un rincón de paz luminoso y alegre

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LA FAMILIA
UN RINCÓN DE PAZ LUMINOSO Y ALEGRE
.
S
eamos sinceros: la familia unida es lo normal.
Hay roces, diferencias... Pero esto son cosas corrientes, que
hasta cierto punto contribuyen incluso a dar su sal a nuestros días.
Son insignificancias, que el tiempo supera siempre: luego queda
sólo lo estable, que es el amor, un amor verdadero -hecho de sacrificio- y nunca fingido, que lleva a preocuparse unos de otros, a adivinar un pequeño problema y su solución más delicada.
(San Josemaría, Conversaciones n. 101)
V
erdaderamente es infinita la ternura de Nuestro Señor.
Mirad con qué delicadeza trata a sus hijos.
Ha hecho del matrimonio un vínculo santo, imagen de la unión
de Cristo con su Iglesia, un gran sacramento en el que se funda la
familia cristiana, que ha de ser, con la gracia de Dios, un ambiente
de paz y de concordia, escuela de santidad.
Los padres son cooperadores de Dios. De ahí arranca el amable
deber de veneración, que corresponde a los hijos. Con razón, el
cuarto mandamiento puede llamarse -lo escribí hace tantos añosdulcísimo precepto del decálogo.
Si se vive el matrimonio como Dios quiere, santamente, el hogar será un rincón de paz, luminoso y alegre.
(cfr. Es Cristo que pasa, n. 78)
5o DOMINGO DE PASCUA, 3 DE MAYO DE 2015
CONOCER Y AMAR A JESUCRISTO
¡Quédate con nosotros, Señor!
J
esús camina junto a aquellos dos hombres, que
han perdido casi toda esperanza, de modo que la vida comienza a parecerles sin sentido. Comprende su dolor, penetra en su corazón, les comunica algo de la vida que habita
en El.
Cuando, al llegar a aquella
aldea (Emaús), Jesús hace
ademán de seguir adelante, los
dos discípulos le detienen, y
casi le fuerzan a quedarse con
ellos.
Le reconocen luego al partir
el pan: El Señor, exclaman, ha
estado con nosotros. Entonces
se dijeron uno a otro: ¿No es
verdad que sentíamos abrasarse
nuestro corazón, mientras nos hablaba por el camino, y nos explicaba las Escrituras? (Lc 24, 32).
Cada cristiano debe hacer
presente a Cristo entre los
hombres; debe obrar de tal
manera que quienes le traten
perciben el bonus odor Christi
(cfr. II Cor 2, 15), el buen olor
de Cristo; debe actuar de modo que, a través de las acciones del discípulo, pueda descubrirse el rostro del Maestro.
El cristiano se sabe injertado
en Cristo por el Bautismo; habilitado a luchar por Cristo,
por la Confirmación; llamado
a obrar en el mundo por la
participación en la función
real, profética y sacerdotal de
Cristo; hecho una sola cosa
con Cristo por la Eucaristía,
sacramento de la unidad y del
amor.
Por eso, como Cristo, ha de
vivir de cara a los demás hombres, mirando con amor a todos y a cada uno de los que le
rodean, y a la humanidad entera. (San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 105)
PRÁCTICAS DE VIDA CRISTIANA
DEVOCIONES QUE FORTALECEN
TEMAS DE DOCTRINA CRISTIANA
LOS SÍMBOLOS DE LA FE
El Credo “Niceno-Constantinopolitano”
BEATA MARÍA DE SAN JOSÉ (7 MAYO)
Nació en Choroní, Estado Aragua. Murió el 1967.
Juan Pablo II la beatificó en 1995.
Su cuerpo incorrupto está en Maracay.
Ayudó niños necesitados y ancianos pobres con tuberculosis y otras
enfermedades incurables.
D
ORACIÓN
ios Padre nuestro, te damos gracias por los dones con que te
dignaste adornar a la Beata María de San José.
Concédenos imitarla en la humilde aceptación de tu voluntad, en
el ardiente amor a Jesús Sacramentado y en la entrega sin límites a
los más desvalidos.
Dígnate otorgarnos su pronta canonización y la gracia que por su
intercesión te pedimos. Por Jesucristo tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo. Amén.
Padrenuestro. Avemaría y Gloria.
LA ORACIÓN DE SAN ÁNDRÉS
¡Oh Cruz buena,
que fuiste embellecida por los
miembros del Señor, tantas
veces deseada, solícitamente querida,
buscada sin descanso y con ardiente deseo preparada!
Recíbeme de entre los hombres y
llévame junto a mi Maestro
para que por ti me reciba, Aquel que me redimió por ti muriendo.
Amén.
Los símbolos de la fe, también llamados “profesiones de
fe” o “Credos” son fórmulas
articuladas con que la Iglesia
desde sus orígenes, ha expresado sintéticamente la propia fe,
y la ha transmitido con un lenguaje común y normativo para
todos los fieles. (Compendio, n. 33)
El Credo NicenoConstantinopolitano
Es uno de los símbolos de la
fe más importantes, fruto de
los dos primeros Concilios
Ecuménicos de Nicea (325) y
de Constantinopla (381), y que
sigue siendo aún hoy el símbolo común a todas las grandes
Iglesias de Oriente y de Occidente. (Compendio, n. 35) .
Y rezamos así:
Creo en un solo Dios, Padre
Todopoderoso, Creador del cielo y
de la tierra, de todo lo visible y lo
invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del
Padre antes de todos los siglos: Dios
de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado,
no creado, de la misma naturaleza
del Padre, por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres, y por
nuestra salvación bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo se
encarnó de María, la Virgen, y se
hizo hombre; y por nuestra causa
fue crucificado en tiempos de Poncio
Pilato; padeció y fue sepultado, y
resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de
nuevo vendrá con gloria para juzgar
a vivos y muertos, y su reino no
tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor
y dador de vida, que procede del
Padre y del Hijo, que con el Padre y
el Hijo recibe una misma adoración
y gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una,
santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los
muertos y la vida del mundo futuro. Amén
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