abierto hace apenas tres meses. La
madre Gemma, escribía la superiora de Lucca:”ha dado un gran ejemplo de obediencia ciega porque iba al
encuentro con esfuerzo y grandísimas responsabilidades” No faltaron alegrías, pero tampoco sufrimientos.
Alrededor del monasterio crece el entusiasmo y nacen vocaciones. Pronto la comunidad alcanza las veinte
religiosas. Gemma no se cansa: cuida la educación de las muchachas, dirige la formación de las novicias y
postulantes, se preocupa de la administración. Pero la tranquilidad, desgraciadamente, dura poco: el monasterio
será cerrado después de un quinquenio rico y más aún en promesas. Dentro y fuera de la comunidad,
efectivamente, empiezan a propagarse fuertes contrastes, sutiles envidias, lacerantes discordias. Infundadas
sospechas se deslizan sobre la madre Gemma. Sólo un alto grado de vida espiritual la permite no ser arrollada
por los acontecimientos y no perder la paz del corazón.
Permanece, por motivos de salud, alrededor de tres meses con su familia y luego pasa al monasterio de
Vignanello (Viterbo). Aquí escribe el Diario, preciosa fuente para conocer su camino interior. Después de siete
años de paraíso vuelve a Lucca donde se ha solicitado su presencia, sobre todo, para propagar la devoción a
Gemma Galgani, próxima ya su beatificación. En el viaje de traslado participa, en Roma, en la ceremonia en la
que Gema es declarada venerable.
En Lucca su vida se hace difícil y problemática. Reiteradas enfermedades la obligan a numerosas idas y venidas
entre la familia y el monasterio. “Después de algunos meses, escribirá ella misma, caí enferma. Las causas las
sabe el Señor. La más dolorosa fue el insomnio; tuve fortísimas hemorragias, quedé casi sin sangre. Por orden
del médico, y a petición de papá, debía salir con un grandísimo disgusto. Después de algunos meses, estando
bien, pedí volver”.
Poco después recaí de nuevo y fui obligada a volver con la familia. Cuantas más veces volvía, más veces debía
salir. Durante uno de los descansos con la familia pude ir a Roma para asistir a la beatificación de Gemma”.
Le sugieren ,a causa de la enfermedad, que pida el retorno definitivo con su familia. “Soy pasionista, y
pasionista seré hasta la muerte” será pasionista hasta la muerte. El cómo se verá.
A través del tortuoso recorrido de la enfermedad, el Señor le está dirigiendo el rumbo sobre un camino que ella
todavía no se atreve a descifrar. La experiencia del monasterio le será útil para asimilar y luego transmitir el
espíritu pasionista.
Mientras tanto sucede algo importante, que ella misma relata:” Estando delante de Jesús sacramentado vi, con
los ojos del espíritu, lo que el Señor quería de mi: que los lugares donde había nacido, vivido y muerto Santa
Gemma fueran custodiados por almas consagradas a Dios, bajo la protección directa de Santa Gemma, y
dedicados a obras de caridad.”
Todo esto ocurrirá a través de grandes dificultades, humillaciones, desprecios. Fui a la madre presidenta
Magdalena Marcucci. A ésta de lo dije todo con sencillez. Me dijo que el Señor lo permite todo para un mayor
bien y que ya se ha dado en otras hermanas, salidas del instituto para formar otros institutos. Yo, en la
incertidumbre y en el temor a equivocarme, rezaba y sufría”
El apoyo le llega y le llegará también de otras acreditadas personalidades a las que pide consejos: el siervo de
Dios don Stefano Antoni, que recogió la última confesión de Gemma Galgani, don Alberioni, el cardenal
Ildefonso Schuster, el padre Pío da Pietrelcina.
Gemma segunda
Gemma Giannini es el instrumento elegido por Dios para dar vida a una nueva familia de almas consagradas
a Jesús crucificado. Escribe al Prefecto de la Congregación de Religiosos comunicándole la inspiración de
fundar un instituto con la regla de San Pablo de la Cruz. Las hermanas serán Pasionistas de vida activa. “Si por
causas ajenas a mi voluntad, reflexiona, no puedo vivir más en clausura, me dedicaré a la vida de apostolado.
Quiero ser santa a toda costa. Supliré la austeridad con la caridad y delante de Dios tendrá el mismo mérito”.
Del monasterio de Lucca le llegan las dos primeras postulantes que, por motivos de salud, son obligadas a dejar
la clausura; son las jóvenes Dorotea Prelovsek y Elisa Piáis. El 4 de mayo de 1939 alquila algunas habitaciones
en la Villa Guerra de Borgonuovo, cerca de Lucca, e inicia la nueva experiencia. En 1940 es la canonización de
Gemma Galgani. La Giannini, presente en Roma, es admitida a la audiencia pontificia. Al papa Pío XII le regala
un reloj, también usado por la santa, y somete a éste la inspiración sobre la nueva familia religiosa. El papa le
dice: ”¡Sigue adelante!, a través de las circunstancias percibirás cuál es la voluntad de Dios”
“Esta frase, apuntará la Giannini, me bastó para tranquilizarme. No tuve más dudas y quedé en paz, siguiendo
día a día los caminos del Señor”
Por su obra se hace mendicante y no le faltan generosos benefactores. En 1942, el obispo de Chiavari
(Génova) aprueba el instituto como “Pía Unión”. En 1943, con una providencial e inesperada ayuda, puede
adquirir la casa natal de Gemma Galgani. Allí irá a vivir en 1944 y aquí morirá. En 1946 obtiene otra
aprobación del obispo de la Spezia.
En 1948 el instituto entra en la diócesis de Milán, donde en 1951 el Cardenal Ildefonso Schuster lo reconoce
como Pía Asociación”. La congregación, mientras tanto, se extiende. Obtiene ulteriores aprobaciones, se abren
nuevas casas, llegan abundantes vocaciones. Las hermanas están comprometidas en asilos, orfanatos,
seminarios, ofreciendo también, gratuitamente, la propia obra. En 1966, irán al Zaire para colaborar con los
misioneros javerianos.
En 1954 se realiza el nombramiento de asistente eclesiástico en la persona del obispo de Bobbio (Piacenza),
monseñor Pietro Zuccarino, que en 1964 erige el instituto como congregación religiosa de derecho diocesano
con el título de “Congregación Misionera de las hermanas de Santa Gemma”
En 1960 el superior general de los Pasionistas, padre Malcolm La Velle, concede a las hermanas de Santa
Gemma la facultad de llevar el distintivo pasionista, y en 1973 su sucesor, el padre Teodoro Foley, concederá
la afiliación a la congregación pasionista. Las monjas viven la espiritualidad de San Pablo de la Cruz y
pronuncian el voto especial de hacer memoria de la pasión de Jesús. En 1982 la congregación será reconocida
como instituto de derecho pontificio y las constituciones serán aprobadas por el papa Juan Pablo II. Un nuevo
brote, pronostica Gemma Galgani, florece en el árbol plantado por Pablo de la Cruz.
El programa de Gemma Giannini :” ¡Amar a Jesús! Consumirme por El”. Vivir, transmitir la espiritualidad
de Gemma Galgani. De ella será espejo nítido, eco fiel. Y su vocación. Y es el compromiso de su instituto. Es
todavía novicia cuando el padre Germano la ha escrito palabras que tienen sabor de profecía: “Querida hija, no
le diré lo que tiene que hacer, de modo que su donación sea completa, porque sé que Jesús ya se lo ha hecho
entender”.
Ella tiene luego delante los grandes ejemplos de Gemma. Hace a Gemma Segunda aquel que hacía a
Gemma Primero, pensando que Jesús la ha llamado a ser la heredera de su espíritu. ¡Qué gran vocación! ¡Qué
sublime misión! “Pero atiende, hija mía, que Gemma Primera fue victima, no sólo de amor, sino de dolor por
Jesús. Ella lo sabe mejor que yo y que cualquier otro”
Ella, por humildad, se considera “Falsa Gemma”. No acepta ni siquiera el título de fundadora, pero define a
la Galgani “madre y maestra”, “nuestra querida fundadora”
De ésta imita las coordinadas de espiritualidad del naciente instituto. Las monjas de Santa Gemma son “hijas de
la pasión, pequeños frutos de la pasión de Jesús” En el espíritu de Gemma, precisamente. Y en el espíritu de
San Pablo de la Cruz al que ella llama “nuestro padre”.
“La congregación de las monjas de santa Gemma, escribe, acoge a todas aquellas almas generosas que
desean continuar la vida de sacrificio, de sencillez y de caridad de Santa Gemma, su vida de amor al crucifijo”
Indica, también, el lugar privilegiado de su actividad: “Tendrán especial cuidado de los pequeños
desamparados, de los huérfanos, de los enfermos más pobres, de todos aquellos que no disponen de bienes
materiales. La enfermedad, la pobreza, el abandono de los hombres serán títulos de preferencia”
Recomienda el ilimitado amor a Jesús crucificado:”Nosotras debemos ser las primeras en recordar la pasión
de Jesús. Este debe ser el objetivo principal de nuestra vida. Este instituto saldrá adelante si tenemos estos
sentimientos: Jesús lo quiere para que se continúe la vida de santa Gemma, que vivió meditando la pasión de
Jesús”
En línea con esta espiritualidad, vuelve continuamente a la exhortación para vivir la actitud de reparación e
inmolación tan queridas por Santa Gemma. “Somos pasionistas, como ella, con el corazón y, si hay que sufrir,
unámonos a Jesús y suframos con El por la redención de las almas y por los sacerdotes. Nosotras debemos
considerarnos como la Cruz Roja de la humanidad, dispuestas a aliviar las miserias de las pobres almas; para
eso hemos sido llamadas “.Desde siempre la Giannini se ha encaminado sobre este camino.
Ella se ha consagrado al Señor con una radicalidad que no admite equívocos o reflexiones. Con alegría se ha
ofrecido como víctima por los sacerdotes. Ha expresado el acto heroico de caridad a favor de los difuntos. Se
ha comprometido con el voto de caridad para responder con el bien a quien la hace sufrir. Gemma Galgani la ha
sostenido amablemente en esta inmolación cotidiana. De la Giannini se puede decir lo que ella ha escrito de la
Galgani:”Jesús era todo para Gemma y Gemma era todo para Jesús”
En 1960 es golpeada por la parálisis progresiva que la reducirá a la inmovilidad total. Sólo quedan los ojos
vivaces y expresivos, que habitan en un rostro sufriente pero sereno. El resto es una plaga dolorosa y profunda.
Son ahora verdaderas, sobre todo, las palabras que un día le dijo Gemma, refiriéndose a su vocación:”Tú
tomarás mi lugar en el calvario” Laicos, sacerdotes, almas consagradas, vienen a ella para pedir consejo y
consuelo. Ella no se lamenta jamás. Desde hace tiempo ya había propuesto: “Lo tomo todo de las manos del
buen Dios y no puedo llamar cruz a lo que me viene de El”.
Siente la continua y tranquilizante presencia de Gemma Galgani.
Confía a la hermana que la asiste: ”¿Sabes?, ha venido aquí Santa Gemma y me ha dicho que por ahora no
moriré; debo sufrir todavía con Jesús por la salvación de las almas”
El 26 de agosto de 1971, el padre Adalberto Cerusico, pasionista, siente un fuerte y misterioso impulso de
correr hacia la enferma. La bendice, diciéndole que para ella las puertas del cielo se están abriendo. Cuando el
religioso se marcha, recibe la eucaristía.
Inmediatamente reclina la cabeza, placidamente, después de responder Amen. Así sea.
Es su última palabra. Síntesis de una vida prolongada durante 87 años. Una vida marcada y atravesada hasta el
fin, desde la adolescencia, por el encuentro con la dulcísimo y angelical Gemma Galgani.
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