PAREJA Y FAMILIA - Libros del Padre Aguirre

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JUAN A. AGUIRRE R.
PAREJA Y FAMILIA
COMO CONSTRUIR SU RELACION, HOY
E D I C I O N E S PAU L I N A S
PAREJA Y FAMILIA
COMO CONSTRUIR SU RELACION, HOY
Colección
FAMILIA
1.
La familia formadora de personas
Sergio Cerna
2.
La experiencia de Dios en la familia
Wilson J. Sperandio
3.
Así crecen los hijos
Franz J. Maringgele
4.
Una vida de esperanza
Sergio Cerna
5.
Matrimonio comunidad de amor
Antonio Carlos Hualde y Equipo “Aucal”
6.
Pareja y familia:
Cómo construir su relación, hoy
Juan A. Aguirre R.
7.
El amor y la relación de pareja
Para novios y recién casados
Juan A. Aguirre R.
8.
Aprender a amar en pareja
Ranold J. Blank
9.
Amor y sexo en el matrimonio
Nilton G. Machado
10.
La Reunión familiar,
Una propuestas exitosa
Juan A. Aguirre R.
© EDICIONES PAULINAS
Vic. Mackenna 10.777, La Florida (Stgo.),Chile 2ª edición - Abril de 1991
Inscripción: Nº65.325
Impresor: TALLERES GRAFICOS
Pía Sociedad de San Pablo
Impreso en Chile - Printed in Chile
JUAN A. AGUIRRE R.
Psicólogo
Pareja y familia:
Cómo construir su relación, hoy
E D I C I O N E S PA U L I N A S
A mis padres y hermanos,
con quienes experimenté
el calor y el apoyo de la familia.
Introducción
La segunda mitad del siglo XX ha sido un caminar
rápido de la historia.
El mundo, la sociedad, las ciencias han evolucionado
rápidamente y esto ha repercutido en las costumbres, las
culturas, los valores de la humanidad. Un niño que nació
en 1950, hoy es un hombre de 36 años que ha vivido un
mundo con características muy peculiares. Sus padres, en
términos de promedios, habían nacido y se habían criado
en un mundo muy diferente: en tiempos de dos guerras
mundiales, antes de la penicilina y los antibióticos, antes
del Concilio Vaticano II, etc. Culturalmente, les tocó vivir
en una tónica repetitiva; familiarmente, en una tónica autoritaria; religiosamente, a un nivel de ritos y conceptos;
en salud, en impotencia frente a muchas enfermedades.
Los padres de los hijos nacidos en la segunda mitad
del siglo XX hoy día viven los cincuenta años. Ellos al entrar en la vida adulta, al asumir las responsabilidades del
adulto lo hicieron con una postura personal muy peculiar:
nada más de disciplina, nada más de verticalidad en el
hogar, nada más de tabúes sexuales, etc.
Libertad, participación, información, todo sin fronteras, será lo propio de los hijos de la segunda mitad del
siglo XX porque la vida tiende a ser pendular y los padres
sienten haber vivido en el otro extremo, haber sido hijos
del autoritarismo familiar, haber sido hijos de todo tipo de
restricciones, de disciplinas.
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De los años cincuenta en adelante se piensa que a los
hijos hay que dejarlos que se críen felices (entiéndase que
tengan permisos, ropas, juguetes, diversiones a destajo, corresponda o no a las posibilidades reales de los padres).
Esos adolescentes, esos jóvenes deben ser felices (entiéndase
que se liberen del núcleo familiar cuando lo deseen, que experimenten la vida, los placeres, cuando lo deseen, que no
les pesen los horarios, ni las responsabilidades...). Los nuevos hogares que se han formado, en esta segunda mitad del
siglo, son hogares cuyos miembros, en general, no tienen
nada claro como modelo familiar: los roles de esposos, de
padres, de hijos son difusos, sin contornos determinados.
Estos rápidos antecedentes históricos permiten, en
parte, comprender la cruda realidad en una mayoría de familias de la década del ochenta: el núcleo de la sociedad está en crisis.
Las estadísticas a nivel de divorcio, separaciones, tratamientos psiquiátricos y psicológicos de parejas, consultas
en Consejerías Matrimoniales, asistencia por salud mental
a niños en Colegios y Hospitales, etc., muestran que el
sistema familiar está en crisis. La institución familiar
subsis-te, pero son numerosos los hogares doloridos;
son numerosas las familias desorganizadas; son significativamente numerosos los hogares donde falta, porque se excluyó voluntariamente, el padre o la madre.
En los hogares que aún cuentan con todos los miembros, la relación de esposos, la relación de padres e hijos, la
relación de hermanos no está creciendo, y si no crece hay
síntomas diversos de malestar. Estos síntomas van desde la
infidelidad entre esposos, pasando por la incomunicación
de padres e hijos. hasta el desconocimiento, la indiferencia
entre hermanos. Todo esto en un mundo de cefaleas, hiper -
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tensiones, angustias difusas, insomnios, etc., etc. Cada
miembro de la familia está pagando, a su modo, el precio
de la crisis. La sociedad también paga en horas laborales,
horas de atención de salud, cuota de agresividad, descomposición de la base del tejido social el precio de la crisis.
En una palabra, hay que decir que, dado que el hogar funciona mal, la sociedad entera está pagando un alto
precio. En efecto, si los ciudadanos no tienen un espacio
natural agradable donde rehacerse profundamente del desgaste que implica la vida (“Ganarás el pan con el sudor
de tu frente”, Gén 3, 17), las personas y con ellas la sociedad se van desgastando. La vida tiende a superarse cada
día, pero si el hombre no cuida el desarrollo de la vida ésta, a su vez, va acusando heridas, lagunas, etc. Miremos
los contrastes que presenta la humanidad y veremos cuánta verdad hay en lo que estamos diciendo: las conquistas
espaciales -el hambre de Etiopía; el avance de la bioquímica- las acciones terroristas anunciadas por los periódicos, etc.
Esta crisis está patente en las sociedades del mundo
occidental; sin embargo, aún no aparece claramente un nuevo modelo familiar. El sistema familiar está en crisis... Se
avecina el siglo XXI y no se ven muchas pistas de estilos
positivos nuevos de vida familiar; alternativas para los adultos cansados y los jóvenes desesperanzados.
Por esto, cualquier aporte, aunque sea un granito
de arena, las generaciones del siglo XXI lo agradecerán.
Así lo esperamos.
EL AUTOR
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Primera Parte
La familia,
mirando el mañana
...si quieres caminar, aprende a sacar las
piedras del camino...
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10
Hombre-Mujer
- Busca tu pareja...
- Si la encuentras, cuídala.
- El amor crecerá, los hijos participarán de ese amor
y desde el amor de pareja, el hombre y la mujer irán
descubriendo la vida, según los momentos; y desde el
amor, los padres y los hijos irán descubriendo las
distancias y las presencias necesarias para crecer; y
desde el amor los hermanos sentirán que “la unión
hace la fuerza”.
En la vida existe la mujer; en la vida existe el hombre...
¿Qué hacer con el hombre y la mujer?
Son muchas las teorías presentadas, formal o implícitamente, en los libros o en las costumbres de los pueblos,
acerca de la realidad hombre, de la realidad mujer, de la
realidad relación de pareja hombre-mujer.
En la Biblia leemos: “No es bueno que el hombre esté
solo” (Gén 2, 18).
Por sobre las teorías, los creyentes judíos, cristianos
y católicos sabemos que en la vida, lo común, lo habitual,
es que caminen juntos por la vida un hombre y una mujer
unidos como pareja.
Hechos a imagen y semejanza de Dios (Gén 1, 26) el
hombre y la mujer juntos reflejan mejor la totalidad de Dios;
el hombre y la mujer, integrando sus cualidades diversas,
reflejan mejor la plenitud de Dios. Dios se refleja a nivel de
las personas en la pluralidad mujer-hombre.
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Si Dios está expresado en su “deidad” en la comunidad
hombre-mujer, la vida de éstos para que sea una vida fluida, de relación, como la vida de Dios, necesita, en las diversas situaciones de la vida, la presencia de uno y de otro.
Hombres solteros, hombres casados, mujeres en pareja, mujeres sin pareja, ¿qué es más fácil, qué es más económicamente rentable, qué compromete menos? Son muchas
las preguntas que un joven o una joven pueden hacerse.
Puede responder un hombre adulto biológico: ingeniero,
historiador, antropólogo, etc., su respuesta ciertamente es
valiosa, pero la respuesta más total, más profunda, porque
es la respuesta de Dios a la pregunta de los hombres, es que
“no es bueno que el hombre viva solo”, no es bueno que la
mujer experimente la vida sola: La vida para acogerla, para
gustarla, para cuidarla bien necesita a un hombre y a una
mujer caminando juntos, en forma permanente, en forma
estable (Gén 2, 24; Mt 19, 6).
Cuando hay que reír, es mejor que ría un hombre y
una mujer esposos; cuando hay que llorar, lloran mejor una
mujer y un hombre juntos; cuando hay que caminar, caminan libres por la vida un hombre y una mujer que se
acompañan. Lo económico, la libertad, la mañana, los hijos, la risa, el cansancio, la vida se puede acoger mejor, se
puede gustar mejor, se puede hacer crecer mejor cuando un
hombre y una mujer caminan juntos; cuando un hombre y
una mujer lo experimentan desde la realidad que llamamos
pareja.
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CUESTIONARIO
Es un hecho que existen diferencias de sexo. En más de una
oportunidad tú te has preguntado por qué existe el hombre,
por qué existe la mujer. ¿Cuál ha sido hasta ahora tu respuesta?
Los sexos se expresan externamente por la diferencia de los
2.
genitales. En los genitales nosotros vemos, generalmente, la
base de la procreación. ¿Sientes tú que la diferencia de sexos
sólo dice relación a diferencia de genitales, sólo dice relación a posibilidad de procreación humana?
Para que un hombre y una mujer puedan alegres acoger,
3.
gustar, cuidar bien la vida, ¿tú los ves caminando juntos en
forma permanente, en forma estable o sólo ocasionalmente
juntos?
Si eres hombre adulto, ¿qué ha significado en tu vida la pre4.
sencia de tu esposa?
Si eres un joven no casado, pregunta a un hombre adulto
4.1.
casado qué ha significado en su vida la presencia de su esposa.
Si eres mujer adulta, ¿qué ha significado en tu vida la pre5.
sencia de tu esposo?
5.1. Si eres una joven no casada, pregunta a una mujer adulta
casada qué ha significado en su vida la presencia de su esposo.
1.
13
Cada persona, proyecto individual
- Todo amanecer es hermoso, porque cada mañana es
diferente a la anterior.
- Todo durazno es sabroso, porque cada durazno sabe
diferente.
- Toda canción es hermosa, porque es la vida hecha
canción.
- Toda plegaria es alimento, porque el Padre da lo que
el hijo necesita.
- Toda persona es importante porque cada persona es
original, es única.
Nacemos en una familia, pero somos hijos de la vida
y, según los creyentes, somos hijos de Dios (Gén 1, 26).
Cada persona tiene su propia existencia, corresponde
al plan de Dios individualmente y tiene su propio valer,
su propia misión. Cada persona es un proyecto individual.
Es miembro de una familia, pero sobre todo es hijo de la
vida, hijo de Dios.
¿Cómo descubrir nuestra propia realidad? Cada individuo viene al mundo con una realidad biopsíquica determinada, en un momento histórico determinado, en un
ambiente familiar y nacional determinados, etc. Es el back
ground que le ha dado la vida...
Toca a cada persona buscar en sí y en lo que le rodea; toca a cada persona descubrir en sí y en lo que le rodea; toca a cada persona hacer crecer y madurar de acuerdo a lo que hay en él y según lo permita el mundo que le
rodea, hacer realidad el proyecto individual que significa
en cada persona el hermoso misterio de la vida.
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Esto es la base de la relación de cada persona consigo misma; de las relaciones de las personas entre sí; de la
relación de toda autoridad o gobierno con los subalternos o ciudadanos. Cada persona tiene un proyecto personal
que llevar a cabo y ese proyecto debe ser respetado por
cada cual en sí mismo y en los demás.
Hoy en nuestra sociedad existen dos grandes enemigos de que las personas sean lo que deben ser; hay dos
grandes enemigos que tratan de que las personas no logren, no manifiesten el verdadero, el propio rostro: la publicidad y los prejuicios.
En todas las personas están inscritas y tienden a manifestarse y ser realidad las pautas del proyecto original.
Sin embargo, la publicidad es una presión externa tan
fuerte que llega incluso a acallar la fuerza interna de las
personas.
El caminar, el reír, la elección de una carrera, el tipo
de pareja deseable, etc., hoy está manejado por la publicidad. La publicidad crea necesidades externas, de acuerdo
a los intereses de nuestra sociedad de consumo, en la mayoría de los casos, necesidades contrarias a las originales
en las personas. Sin embargo, las crea y las crea con tal
fuerza que acallan y dominan a las verdaderas necesidades
de las personas. El precio que finalmente pagan los individuos y las sociedades es, en parte, el mundo de las neurosis y psicosis de los tiempos modernos.
El otro gran enemigo del proyecto individual, es el
peso de los prejuicios culturales. Las culturas imponen muchos prejuicios que terminan acallando y sofocando hasta
casi matar el proyecto original en cada persona. Digamos
sólo algo del prejuicio relacionado con la “expresión de sentimientos”. Cada proyecto personal tiene un
ritmo interno único, singular. Tras el fluir sin trastorno
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de esa corriente única, singular, está garantizado el crecimiento, la producción y la creación de las personas. Sin
embargo, nuestro medio, a través de sus prejuicios culturales, nos lleva a evitar la expresión de nuestros sentimientos o a expresarlos por medios o modos que son inadecuados. Al enmascarar u ocultar lo que realmente sentimos o al fingir sentir lo que no sentimos estamos buscando la aceptación que nos impone la sociedad, no la
aceptación que necesitamos y deseamos realmente en forma personal.Como resultado de este proceso de enmascarar o de ocultar los sentimientos, se bloquea el proyecto
original, se bloquea el crecimiento individual.
Cada persona tiene un compromiso profundo consigo
misma: respetar su proyecto original.
Cada grupo tiene un compromiso profundo con cada
uno de sus integrantes: respetar el proyecto original en
cada uno de ellos.
El amor de pareja significa muchas cosas. En relación
al aspecto que estamos considerando significa que uno le
dice al otro: “cuenta conmigo”. “Quiero que seas persona, quiero que crezcas, que hagas realidad tu proyecto
personal de vida, por eso me siento bien junto a ti; cuando tú lo desees, cuenta conmigo”.
El amor de pareja es estar dispuesto a participar en
la construcción de la misión, de la vocación, del proyecto
de vida del otro y estar dispuesto a que el otro participe
en la construcción de mi misión, de mi vocación, de mi
proyecto de vida. Nuestro hogar seremos tú y yo; nuestro hogar tendrá tu rostro y mi rostro.
El amor de los padres hacia los hijos tiene esta misma postura: “hijo, tú tienes tu propio destino; hijo, la vida te llama por tus propios caminos; hijo, sigue tu destino, sigue tus caminos y, cada vez que lo necesites, pue-
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des contar conmigo”. Mientras más pequeño es el hijo, más
necesitará de sus padres; mientras va creciendo el hijo se
va ensanchando, va creciendo la distancia. Este amor de
padres, fundamentalmente, no significa estar presente en
el camino del hijo para que reciba lo que los padres quieran
darle, para que el hijo haga realidad el rostro que los padres
no tuvieron y cuya realidad aún no han asumido.
El amor de padres para que sea adecuado debe ser
un amor diferente para cada hijo; es una presencia diferente en la vida de cada uno de ellos porque cada uno tiene un camino propio, un proyecto único que hacer realidad.
El amor de hermanos, el amor de amigos, etc., todo
amor, es presencia que acompaña para que el otro emerja,
para que el otro crezca, para que el otro madure según su
propio grito interior, según su propio ritmo, según su propia vocación.
CUESTIONARIO
1. El Apóstol Pablo habla del éxito de la sociedad, de los gru-
pos, de la familia. Este éxito supone una condición: las diversidades, las diferencias, respetadas como tales, deben unir-
se formando una totalidad, una organicidad, un cuerpo. Por
favor, que alguien de los presentes lea 1 Corintios, capítulo 12.
2.
¿Ves tú alguna diferencia, en la convivencia práctica, entre
el amor que acompaña y el amor que invade?
3.
El amor que acompaña, que hace crecer al otro, ¿crees tú que
es más fácil en la convivencia entre los esposos o entre los
padres y sus hijos?
4.
Comparte con tu grupo algún testimonio personal de una presencia amorosa que hayas sentido en tu vida claramente como apoyo de crecimiento y no como imposición o invasión.
17
Comunicación verbal y no-verbal
- Si quieres hablar, háblame porque quiero escucharte.
- Si no quieres hablar; calla porque te escucharé en el
silencio.
- Si alguna vez no sé expresarme no interpretes mi
error, sino mi cariño.
- Si alguna vez te hiero te doy permiso para que te
quejes porque yo, que no quise herirte, quiero sanar
tus heridas.
Toda convivencia está tejida de comunicaciones...La
comunicación verbal es una forma de comunicación y, sin
duda, no es la única ni la más importante en la convivencia familiar.
Existe también la comunicación no-verbal: la mirada,
el tono de voz, el gesto en la cara, la forma de moverse,
etc., etc. Ciertamente que en cantidad, la comunicación
no-verbal es mucho más numerosa y frecuente que la comunicación verbal; ciertamente que en calidad, el mensaje de los gestos, mirada, tono de voz, modo de caminar,
sentarse, etc., es un mensaje mucho más directo y significativo que el mensaje verbal.
La familia necesita una comunicación verbal franca,
directa... La convivencia familiar no puede organizarse,
mantenerse, no podemos esperar que sea sana si no hay
una comunicación verbal franca, directa. El silencio es
una manera de comunicarnos, pero no siempre el silencio es interpretado en su verdadero sentido y, con frecuencia, se presta para supuestos errados. Cuando los miembros de la familia entran en el mundo tenebroso de una
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“falsa” comunicación en base de supuestos, tarde o temprano, el ambiente familiar estará viciado de tal manera que
dificilmente podrán sobrevivir en él sus miembros. Esto es
igualmente válido para la relación entre los miembros de la
p a r eja c omo pa r a la r ela ción e nt r e pa d r e s e h ijos y entre hermanos. La comunicación verbal franca y directa hace crecer la relación, que asegura un acercamiento sano y una amistad profunda.
La comunicación verbal, para que sea recibida adecuadamente por el receptor, por aquel a quien va dirigida, debe ser en el emisor, en el que dirige el mensaje, congruente con la totalidad de la persona. Si las palabras dicen
“estoy contento”, pero la cara dice “estoy triste”, el receptor está recibiendo dos mensajes contradictorios y, en lugar de comunicar, desconcierta al receptor.
La comunicación verbal incongruente con el resto de
la persona emisora crea un ambiente de desconcierto, de
desconfianza, de inseguridad. A la larga neurotiza el ambiente familiar en cualquiera de sus niveles: entre esposos,
entre padres e hijos, entre hermanos.
La comunicación verbal y no-verbal, especialmente
en los jóvenes esposos es un hermoso desafío: se puede
aprender la comunicación franca y directa. Es cuestión
de conocerse personalmente, ver cuál es mi calidad como
emisor en la comunicación, conversar esta realidad con mi
pareja. Mi pareja conversa también su realidad. Ambos, sin juzgarnos, ambos tratando de acogernos nos comprometemos a ayudamos en el aprendizaje de una comunicación franca y directa. Comprometernos a ayudarnos
en este aprendizaje de comunicación significa que recíprocamente nos vamos a reforzar los buenos momentos, nos
vamos a gratificar los buenos momentos, y en los errores
sabremos damos una nueva oportunidad.
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Este aprendizaje iniciado al comienzo de la vida de
pareja es altamente promisorio en relación al ambiente de
comunicación familiar futuro integrados ya los hijos: cualquier logro de nivel de los esposos es camino positivo conquistado para los hijos. Aquí realmente se puede decir que
el modelo de comunicación de los padres será la escuela
del estilo de comunicación para los hijos.
Reglas de comunicación
(Walhlroos, Sven: La Comunicación en la Familia, Edit.
Diana, 1979, México).
Regla 1: Recuerde que las obras dicen más que las pala- bras; la comunicación no-verbal es más poderosa que
la verbal.
Regla 2: Definir lo que es importante y hacer hincapié
en ello; definir lo que no tiene importancia y pasar
lo por alto.
Regla 3: Sin dejar de ser realista, haga que su comunica-
ción sea lo más positiva posible.
Regla 4: Sea claro y específico en su comunicación.
Regla 5: Sea realista y razonable en sus afirmaciones.
Regla 6: Compruebe verbalmente todas sus suposiciones. Obtenga “luz verde” de su compañero(a) antes de
actuar.
Regla 7: Reconozca que cada suceso puede ser considerado desde diferentes puntos de vista.
Regla 8: Reconozca que los miembros de su familia son peritos en usted y su comportamiento.
Regla 9: No permita que las discusiones se transformen
en altercados destructivos.
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Regla 10: Manifieste sus sentimientos abiertamente y con sinceridad.
Regla 11: No utilice técnicas desleales de comunicación, no emprenda una “pelea sucia”.
CUESTIONARIO
1.
Recuerda un caso en el cual después de haber escuchado
atentamente no pudiste saber, finalmente, si lo que quiso decir tu interlocutor fue una cosa u otra. Recuérdalo y ponlo
en común.
2.
Recuerda un caso en que al relacionarte verbalmente con otra
persona te quedó clarísimo el mensaje que ella te comunicó
porque posee un estilo claro y directo. Recuérdalo y ponlo
en común.
3.
Recuerda algún caso en que quedaste perplejo, en que, no
pudiste registrar un mensaje definido de tu interlocutor, porque daba verbalmente un mensaje en contradicción con el
mensaje no-verbal que también daba en el mismo momento
a propósito del mismo tema o sujeto.
4.
Con mucho cariño, si alguien cree que puede decirlo en buena forma, que comunique a otro miembro del grupo su percepción de congruencia o incongruencia entre el mensaje verbal y no-verbal que le entrega.
5.Que cada miembro del grupo cuente un caso en que perso-
nalmente se sintió incongruente, no concordante, en su expresión verbal y su comunicación no-verbal.
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Lo real versus lo deseable
Empezar con manos y corazón palpitantes la
experiencia de vida compartida es la característica más propia de novios y jóvenes esposos. Porque
nos amamos, tú y yo pensamos, sentimos, planificamos lo personal y lo compartido en “óptimo”. Es que
nos proyectamos ahora en la vida con la sensación de
únicos, “inéditos” y así, sólo podemos esperar lo
mejor.
¡No podría ser de otra manera! La vida tiene
nostalgias de infinito, anhelos de inmensidad. Para
ti y para mí, ¿qué podría desear en salud, trabajo,
posibilidades, etc.? Obviamente que sólo cabe desearnos lo mejor.
Sin embargo, de hecho, como algo que debemos
asumir necesariamente, ¿qué relación hay entre los
deseos y la realidad? Que la mayoría de las veces
no coinciden. Aún más, de la realidad de que disponemos, sólo una parte depende, finalmente, de nosotros. Esa parte que nos pertenece es un hermoso
desafío; esa parte de la vida le dará sentido a nuestro amor. Esa parte la construiremos con nuestras
propias manos.
Ahora bien, para que lo real que depende de
nosotros alcance el mejor nivel posible, es necesario aspirar a las mejores metas, apuntar alto. Inclu‑
22
so, también aquí, vuelve a ser una realidad: una cosa es lo posible, otra cosa es lo deseable.
Para ser feliz, en general, en la vida; para ser
feliz, en particular, en la relación amorosa, necesitas
distinguir, asumir y administrar sin frustraciones lo
posible y lo deseable. Todo lo positivo es deseable;
sin embargo, no todo lo deseable es posible.
No te achiques en tus anhelos. Que tus horizontes sean amplios y altos, anchos y profundos.
Por eso busca todo lo que es limpio, justo, alegre,
verdadero, etc. Sin embargo, vive cómodamente en
lo real; vive auténticamente en el aquí y ahora concretos. Ahí está la verdadera vida para ti, hoy, en
estos momentos. Entre lo programado o proyectado
y lo logrado o disponible real, generalmente, no hay
coincidencia. La diferencia entre lo deseado y lo real
pide disminuir expectativas. Esto es innegociable.
Es así. Para aprender a ser feliz es preciso tener algo
de sabiduría, que permita asumir esa diferencia sin
frustraciones, sin desesperanzas. No se trata de “ganar o perder”. Se trata de aprender a vivir. Entonces, cada día levanta alta la mirada para tener presente los horizontes de tu vida, pero, mientras caminas, admira, gusta, aprovecha el “paisaje” del camino, el momento histórico, concreto, real.
Por favor, no permitas que se acumulen “frustraciones” por la diferencia entre lo programado y lo
logrado. Aprender a ser feliz es aprender a asumir
esa diferencia y convivir alegremente con ella. Proyecta, pero no maldigas, no desperdicies lo que tienes realmente hoy, sea poco o mucho, triste o alegre.
23
Distinguir lo real de lo posible es fundamental
para aprender a vivir. Esta sabiduría es necesaria
para la vida, en general, pero también para la pareja,
en particular; en la administración de intereses, expresión de sentimientos, organización de los momentos libres, distribución del ingreso, etc.
Para los novios, para los esposos es una tarea
desafiante aprender a construir su historia de amor
en paz, con alegría, distinguiendo y asumiendo lo
real de lo posible.
CUESTIONARIO:
1.
¿Recuerdas haber tenido alguna dificultad en la convivencia, por no saber distinguir lo real de lo posible?
2.
Al aceptar la vida tal cual es, en un momento dado,
¿tienes tú, tendencia a sentir algún tipo de frustración?
3.
Explica, en pocas palabras, ¿qué significa para ti
vivir “el aquí y el ahora”?.
4.
¿Crees tú que vivir con alegría la realidad de cada
día/quita la posibilidad de tener “aspiraciones”?
5.
¿Cómo piensas tú que puedes ayudar a tu pareja a
adquirir o hacer crecer la sabiduría de vivir alegremente entre lo posible y lo deseable?
24
Amor y admiración
¿Qué es vivir para los seres humanos? Entre
muchas otras cosas, lo que le pertenece al hombre
es la capacidad de adrniración. Son tan variadas las
expresiones de vida que encontramos en el universo,
que podemos sorprendernos, podemos extasiarnos,
podemos admirarnos. Porque nuestros sentidos tienen la posibilidad de contactarnos con la realidad,
podemos tener experiencia de la creación. Al experimentar, entramos en las cosas, las personas, los
acontecimientos, y desde la interioridad de ellos,
gracias a esa comunión crecemos, nos enriquecemos,
etc.
La vida nos sorprende y en las sorpresas nos admiramos. Para ser, para crecer, para triunfar necesitamos tener despierta la capacidad de admiración.
Los cadáveres no se impresionan; vivir planos, sin
sorpresas, sin descubrir permanentemente algo nuevo, simplemente es no vivir.
Admiración, gozo, éxtasis por lo que veo, toco,
escucho, encuentro, etc., es sinónimo de risa, llanto,
miedo, descanso, etc. Pero la vida es un poco tódo
eso. En una palabra, por las emociones y entre éstas,
en particular, por la admiración y sorpresa, entro
en comunión con el entorno, es decir, experimento y
manifiesto que vivo. La vida es un intercambio con
25
el medio ambiente. Si no estoy abierto, receptivo,
estoy muriendo o ya estoy muerto. ¿Cómo ser exitoso en la relación de pareja? Aquí miraremos una
variable, dejando de lado muchas otras y ciertamente, incluso más importantes. Queremos mostrar cómo
la relación de pareja se alimenta del descubrimientó,
de la admiración, de la sorpresa que, cada día, nos
significa la presencia de la persona amada. En efecto, para los miembros de una pareja la relación personal entre ellos es el entorno más próximo. Si me
abro a mi pareja, si me sorprende, entro en comunión: Ahí, en ese espacio de encuentro, se inicia,
mantiene y madura el intercambio de vida, de intereses, etc. Ahí se garantiza la retroalimentación de
la pareja.
Admirar es mirar y ver; es desarrollar la capacidad de asombro por el otro. En la acogida que
hago de mi pareja con gozo, con entusiasmo, se van
produciendo los intercambios, las fusiones personales, los equilibrios y respeto por las diferencias, etc.
Digamos claramente, una vez más, que los esposos no tienen garantizado su futuro como pareja.
La decisión de matrimonio civil o la opción religiosa
los ha puesto en camino para construir al estilo de
una determinada sociedad o al estilo de Jesús, un
tipo de relación matrimonial. Sin embargo, nadie
podrá negar que en el corazón de todo amante hay
un anhelo de continuidad, de permanencia, de estabilidad. Un elemento de seguridad y de garantía para
la relación de pareja dice relación directa con la calidad personal de los individuos. Propio de personas
dignas, seres de buena estatura, es tener una existencia abierta. Una persona abierta celebra encuen‑
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tros, siente vibraciones, acepta acoger y ser acogida.
La rutina es propia de personas cerradas.
Un esposo, una esposa de buena calidad tiene
ojos, oídos, piel para ver, oír; tiene piel para tocar,
descubrir, redescubrir, exultar y admirarse. La admiración por la pareja es parte del amor con destino,
con futuro entre esposos.
CUESTIONARIO:
1.
En tu vida, ¿cada día es simplemente igual a los demás?
2.
En los últimos tres meses, ¿qué o quién ha llamado
tu atención?
3.
Te has dado tiempo para apreciar los cambios que
se han producido en ti durante el último año?
4.
Enumera tres aspectos positivos que te han llamado
la atención en tu pareja.
5.
¿Qué cambio negativo has sentido en ti y que has
podido conversar adecuadamente con tu pareja?
27
Amor y gratitud
¿Qué está pasando en mí?, ¿qué está pasando
en ti?, ¿por qué ha cambiado el sentido de nuestras
vidas?, ¿por qué ahora somos tan importantes el
uno para el otro?
En múltiples ocasiones nos habíamos encontrado con tantas personas, incluso muy superiores a la
pareja que hoy formamos y, sin embargo, no pasó
nada. ¿No era el momento?, ¿no era la persona adecuada? ¡Qué misteriosa que es la vida! Concretamente, ¿qué constatamos? Que nuestras vidas han
enloquecido, que estamos construyendo una historia de amor.
El enamorado cree que él ha elegido, que generosamente ha ofrecido su cariño a otra persona. En
este planteamiento hay una auténtica filosofía: hay
una certeza de que en el amor, como en cualquier
otra cosa, hay lugar para la negociación, el tomar
o el dejar, etc. En esta perspectiva, no es raro encontrar esposos que, de un día para otro, en los pequeños o grandes momentos de la vida, sientan frustración, inseguridad, cuestionamiento de valer personal, etc.
En verdad, ¿qué es el amor? Ni yo, ni tú, ni nadie podrá jamás definirlo abarcativamente. Del amor
se puede hablar mucho, pero en el fondo apenas se
logra describir aspectos físicos, químicos, síquicos,
28
etc. El amor es misterio, es decir, tiene mucho de plenitud, totalidad, etc. El amor es divino porque el
Amor es Dios.
El amor de pareja es simplemente maravilloso;
encierra tanto. El amor es la más necesaria de las
“locuras”. Cuando llega el amor, el individuo puede
establecer claramente, en relación a él, un antes y
un después. Obviamente que la vida continúa siendo
la misma, pero cambia el sentido de todo. Cuando
llega el amor cambia la percepción personal de sí
mismo, de los demás y del universo. El trabajo, la
muerte, el tiempo, la salud, el dinero, todo... se empieza a ver con otros ojos. El prisma del amor le
cambia el tono a la vida.
En esta experiencia del amor dual, ¿quién elige
a quién? ¿Es tan cierto que las personas se eligen entre sí? En nuestra cultura occidental, los miembros
de la pareja, consciente o inconscientemente, se
miran entre sí con cierta benevolencia, con un sentido de concesión de uno hacia el otro. Sin embargo,
la verdad es que las cosas se dan de otra manera:
en el amor de pareja nadie elige a nadie. Uno y otro
fueron beneficiados por la vida; uno y otro fueron
elegidos por la vida. Ambos fueron considerados dignos del amor y se les invitó gratuitamente a vivir
esta maravillosa experiencia. Para los creyentes, es
Dios quien ha confiado a este hombre y a esta mujer
y, a través de ellos, anhela seguir fluyendo, manifes-
tándose en la creación. Porque la vida no es estática,
porque tiene nostalgias de ser, de crecer, por eso
quiere ser risa y llanto, cansancio y descanso, etc.
La vida se siente muy cómoda caminando en pareja.
29
¿Qué implica esto en la relación de pololos, novios o esposos? Una responsabilidad. Responder con
altura a la confianza de la vida, de Dios. El amor encierra una tarea: ser puente, ser conducto por donde
transite la vida.
Un amor exitoso es, pues, cuestión de calidad
personal. Sólo en las personas dignas, se manifiesta el verdadero rostro del amor. La mediocridad personal opaca, empobrece, obstaculiza la expresión
plena de la vida, la multiforme epifanía del amor.
Digamos, entonces, que una pareja existe porque el Amor los ha considerado dignos, los ha elegido como socios. Los agraciados pueden ser o no
ser dignos de esta distinción. El tiempo tendrá, también aquí, la última palabra.
Esposo(a), para triunfar en el amor no puedes
sentirte dueño(a) de él. Fuiste invitado(a) para participar en el banquete del amor y si quieres triunfar
necesitas una dosis fuerte y grande de “gratitud”. Al
sentir el amor como un regalo tendrás actitudes de respeto, de agradecimiento, etc. Si, sintiéndote propietario del amor lo maltratas, no lo cuidas como él
se lo merece, tu vida volverá a quedar sin sentido.
¿Es fácil o difícil la cualidad que llamamos “gratitud”? Hoy es una característica de personalidad
escasa. Pertenecemos a una época de personas satisfechas. La gratitud no tiene cabida en nuestro
tiempo; solemos identificarla con personas tímidas,
de mala autoimagen, etc. No nos parece un regalo
el hecho de estar vivos cada día; no nos parece una
bendición sentirnos acompañado de nuestros seres
queridos, etc. Si como, duermo, corro, pienso, amo,
30
etc., es porque estoy vivo. Estar vivo es sentir, relacionarse, entrar en comunión. Cuando estamos vivos participamos con conciencia personal en la sinfonía de la vida y eso es un regalo.
Fuimos invitados a ser pareja porque fuimos
considerados dignos de serlo.
Que tú me ames y que yo te ame, básicamente
no depende de nosotros; nos amamos porque el
amor nos encontró dignos de él y quiso habitar en
nosotros. Nos amamos por gracia. Que lo mío y lo
tuyo se encuentren, se hagan recíproca resonancia
es un don maravilloso. La magia del futuro compartido, construido por nuestras manos entrelazadas le da sentido a nuestras existencias.
Si miramos de esta manera el amor, con un corazón agradecido, lo cuidaremos; tú me cuidarás, yo
te cuidaré; entonando himnos de gratitud viviremos
los pequeños momentos de cada día.
CUESTIONARIO:
1.
¿Qué entiendes tú por gratitud?
2.
En alguna ocasión, ¿has tenido la sensación de recibir algo gratuitamente?
3.
El dinero, ¿crees tú que es capaz de comprarlo todo
en la vida?
4.
¿Acostumbras a dar las gracias en alguna oportunidad?
5.
¿Te has planteado tu relación de pareja como el mejor regalo que tienes de Dios?
31
La fidelidad en la pareja
- “No os dejéis invadir por el contagioso cán-
cer del divorcio que destroza la familia, esteriliza el amor y destruye la acción educativa
de los padres cristianos. No separéis lo que
Dios ha unido” (Juan Pablo II, Rodelillo - Chile, 1987).
Te amo... Quiero casarme contigo... Porque te
amo, deseo que nuestro cariño dure, permanezca
en el tiempo y para siempre. Lo que vaya surgiendo
entre tú y yo, lo que desde nosotros comience a existir nos necesitará presentes, activos, apoyadores, etc.
Así, porque te amo y nuestro cariño será productivo,
la vida nos ofrece una relación de pareja con fidelidad, con exclusividad y para siempre. Así es el amor
en su expresión más genuina.
La fidelidad, pues, en la pareja surge como algo
natural, lógico, tanto por las características de los sentimientos como por la fecundidad de la relación. Sin embargo, en
nuestra sociedad lo obvio ya no lo es tanto. Por eso, también,
cabe preguntarnos: ¿es posible la fidelidad? La respuesta,
desde la sinceridad de lo natural, desde los valores del cristianismo, es un gran sí. Sin embargo, como todo en la vida,
la fidelidad tiene su precio. La fidelidad, pues, no es
gratis. Si el corazón la anhela, si la estabilidad so‑
32
cial la requiere, hay que lograrla, Cuidarla, madurarla, enriquecerla y no de una vez para siempre, sino
constantemente.
Así como el deportista debe pagar un alto precio
por su estado físico, así como el profesional debe pagar el precio de la capacitación laboral permanente, así como toda persona debe cuidarse si desea
mantenerse en buena salud, del mismo modo, los
esposos deben pagar el precio de su fidelidad.
¿Cuál es el precio de la fidelidad matrimonial?
En primer lugar un gran sentido de realismo. En
efecto, las hormonas no son monogámicas. Todo
hombre y toda mujer irá por la vida con sus 25, 30,
50 ó 60 años, en medio de variados y atrayentes
“paisajes”. Sentirá, no pocas veces, atracción, entusiasmo. Sin embargo, debemos tener presente que
sentir no es consentir. Que los individuos acusen
el impacto físico y síquico de un “paisaje” atrayente
o no tan atrayente, es un hecho y un hecha natural.
Cómo administrar esas sensaciones, imágenes, etc.,
desafía y refleja la calidad del amor de pareja: amor
sano y leal o arriesgado y doble. Si consiento en lo
que surgió, entro en un camino peligroso de infidelidad real. Estoy consintiendo. Por decisión personal dejo atrás mis compromisos libremente asumidos. Lo que está en juego es mi honestidad, mi
sinceridad, mi lealtad. Lo que un día, con amor,
ofrecí, ahora, lo estoy desdiciendo, unilateralmente “recuperando”. Me estoy moviendo en las sombras de la
delincuencia, estoy poniendo en juego hoy lo que
vino ayer a darle sentido a mi vida: mi pareja, mi
familia, mi hogar.
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La fidelidad tiene su precio. En segundo lugar,
hay que crear positivamente condiciones, espacios,
actitudes de fidelidad. La fidelidad es fruto de encuentros personales profundos, apoyos alimentadores, presencias positivas.
Digamos que la fidelidad en la pareja es una
meta; es éxito que se construye en el tiempo y se
logra tras un proceso de crecimiento, afiatamiento,
compenetración. Todo esto supone obviamente actitudes, comportamientos cercanos, comprometidos,
estimulantes. Cada miembro de la pareja debe ser
creativo para descubrir, mantener, multiplicar lugares de encuentro, espacios compartidos, momentos
propios de pareja. ¡Sin creatividad, no hay fidelidad!
Es rol de los esposos, de los novios crear las condiciones de la fidelidad.
Concretamente, digamos que es necesario que la
pareja amarre momentos semanales, mensuales para
sí, en la Agenda personal. Esos compromisos tendrán prioridad frente a otros compromisos.
La fidelidad tiene su precio. En tercer lugar, hay
que prohibirse sana, pero decididamente aceptar o
abrir situaciones ambiguas sentimentales. El coqueteo-pasatiempo es demasiado peligroso y, generalmente, termina mal. ¡No vale la pena arriesgar tanto
por tan poco! Debemos tener presente que siempre
que elegimos algo, esa misma opción significa también renunciar, dejar algo. En la vida no se puede
tener todo. En el amor, también es cierto que al elegir mi pareja gané y perdí. Sin embargo, lo que gané,
lo que me regaló la vida, lo que me dio el Señor es
un “tesoro” de tal valor que por él vale la pena dejar
con alegría otras pequeñas “migajas”.
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La fidelidad tiene su precio. Hacer realidad las
ilusiones, promesas, sueños compartidos con la pareja durante el noviazgo. Quizá al comienzo te signifiquen verdaderos esfuerzos, auténticas exigencias.
No pocas veces se trata de reorganizar un estilo de
vida. Sin embargo, así se construye lo nuevo, lo propio, lo compartido. Esos espacios, esos deseos hechos realidad serán el pan de la vida: tu saciedad,
bienestar, armonía, etc. Ese amor que sientes en la
piel y en el corazón alimenta la fidelidad, garantiza
la fidelidad. Porque la fidelidad te da identidad de
pareja, cercanía, pertenencia, te sentirás bien contigo, con tu pareja, con tu familia. No aparecerá la
tentación de mirar hacia la calle, la casa del vecino
o un hogar ajeno cualquiera.
La fidelidad tiene su precio. Ayer te casaste con
la bendición de Dios. El matrimonio fue también
para ti un sacramento. Lo celebraste como hijo de
Dios. Tu iglesia fue testigo de tu amor, del inicio de
tu hogar. El sacramento te acompañará siempre, es
decir, te entregará las luces y fuerzas necesarias a tu
debilidad humana cada vez que, en familia o personalmente, ores a Dios. La Palabra leída con frecuencia, tus Eucaristías y comuniones irán limpiando tu
mente, tu corazón. Para vivir un amor fiel, pero también para dar testimonio de él entre tus compañeros(as) y amigos(as), necesitas la amistad del Dios
fiel y de su Hijo, testigo fiel. En el amor cristiano,
fruto del Espíritu Santo, florece la fidelidad.
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CUESTIONARIO:
1.
¿Qué es para ti la fidelidad de pareja?
2.
Cuando te casaste, ¿conversaste directamente el tema
de la fidelidad con tu pareja? De común acuerdo,
¿qué prometieron al respecto?
3.
En tu vida de pareja, ¿has tenido problemas serios de
fidelidad? Si los tuviste, ¿cómo te desenredaste?
4.
Crees tú que una infidelidad casual tenga las mismas
consecuencias en la vida de pareja que una vida doble arrastrada o repetida en el tiempo?
5.
Con sentido realista, ¿crees tú que sea provechoso
para la relación de pareja que el hombre o la mujer
infiel latinos se sincere con su pareja?
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Fluidez y orgasmo
Cuando un hombre y una mujer se aman, comienza un hermoso proceso de presencias. A través
del tiempo, quizá este amor madure, las presencias
se personalicen y, un día, terminen en una callada,
generosa y profunda entrega; en una comunicación
alimentadora, creadora, en un éxtasis integrador.
Ahí, entonces, el orgasmo expresará la alegría de la
vida. Más aún, la plácida experiencia de la relajación orgásmica expresará la gratitud de la vida.
En la experiencia del amor de los esposos, dos
personas sienten, de verdad, que son una nueva realidad (Gén 2, 24). No interesa quién se da o quién
acoge, quién posee o quién es poseído. Simplemente
es vivencia de la honda realidad bíblica: “No es bueno que el hombre esté solo” (Gén 2, 18).
El hombre y la mujer, en plena comunión, en la
intimidad, expresan la armonía de la vida, la sintonía de los opuestos, el reencuentro de los diferentes. Cuando un hombre hace el amor con una mujer, es la vida que busca, que grita, que encuentra,
que se ríe con la vida.
El orgasmo; en una pareja que hace el amor, expresa la alegría de la vida que fluye, que atraviesa
los tiempos y los espacios. Es la misma alegría que
expresa el viento que sopla libremente o la tierra que
se muestra generosa en una abundante cosecha o el
37
día que irradia en la luz desbordante de un nuevo
amanecer. La satisfacción, dondequiera que se muestre, es la vida que agradece, es la vida que retribuye
a quien le da cabida. El orgasmo es una forma de expresión de gratitud vital. Es la misma vida que se
muestra también en el rostro del niño que se duerme acunado por su madre; en el clérigo que canta
después de haber celebrado la Eucaristía; en la religiosa, mujer consagrada, que ve crecer, en el Colegio, en el orfanatorio u hospital, a sus niños, jóvenes,
adultos o ancianos. La vida es agradecida cada vez
que alguien la trata bien, la cuida, la respeta, la comparte.
Es la vida agradecida, la que se manifiesta también en el orgasmo de los esposos o en el rostro satisfecho del obrero que regresa a casa el día de pago,
llevando un salario justo y limpiamente ganado, o
en la satisfacción del docente que ve partir una nueva generación de egresados.
Por última vez, volvamos a decir que el orgasmo es la vida satisfecha que de mil maneras sabe expresar su gratitud.
¿Conoces tú algún poeta que cante al viento?
No uno, conoces legiones. ¿Conoces tú un amigo
que hable bien de una mujer madre que acuna a su
hijo? No uno, conoces mil. ¿Has visto pasearse por
parques o plazas maestros con rostros transformados por la satisfacción que significa imaginar el éxito
futuro de los alumnos que se acaban de graduar?
Posiblemente, algunos.
Satisfacción, armonía, placidez, relajación, bienestar, etc., todo esto y mucho más es lo que entrega la vida cuando se siente cuidada, servida.
38
La vida expresa su gratitud en todo el universo.
Sin embargo, sólo se manifiesta plenamente en la
persona humana. La creación entera caminó millones de años para producir al hombre como su obra
maestra. Pero, la mejor expresión de la vida está
presente en el encuentro del hombre y la mujer; la
totalidad, la riqueza de la vida logran su mejor expresión en la unión de la diversidad hombre-mujer.
La vida, en general, es pluralidad, es diversidad, es
complementariedad; pero, en particular, la vida es
sobre todo un grito profundo de unidad en la diversidad hombre-mujer.
El orgasmo en los esposos que hacen el amor es
la alegría de la diversidad convergente en la unidad;
es la gratitud de la vida en la unidad de los opuestos.
El orgasmo es la respuesta agradecida de la vida en la
intimidad humana. La vida, rica en su diversidad de expresión, se siente maravillosamente expresada en el reencuentro de la diversidad manifestada en un hombre y una
mujer. ¿Qué pasa, hoy, entre los esposos que hacen el
amor? También aquí la cultura ha maltratado la expresión
de la vida. El amor se puede hacer en cualquier momento.
Sin embargo, aún, hoy día, la máxima frecuencia continúa
siendo en el hogar y antes del sueño nocturno. Volvamos a
preguntarnos: ¿qué pasa, hoy, entre los esposos que
hacen el amor? En general, la intimidad no expresa,
no verbaliza la intimidad amorosa; peor aún, la intimidad amorosa no indica sintonía con la vida. ¿Qué
sería hacer el amor en sintonía con la vida? Hacer
el amor en sintonía con la vida es darle forma a los
anhelos compartidos; es potencializarnos, crecer,
aquí y ahora, tal como lo soñamos el día que nos
39
casamos. Desgraciadamente, porque ahora hacemos
el amor por rutina, distantes, despreocupados (yo
de ti y tú de mí), el orgasmo es una mera realidad fisiológica. Hacer el amor ha llegado a tener características de masturbación para luego conformarnos
con una triste aquiescencia biológica.
La vida necesita hombres y mujeres, esposos compartiendo la vida, la existencia histórica que pasa
por ellos: gozos y preocupaciones, descansos y cansancios. Porque la intimidad de los esposos es un
espacio de encuentro personal, la vida agradecida
los bendice, los gratifica con meta-sensaciones, con
experiencias “cumbres”. El orgasmo, fruto de esposos que hacen el amor como personas, llega a ser
la experiencia encarnada en la pareja de la placidez
que refleja la alegría de la vida.
¿Qué pueden hacer los esposos con las sensaciones de la intimidad? Acogerlas, gustarlas, expresarlas, compartirlas, etc. Una pareja que ha experimentado las alegrías del amor compartido vivirá con
libertad silencios de comunión o locuras verbalizadas. En la plenitud de la intimidad también se rehace la vida. Satisfacción, armonía, placidez, relajación, relación, bienestar, etc., todo esto, y mucho
más, entrega la vida cuando se siente acogida, cuidada, respetada, compartida, servida. Los rostros de
los esposos que han hecho el amor, ¿manifiestan en
nuestras calles la placidez de sus orgasmos? Ciertamente que no. ¿Por qué nuestra cultura ha reprimido toda expresión social de satisfacciones íntimas?
A futuro, ¿será posible que la pareja aprenda a expresar y compartir la intimidad gozosa, gratificante
que ha vivido? La respuesta no es tan simple.
40
Si los esposos maltratan, administran torpemente la vivencia de sus orgasmos, debemos reconocer
que previamente han malogrado igualmente muchas
otras experiencias, muchas otras presencias. Porque
en nuestra cultura se maltratan los acercamientos,
porque hemos despersonalizado las presencias, porque, en general, hemos prostituido los encuentros,
debemos reconocer que el hombre moderno cuando
convive no se satisface, no se relaja, no experimenta armonía, no logra placidez. Las meta-sensaciones,
los momentos de éxtasis, en la sociedad contemporánea, son escasos en las vidas de las personas, en
general, y de las parejas, en particular. Volvemos,
después de esta consideración, a preguntarnos: ¿es
posible que los esposos aprendan a darse permiso
para experimentar con naturalidad los gozos de sus
orgasmos? Sí, pero a condición de que primero reaprendan a acercarse, a estar presentes, a darle contenido positivo a sus encuentros de no intimidad.
El hombre es un ser hecho para la relación. Este
hombre es el que no ha crecido, madurado. El hombre tiene como desafío reaprender a relacionarse.
Por ejemplo, si un hombre es capaz de acercarse a
sí mismo, de escucharse, podrá también hacerlo con
los demás, en general, y con su pareja, en particular.
No podrá olvidar que la administración de la relación,
luego, requiere cierta sabiduría para combinar
presencias y ausencias adecuadas.
El hombre se hace en relación. Necesita para
su salud física y mental, experimentar orgasmos de
satisfacción personal, social y espiritual. Unos y otros
se interrelacionarán a través de la vida, se potencia‑
41
lizarán y todos convergerán en alimentar el sentir
y el actuar personal y social.
CUESTIONARIO:
1.
Cuando te duchas, ¿sientes presencia, acercamiento, comunión con el agua?
2.
Cuando te sirves un plato de comida, ¿usas los sentidos
de la vista, el gusto, el olfato para relacionarte verdaderamente con los alimentos?
3.
Cuando te encuentras, por ejemplo, con un amigo(a),
¿le regalas verdaderamente cierta cantidad de tiempo de
buena calidad para que puedan “encontrarse”?
4.
Cuando haces el amor con tu pareja, ¿le regalas tus sentidos para olerla, mirarla, gustarla, acariciarla y oírla?
5.
Después de hacer el amor, ¿dejas que tu cuerpo, con
el recuerdo, sienta, saboree la experiencia amorosa?
42
La familia, el hogar, escuela y alero
- ¿Tienes 12, 15, 18 años? ¿Te asusta la gran ciu-
dad?... Vive con alegría los pequeños o grandes momentos de tu vida familiar y serás un triunfador...
- ¿La ciudad impersonal te ha herido? Camina... te esperan con amor en casa...
- ¿Te pesa el cansancio del día? Tu carga la quieren compartir los que te esperan en el hogar...
- El hogar es la gran escuela de la vida; el hogar
es la mejor escuela de la fe... ¡Cuidemos nuestro
hogar!...
Hoy día, dadas las heridas profundas y variadas de
la humanidad, se hacen cada vez más necesarias las terapias psicólógicas. Llegan a las consultas profesionales niños y adultos, solteros y casados.
La sociedad es importante; el hombre es un ser social... Sin embargo, en nuestra sociedad, es una realidad
que el tejido social hiere, sofoca, maltrata... Las estructuras sociales, educacionales, de salud, laborales, incluso deportivas se han ido, lentamente, transformando en espacios competitivos, estresantes, desgastadores, etc., más allá
de lo que las personas pueden sobrellevar sin dañarse.
Cada día es más necesario estar bien plantado para
incorporarse con ciertas posibilidades de éxito en la vida
de la ciudad, en la vida del mundo adulto.
La vida social, la integración en el mundo adulto
hoy día es un desafio con características de lucha casi selvática: no es fácil internarse en una selva si no se está
bien preparado.
43
Sin embargo, si la sociedad estuviese menos enferma,
igual cada persona necesitaria prepararse para participar
positivamente en el quehacer social. Pero, porque de hecho las sociedades se muestran cada vez más enfermas,
es necesario que las personas se preparen mejor para participar positivamente en ellas.
El hogar es la mejor escuela para la vida... En el hogar, los esposos tienen un espacio diferente donde vivir la
relación, la comunicación, el dar, el recibir; en familia,
los esposos aprenden la postura madura del hombre en situaciones exitosas, en situación fracaso: el viaje de la
vida puede tener diferentes paisajes, pero no depende del
paisaje.
En el hogar, los hijos participan en el taller de la vida. Amar, reír, llorar, hablar, callar, trabajar, descansar,
comer, dormir, cantar; soledad, compañia, juego, disputa,
ofensa, perdón, abundancia, escasez... Las experiencias
básicas intelectuales, afectivas, sociales, se dan en el espacio del hogar y se dan en las óptimas condiciones para realizar un buen aprendizaje, para ir positivamente creciendo, madurando: son experiencias en un ambiente de
amor.
El hogar es la mejor escuela para la vida..., pero también el hogar es el mejor alero en la vida...
El hogar nos espera, el hogar nos acoge porque en
el hogar hay amor. Lo que diferencia a la familia de los
otros espacios humanos es la intimidad de las relaciones,
es decir, el amor.
Amar es la necesidad más básica del hombre; pero la
alegría de amar y ser amado, corresponde por esencia a
la familia. Ahí el hombre, el ser humano, aprende a amar
y ser amado; es decir, en ella el hombre camina hacia la
madurez.
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E. Fromm, en su libro “El arte de amar”, señala cinco características del amor: donación, solicitud, responsabilidad, respeto y comprensión. El amor, con estas características se da fundamentalmente en la familia. Ahí está
el mejor alero para esposos, padres e hijos...
En el hogar, los esposos se dan todo lo que son, todo su ser, el uno al otro. Los esposos y los padres gozan
con el crecimiento del ser amado. Las necesidades que
conlleva el crecimiento de la persona querida las hace
propias el que ama y responde a ellas. En el respeto cada
miembro del hogar mira a la otra persona y acoge la individualidad original que lleva en si.
“El amor empieza en la familia; el amor vive en la
familia” (Sor Teresa de Calcuta).
El hogar que enseña a triunfar en la vida; el hogar
que conduce a la madurez personal porque enseña a amar
es el hogar que pone en todos los miembros de la familia un espíritu creativo. “Los que aman son creadores de
libertad, de amplitud y de horizontes. No hay aniquilación de ninguna clase” (Rilke).
En la cercanía respetuosa, en la distancia respetada;
en la comunicación, a veces verbal, a veces silenciosa; en
la presencia de uno que acompaña al otro, en la presencia del otro que apoya, etc., todos los miembros de la familia están abiertos entre sí y, sobre todo, están abiertos
a la vida; pero la vida es cambiante, la vida es novedosa,
la vida es creativa.
Una familia armónica es un sistema continuamente
en renovación: el permanente feed-back hace que las relaciones interpersonales se hagan y se rehagan continuamente; el permanente estado de permiso para que cada cual
tome contacto con el modelo personal propio, original ha‑
45
ce que los miembros de la familia se hagan y se rehagan
continuamente.
La permanente comunicación con los demás, el continuo contacto de cada miembro con su propio ser profundo permiten que el sistema familiar se haga y se rehaga permanentemente, es decir, permiten que el sistema
madure y, por lo mismo, que cada persona madure.
Si el hogar se transforma para cada miembro de la
familia en un taller donde aprende a vivir; si el hogar es
el alero donde cada miembro de la familia es acogido,
donde es amado tal cual es, sin condiciones, ahí, en ese
hogar, las personas están en condiciones de crecer, de madurar, de rehacerse del desgaste sufrido fuera del hogar,
de sanarse, si el quehacer social externo las ha herido.
Porque todos necesitamos un “útero” donde gestarnos como personas en buenas condiciones, debemos cuidar nuestro hogar que es el útero que prolonga el útero
materno.
Digamos, finalmente, para resumir, que los seres humanos para estar bien necesitan una adecuada alimentación emocional. Una adecuada alimentación emocional
incluye caricias, estímulo y valoración. Un niño preferentemente pide alimentación; en el proceso de maduración
la persona va aprendiendo no sólo a recibir sino también
a dar alimento.
El hogar es el sitio, el ambiente natural donde el
hombre esposo, la mujer esposa, los hijos, los hermanos,
piden y reciben; dan y son acogidos en una adecuada alimentación emocional.
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CUESTIONARIO
1.
En nuestra capital, de cada tres personas que tú cruzas en
la calle, una persona nació en ella y está con su familia;
dos personas han llegado a la capital desde provincia y de
estas dos personas sólo úna está acompañada por su familia. ¿Crees tú que este fenómeno socio-económico tiene consecuencias en la organización de las fiestas patrias o religiosas, en la organización del tiempo libre?
2.
Las personas que viven junto a su familia ¿crees tú que, cuando desean llegar al hogar, lo hacen preferentemente para encontrarse con sus familiares o buscando un lugar tranquilo?...
3.
¿Qué quiere decir para ti esta frase: “el hogar es la mejor escuela para la vida”?
4.
¿Qué podría significar esta afirmación: “la sociedad ofrece
alternativas en la organización de fiestas nacionales o religiosas preferentemente para los que no tienen familia”?
5.
A través de ejemplos concretos, expresemos lo que
creemos significa esta afirmación: “Un buen ambiente
familiar supone un hogar en el cual todos los miembros
aportan su cuota de participación activa”.
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Los padres, los hijos y el sexo
- Tu mirada me acoge y siento que tú te manifiestas.
- Tu voz me habla y siento que tú te manifiestas.
- Si tu mirada me acoge, si tu voz me habla y yo lo siento, tú y yo estamos en sintonía; tú me amas, yo
te amo y juntos podemos caminar por la vida.
En la familia, es una inquietud legítima el sexo...
Los esposos necesitan del sexo y quieren participar
activa y gratificantemente de una vida sexual compartida.
Los padres acogen a sus hijos en el hogar y es una realidad
y un desafio la sexualidad de sus hijos. Los hijos desde la concepción tienen definida su participación en la vida como hombres o como mujeres y, en cada período
del crecimiento, se irán encontrando y reencontrando con
su identidad sexual.
El sexo es una legítima inquietud, en la familia.
Sin embargo, debemos decir desde el comienzo que
no es la llamada “sexualidad de consumo”, entendida como
el sexo vivido en el horizonte moral del hedonismo o del
materialismo práctico, lo que llamamos “legítima inquietud de la familia”.
En las siguientes reflexiones tampoco abordaremos,
dentro de la legítima inquietud sexual de los padres, lo que
cae dentro del campo de la biología. Existen excelentes libros científicos; los padres tienen asesoría constante
de los pediatras; además, en los colegios se trata de ayudar con información a padres e hijos. En las considera-
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ciones siguientes vamos a ver lo sexual desde el ángulo
eminentemente psicológico: cada individuo es concebido
y en su concepción queda programada su identidad sexual; esta identidad sexual para actualizarse, consolidarse,
manifestarse o expresarse exitosamente supone un ambiente adecuado. Los padres son parte muy importante
de este ambiente. A estos padres, significativamente importantes en la identidad sexual de los hijos se dirigen las
siguientes consideraciones.
En nuestra cultura, lo masculino y lo femenino se ha
definido por lo externo; hoy, quizá, no tan rígido, pero
igual importante en la identidad sexual: roles, vestuario,
poses, hábitos, manera de actuar, capacidad sexual, expresión emocional, etc.
El hombre que hace tareas culturalmente señaladas
a un hombre puede estar satisfecho porque ha probado su
masculinidad. Sin embargo, por gastar sus energías en el
buen rendimiento de las tareas masculinas, no alcanza a
explorar las otras partes de sí mismo.
La mujer se atiende y cuida de sí misma; con eso está
conforme con las expectativas de la sociedad y tiene asegurados los premios de la sociedad (un esposo, un proveedor, unos hijos, etc.). Pero también paga el precio de la
pérdida de la creatividad.
Aquí lo que nos interesa es la masculinidad y la femineidad que tenga como base el mundo interior del individuo. Un papá, una mamá, frente a sus hijos; un esposo, una esposa frente a su pareja; un hermano o hermana frente a sus hermanos lo que desea es que cada cual
construya su auténtico modelo original, su auténtico proyecto personal; descubra, acoja y viva su original sexualidad.
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Planteemos una pregunta que puede ser básica: ¿hay
que enseñar a un niño a ser hombre o mujer? Quizá muchos
respondan conforme a lo que se hace: “sí, se enseña a un
niño a ser hombre o mujer”. Quizá unos pocos digan sí
se enseña, pero no debiera enseñarse porque un niño nace
físicamente hombre o mujer; porque un niño nace emocionalmente hombre o mujer. Todos los elementos necesarios
están; el niño no necesita que nadie llene vacíos o le dé una
identidad. La identidad está; está embrionaria, pero está.
El niño sólo necesita que se le acompañe adecuadamente y
se le dé tiempo para descubrir apreciar y definir su propia
identidad.
El back ground genético se responsabiliza de su identidad sexual; el medio ambiente favorable permitirá que se
actualice, consolide y manifieste. Los padres, como requisito previo de ambiente favorable, tendrán que esforzarse
por ver a sus hijos como personas apartes, más que como
prolongaciones de ellos mismos.
Ciertamente que los padres, como parte importante
del medio ambiente, tienen una influencia tremenda en el
crecimiento de sus hijos. Pueden permitir que el proyecto
original personal se actualice, consolide y manifieste como
tal o pueden dañar seriamente el funcionamiento de un
hijo por abandono o por inmiscuirse en él. Por eso es de
gran importancia el modelo de hombre y mujer que tengan culturalmente los esposos y la actitud de acompañamiento o invasión frente a la originalidad del hijo.
En el proceso de crecimiento de las personas y, especialmente de los niños, debemos tener presente los aspectos ya indicados en reflexiones anteriores; aspectos básicos de nutrición, afirmación, relación y ritmo. Cada uno
de estos aspectos es importantísimo que la pareja papámamá los encarne alegremente, respetuosamente, comple-
50
mentariamente como hombre y como mujer y que el
niño, a su vez, los pueda vivir como algo propio, respetado desde fuera. Es decir, la masculinidad y la femineidad
exigen que el individuo tenga conocimiento de su verdadero ser y de su ritmo básico y luego posibilidades para
construir dentro de él una estructura, un sistema (nuevas
formas de actuar, nuevas formas de pensar y de sentir
acerca de sí mismo y de los otros) que le permita y lo capacite para experimentarse a sí mismo como una persona
total.
¿Qué puede hacer un padre o una madre para que
su hijo o hija actualice, consolide y manifieste adecuadamente su propio sexo?’
1. Un padre y una madre deberán tener presente que
sus hijos per tenecen a una próxima cult ura y
que en ella la masculinidad y la femineidad mirarán ciertamente los aspectos internos, no los externos de las personas.
2. Una sana sexualidad supone en las experiencias tempranas de la vida, en el proceso de crecimiento, vivencias de nutrición emocional y de relación personal
adecuados.
3. Una sexualidad madura es fruto de una adecuada nutrición en la etapa de la niñez en el sentido que
el individuo obtuvo amor y buena dosis de amor. Así se
forman las identidades sexuales maduras. O también, que
el precio que pagó el individuó por el amor que recibió no
fue demasiado alto, en el sentido que, por el amor que
recibió, tuvo que aceptar en sí mismo cambios que, en
muchos aspectos, fueron dolorosos y perjudiciales para él.
4. El individuo nutrido, alimentado convenientemente
aprende a dar y recibir y, en su sexualidad, será capaz de darse él mismo y será capaz de recibir.
51
5.
El individuo que aprende cómo desarrollar su proceso de nutrición (dando-recibiendo) es el individuo social que establece relaciones profundas ya sea con hombres
o con mujeres.
6. Por eso, no basta el mero aprendizaje de la relación
porque ésta puede darse sólo en el funcionamiento externo (en el sentido de aprendizaje de roles), desprovista de
un verdadero dar y recibir. Si la reflexión, lo racional es la
única parte abierta en el proceso de nutrición estos individuos producen una seudo relación: la relación, la comunicación cerebral, racional, no comprometida emocionalmente.
7. Una sana sexualidad supone experiencias tempranas
de vida que enseñan que las personas del sexo opuesto
son dignas de confianza: que no abandonan, que no hieren,
que no son destructivas.
8. Una identidad sexual gozosa requiere, durante la experiencia de crecimiento, presencia de relaciones con
personas del sexo opuesto significativas en confianza y
profundidad.
9. Un buen modelo sexual a nivel de los padres significa en la pareja relaciones adultas de igualdad con
confianza real para manifestar sentimientos profundos de
dolor, ternura y cariño.
10. Finalmente, resumiendo todo lo anterior, digamos
que una sana sexualidad requiere que el individuo
entre en contacto con lo que realmente siente. No basta
con actuar sobre la base de lo que es correcto, aceptable, normal, y que se supone que produce un final feliz.
Si en una familia todos pretenden que las cosas están
bien, cuando no lo están, el niño tiene que suponer o que
todos están locos o que él está loco o que para vivir tran-
52
quilo esa es la manera de vivir. La mayoría opta por esta
tercera alternativa y así el niño empieza a unirse a los
miembros de la familia en lugar de luchar contra ellos
(¡porque es muy peligroso!) y comienza a construir su propia imitación de la vida con materia prima prestada, no
propia. Estas personas, el día de mañana, actuarán como
máquinas (se casan, hacen el amor, trabajan, producen mecánicamente) como si el funcionamiento fuera todo lo que
existe para el organismo humano.A la base están fallados
los procesos de crecimiento: se desarrollaron en base a actuación, no actualización; en base a imitación, no a manifestación y consolidación de lo original.
CUESTIONARIO
1.
¿Sientes tú que sea importante que hablemos del sexo
en esta reunión? ¿Por qué?
2.
Sintiendo que es un tema importante el sexo, ¿te resulta difícil abordar el tema? ¿Por qué?
3.
Si, desde el ángulo psicológico, una identidad sexual
sana supone: una experiencia temprana feliz en el dar y
el recibir (una buena “nutrición”); una experiencia temprana feliz de relación (una dosis gratificante de presencia y distancia); una experiencia temprana feliz de modelos masculinos y femeninos, ¿crees tú que los padres
de familia juegan un papel importante en la identidad
sexual de los hijos?
4.
¿Qué problemas crees tú que puedan darse en la vida
sexual de los adultos si, ellos cuando niños, no fueron
convenientemente nutridos (no aprendieron a dar y
recibir)?
5.
¿Qué problemas crees tú que puedan darse en la
identidad sexual y luego en la búsqueda de pareja
heterosexual si los modelos sexuales adultos no
fueron positivos en las experiencias de infancia?
53
Ingreso-egreso en familia
- “Ganarás el pan con el sudor de tu frente” (Gén 3, 17).
- Si ganas tu pan, cómelo con alegría; si tu trabajo te
permite satisfacer tus necesidades, siéntete exitoso.
- Si comes con alegría, si eres exitoso no te olvides
de compartir...
- También tus hermanos tienen derecho a comer su
pan con alegría, también tus hermanos, los hombres,
tienen derecho a que la vida les dé oportunidades
para triunfar.
- No pretendas cambiar esta ley: en la vida nada es
gratis, todo tiene su precio. También tu amor, tu pareja, tu hogar, la vida...
Un hombre y una mujer están casados...
De ahora en adelante para vivir, para construir sus
vidas necesitarán muchas cosas y una de ellas es el dinero.
El esposo y la esposa, cada cual, tiene su propia experiencia de manejo de dinero: ¿mucho?, ¿poco?, ¡no importa!... Lo que importa ahora es que como esposo y como esposa tendrán que conversar la nueva forma de administrar el dinero. No existe una fórmula única; según
la realidad económica del nuevo hogar y la capacidad imaginativa de los esposos se podrán encontrar muchas fórmulas felices para administrar el dinero. Sin embargo, es
deseable que ambos esposos sean realistas y conversen el
tema francamente.
Sin embargo, dada nuestra cultura, debemos reconocer que, en nuestros pueblos latinoamericanos, hablar de
dinero, incluso al interior de la familia, es un problema
54
complejo dado que se mezclan, entre otras, dos variables que
complican el tema: el machismo y el sentido de poder.
Al hablar de machismo podemos decir muchas cosas; en
el caso de ingreso-egreso familiar sólo queremos hablar
de dinero y valor personal; dinero e imagen personal.
Igualmente, al hablar de poder podemos decir muchas
cosas; aquí sólo queremos subrayar la relación dinero y
poder de decisión, fuerza de dirección; dinero y autoridad.
El esposo y la esposa para iniciar una buena convivencia
tendrán que conversar francamente del ingreso familiar y su
administración. El esposo y la esposa, ambos, tendrán que
sentir que su valía personal no depende de la cantidad de
dinero que ganen o que gasten. Cada esposo vale por
sí mismo, al margen de lo que gana o de lo que gasta.
Este aspecto no basta con leerlo escrito, no basta con
conversarlo. El dinero, en la relación de pareja, jugará un
papel no despreciable a través de toda la vida y cada miembro de la pareja deberá darse permiso para entrar en el
aprendizaje del uso, de la distribución del dinero del hogar, de la familia.
Los esposos que inician una vida de pareja son personas jóvenes; saben tantas cosas..., han vivido tantas experiencias. Sin embargo, les quedan tantas cosas por conocer; les quedan tantas experiencias por vivir...
Una de las realidades todavía no bien maduradas,
pero que necesitan tener presente los jóvenes esposos es
que en la vida, cada cual, desearía tener, disponer, de tantas cosas y entre ellas hay algunas que son posibles en el
presente y otras que no son posibles; hay otras que no son
posibles hoy, pero pueden serlo en el mañana, y otras que
no son posibles ahora y que nunca lo serán. Y la vi-
55
da puede ser hermosa y los esposos pueden y deben ser
felices. La armonía de la pareja no depende de las cosas,
de las adquisiciones, de la competencia social, etc. Un
hombre y una mujer, sienten el embrujo del amor, viven su amor y desde su amor le dan sentido, alegría, a las
cosas, sean muchas o pocas, sean sencillas o deslumbradoras.
Concretamente, una pareja de recién casados no pueden desconocer la realidad de los ingresos disponibles para el mes.
Sí sólo trabaja uno de los esposos y su sueldo es todo
el ingreso del hogar, es conveniente que conozcan claramente de cuánto disponen para el mes ambos esposos. Si
trabajan los dos esposos y sus ingresos son el ingreso total
del hogar, es conveniente que ambos esposos sepan cuál es
el ingreso real de la casa. Si, además, existe otra fuente
de ingresos fijos u ocasionales, en alguno de los esposos,
igualmente debe saberse por ambos esposos.
Si se pesan ventajas y desventajas en relación al conocimiento de los ingresos reales del hogar, por parte de ambos esposos, la experiencia enseña que son infinitamente
mayores las ventajas... Fingir ingresos que no existen; disponer en base a suposiciones que sólo son suposiciones,
tienen a corto plazo un costo muy alto: mentiras, reproches, auto exigencias desmedidas, etc.
Una vez que se conoce el total del ingreso familiar,
conviene organizar los gastos a nivel de los esposos, en
conversaciones que pueden perfectamente bien tener momentos de desacuerdo.
Los gastos conversados, discutidos, negociados, etc.,
finalmente, establecidos entre márgenes de tolerancia, pero
siempre dentro de las posibilidades totales reales de tal
56
manera que los egresos nunca, en ningún caso, sean mayores que los ingresos.
Es peligroso jugar al “esposo banquero” o a la “esposa princesa”, como también es peligroso jugar al “esposo
mendigo” o a la “esposa cenicienta”.
En el terreno del dinero también la mentira entre esposos es peligrosa y, tarde o temprano, termina mal.
CUESTIONARIO
1.
Dada nuestra cultura, es un hecho que el sueldo de una persona es considerado como algo muy “privado”. ¿Podría usted decir cuánto ganan, por ejemplo, dos de sus amigos?
En general, podemos decir que somos hijos de una
educación en la cual no se nos enseñó claramente el
valor de las cosas.
¿Cree usted que sus deseos de soltero(a) por adquirir cosas decían relación con las posibilidades reales de sus ingresos
personales o familiares?
En su familia, ¿recuerda usted si se conversaba, cada mes,
3.
con tranquilidad, del dinero de la familia y las posibilidades
de compra?
2.
4.
¿Siente usted que, siendo el ingreso familiar patrimonio común, los miembros de la familia deben disponer del ingreso
familiar por partes matemáticamente iguales o según las diferentes necesidades?
5.
Ahora, como esposos, ¿han intentado con su pareja llevar
una cierta contabilidad de ingresos-egresos familiares?
57
Las crisis normales de la pareja
- No es fácil el paso de la noche al día...
- No es fácil el paso del invierno al verano...
- Y sin embargo, la vida necesita a la noche y al día,
la vida necesita al invierno y al verano.
- Y cuando miramos la noche y el día; cuando miramos el invierno y el verano descubrimos que la vida avanza, descubrimos que la vida florece...
“Se casaron y fueron felices hasta el fin de sus vidas”... Así terminan los cuentos infantiles...
La vida es diferente... La vida implica cambios, y todo
cambio exige una dosis especial de flexibilidad y adaptación. En la vida también existen cambios profundos en
determinados momentos y en la vida de la persona que
los experimenta hay una exigencia extraordinaria de flexibilidad y adaptación. A la respuesta de las personas a esta
exigencia extraordinaria pedida por un cambio profundo
la llamamos “crisis” y porque se da, habitualmente, en
todas las personas, la llamaremos “crisis normal”. La
crisis, pues, se da en las personas y significa la desorganización, la desorientación, el desgaste, el mayor o menor
desequilibrio, físico y psíquico que experimentan las personas.
Al hablar de crisis normales de la pareja podríamos
tomar como referente o la relación misma de pareja o las
personas que componen la relación dual. La relación de pareja, en cuanto tal, tiene su propia dinámica; pero también
las personas, en cuanto tal, tienen su propia dinámica.
58
Pensemos cómo la relación de pareja, en cuanto tal, atraviesa
diferentes fases: de formación de pareja estable, de organización y producción, de partida de los hijos y reencuentro de los
esposos solos, del matrimonio anciano. También las personas
que conforman esta relación dual, tomados individualmente
atraviesan las etapas del desarrollo de todo el ciclo vital: crisis
de las personas en la mitad de la vida, etc.
Nosotros, al hablar aquí de las “crisis normales” de la
pareja hablamos sólo de las personas en dos momentos especiales: cuando inician la vida de pareja y cuando se reencuentran ya sin los hijos.
En ambos momentos veremos cómo la crisis ha significado una exigencia fuerte de flexibilidad y adaptación; cómo
las personas al responder, finalmente, positivamente logran
iniciar en forma armónica y gratificante una nueva etapa de
vida. El lector podrá extrapolar este mismo camino y destino
para toda posible crisis que los esposos vivan y que podamos
considerar “normal”.
Repitamos, una vez más, que, cuando hablamos de crisis, nos referimos aquí a “cambio profundo”. Todo cambio es
dejar, despedirse de algo, de alguien conocido, amado, para
enfrentar, comenzar algo desconocido y, quizá, temido, precisamente, por lo desconocido.
Todo cambio implicó algo de temor y exige, en el sujeto
que lo experimenta, una dosis de flexibilidad y adaptación.
La crisis, el cambio profundo, aumenta estas dosis aún más.
Las personas que inician la vida de pareja, deben saber,
que aunque el cariño es grande, que aunque las ilusiones les
dan muchas fuerzas están experimentando un cambio fuerte,
profundo; están viviendo la primera crisis
59
de pareja y esto es normal. Dejar algo, despedirse del hogar
paterno exige flexibilidad y readaptación.
Por otro lado, fijar un compañero(a) para configurar
junto a él (ella) la historia de una nueva vida personal, a pesar de todo lo hermoso que significa la carga afectiva que
están viviendo, implica, también, un cúmulo de renuncias:
a personas, a otras posibilidades, etc.
Se acoge la nueva vida de pareja con alegría, pero
como una real tarea: iniciar ante la vida un caminar compartido y, en este caminar, realizarse como persona y como pareja.
Al sentido de exclusión frente a la familia de origen,
el inicio de la pareja suma, además, el sentido de exclusión respecto a otras posibles parejas.
También el inicio de la pareja implica un intenso proceso de diálogo: hay que encontrar el nuevo estilo de vida. Ahora los esposos se esfuerzan por llegar a un acuerdo
respecto a normas y valores, pero no ya en los términos abstractos y teóricos de la época del pololeo y del noviazgo, sino en relación a la realidad de cada día, al reparto
de tareas y responsabilidades, a la distribución de las horas
del día, del trabajo y del tiempo libre, a las relaciones sociales y amistades, al uso del dinero, a los programas concretos de participación en la comunidad, etc.
El inicio de la convivencia exige tomar posiciones y
decisiones frente a todos los campos de la vida humana.
Así, poco a poco, se irá formando la pareja: cada esposo
asume, según sus gustos y aptitudes, después de haberlo
conversado y convenido, algunos aspectos de la vida en
común.
La asignación de funciones y el desempeño agradado
de las mismas aumenta la cercanía de las personas, la efi-
60
ciencia de la pareja y proporciona satisfacción a los esposos, hace que la unión aparezca con sentido y va creando
una interdependencia y sentimientos de solidaridad.
Se van acostumbrando los esposos el uno al otro y en su
amor y amistad se forma esa “nueva realidad” (Génesis),
se forma un “yo-común” que va alimentando la vida del
uno con la vida del otro.
Hubo un cambio fuerte, hubo una crisis en las personas: se pasó del hogar paterno al hogar propio. En el
amor, en el entusiasmo, en las esperanzas compartidas,
los jóvenes esposos respondieron a las exigencias de flexibilidad y adaptación y, en general, la mayoría de los jóvenes esposos salen airosos de la primera crisis.
Luego viene un camino de 20, 25 años...Se buscan
las grandes metas, se obtienen los logros fundamentales:
los hijos, cierta cantidad de bienes, una determinada ubicación laboral, un nivel de prestigio social...
Pasan los años y, sin darse cuenta, la joven pareja
ya no tiene 25 años sino 45 ó 50 años.
También, fundamentalmente los hijos se están yendo
o ya se han ido. Las tareas básicas están cumplidas, bien,
regular o mal, pero están cumplidas. Los objetivos primeros de la vida de esposos ya no están, pero quedan todavía 25 ó 30 años por delante. Los esposos al mirar la vida
ya no ven sólo hacia adelante; ahora es diferente: hay
una parte de camino que les pertenece, pero que queda
atrás; hay otra parte de camino por delante que les pertenece, pero necesita nuevas razones, nuevas metas.
Los esposos sienten que necesitan reencontrarse, replantearse metas, recordar el caminar solos, como pareja,
de los primeros tiempos.
Esto, en la vida de los esposos, significa cambios y
cambios profundos. Sus vidas se han organizado en fun-
61
ción de las metas ya logradas. El estilo de vida, la organización del tiempo, la posibilidad de encuentros no puede
continuar en función de algo que ya no tiene el mismo sentido. No se puede mantener un estilo de vida formado por
metas ya superadas. Ahora a los esposos les espera otra
etapa, esta nueva etapa necesita razones propias, motivaciones adecuadas con la nueva realidad...
En no pocas parejas, este reencontrarse y los cambios
que pueda conllevar tiene características de crisis: cambio
profundo que exige una dosis extraordinaria de flexibilidad y adaptación.
Esta flexibilidad y adaptación, en las diferentes personas, en las diferentes circunstancias, puede ser una exigencia alta, mediana o baja, y los miembros de la pareja
estar en mejores o peores condiciones para responder. Las
desarmonías de este momento en las parejas podrán ser
nulas, medianas o altas. Sin embargo, lo cierto es que al
reencontrarse los esposos, la pareja emprende una nueva
etapa de crecimiento tanto a nivel de las personas como a
nivel de la relación misma.
Para los jóvenes esposos será de gran provecho tener presente y asimilado el hecho de que cada etapa de la
unión conyugal puede significar una etapa de crisis en la
pareja. Estas crisis llegarán a ser positivas si la lucha, el
esfuerzo, la participación positiva de los esposos por superarlas mantienen viva la comunicación, el deseo de seguir
caminando, el ofrecimiento recíproco de “cuenta conmigo”.
El matrimonio crece después de cada crisis compartida por la pareja y superada positivamente.
62
CUESTIONARIO
1.
La palabra “crisis” ¿significa para tí sólo algo positivo o sólo
algo negativo?
2.
¿Crees tú que, en general, los jóvenes esposos toman conciencia, conversan entre ellos del esfuerzo, del desgaste que implica normalmente, la primera época de ajuste de la pareja?...
3.
¿Qué indicadores usarías tú para medir el afiatamiento de
una joven pareja?
4.
¿Has visto tú en crisis alguna pareja de amigos, alrededor de
los cincuenta años, por la partida de los hijos de la casa?...
5.
¿Conoces tú matrimonios, alrededor de los cincuenta años
que se vean, como parejas, alegres, afiatados, con ganas de
vivir?
63
Familia y entretención
- El mundo es ancho y te espera...
- Canta como cantan las aves...
- Juega como juegan los niños...
- Sonríe como sonríe el anciano.
- Canta, juega, sonríe porque la vida es una hermosa
aventura; canta, juega, sonríe porque tu cuerpo, tu
corazón, tus manos quieren descansar, necesitan descansar para volver a cantar, jugar y sonreír.
Todos los miembros de la familia, cada cual en su
propia realidad, están tensionados por la vida de cada día.
Las tensiones, poco a poco, se van acumulando y, al final todo organismo se resiente a menos que conscientemente creemos espacios para rehacernos, espacios distensionadores.
A estos espacios de distensión los llamamos momentos de entretención, de diversión, momentos deportivos físicos (al aire libre, bajo techo, tranquilos, violentos, etc.).
Una familia sana necesita momentos de diversión,
de entretención.
¿Por qué sólo los “extraños” (amigos no familiares)
pueden tener creatividad, ponerse de acuerdo y vivir momentos agradables? ¿Por qué también los miembros de
una familia no pueden tener creatividad, ponerse de acuerdo y vivir momentos agradables? ¿Por qué es posible entretenerse bailando con una persona extraña y no es posible
entretenerse bailando con un pariente? Preguntémoslo claramente: ¿para entretenerse bailando es absolutamente necesario que siempre esté presente el elemento erótico?
64
Una familia sana necesita momentos de diversión, de
entretención. Esto es un desafio a cada miembro de la familia. En la programación de la vida de las personas se
necesita integrar algunos momentos, al menos, semanales
de vida relajada entre los miembros de la familia.
¿Que los horarios de trabajo son largos? Ciertamente...
¿Que la vida moderna solicita desde tantos frentes?
Ciertamente...Pero así como un hombre, una mujer, un
niño, una niña, un joven, una joven son miembros de tal
o cual grupo, tienen tales o cuales responsabilidades,
también es cierto que todas las personas pertenecen a un
hogar, a una familia y el hogar, la familia, los necesita a todos. Es una obligación seria, ética, entregar tiempo, y tiempo de buena calidad para cuidar el hogar. El éxito del hogar, el éxito de la vida familiar se alimenta no sólo de resposabilidades, de tensiones, comunes y normales; el éxito del hogar, el éxito de la vida familiar se alimenta también de buenos momentos compartidos y para que éstos
se den, no basta estar abierto a aceptarlos cuando llegan.
Es poco. Además, se necesita tener preocupación positiva
por crearlos.
Mira tu “agenda” y revisa todo el mes pasado, entre
tus anotaciones ¿aparecen momentos consagrados a la diversión en familia?...
Los momentos de diversión familiar pueden ser variadísimos; cada grupo familiar según su creatividad, según sus intereses, según sus capacidades deciden. Lo que
no es libre es la necesidad de momentos de diversión en
una vida sana familiar.
Las drogas, el alcohol, los tranquilizantes, todos estos
enemigos del mundo moderno son, cada día, más usados
por la población. El cuerpo humano, aparentemente, se
libera; en verdad se deteriora, se maltrata...
65
El hombre busca evadir las dificultades; el hombre
no sabe dialogar, negociar, ganar, perder... Para todo necesita las drogas, el alcohol, los tranquilizantes.
Ayer, en la escuela del deporte individual, el hombre
se encontraba consigo mismo y aprendía a enfrentar dificultades: se preparaba, limpiamente competía, con gallardía, aprendía a triunfar o ser vencido. En el deporte individual el hombre aprendía que el éxito o la derrota son
momentos de la vida; que en el éxito o la derrota de una
competencia la vida no se juega; en el deporte, el hombre aprende que la vida es más importante que un éxito o
un fracaso; que la vida se entreteje con éxitos y fracasos.
Hoy, los miembros de una familia que desee ser sana
tendrán que volver a los medios sanos, como el deporte
individual, para prepararse, competir, vencer o fracasar
en las diferentes situaciones de la vida; para aprender a
manejar la situación de espera antes de la competencia; la
situación de tensión durante la competencia; la situación de
relajamiento después de la competencia sin necesidad de
los falsos y perniciosos acompañantes del mundo moderno
(drogas, alcohol, sedantes, etc.).
El deporte grupal es tan necesario como el deporte
individual para los miembros de una familia. El deporte
grupal enseña el trabajo grupal, la concentración por una
causa compartida de posibilidades individuales, el compartir con otros el éxito o la derrota, etc.
El deporte, individual o grupal, entre los momentos
de entretención de la familia, no debe faltar. La vida, en
general, y la vida familiar, en particular tiene elementos
de juego y elementos de competencia. El deporte enseña a
participar positivamente en ellos, en forma natural.
66
¡Cuántos momentos gratos pueden llegar a la vida de
familia si se crean espacios de distensiones tales como momentos de entretención, de diversión, de deportes!
Las personas se renuevan, el ambiente familiar se renueva en estos espacios.
Una seria dificultad para las familias modernas en
este capítulo de entretenciones se refiere a la falta, por lo
general, de modelos: los hogares no se han preocupado de
entretenerse; los miembros de una familia no se han acostumbrado a compartir espacios de entretención. Se trata de
iniciar algo, se trata de decidir crear esta auténtica situación de prevención o de sanación del ambiente familiar.
CUESTIONARIO
1.
En la familia de origen de cada uno de nosotros ¿qué cabida tenían los momentos de entretención familiar? Que cada
miembro de la reunión cuente lo que mejor recuerde, en forma breve.
2.
Ahora somos nosotros los jefes de familia y tenemos muchos compromisos y todos son muy reales y respetables. Vamos a
mirar sinceramente nuestra agenda y vamos a revisar todo
el último mes. ¿Cuántas veces aparece reservado un momento para divertirnos, entretenernos en familia?...
3.
¿En qué sentido el deporte individual y colectivo puede ser
formador de las personas?
4.
¿Qué entiendes tú por “ambiente sano familiar”? Cada miembro del grupo brevemente expone algunas ideas.
5.
¿Crees tú que el deporte puede enseñar a las personas a ne-
gociar, dialogar, ganar, perder? Explícate brevemente.
67
La familia y lo espiritual
- Mira la tierra, pero también levanta tu mirada; realiza tus sueños, pero también escucha tus nostalgias
profundas; goza la estrella que hay en el firmamento, pero no la saques del infinito...
- Camina confiado porque tus nostalgias y el infinito
te hablan de Dios, y Jesús te enseñó y te permite
llamarlo, sentirlo y amarlo como Padre; y por eso, al
amanecer y al anochecer, que tus labios pronuncien
lo que siente tu corazón: “Padre nuestro...”.
.
En el mundo de hoy, cada vez con más fuerza, las
personas sienten la necesidad de integrar en sus vidas la
dimensión espiritual... Una vida horizontal exitosa es una
buena meta, puede ocupar parte de la vida, pero no le da
sentido ni consistencia ni a las personas, ni a las cosas...
En la dimensión horizontal el hombre no logra su plena
satisfacción... El hombre occidental u oriental, el hombre
sencillo o científico, el hombre joven o anciano necesita
la dimensión vertical, necesita un sentido de trascendencia...
El pescador sencillo que entra a la mar, en la oscuridad de la noche, y sale de la mar con el fruto de su trabajo cuando ha amanecido; el campesino sencillo que abre
la tierra, echa la semilla, riega el sembrado y al calor del
sol y de sus desvelos ve crecer sus siembras; el científico
que en el laboratorio o el observatorio mira el microcosmos de los tejidos y de la célula o el macrocosmos de los
planetas y galaxias, todo ser humano, por sentido común
o por teorías científicas, busca dar a su vida una proyección trascendente...
68
Esta necesidad personal nace, es acogida o rechazada en el interior de la familia.
Lo habitual es que, así como la familia es la mejor
escuela para la vida, también el hogar es la gran escuela
de la fe. Lo habitual es que la familia, concretamente el
padre y la madre, sean los sacerdotes de sus hijos, entreguen la primera experiencia de Dios. En la familia se ponen las bases de la dimensión espiritual de las personas.
En la familia se alimenta la relación hombre-Dios.
¿Qué pasa hoy en la familia con lo religioso?
En las familias se guardan con cariño recuerdos religiosos, objetos religiosos: el álbum donde aparece el papá
y la mamá el día del matrimonio religioso; el cuadro de la
Virgen o un Crucifijo que era de una tía o que fue regalado por una persona que se estima. En las familias se
guardan con cariño oraciones, costumbres religiosas. Fundamentalmente esto es lo que los padres transmiten a sus
hijos.
En la práctica constatamos que con esta iniciación
religiosa los hijos no han echado buenas bases espirituales.
¿Qué ha fallado? Muchas cosas...El interés real de
los padres por la dimensión espiritual de los hijos (a lo
mejor los antiguos repetirían el adagio “nadie puede dar
lo que no tiene”) ciertamente es muy pobre. Pero quizá
lo que falló significativamente está a nivel de la metodología...
Preguntémonos cómo conocieron los Apóstoles a Jesús. Veremos que lo que conocieron primero los apóstoles en Jesús fue al hombre, al hijo del carpintero, al hijo
de María. Ese hombre les interesó, ese hombre se ganó su
confianza; ese hombre, a través de su palabra, de sus en-
69
señanzas, de la integridad de su vida los fue “desconcertando”: es igual que nosotros, pero es diferente a nosotros,
dirían los apóstoles... En ese “es igual a nosotros” está el
enganche, el acercamiento, el compromiso histórico, emocional, personal. En ese “es distinto a nosotros” se da el
espacio necesario para el regalo de Dios: “no es la carne
ni la sangre quien te lo ha revelado, sino mi Padre” (Mt
16, 17).
Los apóstoles conocieron al hombre y se entusiasmaron por el hombre; los apóstoles conocieron al hombre y
se desconcertaron porque en Jesús lo humano estaba sobrepasado: ahí, en el espacio de la “admiración” Dios les
regaló la comprensión de la totalidad de Jesús.
Para llegar a Dios, hay que saberse maravillar de la
tierra, de los hombres, de la vida...
Para que se dé la admiración por la tierra, por los
hombres, por la vida es preciso acercarnos a ellos, contactarnos con ellos. Acoger, gustar, cuidar, hacer crecer la
tierra, las personas, la vida... Maravillados por la hermosura, la armonía del día y de la noche, del invierno y del verano, de las flores de los campos y de las aves del cielo, del
niño y del anciano, de la pareja y del consagrado, del
trabajo y del descanso, etc., entonces los hijos llegarán a
acoger, gustar, cuidar, hacer crecer la tierra, las personas,
la vida... El vivir tiene sentido, más aún, produce admiración, y en un mundo con sentido, en ese “espacio” de
admiración, Dios se muestra, y es visto, Dios habla y es
escuchado, Dios ama y es amado.
La metodología para mostrar en el hogar a los hijos
la presencia de Dios; la metodología para crear las condiciones para ver, gustar las cosas de Dios no ha sido acertada en la mayoría de nuestros hogares...
70
Los padres no pueden compartir una buena experiencia de Dios porque simplemente, en la mayoría de los casos, tampoco ellos la tienen. Los padres no pueden compartir una buena experiencia de Dios porque si la tienen
no tienen a su alcance y, por lo mismo, no pueden usar,
una buena metodología...
Sin embargo, los papás se dan cuenta como adultos
que sus hijos necesitarán tener presente en sus vidas la
dimensión espiritual para vivir como personas, para vivir
con éxito real, duradero. A su vez, los padres, como esposos, como personas adultas, sienten cada vez más, o alegría
por el sentido que les ha dado a sus vidas lo religioso, o necesidad de lo religioso para darle otro sentido a
sus vidas que sienten, en cierto sentido, vacías.
Cuando lo religioso ha nacido a partir de ese espacio de “admiración”; cuando Dios se ha manifestado y el
ser humano lo ha podido ver, gustar, experimentar, la vida
de oración tiene “contenido”: desde la sombra se puede hablar bien con Dios; desde lo creado se puede hablar
bien con el Creador; desde la casa paterna se puede hablar bien con el Padre.
Ese hogar, esa familia, habrá contemplado a Dios, habrá contemplado las cosas de Dios y habrá experiencia
compartida, habrá lenguaje que tiene contenido y papás
e hijos dimensionarán sus vidas espontáneamente como
personas espirituales.
En la casa podrá haber momentos de oración individual o comunitaria; podrá haber lectura de la Palabra de
Dios individual o comunitaria; podrá haber signos religiosos personales o compartidos, y eso con toda naturalidad.
Es la familia que como familia podrá decir a Dios:
“gracias” y “perdón”; es la familia que compartirá, cuando
un miembro quiere decir individualmente a Dios: “gra-
71
cias” y “perdón”; es la familia que en la relación de sus
miembros podrá decir con sinceridad y en presencia de
Dios: “gracias” y “perdón”, etc.
Al interior de la familia de hoy, también se necesita programar momentos espirituales, buenos momentos
espirituales...
CUESTIONARIO
1.
¿Por qué crees tú que las personas, en general, y las familias,
en particular, sintiendo la necesidad de lo espiritual
no concretizan sus necesidades espirituales en momentos
fijos con metas claras de vida espiritual?
2.
Según lo que tú has podido conocer en las personas que te
rodean, ¿tú crees que como creyentes, la opción que han hecho de Dios, es una decisión personal?
3.
Los recuerdos de lo religioso, en tu niñez, ¿se refieren principalmente a actitudes o maneras de ser o a rezos y objetos
religiosos?
4.
¿Durante cuántos años de tu vida, la oración fue preferentemente una repetición de rezos?
5.
¿Conoces tú, hoy, alguna familia donde hayan momentos
de oración o lectura de la Santa Biblia en comunidad?
72
La familia
y la experiencia de la muerte
- “ . . . aunque parezca a tus pasos inútil caminar, tú vas haciendo camino, otros lo seguirán” ... (Himno:
Santa María del camino).
No es lo mismo ser dueño de algo que ser administrador de algo...
En general, nosotros tenemos tendencia a quedarnos
con lo que nos han prestado: de administradores queremos
transformarnos en dueños.
Frente a la existencia, querámoslo o no, somos meros administradores, pero, a pesar de las múltiples evidencias de cada día, en nosotros o fuera de nosotros, no aceptamos la evidencia: no somos dueños de la vida.
Tejiendo su historia de amor, los padres hacen el
amor muchas veces. Sin embargo, los hijos que nacen en
un hogar no los determinan los padres: nacen de la vida
y son hijos de la vida; nacen de Dios y son hijos de Dios.
Tampoco se ha preguntado a los hijos su deseo de existir... Del mismo modo, para padres e hijos, la hora de la
partida es una incógnita. Para nacer, para morir, los humanos pueden crear situaciones con más o menos probabilidades; sin embargo, la decisión última frente a la vida
o frente a la muerte no les pertenece.
Los humanos son administradores de la vida; los humanos no son dueños de la vida...
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Porque somos administradores debemos administrar
bien y saber entregar bien la administración cuando es
solicitada...
Debemos administrar bien la vida... Los esposos deben administrar bien la vida de pareja mientras tengan la
concesión de la administración.
Administrar la vida, en general; administrar la vida
de pareja, en particular, no significa vivir triste, vivir sin
creatividad. El administrador es un hombre de confianza,
es un hombre de valer; el administrador recibe la administración y mientras administra tiene en sus manos la posibilidad de éxito o fracaso de la empresa y, en verdad, se
confía en él en vista del éxito.
Los esposos administran la vida de pareja, tienen en
sus manos la posibilidad del éxito, se espera de ellos el éxito. Mientras administran la relación de pareja deben ser
exitosos: que el hombre alimente integralmente a su mujer y la mujer a su hombre; que la pareja fije sus metas y
camine sintiendo la alegría y el cansancio compartidos,
construyendo los logros deseados.
Un hombre y una mujer esposos tienen el mundo a
su disposición: las horas de desayuno, los días de invierno, la alegría de los niños, los momentos de enfermedad,
la posibilidad de estar juntos, la realidad de las separaciones necesarias, etc. Mientras administran su relación
de pareja, mientras cada esposo administra su vida, ahí
están para compartirse.
Sin embargo, es una realidad que la hora de solicitud de entrega de la administración de la relación de pareja, la hora de entrega de la administración de la vida,
tarde o temprano, llega...
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Es una realidad que el esposo o la esposa tendrá que
despedirse algún día de su pareja. Si han aprendido a ser
buenos administradores se despedirán en mejor forma.
Toda despedida es dolorosa, pero si se la mira como injusta, como irracional, es más dolorosa.
Los esposos van por la vida compartiéndose. Si gozan
la vida mientras la comparten, si le sacan provecho a la
vida mientras les es posible, no quedarán lamentaciones
inútiles; quedará el buen recuerdo de la vida compartida.
Frente a los hijos, la reflexión de la muerte tiene el
mismo enfoque. Sin embargo, en muchos casos la despedida es además más dificil por razones “sustitutivas”. No
raras veces los hijos juegan el papel de única razón de ser
de la pareja.
Una pareja ciertamente que no se casa sólo para tener
hijos. Un hogar nace porque un hombre ama, se siente
bien con una mujer y viceversa. Sin embargo, no es raro
encontrar que, con el tiempo, una pareja permanece como
tal, sólo por el hijo o los hijos. En estas condiciones, despedirse del hijo ciertamente encierra características de despedida muy peculiares.
Sin embargo, el hijo no es propio. El hijo, como persona, él mismo no es dueño de su vida; el hijo, en relación a sus padres, no es propiedad de ellos; es un bien
cedido sólo en administración. Los padres y el hijo tienen una existencia no propia.
Hace siete años, en la Parroquia San Crescente, una
tarde me encontré con Carlos y su esposa. Oraban frente
a la imagen de María. Se acercaron después a mí y me
preguntaron si yo podría participar, durante la Misa, en
la acción de gracias de ellos. Celebraban el primer aniversario de la partida del primer hijo. Había fallecido de sólo tres meses de edad, pero ellos daban gracias a Dios
75
porque sentían grande la misión de ese hijo: a ella le había permitido la experiencia y la maduración de mujer
madre; a él, de hombre padre; a ambos les había dado
la oportunidad de ser esposos fecundos, de experimentar
el crecimiento del amor. Ambos sentían que la relación
de pareja y el hogar con los hijos que vendrían, tendrían
el sello de él y lo sentían muy positivo. ¡Daban gracias a
Dios!...
¡Qué hermoso! Carlos y su esposa miraban la vida,
acogían la vida con lo que la vida encierra en sí y no a
través de sus cálculos.
La vida no defrauda cuando aprendemos a acogerla,
gustarla, hacerla crecer desde la perspectiva de la vida y no
desde nuestra perspectiva. Amemos la vida por lo que tiene, no la maltratemos por lo que, según nosotros, no tiene. La partida es menos dolorosa si tenemos pocas culpas que reprocharnos; la partida es menos dolorosa si quedan pocas cosas sin hacerse y que pudieron hacerse...
Es una realidad la muerte en la vida de la familia...
Tarde o temprano morirá un abuelo, un tío, un papá, un
hijo... El hogar necesita tener una respuesta frente a la
muerte...
Los cristianos tenemos la buena noticia que nos enseñó y nos mostró personalmente Jesús: la muerte no es
el final del camino (Hech 2, 14-37). Sin embargo, para
que el sentido de la muerte cristiana no quede sólo en palabras necesita integrarse en una visión global, en una cosmovisión.
Para un cristiano, la vida humana es una expresión de
vida; la vida en el tiempo y en el espacio es la vida con
características humanas. Pero la vida humana no agota las
expresiones de vida, no agota la Vida. ¿Habrá seres en
otros planetas? La ciencia, quizá responderá algún día.
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Pero lo que sí sabemos es que la vida en la dimensión de
Dios lleva a plenitud la vida humana. La muerte no es el
final del camino porque “deshecha la morada terrestre adquirimos mansión eterna en los cielos” (Misal Romano,
Prefacio de difuntos), porque cuando lo humano experimenta la muerte, si la calidad humana lograda permite al
hombre estar abierto a Dios, Dios le regala la participación en su propia vida. El hombre creado para vivir la dimensión humana es recreado para participar en la realidad divina. (Esta recreación es un proceso que llega a su
término en la experiencia de la muerte: “el que cree en
mí tendrá vida eterna; el que coma de este pan vivirá para siempre” (Jn 6, 44-52).
Si los seres queridos parten, en la visión cristiana, la
familia se abre más allá de las fronteras del tiempo; la familia trasciende lo humano y los seres queridos que han
experimentado la muerte viven en la vida nueva, en la tierra nueva (Apoc 21, 1-5). La experiencia de la muerte es
una experiencia que todos los miembros de la familia experimentarán y será la experiencia que permitirá el reencuentro, personal, gozoso. El amor nunca terminará; se
limpiará de las limitaciones propias de lo humano, pero la
relación del amor permanece (1 Cor 13, 8).
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CUESTIONARIO
1.
¿Por qué crees tú que, en la cultura occidental y, más especificamente, en nuestros pueblos de América Latina, es tan
difícil mirar de frente la realidad personal de la muerte?
2.
Personalmente, ¿has sentido la diferencia práctica entre ser
administrador o dueño de la vida? (Un ejemplo claro de esta
dilferencia se da en la práctica de vida sexual: el que se siente administrador de su sexualidad tiene presente las “indicaciones” del Dueño de la vida inscritas, por ejemplo, en la voz
de la conciencia; el que se siente personalmente dueño de su
sexualidad hace simplemente ejercicio de ella a su “antojo”).
3.
¿Cuándo crees tú que, en general, es más difícil la partida:
cuando se hizo lo que se pudo hacer o cuando no se hizo lo
que se pudo hacer?...
4.
¿En qué sentido crees tú que los hijos pueden jugar un papel
“sustitutivo” en la relación de pareja?
5.
¿Qué entiendes tú por acoger la vida “desde la perspectiva
de la vida”?
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La familia y lo social
- La misma experiencia de comunión y participación,
que debe caracterizar la vida diaria de la familia, re
presenta su primera y fundamental aportación a la
sociedad.
- Así la promoción de una auténtica y madura comunión de personas en la familia se convierte en la pri-
mera e insustituible escuela de socialidad, ejemplo y
estímulo para las relaciones comunitarias más am-
plias en un clima de respeto, justicia, diálogo y amor
(FC n. 43).
“Más de una quinta parte de los tres mil millones de
hombres están atormentados de hambre y de falta de alimentación; el desembolso anual de la carrera de armamentos se acerca a 450.000 millones de dólares, la potencia nuclear de hoy posee un poder de destrucción de un
millón de veces superior a la bomba de Hiroshima y es
capaz de destruir nuestra tierra varias veces” (Informe W.
Brandt, Sur y Norte. Estrategia para la supervivencia).
El hogar es un verdadero taller donde se aprende a
vivir... Un buen hogar es la mejor escuela para la vida...
Los derechos del hombre vividos, respetados, apoyados en el hogar son la base para cualquier gobierno democrático, participativo, pluralista, en general; para cualquier tipo de Declaración de Derechos Humanos, en particular.
Cuando la mesa del hogar acoge el hambre de los
hijos, los hijos aprenden a acoger el hambre de todos los
hombres. El hambre, sin ningún color ideológico o polí-
79
tico, será respetado, acogido, saciado si en la mesa del hogar el hijo sació con respeto, con dignidad, con cariño su
propia hambre.
Cuando la piel del hijo sintió el calor de la ternura de
sus propios padres, de sus hermanos, de sus familiares,
ese hijo amará su cuerpo, sentirá orgullo de su integridad
física. La integridad física de todo hombre y de todos los
hombres será respetada por ese hijo. Al margen de toda
ideología, raza, religión, postura política, ese hijo respetará la integridad fisica de sus semejantes y en el mundo
en que participe no habrá tortura.
Cuando los hijos han gustado el ambiente familiar,
cuando los padres y los hijos han recorrido juntos los
campos, las plazas, las montañas de la patria; cuando los
hijos, los hermanos, toda la familia ha saboreado junta el
pastel de choclo, las sopaipillas, los melones tunas; cuando los padres enseñaron a sus hijos a acoger y compartir la espontaneidad, los chistes, el gesto servicial de los
compatriotas, etc., entonces se ha aprendido a amar la
patria y esos hijos, al margen de toda ideología, color de
raza o posición política, respetarán la necesidad de vivir
en la tierra propia.
La familia que llora la muerte de un hijo, de un padre o una madre enseña a amar la vida, a respetar la vida. Los hijos de esa familia amarán la vida de todo hombre y de todos los hombres; no podrán matar, serán pacifistas.
Cuando en el hogar se acogieron unos a otros en los
momentos tristes; cuando en el hogar se recibió con cariño a los abuelitos, a los tíos, los hijos de ese hogar sabrán
que la vida no puede organizarse fríamente sólo en base
a una teoría económica de mercado. La educación, la sa-
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lud, etc., será mirada y acogida por esos hijos con sentimientos y obras más ricos que la sola rentabilidad.
El hombre moderno siente la necesidad de replantearse los modelos económicos, políticos, sociales, culturales,
etc., del futuro. El fruto negro de los actuales modelos los
tiene cada día presentados en la información de la prensa,
la radio, la televisión; los saborea en su propia vida.
Pensamos que el hombre moderno puede reencontrar modelos de convivencia pacífica, modelos de desarrollo económico, político, etc., cuidando el “taller de la vida”; elaborando para la macro sociedad lo que vivió en la
micro sociedad, en el hogar.
Desde la experiencia del hogar, los hijos de ayer, hoy
ya ciudadanos, se preguntarán: ¿por qué obedecer’?... En
un hogar sano, el hijo aprendió a obedecer porque la convivencia grata junto al papá, la mamá y los hermanos la
sintió como fruto del respeto a los derechos de su libertad
individual y del respeto a las necesidades de orden y organización de la vida común, de la vida familiar. Es en la
vivencia del hogar donde descubrió experimentando la dimensión individual y social de su persona, de su libertad.
En el hogar, el individuo, ayer hijo, hoy ciudadano,
aprendió experimentando que lo que justifica que alguien
mande y alguien obedezca es la justicia y el bienestar de
todos, incluido el que obedece. La justicia en el hogar le
dio pleno sentido a la vida social. Esta misma justicia hará
al ciudadano obediente al poder estatal.
El hijo aprendió que para ser justo, para crecer en
justicia, para gozar una convivencia justa todos debían opinar, hacer aportes, buscar, encontrar: todos debían cooperar construyendo lo mejor para el ambiente familiar. Ahora ciudadano buscará una sociedad justa fruto de la parti-
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cipación: cooperación y crítica de lo que la sociedad pide,
a través de sus dirigentes.
La familia forma parte de un todo más amplio. Este
todo más amplio lo llamamos Estado. El Estado es la sociedad políticamente organizada.
El hijo formado en una experiencia de vida solidaria,
participada, justa, está capacitado para integrarse como ciudadano en su país. Se encontrará con que el Estado le ofrece servicios y oportunidades, como también le pide y exige cosas que no siempre querrá hacer. Tendrá la capacidad para juzgar y criticar democráticamente las propias
acciones, las acciones de los demás individuos y las acciones y pretensiones de la sociedad.
Los valores y criterios que guiaron la vida democrática y participativa del hogar no serán necesariamente los
que prevalecen en el mundo de hoy, ni mucho menos
los de los que dirigen la vida pública y hacen sus leyes.
Por eso no se sentirá interpretado necesariamente con todo lo que señale, en un momento dado, un gobierno. Sin
embargo, el hijo de un hogar sano está preparado para
participar en el arte de armonizar lo común y lo particular; en el arte del manejo de la cosa común, en la política. El hijo trae la experiencia vivida en el interior de
la familia, de la participación, del compromiso en el manejo de la cosa común; este hijo, hoy ciudadano, democrática, participativa y comprometidamente asumirá su postura política.
El manejo de la cosa pública es complejo; habrá acercamientos, hipótesis, teorías, programas políticos, más o
menos democráticos, participativos, etc. El ciudadano será
libre para escoger, adherir, apoyar en la forma que él vea
más conveniente. Sin embargo, la experiencia del hogar le
estará siempre indicando que no existe programa o plan-
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teamiento perfecto; que puede haber uno más “adecuado” que otro, pero este otro también tiene planteamientos
rescatables: sabe que frente a las diferentes posturas, frente a los diferentes planteamientos hay más sabiduría en el
que trata de “sumar” que en el que excluye... La humildad, la sencillez logra la democracia sumando las diferencias positivas; la soberbia, el orgullo se empobrece en la
propia autosuficiencia.
Una buena familia hace un buen ciudadano; una sana familia democrática, participativa, pluralista, hace un
sano ciudadano democrático, participativo, pluralista.
CUESTIONARIO
1.
¿Recuerda usted si la vida familiar de su niñez, de su adolescencia y juventud tuvo características democráticas, participativas, pluralistas?
2.
¿A qué edad recuerda usted que pudo empezar a opinar en los
asuntos de la familia y de la casa?
3.
Cuando la familia organizaba fiestas, paseos, ¿tenía usted a su
cargo alguna tarea en especial?
4.
¿Supo usted cuando niño cómo y quiénes distribuían el dinero
en la casa?
5.
¿Le costaba obedecer a usted cuando niño? ¿Por qué?
83
Cuando llega el dolor
Luisa es alumna de 7° año básico y tiene dificultades
en educación musical; Juan acompañó a sus padres al
exilio, y apenas logró aprender el francés; Roberto, repentinamente, debió ser operado de vesícula; María empezó
a usar lentes ópticos, etc. Luisa, Juan, Roberto y María deben seguir viviendo y requieren asumir sus reales limitaciones. Ellos tendrán que luchar para no perder el optimismo por la vida; necesitarán, probablemente, fuerzas
especiales para mantener las ilusiones en la construcción
de los propios proyectos.
Quizá la percepción de la propia imagen requerirá un
corto proceso de readecuación. Sin embargo, lo importante, en cada uno de ellos, es que no pierdan la objetividad;
que sepan valorar las restantes cualidades personales, que
son muchas, dimensionando adecuadamente las nuevas
limitaciones...
Redescubrimiento de sí mismo, aceptación de la propia identidad, asumir las propias metas con esperanzas,
con ganas de triunfar, etc., son un desafio para todos, en
cualquier momento posterior a una experiencia personal
de pérdida.
Sí, tal como lo señala la canción, cada cual necesita
“salud, dinero y amor” para vivir, todos requerimos, en
tiempos normales, cierta dosis de sabiduría para administrar, para hacer crecer la vida en sí mismo y en los que
nos rodean. Pero, cuando falta salud, dinero o amor, esta
dosis de sabiduría es más necesaria.
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Cuando, en el misterio de la vida, los individuos toman conciencia de involuntarias limitaciones o experimentan súbitamente pérdidas, de cualquier tipo, no bastan
las seguridades del mundo moderno, las seguridades económicas...
Cada individuo, golpeado por una real experiencia
limitante, bloqueadora, no esperada, etc., está sometido
a una situación desgastadora total; física, síquica y espiritualmente está exigido.
Surgirán mil preguntas que, humanamente hablando,
no tienen respuesta y, sin embargo, se deberá seguir viviendo. ¿Qué respuesta puede tener un padre que, después
de un accidente, recibe a un hijo “en estado vegetal”?
¿Qué respuesta puede recibir una joven pareja cuyo esposo, festejando la “despedida de soltero”, tontamente terminó la noche con una “niña” portadora de Sida y lo
contagió? ¿Qué respuesta puede tener la interrogante del
hijo, del amigo, etc., a quien el médico le comunica un
cáncer, como resultado de unos exámenes rutinarios de
laboratorio? Estas y muchas otras situaciones son, hoy
por hoy, menos infrecuentes de lo que cada uno de nosotros imagina. ¿Qué pasa, entonces, en las personas? Las
emociones, los sentimientos, los estados de ánimo, los
bloqueos, las rabias, las rebeliones, y mil vivencias más,
invaden a todo el núcleo de parientes y amigos cercanos.
Si bien las ciencias sociales no han investigado aún lo suficiente como para poder presentar un modelo único o
generalizado de la respuesta existencial, hay, sin embargo,
cierto paradigma en el proceso que generalmente vivencian las personas y que, tarde o temprano, concluye con
la aceptación de la irracionalidad de la realidad.
Concretamente, ¿qué haré yo cuando en mi vida o en
la existencia de uno de mis seres queridos suceda algo
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irreversible y fatal? Ciertamente que el rango de probabilidades de respuestas es amplísimo, dado que conllevará
el sello de cada cual. Sin embargo, constatando y respetando esta vivencia tan personal y, por lo mismo, tan variada, investigaciones transculturales realizadas en
diferentes poblaciones de enfermos, pero todos con la
variable común de “terminales”, permiten visualizar
etapas típicas en el proceso que concluye en la aceptación
personal de la situación.
Las etapas específicas y propias de los enfermos terminales y la aceptación de la muerte personal, cierta y
cercana, que describen las investigaciones, son coincidentes con los momentos que, en nuestra práctica profesional,
hemos visto vivenciar a esposos, hijos, amigos cercanos de
las personas afectadas. Es decir, la experiencia pastoral y
el ejercicio clínico permitirían generalizar que una experiencia límite negativa, como es el diagnóstico de muerte,
cierta y cercana, generan, tanto en la persona directamente
afectada como en las personas más cercanas, un proceso
típico en el cual se dan etapas claras y específicas.
¿Cuáles son los pensamientos y sentimientos que aparecen en las personas, en cada una de las etapas del proceso de aceptación de una realidad irreversible y fatal?
a) Etapa de negación: ante tal realidad, las personas, se
trate de sí mismos o de seres queridos cercanos, tienden
a negar la realidad. Frente a lo irremediable, el aparato
síquico usa, como mecanismo de defensa, la negación del
hecho, de la situación. En el fondo se dice a sí mismo:
“no es verdad, no puede ser, ciertamente hay un error,
la información no es exacta o no es la mía, los resultados
de laboratorio o ecografías están cambiados, equivocados,
etc.”.
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El tiempo de duración de esta etapa es muy propio
de cada persona. En esta fuerte experiencia cada cual
aporta su sello propio. La duración, la profundidad de la
experiencia, los rasgos de personalidad en términos de introversión, capacidad de comunicación verbal, etc., juegan
un papel muy importante en la interacción de las personas,
especialmente en el núcleo familiar. Ciertamente que
toda la vida cambia de tono; todo adquiere una nueva lectura, una nueva interpretación.
b) Etapa de ira: tarde o temprano concluye la etapa de
negación en el proceso de aceptación de la realidad
adversa. Entonces, frente a la evidencia y la gravedad de
los hechos, tanto el individuo directamente afectado como
las personas cercanas a él desarrollan sentimientos agresivos. Ira, irritabilidad, rabia, violencia, etc.; serán emociones y sentimientos frecuentes con tendencia a generar estados de ánimo. Así, la agresividad que surge primeramente
sin objetivo determinado, sin dirección precisa, torna, luego, características de ira con objetivo y dirección determinados: contra la vida, contra la sociedad, contra los padres,
contra los médicos, etc. Va creando cuerpo la sensación de
“víctima”, se va experimentando una inexplicable sensación de profunda y grave injusticia. Por todo esto, se entra
en una etapa de cuestionamientos sin respuestas: ¿Por qué
esto?, ¿por qué a mí?, ¿por qué ahora?, etc.
c) Etapa de negociación: la persona afectada termina
por aceptar la realidad. Sin embargo, antes de entregarse totalmente, el inconsciente inventa un nuevo
juego: la negociación. Digamos que es una forma decorosa
de aceptar la evidencia e inminencia de la catástrofe.
Así, a cambio de la vida, de la limitación irreversible
que no se niega, sólo se pide algo pequeño: postergar en el
tiempo; ver la graduación de un hijo, el nacimiento de
un nieto, etc.
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Pero, también aquí, el tiempo se encarga de esta etapa
y la negociación se termina, aceptandose que queda poco
por delante, que la situación no es manejable, que la vida
es prestada...
d) Etapa de depresión: aquí el individuo entra en un
hoyo negro. Soledad, tristeza, pérdida de sentido de
las cosas, etc., son sentimientos, mejor aún, estados de
ánimo habituales en esta etapa. Si los afectados tienen la
posibilidad de expresarse (con palabras, con llanto, etc.),
los niveles de angustia siguen un curso de intensidad decreciente y, en general, termina superándose la depresión.
e) Etapa de aceptación: la gran mayoría de las personas,
como mínimo, consiguen una resignación interior
frente a lo inevitable. Al respecto, numerosas investigaciones señalan que las personas con grandes convicciones
religiosas llegan a una mejor armonía, e incluso, a encontrarle verdadero sentido a la experiencia límite de pérdida.
Hoy, es muy probable que las familias tengan que
enfrentarse con la fuerte experiencia de dolor por la pérdida, por ejemplo, la enfermedad terminal, la lesión gravemente limitante, por accidente, de un ser querido.
En Chile, el 50 por ciento de la muertes anuales corresponde a cáncer; el otro 50 por ciento corresponde a
la suma de todas las enfermedades restantes.
La persona directamente afectada, tanto como aquéllas que la rodean, pasarán, y cada cual según un ritmo
propio, por una serie de etapas en el proceso de aceptación de la realidad. Porque cada individuo tiene, a su vez,
un tiempo diferente, la comunicación interpersonal se
hará extremadamente dificil. La vivencia que hace cada
cual, le entrega una lectura diferente, así las percepciones
y los lenguajes rara vez coinciden. A todos se recomienda
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juicio y cordura a fin de descubrir en qué etapa se encuentra el interlocutor. Sólo entonces habrá posibilidad de
diálogo, de acompañamiento, etc.
CUESTIONARIO
1.
¿He pensado alguna vez en invertir tiempo para aprender a
darles sentido al fracaso, a la enfermedad y a la muerte?...
2.
¿He conocido o he oído hablar de enfermos terminales en paz,
alegres, armónicos?...
3.
Si deseo acompañar a un ser querido en una experiencia limite
de pérdida, ¿qué debo descubrir en su proceso de aceptación
de la realidad?...
4.
Platón, en el diálogo de “Fedón”, narra los momentos finales
de Sócrates, ¿qué puedo aprender yo de la actitud de este filósofo en relación a la muerte?...
5.
Si soy cristiano, ¿qué quiere decir la enseñanza de Jesús en
el sentido de que la “muerte no es el final del camino”?...
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Segunda Parte
La familia, en camino
Cansarse, no es problema...
El problema es cansarse y no querer reco-
menzar después de haber descansado...
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Reconstruyendo la relación de pareja
- Han pasado 6, 10, 15 años de vida de pareja... Hemos formado una familia de 2, 3 hijos... Tenemos
nuestra casa... Los niños van al colegio y les va bastante bien; pero ¿qué ha sido de nuestras vidas?,
¿cómo nos sentimos ante la vida, ante nuestras primeras ilusiones?, ¿cómo nos sentimos frente a nuestra pareja?...
Estamos en camino... Como esposos hemos caminado 5, 10, 15 años... Hemos compartido momentos muy
significativos en nuestras vidas: han llegado nuestros hijos, hemos obtenido logros laborales, la realidad social y
económica que deseamos la estamos alcanzando...
Pero, cuando nos casamos, quisimos construir más
que una fría e impersonal sociedad; cuando nos casamos
pensamos, nos ofrecimos recíprocamente construir una
pareja, una relación cercana, personal, alimentadora, gratificante. Quisimos mirar juntos la vida; quisimos ponernos en camino para integrar, en una nueva realidad, tantas cosas que sentíamos comunes; nos prometimos respetar las cosas que sentíamos diferentes y que eran las menos.
Han pasado 5, 10, 15 años... Han luchado juntos,
están saliendo adelante juntos; han compartido momentos tristes y momentos alegres... Pero el esposo, la esposa,
o ambos sienten que ese lugar juntos, ese salir adelante
juntos, ese compartir juntos es un “juntos” frío, distante,
impersonal. Cada esposo tiene la sensación que no comparten una relación personal íntima, que no logran adap-
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tarse o ajustarse el uno al otro. Sienten algo muy triste
en sus vidas, sienten una soledad muy pesada en sus corazones...
La psicología muestra hoy que la calidad de la relación de pareja como la calidad de cualquier relación
interpersonal supone personas maduras. Las personas capaces de sentirse cómodas sacándole provecho a la soledad
y a la autonomía también son capaces de crear relaciones
verdaderas y profundas.
La inmadurez en las personas, entre otras formas, se
muestra por la incapacidad de ser dueños de sí mismos,
por la incapacidad de ser congruentes en lo que sienten
y en lo que hacen.
Las personas que no son dueñas de sí mismas, las
personas incongruentes con su interior en su conducta
externa, jamás lograrán una relación verdadera, profunda, real ni de pareja, ni de amistad, ni de compromiso
alguno positivo.
En el matrimonio, un esposo o una esposa que no
puede vivir sin máscaras, sin mantener fachadas no está
siendo realmente él mismo o ella misma. Pero una relación íntima se construye cuando cada miembro de la relación pone en común su verdadero ser, su verdadero rostro. En la relación profunda y verdadera ni siquiera es imprescindible que los miembros de la relación sean compatibles o complementarios según criterios clásicos. (¡Hay
relaciones personales verdaderas y profundas entre personas muy diferentes, pero las diferencias se conocen tales
cuales son realmente y se aceptan!).
Si no se da una sensación de relación íntima, verdadera, es porque los esposos se sienten distantes. Porque
los esposos sienten distante a su pareja llevan en sí el pe-
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so de una gran soledad, el peso de una soledad no esperada a nivel de esposos. Todo esto, después de 5, 10 ó 15
años de matrimonio, ha hecho preguntarse al hombre o a
la mujer casados: “¿y esto es todo?”, “¿para esto me casé?”...
Una nueva pregunta se impone: ¿por qué el esposo,
o la esposa o ambos no pueden vivir sin máscaras, sin
mantener fachadas?...
La respuesta es muy sencilla: “porque no puede o no
pueden acercarse realmente a sí mismos”. Acercarse realmente a sí mismo quiere decir quererse a sí mismo, no
rechazar partes de sí mismo, acogerse en las áreas positivas y en las áreas negativas personales.
El esposo que no se quiere, el esposo que rechaza
partes de sí mismo acudirá a poses, acudirá a sustitutos
prestados frente a las falencias personales, reales o imaginarias. Lo mismo habrá que decir en el caso de la esposa.
La relación de las personas, en general, y de los esposos, en particular, a través de poses, a través de sustitutos
es una seudo-relación, es una mala relación. Tarde o temprano, una relación personal que no tiene rostros verdaderos, genera resentimientos, rabias que o transforman
primeramente la relación en permanente agresión (¡la otra
cara de la relación verdadera frustrada!) y luego gatilla sentimientos de soledad en los miembros de la pareja, o bien,
desde el comienzo, pone distancia y soledad entre las personas.
Un hombre y una mujer en la relación de pareja y
toda persona para relacionarse bien, para construir una
relación verdadera y profunda que deje la sensación de
una presencia cercana necesita primero ser capaz de acercarse realmente a sí mismo, acogerse realmente a sí mismo.
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Si los esposos quieren dar positivamente un paso adelante en su historia de amor no basta con los acostumbrados
reproches: “nos dijimos que nos amaríamos; nos dijimos
que caminaríamos juntos”, etc. No basta con que cada día
saquen cuentas del tiempo de casados y vuelvan los reproches: “han pasado 5, 10, 15 años y te siento tan distante; físicamente estamos bajo el mismo techo, pero
nuestras vidas son dos soledades; no es esto lo que esperábamos al casarnos y no es esta la proximidad que deseo
hoy para nosotros”, etc. No basta con que conversen de
dinero, del colegio de los niños y luego vuelvan los reproches: “estamos tan distantes, te siento tan lejos, me
siento tan solo(a)”, etc.
El problema no es sentirse distantes, el problema no
es querer sentirse, más cerca. Entre los esposos, el verdadero problema no es la falta de relación verdadera y profunda. El verdadero problema está en el esposo o la esposa; el verdadero problema es problema antes, durante y
después del matrimonio. Después de 5, 10 ó 15 años de
matrimonio se está repitiendo el estilo de relación interpersonal que uno o ambos miembros de la pareja han experimentado a través de toda la vida. El estilo de relación
impersonal, distante, no comprometida, en general, es una
constante frente, quizá, a los propios padres, hermanos,
profesores, “amigos”, compañeros de colegio, de trabajo,
etc.
El verdadero problema no es querer estar cerca, el
verdadero problema no es desear una verdadera relación
personal. El problema para el esposo, la esposa o ambos es:
¿qué ha pasado en mi vida, qué ha pasado en t u vida, qué ha pasado en nuestras vidas?, ¿qué nos ha herido?, ¿por qué no puedo contactarme tranquilo, alegre conmigo mismo(a)?...
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La dificultad de relacionarse verdaderamente consigo
mismo en el esposo, la esposa o ambos, éste es el verdadero problema. La mala relación con los demás es una
consecuencia de lo anterior.
En el amor de pololos y novios fue fácil fantasear
que la cercanía que nunca había o habían sentido uno o
ambos jóvenes, el matrimonio se las iba a regalar, a dar.
La verdad es que el matrimonio no regala nada. En
el matrimonio, los esposos, con sus propias manos, construyen lo que esperan de la vida. Si algo no son capaces
de construir, simplemente no deben esperar que alguien
se los regale...
Si los esposos quieren dar positivamente un paso adelante en su historia de amor, no basta con el diagnóstico:
las relaciones con los demás es de mala calidad porque la relación interior con ellos mismos es de mala calidad.
Se necesita tener la valentía de aprender a acercarse
a sí mismo, aprender a quererse a sí mismo, querer acoger las áreas que se rechazan. Así, poco a poco, irán siendo menos necesarios los sustitutos, las poses. Aflorará lo
propio, lo verdadero y con lo propio se puede iniciar la
construcción de una relación de pareja profunda, verdadera.
El esposo, la esposa o los esposos porque se aman
sabrán acoger al otro tal cual es, también con sus heridas,
con sus limitaciones. Acogerse heridos, con sus consecuencias de relación distante, significa primeramente ausencia de reproches; luego significa claridad de tratamiento: no basta con querer cambiar. Hay cosas en mí o en ti
o en ambos que nos impiden ser lo que queremos ser y
yo te ayudaré, tú me ayudarás, ambos nos ayudaremos.
Si no basta con la ayuda que nos daremos entre nosotros
pediremos donde sea necesario una ayuda adecuada.
97
CUESTIONARIO
1. ¿Ha descubierto usted que no hay congruencia entre lo que dice y lo que hace en forma: —permanente..., —algunas
veces..., —rara vez...?
2. ¿Cree usted que los esposos puedan mantener algunas más- caras o fachadas sin dañar la relación de pareja?
3.
¿Qué entiende usted por autoimagen personal?
4.
¿Cree usted que una persona con mala imagen de sí misma
y, en consecuencia, con mala valoración de sí misma, pueda,
en general, mantener buenas relaciones sociales?
5. ¿Qué sentido tiene para usted esta frase: “si quieres caminar,
aprende a sacar las piedras del camino”?
98
Mejorando nuestra sexualidad
- Un hombre y una mujer maduros, saben abordar
el aprendizaje de la vida sexual con la dosis normal
de deseos, miedos, alegría con que se abordan las cosas hermosas de la vida.
En la cultura matrimonial, se supone que el hombre
es un experto sexual y los jóvenes esposos, en general,
de buenas o malas ganas, terminan representando el papel de expertos... ¡Sólo los hombres que han entrado en
este juego saben cuán alto es el precio que tuvieron que
pagar!
Felizmente, al correr del tiempo, en la mayoría de
las parejas se logra conversar naturalmente la vida sexual
y así, a la vez que disminuyen las tensiones, poco a poco los esposos van logrando un mejor funcionamiento sexual en la pareja.
Del mismo modo, nuestra cultura supone que la mujer recién casada es “sólo una señorita”: obediente sexual,
con dosis “inespecífica” de erotismo, etc., y las jóvenes esposas entran en el juego de las expectativas culturales pagando, la mayor de las veces, un alto precio a tales supuestos. También al igual que en el caso que señalábamos
de los hombres, felizmente, en la mayoría de las parejas,
la participación femenina sexual se libera de tales prejuicios y hacer el amor entre esposos termina siendo gratificante.
Sin embargo, digamos, una vez más, que hacer el
amor, mantener una vida sexual gratificante, como todo
99
en la vida, es fruto de aprendizaje. Este aprendizaje, para los esposos, es simplemente un hermoso desafio.
Un hombre y una mujer maduros, saben abordar el
aprendizaje de la vida sexual con la dosis normal de deseos, miedo, alegría con que se abordan las cosas hermosas de la vida.
Los esposos que, con estos sentimientos, participan
en la expresión de su sexualidad es normal que, con información o sin información teórica sobre las etapas de la
respuesta sexual masculina y femenina, vivan el proceso
de hacer el amor en forma espontánea.
Si los esposos entran en el juego del amor, preferentemente, con el lenguaje de los sentimientos, de la piel, la
sabiduría interior los acompañará y la experiencia amorosa será gratificante y compartida.
Sin embargo, por desgracia, la experiencia amorosa
no es gratificante ni compartida en un número significativo de parejas. Pasan los 5, 10, 15 años y los supuestos
sexuales culturales, más los planteamientos más o menos
“peregrinos” personales de cada esposo en relación a su
participación en el proceso íntimo amoroso, no se conversan abierta y tranquilamente lo cual hace que con el tiempo aumenten las ideas irracionales, las exigencias arbitrarias, las seudo-valoraciones subjetivas. Todo lo anterior
se traduce, en la actividad sexual de pareja, en relaciones
“toleradas”, en impotencias masculinas, en frigideces femeninas, en uso manipulativo de la sexualidad, en ofensas
hirientes y descalificadoras entre esposos, etc.
Los esposos que se aman, pero que, por diversas razones, manejan mal su vida íntima ¿pueden mejorar sus
relaciones?, ¿pueden alcanzar afiatamiento sexual armónico, placentero?... Ciertamente que sí. Una vez más pensamos que se trata en cada caso de ser honrado, valiente y
100
mirar de frente la realidad con deseos de ayudarse, recordando el ofrecimiento de “cuenta conmigo” del compromiso matrimonial.
Como las razones son diferentes, no es posible dar
recetas generales. Sin embargo, veamos algunos casos típicos.
1.
La vida sexual distanciada. ¿Por qué la vida sexual
puede llegar a ser esporádica, distanciada? Simplemente porque ha llegado a ser “tolerada” por uno
o ambos esposos. Se tolera lo que no agrada, se tole-
ra lo que resulta muy dificil, se tolera lo que daña y que, sin embargo, es necesario.
Los esposos sienten que necesitan biológica y amorosamente la vida íntima. Saben que entre esposos, normalmente, la actividad sexual es un excelente, profundo lenguaje de comunicación; saben que la actividad sexual es
una excelente, profunda presencia amorosa de pareja. Pero a ellos, de hecho, les resulta desagradable, difícil, hiriente.
¿Por qué puede suceder esto entre esposos que positivamente se aman, que aman su familia, que aman su
hogar?...
No se trata de una razón... Desgraciadamente, por lo
general, son muchas y muy lejanas las causas que están detrás de una desarmonía sexual, detrás de una problemática
sexual de pareja.
Las razones más comunes, pero también las más profundas, hay que ir a buscarlas muy lejos, allá a los años
de infancia, niñez. Posibles traumas sexuales en edad temprana; muy comúnmente enseñanzas negativas referentes,
en general, al cuerpo, a los genitales, o, en particular, a
lo sexual.
101
Es muy probable, pues, que si a uno de los esposos
o a los dos, la vida sexual les resulta “tolerada” haya que
revisar profundas raíces en los años tempranos. Otra causa que se encuentra con cierta frecuencia especialmente
en los estratos socio-económicos medio y alto son los malos recuerdos de la mal llamada, en muchos casos, “luna
de miel”. En el cansancio, en las tensiones naturales de
los primeros encuentros amorosos hubo desatinos, hubo
desaciertos hirientes. En alguno de los esposos, herido,
emocionalmente bloqueado, no es raro que su funcionamiento psicológico haya sido cero y su funcionamiento
biológico no haya sido de los mejores.
Posteriormente el recuerdo de las palabras hirientes,
la participación afectiva y efectiva malograda, etc., sumados a la falta de sencillez para conversar lo sucedido, pedir disculpas, entregar de verdad el perdón, la incapacidad para recoger las ilusiones quebradas, poco a poco,
hacen más dificil el volver a amarse como si, en verdad,
todo fuera nuevo; poco a poco, van haciendo que la vida
sexual aparezca como algo dificil, no agradable. Pero como, por otro lado la sienten y la piensan necesaria, se tolera... Desgraciadamente son muchos los matrimonios que
mantienen
una vida sexual opaca.
Han pasado 5, 10, 15 años..., pero el futuro puede ser
diferente; más aún, es necesario que el mañana hable de
una vida sexual gratificahte, alimentadora.
¿Cómo intentarlo? Poco a poco... Conversando la
realidad que siente cada esposo; no es ni buena ni mala,
es... Si es y queremos que no sea, volver a explicar el
ofrecimiento matrimonial: “cuenta conmigo”, “quiero ayudarte”. Darse tiempo, intentarlo; los pequeños o grandes
logros reforzárselos mutuamente; los pequeños o grandes nuevos tropiezos mirarlos como normales. Los espo-
102
sos deben sentirse con permiso para aprender a hacer bien
el amor. Si, a pesar de todo, resulta muy dificil, no desanimarse y buscar apoyo profesional adecuado.
2.
La impotencia del hombre. ¿Por qué un número no pequeño de esposos tienen crisis de impotencia se-
xual? Una adecuada respuesta sexual, con erección, penetración, eyaculación oportuna, es lo normal en un sujeto físicamente sano. Si alguien manifiesta síntomas de impotencia sexual, incapacidad de penetración, lo primero que debe hacer es acudir al médico. Sin embargo, debemos decir que la mayoría de las impotencias no son de origen somático, sino más
bien de origen psicológico.
Desde el punto de vista psicológico detrás de una impotencia pueden haber muchas variables que la expliquen.
Vamos a analizar aquí una causa muy peculiar en la población latinoamericana. Es contradictorio al carácter del
latino, pero es así.
El latinoamericano se caracteriza por ser una persona
expresiva afectiva y sentimentalmente. Sin embargo, al hacer el amor es, preferentemente, cerebral, intelectual.
Los jóvenes adolescentes, los jóvenes esposos preguntan cómo hacer el amor; quieren información. Así el joven esposo tiene un plano mental de cómo hacer bien el
amor; tiene el plano de las etapas del proceso amoroso y,
luego, al hacer el amor va chequeando comportamientos.
En esta perspectiva, hacer el amor es una “tarea”. Esta
tarea tiene un comienzo, un desarrollo, un final. En cada
etapa tiene que estar bien, funcionar bien.
El amor no es así... Hacer el amor es entrar en la
aventura de los sentimientos, de la piel; hacer el amor es
usar preferentemente el lenguaje del corazón.
103
¿Cuánto durará hacer el amor?, ¿hasta dónde llegaremos según los teóricos en nuestra expresión de amor?...
No importa, no interesa. Los sentimientos, el cariño, el
respeto mutuo, las intenciones expresadas con anterioridad dirigirán preferentemente esta nueva aventura de piel,
este nuevo diálogo del corazón.
La expresión sexual de los esposos no será medida
desde fuera, por normas teóricas, por promedios, por situaciones estándares; la vida sexual de una pareja concreta se mide desde dentro, desde la vivencia misma de la
pareja.
Quizá los esposos entran en el juego del amor conociendo y aceptando el cansancio o la preocupación de uno de
ellos; quizá no se espera una actividad sexual “completa”
(¡completa en relación a qué!). Si es el esposo el que está
cansado, desde la partida, se da permiso para no violentarse, para no hacer una “tarea”, para no ir más allá
de lo que puede. La expresión sexual, llegue a donde llegue, según la descripción de los teóricos, será una vida
sexual adecuada, completa según las circunstancias concretas, y así ni el esposo, ni la esposa estarán tentados de
sentir ni hablar de “impotencia”.
Digamos, pues, que en no pocos casos el impotente
se “fabrica”, es fruto de una inadecuada filosofía sexual:
hacer el amor no es una tarea, no es llevar a cabo un plan
de trabajo; hacer el amor no es asunto de rendimiento.
Hacer el amor es manifestarse sexualmente en el lenguaje
del corazón, de la piel.
Si los teóricos describen la respuesta sexual masculina y femenina estándar, y los esposos la experimentan
exactamente igual en muchas ocasiones, eso no quiere decir que siempre que los esposos hagan el amor las etapas
clásicas tengan que darse y si, en algunas ocasiones no
104
se dan, se deba hablar de impotencia y, lo que es más
dañino, se deba sentir impotencia en sí mismo o en la pareja.
¿Cómo mejorar la vida sexual, si el esposo se siente
impotente? Simplemente que el esposo converse con su
esposa lo que está sintiendo, simplemente que la esposa
ayude especialmente en el juego de la piel, en la expresión erótica del amor; que los esposos no se pongan tareas por cumplir; que se den permiso para expresarse simplemente el cariño e ir hasta donde los sentimientos los
lleven. Lo habitual es que los esposos puedan solucionar
esta inseguridad del esposo. Si, a pesar de todo, resulta muy dificil mejorar la intimidad, no desanimarse y buscar
apoyo profesional adecuado.
3. La frigidez en la mujer. Básicamente habría que
presentar las mismas consideraciones que frente a la im
potencia del hombre. Lo primero que hacer frente a
los síntomas de frigidez, acudir al médico. Sin em
bargo, la gran mayoría de las mujeres frígidas sufren, más bien, problemas psicológicos, problemas emocio-
nales. Entre los múltiples problemas emocionales que pueden sostener la frigidez, al igual que en el hom
bre, está la imposición de tarea, la preocupación de
funcionar bien.
La mujer cree que para ser verdaderamente mujer
tiene que dar siempre una “respuesta sexual completa”.
Desgraciadamente, no pocas veces, los esposos han reforzado esa creencia.
Así, si, en algunas ocasiones, dadas las circunstancias
concretas, no hubo en la mujer una “respuesta sexual completa” o bien la esposa comenzó a dudar de su capacidad
amorosa sexual o bien, desgraciadamente, el esposo la
105
hirió con torpes descalificaciones. Poco a poco, la esposa
empezó a sentir aversión a esta situación desafiante, hasta que, finalmente, como verdadera defensa, se auto-desensibilizó y ahora sí que puede, aparentemente, rechazar
con dignidad la vida íntima porque “no siente nada”.
¿Cómo mejorar la vida sexual, si la esposa se siente
frígida? Los esposos deben tener presente las mismas líneas de apoyo que presentamos en el punto 2, al hablar
de la impotencia en el hombre. Es decir, que la esposa
converse con su esposo lo que está sintiendo; simplemente que el esposo ayude a su esposa especialmente en el juego amoroso; que los esposos no se pongan metas grandes por cumplir; que se den permiso para expresarse simplemente el cariño e ir hasta donde los sentimientos los
lleven. Lo habitual es que los esposos puedan solucionar
este castigo que se está dando la esposa o que quiere dar al
esposo. Si, a pesar de todo, resulta muy dificil mejorar la calidad de vida sexual, no desanimarse y buscar
apoyo profesional adecuado.
CUESTIONARIO
1. ¿Crees tú que, en la mayoría de las parejas, se logra conversar naturalmente la actividad sexual?
2. ¿Crees tú que los esposos se dan permiso para realizar, en
forma compartida, el aprendizaje de su vida sexual gratificante?
3. ¿Qué entiendes tú cuando se dice que: “si los esposos entran
en el juego del amor, preferentemente, con el lenguaje de los
sentimientos, de la piel, la sabiduría interior los acompañará y la experiencia amorosa será gratificante y compartida?
4. ¿Crees tú que un hombre deba sentirse “impotente” por-
que en alguna oportunidad no logró realizar la penetración durante la intimidad’ sexual?
106
“Todo es una lata...”
-
La vida no la inventamos ni tú, ni yo: la vida, sin
cansarse, ha recorrido millones de años porque
es joven, es dinámica, es creativa; la vida ha hecho
camino en las profundidades del mar, en los
espacios infinitos, en el silencio celular de los
organismos, en el corazón de todo hombre, en el
corazón de toda mujer.
-
Por eso, conocerás la vida si dialogas con tu
entorno, si entras en comunión con los vegetales,
con los animales, con tus semejantes.
-
Finalmente, la vida también te hablará de Dios...
Los niños ya tienen 12, 10, 8 años... Con los amigos
del barrio, con los compañeros de colegio conversan de
“marcas”: marcas de automóviles, marcas de ropas, marcas de implementos deportivos. En la casa, nada les agrada, todo es una lata...
Los hijos están viviendo un momento importante en
sus vidas: es el momento de aprender a entrar en la vida,
aprender a tomar contacto con la vida, aprender a entrar
en comunión con la vida. “Entrar en” lo oponemos a “vivir sobre”: o los individuos entran en comunión con las
situaciones, las personas, las cosas o los individuos viven
en la superficie de las situaciones, de las personas, de las
cosas.
Las personas que aprenden a entrar en comunión son
personas autónomas, independientes, creativas, líderes capaces de aportar al grupo. Las personas que adquieren “un
estilo de vida sobre”, un estilo de vida superficial son los
eternos insatisfechos, viven exigiendo a los que les rodean,
107
viven descaradamente de los demás y, aún así, todo les
parece una “lata”.
Los niños tienen 12, 10, 8 años... Es un momento importante en la vida de los hijos. Es el momento de
aprender la comunión con la vida; aprender la recíproca
alimentación del individuo con las personas, cosas y situaciones que le rodean.
Los colegios, las comunidades religiosas, las instituciones públicas y privadas tratan de atender a los niños
de esta edad interesándolos en múltiples actividades.
Sin embargo, a pesar de todos los frutos positivos que
obtienen y que justifican sus esfuerzos, pareciera que o las
áreas de interés que ofrecen o el método de trabajo que emplean no son exactamente los del niño. Pareciera que
son “contenidos adultos” envueltos en papel para niños.
Aunque sean muchas las instituciones que deseen
apoyar a la familia atendiendo a los hijos; aunque sean
excelentes los logros obtenidos, la tarea es propia y desafía a los propios padres.
Aunque sean muchas las preocupaciones, aunque hayan sido largos los años de “crianza” y los papás se sientan en “recreo”, vale la pena qué el papá y la mamá se
acerquen a sus hijos personalmente. Los padres tienen la
sabiduría natural para descubrir las áreas de interés de sus
hijos e implementar las actividades adecuadas.
Básicamente los padres deben tener presente que los
niños aprenden preferentemente imitando modelos: si el
papá se entretiene jardineando; si el abuelito se ve feliz
entre sus maderas y sus juegos de cartas; si el tío es un
“tuerca” entretenido; si la mamá es “habilosa” con los trapos, si la abuelita es entretenida y acogedora; si la tía es
una excelente basquetbolista, etc., los niños entrarán en
108
contacto con las personas, y las cosas y las situaciones a
través de modelos próximos.
En estos modelos positivos, los niños entrarán en
contacto con el tiempo y lo sentirán como un regalo, como la oportunidad para...; los niños entrarán en contacto con el trabajo en su dimensión de creación y verán que
el hombre produce la transformación del entorno; los niños entrarán en contacto con personas alegres, satisfechas
y aprenderán que un adecuado, oportuno contacto con
las personas, situaciones y cosas produce el placer de la
amistad, del deporte, del trabajo, del progreso, etc.
Por el contrario, si el papá mata el tiempo peleando
con todo el mundo, cuando está en casa o si el papá mata el tiempo entre cigarrillos y tragos de licor; si la mamá
sólo está tranquila cuando está sobrecargada de obligaciones, etc., los hijos sentirán, en verdad, que “todo es una
lata”. Los adultos, sin darse cuenta, enseñaron, a través
de mensajes equivalentes, que la vida es una “lata”...
Los niños que aprenden a entrar en la vida, a tomar
contacto con la vida serán los adolescentes, los jóvenes,
los adultos capaces de vivir contentos con su trabajo; capaces de gozar un momento de descanso; capaces de
entretenerse en una competencia deportiva, capaces de
cuidar la llave de agua que gotea, de pintar la puerta de
la casa, etc. Serán las personas capaces de vivir dando y recibiendo; dándose a los demás y acogiendo a los demás;
personas capaces de enriquecer el medio ambiente y de
enriquecerse gustando su habitat.
El hogar habrá permitido el crecimiento sano de individuos capaces de acoger, cuidar, hacer crecer la vida
en sí mismos y en los demás.
109
CUESTIONARIO
1. ¿Qué entiende usted cuando un niño dice que algo le da “lata”?
2. Entre los hijos de ustedes, ¿ven alguna diferencia entre unos y
otros en el sentido de tomar más o menos contacto con las
personas o cosas?
3. El gusto que siente por una entretención, ¿cree usted que lo
aprendió de alguna persona que vivió con usted?...
4. En general, ¿cree usted que a las personas les falta o les sobra tiempo?...
5. ¿Cree usted que la gente sabe organizar sus tiempos libres?...
110
Momentos para la pareja
- “Dios
no quiere que tú tengas sol, si conmigo no
marchas; Dios no quiere que tú bebas si yo no
tiemblo en tu agua; no consiente que tú duermas
sino en mi trenza ahuecada” (Gabriela Mistral).
Eran tiempos de pololos, eran tiempos de novios...
Tenían tanto que decirse que el tiempo siempre era poco... Como pareja se interesaban tanto por las pequeñas
o grandes cosas del otro. Siempre quedaron, después de
cada encuentro, tantas cosas pendientes y, en verdad, el
tiempo no era poco y lo alargaban al máximo...
Para esos pololos y novios sólo han pasado 5, 10, 15
años... y hoy, muchos de ellos, experimentan exactamente lo contrario: ¡tienen tanto tiempo como pareja y tan pocas cosas que decirse!... Poco a poco, fueron perdiendo
la espontaneidad; poco a poco, las cosas personales fueron
pareciendo menos importantes... Poco a poco fueron perdiendo el entusiasmo por las confidencias, fueron perdiendo la alegría de poner en común las pequeñas o grandes
cosas personales.
¿Qué ha pasado? Ciertamente que los pololos y novios ya casados, además de cuidar y hacer crecer el amor,
se vieron enfrentados ya como esposos, a múltiples desafíos: lo económico, lo laboral, los niños, los colegios, las
familias de origen, las amistades, etc. Quizá, entre tantas
cosas, el amor de la pareja, la manifestación del interés
personal por el otro, la expresión de alegría por el encuentro “ocioso”, “gratuito” no supieron defender sus derechos.
111
Se crearon muchos nuevos espacios de compromisos y
obligaciones, pero el espacio propio de los esposos, como
pareja, se fue achicando, fue siendo aplastado y, finalmente, desapareció. Aquí, una vez más, por falta de madurez,
por falta de sabiduría para vivir se puede decir: “los árboles no dejan ver el bosque”. Los esposos, por cuidar lo
que ha ido naciendo del amor, no se han dado tiempo para
cuidar el amor mismo.
¿Está todo perdido? ¿Se puede hacer algo para recuperar los “momentos de pareja”?... Ciertamente que hay
solución positiva. Sin embargo, los esposos para reencontrarse necesitan, por lo menos:
1. conversar entre ellos con sinceridad la realidad tal co-
mo la sienten (tiempo para todos, menos para ellos mismos, como pareja);
2. reconocer con hidalguía que el tiempo les fue quitan
do, poco a poco, los deseos de conversar las cosas propias bajo pretexto de parecer menos importantes; reconocer con hidalguía que el tiempo les fue enredando el
deseo real de manifestar el interés por las cosas personales
del otro;
3. reconocer que lo señalado en el punto 2, después de
generar sentimientos poco claros de culpa, de justificación, de intranquilidad, etc., finalmente los ha ido llenando, lentamente, de resentimiento, tanto contra sí mismos como contra su pareja;
4. reconocer que el actual estilo de presencia, de convi
vencia (lejano, opaco, cansado, agresivo, etc.) es sólo
una de las caras de la realidad actual; la otra cara es un
grito profundo, sofocado, real de “te quiero”, “te necesito”. Este grito sufre callado esperando, día tras día, una
oportunidad, un pequeño espacio donde poder volver a
mostrarse, expresarse.
112
Si los esposos conversan y desean darse una nueva
oportunidad, ciertamente que tendrán que iniciar el “tratamiento” como personas maduras: la nueva etapa que desean la construirán ellos mismos con sus propias manos;
al comienzo del “tratamiento” tendrán que esforzarse de
un modo especial; el avance será positivo, pero lento.
Con el fin de ayudar el inicio de esta nueva etapa
puede ser útil este posible programa:
a) Traten los esposos de conversar acerca del trabajo de
cada cual y de sus gustos;
b) revisen, en forma conjunta, si, durante las comidas,
la conversación de los esposos es fácil y agradable;
c) conversen los esposos si son capaces de decirse piropos o palabras de cariño (si uno o ambos esposos
lo siente necesario, dígalo; si uno o ambos esposos
no sabe o no saben cómo expresarlos o no se atreve o atreven a expresarlos, dígalo o díganlo);
d) revisen los esposos si, después de una discusión, quedan mucho tiempo sin hablarse;
e) analicen si cuando deben resolver un problema lo
pueden conversar juntos con calma;
f) manifiéstense sinceramente si, como esposos, sienten
dificultad para expresarse sus verdaderos sentimientos
(positivos y/o negativos);
g) consideren si comparten juntos otros intereses o actividades fuera de las domésticas;
h) pregúntense cuánto tiempo hace que no bailan, que
no van al cine, que no salen juntos simplemente a
pasear o a conversar.
A través de este posible programa de reencuentro
los esposos podrán ir avanzando poco a poco. La pareja
113
se ama, y el amor también es un “arte”: hay que aprenderlo, hay que ejercitarlo, hay que cuidarlo.
La experiencia les ha mostrado cuán fácil es descuidar incluso lo que en la vida tiene máxima significación;
ahora han aprendido que también es necesario cuidar el
amor entre los esposos. Con esto las posibilidades de éxito son muchas. ¡Adelante!...
CUESTIONARIO
1.
¿Cree usted que, por lo general, los jóvenes esposos ven como algo permanente la necesidad de “cuidar el amor de pareja”?
2.
¿En qué forma cree usted que un matrimonio que trabaja, participa en el colegio de los hijos, se preocupa de los pa-
rientes, de los compromisos sociales puede, además, cuidar la relación de pareja?
3.
¿Piensa usted que las obligaciones en el trabajo, y/o con los hijos pueden mantener, ellas solas, vivo, alegre, el amor en-
tre esposos?
4. Dejando atrás la presencia lejana, opaca, cansada, agresiva, etc., de la primera etapa se irá, poco a poco, construyendo una nueva etapa en el amor de la pareja. ¿Cuáles cree usted que serán algunas de las características de esta segunda eta-
pa?
5.
114
Explique con alguna experiencia que usted haya conocido en-
tre sus amigos la siguiente frase: “Los esposos, por cuidar lo que fue naciendo del amor, no se dieron tiempo para cuidar el amor mismo”.
Hijo versus pareja
- Un hijo no se compra ni se vende; un hijo se acoge
y se acompaña.
- Nuestros hijos nacieron de mi amor y tu amor; nues-
tros hijos te necesitan a ti y me necesitan a mí.
- Si tú y yo no fuimos dignos del amor, por lo menos,
que tú y yo seamos dignos de nuestros hijos...
En los esposos, entre el amor y el odio hay poco camino... Un gran amor defraudado, por lo general, no produce indiferencia, más bien tiende a engendrar también
un gran odio...
Los hijos nacidos en la etapa de amor, pueden terminar, manejados torpemente, dándose cuenta o sin darse
cuenta, por los mismos padres, como aliados de combate.
Tarde o temprano, una familia transformada en campo de batalla, termina por derrumbarse.
¿Cómo puede explicarse esta situación tan monstruosa al interior de una familia, que de por sí es símbolo de
amor, comprensión, perdón?
Lo más probable es que nadie pueda decir claramente
cómo se llega a esa situación. Silencios, actitudes mal interpretadas, ofensas, incomprensiones, supuestos, frustraciones, situaciones dolorosas prolongadas, rabias, agresiones,
etc. Todo esto en una mezcla de niveles de conciencia,
inconsciencia, ignorancia, mala voluntad, sin quererlo,
etc.
Sin embargo, para presentar la génesis de esta situación, de alguna manera, digamos que, en algunos casos,
115
durante un largo tiempo de combate, los esposos primero
trataron de justificarse y engañarse a sí mismos diciendo
que las peleas eran legítimas y que en ellas no participaban los niños, por lo cual los niños, al no darse cuenta,
no sufrían ningún tipo de consecuencias. Estos mismos
esposos, en una guerra cada vez menos disimulada, y ante la evidente participación, activa o pasiva, de los niños,
en las peleas de sus padres, tratan de disminuir sus responsabilidades, sus culpabilidades, “haciendo el menos
mal posible”: cada esposo “apadrina” a uno o unos hijos
para darse preferentemente a él o ellos. Como se trata de
papás en combate, los hijos terminan siendo aliados en
una guerra que no entienden, no desean, ni merecen...
Hay otros tipos de familias, en las que los esposos
viven su frustración, su soledad en un silencio triste. No
hay agresión explícita, no hay alianza explícita... No hay
comunicación verbal explícita, pero los seres humanos tenemos otras formas de comunicación y los mensajes de
frustración, soledad, solicitud de alianza también pueden
enviarse y recibirse sin expresión verbal. Esta comunicación está muy desarrollada en los niños. Así, también en
este otro tipo de familias, el final es el mismo: los esposos divididos dividen a los hijos y usan a uno o unos de
ellos para agredir, ofender al otro; para defenderse, excusarse, darse razones a sí mimo.
Finalmente, hay otro tipo de familias, no son muchas, pero sí se dan. En estas familias, uno o ambos esposos llegaron al matrimonio sólo buscando al hijo, sólo
por el deseo de ser padre o madre. A un miembro de la
pareja o a ambos la vida de familia no le atrae como algo
personal: podría o podrían haber quedado viviendo como hijo(a) en la casa paterna. La vida sexual tampoco es
visualizada necesariamente en un contexto de amor, de
116
pareja estable, permanente; en cambio visualizan como
muy positivo que los hijos tengan, por lo menos, durante
los años de infancia, una imagen materna o paterna permanente, estable. Para estos esposos, la vida de pareja sólo es el precio de los hijos y por los hijos.
Digamos, finalmente, que un último tipo de matrimonios en que la pareja, como pareja, no tiene ya cabida, está constituido por aquellos esposos frustrados que,
en las pequeñas o grandes dificultades del inicio de la vida de pareja, sintieron que el mundo se les vino encima
y resignadamente sin luchar se dijeron: “nos equivocamos”, “no nos entendemos”; también aquí la vida en pareja sólo es mantenida y tolerada por los hijos. Los esposos pueden llegar a acuerdos, incluso, explícitos: no nos
exigiremos nada, viviremos juntos sin esperar nada personal el uno del otro: sólo nuestros hijos nos mantendrán
como pareja.
Ciertamente que sólo los hijos no justifican una relación de pareja. Sin embargo, cuestionemos los planteamientos anteriores desde la perspectiva de los hijos.
¿Necesitan los hijos esta clase de padres?... ¿Pueden
los niños sentirse libres para crecer en sus propios caminos
sintiéndose el soporte único de la relación de pareja de sus
padres?...
Digamos sin cansarnos que “el niño no nace con algún vacío o cavidades en su constitución que los adultos deban llenar” (Gehrke, Sh.). El niño sólo necesita que
el medio ambiente, el entorno le sea propició para ser él
mismo y que le den tiempo respetándole su propio ritmo
de uso del tiempo.
En esta perspectiva, los padres están presentes para
responder a las necesidades de sus hijos, pero la medida,
el cuánto de esta presencia no mira preferentemente las
117
necesidades del hijo, sino la posibilidad que tienen los
padres de dar y darse sin dañarse a sí mismos.
Digamos, también, sin cansarnos que las personas y,
especialmente los niños, se comunican a un nivel que va
más allá de las palabras o de la acción.
El niño siente placer en el contacto y la cordialidad
que lo rodea, pero más importante es que el niño percibe
los “sentimientos internos” de los padres (la comunicación no verbal, la captación de ondas de sensaciones, el
brillo de la mirada, la distensión muscular que acompaña
la caricia, etc.).
Al captar los “sentimientos internos” de los padres,
si éstos son positivos, congruentes, el niño desarrolla sentido de pertenencia, de ser amado y cuidado, lo cual, a su
vez, le ofrece estabilidad y seguridad.
La figura paterna o materna no es sólo asunto de
presencia física para un buen desarrollo emocional del
niño; la figura paterna o materna debe ser percibida por
el niño especialmente en los “sentimientos interiores”,
y éstos sanamente percibidos: amor al hijo, amor a los
otros hermanos, amor a la pareja, amor a sí mismo, amor
a la vida...
Es importantísimo que el padre y la madre cuiden de
sus propias necesidades: de descanso, de placer, de tiempo lejos del niño, de nutrición entre los mismos esposos y
de otras satisfacciones creativas. Sólo así el hijo los percibe positivamente.
En la medida que los miembros de la pareja integran
en sus vidas al hijo, el amor de pareja crece, la historia de
amor del hogar se va entretejiendo; en la medida en que
los esposos no integran sus vidas en la vida del hijo, la pareja mantiene su libertad para alimentarse, para cuidarse,
para crecer como pareja, como persona.
118
La familia es un verdadero sistema, es decir, los
miembros de la familia constituyen un todo invisible, pero cohesionado. Todos dicen relación con todos; para
que el todo funcione bien necesita que cada cual esté bien.
La familia no es simplemente la suma de los individuos
que la componen, sino también la suma de las relaciones
que se dan entre ellos. Si los padres individualmente, como personas, están mal, todo el sistema familiar se resiente.
La relación de pareja “hijo versus esposo(a)” desgraciadamente, si bien no es algo nuevo, sí es hoy algo bastante generalizado.
Luego que pasan, 5, 10, 15 años, cuando los hijos
tienen 6, 8, 13 años, no es raro encontrar que el padre o
la madre o ambos disfrazan su tristeza, su soledad en un
cariño “preferencial” por uno o algunos de los hijos.
Durante un corto tiempo esta situación parece dar
buenos resultados; los esposos parecen poder decirse: “mira, no te necesito, me basta mi hijo”; “mira, no sueñes
pensando que yo no puedo vivir sin ti; mírame qué bien
me siento con mi hijo...”. Sin embargo, como sucede con
todos los sustitutos forzados, esta situación no satisface
verdaderamente a los esposos y, en los hijos, termina produciendo grandes daños...
En la vida, en general en el matrimonio, en particular, ¡qué difícil es el equilibrio! A nadie en la vida se le
pide ser perfecto, pero se espera de todos un intento sincero de honestidad, de justicia... Todos sabemos comprender tanto los aciertos como los errores de quien es
percibido como honesto, como justo... Esto lo captan especialmente los niños, los hijos... Los hijos no esperan padres perfectos, pero sí esperan padres sin máscaras, sin
fachadas, sin dobleces... Necesitan padres humanos con
119
éxitos gozados y con derrotas miradas de frente; necesitan
padres que reconocen sus caídas, pero saben darse nuevas oportunidades... Necesitan padres que traten de relacionarse gratuitamente con sus hijos, como gratuitamente
tratan de relacionarse como esposos. Los hijos no quieren ser aliados para ninguna guerra; los hijos quieren ser
aliados para trabajar por la paz, por la comprensión, por
el amor del hogar y de la humanidad.
CUESTIONARIO
1.
¿Cómo entiende usted esta frase: “es necesario que los padres estén presentes para responder a las necesidades de sus hijos, pero la medida, el cuánto de esta presencia no mira prefe-
rentemente las necesidades del hijo, sino la posibilidad que tienen los padres de dar y darse sin dañarse a sí mismos”?
2. ¿Cree usted que los esposos puedan mantener una relación conflictuada entre ellos y puedan “convencer” a sus hijos que entre ellos, como esposos, todo es normal, todo está bien?
3.
¿Cómo interpreta usted esta afirmación: “una relación de pa-
reja no puede justificarse sólo por un hijo”?...
4.
En la vida familiar concreta ¿qué quiere decir que “si los esposos no integran sus vidas en la vida del hijo, la pareja mantiene su libertad para crecer tanto como persona, como padres
y como pareja”?
5. ¿Qué daños psicológicos, morales pueden sufrir los hijos que descubren haber sido “usados” por uno de sus padres en con-
tra del otro?...
120
La mujer separada
- Si no puedes cantar, silba o tararea, pero no te quiebres; si no hay torta en tu mesa, come pan, pero cómelo con alegría.
- Si de tu jaula voló el canario, échalo de menos, pero no lo maldigas.
- Si hoy puedes reír, ríe sonoramente; si mañana ya
no hay risas, sonríe con el recuerdo.
Titularemos estas reflexiones “la mujer separada”, pero igual podríamos haberlas titulado “el hombre separado” o “los hijos de padres separados”. El título no es importante, lo que nos interesa poner como tema de reflexión es la experiencia personal de cada miembro de la
familia cuando los padres se separan.
Es un hecho que los jóvenes esposos proyectan la vida de pareja con sentido de futuro, de permanencia, de
estabilidad...
También es un hecho que la vida en pareja tiene sentido para los cristianos como un espacio de crecimiento,
de madurez para los esposos tanto en razón de la pareja
misma como de las personas individuales.
¿Qué sucede entonces, si la vida de pareja, por causas muy divérsas, pero reales, deja de ser un espacio de
nutrición, de madurez tanto para los esposos como pareja como para los esposos como personas individuales?
¿Qué sucede cuando el problema de pareja llega a ser irreversible?...
121
Suponemos tanto moralmente personas honestas,
bien intencionadas como personas psíquicamente sanas.
Por eso creemos que en un matrimonio con problemas el
primer paso, a nivel de los esposos, es “tratemos de salir
adelante”. Si el problema de pareja no es irreversible,
simplemente, aunque no sin dolor, pagarán el precio de
una nueva etapa de amor. Y la experiencia muestra que
bien vale la pena pagarlo...
Pero, si haciendo, con altura de miras, todos los esfuerzos leales, honestos por solucionar el problema matrimonial, se ve claramente que no hay solución verdadera
para la permanencia de la pareja como pareja, habrá que
mirar de frente algo que no es fácil para nadie: la separación.
¿Qué es la separación, como experiencia personal,
en la vida de los esposos?, ¿qué es la separación de los
padres, como experiencia personal, en la vida de los hijos?...
Para ambos, para padres e hijos se trata de un terremoto en sus vidas...
¿Qué significa el “terremoto” de la separación en la
vida de los esposos? Significa un largo periodo de desorientación, ahogo, asfixia, desolación, culpabilidades... Este período normalmente dura un cierto tiempo. Los separados necesitarán tiempo para adaptarse al nuevo estilo
de vida. “El tiempo es una gran ayuda, va haciendo superar dificultades y emociones. Ya no hay autocompasión, hay
más seguridad, y, poco a poco, se van integrando los propios valores, encontrándose la persona consigo misma,
descubriendo su identidad, y viviendo sin tanto temor”
(Larraín, M.).
Hoy, en nuestro ambiente, los hombres y las mujeres
separados son una realidad, en términos cuantitativos, bas-
122
tante significativa. Para todas estas personas la experiencia personal de la separación significó un fuerte desafio:
hubo que asumir, darle sentido a un nuevo estilo de vida.
¿Qué es la separación de los padres, en los hijos,
como experiencia personal?
La revista “Familia”, n. 17, año 1984, del Centro Nacional de la Familia, presenta un artículo que tiene como
autora a Lucía Castellón, titulado “Efectos de la separación
y de la relación de pareja en los hijos” que, dada su claridad y precisión prefiero, en parte, transcribir. “Los hijos
de matrimonios mal avenidos son los más perjudicados
por el status matrimonial de sus padres, seguidos por los
hijos de parejas separadas. En cambio, los hijos de matrimonios mejor avenidos presentan características psicológicas, emocionales y sociales más positivas.
Estas son algunas de las conclusiones a que llegó el
grupo de investigadores de la Universidad de Chile que
durante dos años trabajó en la investigación sobre los
efectos psicológicos en hijos de matrimonios separados
y casados, bien avenidos y mal avenidos. Del estudio se
desprende que los hijos de matrimonios bien avenidos son
los que se ven a sí mismos como menos tímidos, menos
agresivos, menos temerosos, menos deprimidos y más conformes con su propio sexo. También se muestran satisfechos con sus padres y queridos en igual medida por ellos.
En cambio, los hijos de matrimonios mal avenidos
se ven a sí mismos como más tímidos, más agresivos,
más temerosos, más depresivos, más disconformes con su
propio sexo y con sus padres, sintiéndose, en la mayoría
de los casos, menos queridos por el padre que por la madre.
Situación similar presentan los niños de padres separados, aunque en una menor proporción que los hijos de
123
matrimonios mal avenidos. También son depresivos, agresivos, temerosos, tímidos y disconformes con su propio
sexo.
La única y mayor diferencia radica en que para ellos
la madre constituye la gran fuente de afecto y el padre
aparece como lejano. Sin embargo, compensan la falta de afecto y comprensión del padre por un amigo de su misma
edad...”.
En la mayoría de los casos (los hijos de padres separados) 70% rechazan la separación pues sienten la necesidad de tener una vida de unión familiar. El 13% acepta
la separación en forma incondicional porque la asocia a
un alivio de tensiones, provocadas por los conflictos familiares. El 11% no se pronuncia y le da lo mismo...
El 66% percibe características positivas en su madre.
Es buena, nos quiere, alegre, amorosa, nos cuida, es más
seria y responsable y sólo un 25% de este grupo la percibe como poseedora de características negativas: enojona,
peleadora, nerviosa, amargada.
El 42% de los niños percibe características positivas
en el padre. Divertido, simpático, bueno, tiene confianza
en sus hijos, es cariñoso, preocupado. Un grupo muy pequeño, 12%, percibe características negativas en el padre:
malo, no me quiere, enojón, exigente.
El 27% de los niños dice no conocer, no recordar o carecer de contacto con el padre. Esto se observa más frecuentemente en las hijas mujeres y en los niños de nivel
socio-económico bajo.
El 33% manifiesta que sus padres mantienen una buena relación entre sí, actitud que es más corriente en los
niños de nivel socio-económico alto y medio.
124
La separación de los esposos, en la perspectiva del
matrimonio cristiano, es lamentable, pero es “un mal menor” cuando el problema de la pareja es irreversible.
Qué importante es que los hijos no sean “usados”
ni durante los conflictos, ni durante el proceso de separación, ni después de la separación.
Siempre, en toda separación, los hijos simplemente
son víctimas del “terremoto”.
Los hijos merecen que el daño sea el menor posible:
que los esposos separados, además de mostrarse como
personas civilizadas, actúen respetuosamente con el amor
de las personas. Que cada hijo pueda amar a sus padres;
que cada padre pueda amar a sus hijos y que esto, en el
ambiente, no flote como “delito”.
CUESTIONARIO
1.
2.
En el lenguaje corriente usamos mucho la expresión: “entre muchos males hay que elegir el menor”. ¿En qué ocasiones
ha usado usted esta expresión?
Entre sus familiares (hermanos, cuñados, primos, sobrinos, etc.), ¿hay algún caso de pareja separada?
3. Según lo que usted ha podido conocer directamente en algu-
na familia de esposos separados, ¿qué consecuencias concre-
tas han experimentado los hijos?
4. El estudio de la Universidad de Chile, dirigido por el doctor Eyser Klorman, sostiene en una de sus conclusiones que los hijos de matrimonios mal avenidos son los más perjudicados por el status matrimonial de sus padres, seguidos por los hi-
jos de parejas separadas: ¿qué le parece a usted esta conclu-
sión?
5.
Según su opinión, ¿cuáles podrían ser algunos de los acuer-
dos ideales a que deberían llegar los esposos separados para que los hijos sufran los menores daños posibles?
125
El cansancio del hogar
- Cansarse, no es problema...
- El problema es cansarse y no querer recomenzar después de haber descansado
Los padres ya tienen 40, 45 años...
Los hijos, quizá, 12, 15, 18 años...
El ambiente en el hogar se siente cansado...
El papá y la mamá están cosechando lo que, con la
mejor voluntad, pero la peor pedagogía, sembraron: los
hijos no saben ni se interesan por nada del hogar; los hijos organizan sus vidas prescindiendo absolutamente del
hogar.
Ahora, ¿una llave de agua no funciona bien?... Los
padres esperan cooperación de los hijos, pero los hijos
jamás se ocuparon de cosas semejantes porque los papás
no lo permitieron...
Ahora, ¿hacer las compras?... Los papás esperan cooperación de los hijos, pero los niños jamás se preocuparon
de cosas semejantes porque los papás les evitaron tales
preocupaciones.
Ahora, ¿regar el jardín?, ¿ayudar en la limpieza de la
casa?
Ahora, ¿el papá está preocupado por problemas laborales?, ¿la mamá está preocupada por problemas personales de salud?... Los papás esperan cooperación, pero los
hijos están preocupados del “Internet”, del cumpleaños de
126
un amigo(a), porque no se les ocurre regar el jardín, no
se les ocurre cómo ayudar a limpiar la casa, porque no se
imaginan que el papá o la mamá tengan problemas o cómo ellos puedan compartirlos. Los papás evitaron ayer
pedir a sus hijos lo que hoy esperan de ellos.
En la casa se siente un ambiente cansado: los papás
están cansados porque los hijos no participan en las responsabilidades del hogar; los hijos están cansados porque, desde hace tiempo, continuamente los papás les están solicitando una participación en las cosas familiares que nunca tuvieron y que ahora, con la mejor buena voluntad,
no saben cómo asumirla.
Para ponernos de acuerdo en lo que sanamente se
puede esperar de una nueva etapa de la vida familiar compartida, partamos diciendo dos cosas:
1. A medida que pasan los años, es natural que los hijos necesiten menos la presencia y el apoyo de los pa-
dres y que, para ellos, el hogar crezca, se ensanche hacia la sociedad.
2. Es legítimo esperar que las tareas del hogar, la vida de la familia, según las reales posibilidades de cada cual, sean compartidas por los padres y por los hijos.
En la casa se siente un ambiente cansado. Los papás
se han hecho cargo hasta ahora de todas las tareas del hogar, de toda la vida familiar y están cansados...
Se impone un cambio en la organización familiar.
¿Cambio?... Sí, pero no pensemos que hablar de cambio sea negativo. La vida es siempre cambio... Lo importante es que cada miembro de la familia descubra oportuna y felizmente hacia dónde.
¿Es muy dificil cambiar? Depende de cada cual. Pero todo cambio supone una etapa nueva que incluye apren-
127
dizaje. Dejamos algo, buscamos algo. Lo que dejamos ya
lo conocemos; lo que buscamos habrá que encontrarlo,
acogerlo, y nos pedirá adaptación. Todo esto es aprender a vivir y se aprende a vivir entre aciertos y errores. En
la vida, lo importante es hacer crecer los aciertos porque,
como consecuencia, disminuyen los errores.
Aprender, adaptarnos, hacer crecer los aciertos, etc.,
es el costo de la vida. En la vida no hay nada gratis (¡sólo
Dios nos ama gratuitamente!...).
Un hogar acogedor, un buen ambiente de hogar, también tiene precio; son los miembros de la familia quienes
tienen que pagarlo.
Para que un árbol dé frutos, hay que cuidarlo... Para
que el hogar dé afecto, ropa limpia, posibilidades de estudio, vacaciones, etc., también hay que cuidarlo.
En la casa se siente un ambiente cansado... Si queremos cuidar el hogar que está dando síntomas de enfermedad, que da síntomas de cansancio crónico, padres e hijos
necesitarán aprender a ser realistas y todos juntos pagar
el precio de un hogar compartido.
Los papás se quejan hoy de algo que nunca aceptaron ni esperaron ayer de sus hijos; los hijos se sorprenden
hoy de que se espere de ellos algo que ayer nunca se les
pidió: compartir las tareas del hogar, compartir la vida de
la familia.
Los padres y los hijos tienen por delante la posibilidad de una nueva etapa de vida familiar.
Presentamos a continuación para los hijos que, ciertamente, quieren participar en la nueva etapa del hogar,
pero que no ven cómo, las tres posibles alternativas de
participación de los hijos en la vida familiar.
128
Alternativa 1
Los hijos chequean dónde buscan sus alegrías, dónde están comprometidos, hacia dónde convergen sus preocupaciones y descubren claramente que las ale-
grías, los compromisos y las preocupaciones perso-
nales se ubican fuera de casa.
La pregunta que pueden hacerse en esta alternativa los hijos para comenzar una nueva etapa de partici-
pación es ésta: “¿Cuánto tiempo de buena calidad le dedico a mi hogar?”...
Alternativa 2
Los hijos chequean dónde buscan sus alegrías, dón-
de están comprometidos, hacia dónde convergen sus preocupaciones y descubren claramente que las ale-
grías, los compromisos y las preocupaciones perso-
nales se ubican al interior, dentro de la casa.
La pregunta que pueden hacerse los hijos, en esta al
ternativa, para comenzar una nueva etapa de creci-
miento personal es ésta: “¿Cuánto tiempo de buena calidad dedico a mis relaciones sociales fuera de casa?”...
Alternativa 3
Los hijos chequean dónde buscan sus alegrías, dón-
de están comprometidos, hacia dónde convergen sus preocupaciones y descubren claramente que sus ale-
grías, sus compromisos y sus preocupaciones están tanto dentro como fuera de casa.
Aquí los hijos pueden estar contentos porque los pa-
dres lograron exitosamente formar personas altamen-
129
te equilibradas, con raíces familiares y participación
social.
La armonía que sienten los hijos de la alternativa 3,
como personas, en el interior de sus hogares y en sus relaciones sociales, les permite decir que un hijo “bien ubicado” construye sus alegrías tanto dentro como fuera del
hogar; contrae compromisos tanto dentro como fuera del
hogar; responde a las preocupaciones de dentro y fuera de
casa.
La nueva etapa de vida familiar propone a padres e
hijos “compatibilizar”. Propone a los padres intentar la
compatibilización de sus reales posibilidades con las reales
posibilidades de los hijos en la organización de la vida familiar; propone a los hijos, intentar la compatibilización
de las alegrías, compromisos, preocupaciones de fuera
del hogar con las de dentro del hogar.
En la casa, se siente un ambiente cansado...
La familia puede intentar vivir una nueva etapa en
el ambiente familiar. Presentamos aquí, concretamente,
un posible camino de acuerdo en base a seis pasos que
recomendamos seguir escrupulosamente:
1. Que todos los miembros de la familia se reúnan pa
ra conversar específicamente el “ambiente cansado”
del hogar, explayándose, preferentemente en el cambio que
se desea intentar en la organización de la vida familiar.
2.
Los miembros de la familia eligen democráticamente
a uno de ellos para que coordine el encuentro, las
opiniones, los alegatos, tome nota de los acuerdos. Además, de común acuerdo, establecen que durante toda la
reunión familiar no se buscarán, no se insinuarán, no se
aceptarán presentación de culpables.
130
3.
Todos, cada cual a su debido tiempo y con honestidad en aquello que espontáneamente siente que ha
fallado, reconocerán explícitamente lo que en la organización del tiempo, en la asignación o ejecución de tareas
desea cambiar.
4. En forma espontánea, cada miembro del grupo ma
nifiesta su compromiso en relación al nuevo estilo de
integración, de pertenencia al grupo que se planteó en el
punto n. 1.
5. Cada miembro del grupo familiar pide explícitamen
te ayuda a todos o a uno de los integrantes, en especial, si así lo cree necesario, en la nueva participación que
desea asumir en la organización familiar sabiendo que el
cambio incluirá aciertos y errores.
6. Finalmente, antes de terminar esta primera reunión
familiar, la familia se pondrá de acuerdo para reencontrarse, al comienzo de esta nueva etapa, a lo menos
semanalmente.
131
Shalom,
en la segunda etapa de la vida
- A los esposos, en la segunda etapa de sus vidas, les
espera una nueva etapa: es un nuevo desafio profundo; es una nueva oportunidad de aprendizaje.
- El desafio es reaprender a acogerse, reaprender a
entrar en un nuevo estilo de relación.
Hablar de paz no significa necesariamente hablar sólo de no-guerra, de no utilización de la fuerza para lograr
determinados objetivos. La paz también puede definirse
como un estado de armonía. Hablar de paz, en sentido
positivo, es hablar del pleno desarrollo del hombre en sentido integral, es hablar de un estado de solidaridad armónica entre los hombres.
Para un hebreo, shalom, que significa paz también
significa totalidad, armonía, plenitud.
La paz, en este sentido positivo, es una meta para las
personas, para los pueblos...
Es una meta para las personas de todas las edades
y condiciones: jóvenes y ancianos, ricos y pobres.
En estas reflexiones vamos a presentar esta meta específicamente a los esposos que como personas, ya han
pasado cronológicamente la mitad del camino de sus vidas
y que, como pareja, ya han logrado la mayor parte de los
objetivos que se propusieron cuando se casaron. Queremos hablar de la paz, en sentido de totalidad, armonía,
plenitud, en los esposos como personas individuales y como personas en relación de pareja.
132
Un hombre y una mujer esposos de cuarenta o cuarenta y cinco años ya han vivido una primera etapa de vida. Ya han cumplido una tarea. Cuando, como individuos,
se empinaban en la vida, en plena adolescencia y comienzos de juventud, o cuando comenzaron a construir como
esposos su hogar y su familia, aparecieron metas: afectivas, sociales, laborales, etc.
Han pasado veinte o veinticinco años y estas metas
ya están básicamente logradas: como pareja, entre muchos
desafíos, han salido adelante; los hijos ya han crecido y ya
están partiendo de la casa o ya han partido; el nivel económico-laboral está, más bien, logrado y ahora se trata de
mantenerlo; las relaciones sociales que, normalmente, perdurarán el resto de la vida ya están hechas y serán pocas
las nuevas que se integrarán.
El haber cumplido los primeros objetivos de la vida
personal y de esposos plantea una nueva interrogante profunda: ¿qué haremos el resto de nuestras vidas?... Nos quedan veinticinco o treinta años de vida: ¿qué haremos de
nuestras vidas como esposos?, ¿qué haremos de nuestras
vidas como individuos?
Realmente se trata de replantearse la vida en base de
nuevos objetivos; se trata de reaprender a vivir por nuevas
metas. Queda una nueva etapa de vida y es un nuevo desafio.
Este desafio es tanto o más fuerte, en las personas,
que el desafio que sintieron en su adolescencia, y, en la relación de pareja, que el que sintieron al iniciar la vida de
esposos. La desventaja es que al adolescente y a los jóvenes esposos se les permitía mostrar sus inquietudes, sus
inseguridades, sus desarmonías. Frente al hombre maduro, la sociedad es “madrastra”.
133
Digamos, pues, que la primera etapa de vida está básicamente lograda y la segunda etapa necesita nuevos objetivos. La primera etapa de vida se llevó los años de fortaleza física; la segunda etapa de vida tiene más experiencia.
Porque la vida no ha pasado en vano por las personas; porque en la primera etapa de vida las personas han
cambiado, ahora en la segunda etapa de la vida, a la vez
que se necesitan nuevos objetivos para vivir, también necesitan las personas reencontrarse consigo mismas, necesitan madurar en nuevo proceso de identidad personal y
dual.
Paz, armonía, totalidad, plenitud... Las personas, en
general, en la segunda etapa de la vida entran en desarmonía, en intranquilidad, primero consigo mismas, y, por
lo mismo, como consecuencia, también, en desarmonía,
en intranquilidad con los demás.
Esta desarmonía, esta intranquilidad, fundamentalmente, dice relación a varias situaciones: no se ve claro,
pero se intuye una nueva etapa de vida; se pretende vivir
la segunda etapa de la vida pidiendo prestadas las motivaciones de la primera etapa y esto no calza; se quiere vivir
desconociendo el desgaste natural, especialmente, fisico
de la primera etapa; no se ven las ventajas, las adquisiciones, especialmente, de sabiduría, de madurez.
A los esposos, en la segunda etapa de sus vidas, les
espera una nueva etapa: es un nuevo desafio profundo;
es una nueva oportunidad de aprendizaje. El desafio es
reaprender a acogerse, reaprender a entrar en un nuevo
estilo de relación.
Hasta hoy, la sociedad no tiene muy claro qué hacer
con las personas, en la segunda etapa de la vida; no tiene
muy claro qué puede esperar de ellas y, por lo mismo, no
les ofrece un espacio determinado. La vida de las personas,
134
la vida de la pareja en una segunda etapa es tierra de nadie... Todo es inédito...
La paz, la totalidad, la armonía, la plenitud significan,
concretamente, para estas personas: hay vida, hay camino;
ayer lucharon sin experiencia, hoy día la tienen; ayer tenían la fuerza sin mirada de conjunto, hoy pueden sacarle mejor partido a la vida porque tienen mirada de conjunto; ayer su mundo era fundamentalmente su hogar y
sus hijos, hoy su hogar y su familia son, fundamentalmente, el mundo y los hijos de la vida...
Paz, totalidad, plenitud, armonía significa, también,
los hijos han partido y ustedes siguen viviendo; las aspiraciones laborales ya han sido básicamente logradas; las
fuerzas físicas disminuyen y, sin embargo, la vida crece
en ustedes; las fuerzas sexuales ya no son las mismas y,
sin embargo, la sexualidad y el amor es más gozoso y
gratificante en ustedes, etc.
El mundo, la dimensión cósmica, los compromisos
humanistas, desinteresados, les esperan...
Paz, totalidad, plenitud, armonía significa, también,
al caminar en esta segunda mitad de la vida prepárate para partir bien, para despedirte bien, para dar el paso final
lleno de esperanza, en la certeza de que la muerte no es
el final del camino...
Dejar huella positiva es una excelente meta, hacer camino para que otros lo continúen es un ideal cristiano.
Sín embargo, la vida no se juega sólo en el tiempo y en el
espacio; la vida no se juega sólo en la historia humana.
Para el hombre cristiano, para los esposos cristianos,
la vida trasciende el tiempo; la vida de los hombres puede continuar en la vida de Dios. El paso del aquí hacia
el allá lo llamamos “muerte”; es la experiencia del trasla-
135
do; mejor aún, es la experiencia del renacer pleno en la
dimensión de Dios. Es el grano de trigo que se transforma
en planta, dirá Jesús.
CUESTIONARIO
1.
¿Cuántos años cree usted que esperaban vivir, en general, las
personas de la generación de sus abuelos?
2.
¿Qué cree usted que ayuda en la generación actual a tener
expectativas de vida más largas?
3.
¿Qué intereses nuevos cree usted que puede integrar en su
vida una persona que vive en la segunda etapa de vida?
4.
¿Cree usted que, en general, los esposos al partir los hijos
de la casa, se encuentren como pareja desafiados a reorganizar su relación?
5.
¿Cree usted que las personas se plantean de la misma manera la realidad de la muerte en la primera y en la segunda mitad de la vida?
136
Aprender a vivir
-
“Cada uno es el arquitecto de su propio destino;
quien planta rosales, cosechará siempre rosas”.
(Amado Nervo)
En nuestros tiempos, las personas corren, se agitan y
luchan, mayoritariamente, en la línea del tener...
El mundo moderno, consumista, día y noche, se afana buscando un significativo y respetable “patrimonio”: tener auto, casa, computador, título, pareja, hijos, etc. Tener
salud, dinero, amor... Tener...
Son muchas las personas que logran tener y tienen en
abundancia. Sin embargo, no son felices. ¿Quién enseña,
hoy, la sabiduría de la vida? ¿Quién dice con serenidad,
pero con firmeza, que para ser feliz no basta el tener?...
Si cada cual corre neuróticamente buscando el tener,
el yo personal e individual se siente pobre, solitario, maltratado. Sofocado en su propia y legítima nostalgia, cada
individuo languidece en la dimensión del ser, en su realidad profunda.
Sin negar una filosofía sana y equilibrada del tener,
la sociedad requiere con urgencia una visión nueva y convencida del ser.
Ser persona abierta, en relación, contemplativa, esperanzada, agradecida, solidaria, optimista, etc., antes que ser
un individuo “importante”, “prestigioso”, “triunfador”...
Una persona rica en la línea del ser, por añadidura, más
temprano que tarde, tendrá, rango, será reconocida,
ostentará prestancia, etc.
137
Primero lograr una estabilidad de pareja, gozar una
buena relación, etc., después tener auto, casa en la playa,
etc. Un hombre y una mujer, apoyados en una gratificante
afectividad, sembrarán con unidos esfuerzos, pero también
cantando cosecharán abundantes bienes materiales...
Primero ser familia, pertenecer a un núcleo que da y
pide, que acoge y envía, que confía y evalúa porque da
seguridad, enseña a crecer, prepara para la vida. Después
horas extraordinarias en el trabajo, jefaturas y servicios comunitarios. Primero ser alegre, fuerte, comprensivo, trabajador; ser ganador y perdedor, ser grande y pequeño;
ser niño y adulto en forma armónica, asumida con cariño
consigo mismo, después electrodomésticos, pertenencia
a grupos de prestigio, etc.
El hombre moderno necesita aprender a ser. Requiere
espacios donde aprender la importancia de la auténtica
identidad personal.
¿Quién manipula la formación del hombre moderno?... Fundamentalmente la publicidad, los intereses económicos, aun las ideologías...
Los referentes políticos, económicos, culturales, etc.,
no coinciden con las necesidades verdaderas y profundas
del hombre. La humanidad que late en cada individuo
no es escuchada, estimulada, cuidada en la sociedad contemporánea.
¿Cómo podría construirse, hoy, un hombre auténtico?...
Antes de intentar un posible esbozo de respuesta, recordemos que la existencia humana siempre irá marcada
con el sello de lo trágico. La vida es una permanente contradicción. ¿Por qué? Porque infinitos son los anhelos del
hombre, siendo finitas sus posibilidades... Desea vivir eter‑
138
namente, pero cada día experimenta la entropía. Añora
comunicarse total y transparentemente, pero la expresión
verbal y no-verbal no consiguen traspasar lo que se intenta. Quisiera hacer mío el dolor o la alegría de un ser querido, pero las fronteras del tiempo y del espacio obligan
a experimentar una distancia ontológica, radical.
El hombre auténtico (esposo, padre, hijo, hermano,
amigo, etc.), puede construirse, pero asumiendo nuestra realidad humana; requerimos aprender a convivir con
anhelos infinitos en medio de realidades finitas, limitadas.
Anhelamos una buena relación de pareja, pero la pareja
óptima no existe; buscamos un ideal de relación interpersonal, como padre, hijo, hermano, amigo, y tendremos
que aceptar que tú y yo, porque somos como somos, simplemente tendremos, administraremos, lo que podamos...
Existen personas concretas, humanas, con cualidades
y defectos, y allí nuestra convivencia será tan armoniosa
como sea posible, en un nivel concreto y posible.
El hombre auténtico se construye igualmente con personas históricas. Esto es muy importante, porque significa
que cada uno de nosotros está también condicionado por
las circunstancias geográficas, genéticas, económicas, culturales, etc. Cada persona requiere ser feliz, asumiendo,
sin descalificarse, la propia historia personal. Esta variable
histórica introduce, en la vida personal, condicionantes de
todo tipo: porque soy hijo de tales padres, porque nací en
tal país y en tal momento, mi existencia tendrá tendencia
a ser así o asá. El hombre histórico, en esta perspectiva,
se construye asumiendo, sin amarguras ni reproches, tales limitantes: soy lo que soy, trabajo las tendencias que
registro y a todo ello trato de sacarle el mejor partido posible.
139
Finalmente, digamos que el hombre auténtico se
construye aceptando que la vida es una sumatoria de
aciertos y errores personales.
Construir la vida, asumiendo las limitaciones profundas, existenciales; los condicionamientos históricos,
exógenos; los aciertos y errores propios, personales. ¿Es
posible vivir sólo en medio de éxitos personales?... La
vida tiene una respuesta simple, pero categórica. Todo es
fruto de aprendizajes. Los aprendizajes corresponden a
continuos procesos de ensayo, y encierran aciertos y
errores.
Así, pues, la vida personal de cada día nos entrega
éxitos y fracasos en las empresas y decisiones en que nos
involucramos. Necesitamos adquirir una postura de realismo positivo. En los momentos de logros, nos reforzamos;
y así se multiplican tales situaciones; en las circunstancias
adversas y fallidas, nos fortalecemos para volver a levantarnos, y crecemos en coraje para volver a comenzar, después de haber rescatado lo positivo que se encuentra incluso en las derrotas.
Aprender a vivir... Siendo hombre o mujer; soltero o
casado; padre, hijo o hermano. En un hogar, escuela de
la vida, se forman hombres sabios, que saben administrar con éxito la propia existencia; salen ciudadanos-constructores de un mundo mejor.
140
CUESTIONARIO
1.
Antiguamente había un refrán que decía: “Dime con quien
andas y te diré quién eres”. ¿Podrías explicar el significado?
2.
Hoy, la moda impone el estilo de vida a muchas personas.
¿Crees tú que ellas sean felices interiormente?
3.
¿Qué entiendes tú por “limitaciones profundas, existenciales”,
en las personas?
4.
¿Qué entiendes tú por “condicionamientos históricos, exógenos”, en las personas?
5.
¿Qué impresión te causa la afirmación: “la vida es una sumatoria de aciertos y errores”? Comparte brevemente.
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La reunión familiar
- Lo que realizamos apurados, por lo general, no resulta bien; lo que hacemos en circunstancias desfavorables, con frecuencia, se malogra.
- Para garantizar el éxito, cuidemos que los momentos
sean oportunos y que dispongamos del tiempo y tranquilidad necesarios.
Vivir es responder a desafios... Vivir en familia también significa acoger, hoy, los desafíos que el mundo moderno hace a la vida del hogar.
Los miembros de una familia siempre han tenido deberes, intereses, etc., comunes e individuales. Sin embargo, en los momentos actuales, uno de los grandes desafíos
para las personas, en la convivencia familiar, es lograr una
adecuada compatibilización de tiempos, compromisos,
motivaciones, dentro y fuera de la casa, con o sin los familiares.
¿Qué requiere una convivencia familiar mínima para
ser de buena calidad?
Hagamos primero algunas preguntas: Los encuentros
entre amigos, ¿pueden sustituir el aprendizaje de vida que
se logra en la convivencia natural, estrecha, desinteresada,
espontánea, de familiares al interior del hogar?, ¿puede
experimentarse una auténtica afectividad familiar ahí donde unos se relacionan sólo para exigir derechos y otros
sólo se sienten interpelados en, sus deberes?...
Volvamos a preguntarnos: ¿Qué requiere una convivencia familiar para ser de buena calidad?...
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Dado que el ambiente del hogar representa un espacio único; donde conviven generaciones, culturas, intereses diversos, es posible aprender una convivencia de
amor, de respeto, pluralista, integradora, etc. Pero, claramente dejemos establecido que sólo se trata de posibilidad.
Están dadas las condiciones para, podría lograrse que.
Para que la posibilidad llegue a ser real, se requiere ciertas condiciones. Partamos por la condición básica y obvia:
para que se logre una convivencia familiar agradable y positiva, se requiere, como mínimo, que todos y cada uno
de los miembros de la casa entreguen, de su tiempo, momentos de buena calidad para crear y mantener un clima
simpático y reconfortante.
Adelantemos un poco más y volvamos a preguntarnos: ¿Qué implica y sugiere esto que llamamos “clima simpático y reconfortante”? Tan simple como esto: que papás, hijos, hermanos, etc., se sientan bien, se sientan cómodos, se sientan con agrado.
¿Qué se puede hacer, en la convivencia familiar, para
crear un buen ambiente? Básicamente asegurar un espacio
de encuentro, de comunicación, de negociación, de entendimiento, de distribución dialogada de tareas, de petición
de ayuda, de expresión de sentimientos, etc.... Este espacio
lo llamamos: “reunión familiar”.
“La familia es el vivero de la sociedad”, afirma la
Iglesia Católica (Juan Pablo II, Familiaris Consortio). Es
decir, los miembros que componen el núcleo familiar, en
el lento, continuo y cariñoso proceso de interacción personal, viviendo las cambiantes situaciones de la vida, pueden aprender a planificar, realizar, evaluar, compartir éxitos y fracasos.
Sin embargo, en el ritmo veloz y la complejidad creciente del mundo actual; de hecho, nos encontramos con
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que las personas que permanentemente conviven logran
encontrarse sólo en raras ocasiones. Parece una paradoja,
pero, desgraciadamente, representa una cruda realidad para
la familia moderna. Recordamos quizá algún caso en que
los miembros de la familia, para comunicarse en cosas
importantes y mínimas, deben echar mano de mensajes
escritos: “Llegaré tarde esta semana, no me esperes. Cariños”; “Necesito dinero para pagar la Colegiatura. Déjamelo sobre el refrigerador”, etc. Si las personas, en la
complejidad del mundo actual, no pueden encontrarse,
mal podemos hablar de “interrelación familiar”. Si entre
los miembros de una familia no hay un encuentro directo,
un contacto cercano, personal, resulta sólo un “eufemismo” definir la familia como “vivero de la sociedad”.
Reconociendo, ciertamente, que la familia moderna
requiere adecuarse a la complejidad de los tiempos actuales; como cristianos, sin embargo, también debemos descubrir cómo se puede positivamente garantizar una convivencia real mínima de buena calidad.
En el Capítulo: “El cansancio del hogar”, sugerí un
esquema de reunión familiar. Aquí, lo recomiendo una
vez más. Como herramienta, la reunión familiar es sólo
un medio. Con la experiencia se puede luego mejorar,
complementar, etc. Pero en comienzo, conviene usar tal
cual los instrumentos.
¿Cuál es el enemigo de la reunión familiar? Nuestra
cultura. En efecto, entre nosotros las cosas importantes,
generalmente, se improvisan. Se supone que el ambiente
del hogar tiene que ser bueno, tiene que darse en forma
agradable. Se supone. La realidad es que todo debe construirse, cuidarse, etc. La realidad es que la vida no es gratis. ¿Cuál es el precio de un buen clima hogareño? El
precio mínimo es que todos y cada uno de los miembros
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del hogar comprendan y asuman, con un compromiso
personal, que el sentir bien o mal el ambiente en la casa
depende de todos; que el funcionamiento de la casa es la
resultante de la común interacción; qué clima y funcionamiento pueden conversarse, planificarse, negociarse, etc.
Si entre los miembros de la familia se llega a cierto
consenso en relación a estos puntos, lo inmediato es establecer, de común acuerdo, con Agenda en mano, momentos y frecuencias para garantizar, por calendario, estos encuentros familiares. Dicho de otra manera, se trata de preguntarse: ¿Cuándo nos encontraremos como familia para
conversar lo nuestro?, ¿una vez al mes? Lo anotamos todos en la Agenda y así nos comprometemos a entregar,
a la familia, tiempo de buena calidad.
Llegó el día de la reunión, ¿cómo vivir estos nuevos
momentos? Participando con ánimo positivo en un tono
de corresponsabilidad. El ambiente de la casa no es algo
extraño que yo veo pasar... Me siento cómodo o no, en
algo que es mío, que depende de mí, que yo contribuyo
a crear día tras día... Con este enfoque, en la reunión nos
encontramos con deseos de comprometernos, unos y
otros, a cuidar, a mejorar, a cambiar el ambiente. Si es necesario, en la medida de mis posibilidades, ofrezco algo
de mí y, quizá, también pido ayuda a los demás.
En las primeras reuniones, conviene tener presente la
vida como un lento y largo proceso... El ambiente familiar
también tendrá estas características. Cualquier cosa que
plantee la presentaré en un tono realista y con flexibilidad;
quizá propondré el mínimo, que, en cierta forma, en algunos aspectos podrá ir identificándonos como familia:
el perfil familiar irá surgiendo lentamente, luego de pequeños pasos... Tiempos respetados, momentos compartidos,
tareas asignadas, derechos reconocidos, etc....
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Las personas, pues, debemos enfrentar múltiples desafíos: somos miembros de una familia, colegas de trabajo, integrantes de un club, etc.; en medio de múltiples intereses realizamos nuestra vocación personal, familiar, social, religiosa, etc. Todos son auténticos gritos interiores.
Así, cada cual requiere sabiduría para compatibilizar, armonizar, compromisos. En esta clara visión de desafíos,
organización de responsabilidades, etc., es obvio que el
clima familiar no se improvisa, no se logra como fruto de
una mera actitud pasiva de los componentes, miembros
integrantes, etc. El clima del hogar está en función de la
energía, de la capacidad, del tiempo, de la dedicación, que
le dediquen las personas que participan en él.
CUESTIONARIO
1.
En general, ¿crees tú que la improvisación garantiza el éxito
en la vida?
2.
¿Tienes tú, personalmente, tendencia a improvisar en la vida?
3.
¿Qué día de la semana crees tú que es más favorable para la
reunión familiar?
4.
¿Conoces algunas familias que se reúnan periódicamente
para conversar sobre la organización del hogar?
5.
En el caso particular de tu casa, ¿cuáles podrían ser las dificultades, en un comienzo, para realizar reuniones familiares?
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Conclusión
Al concluir estas reflexiones sobre Pareja y familia,
quiero decir, una vez más, que si en una presentación teórica la vida puede ser “estandarizada”, experimentalmente,
en cada caso personal, la vida es absolutamente inédita,
original...
Cualquiera sea el tinte, el sabor original de mi vida
(soltero, casado, separado, viudo; exitoso, fracasado, vital,
cansado; niño, joven, adulto, anciano, etc., etc.) necesito
acoger, gustar, hacer crecer la vida en mí y en los que me
rodean. Este será el secreto de mi crecimiento, de mi autorrealización, de mi felicidad, de mi santificación. Para vivir este secreto ayuda aprender a mirar el lado bueno de
las cosas. Por todo esto me despido de ti, estimado lector, invitándote a vivir mirando “el lado bueno de las cosas” (Is 43, 16-21; Sant 5, 7).
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Indice
Introducción.........................................................................5
PRIMERA PARTE
La familia, mirando el mañana.........................9
Hombre-Mujer............................................................................11
Cada persona, proyecto individual................................................14
Comunicación verbal y no-verbal .................................................18
Lo real versus lo deseable...........................................................22
Amor y admiración..........................................................................25
Amor y gratitud ................................................................................28
La fidelidad en la pareja................................................................32
Fluidez y orgasmo............................................................................37
La familia, el hogar, escuela y alero...........................................43
Los padres, los hijos y el sexo.....................................................48
Ingreso-egreso en familia ...........................................................54
Las crisis normales de la pareja.................................................58
Familia y entretención...................................................................64
La familia y lo espiritual.............................................................68
La familia y la experiencia de la muerte...................................73
La familia y lo social....................................................................79
Cuando llega el dolor....................................................................84
SEGUNDA PARTE
La familia, en camino...............................91
Reconstruyendo la relación de pareja.......................................93
Mejorando nuestra sexualidad.....................................................99
“Todo es una lata...”......................................................................107
Momentos para la pareja..............................................................111
Hijo versus pareja..........................................................................115
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La mujer separada..........................................................................121
El cansancio del hogar.................................................................126
Shalom, en la segunda etapa de la vida.......................................132
Aprender a vivir............................................................................137
La reunión familiar.......................................................................142
Conclusión.......................................................................147
Indice..........................................................................................149
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C O L E C C I O N “ FA M I L I A ”
Ninguna institución ha sufrido los efectos de los
cambios rápidos y profundos del mundo actual como
la familia. Por eso el “sistema familiar” está en crisis y, a
pesar de que ya estamos en los umbrales del siglo XXI,
no se vislumbra ningún modelo nuevo y positivo para
los adultos cansados y los jóvenes desesperanzados.
Bienvenido, entonces, el aporte del autor –sacerdote y
sicólogo– que anticipa pistas de solución y dinámicas
para alcanzarlas.
Mientras tanto nos recuerda que “la vida para
acogerla, para gustarla, para cuidarla bien necesita a
un hombre y una mujer caminando juntos, en forma
permanente, en forma estable… Y que lo económico,
la libertad, la mañana, los hijos, la risa, el cansancio,
la vida se puede acoger mejor, se puede hacer crecer
mejor cuando un hombre y una mujer caminan juntos;
cuando lo experimentan desde la realidad que llamamos pareja”.
Impreso en Chile - Printed in Chile
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