Artículo en PDF - Revista Historia

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HISTORIA 28 / 1994
dos revisando las operaciones matemáticas y. frente a cualquier dIscrepancia
que no pudiera resolverse (generalmente errores de los contadores originales),
se Optó por dejar lo que decfa el documento sin cambiarlo. Otra licencia usada
por los autores fue la de "estandarizar" algunas panidas que pennltlan mo(hficación, dejando, por ejemplo. aquellos ítemes que hablaban de vacan/es mayo-
res, como ~'aCQntes de obispados.
Se trata de una obra de gran jerarquía, realizada por dos Investigadores
de alto prestigio en América y Europa. En panicular el profesor Alvaro Jara
qUIen. desde la década de 1950. ha venido prestigiando al país con numerosas
y eruditas obras. la mayor parte centradas en la historia económica americana.
reaparece así con un aporte substancial, como es la que ahora estamos comentando. En este volumen de nuestra Revista aparece un estudio sobre el
"Financiamiento de la defensa de Cartagcna de Indias con los excedcntes de
las Cajas de Bogotá y Quito" el cual, por si solo, es una elara demostración de
la excelencia de esta investigación y de las posibilidades de análisis que lienen
los datos recopilados con tanto esfuerzo y paciencia_
Los que estudiamos la historia de América quedamos a la espera de esos
nuevos volúmenes y. micntras tanto. nos complacemos cn aplaudir una obra de
tanto mérito.
ARMANDO DE RAMON
JORGE ROJAS RORES. f.o Dr( /(ldura de /b6ilez y los S",d'(orOI (/927· /9Jl!- D,rección de
B,blrotee;u. Arch,vos y Muscos. Ed,tonal Un,versltBna. SantIago de ChIle. 1993.
El primer gobierno de Carlos Ibáñez del Campo ha sido mayormente
ignorado por 105 historiadores. La imagen típica del periodo 1927-31 es la de
un breve imerludio en el desarrollo político chileno, un lapso autoritario que
rápidamente dio paso al retorno a la democracia.
Jorge Rojas Aores, con este provocativo y muy bienvenido estudio sobre
la relaCión entre Ibáñez y los SindIcatos. proyecta mucha luz sobre el tema.
Parte con una observación básica que rompc con la visión estereotipada del
régimen de Ibáñez. postulando que éste tuvo el "masivo apoyo" de los trabajadores a pesar de un uso ¡iberal de la represión (p. 14). Esto, según Rojas, se
debía a una serie de factores relacionados con el programa sociolaboral de
Ibáñez. En efccto. ofrecfa a muchos obreros la esperanza de obtener por otras
vías lo que no pudieron lograr durante la República Parlamentaria. Rojas ofrece evidencia convincente que el movimiento encabezado por Ibáñez tuvo una
considerable y a la vez contra-intuitiva atracción para no pocos dirigentes
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sindicales y políticos, tanto de clase media como de clase trabajadora, de
orientación liberal, anarquista y comunista.
Los primeros capítu los del libro se enfocan cn la nueva fónnula que utilizó el Gobierno de Ibáiiez para consolidarse en el poder y a la vez movilizar
una base de apoyo en la clase trabajadora. Esta consistió en una mezcla de la
represión con el refonnismo. envuelta en una ideología proto-corporalivista.
Basándose en fuentes primarias, sobre todo documentos reservados del
Ministerio del Interior, Rojas describe con detalle cómo las fuerzas estatales
de seguridad actuaron para neutralizar a los oponentes del régimen. sean
alessandristas o de izquierda. Señala que este control ejercido por Ibáñez
sobre la sociedad chilena tuvo un alcance mucho más amplio que las prácticas de gobiernos anteriores. Aquel control, sin embargo. normalmente no involucraba la violencia y fue aplicado en grados muy variables. según las circunstancias.
La contrapartida de la represión fue la movilización. Mientras Ibáñez
trataba de evitar el conflicto social encarcelando o exiliando a algunos dirigentes anarquistas o comunistas, también buscaba alcanzar la misma meta dando
un amplio paso durante su Gobierno a ideas y proyectos de índole corporati vistas. Rojas afirma que mientras el debate historiográfico sobre la influencia
de ideas corporativistas en el desarrollo político de Chile es inconclusa, el
Gobierno de Ibáñez se caracterizó por una marcada oposición al individualismo liberal. por la idealización de una sociedad organizada a base de gremios o
corporaciones, la búsqueda de paz social a través del arbitraje de conflictos
por parte del Estado y un papel disminuido de los partidos políticos. Examina
la influencia del fascismo italiano y español sobre el pensamiento político
criollo, sobre todo entre aquellos hombres que tuvieron un papel vanguardista en llevar a cabo las políticas laborales ibañistas desde el Ministerio de
Higiene. Asistencia y Previsión Social. Ibáñez mismo no figura como
inspirador ideológico de esta tendencia. sino su artífice, abriendo un espacio
para ideas que habían cobrado vigencia durante la turbulencia polftica de
1924-25. El peso del conflicto social sobre la sociedad chilena, desde el gran
resurgimiento del movimiento sindical que comenzó en 1917, alimentado por
episodios de aguda crisis económica, tuvo un enonne papel en fomentar la
percepción ampliamente compartida de que el modelo sociopolítico liberal
había fracasado.
Según Rojas. la legislación social de 1924, sobre todo la Ley 4.057. que
regulaba la creación de sindicatos legales. fue la piedra angular de la política
laboral de Ibáñez. Esta legislación, producto del golpe militar de ese año, pero
enraizado en proyectos anteriormente concebidos por los partidos polfticos
tradicionales, fue redefinida y reglamentada entre 1925 y 1928 Yposteriormente codificada por Ibáñez en mayo de 1931. Procuraba lograr la paz social entre
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patrones y obreros, regulando la libenad de acción de los dos por parte del
Estado. Varias entidades gubernamentales se vefan involucradas en esta labor,
sobre todo las fuerzas de seguridad y las diferentes dependencias del Ministerio de Higiene, Asistencia y Previsión Social, que a su vez abarcaba la Inspección General del Trabajo. Rojas subraya el éxito que tuvo el Gobierno en
evitar o rápidamente solucionar las huelgas u otros conflictos laborales que
surgieron entre 1927 y 1931 , por una eficaz combinación de acción policial, el
uso de conciliación o arbitraje, y el control ejercido por el Estado a los sindica105 legales por vía de la legislación del trabajo. En efecto, Ibáñez buscaba
terminar de una vez por todas el sistema laisut.faire de relaciones industriales
que eltistió antes de 1924, marcado por un alto índice de violencia en los
con nietos laborales y una cada vez más aguda percepción por parte de las
elites chilenas de que la clase obrera se estaba cayendo bajo la influencia de
ideologías revolucionarias.
Los capítulos claves de La Dictadura de lbáñez son el quinto y seltto, que
suman 86 páginas, casi la mitad del libro. Tratan de la reacción de los sindicatos y obreros al proyecto de Ibáñez con énfasis en el apoyo que éste
recibió. Estas páginas constituyen un esfuerzo importante para analizar el ocaso del movimiento anarcosindicalista, que tuvo mucha presencia e influencia
en los sindicatos chilenos anles de 1927, y para redefinir el peregrinaje ideológico de imponanlcs líderes sindicalistas y políticos hacia la formación del
Partido Socialista.
Para la consternación de algunos lectores, Rojas demuestra que en el seno de una amplia gama de sindicatos y gremios hubo simpatía para el proyecto
ibañista. Enlidades nuevas, representando a empleados públicos y privados,
profesionales y profesores, que surgieron en tomo a la elección parlamentaria
de 1925, como la Unión Social Republicana de Asalariados (USRACH) y el
Frente Social Republicano, se vincularon estrechamente con lbáñez aún antes
del golpe de febrero de 1927, y más tarde apoyaron su candidatura presidencial. Ibáñez ganarfa el respaldo de importantes sectores obreros, especialmente
entre los más conservadores: ferroviarios, católicos, y afiliados de los socorros
mutuos, pero también atraía a dirigentes de grupos de izquierda. Rojas propone
varias eltplicaciones para este amplio y hasta cieno punto sorprendente entusiasmo de empleados y obreros para el programa de Ibáñez: el lenguaje anticapitalista, reformista y pro sindicalista que utilizó, la aplicación de las leyes
sociales, y su oposición a los panidos políticos tradicionales. Todo esto ofrecía
al obrero y empleado la posibilidad de incorporarse a la construcción de una
nueva, aparenlemente más solidaria, sociedad. Otro factor importante en atraer
sectores obreros al ibañismo. que Rojas menciona con frecuencia, fue la figura
de José Santos Salas. El enorme entusiasmo que Salas despertó entre los trabajadores en la elección presidencial de 1925 -hasta el punto de lograr que
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muchos anarcosindicalistas votasen por primera vez- 10 llevó consigo al campo de Ibáñez más tarde.
La atracción del programa ibañista no fue limitada a los grupos obreros
más conservadores. Rojas demuestra que dentro de las filas anarcosindicalistas
y comunistas también había aquellos que optaron por asociarse con el proyecto
de Ibáñez. Estos incluían los sindicatos donde la influencia anarquista había
sido tradicionalmente dominante, como de los trabajadores de la imprenta.
construcción, calzado. transporte marítimo. y de los panaderos. Mientras algunos dirigentes anarquistas cayeron vfctima de la represión de Ibáñez, sufriendo
el encarcelamiento o el exilio. otros apoyaron la conversión de sus sindicatos
en entidades legales bajo el nuevo sistema. Lo mismo sucedió con el Partido
Comunista y su brazo sindical, la Federación Obrera de Chile (FOCH). Combinando la represión con las leyes sociales. el ibañismo golpeó fuertemente a
los grupos que, por 10 menos en su prédica ideológica, ofrecían una futura
revolución social al obrero chileno.
Rojas postula que dentro de las filas anarcosindicalistas existían dos corrientes básicamente opuestas, el "sindicalismo puro" y el "sindicalismo revolucionario" (p. 86). Esta primera fue mayormente opuesta a la ideología revolucionaria y sus adherentes proclives de ver al sindicato como mero vehículo
para lograr beneficios materiales. dice Rojas. La segunda corriente. la revolucionaria. buscaba el comunismo libertario, con la abolición eventual del Estado mismo. Según Rojas, los "puros" se mostraron proclives al sindicalismo
legal y a la cooperación con Ibáñez. No pocos de sus dirigentes importantes
finalmente quedaron en las filas del nuevo Partido Socialista formado en 1933.
Los "revolucionarios", por su parte, resistieron a Ibáñez y cuando éste cayó,
organizaron la Confederación General del Trabajo (CGT), la federación obrera
anarquista que trató infructuosamente de resucitar la influencia ácrata de los
años 30. Rojas dice que había dentro del anarcosindicalismo una "pérdida de
principios" general desde 1927, que condujo a la rápida y plena decadencia del
movimiento (nota 62. p. 102). Ibáñez dio paso a este proceso, convirtiendo
un movimiento anarquista vigoroso en uno muy debilitado en el tapso de pocos años.
En realidad. Rojas tiene razón en decir que el gobierno de Ibáñez fue un
golpe duro para el anarcosindicalismo en Chile. Pero ignora o presta poca
atención a otros factores importantes. Ya años antes del pronunciamiento de
Ibáñez, el movimiento anarquista y el sindicalismo en general estuvieron en
decaimiento. Muchos de los sindicatos anarcosindicalislas perdieron su
dinamismo institucional después de la ola de huelgas que sucedió durante [924
y el primer semeSlre de 1925. Esto se debía a varias causas, incluyendo un
eficaz conlfaataque por parte de los palrones, sobre todo en el campo del
transporte marítimo y la construcción, las rivalidades ideológicas dentro del
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campo obrero, y la represión estatal. La IWW (Trabajadores Industriales del
Mundo) perdió casi toda la fuerza que le quedaba ),a en 1924, no durante la
época de Ibáñez, como sostiene Rojas. Los movimientos de masas, como la
huelga de inquilinos de 1925 y la campaña contra la Ley 4.054 naufragaron
contra las rocas de la desunión obrera. En la víspera del golpe de Estarlo de
Ibáñez en 1927. el movImiento sindical estuvo debilitado y poco dinámico.
Otro factor importante en el ocaso del anarcosindicalismo tenía que ver
con su misma naturaleza. Desde su inicio en Chile, el anarquismo fue un
movimiento principalmente obrero, basado en los sindicatos y persiguiendo un
fin primordialmente económico y social. sr habfa una apreciable representación anarquista en las filas de algunos grupos de clase media chilena, sobre
todo los estudiantes de la Universidad de Chile y los profesores de colegio,
pero estos "intelectuales" siempre fueron pocos comparados con los obreros y
se mostraron más inclinados a abandonar el anarquismo por otras ideologías y
movimientos. Sería un error, sin embargo, pensar que la mayoría de los obreros afiliados a las "sociedades de resistencia", federaciones obreras, sindicatos
industriales. o a la IW\V fueron anarquistas convencidos. aun durante la época
cuando el anarcosindicalismo constituyó el elemento más dinámico dentro
de [a clase obrera urbana. Para los obreros, la orientación ideológica de un
sindicato era de interés muy secundario comparado con los beneficios económicos y sociales que e[ sindicato podía lograr; mejores salarios, condiciones
del trabajo más favorables, y acceso a la educación y a la atención médica. El
sindicalismo hilO posible [a acción coleCliva -sobre todo las huelgas-, que era
necesaria para contrarrestar los efectos de la omnipresente inflación. El sistema de relaciones industriales antes de 1924 carecía de reglamentación y el
sindicato fue el único abogado y defensor del obrero. El hecho de que la
ideología anarcosindicalista contemplaba un mundo futuro organizado a base
de sindicatos. dio doble fuerza a la mística que sentían los obreros por sus
organizaciones sindicales.
Los anarquIstas "puros" -para usar la terminología de Rojas- fueron muy
pocos en Chile y las prácticas revolucionarias del anarquismo, como la huelga
general política. el sabotaje, el terrorismo. o la insurgencia, fueron casi desconOCIdas por los anarcos criollos. A pesar de los temores de la elite chilena
de que los anarquistas iban preparando una gran insurrección revolucionaria. el
movimiento anarcosindicalista en Chile nunca persiguió ese fin. Micntras había muchos que se consideraban anarquistas dentro del liderazgo sindical. ellos
aClllaron primero como sindicalistas, conscientes de que el sindicato sobrevivía por su capacidad organizativa y por el éxito en lograr beneficios, no por
la atracción de su ideología. El anarcosindicalismo mostró fuerza en Chile
durante varias décadas, justamente porque era la corriente que más éxito tuvo
en representar a los intereses obreros frente a sus empleadores.
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Cuando las "reglas del juego" de las relaciones industriales cambiaron
después de 1924 y la acción polftica tenía más significado para la clase obrera,
la influencia anarcosindicalista comenzó a decaer. Había florecido bajo un
sistema donde los obreros y patrones midieron sus fuerzas casi sin reglamentación y el Estado mtervino, normalmente al lado de estos últimos, cuando el
orden público o intereses económicos sustanciales estaban en juego. Las organizaciones obreras vivían precariamente y muchas veces los conflictos industriales tenninaban en violencia. La ineficacia de la política para resolver
problemas de la clase obrera durante la República Parlamentaria cuadró perfectamenle con el afán anarcosindicalista de convencer a los trabajadores de
que la participación política era un malgasto de tiempo. Este orden de cosas
cambió después de 1924, sobre todo durante los años 30, cuando los obreros
buscaban el apoyo de partidos polÍlicos para lograr lo que no podían a través
de la acción sindical.
El ocaso del anarcosindicalismo fue acelerado con la apariencia de los
sindicatos legales, con la aplicación de las teyes sociales. y con el tremendo
interés entre los obreros que despertó José Santos Salas con su campaña presidencial de 1925. En los años siguientes, la dictadura ibañista ofreció a los
obreros la posibilidad de sindicatos con estabilidad garantizada en un medio
ambiente donde el Estado solía promover la paz social, con los políticos lradicionales fuera del poder y los reronnistas, como Santos Salas. dentro del
gobierno. No es para extrañarse, enlonces. que este nuevo esquema atrajo a
obreros y a dirigentes sindicales, por lo menos al principio.
Según Rojas, los sindicatos y grupos de influencia comunista también
cayeron bajo la ascendencia del Ibañismo. El sindicalismo legal se extendió
con éxito especial en lugares donde el predominio comunista denlro de la clase
obrera fue más pronunciado. sobre todo en la zona salitrera del Norte Grande.
Esto se debía en parte a la política del PC de permitir que los consejos de la
FOCh se transfonnasen en sindicatos libres. A la vez. un grupo importante de
dirigentes comunistas abandonaron o fueron expulsados del PC por asociarse
con el régimen de lbáñez.
lbáñez. como muchos otros gobernantes latinoamericanos. fue víctima
de la Gran Depresión mundial. pero Rojas también se refiere a sus considerables errores polÍlicos como factor importante en su caída. Buscaba y recibía
apoyo obrero para su proyecto. pero a la postre no logró satisfacer las expectativas que su propio gobierno despertaba. Rojas observa que el gobierno de
Ibáñez estimuló [a fonnación de sindicalos legales. mientras que, a [a vez,
trató de mantenerlos apoHlicos. en parte por la represión. En consecuencia, los
obreros organizados no apoyaron a Ibáñez cuando las protestas comenzaron a
sacudir a su régimen ni tampoco tuvieron un papel preponderante en su eventual caída.
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HISTORIA 281 L994
Rojas concluye su libro observando que "los cambios experimentados en
estos años no fueron un paréntesis sino un sólido fundamento para el nuevo
sistema político. social y económico" (p. 173). Para Rojas, el aumento notable
del papel estatal en la vida económica y un creciente control del Estado sobre
los sindicatos y relaciones industriales fueron las herencias principales del
período ¡bañista. Aunque los sindicatos seguran bajo la reglamentación estalal
después de 1931. estaban cada vez más politizados. sobre todo por partidos de
ideologfa marxista. Rojas también concluye que el ocaso del anarcosindica¡ismo durante la dictadura luvO un efecto secundario en apoyar a la [annación
del Partido Socialista en 1933. (Aunque no cita a nadie, Rojas no es el primero
en sostener esta tesis.) El autor sigue las trayectorias de muchos dirigentes
sindicales y de clase media (Oscar Schnake, Alberto Baloffet, Arturo Bianchi
Gundián. César Godoy Urrutia. Eugenio González Rojas, para nombrar algunos), desde los grupos y si ndicatos de orientac ión anarquista a la participación
en organizaciones que apoyaron al proyecto de Ibái'iez (USRACH, sindicatos
legales. la Confederación Republicana de Acción Cívica -CRAC-. etc.) hasta
su papel en la fundación del PS. Postula Rojas que el crisol del ibañismo dio
lugar a la nutrida mezcla de corrientes ideológicas que caracterizó al nuevo
Partido Socialista.
LA Dictad!/ra de Ibá/lez y los Sindicatos tiene muchas virtudes. Está basado en el uso prodigioso de fuentes primarias. sobre todo de archivos ministeriales y periódicos del tiempo y escrito en un estilo senci llo y claro. Rojas
aporta mucha información nueva y valiosa. y despierta con su tesis sobre la
rcacción positiva de los trabajadores al proyecto ibañista no pocas inquietudes
para futuros estudios. El tratar los años 1927·31 como eslabón entre la carda
de la República Parlamentaria y el reestablecimiento de la democracia en vez
de verlos como una aberración histórica, parece tan acertado como útil para
explicar el desarrollo del sindicalismo chi lcno en los años posteriores.
Hay. sin embargo, algunos elementos que faltan en el estudio. El más
obvio es una discusión de las condiciones económicas del país. sobre todo en
el grado que éstas afectaron a la clase obrera. Rojas menciona el impacto que
la Gran Dcprcsión tuvo en desestabilizar a la dictadura. pero no comenta sobre
la situación económica durante sus primeros años. Habría sido muy útil exami·
nar factores como la inflación, desempleo. costo de vida. y salario real. para
determinar posibles ra7.ones económicas para explicar el apoyo que los trabajadores dieron a Ibáñez. Uno se pregunta también si el sindicalismo legal y
un sistema nuevo de relaciones mdustriales bajo la tutela del Estado trajo
beneficios al obrero en términos de condiciones del trabajo. relaciones con los
patrones, o acceso a la educación y a la salud.
En su largo análisis del anarcosindicalismo, Rojas olvida un elemento
principal que tuvo mucha influencia sobre el curso de eventos que describe en
RESEÑAS
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La Dictadura de Ibá,le<. y los Sindicatos: la rivalidad amarga enlre los anarcos
y los comunistas que se acentuó cada vez más durante los 1920. El muy
sentido anticomunismo de los anarcosindicalistas jugó un papel importante en
limitar la atracción del PC hacia los sindicalistas en general y en abrir un
eventual espacio político para el Partido Socialista. Esto debería haber beneficiado también a Ibáñez, otro predicador del anticomunismo. A la vez explica
la escasa presencia electoral del PC en la ciudad de Santiago -bastión del
anarcosindicalismo- y no la "débil estructura organizativa" (p. 154) del PC,
que Rojas identifica como razón .
Por las obras citadas por Rojas es claro que hay en la actualidad un nuevo
y palpable interés en la historia laboral de Chile. El señor Rojas. con este libro.
se destaca dentro de esta comente. La Dictadura de Ibáñez y los Sindicatos
brinda una muy importante contribución a la historiografía del sindicalismo y
aporta un análisis fresco a un período en la historia de Chile que merece más
atención.
PETER DESHAZO
JUAN RICARDO COUYOUMDJlAN. RENE MILLAR Y JOSEFINA TOCORNAL. Historia
lu Bolsu d~ Comercio dt SaMiago: t893·/993. Un siglo dt/ mtrcado dt valorts tn
Chilt. Bolsa de Comercio de Sanhago. Santiago. 1993. 768. (2) páginas.lámmas.
d~
En la presente obra, publicada con motivo del centenario de la Bolsa de
Comercio de Santiago. los autores han estudiado la historia de esta institución
en el contexto del desarrollo del mercado de valores del país. al que está
íntimamente ligada, y a la evolución de la economía chilena en general.
Una sección inttoductoria trata sobre los orígenes de las sociedades anónimas y del corretaje de valores en Chile y sobre el marco legal que establecía en
la práctica un régimen de libertad para esta actividad. Más aún. el Código de
Comercio chileno no incorporó el título sobre bolsas de comercio contemplado
en el proyecto original, y estas instituciones lenninaron por adoptar la forma
de sociedades anónimas para obtener personería oficial.
Durante la primera parte de su existencia la Bolsa de Comercio de Santiago. al igual que su congénere de Valparafso. operó en un marco de libertad, sin
perjuicio de los reclamos de la opinión pública y de las autoridades por las
especulaciones que allf se efectuaban. El tema podía resultar bastante sensible,
por cuanto las fluctuaciones en el precio de las letras de cambio sobre Londres,
transadas en las bolsas, repercutía directamente en el valor intemacional de la
moneda chilena.
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