AMISTAD CON FRANCO Las relaciones de la República Democrática Alemana con España La política de los países socialistas es bastante rara. Para los socialistas es en todo caso extraño ver a Breschnev del brazo con el camal de Nixon. Penoso es tener que presenciar los convenios económ icos entre la Union Soviética y la junta griega o el régi­ men español. También la RDA, el estado alemán de obreros y campesinos, ha concluido un convenio com ercial con España. Para los pocos sobrevivientes que en la guerra civil lucharon por la Repú­ blica, para los pocos incrédulos que aún m antienen esa época en el re­ cuerdo, el „Neues Deutschland“ , dia­ rio del partido socialista unido de Alemania, proveyó el año pasado de „Ayuda A rgum enta!“ . Bajo el sorpren­ dente título: „ESPAÑA — PAlS SUDEUROPEO ENTRE DOS MARES", escribe el autor, Dr. Steiniger: „E s p a ñ a ... ha recorrido una convul­ sionada historia. También en este siglo. En el período de la guerra civil el pueblo español vivió duros años.“ Estos duros años han pasado: „D es­ pués de 1945 en relación con la pro­ gresiva industrialización se consumó el desarrollo de la econom ía.“ Y por lo demás los com unistas cierran su paz con la España autoritaria, ya que España „en el ám bito de la política e xterior de este últim o tiem po ha he­ cho visibles esfuerzos por soluciones realistas. . . . Fuera de esto, la inicia ­ ción y construcción de relaciones com erciales entre círculos de la eco­ nomía española y los países socialis­ tas han tom ado un favorable desarro­ llo .“ A la paz por la dictadura Olvidemos entonces cárcel, tortura y garrote. El Dr. Steiniger nos señala que es im portante: „L a norm aliza­ ción de las relaciones interestatales RDA-España . . . favorecen la paz y seguridad en Europa en el sentido de de servir a los objetivos de la coexis­ tencia pacífica.“ Así es la cosa. Las relaciones com er­ ciales han tom ado un favorable desa­ rrollo y las buenas relaciones ínteresfatales favorecen la paz en Europa. Esa paz y estas relaciones com er­ EXPRÉS ESPAÑOL / Septiem bre 1974 ciales hay que m antenerlas. La lucha por la dem ocracia en España pone en peligro las relaciones com erciales y la paz. Por eso hay que rechazarlas. A rriba la solidaridad internacional — el socio com ercial y el amigo de la paz. Amistad, con el Jefe de Estado Fran­ cisco Franco, naturalmente. Sobre él „Neues D eutschland“ inform a: „Siguió la carrera de oficial y alcanzó más tarde el grado de General. En marzo de 1939 asumió oficialm ente el cargo de Jefe de Estado. Posteriorm ente fue arreglado para que Franco se invistiera de ese cargo a perpetui­ dad.“ Esto esta bueno: el ascendió, asumió, se arregló — todo incruento y amistoso. Así es el nuevo voca­ bulario. ■ Michael Opoczynski DE ESPALDAS AL PUEBLO Existe en nuestro quehacer político una peligrosa propensión a adoptar postu­ ras políticas de espaldas al gran soberano nacional: el pueblo español. Y conste que no nos referim os de una manera exclusiva a las actitudes orbitadas desde el poder, sino tam bién a aquellas que operan dentro de la línea que, al menos para entendernos, podemos ca lifica rla como de oposición. Operan grupúsculos, „fa m ilia s “ , „personalidades“ , que asumen espontáneas representa­ ciones sin preocuparse demasiado de sus repercusiones populares. Podría decirse que estas posturas tienen su origen en el hecho mismo de que nadie se preocupa de saber lo que piensa y quiere eso que se llama pueblo, los ciudadanos rasos. No existen apenas m ecanism os sociopolíticos encarga­ dos de canalizar sus apetencias. Son pocos los que pueden realizarse política ­ mente, dar salida libre a su ideología. En las excepcionales ocasiones en que se les llama a las urnas se les presentan unas listas de grandes desconocidos políticos como candidatos. Todo está difuso, diluido, sin matices. Es un pueblo, en definitiva, invertebrado. Se ha intentado suplir su ausencia invocando grandes carismas, apelando a hechos bélicos pasados. V ictoria en vez de com icios; voluntad de los muertos - interpretada unilateralm ente — en vez de la voluntad de quienes, aquí y ahora, integran, unidos, la com unidad nacional. Es un gran sofisma que puede acarrear graves trastornos para todos, para la nación en el sentido real y auténtico del térm ino. La gran lección de la historia — tan mal invocada en tantas ocasiones — es que operar de espaldas al pueblo suele traer consecuencias catastróficas para la convivencia recta y pacifica. Sin necesidad de cita r el ejem plo portugués — ahora tienen que recuperarse a pasos agigantados de cuarenta años de freno y marcha atrás — las páginas de la historia son elocuentes. Si se intentan taponar las salidas populares la gran olla nacional, por su presión, vive ame­ nazada por peligros violentos. La voluntad popular — lo dijeron ya nuestros clásicos — es la fuente legitim adora de todo poder político, la detentadora de la auténtica soberanía. ■ (Mundo) 19