pensamiento calculador y desarraigo existencia!.

Anuncio
PENSAMIENTO CALCULADOR
Y DESARRAIGO EXISTENCIA!.
"El desarraigo constituye con mucho la enfermedad más peligrosa de las sociedades humanas "
Simone Weil
Maximiliano Figueroa M.*
En este mercadeo en que se han transformado las
relaciones humanas, el cálculo y la funcionalidad
dominan todos las aspectos de la uida, llegando
incluso a hacernos incapaces de reconocer el sentido profundo que tienen para la uida el dolor, la
muerte y el amor. De allí la necesidad de un meditar reflexiuo que faculta al hombre para experimentar la urgencia espiritual del arraigo que abre
a la búsqueda de lo mejor y de lo superior.
E
l momento actual, con su privilegio de las perspectivas
científicas, técnicas y económicas en la aproximación a la
realidad y en el ordenamiento
de muchas de nuestras relaciones, indicaría una suerte de hegemonía del pensamiento calculador. Es como si a la
hora de determinar nuestro trato con el
mundo y con la vida, sólo valiera e importara la posibilidad de calcularlo todo.
"Semejante pensar—dice Heidegger—
sigue siendo cálculo aun cuando no opere con números ni ponga en movimiento máquinas de sumar ni calculadoras
electrónicas".1
El predominio de la lógica calculadora se dejaría leer en esa búsqueda de
usufructo y funcionalidad, de objetivación y control, de rendimiento y utilidad que se verifica en casi todos los
frentes de la sociedad contemporánea,
y que marca, a veces hasta al plano más
cotidiano, el ambiente y la intención de
38
nuestros días. ¿No hay, acaso, vigente en nuestras sociedades modernas
un esquema de funcionamiento que
de suyo reclama por más funcionamiento, que lo inscribe todo en la
perspectiva indiferente de la pura
funcionalidad? ¿No verificamos cada
día más entre nosotros cómo la lógica del mercado asciende omniabarcantc a la posibilidad de convertirlo todo en negocio, a introducir la
amplia variedad de cosas y de facetas
del mundo y de la vida en el molde
ordenador y cuantificablc de la mercancía? En una situación semejante
no puede extrañar que la meditación
reflexiva —la atención y detención
profunda en la experiencia en pos de
visualizar sentido y valor—, no sólo
Profesor de la Universidad Alberto
Hurtado.
Heidegger, M,, Serenidad, Ediciones
de Serbal, Barcelona, 1989, p. 18
sea poco atendida, sino que, incluso, llegue a ser des-estimada, pueslo que ella,
como suele decirse, no tendría utilidad
para acometer los asuntos prácticos, no
aportaría beneficios en el orden tangi-
ble. La hegemonía del pensamiento calculador y la fuga del meditar reflexivo
parecen ser gestos fuertemente vinculados; inseparables, el uno sería la
contracara del otro. Ambos definirían en
no poca medida nuestro tiempo.
No se trata aquí de renegar de la forma de pensamiento que ha reportado
para la humanidad un ostensible progreso en la calidad material de vida, en las
posibilidades de cuidado y prolongación
de la misma. La tríada ciencia-técnicaceonomía nos otorga actualmente una
enorme capacidad —insospechada en
otros siglos— de agenciamiento de las
condiciones materiales de vida, de gestación de los medios para asegurar ese
mismo agenciamiento, dándonos, además, la oportunidad histórica de dignificar las condiciones de vida de millones de personas. Lo que pretendemos es,
más bien, invitar a reconocer que. en la
presente hora, esle pensamiento goza de
una preponderancia tan excesiva que
tiende a salir de su esfera propia y legítima, tiende a extenderse de un modo
hegemónico y usurpador a todos los
obstaculizar incluso una de las posibilidades que le conferirían mayor dignidad;
la consecución de un tipo de progreso
social y material mucho más inclusivo
que el que ha existido hasta ahora.
VIVIR COMO SOBRE-VIVIR
Reconocer el privilegio de la lógica
calculadora o instrumental no implica
más que percatarse de la primacía que
ha llegado a ocupar —en la vida de los
hombres y en la organización de la sociedad— aquella dimensión a la que tal
pensamiento atiende, a saber, la seguridad y bienestar material. El centro de
nuestros afanes, la energía principal de
nuestra atención, la dedicación funda
mental de nuestro tiempo, la organización de nuestra estimación y jerarquía
de prioridades, parecerían estar dirigidas, en última instancia —y cada vez
más— a despejar el problema básico del
sobrevivir, a la conquista y aseguramiento de las condiciones materiales de vida.
"La mayoría de los hombres viven para
ganarse la vida: cuando lo han conse-
RECONOCER EL PRIVILEGIO DE LA LÓGICA CALCULADORA O INSTRUMENTAL NO
IMPLICA MÁS QUE PERCATARSE DE LA PRIMACÍA QUE HA LLEGADO A OCUPAR
EN LA VIDA DE LOS HOMBRES Y EN LA ORGANIZACIÓN DE LA SOCIEDAD
AQUELLA DIMENSIÓN A LA QUE TAL PENSAMIENTO ATIENDE, A SABER, LA
SEGURIDAD Y BIENESTAR MATERIAL.
campos de la vida y la cultura, a erigirse, prácticamente, en el único válido y
estimable, en la única fuente de criterios para considerar ILI realidad. Esto es
lo preocupante, lo digno de atención. El
pensamiento calculador, en consulta
sólo ante sí mismo, sin relación alguna
a un ordenamiento reflexivo que le confiera sentido y valor desde la perspectiva de un bien humano más integral, reduce su propio despliegue y queda sin
auténtica irrigación ética, llegando a
guido, viven para hacerlo mejor, después
se mueren", apuntaba S. Kierkegaard-.
En esta línea, nos parece importante
reparar en la posibilidad de que cuando
una cultura y una sociedad se organizan
tan intensamente, tan enfáticamente, en
torno a generar condiciones para el aseguramiento del sobrevivir —y quizás
Kierkegoard, S., Ética y estética en ¡a
formación de la personalidad. Ed. Nova,
Buenos Aires, 194o.
39
más importante para su vida: la comprensión de la vida misma.
En su conferencia ¿ Y para qué poetas?, el ya citado Heidegger señala que
el hombre contemporáneo se ha transformado en el mercader que pesa y so-
sentidos implicados en su mortalidad, no
penetra el amor en la radicalidad de su
misterio, no acoge en el lenguaje cifrado del sufrimiento su propia humanidad.
Podemos decir que la fuga del pensar
reflexivo no refleja sino una huida ante
pesa constantemente todo sin conocer,
más aun cuando esas condiciones requesin embargo, el auténtico peso de las
ridas alcanzan niveles importantes de
cosas, sin saber tampoco nunca lo que
sofisticación técnica y económica, exidentro de él tiene verdaderamente peso
giendo preparación y dedicación elevay pesa más que nada. Nuestro tiempo
das para su consecución, en un contex—añade en otro pasaje— "es de penuto, a su vez, marcado por la competenria porque le falta el des-ocultamiento
cia y el afán de eficiencia permanente—
de la esencia del dolor, la muerte y el
puede llegar a suceder que el vivir se
amor. Es indigente hasta la propia petransforme sólo en eso, en un puro sonuria, porque rehuye el ámbito esencial
bre-vivir. Es decir, imperceptible y liteal que pertenecen dolor, muerte y
ralmente, en un pasarle-a-la-vida-poramor'". Valga esta cita para reparar en
encima, con escaso arraigo en ella, leel hecho de que si el existir mismo es
jos de su hondura y de su misterio, sin
desantendido, deviene, inevitablemenreparar siquiera en las demandas más
te, el ocultamiento de su condición más
profundas de su esencia. Es como si tohonda, llegando, incluso, a la posibilidos ingresaran en una dinámica que
dad extrema de que ni las vivencias más
involucra la necesidad de traicionar lo
fundamentales puedan tener ya la fuerza para ponernos en la pista de su
develamiento. Y es que desarraigado de
Heidegger, M., Caminos de bosque,
Alianza, Madrid, 1996, p. 247.
sí mismo, el hombre ya no explora los
la vida misma. El ahondamiento en el
puro desarraigo. El régimen de desvinculación progresiva al que se somete el
hombre respecto de sí mismo.
Ni siquiera en ese tiempo libre del
ajetreo laboral ocurre un desprenderse
de la planificación calculadora. Hasta
ahí llega ésta con su oferta de entretención diseñada para el consumo fácil
y masivo; entretención liviana y sin
hondura, simple organización espectacular y seductora de la banalidad y del
estímulo efímero. El modo de uso predominante del tiempo libre no sería más
que otra forma de huida ante el meditar reflexivo. Otro camino para evitar
detención en el despliegue de la vida;
se trataría, por qué no decirlo, de un
solapado anestesiamiento del espíritu,
de un simple aligeramiento mental para
seguir funcionando en el esquema de
Ni siquiera en ese tiempo libre del
ajetreo laboral ocurre un desprenderse de la planificación calculadora. Hasta ahí llega esta can su
oferta de entretención diseñada
para el consumo fácil y masiuo.
PENSAMIENTO CALCULADOR
la funcionalidad.
ECLIPSE DE LO SAGRADO Y
AUTOEXIIIO DE LA GRATU1DAD
SL- hace explicable, entonces, que
distanciado de sí mismo y del requerimiento de uutoexamen y comprensión
existencial, el hombre se entregue al
cálculo y al mercadeo en su trato con el
mundo. Sus relaciones de uso y consumo no llevan, de este modo, a establecer vínculos de pertenencia ni configuraciones de sentido. El hombre calculador pierde vinculación afectiva con el
mundo y, con ello, la posibilidad de experimentar acogida y pertenencia. Todo
aparece mediatizado por la razón instrumental. Las cosas, la naturaleza y el hombre mismo quedan expuestos al
reduccionísmo, a la pérdida de rango y a
la disminución de dignidad. Es como si
todo lo sagrado se eclipsara y nada mo-
y estiman como meros trámites, como
ocupaciones instrumental mente importantes, pero con escaso valor en sí mismas, imposibles de vivir con real entusiasmo, condenadas a la falta de vitalidad espiritual. Ya Nietzsche señalaba
que "en esta inversión de los concepios
morales, se pide una cultura "rápida'.
para poder ser pronto un buen ganador
de dinero y, al mismo tiempo, una cultura fundamental, para ser un ganador
de 'mucho dinero'" 4 .
Sólo un sujeto que reclama para sí
mismo el despliegue autentico y consciente del vivir—y no el puro asegura
miento de las garantías para el bienestar—, puede experimentar la necesidad
de algo valioso que se encuentre fuera y
más allá de todo precio; la necesidad de
mi sentido que no se deje confundir con
la mera utilidad: la necesidad de un
móvil que no valga sólo como medio.
Sólo insertos en la vida misma nos pun-
con su imperio la inquietud religiosa, no hay cabida a fijar en ella auténtica
detención. Crece la indiferencia, y la falla de Dios ni siquiera es experimentada
como una falta.
Desarraigo respecto a nuestra sociedad de pertenencia, pues la lógica del
cálculo nos hace sobre-priori/.ar nuestros intereses y el afán de consecución
que les va aparejado. Tendemos a retrotraer la propia vida al mero ámbito privado, a preocuparnos sólo de nosotros
y de nuestro círculo cercano. Se erosiona
la experiencia del vínculo y de la responsabilidad social. Amenaza la mayor
indigencia a la que están expuestos los
asuntos humanos: el vaciamiento de su
humanidad, es decir, el vacío de justicia, de fraternidad, de atención y reconocimiento humano. Amenaza la penuria de un mundo en el que al hombre
llega a no importarte el otro hombre. 1.a
época del cálculo no sólo puede co-exis-
DESARRAIGADO DE Sf M I S M O , EL HOMBRE YA NO EXPLORA LOS SENTIDOS IMPLICADOS EN SU MORTALIDAD,
NO PENETRA EL AMOR EN LA RADICALIDAD DE SU MISTERIO, NO ACOGE EN EL LENGUAJE CIFRADO DEL SUFRIMIENTO SU PROPIA H U M A N I D A D .
viera ya al simple respeto ni a la veneración profunda. El hombre se auto-exilia
del ámbito de la graluidad. El mundo ingresa en un largo invierno, deviene ancho y ajeno para todos aquellos que no
cuentan con las condiciones para entrar
en el juego de los cambistas que dicta el
cálculo. Todo deviene, en principio, materia prima, recurso, instrumento, medio:
en esa condición se mide, se atiende y se
somete a estimación.
Así. las actividades más propiamente
humanas quedan expuestas a convertirse en experiencias de desarraigo. Es el
caso, por ejemplo, de la educación y el
trabajo, que al ser estimados prácticamente sólo como medios para la consecución de lu seguridad y la ganancia
económica, desnudados de todo otro
móvil que no sea la conquista del bienestar, llegan a ser procesos que se viven
den surgir las preguntas esenciales, el
reconocimiento de lo digno de ser pensado: sólo en la búsqueda de una relación
viva con la vida pcxlemos reparar en la
imprescindibilidad del meditar reflexivo,
en la urgencia espiritual de arraigo.
TIEMPOS DE DESARRAIGO
Los nuestros son tiempos de desarraigo. Desarraigo respecto a la naturaleza,
que estragada y reducida por la técnica
moderna a mera "estación de servicio",
avanza en su retirada, deja de ser dato
próximo, contexto inmediato, se pierde
como ámbito en que reconozcamos pertenencia
Desarraigo respecto a lo trascendente, pues la lógica de la mera utilidad, la
celeridad del esquema del funcionalismo,
la seducción del hedonismo fácil, despla-
tir con las causas del dolor y la humillación, sino también contribuir a la prolongación de su existencia.
Podríamos seguir describiendo los
distintos frentes de este fenómeno, pero
nos basta con señalar que a la base, operando como condición de posibilidad de
todo esto, está el hombre desarraigado
de sí mismo.
EL ARRAIGO Y LOS VÍNCULOS
DE SENTIDO
El arraigo remite a la acción de echar
o criar raíces. La raíz es vínculo nutricio: ella liga, sostiene, alimenta, da vida.
A
Nielzsche, F, "El porvenir de nuestros
establecimientos de enseñanza" en
W.AA., £.a idea de la universidad en
Alemania, editorial Sudamericana,
Buenos Aires, 1959, p. 240.
LA NECESIDAD DE ARRAIGO ES LA NECESIDAD DE NO PASARLE A LA VIDA POR ENCIMA,
DE VIVIR Y NO SOLAMENTE DE SOBRE-VMR.
E L QUE LA EXPERIMENTA Y RESPONDE A ELLA, SE ABRE A LA
BÚSQUEDA DE LO MEJOR Y DE LO SUPERIOR, Y NO PUEDE EVITAR HACER RESISTENCIA A UN EXISTIR PURAMENTE
AFANADO EN EL JUEGO CALCULISTA DE MEDIOS E INSTRUMENTOS.
Entrega los nutrientes necesarios para
el crecimiento y el desarrollo. Mientras
más fuertes y más hondas son las raíces, mientras más rico es el suelo en que
están echadas, hay más vitalidad en la
vida y su despliegue, más posibilidades
de crecer y dar frutos.
Se trata de una noción que en el plano existencial cobra una jusleza total
y sugerente. Así, puede decirse que a
la hora de vivir, que al momento de
hacer la vida, los seres humanos requerimos tener o establecer raíces, requerimos de vínculos nutricios que impliquen para la vida, y para todo lo que
hacemos, energía, vitalidad, bases de
sostén y de valor. ¿,De qué vínculos se
trata en este plano'.' La respuesta, a
nuestro entender, es que se trata de vínculos de sentido. Pues de la profundidad y riqueza de un determinado sentido se nutren nuestra vida y nuestras
posibilidades de dar frutos, de originar vida en la vida, de ser fecundos en
el acto mismo de vivir. El senlido es
fuerza que anima, motor que impulsa,
razón que justifica. El sentido es el gran
implicador que opera como alma de las
cosas y como alma de la vida, es decir,
como su ánima y su ánimo. La necesidad de arraigo es la necesidad de no
pasarle a la vida por encima, de vivir y
no solamente de sobre-vivir. El que la
experimenta y responde a ella, se abre
a la búsqueda de lo mejor y de lo superior, y no puede evitar hacer resistencia a un existir puramente afanado en
e! juego calculista de medios e instrumentos.
El desarraigo, en sentido existencial, se entiende, entonces, como la experiencia de una vida pobre en vínculos de senlido. deficitaria en sus fuentes de nutrición, atenuada en su vitali
dad. Disminuida en las bases de valor
que sostienen todo lo que hace y a todo
lo que apuesta. Una vida que puede
hacer mucho, que puede desplegarse en
múltiples frentes, que puede entregarse a la hiperkinesis, pero siempre a través de una actividad que tiene condición de medio, que se hace en vista de
otra cosa, reducible, turde o temprano,
a puro trámite; estimable como puro
trámite, y, por lo tanto, simple explicitación de un existir carente de móviles que valgan por sí mismos, que le
otorguen al acto mismo de existir sentido y justificación. Más aun. en el contexto del desarraigo es como si la vida
misma se transformara en trámite, es
como si la hegemonía del pensar cal-
culador nos llevara a la más radical expropiación al subordinar el vivir al sobrevivir, la necesidad de sentido y valor al afán de seguridad y bienestar.
¿Pero cómo se tolera el desarraigo?
¿Cómo permanece la existencia en él?
Simplemente no se reconoce, no se siente. Desarraigados radicalmente de nosotros mismos, podemos pasarlo todo
por alto, incluso el desarraigo mismo.
No se repara en él. Ahí está la penuria,
lo realmente grave. Dolor anestesiado.
Necesidad adormecida. Una masa amplia de existencias que sólo buscan ser
cobijadas en el calor de los brazos de la
seguridad, pero carentes de la conciencia de carecer de raíces, sin el tiempo ni
el espacio para que el espíritu experimente la penuria de una existencia que
ni siquiera se entera de la penuria de su
desarraigo.
Sólo cuando en el interior queme la
nostalgia de una soberanía muchísimo
más profunda y esencial, podrá reconocerse la necesidad de echar raíces, la
hondura del requerimiento de sentido.
Sólo entonces cabrá la posibilidad de experimentar las luer/as para arriesgarse
y resistir a la hegemonía del pensamien
lo calculador en lodo su poderío y seducción.O
En Relieve
LA INDIA: TOMÁS APÓSTOL
EL CELIBATO DE LOS RELIGIOSOS
Y FRANCISCO JAVIER
La evangeli/ación del apóstol Tomás en lu India, primer misionero de
Oriente, generó la actual Iglesia siromalabar, perteneciente a la tradición
ritual caldea. FJ hallazgo de esta comunidad por parte de san Francisco
Javier (s. XVI) la llevó a la plena comunión con Roma. Se unió
así decisivamente la misión
de estos dos gibantes de la
sanFrai
San Francisco Javier
evangel ización.
A fines de noviembre recién pasado, la India celebró
el 1.950 aniversario Je la
llegada de santo Tomás
apóstol a la nación y la muerte de San Francisco Javier
hace 450 años (que se conmemoró el 3 de diciembre)
dos figuras que marcaron la
historia de este pueblo con
su evangen/acion en tiempos muy distintos.
Según la tradición, en el
año 40. después de la muerte y resu
rrección de Jesús, el apóstol Tomás partió de Jerusalén y evangelizó entre los
años 42 y 49 a todas las poblaciones de
Oriente Medio que habitaban los actuales territorios de Irán, Irak, Afganistán
y Beluchisián. Luego se dirigió a la India para predicar la fe de Cristo por primera vez (años 53-60 d. C.) en la costa
sud-occidental de la India (zona de
Malabar, hoy Kerala). Después Tomás
consiguió llegar a la costa sur-oriental
de la India (zona de Coromandel). donde continuó con su misión evangelizadora hasta sellar su misión con el
martirio: murió a golpe de lanza mientras anunciaba la Buena Nueva en Calamina (hoy Mylapour, un barrio de
Madras) entre los años 68-72 d. C.
Desde entonces, estos católicos son
denominados "cristianos de Tomás":
sobrevivieron hasta nuestros tiempos
en la costa de Malabar y ven en este
apóstol a su padre espiritual. (Zenit)
No todas las decisiones de celibato son sanas psicológicamente, según lo ha estimado el jesuíta y psicólogo
Carlos Morano. Para él, la clave de la vida ectibataria
afectivamente plena, madura y feliz reside en la capacidad del ser humano de trascender sus determinismos biológicos y de transformarse así en un verdadero "ser cultual".
"Numerosos son los discursos que, a pesar de un lenguaje extremadamente espiritual sobre la virginidad consagrada y sobre el celibato, dejan entrever un fondo mórbido, oscuro, que hace pensar más en una sexualidad negada y no auténticamente sublimada".
La solución, según el jesuíta, consiste en redescubrir
el lado positivo de la pasión, como necesidad de relación: "Frente a tantas vidas ceiibatarias que terminan en
una suerte de anestesia afectiva, de insensibilidad frente
a realidades humanas, (...), nosotros debemos reivindicar la legitimidad del término pasión. Se trata de poner
en evidencia que el celibato es una renuncia a un tipo de
pasión, para transformarla en otra pasión, que nos impulsa a buscar en los seres humanos concretos el medio
de realizar la humanidad plena que Dios quiere para todos", (choisir).
ÚLTIMA CARTA DE MAXIMILIANO KOLBE
Con motivo de los veinte años de la canonización del padre
Maximiliano Kolbe (10 de octubre de 1982), los Frailes Menores
Conventuales de Polonia han abierto el archivo de Niepokalanow, construido por el mismo mártir de Auschwitz.
Entre los manuscritos que presenta del santo, destaca la última carta que escribió y que iba dirigida a su madre. Este es el texto del escrito: "Querida madre, hacia finales de mayo llegué junto con un convoy
ferroviario al campo de concentración de Auschwitz. En cuanto a mí,
todo va bien, querida madre. Puedes estar tranquila por mí y por mi
salud, porque el buen Dios está en todas partes y piensa con gran amor
en todos y en todo. Será mejor que no me escribas antes de que yo te
mande otra carta porque no sé cuánto tiempo estaré aquí. Con cordiales saludos y besos, Raimundo Kolbe".
El 14 de agosto de 1941 el padre Kolbe recibiría una inyección
letal de ácido fénico en el bunker de la muerte del campo de concentración. Antes había pasado dos semanas sin comer ni beber, sobreviviendo junto a 4 de los 16 desventurados, condenados en represalia a
finales de julio de aquel año. El último en morir fue el padre Kolbe
quien presentó el brazo al verdugo tan espontáneamente como se había ofrecido a sustituir al padre de familia.
Descargar