PONENCIA PRESENTADA AL PRIMER ENCUENTRO DE HISTORIA DE EL SALVADOR /UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR. TEMA: “ELITE E IDENTIDAD CRIOLLA EN AHUACHAPAN” (SIGLO XIX). PRESENTADO POR: JOSE RAYMUNDO CALDERON MORAN. CONCULTURA / PROYECTO IBCI SAN SALVADOR, 22-25 DE JULIO DEL 2003. ELITE E IDENTIDAD CRIOLLA EN AHUACHAPÁN. (SIGLO XIX)1 Como es sabido, a finales del siglo XVIII, el obispo Cortés y Larraz realizó un largo recorrido a través de su extensa arquidiócesis, la cual incluyó a la provincia de San Salvador. Viniendo del curato de Conguaco descendió en bajada violenta hasta los márgenes del río Paz y se internó en lo que actualmente es territorio salvadoreño, hasta tocar el curato de Aguachapan (Ahuachapán). ¿Qué importancia tiene la relación de Cortés y Larraz en cuanto al origen y conformación de la elite e identidad criolla de Ahuachapán? Podría decirse que mucho en cuanto que detalla el número de trapiches y haciendas e indica el respectivo nombre (23 trapiches en total y 19 haciendas disgregadas en la periferia del pueblo). Todos estos trapiches y algunas haciendas tenían el apellido o el nombre de sus propietarios. Así aparece en el listado: trapiche de león de Aguirre, de Monzón, de Menéndez, de Germán, de López, de Calderón, de Morán, de Magaña, etc. En la mayoría de haciendas, lo que prevaleció, en cambio, fueron los normes de santos de acuerdo a la usanza española (San Matías, San Reymundo, San Lázaro, etc.). El auge del añil durante su segundo ciclo (fines del siglo XVIII y principios del XIX), provocó el fenómeno de la especialización. Honduras y Nicaragua se encargaron de proveer los cueros necesarios para los empaques (zurrones) del polvo azul (añil) y las carnes para la alimentación. La provincia de San Salvador se convirtió en la mayor productora de añil y Guatemala pasó a controlar el mercado textil. Ahuachapán, según estimaciones hechas por el historiador Domingo Juarros, se especializó en el cultivo y explotación de caña de azúcar (“la azúcar más estimada del reino”, según el mismo Juarros).Es decir que este producto prevaleció sobre el añil, al contrario de lo que sucedió en San Vicente, cuya elite tuvo como base económica en primer término el colorante azul. Plantear para Ahuachapán la correlación entre trapiches y apellidos resulta sumamente sugerente para comprender la base económica de la elite ahuachapaneca y el proceso de conformación de su identidad. Por ejemplo, la presencia de la familia Menéndez de Guzmán se remonta al siglo XVII, en que tres hermanos de este apellido vinieron de España, asentándose en Metapán (rama de Isidro Menéndez, Ignacio Gómez y Enrique Gómez Carrillo), Ahuachapán (rama de Francisco Menéndez y Máximo Menéndez) y Asunción Mita, Guatemala (rama de Manuel Menéndez). Otro ejemplo es el de la familia Morán, provenientes de Galicia, España, según fuentes orales recogidas de la misma familia y asentados primeramente en la Antigua Guatemala y ya en el siglo XVIII vecinos del pueblo de Ahuachapán (rama de Norberto Morán). Un último ejemplo es el caso de la familia Magaña, pues al parecer hay indicios que los ligan con al Alcalde Mayor de Sonsonete del siglo XVI, Francisco de Magaña (sujeto a comprobación). 1 Resumen del libro Ahuachapán (Cuidad y Memoria) / CONCULTURA/ En preparación. CUADROS GENEALÓGICOS. SIGLO XVII – FAMILIA MENÉNDEZ DE GUZMÁN CORONEL MÁXIMO MENÉNDEZ JOSÉ ANACLETO MENÉNDEZ MARIANA PÉREZ VIELMAN ANDRÉS MENÉNDEZ - Teresa - Máximo JOSÉ EUSTAQUIO MENÉNDEZ GABRIELA VALDIVIESO - Leticia GRAL. FRANCISCO MENÉNDEZ FRANCISCO MENÉNDEZ TOMASA LÓPEZ - Juana - Francisco BONIFACIA SALAZAR FRANCISCO JAVIER MENÉNDEZ FÉLIX MENÉNDEZ - José Asensio MARÍA DE ALARCÓN MANUEL MENÉNDEZ - Carlos - Ismael - Eloísa Felipe Menéndez Marcelino Isidro Menéndez Menéndez Ignacio González Carmen Carrillo Mariano Gómez Agustín Gómez Carrillo Enrique Gómez Carrillo FAMILIA MORÁN. JOSÉ NORBERTO MORÁN CARMEN MOLINA FABIO MORÁN CARMEN TOBAR NORBERTO MORÁN CARLOS MORÁN RAFAELA MORÁN SARA MORÁN FRANCISCO MORÁN GUILLERMO BORJA ADELA MENÉNDEZ CORDELIA GUIROLA ANTONIO ALFARO ISOLINA DURÁN FAMILIA MORÁN GUIROLA FAMILIA ALFARO MORÁN FAMILIA MORÁN DURÁN FAMILIA BORJA MORÁN FAMILIA MORÁN MENÉNDEZ Lo anterior significa que cuando se produce la visita pastoral del obispo Cortés y Larraz al curato de Ahuachapán, estas familias ya tienen buen rato de ser vecinos del pueblo, y puesto que sus apellidos están ligados a la producción de azúcar y añil, no cabe la menor duda que se trataba de familias muy importantes (en el entendido que se trataba de familias acomodadas). En otras palabras, estás familias, no son producto de la irrupción del café durante la segunda mitad del siglo XIX; lo que sucedió fue un proceso de reconversión de una determinada actividad económica como lo era la azúcar y el añil a otra actividad como vino a ser el café. De modo que durante el siglo XIX, a partir de la segunda mitad, ya no aparecen como familias azucareras, añileras o nopaleras (en Ahuachapán también se cultivó nopal para la explotación de la cochinilla), sino con el distintivo de familias cafetaleras, término que irá acuñándose y generando un marco de identidad económica y social en la medida que el café va expandiéndose y separando a diversos sectores de la sociedad en clases sociales. Es evidente asi mismo que del listado de trapicheros que consigna Cortés y Larraz no todas estas familias lograron reconvertirse al café; pero, por otra parte, también es claro el ascenso de otras familias: Herrera (rama de Federico Herrera), Valdivieso (rama de Samuel Valdivieso), Durán (rama de Onofre Durán), Tobar (rama de Luis Tobar). Los cruces matrimoniales entre estas familias dieron lugar a nuevas familias pero siempre emparentadas: Menéndez- Valdivieso, Magaña-Menéndez, Morán- Tobar, Salaverría-Durán, Magaña-Borja, Lagos- Ariz, Cáceres-Llanos, etc. Los extranjeros que se incorporaron a esta elite local fueron más que escasos. El caso más notable es el de Francisco Antonio Llanos, un emigrado colombiano que se incorporó por la vía del matrimonio. Otros extranjeros llegaron como educadores, pero su estadía fue temporal, como sucedió con el geógrafo Guillermo Dawson. A lo mejor el hecho de que Ahuachapán se viese en aquella época como un lugar remoto y con escasos atractivos, hizo que esta elite no se mezclase con extranjeros provenientes de Europa, como sí sucedió con las elites que se encontraban asentadas en Santa Ana, Santa Tecla, San Salvador. Lo que sé es claro es que las tres familias (Menéndez, Magaña, Morán) iniciaron su proceso de acumulación antes de la producción y comercialización a gran escala del café y lo que hicieron fue, cuando las circunstancias cambiaron, un reacomodo, proceso que no lograron otras familias. Este proceso de reacomodamiento no podía pasar tampoco al margen de los hechos políticos, pues con los cambios generados a partir de la introducción del café, se creo la necesidad de velar por los intereses cafetaleros a partir del Estado. Estas familias y otras que fueron conformando la elite local cafetalera, comprendieron rápidamente la necesidad de adecuarse a los nuevos tiempos y de participar directamente en lo que respecta a las decisiones de gobierno. La mentalidad política de ésta elite se nutrió ideológicamente de la doctrina liberal, cuya quinta esencia se idealizó en la figura de Francisco Menéndez. La familia Menéndez fue la portaestandarte de ésta doctrina, a partir de la prédica y enseñanza de Isidro Menéndez desde los viejos tiempos de la independencia. En general toda ésta elite comulgó con el liberalismo, pero ello no significa que no hubo diferencias encontradas, tal como sucedió entre los puntos de vista de los caudillos Francisco Menéndez y Fabio Morán, ambos militares, contemporáneos, cafetaleros y políticos. La llegada definitiva de los liberales al poder en 1871 amplió las posibilidades de participación política directa de la elite local. Por ejemplo, Francisco Menéndez participó directamente en el derrocamiento de Francisco Dueñas y fue nombrado posteriori gobernador del departamento, como una muestra de agradecimiento por los servicios prestados a la revolución liberal del mariscal Santiago González. Al conseguirse el departamento de Ahuachapán en el año de 1869, el general Fabio Morán fue nombrado su primer gobernador. En ese mismo proceso de constitución fue notoria la participación del senador (hacia esa época, administración de Francisco Dueñas, aun operaba el sistema bicameral, de senadores y diputados), doctor Juan Germán, quien abogó para que se crease sin dilación el departamento de Ahuachapán. En 1885 Francisco Menéndez derrocó a Rafael Zaldívar y posteriormente pasó a gobernar el país hasta 1890. Según la tipología de Alastair White (liberales idealistas, liberales pragmáticos y liberales idealistas), Menéndez expresó y trató de llevar a la práctica desde la presidencia, una corriente liberal idealista (expresión de ello es la constitución de 1886). No fue hasta el caso de otros liberales de la elite local. Por ejemplo, Fabio Morán, el segundo caudillo de importancia política después de Francisco Menéndez se expresó a través del liberalismo pragmático, según el cual el progreso capitalista que iniciaba en El Salvador, necesitaba de un Estado fuerte, centralizado y, de ser posible, autoritario para lograr los fines que por aquellos tiempos se empezaron a identificar como modernizantes: producción comercial a gran escala, servicios públicos, red ferroviaria y de comunicaciones, etc. No obstante estas acusadas diferencias, la elite cafetalera de Ahuachapán fue creando un prolongado espíritu de liderazgo de cara a la conformación de la nueva nación, espíritu que se prolongó hasta 1960 cuando René Fortín Magaña formó parte de la Junta de Gobierno, que gobernó ente el 26 de octubre de 1960 y el 24 de enero de 1961.Eeste liderazgo pudo ser posible por el fuerte arraigo de la doctrina liberal y por la necesidad de expandir el cultivo del café. El interés económico y el interés político debieron acomodarse como una medida exitosa que en vez de socavar las bases económico-sociales, por el contrario, las fortalecía. Un buen ejemplo de esto fue Onofre Durán, un miembro ilustrado de la elite que se incorporó en el curso del siglo XIX y que fungió como vicepresidente durante el período de Manuel Enrique Araujo (1911-1913), quien, según la versión de la historia oficial, renunció por no estar de acuerdo con las políticas de Araujo, pero loo más probable es que fue presionado a renunciar por el primer designado, Carlos Menéndez. El caso de Onofre Durán merece mención aparte, al concebir la idea de otorgarle un monumentosímbolo a la ciudad de Ahuachapán. El Arco Durán, cuyo mascarón frontal representa su imagen como una forma de prolongarse en el tiempo. En 1870, Durán construyó sobre la Calle de Riego (actualmente, Avenida Francisco Menéndez), una casa habitacional para darle a Ahuachapán un toque de ciudad (la Villa de Ahuachapán recibió el título de ciudad el año de 1862), y creó la hacienda de Las Labores en las cercanías de la ciudad, cuyo principal cultivo fue la caña de azúcar. El paisaje de la ciudad empezó a transformarse lentamente y los gustos estéticos de la elite empezaron a mostrar preferencias por lo europeo, como una forma de establecer una clara diferencia con respecto al os otros sectores de la sociedad. Durante su gestión gubernamental, francisco Menéndez dispuso la construcción de un parque en el norte de la ciudad para amenizar veladas. Fundó una escuela de música y mandó crear el parque con un barandal de hierro forjado, traído directamente desde Francia. En el centro del parque se construyó un kiosko para actos artísticos y culturales. Si bien es cierto que asistían diversos sectores de la sociedad, a excepción de los indígenas, el espacio del parque era sectorizado: el centro y las arterias principales eran utilizados por la elite, las arterias periféricas por las clases populares. Sentarse al centro, los hombres vestidos de frac y las mujeres con trajes de seda, sombrillas, pañuelos y sombreros, era signo evidente de pertenencia a la elite. En algunas ocasiones Menéndez participó con su familia en algunos de estos eventos. Hoy, en dicho parque, lo único que encontramos es su busto. Aunque esta elite se preciaba de ser culta, liberal y muy rica, ellos no significa que lo fue desde un principio. Lo que sucedió fue que algunos de los miembros de esta elite hicieron estudios en Guatemala y otros, muy escasamente, en Europa (Francia). Otros vinieron a San Salvador a estudiar medicina o abogacía, que eran las dos únicas profesiones liberales existentes en la época. Como miembros de la elite y dueños de una profesión marcarón un profundo ascendiente no sólo entre los miembros de su clase sino entre la población en general. Los primeros directores y hermanos mayores de la Junta de Caridad del hospital San Juan de Dios eran miembros de la elite. Igual sucedió con los abogados, que paralelamente con sus actividades inherentes al café, desarrollaron actividades jurídicas que les colocaron por encima del conglomerado. Por tanto ser médico o abogado era un distintivo más de pode social. El liberalismo ahuachapaneco también evolucionó conforme los tiempos lo demandaron. Durante el período de las guerras civiles (primera mitad del siglo XIX), el liberalismo que practicó la elite fue exaltado y/o apasionado, después se volvió idealista y por último pragmático. Este pragmatismo por momentos se vio como conservadurismo, y ello podría ser aceptable a partir del hecho de la defensa del status quo. Figuras como Máximo Menéndez, Francisco Menéndez y Fabio Morán fueron exaltados, idealistas y pragmáticos respectivamente. La evolución de este liberalismo, produjo al final del siglo y principios del XIX, un caso atípico de liberalismo idealista exaltado expresado en la figura de Prudencio Alfaro (<<el eterno conspirador>>). Este tipo de liberalismo acabó con la misma muerte de Alfaro. En cuanto al proceso de enriquecimiento de la elite, por supuesto que durante aquellos años que los precios del café fueron buenos, el efecto multiplicador repercutió positivamente acrecentando sus capitales. Hacia 1885, por ejemplo, un grupo de cafetaleros fundó el Bancote Ahuachapán que, aunque no generando producto de las actividades cafeteras. Hacia 1913 hay nueve beneficios operando, todos en manos de la elite, y a pesar de esta modernización agroindustrial, sin mayores consecuencias en lo que respecta a la calidad de vida de los trabajadores agrícolas. Gradualmente, los pequeños y medianos propietarios, que en los inicios de la producción del café fueron muchos, y que incluyó (inclusive) a indígenas, fueron decreciendo, a tal grado que en el lapso de 60 años las tierras más aptas o de mejor calidad pasan a manos de la elite. San Salvador, 14 de julio de 2003.