A manera de prólogo Ésta es una ficción novelada, producto de la imaginación del autor y, del imaginario popular. Por tanto no pretende constituirse en referencia histórica de los hechos concretos, sino de las generalidades. En los pueblos donde sus gobiernos actúan entre sombras, tratando siempre de manipular las verdades, surgen las más diversas versiones de los acontecimientos. Desde que la grave enfermedad del presidente Hugo Chávez se hizo evidente y, no hubo manera de seguirla ocultando, comenzó un manejo mediático sobre el asunto. Durante toda la enfermedad del presidente, el pueblo sentía que al menos no toda la verdad estaba siendo revelada. La terrible práctica del culto a la personalidad genera en los mandatarios y su entorno, un deseo por mantener una imagen de súper hombre, capaz de vencer terribles enfermedades, e incluso vencer la muerte y trascender. Varias versiones circularon en torno a la fecha y sitio de la muerte de Hugo Chávez. Valiéndose del hermetismo del poder, las personas que manejaron la información negaron toda posibilidad de acceso a la verdad. Inventaron las más burdas situaciones, recuperaciones, traslados, fotos con familiares, reuniones de trabajo, nunca creíbles por la razón más básica y sencilla, el presidente nunca volvió a aparecer ¨vivo¨. Hasta la fecha, hora y locación que decidieron mostrar 3 Edmundo Villafañe Duarte el deceso del mandatario, el pueblo, seguidor o detractor, sintió siempre que ¨algo¨ no terminaba de encajar con la verdad. El imaginario popular tejió así sus propias versiones, decenas de posibles acontecimientos y desenlaces surgieron por doquier, incluyendo la plasmada en el espíritu de esta novela, todas a la espera de algún día poder saber la verdad… 4 La muerte del último caudillo 1 Timothy y Susan Bancroft se habían alojado en el Caracas Hilton, para ese entonces, el mejor hotel cinco estrellas de la ciudad, ubicado estratégicamente sobre la avenida Bolívar, lo que le daba cercanía a las dependencias gubernamentales, facilitando a Timothy las diligencias que realizaría en esos escasos días antes de regresar a Atlanta. Era la última parada antes de volver a casa, después del largo periplo, que por negocios, los había llevado hasta el extremo oriental de la Federación Rusa, a la republica de Sajá, permaneciendo en Yakutsk durante casi dos meses, para luego instalarse por los siguientes tres meses en Zaire, llamada años más tarde 5 Edmundo Villafañe Duarte République Démocratique du Congo. Para aquel momento y, a pesar de ser la RDC el segundo país del continente africano de mayor extensión, después de Argelia, paradójicamente también era el más pobre. Sin embargo Timothy, desde hacía varios años, había sabido aprovechar su sistema de gobierno perfectamente, lo había financiado y ayudado a mantenerse a cambio de privilegios y concesiones para la extracción. Parte de su inmensa fortuna provenía de la comercialización minera de Zaire. Los diamantes de esa zona eran los mejores del mundo, pero su cristalina transparencia no traslucía la crueldad, que por su explotación se generaba. La inestabilidad y las rebeliones que asolaron al Congo hasta 1965 culminaron con la toma del poder por parte del Teniente General Mobutu Sese Seko, entonces Comandante en Jefe del Ejército congoleño. Mobutu se autoproclamó presidente por cinco años y en 1970 consolidó su poder al ser elegido presidente sin oposición. En 1971 se adoptó el nuevo nombre del Estado, con la proclamación oficial de la denominación República de Zaire. Gobernaba con absoluta mano de hierro, mientras su población se sumía en amarga pobreza, con carencia de las más mínimas necesidades humanas. Desde 1965, Mobutu Sese Seko dominó la vida política de Zaire, cambiando la organización del estado en más de una ocasión, dándose el título de "Padre de la Nación". Cualquier discusión de la estructura política del Zaire y sus procesos debía estar fundada en el conocimiento del hombre que dio literalmente al país su nombre. Mobutu se refirió con frecuencia a su origen humilde como el hijo de un cocinero, y del renombrado tío de su padre, un guerrero de la aldea de Gbadolite. Además de su nombre oficial, Mobutu tomó también el nombre de su tío abuelo, Sese Seko Nkuku wa za Banga, el "guerrero que todo lo conquista, que va de triunfo 6 La muerte del último caudillo en triunfo". Cuando, bajo la "política de autenticidad" de comienzos de los años setenta, los zaireños fueron obligados a adoptar los nombres "auténticos", Mobutu dejó de llamarse Joseph-Désiré Mobutu llegando a cambiarse el nombre en varias ocasiones, como Mobutu Sese Seko Nkuku Ngbendu wa Za Banga o, más comúnmente, Mobutu Sese Seko. Mobutu, que había completado sus cuatro años de escuela primaria en Léopoldville, tardó siete años más para alcanzar el nivel secundario, en diferentes escuelas. Tuvo frecuentes conflictos con los misioneros católicos que le educaron, y en 1950, a los diecinueve años, fue expulsado definitivamente. Estuvo unos siete años reclutado en la Force Publique. El servicio militar fue crucial en la formación de la carrera de Mobutu. A diferencia de muchos reclutas, él hablaba perfectamente el francés, y rápidamente obtuvo un trabajo de oficina. En noviembre 1950, fue enviado a la escuela de suboficiales, donde llegó a conocer a muchos miembros de la generación militar quienes asumirían el control del ejército después de la salida de los oficiales belgas en 1960. Cuando se retira, en 1956, Mobutu, había subido al rango de sargento mayor, el rango más alto del ejército congoleño; también había comenzado a escribir artículos periodísticos bajo un seudónimo. Volvió a la vida civil cuando la descolonización comenzaba a parecer posible. Sus artículos periodísticos habían atraído la atención de Pierre Davister, un redactor belga del periódico de Léopoldville, The Future. En aquel entonces, un patrocinador europeo era de enorme importancia para un congoleño ambicioso; bajo la tutela de Davister, Mobutu llegó a ser un escritor de editoriales para el nuevo semanario africano Actualités Africaines. Davister le proporcionaría luego valiosos servicios dando favorables influencias al régimen de Mobutu como redactor de su propia revista belga, Spécial. 7 Edmundo Villafañe Duarte Su olfato de comerciante inescrupuloso y, sus contactos estratégicos, le habían indicado a Timothy, que en el rico y petrolero país del norte de Suramérica donde se encontraba ahora, Venezuela, se estaban produciendo movimientos subversivos, del tipo que a él le gustaban y de los cuales conocía perfectamente las entrañas. Militares mediocres, e insatisfechos con el sistema meritocrático, con ínfulas enfermizas de pretender ser los salvadores de la patria, ambiciosos y con inmensas ansias de poder, siguiendo patrones insepultos de dictadores de otrora brotados en el subcontinente americano y el africano. A Timothy Bancroft, le gustaba financiar este tipo de movimientos, pues posteriormente, una vez el gobierno dictatorial instalado, él ejercía una influencia y poder tan grande, que económicamente le producía pingues ganancias en sus negocios, cualquiera que estos fueran, no por azar era conocido como “Big Doggy” o “El Perro Mayor”, seguramente por ser además, un “Perro de la guerra”. Bajo la información de que en pocos días se produciría en Venezuela, ciertos acontecimientos que cambiarían el destino de ese país, antes de regresar a casa, decidió estar presente, para ser uno de los primeros “amigos” del nuevo gobernante, en este caso, se trataba de un Teniente Coronel del ejército llamado Hugo Chávez. Estos gobiernos le eran especialmente apetecibles por tres principales razones; Uno, las decisiones son rápidas y personalísimas. Dos, los montos en dinero no tienen regateo y se reciben muy pronto por no tener controles de ningún tipo o los controles suelen ser someros y amañados y, en tercer lugar, los dictadores necesitan siempre de proveedores “confiables”, por eso buscan y le son fieles a esos filibusteros. Susan, por su lado se encontraba agotada por el largo viaje, también por las incomodidades propias de estar viviendo en 8 La muerte del último caudillo hoteles. Estaba desesperada por llegar a casa, para de inmediato hacerse chequeos médicos, pendientes durante varios meses, debido a su avanzado embarazo. Por hacer el viaje que comenzó hacía ya, poco más de cinco meses, con su marido, no se había percatado de sus dos meses de gestación al momento de la partida. Para la fecha, ya debía tener mínimo siete meses según sus cuentas, pues nunca quiso hacerse chequeos en África, prefiriendo esperar hasta llegar a Estados Unidos. Bastante había sufrido aquellos meses, no abandonando a su marido ante la promesa de éste, de finiquitar pronto los negocios y regresar a su país. Fue así como, después de África y, creyendo ella que ahora si irían directo, él cambio el itinerario y fueron a parar a Caracas el tercer día de febrero de 1.992. Ya instalados en la habitación viendo un canal de noticias, se enteró Susan, que ese día regresaba al país el presidente de esa república. << Procedente de Davos, Suiza, luego de participar en el Foro Económico Mundial, hoy regresa al país el presidente Carlos Andrés Pérez >> Abría la nota el conductor del noticiero. Se imaginó ella que ese era el motivo de la presencia de su marido, con tanta urgencia en ese país y restando importancia a sus aquejas de salud. ─ ¿Es por ese señor que hemos venido hasta acá? – preguntaba ella muy afligida y preocupada. ─ Si, digamos que si –respondió muy parco, como siempre. No le gustaba dar detalles de sus negocios o actividades a su mujer, ni a nadie. ─ ¿Y cuándo te verás con él? Digo, para saber en cuanto tiempo nos vamos. ─ Esta noche. Esta noche me veo con sus colaboradores y… Bueno mañana con el presidente. Luego nos podemos ir. 9