“Los hechos y personajes de esta historia son ficticios, cualquier

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“Los hechos y personajes de esta historia son ficticios, cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.” Esta no es la historia de un bartender. Tampoco la de un bar, es la de una receta. La receta de un licor familiar que traspasó generaciones, papeles amarillos, papeles blancos, machetes, servilletas...hasta llegar aquí, a MAPA. Su fecha de nacimiento exacta se desconoce, pero según los que la utilizaron dicen que es de 1928 cuando un europeo “petaquero” con ideas un tanto fuera de lo normal, mezcló té, azúcar, cáscaras de naranja y alcohol. ¿Qué es lo que lleva a un hombre a mezclar esos ingredientes? No lo sabemos, pero que salió buena, salió buena. Su niñez la transcurrió pasando de mano en mano bajo conflictos bélicos, dentro de un cuaderno de bolsillo con tapa negra dura de unas 100 páginas aproximadamente. Durante su adolescencia, cambió de proporciones ­ al igual que lo hacen los hombres de carne y hueso ­ a veces aumentaba de arriba, a veces de abajo, pero siempre había algo que se mantenía constante y era parte de su identidad, el té. Ya adulta, en 1952, hizo su primer viaje y fue hacia latitudes sur. Estuvo meses viajando por el Atlántico, apilada junto a otros libros y cuadernos de diferentes tamaños y pesos. Por su propia seguridad y sin su consentimiento fue puesta dentro de bolsas para evitar el contacto con el agua. El verano espera y ella solo conocía el invierno, es por eso que todos se olvidaron de su legado. Quedó por años guardada en una cajonera de roble...expectante de historias de familias que hablaban un idioma completamente diferente. Un día, sin pensarlo más y luego de una decisión unánime de lealtad y amistad por parte de todas las páginas y cuadernos de la cajonera, decidieron juntar humedad y olor a viejo… una suerte de llamada S.O.S para que la recuperaran y volviera a estar presente en las copas. Fue así que un bartender ­como se les llama ahora­ , en un ardiente verano de 2016, la halló y la anexó a su pizarra de ideas: “Uff… con sólo leerla me da calor”. Nadie iba a tomar un licor de té en pleno verano, sería una locura. La transformación es parte de la vida y si quería generar pertenencia a la nueva generación “​
Y”​
con sus cócteles refrescantes, cítricos y aperitivos italianos; ahora tenía que hacer lo necesario para poder fusionarse y evolucionar, es simple, tenía que hacer amigos nuevos. Necesitaba encontrar pareja, una pareja de verano que la complementara. Por suerte, en su mundo bidimensional de notas apretadas, lo más cercano que tenía era una típica receta de estación, Campari con agua tónica. No lo pensó más, “yo me mando” ­dijo­. Hoy, este dúo de verano es una suerte de cóctel con historia donde ella es una de las protagonistas. ​
De chicos todos soñamos con ser astronautas, futbolistas, bomberos, no solo porque queremos ser héroes, sino porque queremos dejar una huella. Y este cóctel pretende eso…¿lo logrará? 
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