Como en nuestro último trabajo hemos hecho notar (5), nuestro

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SALUSTIO
ALVARADO
Como en nuestro último trabajo hemos hecho notar (5), nuestro
hallazgo del origen mitocondrial de los cloroplastos de los para­
usos d e Mnium sería compatible con los resultados anteriores d e
SAPEHIN, SCIIERRER y MOTTIER, si los condriosomas que en los pa-
rafisos d e ese musgo se transforman en cloroplastos procedieran
de una metamorfosis regresiva de cloroplastos preexistentes ori­
ginados por las divisiones de los q u e estos autores encuentran en
la célula apical del tallo. EMBERGER ( i l ) encuentra en los polipodiáceos una transformación d e ese género durante la formación
de las células sexuales. Espermatozoides y oosferas no conten­
drían más que condriosomas semejantes, pero de los cuales una
parte procederían d e cloroplastos. Después de la fecundación,
dice EMBERGER, se asiste a una elaboración de almidón p o r «los
elementos mitocondrialespredestinados a esta función». El autor
supone q u e esas mitocondrias predestinadas a la función amilogenética son las resultantes d e la transformación d e los antiguos
cloroplastos. Como consecuencia, concluye el autor admitiendo
para los heléchos la existencia d e d o s variedades mitocondriales
que conservarían su individualidad en el curso del desarrollo.
A d m i t i e n d o que en efecto tenga lugar esa evolución regresi­
va de cloroplastos en condriosomas q u e descubre EMBERGER en
los heléchos, y suponiendo q u e ocurra también en las muscíneas,
no vemos prueba alguna de que precisamente hayan d e ser los
condriosomas resultantes de esa metamorfosis d e los plastos los
que se vuelvan luego cromatóforos y no los otros, o indistinta­
mente aquéllos y éstos, según las circunstancias con q u e el pro­
ceso plastogenético les rodee.
No hay, pues, ningún hecho que permita hablar de «condrio­
somas vegetativos» y «condriosomas elaboradores» en la célula
huevo recién fecundada de las filicíneas, ni en las células origina­
rias d e los parafisos de Mnium cuspidatum, ni en las células meristemáticas de todas las fanerógamas investigadas. Los hechos
no hablan en favor d e la existencia de condriosomas predestina­
dos a una determinada función; hablan, sí, en favor de una dife-
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