Vuestra soy, Para Vos nací, ¿qué mandáis hacer

Anuncio
Centenario teresiano
1
«PARA VOS NACÍ»
“Vuestra soy, Para Vos nací, ¿qué mandáis hacer de mí?”
V CENTENARIO
DEL NACIMIENTO DE SANTA TERESA DE JESÚS-2015
Introducción: Motivando la lectura teresiana
1. En la dinámica del retorno a las fuentes de nuestro carisma teresiano
2. En actitud de escucha y a la luz de los signos de los tiempos
3. Destinatarios
4. Desarrollo
Primera Parte
Las raíces teresianas del carisma: su vida y escritos
I.- El marco histórico, socio-cultural y religioso de su vida
5. Su entorno social
6. Su entorno político, religioso y cultural
7. Frente a la marginación de la mujer
8. Su entorno eclesial y de religiosidad popular
9. Su actitud ante la Inquisición
10. El movimiento de contrarreforma y el puesto de Teresa en ella
11. Su mirada al continente americano
12. Su entorno familiar: el hogar de los Cepeda-Ahumada
13. El nuevo hogar de Teresa: Carmelitas de la Encarnación
14. Su inmersión carmelitana
15. El hecho decisivo de su conversión
II. Algunas claves de lectura
16. El relato de su experiencia mística
17. Su arraigo bíblico
18. Su experimentación litúrgica y eucarística
19. Mistagoga de la experiencia
20. El trasvase de la propia experiencia al Carmelo
21. La componente mística y humanista del teresianismo
22. Su dinamismo apostólico y misionero
23. Los escritos teresianos
Centenario teresiano
Segunda parte
Lectura actualizada de sus escritos
24. Introducción: Aproximación a nuestro contexto cultural y religioso
I.- Claves para una lectura actualizada
25. Atentos a los acontecimientos culturales y eclesiales de nuestra época:
Lectura histórica del carisma teresiano
26. Arraigo existencial-evangélico y místico-experiencial: Lectura
renovada del Evangelio
27. Mística personal y cristocéntrica: Lectura mistagógica
28. El ideal contemplativo al servicio de la Iglesia: Lectura
evangelizadora
29. En un nuevo estilo de vida fraterna: Lectura en clave comunitaria
30. Bajo el amparo de la Virgen del Carmen: Lectura mariana
31. En diálogo cultural: Lectura inculturizada y globalizada
II.- Criterios para un plan de lecturas teresianas
32. Sentido pastoral
33. Sentido experiencial, mistagógico y profético
34. Sentido bíblico y litúrgico
35. Sentido cristocéntrico y evangélico
36. Sentido eclesial
37. Sentido comunitario
38. Sentido apostólico y misionero
39. Sentido de la inculturación
III. Algunas líneas operativas
40. Un proyecto evaluable, preformativo y participativo
41.Celebración creativa del Centenario
42. La tarea coordinadora del Definitorio General
43. Algunas iniciativas en la prosecución del Centenario
Conclusión
44. Nuestra misión profética en el siglo XXI
45. Nuestra conciencia y nuestra oferta carismáticas
2
Centenario teresiano
3
«PARA VOS NACÍ»
“Vuestra soy, Para Vos nací, ¿qué mandáis hacer de mí?”
Propuesta para la preparación de la celebración del
V CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE SANTA TERESA DE JESÚS-2015
Introducción: Motivando la lectura teresiana
1. En la dinámica del retorno a las fuentes de nuestro carisma teresiano
a.- Dentro del movimiento de retorno a las fuentes, que se está
produciendo en el pensamiento y en la vivencia de la fe cristiana y que la
Orden ha tratado de impulsar en los últimos documentos capitulares,
queremos volver en este Capítulo General (2009) sobre las fuentes de
nuestro carisma teresiano: es la mejor manera de prepararnos a la
celebración del V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús
(2015), a través de una lectura programada – personal y comunitaria – de
sus escritos, que nos ayude a tomar una renovada conciencia de nuestra
identidad y misión en la Iglesia hoy.
b.- No se trata de hacer un curso o un discurso de espiritualidad
teresiana, sino de encontrar el camino o la pedagogía que nos lleve a
descubrir la experiencia del misterio que impregna todo su mensaje,
centrado en el misterio de Cristo, de la Iglesia y del hombre, que camina al
encuentro con Dios en la historia, guiado por su Espíritu.
c.- El lema escogido, “Para vos nací”, quiere expresar esta profunda
aspiración. Evoca, ante todo, su nacimiento hace quinientos años en un
contexto relacional yo-Tú que hace referencia a la presencia de Dios, a la
oración, al destino universal de la creación: todos hemos nacido para Dios.
Es también expresión de la vocación de todo carmelita, de todo consagrado,
de todo ser humano. Expresa, finalmente, la dinámica del más generoso
amor al prójimo: soy tu servidor en el amor. Todos estamos invitados al
amor y al servicio mutuos, dentro de nuestra vocación a la fraternidad
evangélica y teresiana. Representa, en definitiva, una invitación a
adentrarnos en la aventura humana y espiritual propuesta por Teresa de
Jesús. Por eso queremos reavivar su espíritu en nosotros, impregnarnos de
la sabiduría de sus escritos y dar así un nuevo impulso a nuestra vida
conforme a nuestro carisma teresiano al servicio de la Iglesia y del mundo.
Centenario teresiano
4
d.- Para ello proponemos la lectura de los escritos teresianos, guiados no
simplemente por una preocupación doctrinal – aunque ésta no puede faltar
– sino también práctica y vivencial, esto es, sapiencial. No se trata sólo del
estudio de su carisma sino de su impacto en nuestra vida y en nuestra
misión. Necesitamos una inmersión más profunda y existencial en las
fuentes de nuestra vida, para proyectarnos con más fuerza en la Iglesia y en
la realidad social, cultural y religiosa de nuestro tiempo.
2. En actitud de escucha y a la luz de los signos de los tiempos
a.- Nuestra primera preocupación es acercarnos una vez más a su vida y a
sus escritos en actitud de escucha, de discípulos y de hijos, para acoger su
palabra y dejarnos guiar por su espíritu, que resuena en las nuevas
situaciones históricas como una invitación a recrear en ellas su mensaje,
atentos a los “signos de los tiempos”, acontecimientos donde se palpa la
acción del Espíritu: “El Espíritu que sopla donde quiere... nos invita a
ensanchar nuestra mirada para contemplar su acción presente en todo
tiempo y lugar” (Redemptoris Missio, 29).
b.- Por eso nuestra mirada se centra también en escrutar esos “signos
de los tiempos”, que son “signos de Dios” (EN 37), en los que se percibe
una llamada a la espiritualidad y un renovado interés por los místicos. Se
habla a este propósito de una exigencia de espiritualidad, como uno de los
signos de nuestro tiempo, que está pidiendo una espiritualidad dinámica y
profunda, de arraigo evangélico y de dimensiones místicas, capaz de
afrontar la inseguridad y las incertidumbres de nuestras circunstancias
actuales. “¿No es acaso un ‘signo de los tiempos’ el que hoy, a pesar de los
vastos procesos de secularización, se detecte una difusa exigencia de
espiritualidad, que en gran parte se manifiesta precisamente en una
renovada necesidad de orar”? (NMI 33a). Esta “difusa exigencia de
espiritualidad” de los tiempos modernos aparece vinculada a la gran
tradición mística cristiana y, concretamente, al testimonio de los místicos
del Carmelo: “¿Cómo no recordar aquí, entre tantos testimonios
espléndidos, la doctrina de san Juan de la Cruz y de santa Teresa de Jesús?”
(ib., n. 33b).
3. Destinatarios
a.- El documento, si bien se dirige al Carmelo Teresiano (Carmelitas
Descalzos, Carmelitas Descalzas y Carmelo Seglar), está abierto a toda la
familia teresiana, reafirmando nuestros lazos de unidad entre hermanos/as.
Centenario teresiano
5
Sólo reafirmando nuestra unidad podremos encarnar y expresar la riqueza
de su carisma en la Iglesia. No podemos olvidar que la familia fundada por
la Santa es una familia abierta, que ha ido enriqueciéndose a lo largo de la
historia con nuevos miembros, nuevas Asociaciones, nuevos Institutos.
Tampoco podemos olvidar a las jóvenes vocaciones al Carmelo, fuente de
regeneración carmelitana, como los hijos son fuente de regeneración
familiar. Queremos tener en cuenta asimismo la intensa fidelidad al carisma
teresiano, frecuentemente vivido en la sombra por nuestras hermanas y
hermanos después del concilio Vaticano II.
b.- De manera particular, queremos fraternalmente invitar a nuestras
Hermanas Carmelitas Descalzas a hacer con nosotros este peregrinaje
espiritual de cinco años de preparación a la celebración del Centenario.
Unidos a ellas y a toda la familia del Carmelo, queremos llevar la antorcha
del carisma teresiano, centrando nuestra primordial atención en el valor
apostólico del don generoso de sí mismos y de la oración en el corazón de
la Iglesia.
4. Desarrollo
El documento está articulado en dos partes, que corresponden a las
dos etapas en que se desarrollarán las lecturas teresianas.
-
-
La primera es una presentación general del carisma, tal como
se desprende de la vida y de los escritos de Teresa de Jesús,
dentro de su marco histórico, socio-cultural y religioso.
La segunda, partiendo del actual contexto cultural y
religioso, ofrece algunas claves para una lectura actualizada
y traza algunas líneas operativas.
Primera Parte
Las raíces teresianas del carisma: su vida y escritos
I.- El marco histórico, socio-cultural y religioso de su vida
Es necesaria una breve descripción de este contexto, porque nos ofrece
muchas claves de lectura de la Santa. Sólo nos referimos a aquellos
aspectos que tienen una resonancia en sus escritos.
5. Su entorno social
Centenario teresiano
6
a.- Ávila, la cuna de Teresa de Jesús, lo mismo que la Castilla del
quinientos, es continuadora de la sociedad española del medievo, dominada
por una alta clase social, donde abundan los convencionalismos, la jerga de
títulos y de tratamientos. Teresa, inevitablemente involucrada en el sistema
de clases sociales de la época, reacciona criticando en el Libro de la Vida
los tres grandes pseudovalores de aquella sociedad: el culto de la honra, el
afán de dineros y la búsqueda de deleites (V 20).
b.- Su juicio de valor respecto a la alta clase social, entonces
dominante, lo expresa la Santa al hacer el balance de la experiencia vivida
en el palacio toledano de doña Luisa de la Cerda: “Saqué una ganancia muy
grande, y decíaselo. Vi… en lo poco que se ha de tener el señorío… Es así
que del todo aborrecí el desear ser señora… Ello es una sujeción, que una
de las mentiras que dice el mundo es llamar ‘señores’ a las personas
semejantes, que no me parece son sino esclavos de mil cosas” (V 34,4).
c.- Como contrapunto, está su postura de cara a los pobres, de la que
deja constancia en uno de sus primeros escritos: “En lo de la pobreza, me
parece me ha hecho Dios mucha merced… Paréceme tengo mucha más
piedad de los pobres, que tenía” (Relación 2ª, n. 4).
6. Su entorno político, religioso y cultural
a.- Teresa nace y se forma en el período de expansión imperial de
Carlos V (1516-1556), y desarrolla su actividad y personalidad en el
reinado de Felipe II (1556-1598). Pero actúa con la mentalidad que se ha
forjado en el período imperial. En este período Castilla deja de ser una
región recoleta cerrada sobre sí misma y se abre al horizonte europeo de
Italia, Francia, Flandes (C 1,2). Teresa, además, lleva en el fondo de su
alma la preocupación por África y por los turcos. Pero sobre todo muestra
una sensibilidad especial para el vastísimo panorama de América y sus
problemas. Cuando el P. Maldonado le desvela el fondo del problema de
los ‘conquistadores’ en América, ella adopta una actitud anímica bien
definida, en clave humana, cristiana y misionera (Carta 24,13: Lorenzo de
Cepeda, 17 enero 1570).
b.- Respecto a su entorno religioso, hay que señalar la presencia de
las tres religiones: cristianos, musulmanes y judíos, que en la sociedad
española del medievo habían convivido con relativa armonía. Pero en el
siglo de Teresa, después de la expulsión de los musulmanes y de los judíos
a finales del siglo anterior, surgen fuertes tensiones entre cristianos y
musulmanes (moriscos). Teresa “desde niña” aludirá a la hostil “tierra de
moros” y al posible martirio en ella (V 1,4). Sin embargo, mucho más tensa
Centenario teresiano
7
y dramática es la tensión judeocristiana a partir de la expulsión de los
judíos a finales del siglo anterior.
c.- Desde el punto de vista cultural, Teresa asiste al cambio de los
nuevos parámetros de la cultura en la plenitud del renacimiento: aprender a
leer y escribir; un aprendizaje, sin embargo, reservado a pequeñas minorías.
“La masa de analfabetos [a mediados del s. XVI] podría llegar hasta el 80 o
el 85 por ciento de la población” (Manuel Fernández). A ese cambio de
signo cultural ha contribuido ante todo la imprenta, venida pronto del
centro de Europa (s. XV). Se imprimen y divulgan entonces numerosos
libros espirituales que llegan a manos de la Santa y de la gente humilde,
especialmente mujeres que ahora se dan a la lectura. Los libros más
difundidos: Flos Sanctorum, Vita Christi, los libros de oración (‘horas’,
‘diurnales’, ‘meditaciones’…), la práctica del recogimiento…, obras de
Osuna, Laredo, Palma, Granada…
7. Frente a la marginación de la mujer
a.- La sociedad española del siglo XVI está impregnada de
misoginia: menosprecio de la mujer, marginación en la vida pública,
permanente estado de menor edad. Con difícil acceso a las fuentes de la
cultura, no se la admite en la universidad, ni se le abren otros centros de
estudio o de promoción, ni se le permite la lectura de libros espirituales en
romance. Teresa protestará reiteradamente en Camino contra estas
prohibiciones: “No os podrán quitar libro, que no os quede tan buen
libro.”(CE 35, 4) ¡Los jueces de este mundo -dice- como son todos varones,
no hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa! Algún día ha de
haber que se conozcan todos…” (CE 4,1).
b.- Ella, sin pretenderlo, se convierte en impulsora de un movimiento
de cultura femenina, arraigado en la masa popular de mujeres ávidas de
saber. Teresa no pertenece al grupo selecto de ‘puellae doctae’. Pero
conecta con la literatura espiritual en español de la primera mitad del s.
XVI. Al fundar el nuevo Carmelo, exige que sus monjas tengan habilidad
para rezar el oficio divino [¡en latín!] y ayudar en el coro (Const 6,1). No
admite analfabetas. Pero cuando, poco después llama a las puertas de su
Carmelo una pastorcita analfabeta del Almendral, Ana García (Ana de san
Bartolomé), Teresa rompe su criterio y la admite. Ella misma le enseña a
leer y escribir.
c.- En el nuevo Carmelo Teresa será amiga de libros, de letras y
letrados, de coplas y… de las canciones de fray Juan de la Cruz. Y en pos
de ella seguirá, a fines de siglo y principios del XVII, todo un cortejo de
Centenario teresiano
8
carmelitas literatas, entre las que destacan María de san José, Cecilia del
Nacimiento y Ana de la Trinidad (calagurritana).
8. Su entorno eclesial y de religiosidad popular
a.- La Iglesia para Teresa y la mentalidad de la época era el clero y la
jerarquía. El clero es la clase social más cercana a Teresa y también la más
determinante para una religiosa como ella. Está en contacto con los
diversos estratos del escalafón eclesiástico. Tiene una alta estima de los
obispos por ella conocidos, pero sobre todo una valoración muy positiva
del clero. El sacerdote, para ella, no es un empleado de oficio, sino un
abanderado, una especie de capitán de los cristianos. Es un “defendedor” de
la causa de Cristo: ¡Qué sería de la Iglesia sin ellos! (C 3,3).
b.- La sociedad española del siglo de oro era ostentosamente
religiosa en sus estructuras, usanzas y sentimientos. De ahí que la
religiosidad popular se convirtiera en factor de formación envolvente; está
presente en todos los niveles. De niña, Teresa la respira en familia. Luego
la vive con modalidades diferentes a lo largo de su vida religiosa, en
contrapunto con la liturgia conventual. Y por fin, la incorpora, ya muy
depurada, a su vida mística. Lo más relevante es esta conjunción de la
religiosidad popular con la experiencia mística: Teresa experimenta, día a
día, la ‘grandísima hermosura del rostro de Cristo’, vive en teopatía
trinitaria etc., y sin embargo en la práctica cotidiana y comunitaria le
resultan casi indispensables las imágenes, el agua bendita, las procesiones,
las coplas cantadas (C 34,11).
9. Su actitud ante la Inquisición
La Inquisición, en la Iglesia y en la sociedad española de aquel siglo,
fue una de las instituciones más condicionantes. También en la vida de
Teresa. Las intervenciones inquisitoriales cuestionan tanto su persona, sus
gracias místicas (V 33,5), como el primero y principal de sus escritos, el
Libro de la Vida. Ella, sin embargo, no sucumbe al ambiente de miedo
inquisitorial que cunde en Castilla. Su actitud queda más patente en el texto
primitivo de las Constituciones, al hacer el listado de libros para sus
pequeñas bibliotecas del Carmelo incluyendo los de fray Luis de Granada,
cuando todavía era reciente su inclusión en el Indice de libros prohibidos.
10. El movimiento de contrarreforma y el puesto de Teresa en ella
Centenario teresiano
9
a.- En la historia de la Iglesia, Teresa, lo mismo que san Ignacio o
san Juan de la Cruz, se inscribe en el movimiento de contrarreforma que
arranca mediado el siglo XVI y es liderado de forma especial por el
Concilio de Trento. Se entiende por ‘contrarreforma’ la actitud vital surgida
en la Iglesia al tomar conciencia de la gran quiebra de la unidad producida
en Occidente, no sólo como reacción a la ‘reforma’ iniciada por Lutero,
sino como espíritu nuevo, que alienta la vida cristiana, las artes, la teología
y los seminarios, y tiene su exponente sumo en los santos o en la Iglesia
misma: tanto en el modo de actualizar el misterio cristiano como en la
reacción frente a la fracción que se separa de Roma.
b.- En términos generales, tanto la vida mística de Teresa como su
actividad fundadora coinciden con la celebración y ejecución del Concilio
de Trento, que denomina frecuentemente el santo Concilio. Pero ella no es
una reformadora más de la vida religiosa, sino portadora de un carisma e
inspiradora de un estilo de vida en la Iglesia, caracterizado por un fuerte
componente humanista de vida fraterna y contemplativa al servicio del
Reino.
c.- Es característico su humanismo cristiano, que presenta al hombre
esencialmente abierto a los valores trascendentes. Todos sus símbolos (el
castillo, el jardín del alma, el gusano-mariposa, las dos fuentes…)
presentan al hombre como destinado a la trascendencia y abierto desde lo
hondo de su ser a la relación con Dios. Igualmente, su ‘misticismo’ es
profético: habla de Dios, de Cristo, del alma, no desde esquemas teóricos
sino desde la experiencia. Teresa es, en definitiva, un testigo de Dios,
presente en el mundo y en la historia del hombre. Humanismo cristiano y
misticismo son las más fuertes aportaciones de Teresa al movimiento de
contrarreforma liderado por el Concilio.
d.- Igualmente mantiene su firme opción por la Iglesia no sólo en
referencia al misterio eclesial, sino expresamente en su estructura y
existencia terrena. “Sabía bien de mí que en cosa de la fe contra la menor
ceremonia de la Iglesia que alguien viese yo iba, por ella [por la Iglesia] o
por cualquier verdad de la Sagrada Escritura me pondría yo a morir mil
muertes” (V 33,5).
11. Su mirada al continente americano
a.- Contaba Teresa apenas 17 años cuando comenzó el éxodo de sus
hermanos a América (las Indias, en el léxico de Teresa). A partir de ese
momento ya nunca cesará de apuntar su mirada al continente americano.
Tensión en aumento hasta la víspera de su muerte. Para nosotros es
Centenario teresiano 10
interesante el cruce de esa tensión con la onda de su vida mística. Durante
las dos últimas décadas las Indias forman parte de su paisaje interior y es
uno de los determinantes de la extensión de su obra fundadora entre los
frailes.
b.- De Teresa y su actitud frente a las Indias suele repetirse el tópico
de los dineros que le llegan. Ella, sin embargo, vivió el problema de
América a nivel más hondo y sufrió respecto de él una evolución radical.
Tuvo siempre informacion de primera mano. Con todo, la información
decisiva ocurre cuando en 1565 pasó por el Carmelo de San José el
misionero franciscano Alonso de Maldonado, discípulo y seguidor del P.
Las Casas, opuesto a la empresa de los conquistadores, y en pro de los
misioneros. Oyéndolo, Teresa queda profundamente impactada, desde la
sensibilidad de su tiempo, y no puede menos de retirarse a solas en una
ermita de la huerta y clamar a Dios por tantos millones de almas como allá
se perdían. De pronto se le había desplegado un horizonte inmenso, de
perfil totalmente nuevo (F 1).
12. Su entorno familiar: El hogar de los Cepeda-Ahumada
a.- En tiempo de Teresa, el hogar era “el lugar donde se enciende la
lumbre y el fuego para servicio común de una casa” (Covarrubias). Ese
fuego material, tan necesario en ambientes fríos como Ávila, era a la vez el
lugar del calor humano y afectivo que une y reúne a los miembros de la
familia; esa pequeña célula de vida que nace y crece y crea el espacio y el
humus adecuados para la intimidad y para el cultivo o la promoción de los
valores del espíritu, dentro del contexto cristiano profesado por la familia
de Teresa. Ella, que tan asidua e intensamente ejerció su misión de “Madre
de Espirituales”, tanto dentro de los Carmelos como en el entorno laico,
cuidó también de ese aspecto de la vida familiar. Primero, de simple
‘monja’, interesada por la vida espiritual de su padre; luego, de mística,
interesada en la vida espiritual de sus hermanos.
b.- El cuadro esbozado por Teresa al trazar la semblanza de su familia
en las páginas iniciales del Libro de la Vida es netamente positivo, bien
caracterizado, impregnado de sano humanismo cristiano. El perfil de don
Alonso es el de un hombre recto, amigo de la verdad, sin excesos,
socialmente bien orientado, adicto a la lectura, interesado en la Eucaristía,
de mucha caridad con los pobres y piedad con los enfermos y con los
criados. Muy similar es el perfil femenino de su esposa doña Beatriz,
sufrida, recatada, muy apacible y de gran entendimiento, propensa a
cultivar la piedad mariana de los hijos y otras virtudes cristianas. Teresa
recuerda reiteradamente el interés por los pobres: hacía limosna como
Centenario teresiano 11
podía. Al trasluz del visor de Teresa, todo hace entrever una familia buena,
humanista y cristiana.
13. El nuevo hogar de Teresa: La Encarnación
a.- Teresa vive su proceso vocacional entre los 18 y los 20 años de
edad. A los 20 años, deja el hogar paterno e ingresa en las monjas
carmelitas de la Encarnación. Las monjas carmelitas eran consideradas en
tiempo de Teresa como la ‘segunda Orden del Carmen’. Fundadas en
Francia el siglo anterior por el superior general, beato Juan Soreth, se
difundieron en España a lo largo de los siglos XV y XVI. En tiempo de
Teresa existían dos monasterios fundados en el siglo XV: el de Écija y el
de Ávila.
b.- Episodios decisivos: a/ Teresa se ha hecho amiga de una carmelita
de la Encarnación, Juana Juárez; b/ lee apasionadamente las Epístolas de
san Jerónimo, que la interpelan fuertemente; c/ vive dramáticamente la
despedida de su hermano preferido, Rodrigo, que ha decidido partir para las
Indias y ceder a Teresa el derecho a la propia herencia. d/ Pero sin duda, el
impacto decisivo se lo han producido las Cartas de san Jerónimo: “En esta
batalla estuve tres meses, forzándome a mí misma” (V 3,6).
c.- Su Majestad, sin quererlo yo, me forzó a que me hiciese fuerza (V
3,4). Los “tres meses de lucha” culminan en la decisión de notificarlo a su
padre, don Alonso, que se opone frontalmente: primero, por el amor que
tiene a su hija, y luego por la situación de la familia. Pero, dado el temple
de Teresa, su decisión es irrevocable. Sin prisas: ciertamente, tras “los tres
meses” sigue más de un año de espera. Se mantiene al habla con su amiga
de la Encarnación. En familia, comparte su proyecto con el mayor de los
hermanos, Antonio, y lo convence también a él: “había persuadido a un
hermano mío a que se metiese fraile, diciéndole la vanidad del mundo” (V
4,1). Teresa posee ahora una extraña fuerza persuasiva. Y al amanecer el
día de ánimas, muy de mañana, año de 1535, los dos hermanos se fugan de
casa y Teresa franquea la puerta reglar del monasterio de la Encarnación.
Sólo que para “forzarse a sí misma” le ha sido necesario un esfuerzo
heroico. Su proceso vocacional no ha sido un idilio, sino una batalla.
d.- Por qué se hace carmelita. Es probablemente el lado más
deficitario en todo el proceso. Teresa, fundamentalmente, se decide a ser
carmelita porque tiene una amiga en la Encarnación. Porque este
monasterio es “al que yo tenía mucha afición” (4,1), si bien, una vez
decidida por el estado religioso, “a cualquiera (monasterio) en que pensara
servir más a Dios, o mi padre quisiera, fuera” (ib.). En el ánimo de Teresa
aletean otros motivos, incluso el miedo al infierno, el amor a Cristo, la
Centenario teresiano 12
previsión realista de los trabajos de la religión, por ser [yo] tan regalada.
En el fondo, ella ha optado por la vida religiosa. Su vocación
específicamente carmelitana tenía precarias motivaciones psicológicas.
Pero estaba bien respaldada por una motivación netamente teológica: “¡Oh,
válgame Dios, por qué términos me andaba Su Majestad disponiendo para
el estado en que se quiso servir de mí, que, sin quererlo yo, me forzó a que
me hiciese fuerza!” (V 3,4).
14. Su inmersión carmelitana
a.- Teresa tomó conciencia – dentro de la Encarnación – de enrolarse en
una tradición espiritual de arraigo secular. Si las monjas carmelitas tenían
apenas un siglo de existencia y la Orden misma tres siglos y medio, la
tradición oral se remontaba a más de dos milenios y se inspiraba en los
profetas del Antiguo Testamento y en la Regla del Carmen.
b.- La Regla del Carmen es, después de la Biblia, el texto más veces
citado por la Santa. Redactada en la primera década del siglo XIII, fue
luego retocada y aprobada en el Pontificado de Inocencio IV (1247), y es
este último texto el designado por Teresa como Regla primera o Regla
primitiva (cf. Vida 36,26), que ella cree “sin relajación”.
c.- En las primeras páginas del Camino, dirá a sus monjas que al fundar
el rincón de San José “pretendí se guardase esta Regla de nuestra Señora y
Emperadora con la perfección que se comenzó” (C 3,5).
d.- Los aspectos más destacados de las propuestas de la Regla fueron:
la pobreza evangélica (Vida,35), la oración (“que oremos sin cesar…, es lo
más importante”: C 4,2), la soledad de la celda (Const 8; C 4,9), el silencio
(M 3,2,13), el trabajo y la ejemplaridad de san Pablo, así como la
tradicional relación de la Regla con el modelo de la Virgen, motivo por el
cual Teresa la designa normalmente como Regla de la Virgen, Regla de
Nuestra Señora del Carmen… (F 14,5; V 36,26; C, título; 3,5…; Conc,
pról. 1).
15. El hecho decisivo de su conversión
a.- Durante los 27 años de estancia en la Encarnación, Teresa vivió
jornadas intensas: Su enfermedad recién profesa, los tres meses de ausencia
en Becedas, los cuatro días de paroxismo en agosto de 1539 teniendo día y
medio abierta la sepultura en mi monasterio, los tres meses de parálisis,
seguidos de tres penosos años de recuperación en la enfermería conventual:
“cuando comencé a andar a gatas, alababa a Dios…” (V 6,1-3).
Centenario teresiano 13
b.- Pero son mucho más importantes los acontecimientos que van
jalonando su crecimiento espiritual: la lectura de san Agustín y la vista de
un Cristo muy llagado dieron un vuelco definitivo a la vida religiosa de
Teresa. En la Encarnación le acontecen las gracias místicas que refiere ella
en el Libro de la Vida, desde las experiencias cristológicas, pasando por la
merced del dardo, hasta las gracias carismáticas que la impulsaron a fundar
un nuevo Carmelo.
c.- En la Encarnación de Ávila ocurrió el hecho decisivo que iba a
cambiar el rumbo de su vida, en 1554, después de casi 20 años de vida
carmelitana. Lo refiere en el capítulo 9 de su relato autobiográfico.
Consiste, no ya en la superación de la lucha sostenida en los diez años
precedentes, sino en la apertura de horizonte hacia un nuevo modo de
relacionarse con Dios y de afrontar la vida de cada día.
d.- Este hecho decisivo representa el nuevo horizonte de la vida
espiritual de Teresa, que describe así: “Tenía yo algunas veces comienzo de
lo que ahora diré: acaecíame en esta representación que hacía de ponerme
cabe Cristo, y aun algunas veces leyendo, venirme a deshora un
sentimiento de la presencia de Dios, que en ninguna manera podía dudar
que estaba (Él) dentro de mí o yo toda engolfada en Él” (V 10,1). Era
sencillamente el comienzo de la vida mística; el comienzo de una nueva
manera de orar y de vivir, de consecuencias imprevisibles para ella misma.
Es su experiencia de vida nueva, que dará origen al nuevo Carmelo.
Comienza así la segunda época de su vida (1554-1582), marcada por
fuertes experiencias místicas (Rel 35), de las que será testigo Juan de la
Cruz, confesor en la Encarnación durante el trienio 1571-74, en que Teresa
ejerció de priora. Será también una etapa marcada por una intensa
actividad, de la que igualmente hará partícipe a Juan de la Cruz.
II.- Algunas claves de lectura de sus obras
Teresa de Jesús, marcada por el hecho decisivo de su existencia, que
acabamos de relatar, y enriquecida por su experiencia de la Encarnación,
donde vive 27 años, pasando el resto de sus días, 20 años, en el Carmelo
por ella fundado (1562-1582). Esta etapa, la más fecunda, coincide con su
obra de escritora y de fundadora. Trataremos primero de recoger algunas
claves, que nos ayuden a comprender mejor sus escritos.
16. Los relatos de su experiencia mística
a.- Las obras de Teresa de Jesús son fundamentalmente relatos de sus
experiencias místicas. Estas serán el paisaje de fondo de sus primeros
Centenario teresiano 14
escritos: especiales gracias cristológicas (V 26,5; 27,2; 37,4) y gracias
antropológicas que le otorgan una nueva comprensión de sí misma o del
paisaje del alma (V 40,9). Típico de ese panorama contemplativo es
también su carácter dinámico, que la urge desde la contemplación a que
funde un Carmelo y que escriba (cf. V, pról. 2; 37,1).
b.- Para decidirse a redactar el primero (1562 y 1565) recibe la orden de
sus asesores, muy implicados en sus experiencias místicas, pero a la vez
ella misma se dice movida por uno de esos impulsos interiores. El Camino
(1566 y 1567) lo escribe más bien por reclamo intenso del grupo recién
fundado en San José que sabe de sus gracias místicas y, en cierto modo,
quiere empatizar con ella.
c.- Cinco o seis años después (1573) emprende la redacción del Libro de
las Fundaciones. Prosigue así el relato comenzado en Vida 32-36, porque
se lo ha ordenado el confesor P. Ripalda, pero ha intervenido también el
impulso místico (pról. n. 2).
d.- Por fin en 1577 compone las Moradas. Lo mismo que el de las
Fundaciones, también este último libro empalma con Vida, no en el relato
operativo (cc. 32-36), sino en el místico (cc. 22-31; 37-40). Lo escribe para
completar el panorama de experiencias interiores, de suerte que sirvan
como paradigma del proceso de toda vida espiritual cristiana.
e.- En todos sus libros es central el tema de la oración, como apertura a
la experiencia mística propiamente dicha. La oración fielmente vivida
tiende a desembocar normalmente en determinadas experiencias
contemplativas, en las que se llega a beber en la Fuente Divina, que brota
en nosotros llena de bondad y de gratuidad, donde se experimenta como
una especie de acción directa, suave e iluminadora, de Dios presente en lo
más íntimo del alma.
f.- En sus libros están representadas no sólo las varias corrientes de
espiritualidad presentes entonces en la península, sino los exponentes de los
focos universitarios de Salamanca y Alcalá. Por eso la vida mística de
Teresa no se ha volatilizado en un mundo abstracto o trascendente, sino que
se ha encarnado en lo más típico de la espiritualidad y la teología de su
tiempo. De suerte que la personalidad literaria y la estatura espiritual de la
Santa no se podrían entender sin esas coordenadas culturales y epocales.
g.- Pero sus libros rebasan los esquemas y estructuras culturales de su
tiempo y llegan hasta nosotros con toda su frescura, porque son la
fotografía del Evangelio vivido en el curso de su existencia, recogen los
núcleos perennes de la fe plasmados en su vida que siguen interpelando a
los cristianos, incluso cuando la coyuntura histórica en que han sido
vivenciados y doctrinalmente codificados ha sido superada. Requieren una
Centenario teresiano 15
lectura con ojos de hoy, desde la cultura de hoy. Por eso es necesaria una
sensibilidad hermenéutica para captar el sentido siempre válido en todos
los contextos y en todas las épocas.
17. Su arraigo bíblico
a.- Teresa acepta la Biblia como sumo criterio de verdad. Aparte de la
impregnación bíblica que le aportaba la predicación, la oración litúrgica,
etc., tuvo la suerte de leer el texto de tres libros sagrados, dentro de otros
escritos espirituales: a/ El Flos Sanctorum, que le ofrece todo el texto de la
Pasión según los cuatro evangelios. b/ El texto bíblico del Libro de Job,
desparramado a lo largo de los Morales de san Gregorio. c/ Los textos
bíblicos referentes a la historia o al misterio de Jesús, en el comentario de
la Vita Christi por el Cartujano.
b.- Hay que destacar también la intensa presencia de la Biblia en sus
escritos: Cantar de los Cantares, Evangelios, San Pablo, figuras bíblicas...
De todo lo cual se deduce que Teresa había llegado a una densa mentalidad
bíblica. Teresa acepta la Biblia como sumo criterio de verdad: “todo el
daño que viene al mundo es por no conocer la verdad de la Escritura con
clara verdad” (V 40,1). Aprecia el saber de los teólogos en cuanto derivado
del texto sagrado: “En la sagrada Escritura que tratan, siempre hallan la
verdad del buen espíritu” (ib 13,18). Y de sí misma atestigua: “por
cualquier verdad de la Sagrada Escritura me pondría yo a morir mil
muertes” (ib 33,5).
18. Su experimentación litúrgica y eucarística
a.- La verdadera iniciación litúrgica de Teresa tuvo lugar en la
Encarnación, donde se incorporó a una comunidad contemplativa que daba
suma importancia a la oración litúrgica y disponía de un buen grupo de
monjas para solemnizarla. El rezo litúrgico era la ocupación principal, y en
torno a ella giraban los demás quehaceres ordinarios. Sin embargo,
progresará en el espíritu litúrgico sobre todo al adentrarse en la experiencia
mística. Será ésta la verdadera mistagogía que la haga ahondar en el
misterio de la oración eclesial, tanto en la liturgia de las horas como, sobre
todo, en el gran misterio de la celebración eucarística (cf. M 6, 7,4).
b.- El rezo del Oficio divino y la Eucaristía diaria serán los dos puntales
de toda su vida espiritual. Con el ingreso en la experiencia mística, la
eucaristía pasa a ser el soporte de toda su vida. Las gracias más intensas las
recibe con ocasión de la comunión. Es singularísima la gracia eucarística
de un Domingo de Ramos, o la del matrimonio místico al recibir la
Centenario teresiano 16
comunión de manos de fray Juan de la Cruz. Pero en sus escritos, el texto
que mejor documenta la hondura de su piedad eucarística es la improvisada
anáfora con que termina en el Camino su glosa al ‘panem nostrum’ (C, cc.
33-35).
19. Mistagoga de la experiencia
a.- Arraigada en la Biblia, en la Palabra de Dios y en los misterios que
celebra la liturgia, Teresa se convierte en una extraordinaria mistagoga de
la experiencia. Para ello insiste en el aprendizaje de la vida de unión con
Dios, haciendo hincapié en la presencia de Dios, que envuelve y penetra
toda nuestra vida. Con frecuencia habla de ese “acostumbrarse” a buscar la
compañía que Aquél que nos acompaña siempre (C, cc 26-29). Por eso para
ella la oración “no es otra cosa…, sino tratar de amistad muchas veces
tratando a solas con quien sabemos nos ama” (V 8,5).
b.- Teresa escribe desde la experiencia (V 18,8; 23,3; C pról 3) y para
provocar la experiencia en sus lectores: “de lo que no hay experiencia, mal
se puede dar razón cierta” (M 6, 9,4). Pluma en mano, dialoga de
experiencia a experiencia, de la suya a la de las lectoras, convencida de que
muchas de sus enseñanzas no las entenderá el lector sino desde la propia
experiencia, pues “importa mucho no sólo creer, sino procurar entenderlo
por experiencia” (C 28,1). De ahí su interés no sólo por explicar y hacer
saber, sino ante todo por engolosinar y provocar la empatía del lector: ella
no escribe para informar sino para provocar la experiencia del lector, para
empatizar.
c.- La experiencia de Dios por gracia (1544-1554), la experiencia de la
persona de Jesucristo (1560) y la experiencia del misterio trinitario (1571):
son los núcleos centrales, en torno a los cuales gira la espiritualidad
teresiana.
20. El trasvase de la propia experiencia al Carmelo
El carisma de Teresa fundadora no queda confinado en su persona o en
sus escritos, ni tampoco se reduce a la erección de una serie de Carmelos y
al consiguiente liderazgo ejercido al frente de ellos. Mucho más importante
y decisivo es el espíritu que ella les trasmite: el ideario, los objetivos, el
estilo de vida. En el ideario teresiano respecto del nuevo Carmelo destaca
desde el principio una doble orientación:
Centenario teresiano 17
a.- De un lado, la mirada retrospectiva hacia el primigenio Carmelo de
los orígenes (lejos de adoptar una actitud de ruptura con la Encarnación o
con las raíces carmelitanas, ella mantiene intactas las relaciones con su
comunidad de origen): afirma insistentemente su voluntad de empalme con
la vieja tradición espiritual carmelitana, el regreso a la Regla primitiva, el
doble modelo de la Virgen María y del profeta Elías, la vida ermitaña de
los antiguos moradores de la Montaña bíblica (de esta casta venimos) etc.
En esta orientación prevalece la voluntad de empalme con los orígenes
(como en cualquiera de las reformas religiosas de su tiempo o como en el
humanismo de los artistas renacentistas siempre con la mirada puesta en los
modelos clásicos, greco-latinos).
b.- Del otro lado, el sentido de actualización y novedad: expresa
voluntad de inserción en la Iglesia de su tiempo y trasvase de la propia
experiencia religiosa o espiritual al grupo de seguidoras/es. Teresa enseña
la novedad de una vida contemplativa con finalidad apostólica y eclesial.
Tanto o más que su voluntad de arraigo en el pasado, en el ideario de
Teresa prevalece la voluntad de inserción en el presente, Iglesia y sociedad.
Destaca, sobre todo, la idea de servicio eclesial. El primer modo de servir a
la Iglesia es ser tales… que…valgan nuestras oraciones, convencida de que
encerradas, peleamos, estrechamente solidarias con los capitanes que la
defienden: letrados, predicadores, sacerdotes (cf. todo el texto de C 3,1 y F
1).
c.- Pero lo que prima en esta segunda orientación es la presión que
ejerce en Teresa misma la propia experiencia de Dios y de Cristo. Presión
que, a su vez, alcanza desde Teresa al grupo. Toda su actividad fundadora
se desarrolla en el período de intensas experiencias místicas, de suerte que
el alma de Teresa es como una pila a tope de experiencia de Cristo y de
urgencias eclesiales. Necesita transmitirlas como ideal y como vida a las
venas del Carmelo. Es ésa la experiencia dinámica transmitida en sus
escritos. Sin una referencia viva a Teresa de Jesús, a su experiencia, a su
historia de salvación, a su obra escrita, serían ininteligibles su obra
fundadora, el ideal y el carisma de su Carmelo (cf. el breve texto de Fund
1,6 a propósito de la intensidad con que se vive el nuevo ideal en el
Carmelo de San José).
21. La componente mística y humanista del teresianismo
a.- Una de las componentes de su ideal, recogida en sus Constituciones,
es la que podríamos designar como humanismo teresiano en la vida
religiosa: alta valoración de la persona, normativa de dos horas de
recreación al día (casi en paralelo con las dos horas de oración mental: ya
Centenario teresiano 18
en Camino había insistido en las virtudes humanas: cuanto más santas, más
conversables con vuestras hermanas), intercomunión de personas y de
comunidades, prescripción del trabajo personal, lectura nutricia de libros
selectos, discernimiento de las vocaciones, ejercicio de la autoridad por
amor…
b.- Esas líneas maestras Teresa las pensó y trazó para los Carmelos de
sus monjas. El trasvase a los descalzos lo hizo inicialmente a través de fray
Juan de la Cruz. Más tarde, proponiendo también la figura modélica de
Gracián. A fray Juan de la Cruz, experto en oración y contemplación, le
propone el estilo de hermandad y recreación vigente en el grupo
(humanismo). Él encarna el ideal teresiano entre los descalzos. De suerte
que, para éstos, el carisma teresiano haya de ser también leído y valorado a
través de la persona y el estilo de fray Juan de la Cruz.
22. El valor apostólico y misionero de la mística teresiana
a.- Teresa de Jesús tuvo una particular experiencia de la Iglesia de su
tiempo, de su misterio y de sus necesidades, que la llevó también a una
singular propuesta de servicio eclesial: el valor apostólico del ideal
contemplativo. Lo resumen muy bien las palabras de Juan Pablo II, con
ocasión de la clausura del IV Centenario de su muerte: "El eje de la vida de
Teresa como proyección de su amor por Cristo y su deseo de la salvación de
los hombres, fue la Iglesia. Teresa de Jesús 'sintió la Iglesia', vivió 'la pasión
por la Iglesia' como miembro del Cuerpo Místico. Los tristes acontecimientos
de la Iglesia de su tiempo fueron como heridas progresivas que suscitaron
oleadas de fidelidad y de servicio. Sintió profundamente la división de los
cristianos como un desgarro de su propio corazón. Respondió eficazmente
con un movimiento de renovación para mantener resplandeciente el rostro de
la Iglesia santa. Se fueron ensanchando los horizontes de su amor y de su
oración a medida que tomaba conciencia de la expansión misionera de la
Iglesia católica" (Avila, 1.11.1982).
b.- El servicio apostólico a la Iglesia, a través de la oración y de la
vida contemplativa, es la piedra angular de su Camino de perfección (C
1,2) y de su obra fundadora (F 1,7). Nuestras Constituciones recogen este
ideal apostólico con estas palabras: “Nuestra Madre santa Teresa, ilustrada
por una experiencia más plena del misterio de la Iglesia e impulsada por el
celo de la gloria divina, quiso que la plegaria incesante y la abnegación
evangélica del Carmelo renovado rebosasen de un ideal apostólico
peculiar” (CC 89).
Centenario teresiano 19
c.- Asimismo, de la singular experiencia de la Santa brota el ideal
misionero del Carmelo teresiano: “En efecto, nuestra Madre santa Teresa,
prendió en su familia la llama del celo misional que la abrasaba y quiso que
sus hijos trabajasen en la actividad misionera” (CC 94).
23. Los escritos teresianos
La experiencia aquí someramente expuesta, que la Santa vivió en el
contexto histórico y vital explicado, se refleja en sus obras (cf. n. 16). Éstas
serán expuestas de manera detallada en las fichas de lectura que se
entregarán para acompañar nuestro estudio durante el próximo sexenio, por
lo que no las recogemos aquí.
Segunda parte
Lectura actualizada de sus escritos
24. Introducción: Aproximación a nuestro contexto cultural y religioso
a.- El carisma teresiano, que brota de su vida y de sus escritos, se ha
ido expandiendo y enriqueciendo a lo largo de los siglos, gracias a un
mejor conocimiento de sus obras y de su experiencia carismática, recogida
en las Constituciones, tanto de los frailes como de las monjas y de la Orden
Seglar (2003).
b.- Efectivamente, el primer capítulo de nuestras Constituciones nos
recoge en síntesis los elementos esenciales de nuestro carisma. Se trata de
una formulación, fruto de una toma de conciencia renovada a partir del
Vaticano II. Gracias a esta renovada toma de conciencia, “hoy tenemos un
conocimiento de nuestro carisma, o podemos tenerlo, como posiblemente
nunca en nuestra historia. Hoy más que nunca nuestros santos, la
espiritualidad que identifica a nuestra familia, son reclamados dentro y
fuera de la Iglesia, por los más variados lectores, que legítimamente nos
exigen participarles esta riqueza […] Con todo, tenemos que preguntarnos
cómo podemos responder desde él a las exigencias de los signos de los
tiempos en la Iglesia y en el mundo y a las grandes y legítimas
aspiraciones, humanas y religiosas de las nuevas generaciones, para que
puedan cumplir de manera más eficaz y actualizada la misión del Carmelo
teresiano en el tercer milenio” (En camino con santa Teresa de Jesús y san
Juan de la Cruz. Volver a lo esencial, 2003, n. 1).
Centenario teresiano 20
c.- El documento hace especial hincapié en conocer los signos de los
tiempos para actualizar nuestro carisma: “Si somos capaces de analizar los
signos de los tiempos y de los lugares, podremos descubrir en ellos la
semilla que nos hace prever, en parte, algo de lo que vendrá. ¿Cuál es,
desde esta perspectiva, la situación del Carmelo masculino, femenino y
laical? La respuesta exige un análisis de la situación del mundo, de la
Iglesia y de la familia del Carmelo. Esta valoración la haremos radicados
en la fidelidad a las líneas esenciales del carisma teresiano-sanjuanista,
expresadas en nuestras Constituciones, para así enfrentar los desafíos de
nuestra época. Es el Espíritu quien nos impulsa hacia el futuro para seguir
haciendo con nosotros ‘cosas grandes’ (cf. VC 10)” (ib., n. 4). En otras
palabras, “es necesario, por ello, conocer y comprender el mundo en que
vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones y el sesgo dramático que con
frecuencia le caracteriza (cf. GS 4)” (ib. 6).
d.- Para comprender la realidad en que vivimos, se señalan “algunos
rasgos fundamentales del mundo de hoy en el que se hacen presentes, de
una u otra manera, con las normales diferencias existentes que se tienen en
los diversos contextos socio-culturales y eclesiales”:
una situación de exilio y de esperanza, como experiencia
espiritual, que nos pone en camino de búsqueda y que
requiere una profunda espiritualidad para afrontar los nuevos
retos;
un mundo en cambio y transformación permanentes:
fenómenos de la secularización, la liberación, la
globalización y la nueva ética;
una situación nueva en la Iglesia y en la vida consagrada,
marcada por “el paso de una actitud monocéntrica religiosa,
cultural y teológica, a un pluricentrismo en estos campos; un
paso de la unidad como uniformidad, a la unidad en la
pluriformidad” (Cf. Ib., 7-16).
e.- Partiendo de estos planteamientos, queremos reseñar brevemente
el actual contexto cultural y religioso para una lectura actualizada de los
escritos teresianos, acercando el relato de su experiencia mística a nuestra
realidad actual (I); señalando algunos criterios para un plan de lecturas
teresianas en el próximo sexenio (II); proponiendo, en fin, algunas líneas
operativas (III).
I.- Claves para una lectura actualizada
25. Atentos a los acontecimientos culturales y eclesiales de nuestra época:
Centenario teresiano 21
Lectura histórica del carisma teresiano
a.- Si bien el carisma teresiano se fraguó en una fuerte experiencia
mística de oración, llega a su pleno desarrollo a la luz de los
acontecimientos culturales y religiosos de su época, reseñados en la
primera parte, a los que trata de dar una respuesta desde su propia vivencia,
narrada en sus escritos, y desde su obra de fundadora. Es la mística
encarnada en las realidades históricas, sensible a los acontecimientos y
comprometida en el servicio. “Mística de servicio”, se la ha denominado.
b.- Su actitud – paradigmática para nosotros – nos está pidiendo una
conciencia y discernimiento de cuanto acontece a nuestro alrededor, en un
mundo marcado por la secularización y por la postmodernidad, por el
ateísmo y por la increencia (crisis de fe en el mundo occidental). Pero en el
que paradójicamente son cada vez más los síntomas de un nuevo despertar
religioso y de búsqueda de una espiritualidad, que responde a las
inquietudes más hondas del ser humano. Se advierte la necesidad de la
mística, de la recuperación de la experiencia de la fe, para que el siglo XXI
pueda seguir siendo cristiano.
c.- Paralelamente, se está produciendo una crisis de identidad del
hombre mismo, que atenta contra su dignidad y los valores
transcendentales inscritos en el ser humano, pues el hombre es un yo
abierto, como por una herida, por la pasión de Trascendencia. La
espiritualidad teresiana, centrada antropológicamente en el hombre morada
de Dios, abierto a la comunión con Él (GS 19), capaz de acogerlo en lo más
interior del Castillo, nos ayuda a tomar conciencia de su dignidad,
amenazada por la cultura actual. Por eso educar al hombre en la actitud
contemplativa teresiana es ayudarle a descubrir su verdadera identidad.
d.- Juntamente con la crisis del hombre y el hecho de la increencia,
cabe reseñar una situación de injusticia, pobreza y exclusión. Si desde la
perspectiva del primer mundo, lo más significativo es la secularización, la
increencia y la postmodernidad, desde la perspectiva del tercer y cuarto
mundo, lo más significativo es la pobreza, que sólo se explica desde
categorías de marginación y exclusión. También esta situación tiene que
ver con la revelación de Dios y la posibilidad de una respuesta humana a
ella, iluminada por la experiencia teresiana.
-
Efectivamente, tanto la pobreza como la increencia, son un
lugar teofánico y teológico, en el que se manifiesta la
revelación de Dios a los hombres de nuestro tiempo y nuestra
posibilidad de reconocerlo, desde una perspectiva teologal,
de la que no puede prescindir nuestra espiritualidad. El
Centenario teresiano 22
-
escándalo de la pobreza es una de las razones del
ocultamiento de Dios que padecemos. Por eso una
espiritualidad cristiana que quiere confrontarse con los retos
del siglo XXI deberá necesariamente enfrentarse con el hecho
de la pobreza. La preocupación por los pobres es algo
claramente presente en las fuentes de la misma revelación
cristiana. La experiencia de Dios no puede realizarse en el
aislamiento, la indiferencia, la falta de atención hacia los
sufrimientos de los hombres. Una contemplación que no
tenga en cuenta esta situación lacerante de nuestra sociedad
es bíblicamente detestable, como lo es el culto a Dios que
ignora el sufrimiento del pobre y desvalido, denunciado por
los profetas.
La vida religiosa, centrada en la búsqueda del unum
necessarium, realizada bajo la forma del seguimiento, que en
Teresa de Jesús adquiere tintes específicos (V 32,9; 1,2),
tiene en el pobre un criterio importante de verificación de su
autenticidad. En este sentido la experiencia de Dios, en la
mística teresiana, se realiza tanto en el gozo y en la serenidad
espiritual cuanto en la capacidad de asumir y compartir el
sufrimiento de los pobres y en el compromiso activo por la
instauración del “reino de la justicia, del amor y de la paz”.
No es otra cosa que la vivencia del misterio pascual de
muerte y resurrección en el espesor de la vida.
e.- En sintonía con esta preocupación, cabe recoger aquí el análisis
de los signos de los tiempos que hace el Sínodo Extraordinario de los
Obispos, con motivo de los 20 años del Concilio Vaticano II (1985): “Los
signos de nuestro tiempo son parcialmente distintos de los que había en
tiempo del Concilio, habiendo crecido las angustias y ansiedades. Pues hoy
crecen por todas partes el hambre, la opresión, la injusticia y la guerra, los
tormentos, el terrorismo y otras formas de violencia. Esto obliga a una
reflexión teológica nueva y más profunda que interprete tales signos a la
luz del Evangelio” (II D, 1). A la luz de este nuevo contexto, se pone el
acento no tanto en la teología de la creación y de la encarnación, cuanto en
la teología de la cruz y de la redención.
26. Arraigo existencial-evangélico y místico-experiencial:
Lectura renovada del Evangelio
a.- Uno de los signos de renovación de la vida religiosa y del
cristianismo actual es su arraigo existencialmente evangélico; es lo que el
Centenario teresiano 23
Vaticano II denominó “retorno constante a las fuentes de toda vida
cristiana” y seguimiento de Cristo como “norma suprema” de vida
evangélica (PC 2), siguiendo “el carisma de los Fundadores” como “fruto
del Espíritu Santo que actúa siempre en la Iglesia” (ET 11). Todo carisma,
como “experiencia del Espíritu”, representa una lectura renovada del
Evangelio, una nueva espiritualidad que la explicita, abierta en el tiempo
para ser “profundizada y desarrollada constantemente” por los dones
particulares de quienes participan de ella (MR 11).
b.- Cristo es el Evangelio en persona, centro y norma última de toda
vida consagrada, origen y meta de todo carisma. El carisma teresiano
representa una manera original de leer el Evangelio, de contemplar a Cristo
y de configurarse con él en un aspecto de su misterio. La originalidad de
Teresa, su carisma en la Iglesia, le viene precisamente de la configuración
con Cristo en un conocimiento por experiencia, de su experiencia mística
cristocéntrica, testimoniada en el libro de su Vida (V 9,1-3; 26,6; 27,2-8).
c.- En este sentido, su carisma es un “carisma auténtico” y “de
genuina novedad en la vida espiritual de la Iglesia” (MR 12). Su novedad y
el éxito que supuso como avance cualitativo en la espiritualidad cristiana,
se explican justamente por la propuesta de una nueva manera de vivir el
Evangelio que respondía a las inquietudes de su tiempo y, en cierto sentido,
a las necesidades de todos los tiempos. La génesis de su obra, si bien está
arraigada en la vieja tradición carmelitana, aparece estrechamente ligada a
la evolución de su itinerario espiritual, inspirada en el más hondo espíritu
evangélico y en el ideal eremítico-contemplativo carmelitano, dando así
lugar a una nueva obra creadora y fundadora: el Carmelo Teresiano.
d.- Este es el significado de su carisma como “experiencia del
Espíritu”. Su experiencia espiritual es el alma y el motor del nuevo
Carmelo, la fuerza expansiva de su irradiación en los países de Europa
(Italia, Francia, Flandes…) y la raíz más honda de su impulso misionero
(Costas de África, Persia, Nuevo Mundo…). Por eso se explica también la
amplia difusión de sus escritos, que son una iniciación a la experiencia
cristiana. De ahí, el cometido del Carmelo teresiano hoy: vivir
intensamente el carisma teresiano, iniciar el hombre contemporáneo en la
experiencia contemplativa teresiana, a la luz de los signos de los tiempos, y
trabajar en la difusión de sus obras. Todo ello, alentados por la convicción
fundamental de Teresa de que sin experiencia no puede haber verdadero
conocimiento. La experiencia es la clave de toda comprensión, también
para el conocimiento de Dios, pues Dios mismo es sujeto de experiencia en
la medida en que es objeto de fe, medio único para la unión con Dios (M 1,
Centenario teresiano 24
1,4), en la que la realidad de Dios es padecida más que sabida (estado
teopático).
27. Mística personal y cristocéntrica: Lectura mistagógica
a.- En sintonía con la sensibilidad religiosa y la vivencia de la fe
cristiana hoy, la experiencia de Teresa, a diferencia de otras místicas de
inspiración metafísico-neoplatónica, es eminentemente personal y
cristocéntrica. Se realiza toda ella en la mediación insustituible de
Jesucristo: “He visto claro que por esta puerta hemos de entrar si queremos
nos muestre la soberana Majestad grandes secretos” (V 22,6). Lo esencial
de la mística teresiana es una cristopatía, una percepción de la humanidad
glorificada de Cristo como sustento que nos sustenta y vida de nuestra vida
(M 7, 2,6). En este sentido define el Catecismo de la Iglesia el progreso
espiritual como la unión cada vez más íntima con Cristo (n. 2014).
b.- Tiene, además, características muy afines a la experiencia paulina. El
elemento fundante es su conversión, con fuertes analogías paulinas (1Cor
15,8; 9,1; Gál 1,15-16; Flp 3,7.12), ante la contemplación de una “imagen
de Cristo muy llagada” (V 9,1). Su primera experiencia teologal de
inmersión o “engolfamiento” en Dios como misterio envolvente ocurre
poco después (V 10,1; 18,15). En medio de unas circunstancias hostiles,
ante la política inquisitorial (año 1559), Teresa experimenta el hallazgo de
la humanidad de Cristo como “libro vivo”, donde “se ven verdades” y que
“deja impreso lo que ha de leer y hacer de manera que no se puede olvidar”
(V 26,6). Este hecho determina el nuevo rumbo de su trayectoria espiritual
(V 27,2-3.5; M 6, 8,2-3).
c.- Su experiencia mística la lleva también a entender de otra manera la
Sagrada Escritura, en una especie de simbiosis o connaturalidad entre la
propia experiencia y la revelación bíblica, entre lo que San Pablo llama la
“sabiduría de los perfectos” (1Cor 2,6) y el sentido último de la Escritura,
que es el conocimiento místico de Cristo como Verdad de Dios (V 40,1-4;
M 7, 1,7; 2,8).
28. El ideal contemplativo al servicio de la Iglesia:
Lectura evangelizadora
a.- Si Cristo es el fundamento y contenido de la mística teresiana, la
experiencia teologal de la oración es la característica más peculiar del
carisma teresiano, la que explica el sentido del nuevo Carmelo y la función
magisterial de sus escritos; la que, como recordó Pablo VI en la declaración
oficial del Doctorado, “ha llevado a cabo dentro de su familia religiosa, en
Centenario teresiano 25
la Iglesia y en el mundo, por medio de su mensaje perenne y actual: el
mensaje de la oración”.
b.- Y es que su redescubrimiento de la contemplación comportó la
propuesta de formas concretas, de un ejercicio accesible a toda clase de
cristianos (C 19,15; 23,5), la instauración de una nueva pedagogía; la
propuesta de caminos de iniciación y de métodos para su desarrollo.
Gracias a la pedagogía de sus escritos, el carisma teresiano de la
contemplación se convertirá en una evidencia en el seno de la Iglesia, hasta
el punto de que hoy no puede pensarse la realización de la vida cristiana sin
la vivencia de esta dimensión teologal e incluso de la vivencia mística. En
este contexto hay que leer el importante texto del Catecismo de la Iglesia
Católica sobre la mística, como plenitud de vida cristiana (n. 2014), y sobre
la pedagogía de la contemplación (nn. 2709-2719).
c.- El valor paradigmático de la experiencia contemplativa de Teresa
radica en estos aspectos: su dimensión evangélica, que por la oración
penetra en el corazón mismo del Evangelio (V 9,4; 10,1; C 37,1); su
dinamismo teologal, que envuelve toda su vida, personal y comunitaria, por
la misma dinámica del amor (C 4,7; F 5,2.15-16; M 4, 1,7); su valor
apostólico y dimensión evangelizadora dentro de la Iglesia (C 1,2.5).
29. En un nuevo estilo de vida fraterna: Lectura en clave comunitaria
a.- El carisma teresiano, su experiencia mística de Cristo, el ideal
contemplativo al servicio de la Iglesia, se encarnan visiblemente en lo que
Teresa presentará después como “nuestro estilo de hermandad y
recreación” (F 13,5); un ideal de vida comunitaria configurado por estos
tres factores:
- Una comunidad que es ante todo el “colegio de Cristo” (CE 20,11),
conforme al modelo de la Iglesia primitiva más radical, pues Él está
presente en medio de la comunidad (V 32,11), es “el Señor de la casa” (C
17,7), el que “nos juntó aquí” (C 1,5; 3,1).
- Una comunidad bajo las exigencias de la estricta igualdad y del
amor verdadero (C 4,7; 7.9) y donde todo está presidido por un estilo
evangélico de amor efectivo, gratuito, desinteresado (C 4,11; 6-7; M 5,3,712), con el trabajo manual por norma (Const 28).
- Una comunidad humanista, con notas tan peculiares como insólitas
para su tiempo: la cultura, las virtudes humanas, la suavidad, prudencia y
discreción; la llaneza, la afabilidad, la alegría: “mientras más santas más
conversables” (C 41,7-8).
Centenario teresiano 26
b.- Cabe destacar aquí el paralelismo de este estilo de de vida
fraterna con lo que afirma la Vita consecrata sobre la “vida fraterna en el
amor” (VC 42) y la Novo Millennio Ineunte sobre la espiritualidad de
comunión (NMI 43).
c.- La lectura que nos proponemos hacer de los escritos de nuestra
Santa Madre, pretende recrear la comunidad teresiana, “nuestro estilo de
hermandad”, con los rasgos que la caracterizan. A ello ayudará la lectura en
comunidad y en comunión con toda la Orden, donde sus palabras adquieren
especial resonancia.
30. Bajo el amparo de la Virgen del Carmen: Lectura mariana
a.- El proyecto fundacional del Carmelo tiene un claro refrendo
mariano (V 33,14). Por eso Teresa de Jesús, que
experimenta
tempranamente en su vida el poder intercesor de la Virgen (V 1,7), propone
a la Virgen Santísima como Madre y Señora de la Orden (F 29,23; M
3,1,3), como modelo de oración y abnegación para el camino de la fe (M 6,
7,13-14), como mujer entregada en alma y cuerpo a la escucha y
contemplación de la palabra del Señor (CAD 5,2; 6,7) siempre dócil a los
impulsos del Espíritu Santo y asociada al misterio pascual de Cristo por el
amor, el dolor y el gozo (M 7, 4,5; R 14,6). De ahí que la comunión con
María penetra y marca con un sello mariano todos los elementos de nuestra
vida: la vida fraterna, el espíritu de oración y de contemplación, el
apostolado en todas sus modalidades y la misma abnegación evangélica.
b.- La figura evangélica de la Virgen, además de ser modelo de
nuestra vida, nos estimula a seguir sus pasos, invitándonos a que, como
verdaderos «pobres de Yahvé», “configuremos nuestra vida con la de
nuestra Señora en la continua meditación de la Palabra divina desde la fe y
en la múltiple donación del amor”. De la mano de María nos adentramos en
el misterio de Cristo y de la Iglesia y nos hacemos portadores, como Ella,
de Jesús y de la Buena Nueva de su Reino. Por eso la dimensión mariana
es, sin duda, juntamente con la dimensión cristocéntrica, una de las claves
fundamentales de la lectura teresiana.
c.- Y junto a María, san José como humilde servidor de Cristo y de
su Madre, ejemplo vivo de comunión orante con Jesús: “Alimentados con
el espíritu de santa Teresa, amamos inseparablemente a la Virgen María y a
su esposo san José y lo veneramos como humilde servidor de Cristo y de su
Madre, ejemplo vivo de comunión orante con Jesús y providencial
protector de nuestra Orden” (CC 52).
Centenario teresiano 27
31. En diálogo cultural: Lectura inculturizada y globalizada
a.- Teresa de Jesús vive inmersa en el mundo cultural del siglo XVI y, a la
vez, con la mirada puesta en nuevos horizontes, sensible a los grandes
acontecimientos de su tiempo. La rápida expansión del Carmelo en el
ámbito europeo se produce como un fenómeno no solo de irradiación sino
también de inculturación. Otro tanto cabe decir de su expansión misionera
y de la implantación del Carmelo en las diversas partes del mundo.
Igualmente cabe afirmar de sus escritos: un fenómeno profundamente
cultural y religioso.
b.- Por todo ello, se puede decir que Teresa pone en marcha un
movimiento no sólo religioso sino también cultural. Éste comprende una
serie de valores que configuran un determinado estilo de vida, llamado a
encarnarse en las más diversas culturas. Es el estilo de vida que ella ha
vivido desde su experiencia contemplativa, arraigada en la historia, y que
ha sabido transmitir a sus seguidores; y que éstos, a su vez, han sabido
encarnar en las distintas culturas, enriqueciéndolo con nuevos valores.
c.- Este es el reto del Carmelo actual. Heredero de un patrimonio
cultural y religioso sumamente rico, no puede limitarse a custodiarlo
mirando al pasado, sino que tiene que saber proyectarlo mirando al futuro,
en una realidad al mismo tiempo pluricultural y globalizada. Para ello es
necesario:
• una renovada fidelidad a los valores del carisma teresiano;
• un renovado proyecto de vida, que tenga en cuenta las coordenadas
culturales de nuestro tiempo (comunidades renovadas);
• un renovado proyecto de pastoral, que contemple un servicio
cualificado a la Iglesia en el campo de la espiritualidad (ejercicios,
casas de oración y centros de espiritualidad);
• un nuevo proyecto cultural, que impulse el estudio y la difusión de
los escritos de Teresa de Jesús (Teresianum, CITeS, Congresos,
Revistas y Editoriales O.C.D.).
d.- Estas líneas de actuación, como preparación al Centenario de la
Santa, son complementarias y tienen que desarrollarse conjuntamente
para que sean realmente fecundas en el mundo y en la Iglesia de hoy. Al
mismo tiempo, es necesario algún tipo de coordinación a nivel de Orden
(Secretariado General para la Cultura), para que los mencionados
proyectos no queden aislados, sino que aparezcan como el gran proyecto
religioso-cultural o como la imagen del Carmelo en nuestros días, que
todos queremos encarnar y proyectar en nuestro entorno y en nuestro
mundo globalizado.
Centenario teresiano 28
II. Criterios para un plan de lecturas teresianas
Más que un plan o calendario de lecturas para el próximo sexenio, creemos
más útil ofrecer aquí algunos criterios, que la comisión correspondiente
tendría que tener en cuenta al elaborar los guiones para cada año:
32. Sentido pastoral: Se puede tomar como punto de referencia falsilla
la programación que hace NMI para el tercer milenio: partir de Cristo
(centro de la fe cristiana), contemplar el rostro de Cristo (la oración),
configurarse con Cristo (seguimiento), escucha y anuncio de la Palabra
(evangelización), testigos del amor (misión).
33. Sentido experiencial, mistagógico y profético: Otro criterio de
lectura es seguir la trayectoria espiritual de Teresa, como una iniciación
a la experiencia: su conversión, su experiencia de Cristo, su camino de
oración, su vivencia teologal, su experiencia trinitaria, su servicio a la
Iglesia y su espíritu misionero. Tiene la ventaja de iniciarnos en el
camino espiritual de nuestra Santa Madre y de anunciar proféticamente
el misterio de la presencia de Dios en la historia humana.
34. Sentido bíblico y litúrgico: Teniendo en cuenta la fuerza de la
Palabra de Dios y de la Sagrada Escritura en la experiencia teresiana
y coincidiendo con la revalorización de la “Palabra de Dios en la
vida cristiana y en la misión de la Iglesia” (Sínodo de los Obispos,
Octubre 2008), cabe proponer una relectura desde la perspectiva
bíblica, haciendo hincapié en la lectio divina o lectio spiritualis e
invitando a una lectura asidua de la Sagrada Escritura (DV 25),
recuperando así el sentido de la lectio divina, para descubrir los
signos de la voluntad de Dios en los acontecimientos de la vida,
como exhorta el Concilio (PO 18). La experiencia teresiana de la
Palabra va también muy unida a la Liturgia, “fuente y cumbre de la
vida espiritual” (SC 14).
35. Sentido cristocéntrico y evangélico: Partiendo del cristocentrismo de
la experiencia teresiana, del sentido evangélico de su vida, se puede
programar la lectura desde estas coordenadas, tomando como guía el
seguimiento de Cristo (VC 18ss), los consejos evangélicos (VC 2022) y la propuesta de lectura espiritual que hace Benedicto XVI en su
libro Jesús de Nazaret.
36. Sentido eclesial: También desde la singular experiencia que tiene
Teresa de la Iglesia, se puede proponer otra clave de lectura de sus
Centenario teresiano 29
obras, teniendo en cuenta las necesidades de la Iglesia hoy y tratando
de dar una respuesta, en el campo de la espiritualidad y de la
evangelización, desde estas tres coordenadas de la eclesiología
posconciliar: consagración, comunión y misión.
37. Sentido comunitario: Las obras de Teresa de Jesús describen un
estilo de hermandad, particularmente significativo en nuestra
sociedad moderna, marcada por el individualismo, donde cada vez
deben ser más fuertes los signos de comunión, que anuncien la
fraternidad universal. En este sentido, puede seguirse como
referencia paralela la segunda parte de Vita consecrata: “Signum
fraternitatis”.
38. Sentido apostólico y misionero: Otra clave de lectura es la
dimensión apostólica y misionera que traspira la vida y las obras de
la santa, destacando su vivencia del misterio pascual, fuente de toda
evangelización, y el servicio apostólico que hoy nos pide la Iglesia a
la vida consagrada, siguiendo la tercera parte de Vita consecrata:
“Servitium caritatis”.
39. Sentido de la inculturación: Las obras de la Santa contienen un
mensaje válido para nuestro tiempo y para todas las culturas. Pero
hay que leerlas con ojos de hoy, con una nueva sensibilidad religiosa
y cultural, teniendo en cuenta los distintos contextos culturales y
religiosos de la Orden. El marco de esta lectura puede ser el
desarrollado en el documento del Capítulo General (2003): En
camino con santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz: Volver a lo
esencial (nn. 60-64; 74-78).
III. Algunas líneas operativas
40. Un proyecto evaluable, performativo y participativo
a. Habría que fijar el modo concreto en que el proyecto de lectura que
hemos trazado sea evaluable en sus efectos, esto es, en sus objetivos.
Para ello se requiere capacidad de autocrítica, dentro de un sano y
esperanzado realismo, con proyectos concretos de mejora, tanto de la
calidad (autenticidad) de nuestra vida como de la calidad (eficacia)
de nuestro servicio.
b. La lectura del documento debe ser perfomativa, empática y nutricia
de nuestra vida, esto es, debe servir para profundizar y asimilar
Centenario teresiano 30
c.
d.
e.
f.
g.
h.
i.
espiritual y operativamente (performativa y transformativamente) los
temas o aspectos esenciales de la experiencia y doctrina teresianas.
Subrayar los núcleos bíblicos o de la fe cristiana, que vivencia,
renueva y expresa la experiencia teresiana. Por eso la lectura por
obras debería ir acompañada de una lectura transversal, de carácter
interdisciplinar, y más pedagógica.
Otro referente es el desafío humano, eclesial y social de nuestra
existencia hoy, en el que de alguna forma puede ayudar la
experiencia y doctrina teresiana.
En este sentido, debe prevalecer la teoría de la relevancia, no de la
sistematización. En nuestro universo mental religioso, donde
predomina el desencanto social, tiene particular relevancia la
personalidad teresiana, su humanismo evangélico, su audacia, su
libertad, su humor, su autenticidad de vida.
Que sea una lectura abierta, capaz de integrar a los laicos, pasando
del modelo directivo a un modelo cooperativo: formar un laicado
adulto. Asimismo, interesar a los Institutos afiliados, programando
una serie de lecturas conjuntas a lo largo del sexenio.
Proyectar esta iniciativa en todos los medios posibles de información
buscando una amplia participación y difusión: proyecto de audio o
creación de una página web en inglés.
Promover la creación del Aula Teresiana para la lectura común de
sus textos.
Desarrollar un proyecto cultural, complementario del proyecto de
lectura, que sea particularmente significativo para la Orden y para la
proyección del carisma teresiano en la Iglesia hoy.
41. Celebración creativa del Centenario
a.- La celebración del centenario exige creatividad, apertura a nuevas y
más amplias investigaciones, buscar conexiones entre la doctrina teresiana,
la Biblia y la pastoral, y tratar por todos los medios que la obra teresiana
llegue a ser un patrimonio vivo, que pueda expresarse y darse a conocer a
través de lenguajes diversos y complementarios, tales como el artístico, el
musical, cinematográfico, televisivo y literario.
b.- Hoy no hay campo de la expresión de la cultura de nuestro tiempo
que no tenga espacio para santa Teresa. Aun en el mundo de las diversas
tradiciones y credos religiosos, en el ámbito de agnósticos, increyentes e
indiferentes se acoge con gusto la figura y la obra escrita de nuestra
Fundadora. Son espacios abiertos, no agotados, susceptibles de una más
amplia y especializada oferta por parte de la Orden.
Centenario teresiano 31
42. La tarea coordinadora del Definitorio General
a.- El principal animador del V Centenario entendemos que es el
Definitorio General de la Orden, quien podrá nombrar una comisión
central, cuya tarea principal sería la elaboración oportuna de guiones o
subsidios de animación para cada año y promover, coordinar y divulgar
las iniciativas que surjan en las diversas circunscripciones.
b.- Asimismo, habría que proveer los mecanismos necesarios para
que Ávila acoja a todos los peregrinos con una oferta que complemente y
enriquezca el aspecto meramente geográfico y hagiográfico, de tal manera
que su visita a los lugares teresianos marque huella y enriquezca la
experiencia mística en la Orden y en la Iglesia. En este sentido, el centro de
la Orden hará un esfuerzo especial de coordinación y colaboración con
todas las Provincias de la Península Ibérica y potenciará al máximo al
CITeS para que sirva de punto de referencia en todo lo relacionado con
esta celebración, especialmente en lo que toca a su identidad de ayudar a
profundizar la doctrina teresiana para las diversas culturas y niveles de la
familia carmelitana.
42. Algunas iniciativas en la prosecución del Centenario
Si bien la celebración del V Centenario del nacimiento de Santa
Teresa de Jesús es un hito histórico importante y especialmente intenso, la
presencia dinamizadora de la Santa no puede reducirse sólo a los
acontecimientos extraordinarios.
a. Fruto deseable de esta celebración será asegurar que en todas
las circunscripciones de la Orden se potencien o se establezcan
centros permanentes de estudio y difusión de su doctrina:
creación de un Aula Teresiana.
b. Que el Centro de la Orden, en coordinación con el CITeS y las
circunscripciones, anime decididamente un plan de estudios y
especialización en la obra teresiana.
c. Que en Ávila, lugar teresiano por antonomasia, haya una
actividad permanente de acogida a grupos de jóvenes,
especialmente en los veranos, que armonice el conocimiento
geográfico de los lugares teresianos con el conocimiento
vivencial de su espíritu.
d. Que periódicamente se celebre un encuentro o seminario
especializado, en el que participen especialistas y estudiosos
de la Santa, para profundizar en su mensaje y hacer nuevas
propuestas a la Orden, a las Facultades y Centros de estudio de
Centenario teresiano 32
la teología espiritual; asimismo, a los coordinadores y
formadores en pastoral de la espiritualidad y a todos los
interesados en santa Teresa.
e. Que al menos una vez en el próximo sexenio se celebre en
Ávila un Definitorio Extraordinario con marcado acento
formativo, cuyo tema fundamental sea algún aspecto de la
doctrina teresiana.
f. Que estudiosos y editores se pongan de acuerdo en lo que sería
el “textus receptus” de los escritos de santa Teresa y se fije un
“modus operandi” para la incorporación de nuevos hallazgos,
especialmente en lo tocante a las cartas y otros fragmentos que
puedan descubrirse, etc.
Conclusión
43. Nuestra misión profética en el siglo XXI
Cimentados en la experiencia del Dios vivo, quien, al crearnos a su
imagen y semejanza, se ha reservado en el interior de toda persona un
espacio para poner su morada, nos proponemos como familia teresiana
ser signos proféticos de la presencia de Dios en nuestro mundo actual y
despertar la conciencia del hombre del siglo XXI, para que encuentre en
lo más profundo de sí mismo la verdadera felicidad y el auténtico
sentido de la vida.
44. Nuestra conciencia y nuestra oferta carismáticas
Éste quiere ser el sentido de nuestra renovada conciencia
carismática con la lectura programada de las obras de Teresa de Jesús y
el sentido también de nuestra oferta carismatica en la Iglesia,
imbuyéndonos de los valores teresianos: de su profundo sentido de Dios
y del hombre, de su espíritu de oración y de su apertura a los
acontecimientos de nuestro mundo, de su responsabilidad eclesial y de
su espíritu apostólico.
Queremos, en fin, asomarnos con ella a la belleza de las “almas en
que tanto se deleita el Señor”, empezando por una renovada conciencia
de la dignidad de cada uno de nosotros. De esta manera, tendremos
también una percepción positiva y esperanzada del hombre de nuestro
tiempo y una postura creativa, tanto en la construcción del Reino de
Jesucristo como en el anuncio de un “cielo nuevo y una tierra nueva”.
Centenario teresiano 33
“La grandeza de Dios no tiene término, tampoco le tendrán sus
obras” (M 7, 1,1). No ha dejado de obrar y sigue siendo el Señor de la
historia. Por eso, nuestra oferta teresiana quiere ser la gran oferta que el
Carmelo se siente obligado a ofrecer, para que el hombre del siglo XXI
sea también un místico, que ha experimentado a Dios, que ha
descubierto el sentido de su vida y quiere comunicarlo a los hombres de
nuestro tiempo.
_____________________
ORACIÓN A SANTA TERESA DE ÁVILA
¡Santa Madre Teresa de Jesús!
Tú te pusiste totalmente al servicio del amor:
Enséñanos a caminar con determinación y fidelidad
En el camino de la oración interior
Con la atención puesta en el Señor Dios Trinidad
Siempre presente en lo más íntimo de nuestro ser.
Fortalece en nosotros el fundamento
De la verdadera humildad,
De un renovado desprendimiento,
Del amor fraterno incondicional,
En la escuela de María, nuestra Madre.
Comunícanos tu ardiente amor apostólico a la Iglesia,
Que Jesús sea nuestra alegría,
Nuestra esperanza y nuestro dinamismo,
Fuente inagotable
De la más profunda intimidad.
Bendice nuestra gran familia carmelitana,
Enséñanos a orar de todo corazón contigo:
«Vuestra soy, Señor, para Vos nací
¿qué mandáis hacer de mí?» Amén.
________________________
Comisión para la preparación del V Centenario Teresiano:
Tomás Álvarez
Conrad de Meester
Giuseppe Pozzobon
Rómulo Cuartas
Emilio Martínez
Juan Antonio Marcos
Ciro García
Descargar