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LA GUERRA Y LA EVOLUCIÓN DE LAS ALIANZAS
En un conflicto armado la acción bélica deja a la diplomacia en un lugar aparentemente
secundario. Sin embargo, a lo largo de la guerra los contendientes siguieron entretejiendo
pactos con sus aliados que, en el caso de los vencedores, los Aliados, van a condicionar y
determinar la organización del mundo tras la guerra.
EL BANDO DEL EJE
El Pacto Tripartito constituyó el principal acuerdo diplomático entre las tres grandes
potencias del Eje: Alemania, Italia y Japón.
Tras la victoria alemana sobre Francia y, sobre todo, tras el ataque alemán a la U.R.S.S.,
diversos países europeos giran en mayor o menor medida hacia el bando del Eje.
En el occidente, la Francia de Vichy, pese a algunas dudas iniciales, se convirtió en un
régimen colaborador de la Alemania Nazi.
La España de Franco pasó por diversas fases en sus relaciones con Hitler y Mussolini y a
punto estuvo de unirse a la guerra junto al Eje. Finalmente, tras la entrevista que
mantuvieron el Führer y el Caudillo en Hendaya esa posibilidad no se materializó, lo que
no impidió que, tras el ataque alemán a la U.R.S.S., Franco enviara un cuerpo de
voluntarios, la División Azul, a luchar contra la Unión Soviética junto a las tropas del Eje.
Las victorias de Alemania precipitaron diversos cambios territoriales en la Europa oriental.
La presión de Hungría y Bulgaria sobre Rumania llevó al denominado "arbitraje de Viena"
en agosto de 1940 en el que el gobierno de Bucarest se vio forzado a ceder dos tercios de
Transilvania a Hungría y la región de Dobrudja a Bulgaria.
La extensión de la guerra hacia los Balcanes precipitó la adhesión al Pacto Tripartito de
Hungría, Rumania y Eslovaquia en noviembre de 1940 y en marzo de 1941 de Bulgaria.
Voluntariamente, como fue en gran medida el caso de la Hungría de Horthy y la
Eslovaquia de Tiso, o por la fuerza como fue el caso de la invadida y desmembrada
Yugoslavia, la región de los Balcanes se convirtió en la única zona donde el Eje halló
aliados durante la segunda guerra mundial. De la fragmentada Yugoslavia nació la
dictadura pro-nazi de Ante Pavelic en Croacia, uno de los regímenes más criminales de la
región.
La llegada de las tropas soviéticas a los Balcanes sus avances hacia Alemania precipitaron
rápidamente la derrota de estos satélites de Alemania. En septiembre, Rumania y
Finlandia, que pese a no firmar ningún acuerdo formal con Alemania colaboró en su lucha
contra la URSS durante la guerra, firmaron el armisticio, Bulgaria lo hizo en octubre y,
finalmente, tras un largo asedio de las tropas del Ejército Rojo a Budapest, Hungría hizo lo
propio el 20 de enero de 1945.
El 18 de octubre de 1944 las tropas guerrilleras de Tito entraban en Belgrado con la ayuda
de tropas soviéticas. Yugoslavia volvía a reconstituirse tras la expulsión de las potencias
del Eje.
El gobierno imperial japonés proclamó en agosto de 1940 un objetivo: la creación de lo
que de forma rimbombante definieron como "esfera de coprosperidad de Asia Oriental".
Se trataba de crear una asociación de estados de Asia y del Pacífico bajo la hegemonía
japonesa. Ese proyecto expansionista jugó la baza del anticolonialismo y bajo el eslogan de
"Asia para los asiáticos" trató de conseguir el apoyo de las poblaciones sometidos al
colonialismo europeo. La respuesta fue, sin embargo, bastante débil ya que a menudo la
opresión japonesa fue aún más brutal que la de franceses, británicos u holandeses. El
único país que apoyó a Japón fue Tailandia (la antigua Siam) donde un gobierno dictatorial
firmó un tratado de no agresión con Japón en junio de 1940 del que se aprovechó para
obtener algunas ventajas territoriales en sus zonas fronterizas. Sin embargo,
posteriormente tropas japoneses penetraron por la fuerza en el país forzando la firma de
un Tratado de Alianza con Japón, con la subsiguiente declaración de guerra contra Gran
Bretaña y Estados Unidos.
El resto de los territorios asiáticos y del Pacífico que en algún momento de la guerra
colaboraron con el gobierno de Tokio estuvieron siempre bajo el dominio y control militar
nipón. Japón no fue capaz de construir alianzas en su lucha contra los Aliados.
LA "GRAN ALIANZA"
La alianza anglo-norteamericana
Las agresiones de las potencias del Eje terminaron por configurar lo que se vino a
denominar la "Gran Alianza" entre el Reino Unido, la Unión Soviética y Estados Unidos.
Esta alianza se personificó durante gran parte de la guerra en tres figuras: el primer
ministro británico Winston Churchill, el dictador soviético Stalin y el presidente
norteamericano Franklin D. Roosevelt.
Esta alianza entre países que representaban sistemas político-económicos diferentes y
enfrentados fue determinada por los avatares del conflicto. Stalin, quién no había dudado
en firmar un pacto de no agresión con la Alemania nazi en agosto de 1939, intentó desde
un principio aprovecharse de ese pacto para obtener ganancias territoriales: en el verano
de 1940 anexionó a la U.R.S.S. las repúblicas bálticas, Estonia, Letonia y Lituania, y las
regiones de Besarabia y Bukovina del norte pertenecientes a Rumania. La población de la
U.R.S.S. aumentó en menos de un año en 23 millones de habitantes.
Durante un año, el que medió entre la derrota de Francia y la invasión germana de la
Unión Soviética, el Reino Unido fue la única potencia que plantó cara al expansionismo
hitleriano.
Churchill fue muy consciente desde un principio de la necesidad de la ayuda de Estados
Unidos para hacer frente a la amenaza alemana. Recién nombrado primer ministro, envió
un telegrama a Roosevelt solicitando "el préstamo de 40 o 50 de vuestros viejos
destructores". A fines de julio de 1940, Roosevelt aceptó. La creciente amenaza japonesa
en el Pacífico y la derrota de Francia habían impresionado fuertemente al presidente
norteamericano. Como afirmó Churchill, con el préstamo de esos barcos de guerra,
Estados Unidos pasaba de "la neutralidad a la no beligerancia".
En diciembre de 1940, Churchill nombró a su secretario del Foreign Office (ministro de
asuntos exteriores), Lord Halifax, embajador en Washington. La prioridad que el gobierno
de Londres daba a sus relaciones con Estados Unidos era evidente. Lord Halifax fue
sustituido en el cargo por Anthony Eden.
El paso definitivo en esa dirección fue la ley de Préstamo y Arriendo aprobada por el
Congreso norteamericano en marzo de 1941. Al poner al servicio de la causa antihitleriana
su capacidad industrial, Estados Unidos se convertía en lo que se vino a denominar "el
arsenal de la democracia".
La invasión alemana de la Unión Soviética cambió radicalmente la situación. Las potencias
anglosajonas no dudaron en apoyar a Stalin frente a Hitler. El día 22 de junio, un día
después del inicio de la Operación Barbarroja, Churchill proclamó su intención de ayudar
en todo lo posible a los soviéticos. El 16 de agosto siguiente, los embajadores británico y
norteamericano en Moscú ofrecieron oficialmente su ayuda al gobierno soviético. A fines
de septiembre, una conferencia en Moscú con enviados de los gobiernos de Washington y
Londres concretó la ayuda y sus modalidades. Se empezaba a forjar la "Gran Alianza".
Pocos días antes tuvo lugar un encuentro clave del líder británico y el presidente
norteamericano en aguas de Terranova . La aprobación en agosto de 1941 de la Carta del
Atlántico dio un programa ideológico a las potencias democráticas que se enfrentaban al
Eje. Era evidente que incluso antes del ataque de Pearl Harbor, los Estados Unidos se
habían implicado en el conflicto abandonando cualquier actitud de neutralidad.
La entrada en guerra de Estados Unidos llevó a una nueva conferencia en Washington de
Churchill y Roosevelt en diciembre de 1941, fruto de esa conferencia fue la Declaración de
las Naciones Unidas aprobada el 1 de enero de 1942.
LOS "TRES GRANDES"
Los contactos que en diciembre había iniciado el ministro de asuntos exteriores británico
Anthony Eden con las autoridades soviéticas mostraron desde un principio que Stalin no
iba a renunciar tras una posible victoria a las anexiones producidas en virtud del pacto de
no agresión germano-soviético y que, incluso, pensaba en nuevas anexiones en Finlandia y
Rumania. Los principios de la Carta del Atlántico no tenían que ver con los planteamientos
del dictador soviético. Sin embargo, Churchill, quién como representante del Imperio
británico podía entender perfectamente la postura soviética, no dudó en buscar la alianza
con Moscú. Así, el 26 de mayo de 1942, el ministro de asuntos exteriores soviético
Molotov firmaba la alianza anglo-soviética.
Desde la Operación Barbarroja, una disputa va a enfrentar al gobierno soviético con las
potencias anglosajonas. Stalin, no sin razón, demandaba la apertura de un "segundo
frente" en Europa occidental que aliviara la presión que debía soportar la población y el
ejército soviético. Los norteamericanos eran proclives a seguir las demandas de Moscú y
lanzar un ataque directo sobre Francia, sin embargo, Churchill mantuvo una postura más
prudente y demandaba un desembarco en el Norte de África que llevara a un ataque
posterior a Italia.
En junio de 1942, el primer ministro británico viajó a Washington y consiguió convencer a
la administración norteamericana, decidiéndose el desembarco en el Norte de África, la
denominada "Operación Antorcha". Stalin, tras recibir la visita de Churchill a Moscú en
septiembre, tuvo que aceptar a regañadientes las dilaciones a su demanda de un
"segundo frente" en Europa. La tensión entre los aliados sobre esta cuestión duró hasta el
desembarco de Normandía en junio de 1944.
Tras el éxito de la invasión del África del Norte, Churchill y Roosevelt celebraron una
conferencia en Casablanca (Marruecos) en enero de 1943. Aquí se acordó el desembarco
en Sicilia y se adoptó la idea de Roosevelt de exigir la "rendición incondicional" de
Alemania, Italia y Japón.
Los dos líderes anglosajones se volvieron a reunir en Washington el mayo de 1943, la
conocida como Conferencia "Trident", y en Quebec (Canadá) en agosto, Conferencia
"Quadrant". En la primera reunión se adoptaron decisiones de tipo militar, esencialmente
se fijó el desembarco en Francia para mayo de 1944. En la segunda conferencia un
representante del gobierno de China se unió a los de los "Tres Grandes". Se aprobó una
declaración de las Cuatro Potencias para el establecimiento de una organización
internacional tras la guerra.
En octubre, por primera vez en la guerra, tuvo lugar en Moscú una Conferencia de
ministros de asuntos exteriores de los "Tres Grandes". En esta Conferencia de Moscú la
principal preocupación soviética fue garantizar que el desembarco en Francia anunciado
para la primavera de 1944 no se retrasara, las seguridades dadas por Cordel Hull y Eden a
Molotov permitieron que las tensiones entre los aliados disminuyeran.
Los tres países representados y China firmaron una declaración sobre una futura
organización internacional que garantizara la seguridad colectiva tras la guerra. La URSS se
comprometió a declarar la guerra a Japón tras la derrota germana. Se aprobaron también
resoluciones sobre la democratización de Italia y sobre Austria, a la que declararon
primera víctima del nazismo alemán, pese al hecho de que Hitler fuera austríaco de
nacimiento y de que el nazismo contara con muchos simpatizantes en aquel país. Se
comenzó, por último a debatir la futura ocupación y desmembramiento de Alemania.
En Moscú se acordó la celebración de una reunión en Teherán (Irán) cara a cara de los tres
líderes de la "Gran Alianza". Camino de la capital iraní, Churchill y Roosevelt se reunieron
con Chiang-Kai-Chek en la Conferencia del Cairo en noviembre de 1943. Allí se decidió que
el objetivo de la guerra en Asia sería "castigar la agresión de Japón" que debería
abandonar todas sus conquistas adquiridas desde 1914.
Finalmente, los "Tres Grandes" se reunieron por primera vez en la Conferencia de Teherán
en noviembre de 1943. Este primer encuentro se desarrolló en un ambiente de extrema
cordialidad que reforzó la alianza. La irritación de Stalin ante la tardanza anglosajona en la
apertura del "segundo frente" en Europa occidental parecía calmada ante la firme
promesa de Washington y Londres de lanzar en los próximos meses la invasión de Francia.
Aunque no se tomaron grandes decisiones, Teherán posiblemente supuso el momento
más dulce de las relaciones de los tres aliados.
En el camino de vuelta, Churchill y Roosevelt se volvieron a reunir en El Cairo en este caso
con el presidente turco, Ismet Inonu, pero no consiguieron la entrada de Turquía en
guerra. Roosevelt visitó seguidamente a Eisenhower y le anunció su nombramiento como
comandante en jefe de la "Operación Overlord", la invasión de Francia.
El éxito del desembarco de Normandía en junio de 1944 y el consiguiente avance hacia
París, liberado el 25 de agosto, el desembarco en el sur de Francia ese mismo mes y los
avances en Italia (Liberación de Roma el 4 junio de 1944) no podían compararse con el
espectacular avance de las tropas soviéticas en el este. Gran parte de los Balcanes y la
Europa danubiana habían caído en manos de un Ejército Rojo que había llegado a la Prusia
oriental.
Es en esos momentos, octubre de 1944, cuando Churchill viaja por su cuenta a Moscú y
trata de llegar con Stalin a un acuerdo sobre el reparto de influencias en los Balcanes.
Ambos líderes llegaron a un acuerdo verbal sobre la región: Grecia estaría en la órbita
británica, mientras que Bulgaria y Rumania quedarían bajo la influencia soviética. En
Hungría y Yugoslavia se acordó un reparto al 50% de la influencia. Este acuerdo,
totalmente contradictorio con los altos ideales de la Carta del Atlántico, fue pronto
desmentido por la realidad de las armas.
Los últimos meses de 1944 se caracterizaron por una creciente desconfianza entre los
aliados. Incluso el nuevo secretario de estado Edward Stettinius, que había sustituido en el
cargo a Cordel Hull, sostenía diferencias importantes con Churchill en como organizar
políticamente los nuevos territorios que iban siendo liberados del dominio nazi en la
Europa occidental.
Más grave aún era el desencuentro entre los aliados occidentales y la Unión Soviética. En
enero de 1945, la URSS concede al Comité Nacional polaco, controlado por los
comunistas, el estatuto de gobierno provisional de Polonia; en Rumania, las autoridades
soviéticas imponen su criterio de forma arbitraria; en Hungría, ante las protestas
reclamando igualdad en el control del territorio, Molotov afirma la libertad de acción de
un Ejército Rojo que controlaba de hecho el país...
Para apaciguar estas disensiones interaliadas se decidió convocar una nueva conferencia
de los Tres Grandes que tendría lugar en la URSS. Del 4 al 11 de febrero de 1945 tuvo lugar
la Conferencia de Yalta. Sin lugar dudas, este encuentro es el mas célebre de todos los que
celebraron los Aliados durante la guerra. En ella se abordaron temas como la organización
de las Naciones Unidas, la ocupación y partición de Alemania, las nuevas fronteras polacas
o la intervención de la URSS contra Japón.
Un Roosevelt ya muy enfermo, que fallecería el 12 de abril sin poder ver el fin de la
guerra, extrajo conclusiones optimistas de Yalta sobre la posibilidad de un entendimiento
duradero entre los soviéticos y las potencias anglosajonas. Muy pronto los
acontecimientos desmintieron esta presunción.
En marzo de 1945 los soviéticos impusieron por la fuerza en Rumania un gobierno
presidido por un comunista, un acto que iba en contra de los principios de la "Declaración
de la Europa Liberada" aprobada en la Conferencia de Yalta. Lo que era aún más grave,
Molotov se negó a integrar a representantes no controlados por los comunistas en el
gobierno provisional polaco con sede en Lublin. Churchill y Roosevelt enviaron telegramas
de protesta a Moscú, pidiendo a Stalin que no rompiera la unidad y concordia acordadas
en Yalta.
El 7 y 8 de mayo, las tropas alemanas firmaron la rendición incondicional ante los Aliados.
Dos meses después, el 17 de julio de 1945, se celebró en las afueras de Berlín en la sede
de los palacios de la monarquía prusiana, la Conferencia de Potsdam, la última reunión en
la cumbre de los líderes de la "Gran Alianza". El ambiente se había deteriorado y los
Aliados se cruzaron mutuamente acusaciones. Mientras los anglosajones acusaron a los
soviéticos de implantar dictaduras en Bulgaria o Rumanía, los rusos denunciaron la
ocupación británica en Grecia. No obstante, se hizo un importante esfuerzo de
entendimiento y, teniendo en cuenta las circunstancias, tal como afirmó el nuevo
secretario de estado norteamericano, James Byrnes, se pensó que la conferencia había
sido un éxito y que en Potsdam se habían puesto las bases para restablecer la estabilidad
europea. Los acuerdos alcanzados sobre la reorganización de Alemania y del mundo
fueron pronto incumplidos. El éxito se tornó en fracaso.
Quedaba, sin embargo, concluir la guerra en el Extremo Oriente. La URSS, que había
denunciado el acuerdo de neutralidad con Japón el 5 de abril de 1945, se aprestó, tal
como se había comprometido en Yalta, a declarar la guerra a Japón. El 8 de agosto, dos
días después de la bomba atómica de Hiroshima, los soviéticos entraban en guerra y
ocupaban Manchuria, Corea y las islas Kuriles.
Tras sufrir un nuevo ataque atómico en Nagasaki, el día 9 de agosto, al día siguiente Japón
comunicó su disposición a capitular. El 2 de septiembre, a bordo del buque Missouri
fondeado en la bahía de Tokio, los delegados japoneses firmaron la rendición
incondicional ante el general MacArthur, La segunda guerra mundial había terminado.
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