Rio+20 y la construcción de ciudades sustentables Contexto El mundo se está urbanizando rápidamente. Actualmente más de la mitad de la población mundial vive en ciudades. En Brasil, se trata del 85% de la población. Esta transformación demográfica altera profundamente el modo en que el mundo se gobierna. Ya no somos poblaciones rurales dispersas con capacidad de decisión política, económica y social apenas en las capitales. El propio mundo rural, hoy en día, se encuentra articulado con las ciudades regionales y locales. Las ciudades, con su entorno rural, se tornaron las unidades básicas de gestión del territorio y de la sociedad. Rio+20 no será una conferencia más de proclamación de metas planetarias. Estas están suficientemente definidas en la agenda XXI cuyos aportes deben ser aprovechados, en la Carta de la Tierra, en las Metas del Milenio, y tantos otros documentos. Los avances impresionantes de los últimos años en nuestra capacidad de organizar y proporcionar las estadísticas del planeta posibilitan la representación de las amenazas que se acumulan. El desafío de Río+20, ya no está en la búsqueda de objetivos, y si en la definición de los procesos de decisión de su aplicación. El hecho más significativo que condiciona la implementación de las políticas es la virtual inexistencia de mecanismos multilaterales de gestión. Siglas como FMI, BM, OMC continúan sin dudas significativas, pero simplemente no están a la altura. La propia ONU, socia indispensable de los cambios, se encuentra profundamente fragilizada. La impotencia planetaria frente a la crisis financiera sólo refuerza esta comprensión. Los problemas son planetarios, pero la gestión que tenemos, nos guste o no, está fragmentada en los 193 gobiernos de estados realmente existentes. Es la gobernanza que tenemos, y por lo tanto las grandes políticas deberán traducirse en planes nacionales de desarrollo sustentable. De esta manera, la conferencia que se prepara, más que reafirmar o actualizar compromisos globales, deberá marcar el camino para que los gobiernos presenten sus formas diferenciadas de respuesta a los desafíos. Las políticas nacionales, a su vez, tendrán que apoyarse en las ciudades. Al evolucionar del “qué hacer?” al “Cómo hacer?”, las ciudades pasan a desempeñar un papel especial. Básicamente, es en este nivel que las poblaciones pueden participar de manera organizada de la resolución de sus problemas, de la construcción de calidad de vida, según los desafíos concretos que enfrentan. Los desafíos pueden ser planetarios, y las políticas precisan ser nacionales, pero las realizaciones deben al fin y al cabo cambiar los equilibrios ambientales y la calidad de vida en los locales donde las poblaciones pueden organizarse en torno a sus objetivos. El tradicional “triple bottom line” de la sociedad económicamente viable, socialmente justa y ambientalmente sustentable precisa claramente ser complementado por la dimensión democrática y participativa de la implementación. La dimensión democrática y participativa forma parte tanto del derecho de las personas de construir socialmente su destino, como es condición para la implementación eficiente. La ciudad, con su entorno rural, constituye en este sentido el espacio por excelencia del proceso democrático de decisión. Es el nivel dónde las personas enfrentan desafíos comunes, pueden conocerse unas a las otras, reunirse, asegurar la eficiencia de los programas nacionales. Es donde las personas conocen mejor la situación, y pueden organizar las indispensables colaboraciones entre iniciativas públicas, empresas, sindicatos, organizaciones de la sociedad civil. Décadas de 2 proyectos mal sucedidos nos enseñaron que la apropiación de las políticas por las poblaciones interesadas constituye el principal factor de su éxito. Para que existan de verdad, las transformaciones que el planeta exige precisan enraizarse en las condiciones de vida de las personas. Se ha dado demasiada atención a la dimensión global de los desafíos, e insuficiente al nivel donde son efectivamente implementadas. En cada ciudad encontramos situaciones de pobreza crítica, y los programas sociales correspondientes precisan identificar cada familia, con dirección concreta, así como el análisis de las situaciones diferenciadas y de las medidas necesarias. Las políticas de saneamiento básico, de destino final de residuos sólidos, de recuperación de suelos, de democratización de acceso a las políticas sociales, de articulación de la ciudad con su cinturón verde, de construcción sustentable, de arborización, de seguridad, de comunicación local, de movilidad, de educación ambiental y tantas otras pasan, inevitablemente, por políticas locales integradas. Las personas quieren vivir mejor. Movilizar el deseo de las comunidades por una vida mejor es esencial para que las políticas de sustentabilidad tengan peso y profundidad. Estamos entrando en el mundo conectado. Casi todas las ciudades del mundo están conectadas con el planeta por internet, o estarán en el transcurso de esta década. Esto significa que la gestión de la sustentabilidad ya no se limita a las pirámides verticales de autoridad. Ciudades en red están aprendiendo unas con las otras, consorcios intermunicipales, comités de bacías hidrográficas, redes de municipios con vocaciones semejantes o complementares se están organizando en los países y en el plano internacional. Con la conectividad actual, ya no se discute sobre municipios más o menos viables, pues la viabilidad económica depende directamente de las articulaciones que se forman. La multiplicidad de los poderes locales en el planeta no constituye un problema, sino una oportunidad de generar un proceso colaborativo planetario de territorios articulados. Las ciudades constituyen la unidad básica de gestión social y el eslabón clave de la articulación política. En inúmeros países, los alcaldes se están organizando en redes, federaciones, entidades regionales, nacionales e internaciones. Constituyen un interlocutor esencial para la definición de las políticas concretas a ser implementadas. Su participación efectiva en la Conferencia a través de formas concretas de representación – gubernamental y no gubernamental – es esencial para que los desafíos que se manifiestan en el nivel final de la implementación de las políticas surjan en las discusiones y en las decisiones finales. Propuestas para la ONU La ONU y los gobiernos nacionales deben promover políticas de financiamiento descentralizado y derecho a los poderes locales para proyectos de sustentabilidad; La ONU y los gobiernos nacionales deben fortalecer la representación de las autoridades locales en el conjunto del sistema multilateral de decisión; Fortalecer, en el cuadro de las Naciones Unidas y en una visión ampliada de la función de Habitat, la organización de un sistema facilitador de intercambio científico y tecnológico buscando el aprendizaje de las ciudades, unas con las otras, en la construcción de políticas de sustentabilidad; 3 La ONU debe orientar la dinamización de políticas nacionales y regionales de formación de cuadros en desarrollo local integrado y sustentable; La ONU debe adoptar (y apoyar su implementación en escala mundial) sistemas locales de indicadores sociales, ambientales, políticos, económicos y culturales que midan la calidad de vida en las ciudades, permitiendo a las poblaciones locales participar y evaluar las políticas de sustentabilidad implementadas; La ONU debe apoyar los sistemas locales de información y comunicación, hoy aplastados por los oligopolios de nivel nacional y mundial: una ciudadanía informada es esencial para la construcción de un proceso sustentable de desarrollo. Propuestas para los gobiernos I – Gestión estratégica de la ocupación del territorio buscando un uso sustentable de los recursos naturales y garantía de calidad de vida para todos los seres humanos. II – Reconocer diferentes modos de vida existentes en el territorio y crear políticas para valorizar esa diversidad. III – Actuar fuertemente en la adaptación a los cambios climáticos con foco en la disminución de la vulnerabilidad y daños. IV - Políticas de derecho a la ciudad sustentable y democrática Evolución de políticas sectoriales de derecho a la vivienda para políticas de derecho a la ciudad (“construir barrios y ciudades, y no apenas casas”), aliadas con la eliminación de la pobreza, promoción de la inclusión social, disminución de las desigualdades e incentivo a la innovación (tecnológica, de gestión y de gobernanza participativa en las ciudades) V - Construir Ciudades sustentables y democráticas: Inducir la formulación de políticas de desarrollo urbano que tengan el derecho a la ciudad, la sustentabilidad y la democracia como valores centrales; Incentivo a la formación de sistemas integrados de ciudades, en las escalas nacional, regional y municipal; Implantar sistema de indicadores sociales, ambientales, económicos, políticos y culturales para medir la calidad de vida, garantir la transparencia de las informaciones públicas y proporcionar el monitoramiento de la sociedad sobre las políticas públicas; Instituir legislación que establezca Planes de Metas para cada gestión, basados en indicadores y articulados a los Planes Directores, en todos los municipios. Crear e implantar políticas para los diferentes tipos de ciudades, particularidades y formas de ocupación existentes en el territorio; Fomentar la instalación de estructuras participativas de gobernanza metropolitanas y de revitalización de los centros urbanos; Garantir amplio acceso a la educación y a la cultura para niños, adolescentes y jóvenes, promoviendo la formación profesional, el desarrollo personal y la 4 capacidad de reflexión sobre los valores que orientan la vida en sociedad con preservación y recuperación de la naturaleza; Promover la integración y articulación de políticas de habitación, saneamiento, movilidad, adaptación al cambio climático, protección de fuentes de agua dulce, promoción del desarrollo y del bien-estar humano; Articular el acceso al saneamiento básico a las acciones de superación del déficit de vivienda y la promoción de salud. Implementar políticas nacionales de regularización urbanística y de tierras, así como la urbanización de favelas y otras formas de ocupaciones. Mejorar los mecanismos de financiamiento, subsidios y acuerdos institucionales para cubrir déficits y garantizar la inclusión y acceso a ciudades saludables. Crear políticas de acceso a agua potable y protección de las fuentes de agua dulce para abastecimiento, incorporando la salud humana, la calidad del agua y el uso sustentable como valores centrales en la cadena de producción del agua para suministro; Ampliar el tratamiento, disposición y reutilización de residuos industriales e inertes, con atención especial en las ciudades con procesos acelerados de crecimiento y expansión y residuos provenientes de las construcción civil; Implantar programas estructurados de colecta selectiva y reciclaje, buscando el desarrollo de su cadena de producción con la inclusión de los recicladores (cartoneros) y cooperativas. Orientar y estructurar el crecimiento y movilidad en las ciudades, buscando sistemas adecuados a los diferentes tamaños y tipos de ciudades existentes en el territorio. Incentivar la bicicleta como medio de transporte y crear condiciones para su uso seguro (bici-sendas, ciclovías, conexiones intermodales); Descentralizar la gestión energética y promover el establecimiento de directrices y legislación local que incentive la utilización de energías renovables y las ganancias progresivas de eficiencia energética; Desarrollar políticas para la substitución de la matriz energética basada en el petróleo, incentivar la adopción de los combustibles más limpios, priorizar el transporte público en el sistema viario de las ciudades y establecer límites de emisiones de contaminantes según la Organización Mundial de la Salud. Dar amplia visibilidad a las buenas prácticas de sustentabilidad urbana ya implementadas en las más diversas áreas en muchas ciudades del mundo, promoviendo la socialización de las experiencias, tecnologías y procesos para todas las ciudades del planeta. Esta propuesta conto con la colaboración de: Prof. Ladislau Dowbor ( Núcleo de Estudos do Futuro- PUC-SP) Mauricio Broinizi Pereira ( Rede Nossa São Paulo ) Marussia Whately ( Instituto Democracia e Sustentabilidade) Cícero Yagi ( Rede Nossa São Paulo )