ARISTÓTELES METAFÍSICA U ONTOLOGÍA: LA CONCEPCIÓN DEL SER (DE LA REALIDAD) LOS MODOS DE SER: SUSTANCIA Y ACCIDENTE En lo que se denomina LA TEORÍA DE LA ANALOGÍA DEL SER, Aristóteles mantiene que hay muchos modos de ser, tantos como modos de decir el ser, es decir, como maneras de expresar la realidad en el lenguaje. A cada modo de nombrar el ser se le llama CATEGORÍA. Decimos que un objeto o una persona es, como por ejemplo un abeto o nuestro primo Andrés. También decimos que SON: el color rojo, los 600 kilos de un toro, la relación de parentesco de una leona con sus crías o su acción de cazar etc. Pero estos modos de ser no son idénticos, esto es, no son de la misma manera, ni tienen la misma entidad unos y otros (no significa lo mismo decir que “es” un abeto, que “es” el verde del abeto). El término “ser” se aplica a ellos de forma análoga, no unívoca. Hay un modo primario, principal, de ser y los demás se refieren a él. El modo fundamental de ser es LA SUSTANCIA, que es lo que existe de forma independiente, lo que es en sí y por sí, lo que subsiste por sí mismo. El resto son los ACCIDENTES, que dependen de la sustancia para ser. La sustancia es el objeto o persona individual, mientras que los accidentes son sus características: cualidad, cantidad, relación, acción, pasión, estado, posición, lugar, tiempo. En resumen: Hay distintos modos de decir el ser y, por tanto, diferentes modos de ser. Cada modo de ser y de decir el ser se denomina CATEGORÍA. La categoría principal es la sustancia. Los otros modos de ser son los ACCIDENTES. SUSTANCIA: Es lo que es por sí mismo, no necesita apoyarse en otra cosa para ser. Es el sujeto o sustrato de los accidentes. ACCIDENTE: Es el modo de ser que necesita de la sustancia, depende de ella para ser. COMPOSICIÓN DE LA SUSTANCIA La sustancia se compone de MATERIA Y FORMA. LA MATERIA es de lo que la sustancia está hecha. En el fondo todo está formado de una materia sin forma alguna, amorfa, que se denomina MATERIA PRIMA, pero al recibir la forma o esencia, ésta organiza la materia dándole unas determinaciones concretas, según el tipo de realidad que ese ser nuevo va a tener. Así, si la materia prima es informada por la forma o esencia de “pino”, la materia se va a concretar como madera, fibra de las hojas, savia que circula por el interior etc, si recibe la esencia de “leopardo”, la materia será carne, huesos, sangre etc. Esta materia ya informada es la MATERIA PRÓXIMA. LA FORMA: Es la esencia de la sustancia, lo que hace que una sustancia sea lo que es y tenga unas características y una actividad propias. Es lo que responde a la pregunta ¿Qué es esto?, por tanto es lo que se puede conocer de la sustancia de manera universal... La forma es universal, está presente en todos los seres de la misma especie. Es similar a la Idea o Forma de Platón, pero a diferencia que en la teoría Platónica, Aristóteles mantiene que aunque las esencias son reales, existen, no están separadas de la materia, forman parte de las realidades concretas, como un componente suyo. De manera que la unión de materia y forma es necesaria 1 para que exista el ser individual. No hay materia sin forma ni forma sin materia. Todo lo que existe es un compuesto de materia y forma. EL CONOCIMIENTO El conocimiento de la sustancia individual o sustancia primera, del compuesto de materia y forma, es un conocimiento a través de la percepción sensible. Cuando las diversas percepciones y sus relaciones, se almacenan en la memoria y en la imaginación, se obtiene la experiencia. Este conocimiento no puede ser llamado ciencia porque a través de él sólo se conoce lo particular. La ciencia es el conocimiento universal y necesario (Es válido para todo objeto del mismo tipo, verdadero para todo hombre y no puede ser de otra manera). Este tipo de conocimiento tiene por objeto la esencia de las sustancias y la causa por la que tienen ciertas características, que también se halla en su esencia. Para llegar al conocimiento de la esencia es preciso un proceso de Abstracción, que lleva a cabo el entendimiento o razón. Captar la esencia, la forma, de una sustancia, supone que el entendimiento ha de separar la forma y aislarla de la materia y de las características particulares de la sustancia particular, formando de este modo el concepto universal. CONCEPCIÓN DEL HOMBRE Aristóteles, concibe al hombre como una sustancia natural y, por tanto, ha de explicarlo desde su teoría general de la sustancia. En este sentido el hombre es un compuesto indisoluble de materia y forma. la materia del hombre es el cuerpo y su forma el alma. La unión entre ambos es sustancial y no accidental. Entiende el alma como principio vital, como principio que da vida, que anima el cuerpo y que le otorga todas sus funciones, por tanto, todos los seres vivos, por el hecho de serlo, están dotados de alma, tanto los vegetales como los animales. En su tratado "De Anima" distingue tres tipos de alma: la vegetativa, la sensitiva y la racional. El alma vegetativa ejerce las funciones de nutrición y de reproducción; asume, por lo tanto, las funciones propias del mantenimiento de la vida, en lo que podríamos considerar su escala más básica. Estas funciones vitales son comunes a todos los seres vivos, todos han de poseer un tipo de alma capaz de realizarlas. El segundo tipo de alma, superior al alma vegetativa, es el alma sensitiva, el alma propia de los animales. Controla la percepción sensible, el deseo y el movimiento local. Además de sentir placer y dolor. El tercer tipo de alma, superior a las dos anteriores, es el alma racional. El alma racional está capacitada para ejercer funciones intelectivas. Es el tipo de alma propia del hombre. Las funciones racionales o intelectivas (teóricas) son el conocimiento de la verdad en sí misma (la capacidad del conocimiento científico), y el conocimiento de la verdad con fines prácticos (la capacidad deliberativa). Para Aristóteles, pues, el alma es no sólo principio vital, sino, al igual que para Platón, principio de conocimiento. De hecho, Aristóteles definirá el hombre como animal racional, atendiendo precisamente al tipo de alma que le es propia. 2 ÉTICA La ética aristotélica estudia fundamentalmente el carácter humano, más que las acciones concretas, pues estas sólo son importantes en la medida en que, a base de ellas, se configura el carácter como conjunto de hábitos o disposiciones para obrar de una manera determinada. El concepto central de la ética de Aristóteles es el de eudaimonía, que sería la felicidad en el sentido de una vida feliz, excelente, buena, lograda. La felicidad es el fin último de toda acción y actividad humana, todo se hace por ella y se busca por ella, mientras que ella se busca por sí misma. Por esto se dice que la felicidad es el fin o bien supremo del hombre, hacia lo que tiende su vida y lo mejor que en ella puede alcanzar. Por esto cabe calificar esta ética de teleológica, pues orienta al hombre hacia un fin supremo. FELICIDAD O EUDAIMONÍA La felicidad es el fin último de la vida humana, no se busca como medio para otro fin sino que se busca por sí misma y todos los otros fines están subordinados a ella. Por esto hay que considerarla el mejor bien, o bien supremo porque vale más lo que se quiere por sí mismo que lo que se busca como medio para otro fin. Pero aunque todos los hombres estarían de acuerdo en considerar que lo mejor que pueden lograr es una vida feliz, no todos se pondrían de acuerdo en qué sea la felicidad. Según Aristóteles es más fácil decir lo que no es, no es el placer, pues muchas cosas hay que elegirlas, aunque no sean placenteras o sean dolorosas, como es una operación o una actividad ingrata, si con ella esperas conseguir un bien mayor, ni tampoco son el dinero y las riquezas, pues estos son un medio para conseguir lo que se desea, y no lo es tampoco la fama o los honores, pues estos no dependen de uno mismo, pero la felicidad ha de estar en nuestra mano si es la meta que se nos propone para orientar nuestra vida. Para averiguar en lo que consista la felicidad lo mejor será considerar al hombre como uno más de entre los seres naturales y reflexionar sobre su función específica . Todos los seres en la naturaleza tiende a su fin propio que constituiría su perfección Del mismo modo el fin del ser humano es alcanzar la perfección, desarrollar todas las capacidades que establece su esencia. ¿Cuál es la función que como hombre habría de desarrollar y llevar a la excelencia para ser un ser humano perfecto, para realizar plenamente su humanidad? Para ello habrá que tener en cuenta las diferentes funciones de los seres vivos y analizar cuál de ellas es la propia de los seres humanos: o No son propias del hombre las funciones vitales elementales, que comparte con todo ser vivo, regidas por el alma vegetativa, ni tampoco son exclusivas del hombre las capacidades de desear, percibir, sentir placer o dolor y la de locomoción, gobernadas por el alma sensitiva. o Las funciones específicas de la esencia humana son las regidas por el alma racional que lleva a cabo las funciones superiores: tanto teóricas como prácticas. o En conclusión, para llegar a realizar la esencia de ser humano, es preciso desarrollar las funciones racionales, esto es dirigir mediante su razón todas sus acciones y actividades para que estas contribuyan a la creación de sí mismo como un humano bueno, logrado. Pero no basta con realizar las actividades propias de la razón, hay que hacerlas bien, hay que añadir a la actividad la excelencia la virtud. Así llega Aristóteles a la siguiente definición de felicidad: DEFINICIÓN DE FELICIDAD “actividad racional del alma de acuerdo con la virtud y si las virtudes son varias de acuerdo con la más perfecta y en una vida entera – pues una golondrina no hace verano, así tampoco ni un solo acto ni un solo día hacen al hombre venturoso y feliz” (Ética a Nicómaco.) 3 La felicidad es entendida como una actividad, no como un estado de contento o placer. Es un quehacer, el de hacerse a sí mismo. Se trata de ir mejorándose como humano en la medida que se va viviendo. LA VIRTUD La virtud o areté se entiende como la perfección de una facultad gracias a la práctica. Esto quiere decir que para ser virtuosos en cualquier aspecto, hay que realizar la función o actividad que permite una capacidad de modo que se alcance la excelencia en su ejercicio. Puesto que el alma humana tiene distintas facultades con su función específica, a cada una le corresponderá un tipo de virtud. Al perfeccionar la parte racional del alma se logran las virtudes dianoéticas y al poner orden y medida en nuestros deseos y apetitos, gracias a nuestra razón práctica y a la prudencia, se logran las virtudes éticas. LAS VIRTUDES DIANOÉTICAS Son las que llevan a la excelencia la capacidad racional humana y son la sabiduría, la ciencia, la técnica, el arte y la prudencia o sabiduría práctica. LAS VIRTUDES ÉTICAS Las virtudes éticas son las virtudes del carácter. El carácter se forma a partir de la parte irracional del alma, en concreto a partir de las emociones, pasiones y deseos. Todos los animales tienen apetitos y su conducta se regula por la satisfacción de éstos. Pero el ser humano tiene razón. Su vida, si ha de ser buena y feliz, no puede consistir sin más en conducirse por sus pasiones y apetencias, es preciso dirigir éstos por medio de la razón, poner en ellos orden y medida y dirigirlos adecuadamente a la consecución de la felicidad. Esta es la función práctica de la razón Gracias a la prudencia se han de moderar los apetitos y buscar el término medio entre el exceso y el defecto (mesotés). En esto consisten las virtudes éticas: La virtud ética se adquiere por hábito (no nos viene dada por naturaleza, ni se puede adquirir por enseñanza teórica). La virtud ética es el hábito de actuar en el término medio entre dos extremos viciosos, uno por exceso y otro por defecto. Por ejemplo, la valentía sería el término medio entre la temeridad y la cobardía; la templanza el medio entre la indolencia y la intemperancia o inmoderación; la magnanimidad entre la ruindad y la excesiva vanidad. Los hábitos forman las disposiciones del carácter: Se llega a ser sincero haciendo actos de sinceridad y se realiza un acto de sinceridad porque se ha logrado, gracias a la práctica, ser sincero. El carácter es, en este sentido, como una segunda una naturaleza, uno se acostumbra a actuar de una forma que acaba siendo su forma propia de actuar y, por tanto, de ser. Por esto se asemeja el carácter a una obra de arte, donde cada acción contribuye a moldearlo. Nuestro carácter es nuestra obra. 4