INTRODUCCION Nuestra mente es la fuerza que tiene el poder de materializar todo cuanto sale de ella, cada idea que pensamos hoy, estará creando nuestro futuro mañana en todos los aspectos de nuestra vida. Somos nosotros los que tenemos el control de nuestros pensamientos e ideas. Las emociones, también forman parte de nuestras ideas y de nuestra mente, y como tal, también repercuten en nuestra vida física, mental, material y espiritual. Todas causan efectos dentro de nuestra vida, ya sean positivos o negativos, según sea la calidad de ellas. Las emociones positivas, como el amor, la alegría, la voluntad de ayudar etc., serán para nosotros las creadoras de la salud, la prosperidad, el éxito, la armonía y los buenos amigos. Entre las emociones negativas se encuentran: el resentimiento, el miedo, la tristeza, el enojo, la crítica, la culpabilidad, etc., y serán las constructoras de nuestra enfermedad, soledad, fracasos, o desamor entre otras cosas. Por medio de la liberación de nuestras emociones negativas y nuestros viejos patrones de conducta, se puede modificar y hasta nulificar los efectos de cualquier enfermedad, incluso enfermedades de tipo terminal, como el cáncer, se pueden curar con el poder del amor y del perdón. Cuando decimos que nuestros pensamientos, nuestras creencias y nuestra actitud ante la vida rigen nuestro destino, muchas veces no alcanzamos a imaginar las dimensiones que esto puede tener. Resulta que todo lo que tenemos en nuestra vida, no es más que la cosecha de nuestra siembra, de lo que hacemos o dejamos de hacer. Nuestro presente es producto del pasado, y nuestro futuro lo construimos en nuestro presente. Si en tu presente existe algo que no funciona bien, es tiempo de cambiar, para poder vivir un futuro como siempre lo has deseado. En este caso, la salud es tal vez el aspecto más sorprendente, todo se puede evitar y curar solamente con cambiar nuestro patrón de pensamientos, aprender a controlar nuestras emociones y sobre todo ACEPTARNOS Y AMARNOS a nosotros mismos, parece difícil de creer, sin embargo de ahí partimos, no hay salud sin amor, no hay cura sin perdón. Nuestras ideas tradicionales acerca de lo que es el cuerpo y la mente están basadas en conceptos obsoletos. Ideas que pueden reducirse al nivel de creencias. Estamos acostumbrados a sentirnos como seres separados, como si el ser humano fuera una simple máquina. Si ésta máquina se descompone, solamente tenemos que arreglarla. Si nos duele la cabeza, una aspirina acabará con el dolor, si sufrimos de insomnio, una pastilla para dormir hará que volvamos a conciliar el sueño, si subimos de peso, una dieta baja en calorías y ejercicio acabará con el problema... y así sucesivamente. Nuestro cuerpo no es una máquina robotizada que solo responde a medicamentos, es un ser perfecto que responde a una programación la cuál se produce en la mente. Mente y cuerpo están unidos, nuestro cuerpo es el reflejo de nuestra programación mental. Aunque muchas ideas que verás a lo largo de esta sección te parecerán esotéricas o místicas, en realidad, todo tiene una base científica. En esta etapa descubrirás como la ciencia, la mente y la espiritualidad están unidas, dentro de un solo ser: El hombre. Nuestro cuerpo físico es sólo el reflejo de lo que sucede en nuestro interior, un cuerpo enfermo corresponde a un alma enferma, a una mente programada con ideas, creencias, actitudes y emociones negativas. Se dice que el 99% de las enfermedades son psicosomáticas, (psukhé: alma, soma: cuerpo) todas se crean a partir de nuestra mente. Por eso, aún con la avanzada tecnología, hay enfermedades incurables por medio de la 1 medicina tradicional, pero que son curables con la medicina alternativa. La acupuntura, el reiki y hasta las oraciones han hecho el milagro. En donde la ciencia carece de respuestas, la espiritualidad las encuentra. Si nosotros re−programamos nuestra mente y sanamos nuestra alma, el resultado será no solo una vida armónica, sino también un físico armónico. Las enfermedades, la obesidad, la textura de nuestra piel, el brillo de nuestro cabello y de nuestros ojos, pueden cambiar, sin más aditamentos que la salud interna. DESARROLLO Varias investigaciones demuestran que los factores psicológicos pueden desempeñar un papel fundamental en la causa y curso de distintas enfermedades físicas. De hecho, cualquier tipo de trastorno médico puede ser potencialmente conceptuado como psicosomático. Este término debe ser utilizado para referirse a la multicausalidad e interrelación entre los factores biológicos y los psicosociales que colaboran en la historia de la enfermedad. Sin embargo sólo algunos trastornos son identificados como psicosomáticos, y son aquellos en los que se puede distinguir claramente la afección, de factores psicológicos sobre una condición médica. Cabe destacar que todo trastorno o enfermedad es simultáneamente un fenómeno físico, psicológico y socio−cultural. Además hay que evitar caer en las hipótesis reduccionistas que explican las enfermedades únicamente desde una teoría, ya sea la biológica−genética o la psicológica−social. De la misma manera, existen distintas teorías que explican desde distintos enfoques las causas de las enfermedades psicosomáticas. Los psicoanalistas, como Joyce Mc Dougall, postulan que las personas que desarrollan dichas enfermedades tienen una tendencia a ignorar las señales de su cuerpo, o en el caso de ser registradas, las consideran desprovistas de importancia. Son individuos sobreadaptados, que ante momentos difíciles o traumatizantes parecen inquebrantables. Muchos de ellos presentan alexitimia, es decir, dificultad para registrar y expresar sus emociones; y a veces parecen algo desafectivos en sus relaciones con los demás. Michael Fain explica que los pacientes psicosomáticos tuvieron madres sobreprotectoras que hicieron lo posible para evitarles el dolor y, de esta manera interrumpieron el desarrollo normal de la unidad psicosomática. Estos niños tardarán más tiempo o presentarán problemas para registrar las sensaciones de su cuerpo. Otra teoría es la de la "Especificidad de Respuesta" que se basa en la concepción de la debilidad genética de un órgano. Es decir, la persona tendría una parte de su cuerpo predispuesta para enfermar, independientemente del factor estresante. El tipo de enfermedad que puede surgir está determinado por el "eslabón más débil" dentro de su sistema funcional orgánico. Ante las mismas condiciones estresantes, un individuo más vulnerable (por constitución personal) es más probable que desarrolle un trastorno que otro individuo con menor predisposición. En la actualidad las teorías tienden a ser explicaciones multifactoriales en vez de estar centradas en único aspecto. Algunas sugieren la existencia de un estilo emocional negativo, definido por el predominio de un complejo de variables emocionales como la ansiedad, la depresión, la ira−hostilidad, que podría estar implicado en el desarrollo de múltiples trastornos físicos. Este tipo de evidencia sugiere la posibilidad de que exista un tipo general de persona predispuesta a la enfermedad caracterizado por la preponderancia de un estado emocional. Otra teoría explica las causas de las enfermedades psicosomáticas en términos de personas predispuestas al estrés. Es decir, más propensas a exhibir conductas psicosomáticas. La Asociación Psiquiátrica Americana hace una distinción de las formas en que los factores psicológicos influyen negativamente en el estado físico: 2 • alterando el curso de una enfermedad (lo cual puede ser inferido por una estrecha asociación temporal entre los factores psicológicos y el desarrollo, exacerbación o retraso en la recuperación de la condición médica general), • interfiriendo con el tratamiento de la condición médica general (por ejemplo reduciendo la adherencia al tratamiento médico), • constituyendo un factor de riesgo adicional para la salud del individuo (por ejemplo, causando broncoespasmo en personas con asma) Así mismo, establece seis tipos de factores psicológicos que pueden influir mediante alguna de las direcciones señaladas arriba: • Trastornos mentales. Un trastorno mental puede afectar significativamente al curso o tratamientos de una condición médica general (por ejemplo, una depresión mayor afecta adversamente al pronóstico del infarto de miocardio, el fallo renal o hemodiálisis). • Síntomas Psicológicos. Síntomas que, sin constituir un trastorno, afectan significativamente el curso o tratamiento de una condición médica general. Por ejemplo, los síntomas de ansiedad afectan negativamente el curso y severidad del asma, el síndrome del intestino irritable y la úlcera péptica. • Rasgos de personalidad o estilos de afrontamiento. El rasgo de hostilidad puede ser un factor de riesgo para la cardiopatía isquémica; un estilo de afrontamiento represor puede retrasar la realización de una operación quirúrgica necesaria. • Conductas desadaptativas relacionadas con la salud. Se trata de comportamientos nocivos para la salud, tales como el consumo de sustancias (alcohol, drogas, tabaco, etc.), el sedentarismo, las practicas sexuales poco seguras (p.ej., posibilidad de contagio de sida), el comer en exceso, etc. • Respuestas fisiológicas asociadas al estrés. Pueden afectar tanto al curso (desarrollo, precipitación, exacerbación, etc.) como al tratamiento de la condición médica. • Otros factores no especificados pueden inducir efectos adversos sobre el curso o tratamiento de condiciones médicas generales (por ejemplo factores demográficos, culturales o interpersonales). Enfermedades Psicosomaticas Absceso Acné Afonía Aftas Alergias Amigdalas y Anginas Ampollas Ampollas de Fiebre Anemia Angina de Pecho Anorexia 3 Anquilosis Apendicitis Arrugas Arterias Articulaciones Artritis Artrosis Asma Astenia Nerviosa Bazo−Páncreas Boca Bocio Brazos Bronquitis Bulimia Cabellos Dolor de Cabeza Carraspera Calambres Callos Cálculos Corazón Cáncer Caries Contracciones Ciática 4 Circulación Cistitis Columna Vertebral Comezón Congestión Dedos Delgadez Depresión Desmayo Diabetes Diarrea Dientes Difteria Digestión Dolor de Cabeza Dolor de Pies Dolor de Vientre ¿Cómo se produce la enfermedad? La medicina moderna tiende a centrase casi exclusivamente en el tratamiento de los síntomas, olvidando la verdadera causa de la enfermedad e ignorando, en muchas ocasiones, el hecho de que los síntomas son los intentos que hace el organismo de lograr la propia curación. Por ejemplo, la fiebre destruye a los agentes invasores, como virus o bacterias, mediante un aumento de la temperatura. La inflamación atrae hacia el lugar afectado una serie de células y sustancias que combatirán al agente infeccioso. Al mismo tiempo, concentra dicho agente en el lugar inflamado, impidiendo que se extienda al resto del organismo. Sin embargo, a veces estas defensas fallan. Puede ser que estas reacciones sean tan intensas que acaben haciendo más mal que bien y no sean capaces de curar, o puede ser que el cuerpo apenas reaccione o que lo haga de forma inapropiada, o que aparezca un síntoma que persiste durante meses sin evolucionar en ningún sentido, ocasionando una molestia crónica que vamos soportando como podemos. Y esto puede suceder ante agentes infecciosos comunes que muchas personas vencen sin demasiada dificultad, o incluso en ausencia de una causa médica conocida. ¿Por qué sucede esto? Todos estamos sometidos a acontecimientos estresantes a lo largo de nuestra vida. Una persona puede sentir, por ejemplo, ansiedad ante uno de estos acontecimientos. La ansiedad conlleva una serie de síntomas físicos, como palpitaciones y liberación de las llamadas hormonas del estrés. Cuando la ansiedad se produce muy a menudo no es extraño, pues, que pueda acabar produciendo 5 enfermedades físicas o alteración del funcionamiento de determinados órganos. Es decir, nuestros estados emocionales influyen en nuestro cuerpo (por ejemplo, se ha visto que en las personas deprimidas también suele darse un debilitamiento del sistema inmunitario). Pero las emociones, como ya hemos dicho en otros apartados de este web site (como Pensamiento constructivo o Terapia Raciona Emotiva), no surgen de la nada, sino que están relacionadas con nuestro modo de interpretar lo que nos sucede. Si interpretamos algo como amenazante sentiremos ansiedad. Esta reacción puede dar lugar a síntomas como dolores de estómago o de cabeza, tensión muscular, enfermedades infecciosas o enfermedades respiratorias, tal y como han demostrado algunos estudios en los que se ha visto cómo pueden aparecer estos síntomas tras un acontecimiento estresante. Nuestra forma de ver el mundo también influye en los síntomas crónicos. Las personas con sentimientos y pensamientos crónicos de desesperanza, desamparo y depresión que, además, tienen poca capacidad para enfrentarse a los acontecimientos estresantes o resolver los problemas de sus vidas (la llamada capacidad de afrontamiento), tienen más probabilidades de tener enfermedades crónicas. El tratamiento Los síntomas físicos que se manifiestan de forma crónica o que aparecen y desaparecen de manera periódica sin que ningún tratamiento médico logre mejorarlos, o que al ser tratados farmacológicamente acaban siendo siempre sustituidos por otros que aparecen después, nos están indicando que existe algún problema o conflicto no resuelto de tipo emocional. Si indagamos un poco es muy posible que descubramos estados emocionales negativos que pueden estar contribuyendo a la enfermedad física, bien produciendo síntomas directamente (dolores de cabeza, problemas digestivos, etc.) o bien debilitando nuestras defensas de modo que seamos más fácilmente atacados por agentes infecciosos (como virus de la gripe o de otro tipo) y que nos cueste demasiado trabajo librarnos de ellos. Así pues, los síntomas físicos nos llevan hasta nuestros estados emocionales negativos y estos a su vez nos muestran los aspectos de nosotros mismos en los que debemos actuar. Cuando nos sentimos tristes, insatisfechos, agresivos, irritables, envidiosos, angustiados, inferiores a los demás, avergonzados, etc. y estos sentimiento son estables o se repiten a menudo, sabemos que hay algún tipo de desequilibrio en nosotros sobre el que tenemos que trabajar para volver a recuperar la tranquilidad, el valor, la confianza, etc. Por supuesto, para hacer esto tenemos que conocernos bien a nosotros mismos, no tener miedo de profundizar en nuestro interior y descubrir quiénes somos en realidad y qué estamos sintiendo. Para ello pueden utilizarse dos tipos de tratamiento (que pueden aplicarse juntos, si así se desea): 1. Un tratamiento psicológico destinado al desarrollo personal que ayude a las personas a conectarse con su verdadera naturaleza, conocer sus verdaderos deseos y necesidades en la vida y tratar de alcanzarlos. De este modo, lograrán un mayor bienestar y equilibrio psicológico que, a su vez, llevará a un mayor bienestar físico y mejorará su salud en general. Aquí estría incluida la Terapia Racional Emotiva. 2. Tratamiento con Flores de Bach (medicinas alternativas). 6